Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 0: Resonancia (Wes)

Cargando editor
13/12/2015, 00:44
Narrador

Esa presencia que te es al mismo tiempo tan familiar y ajena no detiene sus palabras durante el siguiente rato. Continúa acechándote, susurrándote de manera certera las cosas que más podrían dañarte y no dejas de oírla hasta que terminas por quedarte dormido.

Es la segunda de las alarmas programadas la que te despierta, y cuando lo hace sientes la nariz congestionada por el tiempo de lágrimas y la cara enrojecida. Unos minutos después, cuando sales de tu cuarto, no tardas en darte cuenta de que Zigzag aún no está presente: quizá sigue dormido. Todas las chicas se han marchado ya, y el local ahora está vacío. A un lado, en la Capilla, Cash está sentado a la mesa con algunos papeles delante. Se encuentra solo, y aunque parece ocupado te dedica un gesto de saludo desde su lado de la cristalera al verte.

Cargando editor
15/12/2015, 20:52
Wes Brooklyn

Las maneras en su despedida no despiertan nada más que falsas reacciones, en las que trato de parecer todo un alfa que aguanta su provocación, ocultando sus ganas de tirársela. Realmente no ocurre nada de eso, solo estoy interpretando un papel: el papel de un chulazo. Mi última sonrisa cuando se va me vale para ahorrarme palabrería de hacerme el guay. Estoy mejor callado y con mi mierda dentro de mi, o mejor dicho, encima mía, como esa sombra. Empieza a hablar y a arremeter como un ariete contra mis sentimientos. Sus palabras son los más pesados de los golpes, y su objetivo es herirme a mi del mismo modo que siempre lo hizo mi padre. Tuerzo el gesto en un inútil intento de perder de mi perspectiva esta situación, no valiendo para nada. 

Poco a poco voy perdiendo las fuerzas por causa de su táctica de acoso y derribo, así como del mal descanso y la resaca. No sé si me duermo llorando, o si duermo en sueños, pero cuando me despierto el malestar es inmenso. Tengo la clásica congestión que me acompañó tantos y tantos años en mis peores momentos en el instituto y la universidad. Hacía tiempo que no la sufría tanto, pero aquí está, como un recordatorio de que soy frágil y además estoy roto. Voy al baño a lavarme la cara y esa visión de mi mismo en el espejo me da asco, sintiéndome débil como una damisela en apuros. Me pongo la chupa por encima de la camiseta blanca y salgo, viendo que Zigzag aún no anda por ahí, del mismo modo que tampoco lo hacen nuestras putillas. Mucho mejor, ya que así tendré más tiempo para espabilar y despejar mis fosas. 

Una vez abajo respondo al saludo de Cash. Probablemente el capi anda planeando alguna salida o algo de esta noche. Un click me lleva al lado del cerebro apartado para Wes, recordándome que no estoy al cien por cien con ellos, por mucho que me fuerce a ser John en exclusiva. Paso a la parte de atrás de la barra y pretendo coger uno de esos analgésicos, y al final me veo a mi mismo como antes con Vane, cayendo ante un blíster vacío y arrugado. Me quejo con un gruñido y me lanzo a por una cerveza, jodido, pegándole un buen trago. Mi mueca es propia de quien ha probado mierda esperando encontrar una delicia. Sacudo la cabeza y vuelvo a lo mío, en dirección a la Capilla. Doy un par de toques con los nudillos a la puerta, pidiendo permiso a mi superior para pasar, ya que tengo prohibida la entrada cuando hay reuniones, pero a lo mejor ahora un poco de conversación informal nos viene bien a los dos.

Cargando editor
15/12/2015, 21:23
Cash

El capitán de ruta hace un gesto con la mano cuando llamas a la puerta, invitándote a pasar, y cuando entras, señala con la cabeza alguna de las sillas que hay cerca de él.

Puedes ver que sobre la mesa tiene un mapa de la ciudad, de la zona oeste en concreto. Sabes perfectamente que ese es territorio de los Crips, la banda de afroamericanos más fuerte de la zona. En el mapa Cash ha rodeado algunos puntos con un bolígrafo rojo y tiene un pequeño croquis dibujado en una libreta junto a su mano.

