Partida Rol por web

Lea abrió nerviosa la puerta. Ni siquiera el arma que llevaba tras ella la dejaba del todo tranquila. Solo entornó un poco la puerta, pero no vio a nadie. Se arriesgó a abrir un poco más y el pasillo de distribución se abrió ante ella. Un largo distribuidor enmoquetado y con paredes de piedra pulida. Pero no había nadie y el pasillo no permitía rincones o recovecos donde se podría haber escondido nadie. Lea volvió a mirar y tras cerciorarse de que no había nadie, cerró la puerta y se volvió hacia su piso. Solo que lo que tenia ante ella no era su piso.

Cuando se dio la vuelta, frente a ella se extendía un oscuro pasillo gris, iluminado por fluorescentes que apenas podían mantener las sombras a raya. Había un olor a humedad y moho y el silencio reinaba en el lugar. El pasillo se extendía hasta internarse en la oscuridad.

Al girarse, comprobó que el pasillo se extendía igualmente sin verse el final del mismo.

El sueño resultó reparador en diversos sentidos.

Había añorado a su mujer y a sus hijas y su compañía le había ayudado a poner las cosas en perspectiva. Y luego estaba aquella figura... Esa esfinge sin rostro cuya mirada evocaba el cosmos. Una mirada turbadora e insondable que él había aprendido a admirar desde niño en sus sueños. Bastó tocar su superficie suave y cálida para sentirse de nuevo en casa. ¿Realmente se sentía mejor al tocarla? Jamal no lo sabía. Se decía a sí mismo que era un hombre de ciencia, ajeno a toda superstición. Y sin embargo, él mismo tenía conocimiento de que había fenómenos inexplicables a su alrededor.

Como Matthias Harris.

Aquel día presentía que él y su paciente harían historia. Una historia que quedaría únicamente en el recuerdo de su buen amigo, el Dr. Wheeler, invitado en calidad de testigo y ayudante; y del propio Jamal. Harris sería la estrella invitada, claro. Pero el doctor albergaba la esperanza de convertirle en algo más: un portal hacia Omega.

Omega.

Visualizó el rostro vacío de la esfinge una vez más en su mente y la pregunta de Arthur le sacó de su ensimismamiento.

- Bueno, ¿Cómo lo vamos a hacer? –

Jamal dio una sonora palmada a Arthur y sonrió como si de un experimento universitario se tratase. Su entusiasmo era, desde luego, comparable.

-Mi querido amigo, estamos a punto de cruzar a un terreno desconocido. Ante ti tienes a un individuo extraordinario-. Jamal extendió una mano hasta Harris, una forma elegante de hacerle partícipe de su importancia en el evento. -Y respecto a tu pregunta, vamos a recurrir a la sugestión hipnótica. 

El doctor J. se acercó a Harris. La sonrisa en el rostro de ébano era ligeramente más afilada de lo normal.

-Bien, Harris. Quiero que sepa que vamos a monitorizar sus constantes vitales en todo momento. El doctor Wheeler es un buen amigo y estará con nosotros durante el experimento. Vamos a adentrarnos en su subconsciente. Vamos a sumergirnos en lo más profundo de su mente-. Entonces la mirada de Jamal, rasgada y penetrante, pareció clavarse en Harris de un modo extraño. -Relájese. Lo que ocurra aquí, queda entre nosotros. No se va a publicar ningún estudio al respecto. Le doy mi palabra al respecto.

Jamal tomó asiento frente a Harris tras una mesa metálica. Las luces de la habitación bajaron su intensidad, centrándose únicamente en el doctor y su paciente.

-Quiero que cierre los ojos y respire profundamente. Quiero que recuerde, Harris. Recuerde. ¿Cuándo fue la primera vez que escuchó la Voz?

-Punto uno, nos han traído, no hemos venido. Punto dos, si eres un adolescente subido hasta arriba de drogas e influencias de la naranja mecánica y comics de terror y gore, vete a jugar con los de tu calaña.- ¿Qué coño estaba pasando? Podía incluso entender que Raiz la vendiera para unos "juegos salvajes" pero el cura tenía menos posibilidades de supervivencia aquí que soltado en la tundra en pelota picada.- ¿Qué relación tienes con Raíz? ¿Quién eres?

