Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Wamai)

Cargando editor
01/03/2016, 03:21
Wamai Saád ú

Le sigo, intenta decirme que vio a un hombre un poco menos negro que yo... hasta menos que Jimiyu, que Nyha, o eso creo, y con barbas. Y vuelve a mis ojos tras esconder la mirada, me pregunta por el mar, y me habla de la doctora Geller... adoro el mar dentro de mi cabeza, y no sé quien es la doctora Geller en la suya, pero me gusta escuchar la voz de Milka. — Las escuché — las explosiones digo, y vuelvo al gesto de “boom” mas cerca de mi oreja mientras sigo sus nuevas palabras, viendo como tras asentir, finaliza con un pellizco así misma, pellizco que noto yo mismo — uh, uuh — doy un par de pasos frunciendo el ceño, me agarro mi propia mano, y vuelvo a los ojos de niebla de esta pequeña gacela — Si, si, Wamai lo nota! — respondo sorprendido — ¡Vudú! — magias prohibidas, o algo muy parecido. 

Pero no me lio en pensamientos, aun con sorpresa. Respondo a sus preguntas — Y no, no. Solo había visto mar en pantallas — aseguro — y en los carteles de la gran ciudad — también. — Pensaba verlo en Mombasa... algún día... — lejano... y tal vez inexistente porque uno no tiene/sabe ni como llegar, pero... justo como las visiones de hoy, así que a lo mejor... sí existe el día y uno encuentra como llegar — Pero ya lo ví, es gigante — le digo mientras me sobo la nuca, aunque no huele como esperaba — Uno se quedó con las ganas de correr hasta él — le sigo contando, con tintes de emoción en mis palabras — Pero también había una presencia brillante allí. Como Milka, mas dorada — Intento corresponder mi explicación a la suya — Si, tenia la piel... mas... dorada — mejor lo dejo ahí. En circunstancias normales no las diferenciaría, no es difícil ver blancas en el centro de la gran ciudad, pero aunque sumamente iguales estas se sienten sumamente distintas — Era Ruth, de Tamara — le digo — Pensé que era un sueño de magias, un angel, o un mensaje de la tierra  — o por el mar, de Mukuru desde allí donde su alma habite. Y muchas cosas mas, mezclando todas con magias africanas — A la primera hembra... bueno, no pude conocerla — Tampoco me olvido de ella, van 3. — Pero no sois visiones raras, sois... ¡gente! — exclamo como muy alto, pero en bajito. Miro al techo.

Y mirando al techo... me viene algo a la cabeza, vudú, al cerebro mas bien. Observo el pelo y cabecita de mi especial compañia — No hace frío aquí, pero... ¿Milka no tiene frío así? — con una sabana de esas por ropa, de hospital. Vuelvo a sus ojos grises, y le susurro ladeando mi gesto — ¿Si la doctora Geller le corta el cerebro a Milka, lo nota Wamai? — Oh...! ¡Dioses míos! Mukuru! Y madre Tierra de todos los ciclos! Espero que Geller cambie de opinión.

Cargando editor
04/03/2016, 01:56
Milka Bendij

Cuando manifiesta sentir el pellizco que he plantado en mi piel, me apresuro a presionar la palma de mi mano contra la zona rojiza de mi piel, más por creer hacerle bien que por el dolor de mi mano. Las he maltratado tanto que he perdido toda empatía con ellas, cuando quieran dejar de doler, encontraran una nueva excusa por molestarme.

Él lo llama vudú, pero yo no me creo muñeco, será otra magia, más divina seguro, pero en cualquier caso estamos más unidos de lo que mi corazón pretende hacerme creer; él y yo y Budi, tal vez- Tal vez nuestras almas fueron una antes de volver a la tierra -cruzo los dedos corazón e índice sin dejar de presionar mi mano pidiendo a Dios que me hable-.

Y entonces alzo las palmas de las manos, prometiendo inocencia- No lo creo vudú pero te debo una disculpa - busco su mano con los ojos y me avergüenzo de haber sido un médico, de experimentar y de que me resulte interesante-.

Le escucho narrar su impresión del mar, disfruto sus palabras y siento en mi aquella libertad a la que asocian al océano, quizás la entiendo ahora por el aliento del encierro que siento echar en mi nuca, quizás por lo soñado que suena la imagen en su voz.

¿Por qué no lo hiciste? -escurro mi pregunta entre sus palabras con timidez, incapaz de esperar a averiguar si mi duda se responderá sola, incapaz de escuchar las riñas de mi madre por ello aunque bien que llegan a mis oídos y desde dentro.

Sonrío cuando pronuncia mi nombre, y me siento absurda, me resulta tan familiar y próximo como para no escuchar a mi madre y permitirme interrumpir sin ánimo de hacerlo, pero sin estar pendiente de mantener mi boca cerrada y realmente no somos más que desconocidos construyendo un mismo puzzle de 5000 piezas sin más que las esquinas del marco.

Menciona a la otra mujer, y su nombre me predispone a juzgarla de bien, y la amabilidad de las palabras de Wamai me llevan a confirmarlo, quizás sus almas también se mezclaron al regreso. Quizás el asiático no fue un sueño ni un recuerdo, quizás la mujer del hotel tampoco lo fue. Quizás realmente estuve en su muerte y no hice nada. Quizás Dallas se ha equivocado.

Pierdo a Wamai en ese recuerdo que no puedo evitar y como siempre mis manos se congelan, mis ojos perforan el espacio y mi garganta libera un grito que guarda todas las fases que me ha hecho vivir aquel mismo disparo: pánico, horror, tristeza, y, ahora, culpabilidad.

Parpadeo buscando las miradas preocupadas, asustadas y cansadas de mis hijos y en su lugar sigue Wamai, reconfortante aun en la incomprensión.

Gente y entornos -coincido-. Y fe.

A punto estoy de negar con la cabeza al frío, y de cerrar mis brazos sobre mi cuerpo enrabiada por esa ropa cuando Wamai encaja en aquel puzzle tendido en medio de alguna estación de trenes otra pieza y convierte mi miedo en nuestro miedo y mi peligro en el suyo.

Recuerdo a Budi, mi sorpresa, sus palabras, su tristeza calcada en mis ojos, sus promesas y nuestro juramento- No vamos a dejar que lo consigan -recito con mi voluntad perdida en ese aliento de mi nuca que cada vez es más intenso- No dejaré que lleguen a ti, Wamai -prometo a sus ojos desde el fondo de los míos-. Lo prometo -estiro mi meñique hacia él en un gesto reflejo que me han inculcado mis hijos-.

