Partida Rol por web

Donde los aventureros diseñan su ruta

Las ordenes eran claras: ningún miembro de La Serpiente debía permanecer más allá de la trampa del pasillo. Los aventureros querían estar solos en el Templo de Moradín y no querían que los ecos de sus voces fueran oídos más allá de las estatuas de los enanos que les custodiaban. Habían hecho una acogedora hoguera y habían dispuesto de comida abundante para pasar una larga velada discutiendo sobre sus siguientes pasos. Recuperar las provisiones hubiera sido algo sencillo de conseguir, pero aquella misión y el hallazgo de aquel lugar habían proporcionado información de un valor inconmensurable para el devenir de los acontecimientos futuros. Debían medir bien sus pasos pues un traspiés en el camino daría al traste con todo. Sabían que eran pieza fundamental de aquel entramado y su muerte o captura sería fatal para el futuro de esta tierra y de esta Era.

Remolino de pensamientos, información que busca ordenarse en la mente de nuestros héroes...

(Pensamientos y recuerdos)

Trasgos reorganizándose en las profundidades, trasgos con tatuajes extraños encargados de criar a una dracoliche.
Tomos de extraña nigromancia estudiados por una hembra trasgo cuya carta aún descansa en algún bolsillo de nuestros héroes:

Odio el día en que nos encomendaron cuidar su guarida.
No ha hecho más que dividir a la tribu e incluso
nos come cuando quiere. Mis investigaciones van
por buen camino, pero permanecer aquí limita
mi trabajo. Necesito más muertos para poder continuar
los experimentos. El tiempo apremia y debo crear
mi ejército antes de que llegue el día.
Te dejo el Tomo, yo ya no lo necesito.
Ya sé todo lo que hay que saber. Ahora necesito más fuentes.

Enfermedades en las ciudades; Viruela Negra que la Iglesia culpa a los elfos como infectos portadores.
Captura y reclusión de los elfos para una esclavitud de trabajos forzados en las minas de Galdor.
Soldados prisioneros en lo más profundo de la guarida enana... soldados que esconden su propio tesoro.
Soldados capturados por trasgos. Prisioneros para terribles sacrificios en maquinas.
Negro líquido bajo la máquina ahora destruída.
Un nuevo orden en la Iglesia, sacerdotes con armaduras negras.

Descansados, aseados y repuestos del esfuerzo que había supuesto limpiar aquel lugar, los compañeros volvían de nuevo a encontrarse ante una importante decisión. El alivio que les había embargado al liberarse del peso que ejercía la presencia del dragón y la filacteria, aquel haz de brillante luz que les había inundado el espíritu se había vuelto a oscurecer bajo las nuevas nubes de la preocupación y la responsabilidad, pero al menos su esperanza se veía alimentada por aquella hazaña.

Mordiendo una manzana y sin apartar la vista del mapa que habían extendido el suelo, Jaskier hizo memoria de la nueva información que habían logrado, aquella batalla que se avecinaba mostraba sus piezas, como un enorme puzzle donde las fichas se hubieran dispersado y revuelto, los bandos se entremezclaban, antiguos jugadores de aquella infinita partida volvían a realizar sus movimientos y ellos se encontraban en medio de todo. El pícaro alejó aquellos pensamientos que sólo podían llevarle a la desesperación y se centró en cada hecho tratando de ordenarlo.- Bueno parece que los distintos bandos se están moviendo, los trasgos, el dragón, la maga y el altar pertenecen a uno de ellos, por otro lado tenemos los sacerdotes de negra armadura, el maldito Dinas Meriatur y las enfermedades que propaga, es un movimiento muy importante pues hace casi imposible que una nueva alianza entre las distintas razas de Matubias les vuelva a derrotar.- Aquel era uno de los puntos que más irritaba al elfo, pues sus propios hermanos y hermanas habían sido acusados de propagar la viruela, sus bosques estaban asediados prácticamente por los ejércitos del Rey Loco y los elfos que se encontraran fuera de éstos eran atrapados y esclavizados.