—¿Qué pasa, chaval? —te pregunta dejando el bolígrafo sobre la mesa—. ¿Todo va bien? Esta noche va a ser movidita. Contamos contigo, John.

Puedes ver con claridad cuando habla que el asunto de esta noche no le hace demasiada gracia. Su ceño se frunce levemente al mencionarlo y las aletas de su nariz se abren. No te parece que vaya a oponerse abiertamente cuando probablemente el tema ha sido aprobado tras una votación en la mesa, pero desde luego no se le nota demasiado satisfecho.

Cargando editor
18/12/2015, 21:44
Wes Brooklyn

Que me deje entrar en la sala el bueno de Cash no me sorprende mucho, y tampoco el gesto con el que me ofrece asiento. Aunque no me sorprende, me agrada mucho. Cuando apoyo el culo en la silla, tan cerca de esa mesa, me siento uno más al fin. Si todo sigue su curso el tiempo suficiente llegaré a ocupar una silla, y si hoy lo hago lo bastante bien... Más posibilidades tendré de poner mi voto en las decisiones.

Ojeo el mapa, y tanto por ellos como por mi trabajo policial sé que esa zona es de los Crips. Esos negros están como putas cabras... Mi mandíbula se tensa al darme cuenta de esto, pero lo trato de dejar pasar. Al preguntarme por mi levanto la cabeza y lo miro. Me siento un poco como un niño pequeño en este momento, aunque intento ocultarlo. - Sí tío, todo guay... Salvo la resaca. - Matizo con guasa y entrecierro un ojo. Con el comentario del trabajo de esta noche suspiro y me inclino hacia adelante, cargando mi peso en los codos. - Ya, tronco... Está en boca de todos: puntuales y finos. - Matizo con eso el modo en el que estaré. Finjo que tardo en darme cuenta de que esto no le hace gracia, y posteriormente fuerzo una mueca de sorpresa. - Joder, parece que no te chista mucho esta historia, ¿eh? - Pregunto extrañado al capitán con una mirada comprensiva en lugar de recriminatoria.

Cargando editor
19/12/2015, 22:46
Cash

Te basta una segunda mirada a los papeles que Cash maneja para ubicar algunos de los puntos que tiene marcados. La mayoría son pisos francos de los Crips o viviendas de sus miembros. También están señalados un par de negocios donde la banda suele reunirse, y el croquis que hay en su libreta parece una versión ampliada de una manzana en concreto. Allí anotadas hay algunas letras en cercanías de un edificio, directamente sobre las calles dibujadas en el papel cuadriculado. A pesar de que al principio puedas dudar, que haya una Z y una J juntas te hace pensar en las iniciales de los miembros de la banda.

Vuestro capitán de ruta - no, el tuyo no, el de ellos - asiente a tus palabras sobre cómo habrá que estar antes de echarse hacia atrás en la silla. En ese momento parece cansado, aunque te dedica una media sonrisa cuando comentas aquello.

—La mesa manda —resume, aunque su tono no deja de darte la razón. Entonces vuelve a echarse hacia adelante y, apoyando los codos en la mesa, deja aquellas anotaciones de lado un momento—. Todas las cosas tienen un riesgo y un beneficio —expone—. Cuando sabes que estás jodido puedes prepararte, pero la putada es cuando no tienes ni idea de lo que te espera. Aunque si el beneficio es grande, hay quien cree que cualquier riesgo merece la pena. Y la pasta es la pasta —concluye. Entonces hace un gesto, señalándote con la barbilla—. ¿Y tú qué piensas, chaval?

- Tiradas (1)
Cargando editor
20/12/2015, 13:15
Wes Brooklyn

Ese análisis más detallado a sus papeles no me tranquiliza. Parece que, honestamente, vamos a estar metidos en una buena. La Z y la J juntas en un edificio tampoco augura algo fácil. Si hay que pegar tiros por la banda los pegaré sin dudarlo, pero que corramos un riesgo así... Esos Crips no van con coñas, son unos jodidos salvajes. 

