Partida Rol por web

Uno de los trasgos (3) intenta alcanzar el nivel donde el suelo le permite permanecer de pie y tomarse un respiro, pero su pié izquierdo rompe la roca que lo mantenía en la vertical y en un remolino de brazos intentando aferrarse al borde, no consigue aferrarse a la pared de piedra cayendo al vació desde casi 30 pies de altura. En la caída se golpea en dos ocasiones la cabeza interrumpiendo el grito con un sonoro sonido de hueso contra la piedra. Su cuerpo se despedaza en diversos trocitos contra el suelo y todos pudieron oir un clarísimo ¡Chof! al golpear contra las acacias y los escobares del sotobosque.
El trasgo que le seguía (4) se queda mirando a su compañero con los ojos como platos y agarrado a la cuerda con pies y manos se queda ahí quieto...temblando como un flan.

El trasgo que va en cabeza menea la cabeza y lanza un profundo suspiro clavando la mirada hacia la cima. El pobre es ajeno a las 3 flechas que se dirigen hacia su espalda.

Mi cuerpecillo no podía contener por mas tiempo su nerviosismo al tener a nuestros enemigos tan cerca y tan ignorantes a nuestra presencia. Nos felicite interiormente por nuestra gran capacidad para organizarnos y actuar con precaución, en vez de correr cada uno por nuestra cuenta atacando sin control alguno. Parece que por una vez actuamos como un grupo ¿será porque no estamos con los enanos quejicatodo? No creo, supongo que las prisas agudizan el ingenio y la capacidad para entenderse. Hay que detenerlos como sea.

Como unos gatos silvestres esperábamos que nuestra presa no sintiese nuestro aroma en el aire, aunque bien pensado como la presa eran unos trasgos su mal olor anulaba cualquier ráfaga de otro tipo de perfume. Ajenos a nuestra presencia prosiguieron con su plan, la escalada de la montaña. Bendito sea gnarl el luminoso sin duda alguna la mala caída del trasgo era obra de los dioses, y solo uno tenia un sentido del humor suficientemente grande como para ayudarnos a eliminar a nuestros enemigos sin que nos preocupásemos de disparar ni una sola flecha...

Aprovechando la indiferencia que había mostrado el que iba en cabeza guiñe un ojo para apuntar mejor y apreté el gatillo mientras entonaba una salmodia interior a cerca de lo magnánimo que seria por parte de los dioses que mi virote alcanzase al despistado.

¿2 acciones de movimiento?, te recuerdo que muevo 40.

De pronto las acciones se desataron en su entorno simultáneamente, motivadas por un desencadenante, el avance del trasgo que se hallaba en cabeza, de manera que la elfa comprendió que había llegado el momento de actuar. Así que inmediatamente sus dedos se dispusieron a presionar el resorte que ponía la ballesta en funcionamiento.

Sir Croodin había disparado con tino anteriormente, alcanzando al goblin que se erguía en cabeza de aquella fila de a uno bien organizada, al cual convenía sin duda abatir cuanto antes, más aún pensando en el hecho de que quizás, o más bien ojalá, pudiera arrastrar a algún otro en su caída.

Justo entonces ante sus ojos sucedió lo siguiente para regocijo interior de la hechicera, mientras Eyholf se acercaba a golpear al último de los trasgos en acoplarse al ascenso, uno de los que ya lo había iniciado, se resbaló, no pudiendo evitar deslizarse colina abajo y romperse la crisma contra el duro suelo del sotobosque. Mejor, infinitamente mejor... pensó, gratificándose ante el posible ahorro en municiones o magia, ya que de continuar así, no les haría falta gastar en exceso virotes ni flechas. Los tiempos no andaban sumamente boyantes y esos pequeños detalles eran de franca importancia.

Aún disfrutando de ese renovado estado anímico, Níniel disparó, dando en el blanco junto al bardo y deseando que aquel goblin malsonante se precipitara al vacio cuanto antes.

La escena del trasgo precipitándose al vacio sin remedio casí logro hacer fallar el tiro de Jaskier. Por fortuna logró centrar su atención en su enemigo principal y el proyectil voló certero contra este prácticamente al unísono que los lanzados por Sir Crooding y Níniel.

El trasgo sorprendido por el ataque tardó en reaccionar a los tres proyectiles que permanecían clavados profundamente en su espalda, la muerte pareció demorarse unos instantes antes de reclamar la vida que mantenía el cuerpo aferrado a la pared, perdida esta, el cuerpo cayó como una piedra, emulando la dura caida de su compañero, crugiendo con cada golpe hasta que la gravedad obtuvo el peso que reclamaba.