- Por el momento poco podemos hacer directamente sobre estos hechos, aunque está claro que limpiar este lugar ha debido ser un revés para alguno de los señores del mal, ahora quizás debamos hacer lo mismo contra el Rey Lados, todos sabéis el camino que tanto Niniel como yo deseamos tomar, debemos avisar a mis hermanos en el Taur Nu Hith.- En su corazón no sólo quería dar aviso de la localización de los esclavos en las minas de Galdor, sino también participar en su liberación, pero comprendía que otras responsabilidades habían depositadas sobre sus hombros y debía cumplirlas.

- Apenas si nos desviaremos de nuestro destino, Mablam donde encontrar a Garbash y la estatuilla. Además con las leyes que pesan sobre los de nuestra raza debemos evitar las ciudades mientras no sea posible de manera que podríamos dirigirnos al norte entre el río Kalvar y el Cuenco para una vez superado éste dirigirnos hacia el Este, hacia el bosque. Seguro que mis hermanos pueden ayudarnos a llegar a Mablam.- El habitualmente tranquilo y sosegado elfo sonaba ahora enérgico y apasionado aunque sus gestos se mantuvieron relajados, era obvio que difícilmente cambiarían la decisión que Jaskier había tomado aunque estuviera dispuesto a escuchar otras ideas.

El enano escuchó a Jaskier manteniendo la calma. Podía entender los motivos por los que pretendía desviarse del camino directo y, aunque no estaba muy de acuerdo asintió con un bufido - Si, es cierto que debemos ir hacia el norte... pero el desvío... - las obvias intenciones del elfo lo hicieron sonreir - SI, ya sé, ya sé. Solo serán unas horas - repitió las palabras que ya tantas veces había escuchado en los días precedentes.

Poniendose serio añadió - Lo cierto es que no sabemos si serán solo unas horas, pero podemos intentarlo. Si vuestros hermanos nos ayudan a llegar a Mablan, será una buena inversión. Pero que os quede claro que nuestra misión NO es liberarlos. En otras circunstancias no dudo que el poder de Moradín caería sobre quienes os han acusado falsamente, pero no es nuestra prioridad - Extrañamente era posible escuchar un dejo de pena en la voz del clérigo - Si fuera mi gente diría lo mismo... aunque me dolería hacerlo - reconoció - Pero nuestra misión, creo, es más importante - El tono doctoral de Kerrin resonó entre las viejas rocas mientras esperaba la respuesta de los elfos.

- Demostramos que juntos podemos acabar el mal encarnado... Aunque tome la forma de un dragón.. Es cierto que con la ayuda del señor de las rocas, pero el no nos hubiese ayudado si no estuviese de acuerdo con nuestros objetivos. Prefiero que sigamos todos juntos. Todos. Incluyendo al hablador - señaló al gnomo - y al ateo - señaló a Ator, sin analizar como se podrían tomar sus definiciones - Demostraron que son dignos miembros del grupo. Tanto como los elfos - descartó la obvia dignidad de los enanos - pero si optais por anteponer la necesidad de vustro pueblo a la del continente nos veremos en la penosa obligación de abandonaros. Nuestra tarea es más importante que eso -

Eyholf miraba desde arriba a los dos personajes que debatían sobre el próximo paso a dar, sin embargo, una sensación de pequeñez lo embargó al intuir que poco o nada pintaba en aquella discusión entre dos individuos a los que sentía superiores a el mismo tras los acontecimientos que habían vivido en aquél mismo escenario y como uno y otro habían demostrado su liderazgo.

Los dias pasados fuera de la cueva en compañía de sus hermanos del clan de los Zarrios le habían hecho olvidar los temores de los días anteriores pero de nuevo se encontraban en aquél odioso lugar y su humor se tornó oscuro como la cueva que los cobijaba y sus palabras fueron a menos a medida que pasaba el tiempo.