En el momento en el que se echa hacia adelante presiento que se va a abrir un poco conmigo, y por su actitud y tono se confirma lo que me pareció ver en las votaciones: no aprueba esto. La opinión de Cash para mi es importa. Es un tipo inteligente, disciplinado y que ama al club. Mi mirada se enciende en atención cuando empieza a hablar. Ladeo la cabeza cuando dice esas cosas sobre el riesgo y que la pasta es lo que manda, incluso sobre la seguridad de los hermanos. Sus hermanos, yo no... No del todo. La voz de la sombra resuena en el recuerdo, llevándome a una escena en la que ellos me despellejan vivo al traicionarlos y otra simultánea en la que soy detenido por el agente Keating por criminal. No tengo salvación, pero puedo vivir el momento. Por ahora. Su pregunta me devuelve a la realidad, despertando de esas pesadillas.

- Yo lo tengo muy claro. - Empiezo, sonando más seguro de lo que esperaría. - No me metí en esto por la pasta. - Digo con honestidad, en nombre de Wes y de John. Sonrío con desgana, posicionándome sin decirlo en alto en su corriente de pensamiento. - Entiendo lo que dices... Nosotros podemos con mucho, pero somos lo que somos y tenemos lo que tenemos. Sin conocimiento de lo que nos viene... Estamos jodidos. - Me echo hacia atrás y hago un gesto cansado hacia sus mapas. - Ya ves, territorio Crips. Esos negros están como jodidas cabras, y son un puñado de ellos. - Digo a modo resumen sobre esos niggas. - A tiro desde altura, desde callejones y desde sus coches. Me parece jodidamente arriesgado, pero tú lo has dicho, la mesa manda. - Concluyo del mismo modo que él.

Agacho la mirada y suspiro, cansado por la resaca y por tener una conversación sobre la banda en la que he opinado por una de las primeras veces. Me gusta hacerlo, es como hacer a John más real, sintiendo la tinta de sus tatuajes dentro y a la banda en el corazón, no solo en la cabeza. - Aún así fijo que nos salimos con la nuestra. - Tiño mis palabras de optimismo y pongo una de esas sonrisas mías pícarass y cargadas de confianza. - Para eso tengo fuerzas, pero para una fiesta de celebración más... - Comento con una risa cansada y me llevo la mano a la frente.

Cargando editor
23/12/2015, 18:13
Cash

Cash escucha tus palabras, y en cuanto dices lo de que no te metiste por el dinero él asiente con la cabeza y con las manos, cruzándolas luego sobre la mesa. Luego, cuando analizas a grandes rasgos sus planos, él se inclina hacia ellos.

—No es sólo eso —comenta—. Es que es su territorio. Sabrán que estamos haciendo negocios allí en cuanto pongamos un pie en las calles. Y por más que no estemos en guerra va a ser como pasarles por la nariz un cubo de pollo frito —expone antes de hacer una pausa, dedicándote una sonrisa rota tras ese chiste—. Pero bueno, de cosas mucho más jodidas hemos salido —concluye al final. Luego emite un suspiro y cierra el cuaderno, dejando el mapa entre las hojas que estaban abiertas. Ríe entonces con tus últimas palabras, poniéndose en pie para despejarse y pasándose una mano por el pelo.

—Aprovecha ahora que eres joven. Llegará un momento en que te preguntes con cada borrachera si es más probable que te mate el alcohol o una bala —bromea a medias. Él no es tan mayor como Phil, Bubbles o incluso el propio Rain, pero ya debe estar más de los cincuenta que de los cuarenta. Aún así parece estar exagerando.

Cargando editor
23/12/2015, 18:45
Zigzag

Es en ese momento cuando un ruido a tu espalda te informa de que alguien ha llegado al bar. Se trata de Zigzag, con un caminar que parece propio de alguien que no ha terminado de despertarse. Lleva los mismos vaqueros y camiseta que antes, y tras acercarse a coger una cerveza se acerca a la Capilla.

