Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Wamai)

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03/02/2016, 02:37
Nyah Baddhu

Con una expresión más tranquila al saberse aceptada, Nyah observa a tu padre con un leve brillo en los ojos. Acto seguido te mira a ti, como esperando que tú también des tu confirmación una vez más antes de sentarse en vuestra casa. Algo te dice, sin embargo, que si estuviera Jimiyu presente no pediría su permiso con los ojos.

—Baya de iboga —enuncia, y no tarda en especificar—. La amarilla, no la roja. Y leche de gabón.

Dichas aquellas palabras tu padre asiente satisfecho y ella le mira expectante, como si esperase algún tipo de comentario por su respuesta. Sin embargo este no llega, y Nyah no tarda en untar los dedos índice y corazón en aquella pasta, esperando que te sientes con ella para ponértela en la herida.

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04/02/2016, 23:50
Wamai Saád ú

Si, y seguro que le responden, pero tan solo reacciono con una pequeña sonrisa cómplice ante Nyah. Padre le da la bienvenida a nuestro humilde hogar, y yo, antes de cerrar la puerta... observo de derecha a izquierda en el exterior.

Ante la consiguiente mirada de Padre sobre mi, quizá por mi latigazo... quizá por la presencia de la hembra, yo dejo brotar las siguientes palabras — Ella también trabaja en “la comunidad” — Si no lo sabe ya, le gustará saberlo. Y aunque yo me expreso con cierta resignación, arqueando una ceja y con una sonrisa de medio lado, como si la comunidad fuese alguna especie de dios todopoderoso y todos lo venerásemos para no quedarnos sin pan, es algo que habremos debatido infinidad de veces. Tal vez... algún día nos encontremos un sobre en la puerta con muchos chelines y podamos comprar una casa con 4 o 5 gallinas, pero hasta ese momento en el que la sabana africana decida sonreírnos... nos las apañaremos. Recuerdo a Ruth de nuevo, por su entorno, esa... mujer blanca... esa.... visión, pero intento no entretenerme en este momento.

Ojeo con un paso de puntillas que el remedio para Nyah ya tiene que estar preparado y acto seguido, escucho lo que lleva el enmienda que ella trae para mi. En un primer momento, me rasco la cabeza... Baya de Iboga y leche de Gabón. Padre parece entenderla, y hace un rato, en el pozo, Nyah nos comentó que se tenia a Padre como un sabio, casi como Jumanee, quizá venga preparada. Aunque quizá ella también sepa sobre muchos ungüentos, de hecho... y entonces me arrepentiré de no haber aprendido mas en profundidad sobre mezclas botánicas durante todos estos años, dedicándome a tallar figuritas que terminan corroídas al sol. ¡ngurumo! de ser así... ahora uno podría incluirse en la conversación de alquimias africanas.

Resoplo alguna sonrisa con los brazos en jarra, pero no interrumpo la conexión, al menos con palabras, pues con un par de aspavientos le indico a Nyah que tome asiento, para hacer lo propio a su lado. Espero el remedio de Padre, notar los dedos de Nyah, y que no escueza mucho mucho.

Notas de juego

Ngurumo: Truenos

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06/02/2016, 02:09
Dohba búh

El proceso que Padre ha seguido parece haber llegado a su fin. Ahora tiene en sus manos un trozo de tela que antes estaba limpio envolviendo el producto de su trabajo. El tejido está un poco más oscuro de lo habitual no sólo por estar mojado, sino también por el color del té.

—Voy a salir —dice entonces, dedicándoos a ambos una mirada que parece al mismo tiempo complacida y anciana—. Alguien tiene que comprobar que todas las estrellas estén en su sitio.

Mientras camina hacia la puerta sus pasos son lentos, y al pasar por tu lado apoya un instante una mano en tu hombro. Parece que su única intención sea dejaros a solas.

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06/02/2016, 02:24
Nyah Baddhu

Los ojos de Nyah siguen a tu padre mientras sale, y al dirigir los tuyos hacia su rostro la encuentras con una sonrisa cómoda, natural. Parece que le agrade ese hombre.

—Está claro por qué serás Wagangadice mirándote con los ojos brillantes.

Entonces extiende sus dedos hacia tu rostro, y sientes en ese gesto la pasta fría sobre tu herida. No escuece, aunque pica un poco, y las pupilas de la chica no se separan de las tuyas en ningún momento.

Notas de juego

Waganga: Sanador.