Un balde de agua no había sido suficiente para despegar la mugre de su apreciada piel, mientras frotaba con energía y desgastaba su preciada pastilla de jabón sus yemas de los dedos fueron arrugándose cada vez más, un ultimo vistazo al pequeño espejo que siempre lo acompañaba había confirmado que sus labios ya habían adquirido el siempre saludable tono violáceo que indicaba el final de todo baño. Una vez acomodado en su muda limpia recogió con exquisita reticencia sus anteriores ropajes para envolverlos en una tela basta y guardarlos en el fondo de la mochila. Lo cierto es que debería haberlas tirado, después del paseo en agua cenagosa de dragón ya nunca volverán a brillar como antes. Pero el encantador tiempo personal en el que habían podido descansar había llegado a su fin y el acogedor fuego que les calentaba crepitaba respondiendo a las palabras del elfo y el enano.

Es verdad que debemos dirigirnos lo antes posible hacia el norte, Mablam nos espera y esa estatuilla esta deseando caer en nuestro poder, lo presiento. Sus delgados dedos hicieron un gesto animalesco en el aire como si atrapasen una paloma en vuelo. Pero tampoco entiendo la reticencia a no pasar por una ciudad. Mis ojillos curiosos se posaron en cada uno de mis compañeros, lo cierto era que sus rasgos diferían en mucho de mis elegantes y perfiladas formas, pero quizás podría transformarles de alguna manera...Quizás podría ayudaros a pasar desapercibidos entre la muchedumbre, o quizás podríamos ir algunos a la ciudad y otros proseguir el camino para después encontrarnos en algún punto antes de llegar al reino elfico.

Su cerebro se puso en funcionamiento, los mapas que había conocido en toda su vida se fueron superponiendo uno a otro mientras buscaba senderos y vías que pudieran ayudarle en sus planes. La curiosidad le impedía renunciar a la visita a las misteriosas tierras de sus compatriotas orejudos, pero por otro lado tenía interesantes negocios que realizar en un centro civilizado. Los pañuelos que le había arrebatado a los soldados muertos estaban "bendecidos" por los sacerdotes negros, y la despavorida gente pagaría sus miserables ahorros por tener uno de ellos, pero lo mejor y siempre ventajoso era intentar desplumar a los avaros que se corrompían a costa de los demás.

Miraba atentamente todos los pormenores del baño de Sir Croodin, desde luego era un trabajo digno de atención. En cuanto acabó se dirigió al cubo que este había utilizado  y metió las manos en el, al momento la voz del gnomo que exponía sus ideas a los demás cesó, Ator no giró la cabeza pero notaba su mirada clavada en su cogote, sin quitar los ojos del cubo sacó las manos del agua, agarró el balde y se fué a buscar agua un poco mas limpia, como se nota que este no está aconstumbrado a compartir agua y letrina, en cuanto volvió se limpió un poco por encima y dió por acabado su trabajo en un baño que había durado una décima parte de lo que duró en del gnomo.

-en cuanto al camino a seguir, optaría por el mas directo, pero obviamente debemos evitar ciudades y caminos transitados, así que siempre que no nos retrase demasiado seguiré al resto del grupo, tras una leve pausa mientras se acomodaba junto al fuego contesto al clérigo, ¿por cierto quien te ha dicho que soy ateo?, dijo sin apartar la vista de las llamas ¿o es que solo son creyentes los que siguen Moradin y lo van propagando por ahí?

El elfo miró a su compañero enano, entendía lo que decía y compartía sus pensamientos. - No puedo negar que me gustaría tratar de ayudar a los mios de una manera más directa, pero os doy mi palabra que una vez haya avisado a mis hermanos, mi prioridad principal será continuar hacia Mablam y el destino que allí nos espera.- Cuando había aceptado aquella misión sabía que debería dedicarse a ella por completo, pero nunca imagino que se vería inmerso en aquellos nefastos sucesos, aunque le doliera la liberación de las gentes de la minas tendría que recaer sobre otros.