Cargando editor
05/03/2016, 09:42
Wamai Saád ú

Veo como alza las palmas y no dudo en hacerlo yo también. Amani. Paz. Lo hago muy amenudo. Y no, quizá no sea vudú, ella lleva razón. Me manoseo el pescuezo a dos manos pensando. No hay peleles de tela, ni tampoco recipientes extraños para ello. Entonces... a lo peor es magia roja condimentada con efectos del vudú. No se que sería mejor. Y no soy dado a llamar a las malas energías, menos en alto, pero no puedo evitar mencionarlas, pensar en mancias ocultas, y los tabús de toda mi cultura con Milka ante mis ojos.

No te disculpes, tengo las manos entre ramas todos los días — y de hecho estuve a punto de decirle "hazlo otra vez". Uno no ve hechizos de estos todos los días — Pero Milka no debe aguantar la respiración — añado, intentando quitar peso con una nueva sonrisa. En cuanto al oceano, tal vez me bastó con sentirlo cerca. O tal vez es que estaba tan boquiabierto que no tuve margen mas que para cerrar la boca— El mensaje parecía la hembra con ojos de mar, no el mar... pero el tiempo voló rápido — Aunque no descifré ningún mensaje mas allá que un sueño muy lucido, y que ahora sé un poco mas real.

No tarda ella en dar un equilibrio positivo a mis palabras, a mi pregunta anterior. Aquella que me conecta no solo a su alma, si no a su cuerpo también, como música. Y aunque en el fondo la respuesta de Milka también guarda un "quizá sí" tan grande como el parque nacional de Nairobi, todo lo que pueda inquietarme sobre mi cerebro, o el suyo, pierde peso con una pequeña frase protectora, aunque la entiendo de forma literal, y respondo como tal — Wamai corre mucho, Milka, tu no dejes que te cacen — y termina con una promesa que me agrada. Las promesas prometen. Veo que me apunta con el mas pequeño de sus dedos, y desconozco que significa esto para ella, pero tras un breve segundo recorriendo su blanco meñique con las pupilas, imito su gesto y apunto en su dirección. Ella no dejará que lleguen hasta mi, dice, yo no quiero que lleguen hasta ella, digo. Ahora... ¿como? desde aquí, mi sabana, hasta la muy lejana Europa — Yo prometo ayudarte, aun no sé como... pero lo haré — se lo aseguro, me uno a su causa, ya mía. Como poco no dejaré que me vuelvan a cruzar la cara. 

Y mis latidos aumentan por momentos, pues Milka parece otra hembrita tallada en fino cristal. Necesita al menos, una pata de conejo blanco, 2 velas marcadas y conocer la historia Zulú de las lagrimas del guepardo, para calmar su alma. Pero sobretodo, sobretodo, sobretodo... sonreír, para empezar a curarla. Engancho mi meñique al suyo y aprieto despacio. De poder hablar por si solos, mis ojos estarían diciéndole “Tranquila”

Cargando editor
08/03/2016, 11:43
Milka Bendij

Busco sus manos cuando se refiere a ellas, no porqué lo necesite para saber como son y descifrar en su piel cada recuerdo de las marcas de las ramas en ellas, no, sino para todo lo contrario, para verlas y no recordarlas. No quiero perderme en ese momento, no quiero ahogarme entre manos, solo me interesan las suyas, las mías, y ese dolor compartido que se ha vuelto dulce con la aceptación de Wamai y el inicio de una respuesta al porqué de sí mismo.

Le sonrío a canon con la sonrisa que él dibuja y que siento más que ver, la intuyo como un consejo que no tardo en seguir y a punto estoy de volver a probarlo, pero con una vez me basta, tal vez tendría sentido otra cosa; tal vez no lo sienta si estamos separados, como no sentí esa rama hasta verle.

Levanto la mirada de sus manos para oírle hablar de la mujer del mar y escuchar ese pequeño chiste sobre el tiempo. Qué agradable sería poder ignorar tan solo algunos segundos de él, pero supongo que ello no entra en el plan de Dios, supongo que sería desagradecido. Y es entonces cuando mi corazón se detiene al recordar aquello que mis manos han perdido al llegar al hogar de Wamai: el teléfono de Aharon, la voz de Dorian, mis palabras hacia él.

¿Cómo volviste de la playa? - busco mi pelo nerviosa, y doy con uno de los mechones maltratados por mis manos que esta vez, solo escurro entre mis dedos índice y corazón por pura culpabilidad por esas puntas deshilachadas.

Temo volver, temo no poder justificar mi ausencia, temo que Geller la justifique por mi, temo haber asustado a Dorian, pero más temo no poder volver esa misma noche, perder la oportunidad de abrazar a mis hijos, de arroparles, de prometerles no en vano que todo va bien.

El dedo más chico de Wamai alcanza el mío, y con ese pequeño gesto, e inmenso contacto, sonrío más con los ojos que con la fina línea de mis labios. Y aunque tampoco puedo imaginar qué puede hacer para ayudarme más allá de lo que ya ha hecho, más allá de ser calma, respuestas y esperanza, le creo en ese futuro de sus palabras, porqué no lo conozco pero mi corazón declara que haría lo mismo y todo mi alma se tiñe de una palabra: familia.

Ya me han cazado -confieso lo que mi ropa grita y aparto la mirada a los meñiques para no guardar dentro de mi su decepción-.Pero voy a escapar-prometo de nuevo con el meñique todavía enlazado al suyo y mi alma vibrando más fuerte y decidida que nunca. Segura tras esa promesa de ayuda de Wamai que me sostiene casi como los abrazos de Adam-.

Tengo ayuda en camino, razones para confiar en mi corazón y solo un marido al que convencer para volver a abrazar a mis hijos, para cumplir una promesa repetida y proteger a los míos. Huir nunca ha sido un problema para mi, pero esta vez no quiero hacerlo, no sola, ni solo con Dallas.

¿Tienes hijos? -retiro mi meñique y busco esa puerta por la que ha salido su amiga, curiosa por echar un vistazo fuera pero comprendo porqué no se bañó en el mar. Con él es fácil hablar-.

Cargando editor
09/03/2016, 18:57
Wamai Saád ú

Veo que Milka me regala una sonrisa, así que sumo algo de alegría a mis palabras, aunque respuesta... no tengo, o eso creo — No lo sé, Milka -me gusta mucho decir su nombre- De repente... — meneo mi otra mano con duda, llevando mis ojos al viejo techo que nos cubre día a día — ...De repente volví. Y creo ademas, que nunca me había ido — apunto con algo de emoción, emoción de gustarme aquello que no entiendo — Jimiyu me dijo que hablaba con dioses — susurro con gracia y fuerza. Me llevo una mano abierta al centro del pecho de nuevo — Jimiyu, mi hermano — y mucho más que eso. El nacido en épocas de sol. Apuesto a que ya está durmiendo. Mañana es Subira, digo... otro día.

