Partida Rol por web

Claudio escuchó satisfecho como Olivia, con gran rapidez y precisión, había contactado con la policía y conseguido que enviaran gente a aquella localización. Incluso zanjando las habituales dudas con respecto a que la llamada fuera una posible broma telefónica de mal gusto. Sonrió hacia ella, agradeciendo mentalmente que se hubiera encargado de ese trámite. Ahora les tocaba a ellos pasar a la acción.

Siguió decidido los pasos de Laura, que al igual que él había reaccionado una vez su compañera había completado la llamada a la policía para adentrarse en aquel lugar. Se detuvo ante la pregunta de la más joven de sus compañeras.
-Eso Olivia, confírmanos si sigue habiendo movimiento, o si nos acercamos a Daniel, por favor.

Olivia volvió a mirar la pantalla de su teléfono. 

-Sigue en el mismo sitio. -señaló hacia dentro, al otro lado de la puerta. Tiene que estar justo enfrente. 

Laura abrió la puerta sin dificultad, aunque ésta emitió un grave ronroneo de goznes el rotar sobre su eje. Al otro lado había una pequeña estancia, de unos quince metros cuadrados, que ahora ejercía la función de recibidor, pero que antes tuvo que utilizarse como una cuadra. Estaba prácticamente vacía, a excepción de un viejo mueble carcomido que vestía una pared de piedra y un par de antiguas fanegas que otrora servirían para guardar el trigo y el centeno. La oscuridad era casi absoluta, a excepción de la tenue luz que entraba de la calle. 

El extremo de la sala daba a una cocina destartalada y un viejo baño completamente desnudo de adornos. Sólo lo componían un retrete muy deteriorado y una bañera al fondo. Todo cubierto de una mezcla de polvo, serrín de las vigas del techo y telarañas. Ahí no había nada. En cambio, el lateral del recibidor estaba conectado con unas escaleras que daban acceso tanto a un piso superior como a un sótano. Olivia se fijó en que los escalones que daban hacia arriba estaban cubiertos con baldosas mientras que los que daban al sótano eran tan solo de piedra desnuda. Una piedra agrietada y descompuesta después de tantos años de humedades. 

¿Hacia dónde? -susurró Olivia.

La oscuridad de aquella antigua vivienda era casi total, por lo que decidí tomar mi móvil y guiarme por la linterna del teléfono. En el interior de la vivienda no había nada ni tampoco parecía haber nadie, aunque sí divisábamos dos vías por las que desplazarnos y echar un vistazo por si encontrábamos a los captores de Daniel. La primera, unas escaleras que nos llevarían al piso superior. La segunda, un sótano.

-El sótano parece mucho más antiguo -dije, pensativa, en tono bajo-. Mientras que esos escalones tienen baldosas, lo que implica que deben ser más recientes. No sé de cuánto tiempo dispone Daniel, por lo que si elegimos mal, puede que no tengamos tiempo para salvarlo. Sugeriría que subiéramos por las escaleras. Si no hay nada arriba, bajaremos al sótano lo más rápido que podamos.

Sin más, comienzo a subir por las escaleras, en dirección al piso superior, atenta a cualquier sonido que pudiera escucharse.

Mis intentos de huida parecían inútiles. Podía pedir ayuda pero quizás eso hiciera que mis captores se propagaran conmigo. Escucho hablar, por lo que agudizó el oído intentando escuchar lo que dicen por si eso me ayuda a conocer dónde estoy o sus intenciones.

Tras escuchar aliviado la información de Olivia sobre que la señal gps se mantenía en el mismo lugar, se adentraron en el edificio con apariencia abandonada. Aunque tal vez ese alivio era un falso convencimiento. Puede que ya se hayan cargado al pobre muchacho, o que tal vez hayan caído en la cuenta de que llevaba el móvil encima y se hayan desecho de él, tanto si piensan en la localización por gps como por tener una herramienta de comunicación si tiene oportunidad. Mejor no hacerse demasiadas ilusiones...

