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EL CONSEJO DE LOS ENANOS
(Sólo para Kerrin Nariz Partida)

Kerrin permanecía expectante ante las serias miradas de los representantes de La Cónclave con su Rey Jalis Martillo de Hierro presidiendo desde su trono creado naturalmente en lo que denominaban los enanos: La Gran Columna: una gigantesca y milenaria obra de la naturaleza, una estalactita y estalagmita de un tamaño fuera de lo común unidas justo por su punta; y es ahí, en ese centro de unión de dichos pilares naturales donde una base de piedra formaba el trono del Rey de la Montaña. Cuatro formaciones más de las mismas características, pero de un tamaño mucho menor, eran el lugar donde los viejos enanos que formaban la cónclave, incluido Ogden Curadordepiedra, su superior, aposentaban sus traseros. Aquel lugar se conocía como El Bosque de Piedra o Salón del Trono en la Ciudad subterránea de Gruta Sombría, capital del reino enano bajo las Montañas Engañosas.

Hemos recibido la decepcionante noticia por parte de Ogden de tu deseo de abandonarnos. ¿Es eso cierto, Kerrin Nariz Partida? -quien hablaba era Kilroy, capitán general de los ejercitos de los enanos, un héroe de guerra y considerado entre los enanos un mito y una leyenda viva. Con su hacha había dado muerte a muchos enemigos y limpiado las montañas de los incautos que pretendían sitiar Las Engañosas.

- Pues yo... - el enano se quedó callado ante una imputación tan directa - sabeis que no soy bueno con las palabras y lo haceis parecer algo malo, pero no es así -

Kerrin duda un momento y finalmente intenta explicase - No quisiera irme, pero no creo que sea la voluntad de Moradín que estemos tan alejados del resto de las razas. No son tan malos, saben. Algunos, incluso, serían buenos enanos - comenta viendose venir la habitual reacción del resto de sus hermanos de raza

La cara del Rey de La Montaña se contrarió al oir las últimas palabras de Kerrin. Ogden, su superior, sabedor de la reacción que tendría su igual Kilroy, se adelantó en sus palabras -Kerrin, hijo mío, nos has servido bien durante todos estos años...y qué decir en los duros años de la guerra; tus habilidades curativas fueron indispensables a los nuestros que tras recibir la imposición de tus manos, regresaban a las primeras lineas de batalla como nuevos guerreros. También ayudaste y fuiste necesario fuera de nuestras ciudades, donde, al parecer, tomaste excesivo afecto para con las otras razas. Esto te ha llevado a defender posturas y teorias un tanto...imprudentes. Durante miles de años nos hemos mantenido alejados del resto y sólo en caso de última necesidad, hemos arrimado posiciones junto al hombre y a los elfos. Sólo cuando nuestros intereses confluían contra la lucha de la Oscuridad. Y Así nos hemos mantenido firmes y durante todo ese tiempo, los clanes enanos hemos sobrevivido. Tu postura tan liberal, nos preocupa. Nos preocupa y más en estos tiempos, donde el hombre nos condena y nos llama traidores y los elfos dan la espalda, como siempre, a los problemas. -Estaba claro que Ogden dominaba el arte del sermón -Tu decisión de abandonar las Engañosas nos desconcierta e ibamos a tomar la decisión de prohibir tu viaje, pero recientemente hemos recibido noticias del exterior; noticias realmente preocupantes que no podemos dejar pasar de lado. Un mensaje de un grupo humano de insurgentes revolucionarios llamado La Serpiente Plateada, cuyo lider es Fawoce Movali, al que llaman comunmente El Capitán, ha llegado hasta nuestras manos. En él piden la presencia representativa de todas las razas libres, incluídas las tribus élficas. Según especifica la carta, un terrible mal está apunto de suceder en Ankay. Una sombra que afecta a todos. Nos instan a acudir a un concilio que tendrá lugar en una aldea llamada Al Borde del Túmulo cerca del paraje desértico del Cuenco de Polvo. -Tomó un poco de aire y se levanto de su sitio para señalarte con el dedo -Te encomendamos esta misión. Por el honor del Rey Jalis Martillo de Hierro eres el responsable de acudir a dicho concilio en nombre de la raza enana de las Montañas Engañosas. Más que castigarte ¡El Rey te concede el privilegio de llevar el honor de la raza enana contigo al resto del mundo! Cumplirás con el cometido que se te encomiende, dejando por todo lo alto el buen nombre de tu Rey. Tienes la oportunidad de enmendarte y de regresar a tu hogar bajo la montaña como un héroe. No deberás viajar solo...sólo uno de nosotros queda vivo desde la guerra para contar que ha viajado tan lejos: Úgrum Ojodebúho, a quien creo que ya conoces, te acompañará en esta campaña. Hablad con él y partid cuanto antes. ¿Tenéis algo que decir?

