Partida Rol por web

El Lanza de Russ. Así se llamaba el drakkar en el que los jovenes Puños de Trueno miraban a la muerte cara a cara. Sus ojos, entrecerrados para mitigar el efecto del viento huracanado llorarían si no fuese un acto cobarde. Habían luchado no demasiado tiempo atrás para ganarse aquel derecho, acabando ellos siete con una pequeña manada de lobos demoníacos, pues no cabía otro nombre para aquellas bestias. Seis de aquellos animales habían irrumpido en algunas chozas alejadas de la aldea, y se habían cebado con los niños más pequeños y los ancianos más desvalidos. Extraño comportamiento. Y así, los siete jovenes aspirantes a Hombres, habían sido llamados para perseguir y dar caza a aquellas bestias malditas. Björn, Gunnar, Haakon, Marnus, Ulf, Grimm e incluso Sigmund, que había abandonado su hermetismo en pos de la redención, habían seguido los rastros durante casi una semana, y al fin, en una garganta rocosa y angosta habían dado muerte a las seis criaturas, no sin esfuerzo. El retorno al pueblo había sido gozoso, con los animales desollados colgando de un tronco joven. Los guerreros habían vitoreado, los ancianos alabado al Padre de Todo, y las muchachas revoloteaban en torno a los bravos cazadores. En torno a algunos, claro. Luego por la noche habían festejado, cantado junto a Grimm, bebido, e incluso Sigmund parecía que formase parte del pueblo. Fue allí donde se decidió que los jovenes acompañarían al patrón del Lanza de Russ a Asaheim, como prueba última de su iniciación. Y fue allí donde lo vieron por primera vez. Al Guerrero del Cielo. Un anciano sarmentoso que era el artífice de aquel peligroso viaje, pues era él quien había tratado con el patrón un jugoso negocio de intercambio de preciados lingotes de hierro. Era un gigante, por lo menos, con sus 2,20 metros de altura, con aquella armadura de metal suya tan intrincada y con aquellos ojos que traslucían cantidades ingentes de sabiduría y furia al mismo tiempo. No había hablado con nadie salvo con el patrón y con Imogrim, el skald, pero no había parado de observar a los jovenes cazadores. Ni ellos de observarlo a él, con una mezcla de miedo y curiosidad, propia de la juventud, aun Sigmund. Al dia siguiente, partirían al mar...

Y ahora, en medio de la furia de la tormenta, sus corazones se encogían viendo pronta la peor de las muertes, a merced del todopoderoso oceano sin posibilidad alguna de vender cara su piel. Björn revivía con congoja momentos similares, Gunnar trataba en vano de infundir animo con su jocoso talante, y Sigmund se sumía de nuevo en su instrospección, a sabiendas de que su destino estaba muy próximo. Los demás, alternaban su mirada entre el anciano Guerrero y el mar embravecido. El drakkar hacía honor a su nombre, y hendía las olas como una lanza arrojada por un dios, pero la voz atronadora de la tormenta y el furioso rebramar del oceano anunciaban que aquello no había de durar. Todos se aferraban a cabos, remos y a la borda, temerosos del amargo y fatídico final... todos menos Ranek, el anciano Guerrero, que desafiaba toda logica manteniendo el equilibrio sin esfuerzo a la popa de la nave, los brazos cruzados y aquellas pieles suyas que portaba ondeando a merced del viento cruel...

Gunnar se aferró con una mano pequeña pero fuerte como una montaña a la borda del drakkar, y con la otra asió un cabo suelto de la raída vela, en un vano intento de mitigar la fuerza del endemoniado mar de Fenris. No caería allí si de ello pudiese elegir. Pero el endemoniado mar parecía tener otros planes. Una nueva ola gigantesca pareció intentar engullir la embarcación. Pero por algún místico designio, la embarcación empaló y cortó la cresta de la ola haciendo honor a su nombre: Lanza de Russ. Esa exigua tregua le bastó para fijarse en el resto de los tripulantes y compañeros de la embarcación; todos resistían como buenamente podían.

En medio de la terrible tormenta, las palabras de su padre llegaron a él silenciando el estruendo de la tormenta: Nunca olvides esto. Un día ellos te necesitarán, ...., al siguiente tú les necesitarás a ellos.