Una vez dentro del edificio, estaban en una especie de recibidor, aunque era difícil distinguir demasiados detalles puesto que la oscuridad era casi total, apenas vislumbraban algo gracias a la luz que entraba del exterior por la misma puerta que ellos habían accedido. De aquella sala, aparte de la puerta que tenían a su espalda, se podían escoger dos caminos. Iba a tomar la decisión cuando Laura ya se le había adelantado. Definitivamente, me estoy haciendo viejo.

-Justo iba a proponer que subiéramos. Sin duda, el suelo más cuidado indica probablemente un uso más reciente de este lugar. ¡Vayamos para arriba cuanto antes!

Y el ex-guardia civil salió apresurado tras los pasos de su compañera.

La vieja estructura de madera crujía bajo el peso de los cuerpos de Olivia, Laura y Claudio, que subían con cierta cautela las escaleras. 

El piso de arriba tampoco mostraba signos de haber estado habitado en mucho tiempo, las telarañas, grietas y goteras revelaban un desuso continuado de años, si no décadas. La planta constaba de un pasillo central con un baño grande en uno de los lados, así como una pequeña despensa contigua con un armario que contamos incontables tarros de cristal, todos vacíos, todos roñosos. 

A la derecha había dos puertas cerradas, que probablemente serían sendas habitaciones. El silencio se mantenía denso, pesado, amenazante.

No había forma de liberarse de aquellas esposas, así que Daniel se resignó a escuchar atento cualquier sonido o ruido que pudiera darle una pista de dónde se encontraba. Tras unos a angustiosos minutos en silencio escuchó el crujir de la madera a medida que unos pasos se acercaban. Pudo adivinar de que se trataba de más de una persona, un grupo pequeño que avanzaba sigiloso. Los pasos venían primero de abajo y poco a poco iban subiendo a su nivel. Daniel dedujo que se hallaba por tanto en un primer piso o superior, más elevado que el nivel del suelo y definitivamente no en un subterráneo.

Se dirigieron hacia el piso superior, con pasos cautelosos al ver que la escalera sonaba ostensiblemente por el peso de sus cuerpos al subir a través de ella. El panorama que encontraron subiendo las escaleras no fue nada alentador. La apariencia de abandono y falta de uso había desbaratado sus teorías sobre el suelo embaldosado que habían tenido en la planta baja. Nada parecía indicar que hubiera pasado alguien por allí. Sin embargo, dos puertas cerradas eran lo único que impedía echar un vistazo de un solo golpe a aquella planta. Había que decidir.

-Ahí tenemos dos puertas cerradas.-Dijo Claudio, señalándolas con la cabeza-Podemos mirar rápidamente entre los tres si se esconde algo interesante tras alguna de ellas, o volver por donde hemos venido y registrar el sótano. No sé como lo veis.

Claudio estaba decidido a avanzar y tratar de investigar en aquellas dos salas cerradas, pero esperaría a la decisión de sus compañeras.

El corazón de Daniel dio un vuelco cuando escuchó la voz de Claudio al otro lado. El alivio fue tanto que el chico no pudo contener una risa nerviosa .

Ahí tenemos dos puertas cerradas. Podemos mirar rápidamente entre los tres si se esconde algo interesante tras alguna de ellas, o volver por donde hemos venido y registrar el sótano. No sé como lo veis.

-Creo que deberíamos registrar el sótano -coincidí con el guardia civil retirado, asintiendo. Me sentía terriblemente preocupada por Daniel. Si no lo habían subido al piso superior, ¿dónde podría estar?-. Dividámonos para ganar tiempo. Daniel podría estar en peligro. Que cada uno registre una de esas dos habitaciones. Nos asomamos, comprobamos si hay alguien y, en caso negativo, bajamos corriendo hasta el sótano.

Había nerviosismo en mi voz. Tenía la sensación de que cada segundo contaba más que nunca.

Claudio, estoy aquigrito a mi compañero una vez que le oigo hablar con mis dos compañeras. Mi rostro cambia, puede que esta sea mi salvación. Ayuda, sacarme de aqui

La voz, ahogada por el miedo y el estrés, de Daniel, provenía de la primera habitación a la derecha. Era él. 