- El capitan... - una sonrisa se dibuja en el rostro de Kerrin al recordar al humano - ese es uno de lo casos que... - finalmente se calla, al darse cuenta que ya ha tenido demasiada suerte y que lo mejor es no añadir nada

Mirando con seriedad al rey inclina un momento la cabeza y exclama - Por Moradín que estareis orgullosos de mi... de nosotros - se corrige al ver al explorador en la sala. Lo recuerda. Es un buen ejemplar enano. Muchos hubieran descansado después de la curación de urgencia que tuvo que hacerle, pero él con las vendas aún sangrantes volvió al combate antes de que nadie pudiera controlarlo. Lo que significó, más adelante, más curaciones.

- Un placer compartir misión con un enano tan bravo - saludó a Ugrum - Sólo espero que no necesite curaros tantas veces como la última vez, jaja. En realidad, espero que no necesite curaros. Ese "cuenco del polvo debe ser un lugar lejano y sin que me marqueis el camino no podríamos llegar -

Úgrum, que había estado presente en silencio desde un rincón algo más alejado, dió unos pasos y se acercó a su viejo camarada Kerrin Nariz Partida. En todos estos años, Ojodebúho anhelaba regresar por las tierras expuestas al sol, por sus parajes y lugares recónditos. Su vena de explorador estaba más que hinchada y no podía más, así que la propuesta de acompañar a Kerrín a aquel lugar sonaba para él como música celestial.

Úgrum se adelanta unos pasos y al quedar al lado de Kerrin mira a Ogden y le hace una reverencia, dirigida a todos los superiores en general.

Es un honor haber sido selecto por vosotros para esta misión, la cuál llevaré a cabo con orgullo. Defenderé a este noble clérigo con mi vida, Señor. No debéis preocuparos.-luego, con una sonrisa gira la cabeza y le hace una leve reverencia al clérigo al que le debía la vida.

Úgrum se sentía feliz de formar parte de esta importante misión, y más aún teniendo como deber proteger a Kerrin Nariz Partida. Claro que el clérigo podía protegerse solo, pero nunca venia mal tener a alguien detrás.

No os preocupeis, ya no soy el de aquella vez. He mejorado en el combate, como comprobaréis en el futuro. Me he estado preparando para el día en el que tenga que partir hacia tierras lejanas y exponerme al peligro.-le decía al enano, con la sonrisa aún dibujada en el rostro. Estaba claro que el explorador trataba a Kerrin con mucho respeto.

- No lo dudo, amigo, no lo dudo - el tono del clerigo es amable - Tu ocupate de que lleguemos a ese lugar y Moradín velará por nosotros -

Tras mirar nuevamente a sus superiores aclara - No os fallaremos, Nuestra raza, y nuestro rey, estarán dignamente representadas. Cumpliremos! - afirma seguro - Nadie dirá que los enanos nos hechamos atrás en nuestro deber! Moradín no lo permitiría -

Entonces, preparaos y partid cuanto antes. Poco podreis llevaros para el viaje pues nuestros recursos escasean por momentos. Al pie de la montaña hay un asentamiento nómada que necesitan metales para las puntas de sus flechas. Tomad lo necesario y hablad con ellos. Es posible que os proporcionen algo de comida para el viaje. El asentamiento está junto Fuente Fría abajo de Risco Rajado.

El templo esta abierto para vuestras oraciones antes de vuestra partida. Id y orad a Moradin para que os de su fuerza. Kerrín, Úgrum...la necesitareis. Es un viaje largo y peligroso. Viajad de noche, evitad las ciudades y las carreteras principales. No os fieis de los humanos... el hambre puede ser un enemigo feroz. Sed prudentes y cautos. Volved como héroes o encima de vuestro escudo, pero no traigais la vergüenza hasta el Rey.