—Eh —saluda de manera escueta, apoyándose en el marco de la puerta—, yo ya estoy listo, hermano —te avisa dando un trago corto al botellín—. Pero si estáis hablando aprovecho para ir a llenar el depósito.

Cargando editor
08/01/2016, 19:28
Wes Brooklyn

Asiento asumiendo sus palabras. Es un tipo sabio y lleva en esto tiempo, además no cualquiera se gana un parche de oficial en los Hell's Angels... Eso lo sé tanto por lo que he estado viendo como por lo que estudié sobre los antecedentes de los miembros más influyentes de este tipo de clubs: verdaderos personajes. Sigo asintiendo mientras pienso esto y chasqueo la lengua, dándole la razón, en ese momento en el que declara con ese chiste que puede sonar a provocación. La broma del pollo frito nunca me cansará... No digo nada aún, y cuando cierra el cuaderno, como si eso fuese un fin de reunión me echo para atrás. Espero a que me vuelva a hablar antes de decir nada, por si quisiese mi retirada.

Tras su siguiente broma ahora soy yo el que tiene una sonrisa rota en el alma. O vosotros, o la misma policía... Sin embargo, mantengo el tipo y pongo esa sonrisa tan bonita que el Señor me ha dado para ocultar como me siento en realidad. - Ya, tío... Quien lo sabe... - Pregunto retóricamente, y entonces me sorprende la presencia de Zigzag. Giro la cabeza sobre la silla y luego el resto del cuerpo para tenerlo más de frente. Lo saludo con un gesto de cabeza cuando entra con su caña. Escucho qué dice antes de pronunciarme. - Voy contigo, que necesito sopa. - Digo refiriéndome a la moto y su gasolina. Entonces me vuelvo hacia Cash y me despido con la cabeza. - Estaremos puntuales. - Le confirmo con algo más de formalidad con la que hablé antes con él.

Levanto el culo de la silla y me dispongo a seguir a Zigzag.

Cargando editor
08/01/2016, 23:01
Narrador

Cash se despide con un simple gesto de la mano cuando queda claro que vas a irte. Acto seguido aparta su mirada, dirigiéndola a la mesa y emitiendo un suspiro. Está claro que en ese momento tiene muchas cosas en la cabeza.

Zigzag, por su parte, asiente a tus palabras y echa a andar por delante de ti. A vuestra espalda queda el bar solitario, y en cuanto salís a la calle el sol del mediodía te da directamente en los ojos, recordándote una vez más que ese estilo de vida tiene sus consecuencias.

Vuestras motos están aparcadas a sólo unos pasos de la entrada, y la burra de Zigzag ya está rugiendo cuando te dispones a sentarte. No se ha molestado en ponerse el casco: de todas maneras la gasolinera está a sólo media calle de allí.

Sin embargo algo extraño sucede. En el mismo momento en que pones tu trasero sobre el asiento te encuentras en otro lugar: el salón de un piso cerrado, desconocido y extraño. El sonido del tecleo de unos dedos en un ordenador está presente, y te cuesta un vistazo alrededor empezar a ubicarte.

Llevas apenas unos segundos allí cuando la sientes, justo a tu lado. Es una chica de unos treinta años y está sentada junto a ti. No es necesario llevar tu vista en su dirección para saber que está ahí, a tu lado, trabajando en algo que parece mantenerla bastante ocupada. Sin embargo no tarda en mirar en tu dirección, y al verte encuentras en sus ojos una sorpresa que puedes percibir tú también en tu pecho. Y al contrario que con la mujer que se apareció hace dos noches en esta ocasión tienes la completa certeza de que todo está bien, de que ese es su lugar. A tu lado.

Su pelo es castaño y oscuro, y está cortado sólo un poco por debajo de los hombros. Lo lleva suelto y va vestida con ropa informal. En su brazo, cerca del hombro, una venda rodea su piel, y puedes sentir una punzada de dolor viniendo del mismo lugar en tu propio cuerpo. Sus ojos claros tienen un visible contorno de maquillaje, pero el resto de su rostro parece bastante natural. Además sus pupilas parecen cargadas de preguntas sin respuesta, de incertidumbre y de preocupación. De emociones contenidas y contradictorias, que acarician las tuyas a contrapelo.