Aquel día era hoy. Tenían que hacer algo sino querían que el mar los engullese a todos para trasladarlos al olvido, el deshonor y el tormento de sus aguas.

- No ha llegado la hora de morir en este charco. - Gritó con todas sus fuerzas - Coged el otro cabo de la vela! Tenemos que llegar a nuestro destino!

Gunnar sólo esperaba que la fuerza de sus palabras llegasen, por encima de la estruendosa tormenta, a los oídos de sus compañeros ....

Sigmund jalaba los cabos con determinación y coraje. Su destino no era perecer sin gloria en las aguas de Fenris, aunque al parecer éstas estaban empeñadas en ello. Desde que había vuelto a convivir con los Puños de Trueno no había dejado de pensar en cómo vindicar su nombre, sabía que tarde o temprano la cruel vida en Fenris le daría una oportunidad.

Y así sucedió, junto a otros jóvenes del clan se enfrentó a una manada de lobos que atemorizaba a un poblado...no era la gran gesta que esperaba pero era un comienzo. Empezó a sentirse parte de algo, aunque mantenía aún una postura taciturna y lacónica, empezaba a comprender que aquellos jóvenes podrían convertirse en el vehículo que necesitaba para cumplir su anhelo.

Su encuentro con el dios fue la señal de que ellos se le habían manifestado. De hecho, el dios no apartaba la vista de él y Sigmund le devolvía la mirada con devoción extrema...quien sabe, quizá fue aquel dios el que le envío aquel mensaje en aquella noche estrellada...

El grito de Gunnar sacó al joven de sus ensoñaciones y raudo fue a sujetar aquel cabo suelto...

... y he aquí que los siete guerreros hijos del clan Puños de Trueno se debatían entre la vida y la muerte, luchando con bravura contra el más temible de los monstruos marinos, el propio océano, que furioso golpeaba la embarcación mientras Gunnar el pequeño titán desafiaba a la bestia intentando dominar el bajel junto a Sigmund el maldito. Oh, que cruel debería ser el destino si el océano acaba con esta pequeña estirpe de jóvenes guerreros, pero el dominio en la navegación es tema arraigado a la tradición de los Puños de Hierro y los siete lucharán para regresar como héroes que son y demostrarán al guerrero del cielo que ellos también están tocados por la mirada de nuestro señor Russ...

Grimm era incapaz de estar callado cuando la cosa estaba tensa y nada podía hacer excepto contar una historia o relatar lo que ocurría en el momento. Se sujetaba a un cabo con fuerza y observaba al guerrero enfundado en metal y a sus compañeros de clan. Él jamás fue muy diestro en la navegación al revés que el resto de los miembros de su clan, pero claro, para que ser buen navegante si todo el mundo lo es, Grimm prefería ser diestro en los saberes y las historias.

Las olas golpeaban el Drakkar y empapaban a todos los tripulantes, estos eran los únicos momentos en los que el joven pelirrojo callaba.

Russ bendito!! Esto si que es una tempestad!!

Piensa Björn, mientras corre para ayudar a sus  congéneres...A su memoria acuden retazos de lo ocurrido cuando era apenas un chaval. Si en aquel entonces Russ decidió que no debía morir ahogado, no lo haría ahora. Pero saber eso, no hacía que tuviese menos miedo... Pero el hombre que se sobreponía a su miedo era un hombre que estaría al final junto a sus hermanos en los salones de Russ.

Señor y Padre de todas las cosas,a ti encomiendo mi alma inmortal en este día aciago. Tu que todo lo ves, mira como luchamos en esta tu tierra , en este tu océano, para no caer en el olvido. Danos tu bendición y no nos dejes caer en las frías aguas de la desesperación...

Repite la letanía para llamar la atención de todos los héroes, de Russ y del Padre de Todas las Cosas. Y para darse ánimos a si mismo y a sus compañeros...