También me dice que ya la cazaron. Pero ¿quien...? ¿Los médicos? ¿le impiden marchar?. Frunzo los labios a un lado. No sé en que clase de lugar está metida, pero aquí quien quiera vacunarse en una carpa tiene que hacer cola voluntariamente, si es con mascarilla mejor. Casi lo mismo en la abarrotada clínica publica. Estoy seguro que uno, y una, podría escaparse paseando sin que nadie se opusiera. Pero aprieto una ladeada sonrisa cuando, justo al momento, me dice que piensa huir apretando más el meñique — ¿Milka tiene un plan? — Jimiyu y yo somos buenos planeadores, aunque siempre sea el mismo. Pero ella es blanca... y los blancos siempre tienen chelines para ejecutar planes más mejores. Con esto aun estoy pensando en como puedo ayudarla. No puedo hacerlo directamente, creo, pero si su suerte es la mía estoy seguro de que existen maneras mas atrevidamente espirituales de hacerlo. Tan solo debo esperar a que alguna llegué a mi mente.

Mama Dunia kutarajia ishara. 

Y fue agradable sentir su minúsculo dedo apretar el mio durante unos largos segundos. Cuando me lo suelta percibo que lo que nosotros hacemos con las manos, ellos lo hacen así. Pero me pregunta por hijos. ¿Hijos? pienso en las olimpiada de bebés. Respondo — Nooo, no, Wamai aún no tiene bebés — Y no obligado, los hijos son casi necesarios para proseguir en muchos aspectos de nuestros ciclos. Algún día, pienso sin mas — ¿Milka tiene hijos? — le devuelvo la pregunta, y levanto una palma recta hasta la altura de mi estomago, refiriéndome a la posible altura de un niño no muy grande.

Por ultimo veo como ella se fija en la puerta, y casi sin querer vuelvo a su pregunta anterior, a mi memoria — Wa... Wamai... regresó mientras se abría una puerta — normal y corriente, me rasco la cabeza. Lanzo un vistazo a la puerta de mi casa y enarco ambas cejas — ¿La abrimos, Milka? — a lo peor tiene el mismo efecto que abrir una ventana, pero a lo mejor provocamos magia. Que sé yo.

Cargando editor
09/03/2016, 22:19
Milka Bendij

Dice no saber como volvió y esa respuesta no entra en mi de un modo violento, ni rasga esperanzas pues estas todavía no han sido creadas y justamente mi corazón se habían allanado a esa respuesta. Tampoco yo sé cómo he llegado.

Busco mi último recuerdo ligado a Alemania, lo busco en lo más próximo de mi presente y descubro que no es más que el recuerdo de una mentira a mi hijo y me resulta inevitable pensar que tal vez por ello me he alejado de él.

Cierro los ojos con el mismo dolor por la dulzura de su pregunta que sentí al oler el café que perfuma el aire de la habitación, de ese hogar. Y alzo con Wamai los ojos al techo como si yo fuera la sombra de su títere en un fuerte de sábanas.

Veo el techo, la bombilla solitaria y en mi parece una sola palabra "pronto" unida a la necesidad de cerrar los dedos de mi mano para sostener algo en ellos. Recuerdo mi llegada y grabo en ese recuerdo un sentimiento cada vez más fuerte de hogar de saberme en el lugar correcto.

Al escuchar que creía jamás haberse ido vuelvo a bajar la mirada para acudir al presente que es Wamai, para absorber aquella calma que parece rodearle y que necesito tanto como la carta perdida que completa la escalera. - No, nononono no. Wamai no puedo estar allí, no puedo estar sin estar consciente. - mis pupilas se dilatan histéricas y mis manos buscan mi cabeza para comprobar que no tengo medio cráneo fuera de sitio.

Palpo mis sienes y mi frente pero no son mis palmas en mí, sino la suya en su pecho la que airea el cosquilleo del fugitivo que empieza a escalarme desde mis pies. - Jimiyu -memorizo el nombre de su hermano y estoy segura que es un hombre que trae felicidad bajo sus pies, solo su nombre ya es un auténtico susurro de alegría que obliga a sonreír a quién se atreva a pronunciarlo-.

Ni mis pulmones ni mi corazón saben disminuir su ritmo y pronto mi sangre decide abandonar mis manos en gran medida, pero me han enseñado a no molestar con mis ansiedades y eso es justamente lo que hago.

Mi plan es huir. Esperar a que todos duerman y entonces, correr -soy consciente de que no es un plan elaborado pero cuando lo pensé no temía por más cabezas que la mía-. El hombre de la habitación vacía, Budi, me dijo que vendría alguien a buscarme. Y si todo falla, mi hermana -me sorprendo gratamente ante la naturalidad con que ese título nace al pensar en Dallas- va a sacarme aunque tenga que ... usar métodos poco convencionales -prefiero omitir sus palabras por parecerme ambas una locura que no quiero que Wamai crea-.

Me hace gracia esa "o" alargada al negar los hijos, pero por educación y decoro aprieto mis mejillas para mantenerme lo más neutra posible a su respuesta a la que únicamente asiento y agradezco que me devuelva la pregunta, agradezco cualquier excusa que me facilite poner sus nombres en mis labios y sus recuerdos en mi mente. Callo unos segundos, perdida en esa altura marcada y en un determinado momento de mis recuerdos lleva toda la razón.

Tres. -respondo poco después sin creer que el momento se hubiese podido perder- Vinieron juntos: Ariel, Vivían y Dorian- sonrío enmimismada y levanto mi mano a la altura de mi hombro para marcar su tamaño exacto-.

Mis labios están más que dispuestos a seguir contándole cosas de ellos y mis oídos son curiosos por más de lo que podría considerarse adecuado, pero esa puerta y la iluminación del chico lo barren todo de la mesa, justamente esa misma que ellos han parado.

Vuelvo a ser consiente de los punzones de mis nervios y de que debería estar en Alemania protegiendo mi cuerpo, protegiendo a Wamai, a Budi y quizás incluso a la mujer de la playa o al novio de Carla, y aun así miro esa puerta con desconfianza mientras me acerco a ella.

Escucho la pregunta de Wamai y mi mente niega con un sonoro "no" asustado pero mi pecho no le secunda, ni siquiera mi voz. Mis pasos hacia ella son cortos y cautelosos. Mi mano se alarga sola a un lado, en dirección a mi anfitrión, ahuecándose para recibir la suya, buscándole con el tacto pues mis ojos no encuentran un camino fuera de esa entrada, o salida-. ¿Y si desaparezco, Wamai?-¿Cómo sabré que estás bien? -aprieto mi mano si llegó a alcanzar la mía, y si no lo hizo, no queda más que un puño recogido en un ovillo de nervios -¿Puedes recitarme tu dirección?

Cargando editor
11/03/2016, 13:37
Wamai Saád ú

Manifiesto expresión de curiosidad ante sus movimientos, se toca la cabeza, aunque no tardo en leer preocupación en sus gestos, y pronto comienza a explicarme su plan de fuga. Presto atención. Espero algo enrevesado.