Habían logrado coordinarse y el ataque había sido todo un exito, más aun si contaban con la suerte de su parte y los escaladores decidían caer de sus asideros al vacio, ahorrándoles el trabajo.

El joven bárbaro casi no esperó a que el elfo disparase su ballesta. E el momento en el que el dardo de Jaskier surcaba el aire rumbo a su víctima, Eyholf ya brincaba sobre los setos en pos del desdichado que se hallaba observando la caida de su compañero. El chasquido de una rama seca hizo que el trasgo iniciase un giro de cabeza justo para descubrir el filo de un hacha que impactó contra su torso y su hombro con toda la furia que el semi-elfo era capaz de imprimir a sus brazos.

Fue una maniobra bélica fuera de serie por parte de nuestros héroes. Las dos flechas de los elfos y el virote del gnomo se clavaron casi al mismo tiempo en el cuerpo del trasgo que estaba más arriba; el virote atravesó la nuca, las flechas de Níniel y de Jaskier perforaron sendos pulmones desde la espalda. El goblin apenas emitió un leve ¡uch! cayendo ya muerto al vacío cual pelele de trapo.
De igual manera, el bárbaro salió disparado con su terrible zancada en cuanto las plumas de las flechas dejaron de contactar con los dedos de los arqueros. Su hacha seccionó en dos al trasgo que se encontraba en la parte inferior de la colina. Su rostro aún miraba a su compañero y ni se enteró cuando el filo le segó la vida.

El trasgo (2) se quedó horrorizado ante la escena; por un momento pensó en sacar su ballesta y disparar contra el bárbaro, pero enseguida se dió cuenta de sus prioridades y corrió hacia la pared para seguir subiendo. Por desgracia para él...ya nunca aprenderá que las prisas no son buenas consejeras...

Jaskier avanzó unos pasos mientras recargaba su arco para lanzar un nuevo proyectil al trasgo solitario que continuaba trepando, tras ver como dos de ellos se habían precipitado al vacío pensó que quizás hubiera sido mejor que hubieran venido únicamente dos, guardando así mejor la entrada de la cueva. Estos pensamientos descentraron completamente al pícaro que erró el disparo por bastante.

Se maldijo por su estupidez y pensar que ya estaba hecho al ver como la flecha volaba lejos de su objetivo golpeando contra la dura roca de la montaña para partirse instantáneamente. Quizás era mejor que estuvieran los cuatro.

Ahora que se encontraban cerca de la entrada deberían tener cuidado, pues el resto de trasgos podían encontrarse cerca y tratar de emboscarlos, volviéndose a centrar en el combate agudizó su oído para tratar de escuchar cualquier sonido que fuera ajeno a aquel lugar.

¡Por las barbas del archimago milenario! sin duda los dioses estaban de su lado, ya que tanto los ataques furtivos de disparo como el ataque, brutal del semielfo habían resultado del todo fructíferos y satisfactorios. Empece a preguntarme mientras recargaba si los trasgos tendrían alguna tara familiar que les impidiese trepar, o si bien habían enviado a los mas torpes en el intento, ya que no dejaban de caer como fardos, a plomo contra el duro suelo y sus dientes de roca.

Encogiéndome de hombros ante sus muertes, fruto de la fortuna, pensé en Kerrin durante unos segundos y lo que hubiese disfrutado la ver sus cuerpos aplastados como pulpa de naranja. Guiñando de nuevo el ojo para disparar y esperando tener la misma puntería que antes disparé la ballesta hacia el único objetivo que quedaba con vida.

El trasguito recibió el virotazo del gnomo haciéndole tambalearse en la cuerda, pero aún se mantuvo agarrado a ella y con vida.

No tenía mucho sentido comenzar una persecución por la pared de roca cuando sus compañeros estaban dando cuenta de los demás trasgos, por lo que el bárbaro limpió de sangre el filo del hacha mientras prestaba atención al bosque. Seguía inquieto por el huargo que supuestamente podría acompañar a los trasgos y que, quizá estubiese achezando al grupo en este mismo momento.

Con rapidez la elfa dio un paso al frente, aproximándose a sus enemigos, mientras seguía observando animadamente el destino de aquellos escaladores, que no dejaban de precipitarse al vacio por voluntad propia. Parecía que la suerte se decantaba de momento a su favor, aunque no era conveniente cantar victoria anticipadamente, no sería la primera vez que una lucha cambiase de tornas en el último instante.

Recargó la ballesta, apuntó y disparó, esta vez lamentablemente con mucho peor tino que la anterior. Torció el gesto en consecuencia, reflejando en él su contrariedad, y frunció el ceño, intentando centrase no solo en su próximo ataque, sino en su entorno, en previsión de cualquier contrariedad que pudiera surgir.