- ¡¡Maldito infierno!!- rezongaba entre dientes mientras la embarcación jalonaba una nueva ola monstruosa, y una lluvia de gotas de agua salada y fría como un témpano, caía sobre la cubierta. El joven cazador odiaba de forma inusitada la mar, pero eso no quería decir que fuera torpe en la navegación, nada más lejos de la realidad. Marnus, al igual que todos los Puños de Hierro, llevaba la furia de los océanos en lo más profundo de su ser... Y así lo demostraba cuando combatía... Era una tormenta incontrolada con un único objetivo... Destruir aquello que se opusiera a él.

El muchacho de melena color miel, perdió como muchos otros, a su padre y hermano mayor en una tormenta marina. Las aguas salvajes de Fenris engulleron el Valkyria, uno de los Drakkar de Guerra más gloriosos de los Puños de Hierro.

- ¿Por qué los dioses tuvieron un desenlace tan deshonroso para unos guerreros de leyenda? ¿Por qué lo quisieron así?...

Marnus se resistía a vivir en paz. Era como un depredador, siempre al acecho de su presa. Ya tendría tiempo para descansar cuando su cuerpo fuera incinerado o pasto de los peces...

- ¡¡Maldito infierno!!- volvió a musitar con un tono imposible de oír a causa del aullante viento que sacudía la noche. Gunnar bramó, mientras el barco volvía a estremecerse, ancorándose tanto que casi vuelca ante la mar embravecida. Pero aquella noche no podrían con ellos. Marnus lo sabía y así lo hizo saber...

- AAAUUUUUUUUUUH...- Aulló como un lobo, mientras el agua caía como si el mismísimo Russ estuviera derramando el licor de su cuerno. En ese momento, vio como el hijo de Thorbald y Sigmund el repudiado, aferraban con la fuerza de un troll un par de cabos sueltos. De repente, un sonoro estruendo estalló tras un chispazo que iluminó la noche como si el sol apuntara en lo más alto del firmamento... La tela de la vela se había rasgado. Aquello podía ser el final del camino, pues si la vela seguía zarandeando, podía rasgarse completamente y perderse presa de la ira del viento, entre las montañosas olas.

- ¡¡HAY QUE RECOGER LA VELA!!- Gritó el joven cazador y comenzó a trepar por el mastil. Aquello podía costarle la vida, pero no conocía el miedo. Ascendería bajo la impasible mirada de Rannek, Hombre de Hierro. Eso formaba parte de su destino...

Viendo como Marnus se lanza solo hacia el final de su propia vida, Björn  decide que es mejor que lo ayude a él...

Gunnar!!! Voy con el loco de Marnus!! Aún se ahogará el muy bruto!!!!

Suelta el cabo y se lanza en ayuda del temerario compañero. No se da cuenta que en su cara la mueca de miedo se ha cambiado por una sonrisa. La emoción de hacer lo que pueda hacer para salir adelante. Enfoca su mente y su cuerpo responde. La fuerza y la agilidad están ahí en el momento adecuado.

Se acerca al cazador y ambos comienzan a recoger la vela. No tienen mucho tiempo, eso lo sabe. Pero le da igual. Siente que hoy  Russ está con ellos. Esto no es más que otra de las muchas pruebas que les pondrá en el camino...

Cualquiera diría que el rostro de Haakon Hijo de Oso era el de un loco en aquel momento. El Drakkar navegaba enfrentándose al duro oleaje mientras que los siete puños de trueno trabajaban duro por mantener la "Lanza de Russ" a flote hasta su destino. Pero Haakon sonreía, sonreía de satisfacción por verse implicado en aquella difícil travesía, una de las tantas situaciones con las que había soñado. Ahora habían llegado los días en los que junto a sus compañeros podría demostrar su valía o perecer en el intento. Tal vez la caza de los lobos no guardaba un gran reto para aquel grupo, pero indudablemente mantener aquel barco a flote sí lo estaba siendo dadas las inclemencias del clima. Además estaba en la mejor compañía posible, respetaba a todos y cada uno de los otros jóvenes que le acompañaban.

De súbito gritó - ¡¡Ninguna ola tumbará este navío y nuestra férrea voluntad de llegar a nuestro destino!! ¡Grrrrrrr! - dijo el barbudo fenrisiano con su voz de tono grave y su habitual gruñido, tan similar a un oso, mientras reforzaba uno a uno los cabos que tenía a su alcance.