Y pienso que así es, pero no quiere decir que así sea... pues según me dice, todo queda en cuestiones de paciencia y velocidad — Ohm...  — Bueno, no suena mal... no es culmen de los planes, pero no suena mal —  Lo sencillo es menos complicado... ¿no? — me doy la razón — El hombre de la habitación vacía – y repito con ella, Budi. Sigo lo que me cuenta. Aunque vuelve a decirme habitación vacía ¿porque vacía? — ¿Vacía? — ¿No hay una silla? ¿una maceta? ¿nada de nada? A esa habitación le hace falta alguna figura. Pero no me entretengo con minucias, pues me dice que tiene una hermana con metodos... extraños, y... ¡3 hijos! 

Me sorprendo, dio a luz a 3 bebés, pero mi sorpresa se dobla cuando añade que vinieron a la vez. Son bien nacidos. No voy a decirle que aquí es muy dificil sacar dos, y que muchas madres no consiguen vivir para ver uno. Pero Milka debe significar `numen de la fertilidad´. 1 alegría, 2 suerte y abundancia, pero con 3 ya tiene que estar una mecida y bendecida por la mismísima madre tierra — Dorian, Vivian, Ariel — repito, pues veo que no pierde ese halo de inquietud, pero parece que le brillan los ojos cuando pronuncia sus nombres. 3 motivos — Tres — señalo su vientre. Pequeños grandes machos, y ya le dan por los hombros. 

Y le quiero preguntar mas cosas. Quiero preguntarle donde está el padre, por sus mayores, sobre su hogar. Pero cuando me pregunta que pasa si desaparece en el aire... no puedo evitar perderme en respuestas fáciles, como "Saldrás en Jambúr", “Si Milka desaparece, que repita el gesto”. Pero observo como se me escapa hacia la puerta casi de manera hipnótica, y me vuelvo a perder simplemente en ella... ¿Mi dirección?.

 — Esto es... Avenue Mbagazi —  agarro su blanca mano antes de que se cierre — El cafetal. A poco mas de un día y una noche del charco envenenado. Magadi — añado, dicho desde mi propio prisma no tiene perdida. No deseo que Milka se vaya de mi lado, seguro, pero los pequeños hombrecillos blancos la esperan, y no deben cortar su cabeza ni por todas las gallinas del mundo. 

Y... es ridículo, pero yo también me quedo pasmado ante la puerta, llevo entrando y saliendo por ella toda la vida, acaba de salir Nyah, pero justo en este momento... me parece lo mas misterioso del mundo. Muestro una sonrisa con mil sensaciones — Vamos Milka, haz magias ocultas — le animo con la mirada, aprieto su mano.

Cargando editor
15/03/2016, 13:16
Milka Bendij

Asiento a su amabilidad ante mi plan y, de inmediato, decido que voy a necesitar uno nuevo, o dos o tres, que voy a necesitar tantos repuestos como me sea posible aunque alguno implique volar.

Vacía, sí, solo estaba yo, hasta que también estuvo él -y es que no entiendo el vacío de otro modo que por la ausencia de personas, otro concepto es imposible de imaginar, imposible de realizar; y por ello su pregunta no encuentra respuesta, porqué mi madre me había enseñado las retóricas.

Luego repite los nombres de mis hijos, reordenándolos a su antojo y una punzada fina y metálica cruza mi cerebro y estoy segura que en la cafetería de Alemania Ariel acaba de dar un golpe en la mesa al levantarse e intentado un portazo al marcharse a zancadas hasta el coche de Dal. Y sé que Astrid pagará esa ala de mariposa rota como siento el sabor del "no" asomarse por mi garganta y mi cuerpo preparándose para escucharla pidiéndome que la compense con un perro.

Pero fuera, lejos de Alemania y junto a Wamai, no existe todavía ningún tornado, y bien me recuerda su mejilla -y la mía después- que pueden existir también en estas tierras.

Mis pies me han llevado a esa puerta, mi mente ha entregado el monosílabo destinado a Ariel a Wamai, mi mano ha optado por quedarse y mis palabras han buscado cómo volver.

Escucho su dirección, con gran atención, y en cuanto termina aprieto su mano como diciendo "recibido", como apuntando que ya no me da miedo esa puerta mágica pero esperando que su mano y su calma se queden un poco más conmigo.

Alargo mis dedos a la manecilla y me tomo mi tiempo para ajustarlos en el punto exacto en que deben estar, y mi corazón no sabe si correr o pararse así que intenta ambos. Mis ojos se escapan de la puerta por mis dedos pegados al pomo en cuanto siento el apretón de Wamai y ellos corren a buscarlo- Dios quiera que nuestras almas vuelvan a reunirse. Dios te tenga en su gracia y te proteja.

Tiro de/empuje* la manecilla imitando el gesto que había hecho Nyah y mientras una mano busca la salida directa al infierno, la otra se aferra a través de Wamai a ese hilo que nos une como familia.

Notas de juego

*¿cual es correcta?

Cargando editor
16/03/2016, 23:21
Narrador

El tacto de la mano de aquella mujer te aporta una sensación cálida. No es una cuestión de temperatura, ni mucho menos, sino como si por primera vez alguien fuera capaz de tocar tu alma con sus dedos. Vuestros pasos os dirigen hacia la puerta de tu casa, y puedes sentir la expectación creciendo desde tu estómago. Ella pone la mano en el pomo de madera, tira de él hacia sí, empieza a dar un paso hacia fuera... pero ni siquiera llega a apoyar el pie cuando te das cuenta de que estás a solas.

Es como si el hilo invisible que te unía con ella se hubiera estirado hasta desprenderse por la tensión, dejando en tu pecho esa extraña sensación de soledad que ya experimentaste al abandonar Tamarama. Tu mano se encuentra donde lo hacía un instante antes, pero ahora está vacía, como si algo te hubiera arrebatado de entre los dedos el tacto de esa mujer. De Milka.

Puedes escuchar en el exterior las voces de alguien cantando en alguna casa cercana, también algunos sonidos en el piso de arriba, en la habitación que compartes con Jimiyu. Por lo demás todo está tranquilo. A tu alrededor las cosas parecen haber vuelto a la normalidad, de no ser por esa sensación remanente en tu pecho diciéndote —gritándote, incluso— que aquello, Ruth, Milka, es diez veces más grande que lo que viviste el día anterior en el cafetal. Y que, probablemente, sea sólo el principio de algo mucho mayor.

Cargando editor
17/03/2016, 19:51
Wamai Saád ú

Noto como ella busca algún norte al que agarrarse, quizá mi mano, tal vez mi puerta. Yo creo que hace una rato que perdí el mio entre ambas. Ahora sé que Milka porta el sosiego que toda madre gesta entre estaciones. Me gusta Milka. Lecho de vida. Uno jamas conoció a la madre que le trajo al mundo. Alguna que otra vez... sin querer, me imagino como sería entre colores borrosos, muy bella, como si de un cuadro pintado con dedos muy pequeños se tratase. Ahora también intento imaginar a sus 3 pequeños hombres blancos de este modo.