Y en el momento en que vuestras pupilas se encuentran algo en tu cerebro y en tu pecho parece conectar con ella, como si la conocieses de siempre, a pesar de no haberla visto nunca, como si pudieras confiar en ella tu vida, incluso tu propia alma. Un hilo invisible parece atarse entonces, uniéndoos de una forma que tu mente no puede racionalizar ni explicar, pero que sientes de una forma tan innegable como inexorable. 

Cargando editor
12/01/2016, 20:18
Morgan Laurent

Las emociones de la joven te embargan en esa extraña comunión entre ambos, acariciando con suavidad algún lugar en tu pecho. Puedes sentirla, del mismo modo que intuyes que ella te siente a ti. 

 

Resoplo y me recuesto un poco sobre el sofá, intentando acomodarme algo más. El hombro me duele ligeramente, pero es bastante soportable. Doy un sorbo a mi cerveza y voy a volver al trabajo cuando de repente... Lo noto.

Siento una presencia a mi lado. Sé que está ahí aunque ni la he mirado. Una parte de mí, casi todo mi ser me dice que... que está bien, que es normal, que tiene que estar aquí conmigo. Pero otra, otra se siente incómoda, alerta, no suelo sentirme así de bien con nadie, menos aún con alguien a quien ni siquiera he mirado... Y a la vez, sé que está todo bien, que estoy a salvo. Joder, ¿me estoy volviendo loca?

Me atrevo a mirarlo entonces. Es un hombre que rondará los treinta años, rubio, fuerte, lleva una chupa de cuero bastante chula (y parece cara), y su cara... Su cara parece cansada, una gran sombra subraya su mirada, parece que no ha pasado una buena noche. Sus ojos están cansados, pero su mirada parece despierta, muestra confusión y una gran cantidad de emociones contradictorias... creo que está casi en la misma situación que yo. Mierda, ¿qué hago? No soy buena con estas situaciones. No me gusta la gente en general, pero él parece que sí, pero no sé una mierda sobre él, ¿qué coño debo decir o hacer?

Entreabro un poco los labios y los humedezco, pensando qué decir. Lo miro a él durante un par de segundos más.

Ehm... ¿una cerveza?-pregunto señalando el botellín de la mía. Casi al instante me arrepiento, ¿a qué viene? Pero... ¿qué otra cosa puedo decir así de repente?

Cargando editor
12/01/2016, 20:30
Wes Brooklyn

Simplemente me subo a mi moto, sin pensar en nada, cuando de repente... ¿Qué coño? Nada encaja. En plan, ¿de quién carajo es este salón? ¿Quién es esa chica? Mi mirada, cuando la encuentra, pese a ese sentimiento, es de pura extrañeza. Me siento como si fuésemos dos víctimas de un secuestro, que no entienden nada pero empatizan de algún modo.

Mantengo mis ojos clavados en los suyos y mis labios forman una línea recta que no tiene pensado decir nada: la guerra está en mi cabeza. Tomo aire y me echo un poco hacia atrás, dando al respaldo su uso en cuanto veo que ella por algún motivo también se siente más o menos cómoda. Solo es después de que ella rompa el hielo, o mejor dicho, esta situación como mínimo sobrenatural, cuando me atrevo a hablar. - Eh... Sí, vale. - ¿Otra más? Mi hígado me da verdadera pena. Suspìro y levanto una mano en gesto de duda. - ¿Dónde coño estoy? - Pregunto al fin, haciendo la primera cosa coherente en mucho tiempo. - ¿Quién eres?