"Pánico............Una sensación que no recordaba desde aquella noche con los lobos."

Eso fué lo que Ulf sintió en esos momentos. Enfrentarse a los lobos, era una tarea a la cual podía enfrentarse, algo que solamente dependía de su destreza personal. Pero esto era otro cantar. Jamás había visto una tormenta en alta mar, y esperaba que aquella fuese la última vez que tuviera que enfrentarse a una. Solo veía a sus compañeros correr de un lado a otro, pero sus piernas no le respondían. Quería hacer algo. Ayudar. Pero su cuerpo no estaba por la labor.

En ese instante, un ruido atronador, le saco de  su ensimismamiento. Una vela se había rasgado, y amenazaba con llevarse todo al traste. A lo lejos, alguien gritaba:

- No ha llegado la hora de morir en este charco. Coged el otro cabo de la vela! Tenemos que llegar a nuestro destino!

- ¡¡HAY QUE RECOGER LA VELA!! - Gritaba otro.

Finalmente, la vergüenza por su comportamiento, fue mayor que el pánico que sufría, y corriendo hasta la otra parte del drakkar, cogió con fuerza las cuerdas ondulantes que colgaban de la rota vela, intentando que el ascenso de Marnus al mástil fuese lo menos arriesgado posible............

Un fuerte golpe de aire, le arrastro por la cubierta del drakkar, haciéndole perder el equilibrio y estrellándole contra la cubierta del barco. Temeroso de que las cuerdas se soltasen de sus manos, las asió aun con mas fuerza, quedado estas  en carne viva. No permitiría que su acto de cobardía le arrebatara a uno de sus compañeros. Y menos aún, que se le tratara de cobarde, así que, a riesgo de su propia vida, no dejaría esas cuerdas mientras no estuviesen a salvo.

-AYUDAD A MARNUS!!!!!!!!!!!!!!!!!!.- Fue lo único que pudo decir......................

Los siete jovenes Puños se desenvolvían con soltura frente a las vicisitudes de la tormenta. Su arrojo y determinación arrancaron una ligera sonrisa en el Guerrero del Cielo, que desde su posición a popa, junto al patrón, que se desgañitaba impartiendo ordenes y aferraba como una tenaza la caña del timón, parecía ajeno a todo aquel caos de a bordo. Marnus y Björn, luego de recoger y asegurar la vela, bajaron con cautela por el mástil, y se aferraron con ganas a algún cabo suelto que culebreara por causa del atronador viento. De súbito, la sonrisa de Ranek se borró. El ánimo de los jovenes zozobró como lo hacía la orgullosa nave. Por la banda de estribor, una ola colosal amenazaba con hacer astillas drakkar, hombres y esperanzas. El rugido que provocaba heló los ya frios corazones, y el patrón calló un instante. Luego, solo puedo vociferar que nadie perdiese asidero ante la hecatombe que se avecinaba. Sin embargo, una especie de milagro jugó en su favor. La ola pareció que se partía en dos, y que el daño no sería tan trágico. Nada más lejos de la verdad. Pues emergiendo de entre las espumas una cabeza se lanzó contra el navio. Una cabeza enorme, monstruosa y atroz. Un relampago iluminó durante un instante la cruda realidad. Un dragón marino enorme, no una cria, sino una bestia en su máximo esplendor abria sus fauces dispuesta a acabar lo que la mar había empezado.

- A los arpones!!! Coged los arpones!! - alzó la voz por encima del estruendo Yorvik, el arponero.

Grimm no dijo ni pio esta vez, no estaban las cosas para retórica, las cosas estaban para actuar, para trazar una solución y para ver como salían de esta.

Agarró un arpón y se dispuso a lanzarlo contra el monstruo, eso si, sin perder perspectiva de la situación y sin dejar de buscar una manera más segura de deshacerse de este entuerto.

AAAAAAAHJAJAAAA VENGA MUCHACHOS, SED DIGNOS DE MIS CANCIONES, VAMOS A DEMOSTRAR QUE SOMOS CAPACES HIJOS DE RUSS

Alentó al grupo, pues aunque no estaban faltos de moral no estaba de más hacer por la bravura colectiva.