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06/02/2016, 02:34
Narrador

 

 

Es entonces cuando la sientes, justo a tu lado. Es una mujer blanca y rubia, de unos treinta años, y está sentada junto a ti. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, sentada a tu lado. Aún así, no tardas en mirar en su dirección y cuando vuestras miradas se cruzan puedes sentir en sus ojos grises la misma sorpresa que tú sientes. Y como sucedió con la joven que viste a la orilla del majestuoso mar, sientes una extraña familiaridad también con esta. La certera sensación de estar en casa, de que este es tu lugar. A su lado.

Ella va vestida con un camisón fino, de hospital, y su rostro se encuentra pálido. No parece estar pasando su mejor momento.

Sientes de nuevo cómo una mirada atraviesa la tuya, entrando en tu interior al mismo tiempo que la tuya entra en el suyo. Tu cerebro y tu pecho conectan con ella a través de la conexión de vuestras pupilas y te sientes como si la conocieses desde siempre, a pesar de no haberla visto nunca. Te invade una certeza, la de que puedes confiar en ella tu vida, incluso tu propia alma. Ese hilo invisible que ya conoces parece atarse también a ella, uniéndoos de una forma tan difícil de explicar como de negar. 

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08/02/2016, 17:32
Milka Bendij

Y como ya pasó antes cuando te encontraste con Ruth, las emociones de esta joven también te embargan en una comunión mutua. La sientes con claridad y puedes intuir que ella te siente a ti. Sin embargo, Nyah, que continúa sentada a tu lado, no parece reaccionar en absoluto la presencia de la recién llegada.

 

-Pronto.- opto por el comodín de la evasión en ese pestañeo solo para descubrir tras levantar ese telón de pestañas que el hospital ha desaparecido y que mis palabras son lanzadas a un teléfono fantasma que todavía ahueca mi mano sin contener nada en ella.

Mis ojos quedan clavados en esa pared que sustituye la vidriera a los árboles que limitan mis opciones y reducen las de Dallas a la mitad. Parpadeó cuatro, cinco veces seguidas para que mis pupilas se ajusten al cambio de luz antes de pasear mis ojos por la estancia; primero al techo, para encontrarme con esa bombilla desnuda y solitaria  colgando de un techo que solo se mantiene en su sitio por la gracia del altísimo, y en mi pecho un latido descompasado me insinúa que, en un sueño, esa bombilla sería la metáfora que mi subconsciente me regalaría de mi vida. Pero esta vez no recuerdo el hormigueo ahogarme en la inconsciencia, no recuerdo nada que me lleve a creerme en un sueño.

Más desorientada todavía, en segundo lugar, devuelvo mi mirada a esas paredes descuidadas, y es, tal vez, por lo poco que tienen que ofrecerme que en ese momento me percato del aroma a café que flota en el ambiente, tan fuerte y tostado que no puede ser alemán. Cierro los ojos para atender en exclusiva al recuerdo de la mañana siguiente a mi primera boda sonora y encuentro en esa taza de café que no debería haber tomado una graciosa explicación al carácter de mi leona. Sonrío con una felicidad ya inexistente y retiro esa mano inútilmente levantada en el aire junto a mi oído aferrada a un deseo que parece haberse esfumado junto con mi jaula. -Cuídate de lo que deseas. - hubiese dicho mi madre.

Y con ese pensamiento escruto con la mirada a la mujer sentada a mi lado, parece agradable, dulce, y a pesar de no tener ni idea de quién es pondría en sus manos mis heridas abiertas; exactamente como él está haciendo. No le veo, ni le busco, pero le siento a mi izquierda y eso me basta por ahora, me basta para apretar los dientes y no quejarme cuando el escozor llega a mi mejilla y mi mano corre a palparla para aliviar la molestia.

Aprieto todavía más fuerte mis dedos contra mi mejilla, y aquello que me había bastado deja de ser suficiente cuando el horror de la medicina se vuelve tierno agradecimiento. Entorno mi cabeza hacia ese nuevo latir de mi corazón con mil preguntas bailando en mi mirada pero sin que ninguna encuentre el camino a mi voz. No obstante, algo dentro de mi intuye en él la misma sorpresa.

Sonrío contagiada por la familiaridad que desprende y reconozco en sus ojos ese mismo sentimiento que no sé explicar, y que, sin embargo, no me empuja a huir, sino que me da un hogar que hace tiempo que solo conozco en mis hijos.