Inspiro aire cuando abre la puerta, por un segundo temo decepcionarla con el ritual improvisado y que nos quedemos escuchando algún coro de grillos africanos, sin más. Pero mi grata compañía se esfuma como si nunca hubiese estado aquí, dejando ese pequeño gran vacío en mi mas profundo yo... tras una puerta abierta. Siento un chaparrón de realidad bajo el manto de En-Kai, según samburus y masais, que me deja un poco frío. Y suelto el aire que contenía en un pequeño suspiro.

- ¿Funcionó? - Me pregunto elevando una ceja mientras deslizo mi mirada por todo el marco de la puerta. Y por dentro algo me pide que abra/cierre una y otra vez hasta que Milka aparezca de nuevo. Pero contengo al gusano curioso, no sé si por coraje, por la preocupación que podía notarse en ella, por sumo equilibrio, o todo a la vez. Por el momento, agarro una escoba con la pretensión de no tocar dicha puerta, y tras desplazarla, la empujo con la punta del palo para dejarla bien cerrada. 

Dejo la escoba mientras escucho algún sonido sobre mí, voy hacia el cuarto*. En principio pretendía hacer marcas blancas bajo mi cama para protegerme de posibles energías fariseas, pero debo pensar algo que incluya a Milka, no con protección, si no con la mejor de las suertes.

- ¿Y la hembra con ojos de mar? -Pienso en Ruth también ¿Sentirá ella pellizcos?... Con todo, creo que si le digo a Jimiyu que fantaseo con mujeres blancas que me hablan... se reirá de mí. Recupero la sonrisa, mientras mis pasos resuenan de uno en uno por esas esas viejas escaleras. 

Hii ni ajabu!

 

Notas de juego

*A junto de Jimiyu!

Hii ni ajabu: esto es increible

Cargando editor
19/03/2016, 03:42
Montu búh "Jimiyu"

La sensación tras la desaparición de Milka es extraña, como si fuera una mezcla sin control de tantas otras que has vivido. Desde el lugar por el que ella se ido la puerta te mira, aparentemente igual que siempre, y hasta puedes imaginarla poniendo expresión de circunstancias.

Sin embargo ni toda su magia, si es que la posee, le sirve para quedarse abierta cuando utilizas la escoba para cerrarla. Y de alguna forma tienes la sensación de que has sido más astuto que ella.

El breve camino hacia tu cuarto lo haces pensando en qué podrás hacer para mejorar la suerte de Milka. «Ya me han cazado», había dicho ella, y de alguna forma eso se te antojaba poco rutinario y bastante peligroso.

La habitación que compartís ocupa casi la mitad del pequeño y endeble piso superior. La persona a la que se le ocurrió añadir una nueva planta vivió aquí antes que vosotros, hasta que una fiebre se lo llevó, o cogió la mochila y se fue a caminar. No está clara cuál es la historia buena, porque cada vecino cuenta una. Tú, muy en el fondo, entiendes que probablemente fueron  dos hombres distintos.

Al entrar en la habitación te encuentras a tu hermano tendido sobre la cama. En sus manos hay un trozo de madera y una navaja, además de un montón de desperdicios sobre la cama. Sus ojos te miran durante un instante, dubitativos, y una sonrisa que es mitad traviesa y mitad de admiración aparece en su rostro.

—Subira cree que Jimiyu hace elefantes, Wawa —dice casi como una queja. El por qué cree Subira eso es algo que no llega a explicar—. Ahora Jimiyu tiene que hacer un elefante para Subira, pero es más difícil de lo que pensaba.

Cargando editor
21/03/2016, 01:46
Wamai Saád ú

Entro en el cuarto con una sonrisa un poco singular, como sintiéndome un mago, hasta con ganas de hacerme un collar de hojas verdes... no sé por qué. Y tengo tantas cosas que decir, pero tantas, que sin darme cuenta piso lo que era una pieza en proceso de creación. La miro rota mientras escucho lo que Jimiyu me dice... creo que era una cebra, aparto los restos con el pie... — Jimiyu — lo nombro con aires de grandeza, como un elegido — La madre tierra me envía mensajes —.

...Y te vas a cortar – respondo mientras me acerco. Entre viendo lo que hace con el taco y pensando en mil cosas a la vez — Primero ponte derecho, Wawa no talla recostado — digo mientras me siento en mi cama — A ver, enseñame — quiero ver lo que tiene entre manos.

— Y escucha, hermano. 2 cosas — Levanto 2 dedos acomodándome un poco. Creo tener mucho que decirle, pero nada a la vez...  ademas de un claro desorden de prioridades dando vueltas en circulo dentro de mi cabeza — Wamai quiere saber quien era el macho de Nyah — Se me cruza un poco el del cable. No quiero que terminen amenazándome con un machete, pero me inquieta especialmente la hembra de cristal. Quiero saber.

— Y otra... — y ahí voy... o ahí iba, dispuesto a confesarle mis hilarantes visiones, a decirle que no son calores, si no magias. A hablarle de Ruth y Tanrana. De como los salvajes alemanes cortan cerebros, y de Milka. Pero entonces se me empiezan a entrecruzar algunas preguntas sobre la hembra con ojos de niebla, su cabeza, y la mía, preguntas como... ¿Cuando? ¿Cuando necesita ayuda? ¿y por que uno se pregunta esto ahora, y no antes que estaba con ella?... Dejo pasar unos segundos y vuelvo a darme 2 golpecillos en la frente... 

— Jimiyu — vuelvo a poner mis ojos sobre él – Necesito amuletos de la suerte, muchos — totemismo — Empezando por uno. Me da igual si piedras, tornillos, o ashantis de Ganha bendecidas. — Casi animismo Keniano. Con un objeto especial basta, pero si son 2 o 3 mejor. Mas o menos lo que hace él cada vez que pierde y remplaza uno de sus objetos de la suerte — Pero de la suerte — repito, nada de cosas raras.

Y eso, quiero amuletos para mejorar mi suerte, y que sea la de Milka. Sonrío apretando los labios hacia dentro, mirando hacia mi hermano sin parpadear durante unos buenos segundos – ¿Me prestas el tuyo? - pregunto, a ver si cuela. Esa arandela tiene algo. Acto seguido frunzo el ceño con una sonrisa un poco mas cómica — Y dime... ¿porque cree Subira que Jimiyu hace elefantes? ¿eh? — aprieto los dedos de los pies.

Cargando editor
23/03/2016, 12:48
Montu búh "Jimiyu"

Los ojos de tu hermano se fijan en ti, quedándose estáticos en tus pupilas, cuando dices que la madre tierra te habla. Sin embargo un instante más tarde, en cuando le informas de que se va a cortar, pierde la seriedad y estalla en una carcajada.