- Sir Crooding, me temo que hasta que lleguemos a Mablam no pisaremos ciudad humana alguna, el riesgo para nosotros es demasiado alto y sería estúpido ponernos en peligro sin necesidad. Además creo que está claro que dividirnos no es un opción que estudiemos.- Aunque pudiera utilizar algunos trucos para pasar desapercibido en las ciudades, sería mucho más complicado con Níniel, además un grupo tan variopinto llamaría con facilidad la atención en cualquier ciudad de tamaño medio o pequeño. Mablam según recordaba era bastante más cosmopolita y aunque era cada vez más raro ver elfos y enanos por su calles, no era imposible encontrarlos. Claro que tras el último decreto pocos hermanos quedarían en aquel lugar.

Mascullando ante la impertinencia del humano - Como si otro dios pudiera compararse a Moradín - el enano intentó retener sus palabras. Pese a que en temas religiosos le resultaba dificil evitar el confrontamiento, era consciente que el guerrero humano, así como el resto de sus compañeros no intentaban agredirlo y resultaban un buen equipo, por lo que tras sus murmullos intentó alivianar la situación... a su manera - Eh... bueno, supongo que podeis ser creyente de otra deidad - le reconoció - Pero debeis daros cuenta que Moradín os ha curado cuando lo necesitasteis... supongo que el también os aprecia y yo no iría, jamás, contra la voluntad de mi señor -

Asintiendo a las palabras del elfo le comentó al gnomo - Exacto, olvidémonos de las ciudades. Ya internarnos en Mablam será un problema que resolveremos cuando lleguemos allá - Tras una pausa, pensando en los razonamientos de Jaskier, lo miró fijamente a los ojos - Confío en vos -

Tras mirar al resto de los presentes se corrigió - Confío en todos uds. Se que Moradín los aprueba, aunque no crean en el. Vamos hacia Taur Niuh... Niurth... Nifu... hacia allí y espero que vuestros hermanos nos ayuden a llegar a Mablan -

Los escuchaba en silencio, hablaban de lo que era su misión y de lo que no lo era, aunque en el fondo no hacía falta recordarlo; de no ser por ella, algunos ya no estarían allí, como por ejemplo Níniel, ya que habrían emprendido otra cruzada alternativa. Durante unos segundos se sintió empequeñecer, achicándose hasta límites sorprendentes, parecían todos tan seguros de su destino, algunos incluso alegando sentirse a disgusto con el hecho de tener que desviarse, dejando traslucir un espíritu inamovible, mostrando un sentir tan distinto al suyo propio, que se sintió momentáneamente abatida. Ella no podía evitar albergar dudas en aquel momento, se debatía, caía y se elevaba de nuevo en la medida en que iba encajando los golpes dispensados. A los ojos de la elfa, Ankay se desmoronaba a cada paso y se percibía a sí misma, como si estuviera recogiendo los deshechos de su propia vida futura en cada nuevo recodo del sendero, como si una fuerza que actuase de forma inevitable, la arrastrase irrevocablemente hasta un punto en el camino. En cierta medida, albergaba la impresión de que cada vez parecía quedar menos que salvar en aquel mundo en decadencia y aún así su destino era arriesgarlo todo a tal efecto.

El gris translúcido de sus ojos se posó sobre el gris taciturno de la piedra, arrastrándose a su vez por ella, deseando internamente agrietarla, fundirla con el calor que éstos inevitablemente le estaban imprimiendo en aquellos precisos instantes.

Aunque se veía obligada a admitir que ciertamente ese punto de destino que todos mencionaban, era una de las pocas cosas que todos los allí presentes tenían en común: Mablam, una dragona muerta, unas provisiones rescatadas, un enclave liberado… y aquella misión común que enredaba sus destinos, atándolos a decisiones, que ya le habían sido dolorosas desde un comienzo, como la de dejar a los suyos atrás.

Tenía el pelo mojado tras el aseo, apartó la espalda de la pared en la que reposaba y notó la humedad sobre su ropa. Frío, se estremeció ligeramente.