Cargando editor
15/01/2016, 12:55
Morgan Laurent

Esa cálida sensación dentro de mí... no me gusta, no me gusta una mierda. No entiendo por qué estoy sintiendo este tipo de cosas, y odio no entender qué sucede dentro de mí. Muevo la nariz e inspiro fuerte por esta, un gesto reflejo que tengo desde siempre y del que soy consciente desde el mes pasado cuando Lindsay me dijo riendo que lo hacía cada vez que estaba molesta o algo no me gustaba, decía que me parezco a un conejito con mala leche cada vez que lo hago y eso le parece adorable.

Dejo el portátil con la pantalla casi bajada del todo, una cosa es que ese tipo me caiga bien y otra es que vaya aireando mis asuntos por ahí, y me dirijo a la cocina a por dos cervezas más. Las abro por el camino y le tiendo una antes de sentarme donde estaba. A la mía aún le queda el culo, me encargo de matarla de un trago mientras escucho las palabras de ese tío. Espero que la cosa vaya productiva, demasiada mierda hoy y demasiada poca cerveza en casa de Matt.

Me llamo Morgan. Estás en Manhattan-respondo-, ¿y tú? ¿de dónde coño sales?

Cargando editor
16/01/2016, 12:46
Wes Brooklyn

Observo sus gestos con extrañeza, analizándolos en la medida de lo posible. Me gustaría poder hacerme una idea de como coño es la persona que tengo en frente sin tener que preguntarlo. Lo analítico que soy para este tipo de cosas no vale nada en estos instantes: estoy condicionado por esa natural comodidad que me invade con su presencia. 

Cuando se presenta como Morgan asiento y me rasco la barba un segundo, abriendo los ojos posteriormente cuando me dice que estoy en Mahattan, jodidamente sorprendido. - ¿Manhattan? Pero qué ostias... - Claramente perturbado por esto me olvido en un primer momento de presentarme, y entonces veo qué llevo puesto y el tatuaje en mi brazo, todo parece en orden, pero no sé cómo presentarme. - Puedes llamarme John... O Wes, como prefieras. - Sonrío entonces con calidez y sonrío un poco con la facilidad que he tenido para decir mi nombre real. No hay como sentirse cómodo para variar... Me echo hacia delante, pensando en como continuar. - Yo estaba en mi moto y... No sé, de repente aparecí aquí. - Abro los ojos y levanto las cejas en claro gesto de que no doy crédito a estar aquí. Recalco para mis adentros que no estoy mal, pero aún así esto no tiene sentido. - Estaba en San Bernardino, Cali. - Abrevio California con estilo, me encantan esas mierdas. 

Busco sus ojos y me pierdo un ratillo en su mirada, para luego negar al ser presa de un desconocimiento absoluto de los porqués de todo esto. - Llevo unos días de mierda. Creo que me estoy volviendo loco y, honestamente, diría que eres una alucinación.

Cargando editor
18/01/2016, 19:44
Morgan Laurent

Dejo que hable mientras abro una de las ventanas del salón de par en par. Necesito fumarme un cigarro. Sé que no debería pero... a la mierda. Saco la cajetilla del bolsillo y saco un cigarro para llevármelo a los labios y encenderlo. Normalmente no lo haría, ¡son mis cigarros, coño! pero sin que pueda siquiera pensarlo, mi brazo ya está alargado y ofreciéndole un pitillo al recién llegado. Vuelvo a ponerme al lado de la ventana para que el humo salga por esta una vez John-o-Wes ha considerado mi oferta. Doy una buena calada al cigarro y lo aspiro hondo antes de dejar que el humo salga junto con mis palabras:

A ver... ¿qué moto ni que hostias?-pregunto-. ¿Cómo que estabas en tu moto y en California? No... no puede ser, no sé, yo no soy ninguna catedrática de Harvard ni nada pero... ¿eso no es físicamente imposible?-sigo hablando mirándolo con la ceja arqueada. Vuelvo a dar una calada y echo la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el marco de la ventana-. En cualquier caso... ¿Qué haces aquí?

No puedo evitar soltar una risa, algo seca y amarga a la par que divertida por la situación. Me río por no llorar. 