- Nunca - El clerigo asintió a sus superiores con solo esa palabra y un seco movimiento de cabeza y luego habló con su compañero - Ya lo habeis escuchado, saquemos algo de metal del depósito y empecemos nuestra marcha, vos sois el experto en moverse por el exterior, contad con mi obediencia durante el viaje -

- Yo ya estuve en el templo antes de venir a la reunión - aclaró - Y el "Señor de los Martillos" ya sabe de mi partida. No creo que demorarla sea necesario -

Bien. Entonces no hay problema, partamos cuanto antes. Te sigo hasta el depósito.

Luego se gira hacia los superiores, y hace otra vez una reverencia.

Con vuestro permiso, mis Señores.

Dicho esto se retira rumbo a los depósitos, mientras habla con Kerrin.
¿Saldremos hoy? ¿ahora, después de ir a los depósito?-podía notarse cierta emoción en el enano. Bien, bien, genial. Es la primera vez en mi vida, sin contar aquella maldita guerra, que me voy tan lejos de mi hogar.

El pie de Úgrum se posó en lo alto de una roca. Desde esa posición podían contemplar un pequeño claro entre los riscos bañado por un manantial de agua proveniente de los glaciares que cortaba la montaña y caía en cascada por la pared de piedra. El lugar era conocido como Fuente Fría por la baja temperatura del cristalino líquido. Beber de su corriente provocaba un dolor intenso en la garganta y solo pequeños sorbos permitían calmar la sed. Una verde alfombra de musgo daba confort al lugar y muchos viajeros ya conocían el término para reposar y descansar. Los dos enanos habían descendido por la montaña cruzando el Pico Pardo por la vertiente sur y dejando a un lado las peligrosas Carrasperas o Desfiladeros de la Muerte. En menos de 4 horas llegaban a Fuente Fría. Desde esa posición algo elevada aún, pudieron distinguir las tiendas hechas de piel de cabra de los nómadas. Una tribu pequeña formada por hombres salvajes de carácter pacífico y de no más de 15 miembros entre hombres, mujeres y niños. El pie de Ugrum en la roca hizo que se desprendiera algo de gravilla; el sonido de las piedrecillas al caer dio paso al inconfundible llanto de una mujer. Sus lamentos eran de completa desesperación. Desde esa posición no podían acertar a verla, pero seguramente se encontraría en alguna de las tiendas.

El clerigo intentó mantenerse en segundo plano, después de todo el que sabía de viajes era su compañero, pero el llanto lo obligó a reaccionar - Que le pasará? - le preguntó a Ugrum - Deberíamos averiguarlo, quizás Moradín pueda ayudar -

Esperando que el explorador tomara la iniciativa, el clerigo miró con cuidado el lugar, tratando de detectar con quien debería hablar para averiguar que pasaba en el interior de la tienda.

Los dos enanos se acercaron a las tiendas para interesarse por los lamentos de la mujer. Justo cuando cruzaban por delante de una de las primeras, un anciano con una larga barba asoma por la puerta, vestía una túnica azulada muy diferente a las primitivas vestimentas de los humanos de la tribu nómada que decoran su cuerpo con tatuajes y plumas de aves. El anciano, sorprendido ante la presencia de los dos enanos, se echa la mano al pecho y rápidamente se vuelve a introducir en la tienda perdiendose de vista. De la que salen los gritos sale un hombre con rostro de preocupación y nerviosismo. Al ver a los enanos, duda en un comienzo y aprieta el mango de su cuchillo con la mano, pero al darse cuenta de que nada tenían que ver con lo que hubiera sucedido, se relajó y se acercó a los dos enanos.

-Vosotros ¿qué querer? ¿necesitar algo Enanos amigos? Su común era extraño de oir pues su idioma principal era un dialecto de una lengua extraña y desconocida, tan antigua como el mismo mundo.

Úgrum levanta las manos desarmado cuando ve que el nómada posa su mano en el cuchillo, y luego las baja despacio cuando ve que se tranquiliza.
Ehh..-mira a Kerrin, y luego al hombre otra vez-Estamos en una importante misión. Nos dirigimos a un concilio en... bueno, no importa eso.

Vamos al grano...

Estamos aqui para hacer un trueque.-al decir esta última palabra hace un gesto con las manos simulando que intercambiaba cosas con el humano.

Hemos escuchado que necesitáis metal para las flechas, ¿verdad?-el enano hablaba lentamente y haciendo movimientos extraños con las manos para darse a entender.
Se ven tensos.. Algo debe de haberles ocurrido. Mejor dejo el intercambio para más tarde.
Espera... ¿Qué fueron esos llantos? ¿ocurrió algo grave?