-Hola- saludo finalmente sin demasiada convicción, sintiéndome como un fantasma traspapelado-. Echo de nuevo una mirada a la muchacha del ungüento, fugaz y evitando adentrarme directamente en sus ojos, para cuando vuelvo al chico del corte empático aparto mis dedos de mi mejilla para alargaros hacia la suya y me detengo antes de tocarle la piel al caer en lo poco educado que era aquello-¿Cómo ha sido?- cambio una falta de tacto por otra sin dejar de observarle con ojo analítico. 

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09/02/2016, 18:08
Wamai Saád ú

Asiento cuando Padre pasa su mano por mi hombro, y me mantengo tranquilo ante Nyah mientras apoyo los brazos sobre mis piernas — ¿Nyah sabe de mezclas? — le pregunto, se llevaría bien con la colección de botes de padre, a quien sigo cada paso con la mirada hasta que sale definitivamente a vigilar las estrellas. Entonces clavo mis ojos en los suyos, grandes y brillantes, vuelvo a sus cicatrices, y no aparto la mirada hasta que noto la punta de sus pequeños dedos sobre mi me mejilla, momento en el que lanzo mi vista hacia lo alto. El picorcito fluye poco a poco, pero no será necesario el ritual de agitar las manos para disminuir escozor, o eso creo, pero antes de que pueda decirle mas, y después de todo... vuelve a suceder.

Esa extraña ilusión vuelve a hacer mella en mi interior, desordenando todo lo que creo saber a cambio de unas emociones tan entrañables como desconocidas. Aprieto los parpados en un apacible y largo suspiro nasal, quizá dejándome ir... pero no así, esta vez el extraño suspiro trae la magia hasta mi sabana... hasta mi hogar. La noto, está a mi lado. 

Me centro en la realidad de Nyah por un instante, en la ungüento, viéndola impasible ante la presencia que puedo notar profundamente en este momento, el picor queda a un lado, nublo la vista de manera inconsciente, y me giro despacio para enfocar la cara de mi nueva visión. Otra mujer de piel blanca con ojos de mar. Siento un escalofrío positivo, pues no mastiqué hierbas, la veo con seguridad entre sensaciones que tocan el alma. Arqueo una ceja lentamente, un poco curioso, pero también impresionado. Alzo 3 dedos de una mano — Tu también... —  le digo, para saludar con la otra, quedando con ambas alzadas. ¿Como ha sido?... uno no lo sabe — ¿Por qué...? — le pregunto yo. Receptivo, no necesito saber nada, aunque a la misma vez quiera saberlo todo. Veo su atuendo, y parece envuelta por tristeza, así que continúo llevándome una mano abierta al pecho — Wamai — palpo 2 veces — ¿Tú? —. Lo suyo sería preguntarle "quien sois y que queréis de mi", pero las miradas entran profundamente, el hilo de energía es irrechazable. No siento nada negativo, y de hecho... empiezo a confiar en lo contrario. Así mismo, no puedo evitar lanzar alguna mirada a Nyah, creo que que tengo dones de la Kenia profunda,

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10/02/2016, 04:01
Nyah Baddhu

Tu pregunta sobre las mezclas no pilla a Nyah por sorpresa. Ella se encoge un poco de hombros, formando el atisbo de una sonrisa. Sin embargo tarda un par de segundos en contestar. Durante ese tiempo te mantiene la mirada, y cuando buscas sus cicatrices sus ojos viajan hacia el suelo.

—Un poco, pero ignoro más de lo que sé —afirma luego, respondiendo al fin a tus palabras.

Durante los instantes siguientes el tacto del ungüento comienza a aliviar la continua tensión y el constante dolor de tu mejilla. Es una sensación placentera, fresca y casi puedes sentir la carne curándose bajo la pomada.

En el momento en que te ladeas como su hubiera alguien con vosotros Nyah te observa manteniendo la sonrisa. Y en el momento en que haces gestos y empiezas a hablar puedes escuchar la risa de la chica llenando la habitación.

—Anda, deja de hacer el tonto —enuncia mientras deja el remedio sobre la mesa—Ya está. Verás como cura pronto —promete con una sonrisa educada—Puedo dejártelo si quieres —ofrece mientras hace un gesto con el ungüento. Finalmente te dedica una sonrisa un poco más nerviosa.

—¿Estás bien?