—¿Y eso es lo que la madre tierra te dice? —pregunta bromeando. En ese momento intenta hacer un nuevo corte, pero la verdad es que está tan cerca de cortarse que te mira, se mira las manos y aparta un poco el filo de su otra mano. Entonces coge su amuleto que está en la cama, a su lado, y lo besa como agradecimiento por haber salvado su dedo—. Gracias.

Después de eso asiente haciéndote caso, sentándose en la cama y apoyando la espalda en la pared. Y luego te muestra lo que tiene entre las manos. Es un trozo de madera del mismo tamaño de los que tú sueles tallar, pero está totalmente estropeado, con los bordes redondeados y cortes más profundos de lo conveniente en varias zonas. Parece como si Jimiyu hubiera intentado empezar ese elefante en más de una decena de ocasiones por lugares diferentes, y ninguna le saliese como esperaba.

En el momento en que vuelves a hablar, anunciando que tienes dos cosas que decirle, tu hermano asiente con la cabeza.

—Mañana preguntamos, Wawate dice antes de poner los puños a la misma altura, enfrentados, y chocarlos y frotarlos uno contra otro—. ¿Vais a hacer pelea de carneros? Yo tengo suerte porque Subira no ha estado con otros, y además así soy el mejor en todo —asegura evidentemente complacido.

Cuando acto seguido le pides lo de los amuletos te mira extrañado, con una pregunta en los ojos.

—Pero no podemos venderlos, Wawate dice entonces—. Si los vendes pierden su poder. —Asegura, pero parece más una aclaración que una negativa. Eso mismo fue lo que le dijo Wangera tiempo atrás, en esa época en la que él se gastaba cada dos semanas lo que tenía en amuletos sin valor, dándole así un motivo para dejar de tirar el dinero. Se toma un par de segundos pensando entonces y luego coge su arandela.

—Pensaré de dónde sacar. Seguro que este da suerte para encontrar otros si hacen falta. —Un instante más tarde se te queda mirando cuando le pides el suyo. Sin embargo no duda demasiado a la hora de acercártelo—. ¿Es para la pelea de carneros? Puedo buscar uno de suerte en peleas para eso —ofrece antes de reír y alzar la mano de la navaja—. Uno con forma de cuchillo.

Finalmente, con tu pregunta, él se encoge de hombros, con la misma expresión que pone desde niño cuando Padre le encuentra haciendo algo malo.

—Subira entiende mal algunas palabras —se excusa—, y entiende que es Jimiyu el de los elefantes. Jimiyu no miente, pero tampoco desdice lo que ella dice. Así que Subira cree que mañana tendrá un elefante, y Jimiyu que tiene un lío.

Cargando editor
26/03/2016, 00:11
Wamai Saád ú

Sabía que se reiría, pero rio yo también, pues casi casi no es para menos. Luego veo lo que tiene entre manos reclinando mi cuerpo hacia delante, escucho, y cuando me pregunta si habrá pelea de carneros, casi asiento... pero no del todo. Una mirada que masca el cabeceo entre machos es una buena representación, pero no adecuada — Hermano, los carneros tienen bolas – engruño mi nariz — Él es un macho sin bolas, seguro que solo disputa con hembras — por el tamaño de Nyah prejuzgo que solo es medio hombre, de mente.

Me masajeo el punto exacto donde Milka me transmitió su pellizco con la yema del indice, tentado de explicarle las magias que acabo de sentir a Jimiyu, pero por ello y con esto también recuerdo que no deben cruzarme la cara en una pelea de carneros — No... — niego — Solo deseo saber, Jimiyu — Y si Nyah vuela hasta Wamai, seguro sabré reaccionar... o eso espero.

Suerte es lo que busco, pero sin comprarla — Sin chelines, Jimiyu — respondo sobre los amuletos, como dándole la razón. Y no me presta su suerte, pero si me la ofrece para encontrar la mía, lo cual ya es un comienzo de suerte. Tan solo espero que la de Milka pueda esperar hasta el siguiente sol.

Sonrío luego, tras pensar. Así que Subira entiende mal las palabras y Jimiyu no desdice... pues vamos apañaos. No le digo nada. Me levanto un momento y recojo un trocito de madera, lo sobo con 3 dedos y observo la obra de mi hermano de nuevo — Al principio siempre parece que va a quedar mal, pero al final queda bien — Igual por eso parece haberlo empezado por 10 lugares diferentes. No es tan fácil, pero le animo a continuar ese pequeño elefante. — Habrá que intentar deshacer ese lío antes de dormir — vamos a ello.

Me siento en el borde de su propia cama. Voy a hacer un elefante de patas gordas para Nyah yo también – Jimiyu haría bien en observar – adopto el sabio tono de padre, un poco en broma, un poco en serio... pero invitandole a seguir mis pasos, paso a paso. — La madre tierra me dice que necesito suerte — le comento mientras empiezo a tallar – Y también me dice que me siente en tu cama para que las virutas queden a tu lado del cuarto – bromeo riendo. Quizá mañana intente explicarle a mi hermano lo que vi. Quizá mañana intente volver a preguntarle a Padre lo que escuché. Quiza mañana vuelva a ver a Ruth y a Milka, quizá, quizá, y quizá.

Y uno está seguro de que este piso lo hicieron 2 hombres distintos... 

Cargando editor
02/04/2016, 04:33
Montu búh "Jimiyu"

Desde el primer momento hasta el último tu hermano te escucha con atención, como si pudiera beber de ti cosas que le faltan. Al escucharte decir que al macho de tu nueva amiga le faltan las bolas ríe con ganas, y lo hace aún más cuando añades el comentario siguiente. Llega un momento en que sus carcajadas casi parecen rebuznos, y no empiezan a calmarse hasta que dices que sólo quieres saber.

Luego, cuando aceptas su aclaración de que no habrá dinero de por medio con el asunto de los amuletos, él asiente conforme. No parece plantearse demasiado para qué puedes necesitar tanta suerte, y con lo que le conoces sabes de sobra que no lo hará al menos hasta pasado un buen rato. Ahora parece que tenga la cabeza en otro sitio. Probablemente en Subira.

En cuanto empiezas a explicar cómo proceder con el elefante casi puedes ver sus orejas moviéndose, apuntando más en tu dirección para escucharte mejor. Si antes te estaba haciendo caso ahora es mucho más que eso: toda su atención está puesta en ti, como si la vida le fuera en ello. Sus pupilas están dilatadas y se alternan entre tus ojos y tus manos, y cuando le invitas a seguir e imitar tus movimientos paso a paso es evidente que aquella le parece la solución ideal. Se echa un poco hacia adelante con el cuchillo entre manos y ni siquiera espera a que hagas el primer grupo de cortes para intentar hacer lo mismo. Varias veces está a punto de cortarse, y es evidente que es mucho más torpe que tú, al menos con eso. Sin embargo él parece no darse siquiera cuenta de sus sus errores, afanado en encontrar el elefante que se esconde dentro de su trozo de manera.