Entonces se levantó del suelo, había estado leyendo y escuchando, cerró aquel libro de oscuro contenido que había reposado previamente sobre sus piernas y lo guardó. Necesitaba estirarlas y se acercó a sus compañeros, sonrió al elfo, asintiendo, no tenía nada más que añadir a sus palabras, ella ya se había expresado al respecto con anterioridad, antes de la caída de la dragona bajo los muros de aquella misma estancia. No obstante, miró al servidor de Moradin y no pudo evitar concluir por él: Sí, hacia Taur-nu-Hith… y, alzando ambas cejas, añadió tan sólo unas palabras más: ¿Vamos muy cargados? Es que veréis... me preguntaba si la Serpiente Plateada, llegado el caso, nos prestaría un animal de carga… un caballo era difícil, pero quizás una mula pudiera ser. El trueque de algunos de los enseres que habían hallado allí abajo, podría serles vital en el futuro.

En el amanecer del ------- día (*1) de Iavas los elfos Jaskier y Niniel, los enanos Kerrin Narizpartida y Úgrum Ojo de Búho, un humano gurrero llamado Ator, un enorme bárbaro de las Tierras Salvajes al que llaman Eyholf y un pequeño bardo de la raza gnoma de nombre casi impronunciable al que acotan por su pila en un cariñoso Sir Crood o Sir Croodin, son sorprendidos por el estrepitoso ruido de la enorme puerta de granito del viejo templo a Moradin. Las sombras pronto son despejadas por el fuego de las antorchas que prenden de los muros y dejan paso a la atlética figura de un hombre curtido de rostro amargo, pero lleno de orgullo y de ojos tristes, pero con la luz de quien conoce el corazón de quien le mira. Su pelo recogido en una coleta brilla húmedo y aún gotea sobre su espalda tras el lavado matinal. Lleva puesto un pantalón de piel de toro bien curtido y su torso se viste con una ligera cota de cuero dejando sus brazos al descubierto. En su hombro izquierdo luce el tatuaje del clan al que ha entregado su vida: La Serpiente Plateada. Se acerca hacia los aún adormilados héroes y se acuclilla frente a ellos y hablando en un tono suave y agradable les dice:

-¿Habéis descansado bien? ¿Ya habéis trazado vuestra ruta? Si no os importa, me gustaría que me la explicarais para así aconsejaros hasta donde yo sepa… imagino que… sólo espero que no hayáis pensado en cruzar por medio del Cuenco de Polvo…eso sería una locura. Ni siquiera con las provisiones que os hemos puesto en la mula (*2), os garantizan la supervivencia por aquella tierra maldita… además… -El Capitán se interrumpe reflexivo – comentadme vuestro viaje sobre el mapa. –Termina diciendo mirando fijamente y desde la pequeña distancia el mapa por el cual estaban debatiendo el viaje.

Al oir al Capitán, una voz que te suena extraña resuena en tu cerebro...es un susurro en tu mente casi inapreciable, como si una mujer anciana te hablara sólo en tu mente:

"Desconfía del humano y de su servidor"

Jaskier recibió y contestó a la sonrisa de Níniel con el mismo gesto, un gesto de apoyo mutuo, sabiendo que en el interior de la elfa las corrientes de sus pensamientos y sentimientos semejaban a una tormenta pues el mismo había tenido aquella sensación, aunque algo le decía que en menor escala.

Su conversación se vio interrumpida en aquel instante por el sonido de la puerta pétrea al abrirse mostrando entre las danzante luces de las antorchas la figura de el Capitán de la Serpiente Plateada. Su rostro denotaba la preocupación y decisión que habían podido apreciar en su primera reunión con él días atrás, su paso era seguro y firme, pero no se mostraba altivo sino cercano como quien se encuentra ante sus iguales, ante gentes en las que confiar pese a apenas conocerlas. Manteniendo cierta distancia se detuvo cerca del grupo observando el mapa y a los presentes mientras se interesaba por su ruta.