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10/02/2016, 23:24
Milka Bendij

Abro los ojos sorprendida cuando me devuelve la palabra y no me echa con ella, ni de su casa, ni de su mundo, ni de su sueño. No, él tiene preguntas iguales a la mías; y la misma fuerza para aferrase a la realidad.

Giro mi cabeza hacia la muchacha que ríe y entiendo que ella cree tan poco en mi como Aharon. - Milka. - respondo a la presentación de Wamai poniéndome en pie con gestos lentos y cautelosos, temiendo encontrar el punto de rotura del recuerdo ajeno en el que me he sumergido y desvirtuado.

Me coloco al lado de la chica y paseo una mano frente a sus ojos, mareando el aire hacia abajo y hacia arriba. - Tu me ves.- digo antes de girarme hacia el chico anotando aquella observación en voz alta sin que conduzca a ninguna respuesta nueva.

Sonrió con calidez a la pregunta de la chica del ungüento que activa en mí infinitos recuerdos de Dallas -Bien. Solo desorientada.- respondo en mi cabeza aunque no sea para mí su sonrisa.

-¿Dónde estás, Wamai? ¿Qué lugar es este? - interrumpo con la poca oportunidad de todo fantasma.

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12/02/2016, 09:50
Wamai Saád ú

Cuando me dirijo a la mujer blanca Nyah ríe, entiendo, y me gusta, la acompaño con una estirada sonrisa, pero un poco incomprendido — Si, si, estoy bien... me sentará bien, seguro — de hecho sienta bien el fresco, tanto como la emanación de energía en forma de presencia y profunda conexión de interiores... a la que lanzo curiosas miradas entre que recibo su nombre, Milka. Si la sintiera una asboluta desconocida, habria de agarrarle las manos y sonreír al presentarme, pero no es así. Veo como se pone en pie para llamar la atención de Nyah sin aparente respuesta. ¿Y que es Milka? Me pregunto mientras la observo con gracia, y aunque asiento a las palabras de Nyah, dudo en preguntarle yo también... ¿La ves?  

Intercalo miradas entre ambas con la boca en circulito, todavía sentado — Y no, no... no — niego insistente, y aunque tardo algunos segundos mientras las observo, bien respondo — ...con esto bastará, shukrani Nyah — le doy las gracias juntando las palmas, pues me conformo con lo obtenido y no preciso quedarme el remedio para los viles varazos de Muthengi. Pero ahora mismo estoy en otro mundo, o otro mundo está en Wamai, directamente.

Aun con todo... me apoyo en mis rodillas para levantarme y allegar la mezcla que Padre acaba de preparar — Espera... — alzo el indice — Wamai también tiene algo para Nyah — comunico, y doy un par de pasos un poco dudosos hacia la corroída encimera, esperando encontrar allí lo que busco. Y lo hago mirando hacia mis espaldas, hacia ellas, tal como si estuviese viendo una... mujer blanca en mi casa? ¿Fuga de almas...? quizá yo también sea uno de ellos, pero en pleno ciclo. Pero quizá ella también venga del mar, y no lo sea, puesto que yo tampoco lo soy... quizá uno debería dejar de hacerse preguntas sin sentido, cuando escucho la siguiente... ¿que lugar es este? Eso si tiene respuesta — Esto es... Nairobi — me giro palpándome el pecho nuevamente — Mi hogar — mi casa, y le pregunto acto seguido — ¿...pero... como se hace esto...? — … olvido el remedio de Padre por un instante, y entrecierro los parpados con un atisbo de sonrisa señalando hacia Milka — ¿Llegaste caminando? — pero miro hacia Nyah también, y cambio el dedo hacia su dirección. No quiero que me tome por loco a la de ya.

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12/02/2016, 19:03
Milka Bendij

Al igual que te sucedió con Ruth, la voz de esta mujer también suena de alguna forma dentro de tu cabeza, reverberando por dentro y llenándote de una manera que no habías conocido antes. Su pronunciación es tan clara como la de la mujer del mar, y a pesar de su aparente origen extranjero Milka también parece hablar un swahili tan de la zona como si fuera una nativa de toda la vida.

···

Me siento extraña en esa situación, invisible a los ojos de esa mujer e innegablemente conectada con los de él, con el frescor que ella ha instalado en nuestras mejillas, tan agradable a la piel como sobrecogedor para el alma.