No le importaban mucho las reglas del juego. En su fuero interno comenzó a rezarle a Bastet para alcanzar ese poder con el que se había visto imbuida. Los conejos eran presas, no depredadores. Si se acercaba, iba a experimentar una sorpresa bastante desagradable. 

Definitivamente estaba sorprendido. No esperaba aquello. A decir verdad, no tenía claro si estaba más sorprendido o más asustado. Bueno, realmente si lo sabía, estaba terriblemente asustado y de no ser por la seguridad que aquella mujer felina demostraba, se hubiera cagado por la pata baja. 

No se movió de donde se encontraba. Estaba paralizado por el miedo. No tenía ni idea de que quieras aquel conejo de ellos, pero por como hablaba, no parecía nada bueno. Pensó en decir algo, pero Samantha, mucho más determinada que él, se le adelantó. Empezaba a gustarle aquella mujer y no solo como objeto de sus fantasías, sino como persona y como líder.

Graham aguardó la repuesta del conejo. Si sobrevivía a aquello, tendría una muy buena historia que contar, aunque por desgracia, veía muy pocas posibilidades de salir airoso de aquella. Sólo apoyarse en la mujer felina podía sacarle de ahí y eso pensaba hacer.

Por ello, finalmente se acercó a Samantha y se colocó justo detrás de ella. No llegó a tocarle, pero si que sintió el calor que desprendía su cuerpo y eso, de alguna manera, le reconfortó y de nuevo le hizo soñar con prácticas que nunca tendrían lugar a tenor de las palabras previas de Samantha a la llegada del conejo.

- ¿Por qué un conejo? - Dijo en voz baja, siendo totalmente audible para su acompañante de celda, aunque el pater no hablaba ni con ella, no con el propio conejo. - ¿Es una alegoría de mis propios pecados? ¡Eres muy retorcido! Pero al fin y al cabo te amo. - Le dijo a Dios. - Y te odio a partes iguales. - Añadió.

La localización GPS, fue lo primero que pensó Lea. Ya estaba acostumbrándose a que su profesión y la pertenencia a Raíz no acababan de llevarse bien, pero aún así activó la localización en su reloj inteligente y esperó a ver qué datos ofrecía. Mientras el aparato se ponía en marcha, Lea, con el corazón a mil, se giró varias veces a un lado y otro de ese pasillo al que había llegado sin saber cómo. Intentaba descubrir si había alguna diferencia entre los dos caminos. También se acercó ligeramente a la pared y al suelo. Quizás el material del que estaban hechos le diera alguna pista. Humedad, moho... ¿Otra maldita cueva?

Antes de elegir un camino, la joven volvió a echar un vistazo a su reloj: Y bien, tecnología, tú me has hecho rica. ¿Me sirves de algo ahora?

No era la primera vez, ni previsiblemente sería la última... estaba acostumbrado a psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas, y hasta a los tele-adivinos que proliferaban por los canales de madrugada. Muchas veces, desde niño, habían estudiado su caso, con las habituales conclusiones generalistas que, sin decir mucho, tampoco decían nada; asociaban lo que le sucedía a algún transtorno, sin pensar, ni por un momento, que aquello era real, y le venía de fuera... de muy fuera... de más allá de las fronteras que podían comprender.

De modo que, como en otras ocasiones, estaba tranquilo, con la mente en paz y abierta; obediente, se situó como se le indicó; la iluminación, como otras tantas veces, era agradable; ni mucha ni poca,... la justa.

Entonces, empezaron las preguntas; no hubo parafernalia en forma de reloj de cadena balanceándose ante sus narices ni nada por el estilo... bien, era de esperar, conocía esos rituales teatrales, por experiencia propia, y prefería las sesiones más relajadas. Lo de tener sus constantes controlada, también lo conocía de otras ocasiones... nunca tienes claro exactamente lo que va a suceder, aunque en las otras ocasiones en que se vió en una similar, no había pasado nada interesante.

Respiró profundamente, con los ojos cerrados y en máxima relajación, casi al límite de lo que le llevaría a echarse la siesta, pero atento a responder a las preguntas...

-La primera vez que la oí... no recuerdo el momento exacto; es como si llevase conmigo toda la vida... De niño... ya la tenía ahí; me solía avisar de que algo iba a pasar, pero no diciéndome exactamente qué sería, sino ordenándome que hiciese tal cosa u otra. Si no la obedecía,... me llevaba un trompazo, una caída, un remojón... si lo hacía, nada me sucedía. Debía tener... tal vez ocho años o así... es lo más antíguo que recuerdo. Más allá... guardo muy pocos recuerdos, y no los tengo asociados a la voz.