No sabía bien que fue, si el tono, la leve interrupción o un ligero cambio en el gesto de su interlocutor lo que le mostró al pícaro ciertos recelos que trataba de ocultar, estaba inquieto, pese a que tratara de ocultarlo, algo no andaba bien, aquella sonrisa amable parecía forzada, en la mente del Capitán algo le corroía y preocupaba. - Te agradecemos tu preocupación y que nos proveas con un animal de carga, estábamos discutiendo sobre esa necesidad. Aunque quizás nos retrase, también nos permitirá portar alimentos para el viaje y aligerar nuestras cargas.- Jaskier seguía atento los gestos y movimientos del Capitán, confiaba en él pese al nerviosismo que trataba de ocultar, no vio razón para no detallarle su ruta. - El camino no será fácil en algunos puntos, pero no pasaremos por el Cuenco de Polvo, lo rodearemos siguiendo hasta las cercanías del río Kalvar, seguiremos su curso hasta atravesar el antiguo camino que unía Nestrom con Crest y una vez superado no dirigiremos hacia el Este evitando en todo momento cualquier asentamiento o ciudad.- Al menos aquella era la ruta que tenía en mente el elfo y que parecía haber sido aceptada por todos.

Antes de terminar decidió ser directo, aquella era una de las características más comunes entre los hombres de armas que había conocido Jaskier, como ellos solían decir "no gustaban de andarse por las ramas", - He notado que algo os preocupa, quizás deberías comentarlo con todos nosotros.- No había mucho más que añadir y si esperar que el humano decidiera compartir sus preocupaciones.

El enano frució el ceño ante las explicaciones del elfo. Coherente con su propia forma de ser solo añadió - De cualquier manera será Moradín el que guíe nuestros pasos. El nos dirá cual es el mejor camino - aseveró con su ferrea fe intacta - No os preocupeis por eso -

- Sin embargo, lo importante es este templo - descarta cualquier idea de comentar su camino cambiando de tema - Recordad que fue un enclave enano y que los huesos de nuestros héroes descansan en el - Seriamente lo mira, intentando descubrir algún asomo de intolerancia racial - Podeis usarlo, nuestro pueblo aceptará vuestra presencia, pero respetad su origen. No hagais como esos trasgos, que murieron por mancillar la obra de los forjadores de Moradín - completa en un tono, si no amenazante, por lo menos más duro que lo necesario - Ni siquiera un dragón pudo evitar que la sangre enana que forjó estas cavernas fuera descartada -

Las respuestas tanto de uno como de otro denotaba quien se había coronado esa mañana con los laureles del César, y por lo que se veía habían cometido el sacrilegio de partir las ramas por la mitad y repartirse los honores. Su entrecejo se fue aproximando poco a poco mientras sus ojos se estrechaban cada vez más hasta casi convertir su mascara en una composición de arrugas impropias de su edad. Su boca comenzó a articularse y modular los labios para estallar en una replica imbatible a cerca de los numerosos beneficios que les aportaría a todos el paso por una ciudad cuando uno de los miembros de la Serpiente Plateada hizo sonar la puerta del templo. Tras aquello llegó la confirmación y nueva ratificación de su paso por el borde del Cuanco de Polvo y la negación rotunda de pasar por una ciudad. Exasperado y rendido ante la cabezonería de aquellos dos dejó caer un brazo abatido.

Ni siquiera había prestado atención a los gestos de cautela que el capitán había expresado mientras nos preguntaba amablemente nuestra ruta. Sus pupilas se centraron en la puntera de sus botas y sin intención de materializar sus pensamientos estos se fueron escapando poco a poco como molestos murmullos. ¡Claro que no! ellos no entienden la necesidad de pasar por una ciudad. ¿Es tan dificil entender que uno necesitas ciertos articulos para su perfecta sensación de limpieza y cuidado? ¿Acaso es muy egoista pedir unos ropajes nuevos o al menos una lavandera bien formada, de piel blanca y brillante para lavar los arapos que llevo en la bolsa? Ahh, a mi me parece que no. Todos disfrutarían de la estacia en una posada agradable, una cerveza y unas copas de vino, una cena decente servida en platos y en una mesa con bancos corridos junto a una gran chimenea. Luego podrían escuchar la tonada que he empezado a componer a cerca de nuestra heroica aventura, pero no claro ellos son el Cesar hoy y no hay quien les haga cambiar de opinión.