Mis ojos siguen sin encontrar un punto en el que descansar, y revoletean por toda la estancia como una polilla sin luz buscando una explicación, o el lugar dónde han quedado mis palabras suspendidas en el tiempo, a Dorian. Añoro su voz, pero todavía siento la calidez de su cariño y preocupación en mi interior, y, fuera de mi, le encuentro en la mirada de aquella mujer, en la vibración ajena que mi alma toma por propia. Y a pesar de mi falta y del inexplicable vacío en mis dedos; a pesar de mi confusión, y de toda falta de referencias a cómo actuar cuando tu eres el secreto. No tengo prisa, ni camino que me llame en mi cabeza; me siento libre, acogida y exactamente dónde debo estar.

Le miro, le escucho y le siento hablar con ella agradecido y sin avaricia, y cuando se levanta para alcanzar la mezcla, no puedo evitar volver a palpar en mi rostro el reflejo de aquella mejilla dañada que declara una injusticia, un capricho que Dios ya debe haber juzgado. Es entonces cuando busco con prisa la vía que debería adornar mi mano y ante su ausencia* acarició la piel primero con suavidad y poco después en un leve masaje que busca acostumbrarme a la falta de grilletes.

El movimiento de mis manos no acapara mi mirada como para impedir que siga a Wamai hasta la encimera para recoger mi respuesta, y entregarle mi sorpresa en una mueca extrañada pero confiada. - Nairobi, Kenya ¿cómo es posible? - abro las puertas de mi mente en busca de un momento en el qué aquello tuviese algún sentido - Su hogar -repito para mí y me adelanto a su amiga unos pasos, así como me adelanto a su pregunta aunque mi voz no sale hasta después de que la formule-.

-Llegué, simplemente llegué. Hace un momento estaba en Hamburg, en Alemania. Encerrada -en el infierno- me guardo esas últimas palabras para no asustarle-. Y ahora estoy aquí, casi parece imposible.

-¿Hablas alemán?- pregunto con sorpresa, afirmativamente y con un tenue matiz de orgullo en la expansión de mi lengua-. Sonrío sin saber a qué, pero su proximidad me evoca a ello. -Discúlpame por presentarme en tu hogar sin permiso ni explicación.

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13/02/2016, 03:55
Nyah Baddhu

Cerca de ti Nyah, totalmente ajena a la presencia de aquella mujer, te observa con una sonrisa cuando le dices estar bien. Sus ojos brillan, satisfechos, y no tarda en decir algunas palabras.

—La leche de gabón aliviará. Las bayas de iboga sanarán —asegura. Y de inmediato emite una pequeña risa cantarina, tapando su mano con la boca—. Aunque si las comes te ayudarán a ver las estrellas. De día. Y otras cosas que no están —comenta, refiriéndose a las propiedades alucinógenas que tiene la planta. Sin embargo no dice nada sobre las otras, las afrodisíacas.

Después asiente cuando niegas necesitar más que lo que ya tienes y recoge el frasco, tapándolo de nuevo. Luego, cuando dices tener algo para ella, alza los ojos en tu dirección con una mezcla de sorpresa y expectación. En la encimera espera la tela húmeda, lista para ser puesta sobre sus quemaduras. Pero cuando continúas hablando a Milka Nyah frunce el ceño sin comprender. Por un instante parece pensar que te estás riendo de ella, o algo parecido, aunque no acaba de entender por qué.

—¿Que si llegué...? —repite, sin saber qué contestar. No tarda en dibujar entonces una sonrisa educada y ponerse en pie, dando un par de pasos hacia la puerta—. Quizá he venido en mal momento, disculpa —dice antes de hacer un gesto para pedir perdón.

—Usiku mwema. Angalia wewe kesho —concluye de forma apresurada y ligeramente incómoda, disponiéndose a marcharse.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Usiku mwema. Angalia wewe kesho: Buenas noches. Nos vemos mañana.

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16/02/2016, 06:49
Wamai Saád ú

Escucho sin saber muy bien como responder a Milka en presencia de Nyah, mas quiero hacerlo igual. Aunque sigo un poco confuso, la observo en cada palabra que emite con expresión curiosa. Yo también volé, pero no se como. No hay jugo mas alucinógeno que todo esto, me gustaría preguntarle cien cosas a Nyah, pero estoy en blanco... y el blanco me lleva hasta la mujer blanca, así que quiero preguntarle mil cosas a Milka. ¿Encerrada? y Alemania. Eso está muy lejos, en... algún país de... Italia, por lo menos, o por ahí donde haya muchos blancos.