Sus ojos vuelven a buscar los tuyos una vez más, cuando hablas del asunto de las virutas, y él se encoge de hombros.

—Recoger trozos de madera es un precio pequeño por un elefante —dice antes de formar una enorme sonrisa—. Y además Jimiyu tiene pulmones fuertes, y las virutas pueden querer cambiar de lado.

Durante los siguientes minutos vas guiándole poco a poco. El resultado de su trozo de madera es bastante malo, peor que los tuyos cuando empezaste, y no está muy claro si tiene cinco patas o cuatro y una trompa. Aún así él está claramente satisfecho, y aunque podría retocar de cien maneras su trabajo se encoge de hombros al darlo por concluido.

—Subira no dijo que no lo quisiera enfermo —bromea divertido. Luego se inclina en tu dirección, esperando ver tu trabajo.

Notas de juego

Si quieres que los dados decidan cómo te ha quedado haz una tirada de Destreza + Pericias, por favor.

Cargando editor
04/04/2016, 02:10
Wamai Saád ú

Es cierto que las virutas pueden decidir cambiar de lado fácilmente, pero siendo así, creo que lo justo sería abrir una ventana y esperar a que el primer soplo de la madre tierra decida quien barre el piso. Rio para mis adentros, pero también para mis afueras, seguramente termine barriendo Wamai.

Durante los siguientes minutos le doy a la navaja tratando de alcanzar a mi hermano -con relativa rapidez- mientras lo guío cuanto puedo. Los minúsculos restos vuelan en espiral entre mis piernas, uno tras otro... Primero doy forma al trozo de madera con largos cortes. Comienza siendo una especie de cuadrado amorfo, lo que será una trompa y 4 patas en bloque sin definir. Poquito a poco lo redondeo con trazos más cortos, y finalmente matizo el pequeño elefante de patas gordas agarrando la navaja como si de un lápiz se tratase, ojos, 2 pequeños colmillos y cola. Soplo los pequeños cumulos de polvo varias veces.

Cuando ya estamos cerca de terminar nuestras piezas, planto nuevas palabras en el aire — ¿Sabes, Hermano?... — alzo una ceja retocando las orejas de mi pequeño elefante, y bajo una mirada al piso — La gente también pagan chelines por un bolsa de virutas — doy una ligera patada de aire para que vuelen... con lo facil que es hacerlas. Entonces giro mi cuerpo para ver su obra más detenidamente — ¿Enfermo?. ¿Cuantas patas tiene eso? – le pregunto bromeando. — Yo creo que le gustará — sentencio. O se reirá un poco, que siempre es bueno.

Y uno habla mucho, pero a ver como a quedado el suyo propio. Agarro mi pequeño elefante con indice y pulgar, cierro un ojo y lo observo con el otro. Se lo lanzo a Jimiyu, espero que no se ria mucho — ¿Que te parece, hermano? — 

- Tiradas (2)

Notas de juego

¿Correcto? La verdad es que no supe si usar la tirada corriente porque no podía poner el d10 ^^

Bueno, tengo que ser optimista! XD

NdM. Correctísimo, aunque has tenido muy mala suerte con la tirada XD. Para la siguiente, cuando sea de tallar marca la casilla "Especialidad", que te repetiría los 10s automáticamente. Si quieres puedes repetir la tirada para ver si la sacas, pero subiendo un +1 a la dificultad.

Cargando editor
06/04/2016, 02:40
Montu búh "Jimiyu"

En el tiempo que pasas dando forma a tu trozo de madera lo cierto es que esta parece rebelarse contra ti, como si de alguna manera no quisiera que le dieras forma. Puede ser porque estás más pendiente del trozo de tu hermano que del tuyo o porque tu cabeza está en lugares situados más lejos de lo que has ido jamás, pero el caso es que tu resultado se parece a un elefante tanto como a una cebra. Los intentos de arreglarlo, además, sólo lo hacen más delgado, y el bulto que le queda en la parte superior haría pensar que lo que tienes entre manos es un camello con trompa. Viéndolo por el lado bueno, es probable que no haya uno igual en todo el mundo.

Tus palabras llaman la atención de tu hermano, y sus ojos brillan en el momento en que dices lo de los chelines y las virutas. Sin embargo se encoge de hombros y vuelve a su elefante, como si no le importase.

—La gente está loca, Wawaasegura, aunque en su tono puedes sentir la resolución de quien ya está tramando algo. Quizá algo como convencerte de dejarlo así y barrer mientras duermes, como si pudiera no despertarte. Su manera de disimular es tan pobre que no tarda en buscarte con los ojos—. ¿Y dónde dicen que pagan por eso? —pregunta con un interés notorio—. Habrás perdido muchos chelines estos años entonces —valora sin que se le pase por la cabeza la posibilidad de que le estés engañando. En el momento en que las virutas vuelan sus ojos las miran en el aire, y casi parece que esté intentando ver dónde cae cada una para tenerlo fácil más tarde, o para no dejarse ningún chelín en forma de madera en el suelo por descuido.

Justo después, cuando bromeas sobre su elefante él lo mira ladeándolo, como para contar realmente el número de patas, pero no ha llegado a la tercera cuando se da cuenta de tu broma y alza los ojos con una sonrisa.

—Podría haberle hecho dos de repuesto —comenta bromeando—. Así si se rompe alguna seguirá siendo un elefante completo. Y seguro que corre más —expone como si realmente una figura de madera pudiera echar carreras.

En el momento en que le lanzas el tuyo lo coge al vuelo, y al empezar a examinarlo se echa a reír de inmediato.

—Es un elefante gracioso —es lo primero que asegura—. El mío está enfermo, pero el tuyo ha muerto de hambre hace dos lunas. —Entonces lo mira más detenidamente—. Y su cara se parece a la de Muthengi —asegura antes de reír de nuevo. Busca entonces alrededor, pero no encuentra ninguna viruta como la que está buscando—. Puedes ponerle un palo pegado, Wawa, y te azotará por las noches mientras dormimos.

Cargando editor
08/04/2016, 11:23
Wamai Saád ú

Yo creo que tropezaría - opino sobre las patas de repuesto. Y voy a responder a su notorio interés, pero sonrío con las risas que brotan a raiz de mi pequeño elefante amorfo, pues es inevitable — Tampoco está tan mal — miento con una amplia sonrisa, hasta el suyo está mejor. Mi elefante llevará muerto no dos, si no tres o cuatro. Y tras unos segundos me resulta imposible no unirme a sus risas. Suelto una carcajada mientras dejo caer mi peso sobre un codo y estiro el otro brazo hacia él — Las hembras van a pensar que hicimos elefantes ebrios, Jimiyu! — Ebrios nosotros. Me pongo derecho de nuevo — Estas cosas hay que hacerlas con tiempo, no así, corriendo — niego con mas seriedad, aunque mi pilla expresión denota que no pretendo que me crea, solo excuso mi chapucilla - Además, las navajas no están bien afiladas, así Wawa no puede - me excuso un poco más. Y Wamai no piensa regalarle el elefante acamellado con cara de Muthengi a Nyah. No, no. ¿Añadirle un palo? Uno casi que va a dejar este elefante en el suelo, tras la puerta, y ver si lo pisa al entrar sin darse cuenta.