Jamal hizo una anotación en su cuaderno con trazo elegante de su estilográfica.

Mantenía ciertas costumbres anacrónicas. Le gustaba la erótica del papel.

Paciente: Mr. X

Fecha - 12/9/20XX

Naturaleza de la prueba - Prueba de campo 

Primer contacto - 8 años. Superada la fase de desarrollo psicomotriz, entrando en fase preoperacional.

Tono imperativo.

Sus directrices son precisas. Le evitan el daño. ¿Condicionamiento operante? Comprobar refuerzo.

-Entiendo. Esa Voz... ¿Es de mujer? ¿De hombre? ¿Le recuerda a alguien que haya conocido en su vida? ¿Quizás un familiar? ¿Un amigo?-.

Dejó que la pregunta calase antes de arremeter con otra más compleja.

-Ha dicho que aprendió de pequeño que si no la obedecía, sufría daño. ¿Alguna vez durante su vida adulta la ha... cuestionado? ¿Se ha rebelado alguna vez contra alguna de sus órdenes?-. Comprobó de una ojeada las constantes de Harris. Estables. Intercambió una mirada cómplice con Arthur.

-¿Ha logrado dialogar con ella alguna vez, Harris?

La situación se empezó a volver realmente molesta cuando Lea comprobó que la pantalla digital de su reloj solo mostraba números y símbolos extraños. Era imposible que todos sus aparatos se hubieran roto todos a la vez ¿Qué clase de magia podía estar afectando a todos ellos cuando, en teoría estaban protegidos por sus propios mecanismos?

La mujer se fijó mejor en el lugar en el que estaba, era un pasillo de suelo de baldosas de cerámica granulada. Las paredes de yeso pintado, así como el techo. Estaba segura de haber visto una cucaracha correr hasta una esquina. Hacía frio, incluso al respirar, podía ver que le salía vaho de la boca. Entonces reparó en que había a ambos lados y cada pocos metros, puertas metálicas, con una pequeña placa de acero a modo de ventana que impedía ver el interior de las habitaciones.

La oscuridad devoraba los extremos de los pasillos, impidiendo ver el final

El extraño conejo no contestó, sino que parecía escrutarlos con esos inertes ojos de juguete. Sin embargo, a pesar de ese disfraz, gracias al silencio reinante, le podían escuchar respirar agitadamente. Entonces se giró hacia un lado.

- ¿Has visto? El MACHO quiere hacer cosas guarras con la HEMBRA. Carne picada jijiji –

Parecía estar hablando con alguien, pero los cultistas no podían ver si había alguien más desde la posición que estaban. Si notaron que parecía hacer más frio de lo que habían notado en un principio. Las sombras parecían espiarles.

- ¿Qué dices? ¿Qué la GATITA tiene preguntas? Claro… - Entonces la macabra figura se volvió hacia vosotros. – Preguntas, SIEMPRE queriendo saberlo todo ¿VerDAD? ¿Al final para qué? Después de TODO, no tiene más vida más ALLÁ de Raiz, solo vicios. LOCA viciosa jijiji. Carne picada. Mmmm. Casi sería UN FAvor que se quedara jugando con nosotros jijiji. –

Entonces empezó a dar saltitos. Al hacerlo, los ojos rebotaban de manera macabra en las órbitas de plástico.

- El otro parece PREOcupado ¿Por QUÉ crees…? –

Y volvió a girarse. Su fuerte respiración seguía resonando pero ninguna otra voz se escuchaba en el lugar.

- ¿Una mujer? ¿ENFERMA? Carne picada, quizás podíamos HACERLA una visita jijiji. Este ya no SALE de aquí ¿VERDAD? -

- A ver, Bunny, me estas empezando a calentar, y no quiero enfadarme.- Estaba claro que no iban a responder a sus preguntas y no parecía un interrogatorio. Sin embargo, Samantha se dio cuenta de que el cura nunca había mencionado a su mujer. O bien les habían investigado o bien Bunny estaba tarumba por que podía leer mentes. Después del truco del psiquiatra, nada le parecía descabellado. En su fuero interno comenzó a cantar la canción más pegadiza, insoportable, traducida a mas idiomas de la historia y bailada en todos los continentes: "La Macarena". Dos estrofas que encajaban perfectamente en unos cuatro compases que se repetían ad eternum y que le impedían pensar en esa vida que sí tenía fuera de raíz y que procuraba mantener así. Alejada de los hambrientos de poder y en control, en las sombras. Eso le permitía seguir siendo salvaje e índómita.