Al escuchar la voz de Daniel, me aproximé hasta la primera habitación que se encontraba a la derecha y me dispuse a abrir la puerta para ayudar a nuestro compañero.

-¡Daniel! ¿Estás bien? -le pregunté al joven, extrañada de que sus captores lo hubieran dejado allí.

Estoy esposado y atrapado y algo dolorido, pero al menos con vida.contesto a Laura al oír su voz.

Una vez que abro la puerta de la habitación, decido entrar para comprobar si hubiera alguna forma de quitarle las esposas a Daniel. No deja de resultarme extraño que hayan abandonado aquí solo al muchacho, incluso teniendo en cuenta que lleva esposas. ¿Quizá están tan confiados que sabían que nadie podría rescatar al joven?

-¿Qué te ha pasado, Daniel? -le pregunté al estudiante, queriendo que me contara lo sucedido en la iglesia y cómo lo habían llevado hasta allí-. ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Has escuchado algo de lo que hablaban?

Aunque apagada por la puerta y la pared que los separaban, la alegría iluminó el rostro de Claudio al oír la voz de Daniel. Laura abrió la puerta sin mayor dificultad y pudieron encontrar al joven desaparecido. Habían sido unos minutos de persecución, pero le habían resultado eternos. Pero pensó que no podían relajarse del todo, no todavía.

-¡Gracias a dios que estas bien, muchacho! ¿Puedes andar? Creo que deberíamos salir cagando leches cuanto antes, he aparcado mi coche a un par de calles de aquí. Los que te han hecho esto podrían volver en cualquier momento, así que toda precaución es poca.

Se quedó mirando a su joven amigo, aun no se creía que hubieran dado con el por fin.

El alivio fue inmenso para Laura, Claudio y Olivia. Daniel se encontraba esposado a un radiador fijado a la pared. La habitación en la que lo habían encerrado era muy pequeña, apenas había un colchón en el que tumbarse y un lavabo dónde lavarse la cara. Al igual que el resto de la casa, un olor a rancio y a humedad lo impregnaba todo. 

- Penssaba... pensábamos que te habíamos perdido, Dani. -Olivia se agachó junto al muchacho para examinarle bien la cara, buscando algún signo de maltrato. No había ningún cardenal, pero de la nuca sobresalía un enorme chichón que sangraba un poco. Le habían dado un buen golpe. Te seguimos gracias al GPS de tu móvil. Fuiste listo al tomar esa precaución. 

Agarró las esposas y tiró fuerte de ellas, pero el esfuerzo fue inútil. Sin las llaves, la única opción era cortar el metal, o desencajar el radiador de la pared. Ambas fuera de las posibilidades sin la herramienta adecuada. 

- Tranquilo, hemos llamado a la policía. Esto acabará muy pronto. 

Olivia miró el reloj. Había llamado a la policía hacía cuatro minutos. ¿Dónde se habían metido? El cuartel no quedaba a más de dos manzanas. 

Justo en ese momento una voz ascendió por la escalera. Venía de abajo, probablemente del sótano. Cuando los investigadores agudizaron el oído, pudieron comprobar que se trataba de un cántico más bien, entonado en un clerical tono grave.

Gracias a Dios. Estoy bien, gracias. Un poco desorientado. Fueron el cura y sus amigos. Me golpearon en la cabeza yvhe estado inconsciente. Pero creo que están detrás de las desapariciones

-¿Habéis escuchado ese cántico? -pregunté a mis compañeros, preguntándome si sería la única que había percibido aquel sonido-. Parece como si viniera del sótano y está subiendo por la escalera... Debe de ser ese sacerdote y sus compañeros. Es como si... como si estuviesen llevando a cabo algún tipo de ritual... Tal vez deberíamos tratar de escondernos, comprobar cuántos son y observar lo que hacen. Alguno de ellos tiene que llevar encima una llave para quitarle las esposas a Daniel.