Tras estos segundos inclino mi cuerpo hasta recoger algunas virutas con indice-pulgar y me pongo en pie. Entonces respondo a lo que me acaba de preguntar hace un momento — Pues uno sabe donde pagar por ellas, Jimiyu... en la gran ciudad. Pero no donde pagan por ellas — frunzo los labios hacia un lado — Habré perdido un par de gallinas — como poco, me toco la barbilla y dejo caer las virutas al suelo.

Arrastro los dedos contra mi pantalón — Entonces las virutas deciden quedarse del lado de Jimiyu ¿no? — le digo espichando la punta de la navajita en esa mesilla, y me tumbo en mi cama mirando hacia arriba - Hacer un poco de nada también es bueno- digo zarandeando un indice. Y sigo pensando, quiero un amuleto, o dos. Y se me ocurre alguna manera de llamar a las fortunas, pero ninguna fuera de magias rituales más comprometidas. A efectos prácticos uno tan solo debe andar con pies de plomo en su propio equilibrio.

Cargando editor
09/04/2016, 01:38
Montu búh "Jimiyu"

Tu hermano ríe con ganas cuando dices lo de que el elefante tropezaría, y lo hace aún más cuando hablas sobre lo que van a pensar tanto Nyah como Subira. Sus ojos brillan entonces, y por su expresión casi parece que la chica sea su nuevo amuleto. Un instante más tarde, cuando empiezas a excusarte, él recompone un poco la postura, enderezando su espalda, y te dedica una mirada pícara.

—¿Sabes lo que piensa Jimiyu? —te pregunta desenfadado con la expresión de quien conoce un secreto que tú ignoras—. Jimiyu piensa que te ha salido mal por hacerlo pensando en Nyah —asegura, metiéndose contigo como si fuera aún un niño. Entonces su sonrisa se afila y habla de manera exagerada, como si fuera un experto en esos temas—. Cuando un propósito vuela dentro de la cabeza, lo demás sale por las orejas.

Después de eso tu hermano escucha con suma atención lo que dices sobre las virutas.

—El truco bueno seguro que es guardarlas todas en una bolsa —confiesa entonces, aunque habla como si aquello fuera un secreto. No ha conseguido guardarlo dentro de su garganta demasiado tiempo, al parecer. Cuando prosigue hablando su sonrisa va apareciendo, tímida al principio, y poco a poco más grande—. Hasta que se llena la bolsa uno puede preguntar dónde ir en la ciudad, y cuando esté llena tendrá seis gallinas. Así uno puede montar un corral y dedicarse sólo a hacer elefantes y recoger virutas —explica, planteando un curioso modo de vida.

En su cabeza ni siquiera parece haber entrado todavía la posibilidad de hacer virutas de todo el bloque de madera y olvidarse del elefante, pero debe ser sólo cuestión de tiempo que suceda. Tras esas palabras se asoma al borde de su cama, evaluando el estado del suelo, y con tu pregunta se encoge de hombros.

Mmmm murmura, aunque por su expresión es evidente que sí espera hacerlo, sólo que cuando no estés —. Puede —te dice antes de ladear la cabeza. Entonces te mira antes de reír—. Aunque si la bolsa se llena muy despacio, seguro que se mueven solas —bromea entonces. Parece a punto de decir algo más, pero el sonido de la voz de vuestro padre le interrumpe.

Cargando editor
09/04/2016, 02:18
Narrador

La llamada de vuestro padre es breve, y no parece que sea sólo de saludo. Si tuvieras que jugarte la comida de un día probablemente dirías que necesita algo. Si tuvieras que jugarte la de una semana, sin embargo, quizá no estarías tan seguro. Jimiyu no tarda en bajar de su cama y echa un último vistazo a las virutas, aplazándolas para más tarde. Sin embargo parece que te espere para bajar.

Al parecer Sauda, una de las mujeres más mayores de la zona, ha venido a pedir consejo a tu padre. En el momento en que bajáis ya se ha ido, pero ha dejado tras de sí como regalo una olla con caldo aún caliente. La sopa es prácticamente agua, pero da la sensación de que en algún momento compartió una olla mucho más grande con un trozo de gallina, así que se puede comer.

Sin embargo notas algo muy distinto en ese plato. En tu boca el sabor es mucho más fuerte y consistente de lo habitual, y pronto te encuentras masticando. Tu hermano y tu padre no parecen haber notado nada ni ver nada diferente en ti, pero una de las veces que alzas la mirada te das cuenta de que no estás solo, pero tampoco son esos dos hombres aquellos con los que compartes mesa. En lugar de eso hay un chico rubio, de más o menos tu edad. Y ya no te encuentras en tu casa, sino en lo que debe ser una cafetería.

Todo el sonido de tu alrededor ha cambiado, y también la luz. Debe ser cerca de mediodía, un calor pegajoso flota en el aire y la gente va vestida muy diferente a como lo hacen en tu hogar. Y casi todos son blancos. Además delante de ti hay un plato con una hamburguesa a medias, como si fuera eso lo que estabas comiendo hasta el momento. Pero el que llama tu atención es, sin duda, tu compañero de mesa. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, frente a ti, mirándote con una sorpresa que puedes percibir tú también en tu pecho. Y una vez más te recorre esa sensación de que es así como deben ser las cosas. De que el sitio de ese hombre es contigo. A tu lado.

 

Lleva el pelo rubio echado hacia atrás y sujeto con gomina. Va vestido con ropa informal y una chupa de cuero, como esas que llevan los motoristas en la televisión. Sus ojos claros tienen unas marcadas bolsas oscuras bajo ellos que parecen indicar que la noche anterior fue larga y tal vez no durmió bien. Parecen cargados de emociones contenidas y contradictorias, que acarician las tuyas a contrapelo. 

Y en el momento en que vuestras pupilas se encuentran de nuevo sientes esa emoción familiar, como si acabaseis de conectar y siempre os hubierais conocido. Nunca le has visto, pero tu confianza en él es tan grande que sabes que podrías confiarle cualquier cosa. Ese hilo invisible parece atarse una vez más, uniéndoos de una forma que tu mente no puede explicar, pero que sientes de una forma tan cierta como que lo tienes delante. 

Notas de juego

Tú decides cuánto conocimiento tienes sobre lo que es una cafetería, una hamburguesa, etc. Puedes haber visto estas cosas en la ciudad, o quizá en televisión ^^.