Y me dispongo con la mezcla entre manos... de una vez, pero Nyah huele mi extrañeza mientras pienso en países lejanos. Veo que se dispone a marchar, y alzo la mano con el remedio mientras sigo sus fortuitos pasos — Nyah — pienso rápido — Wamai, a veces... se marea un poco — digo, dándome 2 golpecitos en la frente con la palma tras decir lo primero que se me ocurre — Y... hablamos swahili, no hay que disculparse. Ha sido un muy largo día — firmo mis propias palabras mientras asiento repetidamente, como si así tuviese mas sentido aquello que suelto, y a la vez dejando entrever lo tarde que es, pero respondo a Milka.

Y lo suyo sería acompañar a Nyah bajo el manto de las estrellas, como poco. Pero es que... ya estoy viendo estrellas, o sintiéndolas bien cerca. Tengo un candil de luz invisible dando mas que luz a mi alma, en plena casa, y siento necesidad de entenderme con ella. Vuelvo a mirar de forma fugaz para ese vacío en el que Nyah no ve a Milka, pero yo si.

— Ten, esto es para ti. Lo hizo el buen anciano, seguro que funciona — le extiendo la mezcla a Nyah, mirando para Milka, pero vuelvo rapidamente la mirada a la hembra morena — Té oscuro envuelto... y con agua del cielo se lleva el escozor y empieza a sanar — Si, creo que era tal cual. Le doy mi voz a las palabras de Padre, y añado — Si no te las llevas, seguro que secará — Quiero que se las lleve, pero también pretendo dejarla ir por hoy. Nada que no se pueda solucionar con un pequeño elefante de patas gordas mañana, espero — Usiku mwema, Nyah —.

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16/02/2016, 21:54
Nyah Baddhu

Nyah detiene sus pasos al escucharte y se gira hacia ti, a medio camino hacia la puerta. Escucha tus palabras y pestañea un par de veces, siguiendo tu mirada hacia el vacío cuando tus ojos buscan a la mujer blanca. Finalmente asiente y coge con delicadeza el remedio que ha preparado Padre. Inclina un poco la cabeza ante ti. 

Asante sana, Wamai —dice, recuperando algo de brillo en su sonrisa—. Extiende mi agradecimiento a tu padre, por favor. 

Y con esas palabras se marcha, dejándote a solas con esa presencia que te atrae y reclama desde dentro, directamente tirando de tu alma.

Notas de juego

Asante sana: Muchas gracias.

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19/02/2016, 01:26
Milka Bendij

Levanto una ceja extrañada cuando me corrige el idioma pero me supongo que se refiere con habitualidad pues mi pregunta tampoco aportaba más que una sorpresa a un hecho obvio para todo el que tuviera oídos.

Le sonrío cuando me niega la necesidad de disculpa, con una sonrisa más tierna que agradecida, con más admiración que ánimo. Y al sentirla en mis labios me doy cuenta que la conozco muy bien solo que en otros labios que en algún tiempo fueron el molde de los míos.

Aplaudo su modo de hablarnos a ambas, es inteligente, considerado y amable y casi me lleva a entender como he terminado vistiendo esa sonrisa que hasta el momento jamás había heredado de mi madre.

Procuro no molestar más de lo que mi propia presencia ya lo hace y recorro la habitación curiosa, para creerme una vez más aquella inesperada libertad, ese regalo que arrulla mi alma y llena mi corazón con un nuevo latir tan similar a la melodía de mi madre y a la vez tan distinto que me atrae y me da paz; pero a la vez, siento el frío de mi mano vacía y ese mismo vacío se instala en mi interior por los tres lazos más antiguos de mi alma.

¿Quién es Nyah? -pregunto sin decoro pero también sin exigencia cuando la otra mujer se ha ido - La sentí agradable.

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21/02/2016, 04:37
Wamai Saád ú

No podía dejar que Nyah se fuese con las manos vacías, pero tampoco que me viera haciendo el lunático por segunda vez. A través de malos entendidos me tomaría por loco, pero a través de peores entendidos los mas locos podrían terminar tirando piedras a mi casa fruto del miedo... por practicar magias desconocidas, y que desconozco. Tras despedirla, cierro la vieja puerta y apoyo mi espalda en ella. Suelto un pequeño suspiro rápido, necesitaba equilibrio, del mio... pero no tardo ni un segundo en dejarme llevar por esta hojita que el viento trae, pongo mis ojos sobre Milka, a la que sigo rondando el cuarto hasta que me habla de nuevo.