Cuando la enorme criatura emergió de entre las gélidas aguas, Marnus pensó que Russ, Sumo Hacedor, los quería junto a él. Había muy pocas posibilidades de que pudieran superar tamaña afrenta. Desde niño había aprendido que las escamas plateadas de los dragones marinos, eran duras como las rocas de la montañas más ancestras, y que quizás, sus armas de acero se doblaran endeblemente como una rama demasiado húmeda y verde... ¡¡Ahora lo comprobaría!!

Corrió por la cubierta, saltando por encima de un tonel de hidromiel que había quedado libre, tras romperse los arpeos que lo mantenían fijado. Aquel enorme barril suelto era tan peligroso como los propios colmillos de la sierpe, pero el arrojo del muchacho de mirada decidida y pelo como la miel era irreprochable. Tenazmente llegó hasta donde se acumulaban varios arpones y asió uno con fuerza. Miró al rostro del monstruoso ser, mientras la lluvia seguía cayendo y el drakkar se ancoraba hacia un lado y otro.

- ¡¡¡AAAAUUUUUUUUUUUH!!!- Aulló nuevamente mientras alzaba el arpón.

Era un cazador. Que mejor forma de morir que cazando a una serpiente cien veces más grande que él...

-Russ misericordioso!! -

Grita el joven Björn. Sale corriendo como una exalación hacia donde se encuentran los arpones... A este dragón marino se podrá enfrentar como poco.... Una carcajada brota de su boca .

-JAJAJAJAJAJA!! Muere maldita béstia!!

Busca la mejor posición para arponear al Dragón y se dirige hacia alli sin demora... Puede que hoy muera, pero por las barbas del mismisimo creador que si puede se llevará un ojo de puto dragón..

Raudo como el relámpago se aproximó al lugar dónde se hallaban los arpones, y con un grácil gesto se agenció uno. Y acto seguido empezó a correr por la cubierta, en dirección a la posición por la que se acercaba a la nave la descomunal sierpe marina, con el arpón sujeto en su mano derecha de tal forma que podía optar por lanzarlo si la sierpe no llegaba a acercarse lo suficiente, o avanzarlo, sujetándolo con la otra mano, para cargar contra el enemigo.

- SE APROXIMA LA CULEBRA!!!! - gritó a pleno pulmón - ATACADLE DESDE DIFERENTES ÁNGULOS PARA SUPERAR SUS DEFENSAS Y ASÍ PODAMOS LLEVARLO A TIERRA FIRME PARA COCINARLO!!!!

Haakon, atento a la orden de la voz que se elevó entre los bramidos de la bestia y la tormenta, se lanzó con gran agilidad junto a sus compañeros a tomar otro de los arpones con el que realizó una rápida filigrana volteandolo en su fuerte mano hasta dejarlo en posición de lanzamiento, dispuesto a agujerear a la bestia de lado a lado.

- ¡¿Cocinarrlo?! - respondió con otro gritó a Gunnar - ¡¡¡Quién aseste el golpe mortal a la culebra podrá comerse la pieza más jugosa!!! ¡¡Grrrrrrrrr!!!! -

Aun sin estar recuperado por el golpe contra la cubierta, Ulf se levantó todo lo rápido que su cuerpo dolorido se lo permitió.

Escuchaba alaridos del resto de tripulantes del drakkar, captando palabras sueltas:

-AAAAAAAHJAJAAAA.............................................CANCIONES...........................................................HIJOS DE RUSS!!!

Oyó como alguien reía a carcajadas, y otro más, lanzaba un aullido digno de un gran lobo, pero lo que le confundió, fué el comentario de otro tripulante:

-........................CULEBRA!!!

-Culebra? - Gritó confuso. -Que culebra?.

-Hijo, estás ciego o qué!!!!!!!!!!. Mira a Proa!!!!!!!!!!!!!!.- Dijo uno de los marineros de mayor edad.

Aturdido, Ulf miró hacia la proa del drakkar. Y entonces lo entendió todo. La gente ya no gritaba por la tormenta. Gritaba por la enorme bestia que había surgido del embravecido mar. 

