Partida Rol por web

Apenas hace un par de minutos desde que vuestra compañera inició la solitaria y peligrosa incursión, pero casi os parece ya una eternidad. Desde la posición en la que os encontrais no sois capaces de advertir cambio alguno en la fortaleza de Xûl-Jarak, lo cual podría ser una buena señal en principio.

Por su parte, la incesante lluvia amortigua cualquier sonido y la espesa bruma os camufla protectoramente de la vigilancia orca, al menos de momento.

¿Regresará T´rijss sana y salva? ¿Lograréis sacar de las entrañas de la ciudadela a los vástagos de las casas nobles de Mélvont?

Observo atentamente si otro de los vigilantes mira en nuestra dirección. Después me haré visible así que ando con ojo. Luego ataco con todas mis fuerzas utilizando el movimiento automático que T´rijss ha interiorizado, mientras canta para sí una oda a la Diosa.

Dáme fuerzas Eilistraee para afrontar la sombra umbría
Dáme luz para hallar el camino en este inframundo
Dáme valor para vencer los obstáculos que me alejan de tu espíritu.

Como un felino a punto de cazar a su presa, T´rijss se aproxima lenta pero segura hacia el vigía. El invisible espadón de la joven elfa se eleva mortalmente sobre el orco durante un instante, el último para la despistada criatura. Tanto la hoja de las sombras como el propio acero sajan el desprevenido cuerpo del arquero, quien cae al suelo sin emitir siquiera chillido alguno. Únicamente un golpe seco parece cortar el ambiente insonorizado gracias a la pesada lluvia que arrecia sobre Xûl-Jarak.

Inmediatamente después de atacar, T´rijss se vuelve visible y se agazapa junto al cadáver bajo la protección que proporcionan las almenas. Aparentemente, los otros guardias no se han percatado todavía de la silenciosa intrusión.

Al asomarse para echar un vistazo, la drow observa en el piso superior un pequeño puente de tablas que cruza sobre la derruida muralla, así como la grúa de madera que ya descubrió anteriormente. El patio en el que descansa la bestia alada parece mucho más grande desde aquí arriba, por cierto. Por su parte, si mira hacia el exterior, allí donde cree situar a sus compañeros, la espadachina se percata aliviada de que es imposible divisarlos desde la muralla.

Examino el cadáver rápidamente, y trato de que la sangre no corra hacia dentro, sino que caiga por la muralla. Luego me dirijo a la grúa de madera y trato de inutilizarla, aflojando el mecanismo, de modo que al cargar algo en ella se rompa la cuerda. A continuación desciendo por las escaleras con mucha precaución, y me dirijo a la salida de la muralla. Lanzo una cuerda hacia abajo para favorecer el ascenso.

Me fijo atentamente en el orco que está al otro lado de la pasarela de madera, porque es el más próximo al espacio de ascenso. Podría ver a mis compañeros? Si es así habrá que encargarse de él. Durante este proceso mantengo la espada envainada (y maldigo mentalmente no haber traído una daga, no me explico cómo se me pudo pasar!!)

Ya hace un rato que T´rijss salió, empiezo a preocuparme por ellacomenta Beren a sus compañeros nervioso ante la tardanza de su compañera.

Demosle tiempo, creo que no nos fallará- Intenta tranquilizar Bauglir al explorador- no hemos oído nada que nos haga pensar que la han descubierto.

Cuando termina la silenciosa conversación bajo las brumas, los tres aventureros se percatan de un pequeño cambio en las murallas de la fortaleza. La variación consiste en la súbita desaparición del vigía que se encontraba en la posición más occidental.

¿Habrá logrado T´rijss su objetivo? ¿O simplemente llega el turno de un nuevo guardia?

La tensa espera comienza a hacer mella en los valientes héroes que ahora discuten si aguardar un poco más o partir ya mismo hacia la ciudadela.

Entre las ropas del orco, T´rijss encuentra una pequeña bolsita de monedas. La joven espadachina decide luego aproximarse en silencio a la grúa de madera para sabotearla y, gracias a su enorme destreza y curtida experiencia, se le van en ello unos escasos segundos.

Finalmente, una vez concluida la peligrosa incursión, la drow desciende por las oscuras y húmedas escaleras para regresar junto a sus compañeros.

T´rijss regresa al punto de origen y luego realiza una chapuza con la cuerda. Los nervios la traicionan...

El grupo de aventureros esperaba con ansiedad algún signo o señal cuando, de pronto, escucha un sonido proveniente de la ladera que sube a la fortaleza. Los tres compañeros se percatan con gran sopresa de que T´rijss ha regresado. Completamente sana y salva, la elfa había pasado desapercibida gracias a las condiciones atmosféricas y, sobretodo, a su enorme capacidad de sigilo.

Desde lo alto y exponiéndose a la detección por parte de los vigías de Xûl-Jarak, la espadachina tienta a la suerte para ayudar a sus compañeros, al tenderles una soga por la que trepar hasta su posición junto a las ruinas de la muralla.

Beren al percatarse del regreso de su compañera suspira aliviado y se dispone a trepar por la cuerda que les tiende.
Nada más iniciar el ascenso resvala y vuelve a la posición inicial aparente mente sin heridas de consideración, espera.

Wuzuk, ya más tranquilo al ver que la elfa está de regreso sana y salva, sube fácilmente por la cuerda que le tiende. ¿Qué tal todo? ¿Pudiste ver algo?

La inexperiencia de Bauglir en estos temas se hace mas que evidente, en el primer momento que pisa el resbaladizo barro cae de bruces al suelo y queda cubierto de una espesa masa marrón.- Malditos mocosos cuando los salvemos pienso matarlos con mi propias manos,.- refunfuña el mago mientras intenta quitar parte del barro que ha quedado pegado a vestimenta- esta es la parte que menos me gusta de la historia.- añade después

Tanto Beren como Bauglir parecen tener problemas en subir por la resbaladiza ladera. Sin embargo, gracias a sus cuatro brazos, Wuzuk apenas tarda unos segundos en llegar arriba.

El tiempo corre en contra de los héroes de Mélvont. ¿Lograrán entrar en la oscura fortaleza de Xûl-Jarak sin ser detectados?

En viendo el desastre, me escondo por los alrededores no sea que aparezca alguien, para así sorprenderle.