Ajabu!* Esto es increible!

Y por increíble que sea, me acerco a ella creyendo en todas y cada una de las leyendas o historias con las que crecí, cada vez con mas razón, y de ser. Estiro mi brazo, señalando hacia la puerta por donde se acaba de marchar Nyah. Se me traban las preguntas y sensaciones, todo en uno con ella misma — Ella... ella es Nyah — respondo, y sigo señalando hacia la puerta arqueando ambas cejas — Es mi... amiga, de este sol y esta luna, y... ¡no podía verte, ni escucharte! — ni con los ojos, ni con los oídos! sonrío por aquello que siento con los míos propios, sin duda. Por un segundo observo la puerta del cuarto, allí donde debe estar mi hermano, pero no me inquieta que este se asome y me vea hablando con las paredes, así que vuelvo inmediatamente al pelo de Milka, su piel y sus ojos — Wamai caminó hasta la costa, y aquí no hay costa — le digo haciendo el gesto de caminar con los dedos — No sé muy bien donde está Alemania, Milka, pero estás muy lejos de casa — asiento varias veces, esperando que comprenda toda esta incomprensión tanto como yo mismo. No tardo en fijarme en su atuendo de nuevo — ¿Por que estás encerrada? — Igual está enferma, adopto un tono bajo. No es lo mismo creer en magia, que se participe sin saber ni como, ni cuando, aunque se siente bien. Mi expresión no pretende ser solo educada, si no también cercana a la mágica compañía — ¿Estás triste, Milka? — le pregunto.

Notas de juego

*Increible

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22/02/2016, 18:29
Milka Bendij

Él señala la puerta pero yo miro su brazo, su mano y sus dedos, le miro con todos mi pasado trabajando en una explicación de quién es para mi alma, y todo mi presente asumiendo lo increíble de aquello.

Asiento a su primera respuesta, eso lo sabía, era deducible, y espero a la llegada de aquellas palabras que responden a lo realmente preguntado.
Cuando adorna el título de amiga no puedo evitar pensar en Dallas, a pesar de que resurge el sentimiento dolido que siempre matizará su nombre aun bajo numerosas capas de pintura más alegre.

He conocido a un hombre en una habitación vacía- quito pasos entre nosotros cuando muestra indicios de vivir mi misma incógnita y no ser yo la única causa de la suya.

Asiento repetidamente con él, confirmando lo lejos que me encuentro de mi hogar de tres corazones - Europa- susurro para que mi palabra no entorpezca las suyas-.

Su voz se me antoja tan pacifica y cercana como la sombra de una caricia de Adam. Alzo una mano para apoyarla en mi sien y extiendo la otra sin pensarlo buscando la de Wamai - Me he acostumbrado a vivir con la tristeza -confieso sin valorar que puedo incomodarle-. Estoy asustada, Wamai, en Alemania quieren rebanarme el cerebro usando un tumor inexistente de excusa.- dejo caer la mano de mi sien por mi pelo y agarro mis dedos al bajo de un mechón con fuerza-Dirán que eres un síntoma pero no es cierto, ¿qué le ha pasado a tu mejilla?- alzo la mano que le buscaba en mi miedo para llegar bajo su corte con el reverso del índice. - Escuece.- afirmo más que pregunto.

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24/02/2016, 05:49
Wamai Saád ú

Mi sonrisa sigue al borde de la locura incomprendida, mas no la pierdo ante tal acto con Milka. 

¿Un hombre? ¿Era negro? — Le pregunto. Aunque a todo asiento sin dejar escapar ni un ápice de atención a los gestos y palabras de esta hembra, hasta que me recoge la mano, momento en el que le muestro mi palma blanquita por debajo. Es una persona, casi como yo... o eso me dice su tacto. Vive triste, a lo que pienso que aquí las gentes sonríen por radical educación, así que incluso la pobreza simula felicidad, pero mi mente tropieza cuando dice rebanar, cerebro, tumor e inexistente, ademas de excusa. Parpadeo varias veces irguiendo totalmente mi espalda. Todo eso junto suena muy feo... Y ¿yo, un sintoma? Tardo un poco en comprender lo que quiere decirme, el equivalente a que alguien termine tirando piedras a mi casa. Ahora entiendo lo que quiere decir ese atuendo.