Bienvenido. Ya somos dos-le respondo volviendo a mirarlo-. Eh, y si alguno de los dos aquí es una alucinación, ese eres tú... Yo estaba aquí desde hace un buen rato cuando has aparecido. Al fin y al cabo, eres tú el que está en Nueva York y no yo la que está en California, ¿no?-suspiro y me pinzo el puente de la nariz con la mano libre-Debo estar volviéndome loca...

Cargando editor
23/01/2016, 20:02
Wes Brooklyn

El ofrecimiento de su cigarro hace que la siga hasta la ventana. Por muy dura que sea la resaca siempre sienta bien meterse humo en los pulmones. Lo enciendo con mi propio mechero y pego una larga primera calada, echando el humo hacia el exterior por la nariz y la boca a la vez. - Gracias. - Le digo con un tono plano y apagado al aún tener humo dentro de mi.

Me encojo de hombros y apoyo en la ventana, mirando al exterior. - Tal como lo oyes. Ahí estaba yo, a punto de ir a por una puta hamburguesa, recién subido a mi Harley. - Explico con calma, recreándome en la última escena que viví con normalidad. - Yo tampoco soy ningún lumbrera, solo... Bueno, lo que ves. - Empiezo a explicar. - Llevo con este tipo de mierdas desde ayer. Se me apareció una mujer rubia ya anoche, y la sentía cercana. - Nos señalo con los dedos que sujetan el cigarro. - Como me pasa contigo ahora.

Sonrío con algo de picardía cuando me acusa de alucinación. Ambos sabemos que no lo somos, pero es algo fácil a lo que agarrarse. - ¿Yo? Ya sabes que no. Ni de palo. - Levanto una ceja con una idea en mente. - Se me ocurre algo. Nos damos nuestros números, y si me voy como he venido tendremos confirmado que es algo real. - Tras mi ofrecimiento busco su mirada y me inclino un poco hacia ella antes de continuar. - ¿Hecho?

Cargando editor
25/01/2016, 15:18
Morgan Laurent

Lo escucho mientras fumo este cigarro, que me sabe a poco después de todo lo que está ocurriendo. Aún no me puedo creer lo que está sucediendo, pero en cierto modo le creo, es como si una parte de mí me dijera que todo tiene sentido y que está diciéndome la verdad. Entonces menciona lo del callejón, lo de la muchacha rubia... esa escena tan extraña y surrealista pero que a la vez sentí tan cercana como siento a Wes ahora mismo.

Espera, espera... ¿la viste?-pregunté mirándolo fijamente-. No me jod... ¿En serio? ¿Vista a la rubia en la cama?-pregunto, como si no terminase de creérmelo. 

Arqueo la ceja ante esa sonrisa cargada de picardía y como me pide el número de teléfono. 

¿Y cómo se supone que darnos nuestros números va a demostrar que somos una alucinación?-pregunto con cierto tono divertido, aunque con mi habitual sequedad-. Mira, da igual, me interesa tenerte localizado-sujeto el cigarro con los labios y busco el bolígrafo que siempre llevo encima y cojo una hoja en blanco de mi bloc de notas. Lo parto por la mitad y anoto mi número para después tenderle la otra mitad y el bolígrafo y que él anote el suyo-. Dentro de poco me temo que tengo que hacer un viajecito a Hamburg, Alemania... digamos que toda esta mierda va más allá de Estados Unidos.

Cargando editor
27/01/2016, 00:05
Wes Brooklyn

Asiento entrecerrando los ojos. - Sí, la vi. Una rubia en la cama. - Digo moviendo con nervios contenidos el cigarro entre los dedos. - Me extraña y a la vez que tú también... Es decir, dos días de locura, la verdad. Primero eso, ahora esto... Al menos no estoy perdiendo la cabeza. O eso quiero creer. - La sentía como te siento a ti. - No explico como la siento a ella: ese sentimiento parece flotar entre nosotros. 