Dado que no parecía que fueran a sacar nada en claro provocándoles y que el cura era un gallina, optó por ser un poco más dócil.

"Dale a tu cuerpo..."- Habíais mencionado un juego ¿no?.- "...alegría, Macarena. Que tu cuerpo..."- Es un poco difícil que podamos jugar...-"... es pa darle alegría y cosa buena...".- sin saber las normas.- "...!Eh, Macarena!...".- Espero que podamos aposta algo.- ".... Macarena tiene un novio que se llama....".- Porque no es ni la mitad de divertido,-"... que se llama de apellido Vitorino...".-si no tenemos nada que nos anime a esforzarnos.- "...Y en la jura de bandera del muchacho..."- O si sólo podemos salir perdiendo.- "... Se la dio con dos amigos."

Nunca una canción sobre ponerle los cuernos a tu novio montándote un trío con dos colegas, había resultado tan cansina y útil. 

Lo cierto era que nunca un conejo le había parecido tan terrible al pater. Aquello era una jodida pesadilla y por más que trataba de ser fuerte, no lograba. Estaba aterradoe inmóvil. Por suerte Samantha estaba allí para ser fuerte por los dos y tirar del carro. 

- Creo que nunca mas comeré conejo... - Dijo en voz baja.

Necesitaba respuestas. Las preguntas habían sido las correctas y obtener respuestas dependía de la voluntad del conejo. Conejo que no parecía estar muy cuerdo ciertamente, sino todo lo contrario.

Se acercó a su compañerade celda, aún más. En esta ocasión hasta rozaron sus cuerpos, aunque el religioso ni se percató de ello demasiado atento al miedo y la preocupación que sentía. Y ahí, pegado a la mujer, esperó impaciente respuestas.

Lea no es de las personas que se desaniman. Cuando algo no sale bien, se busca otro camino. Resignada a la inutilidad de sus artefactos tecnológicos, se decidió a explorar el lugar ayudada solo por su "equipamiento de serie".

Se giró hacia la rama del pasillo que se adentraba en lo que debería ser su salón, se acercó a la primera puerta y golpeó varias veces con el puño. Después escuchó con atención.

(Si no se oye nada detrás de la puerta.)

Continuó con las demás puertas, golpeando en todas. En medio del frío y del ruidito de las patas de cucarachas, Lea se fue acercando hacia la oscuridad del final del pasillo.

Se sentía relajado... volver al pasado solía ser placentero

-Ni de hombre, ni de mujer... simplemente es una Voz... como si estuviese por encima de esa diferencia; no sabría cómo explicarlo, pero digamos que transciende las limitaciones de la física, de modo que no se puede identificar con uno u otro sexo. Por lo tanto,... no es parecida a ninguna otra que haya oído en mi vida; se lo que quiere decir, pero no, no tiene relación con nadie a quien haya conocido. Lo que sí es curioso... desde lo que sucedió el otro día, ya sabe,... la Voz es diferente; el sonido o forma en que la percibo, ha cambiado. No se si es un cambio real, o si lo que ha cambiado es la posición relativa desde la que la oigo, que me hace percibirla como claramente distinta.

Meditó unos instantes... para responder la siguiente pregunta, quería asegurarse de que no había tenido ni tan siquiera dudas...

-No... nunca la he cuestionado; siempre, absolutamente siempre, desde que de niño aprendí que lo que ordenaba era lo mejor, he obedecido sin dudarlo, sin discutir. Me pregunta si hemos dialogado... Sí... más de una vez me he vuelto hacia ella para plantearle mis dudas... ¿acaso la gente, cuando reza, no está intentando mantener un diálogo con el Creador? Sin embargo, en ocasiones, la Voz me responde, de modo que sí... hemos tenido diálogos en el sentido de intercambio de frases coherentes.

Se quedó callado... sabía que tenía que explicarse mejor, y no esperar a las preguntas concretas...