Ah? es... — y no sé que decir, realmente. Frunzo el ceño llevándome una mano a la cabeza, pensativo, cuando una visión francamente espiritual te dice que está triste, asustada y que van a cortarle el cerebro, uno se empieza a preguntar como ayudar, y que es el elegido por la sabana africana para hacerlo, pero también traga saliva — ¿Hacen... eso en Alemania, Milka? ¿solo porque no te creen? — pregunto, pero mas bien digo ¡que salvajes! — No temas, el ciclo a veces ofrece salidas... solo hay que verlas — le digo, como muy convencido y sin explicación alguna, tal como ahora, aquí y ahora. Asintiendo.

— Esto fue... fue por escuchar cosas donde no las había, trabajando — digo por el corte de mi cara. Gesticulo una mini-explosión elevando las manos — Boom — y niego con un atisbo de sonrisa estúpida — Wamai pensaba en terroristas religiosos, o aviones. Pero no había nada en el cielo — parecían bombas — El mandamas me corrigió... por asustarme... y gritar — y tirar el cesto con lo recogido por los aires, pero esto no se lo digo. Todo quedó en un remazo en la cara.

Vuelvo a sus ojos, entrecerrando un poco mas la mirada. Escuece... — ¿Milka lo nota? — pregunto, sabiendo que lo que acaba de decirme tiene mas peso que nada de lo que yo pueda soltar. Pero muestro interes.

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27/02/2016, 13:42
Milka Bendij

Miro su mano con el movimiento de rotación y estudio su palma sin querer, nunca he creído en quién dice conocerte con las líneas que los pliegues que el uso de tus manos dibujan en las mismas, no al menos hasta que lo demuestran y parecen ser una mágica excepción de todo aquello que me han educado a no creer.

Pero mis ojos están puestos en ella y en miles de palmas que se les han mostrado a lo largo de mis treinta y dos años de existencia real, ninguna igual, ni ninguna como la suya.

Era...- empiezo a responder a su pregunta sin que mis palabras sepan ir más allá y mis labios quedan suspendidos en su movimiento mientras mi cerebro trabaja una vez más, en busca de pieles, en busca de Budi, en busca de las categorías de los tonos de piel que he oído-.

Aparto la mirada, de su mano, de él, del suelo que pisa, vuelvo a bloquearme, a perder las respuestas entre lluvias de datos, y él es familiar desconocido al que temo testar su paciencia.

Moreno, pero sin llegar a tostado. Su piel se asemejaba a un bronceado de tres semanas de playa en un piel rosada, pero claramente era su color habitual, sin marcas ni espacios que desentonaran entre los pelos de su barba.

>> La pigmentación de su piel era parecida a la de los nativos americanos, como canela, y lejos de ser café.

Vuelvo a buscarle con la mirada, para determinar si todavía me tolera o si sus ojos han encontrado esa mirada que me condena a ser una niña a la que se le ha comido la lengua el gato, una vergonzosa sin vergüenza e infinito dolor de cabeza, pero una niña con madre a la que volver a sentir y despedir.

¿Habías visto el mar anteriormente? -cuelo mi curiosidad por su experiencia entre respuestas.

Aparto mis mano entonces, tomando una pizca de consciencia de que la regla de normalidad dicta no ir tomando manos ajenas solo por corroborar su existencia o encontrar un nuevo punto de sujeción al presente.

No les he contado nada -me refiero a los médicos-. Con quién hablé me creyó pero luego... Me desmayé y la doctora Geller malinterpretó mi cerebro -me encogí de hombros y también miré mi camisola de hospital, - qué forma más incorrecta de presentarme- pagó mi cabello que arrugue entre mis dedos.

Viste una explosión y te llevaste un corte.- declaré aunque más bien protestaba ¡que salvajes!

Me encuentro con sus ojos y me lleno de su espiritual compañía y agradable familiaridad. Asiento sin perder el contacto con su mirada y entonces me pellizco la mano y giro la piel en un experimento con una disculpa por adelantado en la mirada- ¿Y Wamai? ¿Lo has sentido?

Cargando editor
27/02/2016, 13:45
Narrador

El pellizco llega a tu propia piel, en el mismo lugar en el que los dedos de la mujer estiran la suya. No es más que una leve punzada pero te hace sentir la magnitud de esa conexión que os une, no sólo en espíritu sino, al parecer, también físicamente.