Una sonrisa de satisfacción surcó su cara. Por fin se enfrentaba a algo desde que zarpó en el barco que dependía de sus habilidades. En ese momento alguien gritó:

-¡¡¡Quién aseste el golpe mortal a la culebra podrá comerse la pieza más jugosa!!! ¡¡Grrrrrrrrr!!!!

Abalanzándose hacia los arpones, cogió el primero que se le puso a tiro, y soltando una carcajada dijo:

-Nunca he probado el gusano de mar, pero por Russ que no dejare escapar esta oportunidad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Y corrió rápidamente a unirse a sus hermanos de armas con una sonrisa en el rostro.

Cuando parecía que empezaban a dominar la embarcación una ola de tamaño gargantuesco amenazó con transportar el drakkar hasta las insondables profundidades de los mares de Fenris. Entonces se abrieron las aguas y apareció la criatura más mortífera del océano, un dragón marino.

Por un instante la tormenta desapareció. Solamente estaban él y el dragón. Los dioses le habían puesto ante la primera oportunidad de convertirse en el héroe que estaba destinado a ser. El tiempo recuperó su proceder y en el barco se desató una actividad frenética. Todos corrieron hacia los arpones para defenderse del ataque.

Sigmund no fue menos, se abalanzó sobre el primer arpón que encontró y empuñandolo inició una carrera que le llevaría a enfrentarse al reptiloide en combate cerrado. La faz de El Viejo mostraba un media sonrisa pues de aquel encuentro sólo le esperaba la gloria.... Moriría con honor ante un rival formidable, qué mejor hazaña podría poner en su lugar en la historia a los Chuelson?

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu

Y la furia se desató....

La ansias de Ulf por atacar al dragón marino aumentaron rápidamente. Sin pararse a pensar, se lanzó hacia él, sin escuchar las voces de sus compañeros que le decían:

- Detente!!!!!!!!!!. No lo hagas!!!!!!!!!!!. Hay que trazar una estrategia para derrotarla!!!!!!!!!!!!!!!

Pero ya era demasiado tarde. Arpón en ristre, corrió hacia la bestia gritando y aullando.

Por desgracia, Ulf jamás se había enfrentado a una bestia como esa, y no sabía que su piel era mas dura que el acero de una espada. Tal vez, solo tal vez, si lo hubiera sabido, es posible que su mente hubiera sopesado la situación, y no se habría abalanzado tan alocadamente sobre aquel Dragón Marino.

Saltando sobre uno de sus flancos, Ulf descargó toda su furia arponeando a aquella bestia. Su cara palideció al ver como su arpón se rompía en mil pedazos al golpearla.

-Por Russ!!!!!!!!.  Es un demonio del abismo!!!!!!!!!!!!!. Es inmune a nuestras armas!!!!!!!!!!

Gunnar observó la carrera decidida de Ulf hacia uno de los flancos de la bestia, y como esta centraba su atención en Ulf. Aprovechando este hecho, modificó su carrera para aproximarse directamente al otro flanco de la bestia y clavarle el arpón que asió firmemente con las dos manos. El primer golpe fue de Ulf, pero su arpón pareció estallar en mil pedazos al golpear la dura piel de la bestia. Quizá fue la superposición de las escamas del monstruo marino al girar el cuello hacia Ulf lo que provocó que no atinase a herir al monstruo. Pero ese mismo hecho se convirtió en una separación de las mismas en el otro lado del cuello; cosa que aprovechó Gunnar para tratar de hincar lo más hondo que pudo su arpón. Sin embargo, a pesar de su carrera, quizá fue la inestabilidad de la nave o quizá la dureza de la piel del monstruo, su arpón no llegó a causar más que un arañazo superficial en la gargantuesca criatura. Gunnar no soltó el arpón, sin embargo retrocedió para no interrumpir el resto de ataques del resto de los Puños, y se dirigió hacia ellos: - CONTINUAD CON ATAQUES ALTERNOS!!!! - Gritó en medio de la furia de la tempestad. Y acto seguido volvió a afianzar el arpón dispuesto para un nuevo ataque ....