-Cuando estoy relajado, simplemente, escucho; si tiene algo que decirme, lo hará; en otras ocasiones, ni siquiera tengo que intentar escucharle... me manda sus mensajes imperativos, órdenes en virtud de algo que sucede a mi alrededor. En ese sentido, se que hay una comunicación en ambos sentidos, porque ve por mis ojos, oye por mis oidos y lo que pienso, y si hay algo que es de su interés, puede ordenarme algo al respecto. En otras ocasiones, tengo que esforzarme especialmente para elevarle alguna duda, alguna pregunta... y a veces me responde, y a veces no. En todo caso... me supone un gran desgaste intentar abrir yo el canal con El.. o Ella, o Ello.

El extraño conejo comenzó a reír nervioso y emocionado.

- jijiji que DIVErtido – los cultistas escucharon como sorbía su propia saliva. Parecía que estaba babeando profusamente. – Me parece bien. VAMOS a jugar al pilla-PILLA ¿Te parece? Si tu ganas… eres libre. Si te COJO, me quedo con eso de TU Brazo –

Samantha no podía ver qué señalaba, pero podía intuir que se refería al brazalete.

- Tú señor CURA, se bueno y no TE VUelvas loco jijiji –

Entonces dejó de agitarse y pegó su macabra cabeza al ventanuco de la puerta y todo quedó en silencio. Ni siquiera se escuchaba su respiración, o los extraños ruidos que había hecho hasta ahora, como si el tiempo se hubiera quedado congelado.  Entonces contemplaron horrorizados como las sombras se cernían sobre ellos, no de manera metafórica sino literal. Las sombras se alargaban tragándose toda luz, inundando todo de oscuridad. Solo el calor que emanaba de sus cuerpos los reconfortaba, pero entonces las sombras comenzaron a extenderse por su cuerpo… y era como desaparecer. Como si esas partes de ellos mismos estuvieran sido devoradas por la nada. Un frio intenso los fue inundando al tiempo que la oscuridad se extendía. Una voz grave como de ultratumba retumbó en la sala.

- Yo la llevo… -

Y de pronto una extraña fuerza tiró de ellos separándolos de golpe y lanzándolos a un abismo de vacío…

...y Samantha se despertó de golpe y miró a su alrededor, buscando aquel conejo loco. La luz del sol la hizo entornar los ojos. Se sentía aturdida y extrañada. Comprobó que estaba sentada en una silla que conocía bien. Entonces se fijó donde estaba y vio que estaba segura. Se miró el cuerpo y vio que estaba vestida. Todo parecía normal. Como si todo lo vivido hubiera sido un sueño.

...y Graham cerró los ojos y gritó. Entonces los abrió… y vio que se encontraba frente a una puerta. Respirando aun agitadamente, no entendía lo que había pasado ¿No estaba en una habitación, encerrado con la mujer aquella, desnudos…

El Pater se miró y vio que iba con las mismas ropas con las que había salido de viaje. Entonces reparó en que estaba frente a la puerta de su casa. Aun confuso, miró a su alrededor, pero no reparó en nada extraño ¿Había ocurrido aquello de verdad? Aun confuso, accedió a su casa y sintió una gran calma al ver su hogar y sentirse finalmente en casa. Respiró hondo y dejó que el olor a incienso, común en su casa, le inundara y se permitió por primera vez desde que respondiera a aquella llamada de RAIZ, sonreír.

Entonces entró en el piso y cerró la puerta tras de si, todo estaba donde debía estar. La pesadilla parecía haber terminado. Entonces lo escuchó. Unos llantos que venían de la habitación de su mujer.

Lea se acercó a la puerta más cercana y le dio varios golpes, esperando que algo respondiera al otro lado.  Sin embargo, tras esperar unos segundos, el mismo silencio la respondió. Una a una, fue probando las distintas puertas a medida que avanzaba, siempre con el mismo resultado… hasta que llegó hasta donde la luz terminaba y empezaba la oscuridad. Cuando fue a llamar a la puerta, se detuvo en seco. Podía escuchar unos sollozos al otro lado.

Wheeler no emita ningún sonido y permanecía totalmente absorto en lo que estaba ocurriendo, claramente emocionado. Entonces se acercó a Jamal y le susurró al oído.

- ¿Crees que podríamos... ir un poco más allá? –

Su amigo estaba realmente excitado ante la sesión.