Contuvo sus murmullos y masculladuras, inclinandose sobre uno se sus saquillos extrajo un pequeño objeto y se aproximo a la elfa. Querida dama entre mi surtido haber cuento con una aguja, si quereís disponer de ella para reparar vuestros ropajes no tendre problema alguno en prestarosla. Extendió los dedos entre los que sujetaba la aguja hacía Niniel y esperé si la tomaba o no, mientras asomó la nariz por encima de su hombro mientras se dirigía al capitán. Como ve no tiene que preocuparse de nada, Moradin siempre probee a sus bendecidos y si no tenemos la capacidad suficiente para pensar nos entrega sus mensajes por boca de unos o de otros. Al decir unos y otros mis ojos se posaron primero en Jaskier y luego en Kerrin, no eran retadores, simplemente el claro reflejo de un niño frustrado ante la perdida de un caramelo enarenado.

No pudo evitar sacudir la cabeza al escuchar los comentarios de Kerrin y no le quedó más remedio que mostrar un forzada sonrisa al oír los murmullos y palabras de Sir Crood, si bien no sabía nada de aquel al que llamaba Cesar. Jaskier se preguntaba porqué Moradín debía estar en cada frase que el enano pronunciara y comenzaba a entender la cierta animadversión que denotaban las palabras del bardo hacia el dios de los enanos, aunque más que directamente hacia él, más hacia el uso en exceso de su nombre por parte del clérigo. - Maese Kerrin, el Capitán.- Ahora se daba cuenta que no sabían su nombre, o al menos no recordaban haberlo escuchado. - Se ha mostrado un aliado leal, no dudo que seguirá vuestros consejos y cuidará de este lugar con el respeto y devoción que se merecen, es más ellos lo denfenderán de que caiga nuevamente en manos del mal una vez reemprendamos el camino. Que nos han marcado nuestros dioses.- Terminó diciendo mientras desviaba su mirada hacia el gnomo y sonreía con cierta ironía.

El pícaro nuevamente dirigió su atención hacia el Capitán.- Creo que todos estamos listos, más ahora que nos habéis provisto de un animal de carga, para partir, pero aceptaremos vuestros consejos respecto a lo que podamos encontrarnos en nuestro camino.- Esperaba que el humano le contará lo que inquietaba su mente, de manera que no insistió y guardó silencio deseando que ninguno de sus compañeros volviera a desviar el tema.

Dirigiéndose al enano, El Capitán endureció su semblante intentando demostrar seriedad y respeto que no enojo. –Maese Kerrin, la fortaleza que aquí nos presta, será defendida con nuestra propia sangre. Es un lugar estratégico de gran valor para nuestros fines, pero además soy consciente del valor emocional que os supone ya que si alguna raza respeta a sus ancestros esos son nuestros hermanos enanos. Cuidaré que nada ni nadie mancille este lugar sagrado… de eso puede estar completamente seguro y si algún día regresa y no encuentra la pureza de este lugar tal y como la dejó al partir, yo mismo pondré mi vida a disposición del Rey Bajo La Montaña…lo juro por La Serpiente Plateada. –Terminó diciendo haciéndose un extraño símbolo con los dedos en el tatuaje de su hombro.

Después desvió su mirada al bardo que protestaba para sí con sutil eficacia –Sir Croodin, en estos momentos, la idea de entrar en una ciudad es demasiado arriesgada… en eso, tienen razón tus compañeros…pero no es del todo cierto que no vayáis a entrar en ninguna urbe, si el tiempo y la suerte os acompañan, pronto tendréis que entrar en Mablan…donde podrá ejercitar sus artes y visitar algún buen sastre…pero no olvidéis maese Doo, que al comienzo de vuestro viaje, los pasos os llevan por la margen izquierda del Kalvar y quizás allí encuentre alguna balsa gnoma camuflada…