Cuando pone esa sonrisa pícara ante el tema de su número sale el John que llevo por fuera. - Tranqui, nena, que no estoy intentando ligar. - Le confieso divertido. - ¿Que como demostrará algo? Si fuese una alucinación y no una persona real... No me podrías llamar, o yo a ti. - Me encojo de hombros. - Al menos eso creo. No soy un experto en estas movidas. - Escribo mi número en la mitad que me tiende y se la doy, aceptando la suya en el proceso. Apuro el cigarro y se lo tiro a la ciudad desde la ventana. ¿Estás de coña? ¿La rubia en tu alucinación llevaba una camiseta nazi o algo así? - Pregunto sin entender nada y con una mueca de incomprensión. - Para mi este rollo no ha ido a más de Cali y ahora Nueva York. Vamos, o eso creo... No sería raro que mañana apareciese, yo que sé, ¿en la puta Siberia?

Cargando editor
29/01/2016, 17:39
Morgan Laurent

Yo también la sentí así de... cercana-confieso, algo incómoda ante la extraña situación. 

Lo miro aún con la ceja arqueada. Que no estaba ligando. Me era totalmente indiferente si lo estuviese haciendo o no, a decir verdad, aunque puedo hablar más tranquila si sé que mi interlocutor no está intentando meterse en mis bragas. Escuché su teoría sobre los números de teléfono, tenía cierta lógica, supongo, aunque... ¿desde cuándo esto se regía por la lógica? Desde que estaba metida en toda esta mierda, nada la tenía. 

Supongo que tienes razón-admito y me encojo de hombros. Cuando menciona lo de la camiseta nazi no puedo evitar soltar una risa divertida-. No fue así. He conocido a un compañero de la rubia, me dijo que... que estaba como conectada a otra peña, ¿sabes? Como que Annabelle, así se llamaba la rubia, nos dio algo así como el "ser" o algo por el estilo... Estamos en peligro y hay una pava en Alemania que necesita nuestra ayuda-le explico por encima-. Vamos, si no estuvieses pasando por la misma mierda que yo, seguramente pensarías que estoy pirada, qué coño, yo estoy empezando a pensar que lo estoy...-doy una profunda calada al cigarro, hasta terminarlo, y apago la colilla-. La alemana se llama Milka Bendij y es de Hamburg... ¿te dice algo ese nombre?

Cargando editor
30/01/2016, 18:01
Wes Brooklyn

Niego con la cabeza y cruzo los brazos tras escuchar su explicación sobre Alemania. - A partir de ahí, no sé nada. - Confieso y chasqueo la lengua. Desvío la vista hacia un lado y me acabo apoyando en la ventana. - Por lo menos te han dado alguna explicación... Aunque eso del ser... No tengo ni puta de qué podrá ser. - El término del ser me suena tan ambiguo en este momento que mi mirada se pierde en la ciudad, arqueando una ceja, decepcionado. 

Con el asunto del peligro giro mi rostro con una sonrisa provocadora. - ¿Peligro? - Teniendo en cuenta el estilo de vida que llevo casi me tomo a risa el añadir otra capa de peligro a mi día a día. - ¿Nosotros en peligro? - Pregunto en plan incrédulo. Abro mi chaleco de cuero y meto la mano derecha en un bolsillo interior, sacando una cajeta azul de American Spirit. Le doy unos golpes a la parte de arriba contra la palma de mi otra mano, prensando el tabaco. Saco un cigar y dejo la cajeta apoyada en el borde de la ventana, por si Morgan quisiese. - Yo no puedo hacer nada por esa tal Milka. Es imposible - remarco la palabra con la voz y un gesto del mechero antes de encender el cigarro - que pueda abandonar Berdoo*. - Doy la primera calada y vuelvo a negar, ahora con la cabeza. - Imposible. - Digo otra vez apretando la mandíbula y volviendo la mirada hacia Morgan. 

Frunzo el ceño y vuelvo hacia atrás en la conversación. - Espera, guapa, ¿como es eso de que conociste a un compañero de Anabelle? - Recuerdo el nombre que dijo de la rubia encamada. - ¿Fue en plan visión? ¿Una persona normal que te encontró?... - Empiezo a preguntar sediento de información.

Notas de juego

*Es típico que los lugareños a San Bernardino lo llamen Berdoo