Finalmente miró al elfo -¿Preocupado? Cuán difícil es camuflar los sentimientos pese a que la luz de este lugar alumbra mortecina nuestras miradas. Los elfos tenéis un sexto sentido para leer el alma… lo que me inquieta esta mañana no se puede ver desde aquí…cuando estéis listos para partir, volved a reuniros conmigo… debo enseñaros algo desde lo alto de la colina. Por mucho que os explicara… es mejor que lo veáis con vuestros propios ojos…ni yo mismo sé lo que significa, pero no apunta a nada bueno.
Yo viajaría de noche, evitaría también las ciudades...aunque algunas aldeas puedan serviros de refugio y auxilio...tampoco os fiéis...el miedo atenaza el corazón de los matubianos. Ocultaos todo lo posible y evitad los enfrentamientos directos... a veces es mejor evitar los problemas para conseguir la victoria... no todos los enemigos que os encotraréis son simples goblins... Dicen que hay una nueva orden de clérigos... dicen que disponen de criaturas poseídas por espíritus capaces de rastrear los pasos de una hormiga... Astirax dicen que se llaman...cuidaos de los Astirax

–Después, El Capitán se levantó de su posición acuclillada y se dirigió hacia la puerta. Justo cuando se disponía a salir, se acordó de algo y se giró hacia los compañeros. –Por cierto… es extraño, pese a que hemos registrado de arriba abajo todo la morada, sólo hemos encontrado ese valioso arsenal… sin embargo… no hemos encontrado oro por ningún lado…ni en los cuerpos de los goblins…-miró al techo pensativo –es una pena, el oro ayudaría en gran medida a paliar el hambre de esta pobre gente de Al Borde del Túmulo…el invierno ya comienza a abrir las puertas de su viento helado… muchos van a morir de hambre antes de que puedan encender el fuego del hogar…en fin, imagino que los goblins escondieron el oro en algún lugar de difícil acceso al cual aún no hemos podido entrar. Tendremos que seguir buscando –terminó diciendo lanzando una dura mirada a Ator.

Ante las últimas palabras de Fawoce, Jaskier sintió su rostro enrojecer ligeramente por la vergüenza y sintió que el peso de la bolsa repleta de monedas de oro aumentó tanto como para presionar sobre su estómago y hacerle sentir realmente incómodo. Sin casi darse cuenta o ser consciente sus manos cogieron el saco que contenía aquel tesoro y lo lanzaron sobre la mesa haciendo que el cordel se abriera y algunas monedas tintinearan y refulgieran sobre el mapa. - Aquí está todo lo que encontramos, disculpadnos si no os lo mostramos antes, pensaba en lo que podría ayudarnos si teníamos problemas en nuestro viaje o en Mablan, pero está claro que es mucho más necesario aquí.- Finalmente encogiéndose de hombros y mostrando la mejor de sus sonrisas sintió que el peso que sintiera en el estómago y que había amagado con cortarle la respiración, se había disipado. - Creo que sabremos desenvolvernos igual de bien sin ese peso, de todas formas es lo más justo, la mayor parte de estas monedas las portaban unos soldados que seguramente robaran en vuestros pueblos.- Aquello era algo que por mucho que tratara de entender no lograba comprender, porqué los humanos eran capaces de lanzarse unos contra otros con semejante codicia incluso hermanos contra hermanos.

En ese momento recordó algo, o mejor dicho alguien importante, tan extenuados como estaban no había caido en la cuenta de la presencia de Jureb y sus hombres. - Hay una habitación cerrada y bloqueada donde se encuentran tres soldados, el sargento se llama Jureb, Jureb Ronoran y merece ser tratado con respeto, no es mala persona y quizás consigáis que abra los ojos y descubra lo que está sucediendo, hay muchas cosas que no comprende pero siente que algo está ocurriendo.- Había prometido al joven que hablarían en su favor y así lo estaba haciendo. - Por el momento será mejor que no le digáis nada sobre los soldados que abatimos en el exterior.