Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Ruth)

Cargando editor
23/05/2016, 11:03
Ruth Williams

-Follar me parece bien... ¿Tenemos habitación de hotel? ¿Quién se la queda si pillamos los dos?- le miro con intriga y luego miro los canapés. No me gustaban las cosas tan pijas, aunque el que estuvieran hechas con cuidado y al detalle para mí era un extra. Los miro detenidamente antes de aventurarme a coger uno y morderla mientras la sujeto con los dedos como si fuera a romperse. -Preferiría una hamburguesa...- digo a lo de que está que te cagas. Los sabores refinados no iban conmigo.

¿Por qué harán estas cosas de tamaño pequeño?
¿Les cobrarán más los cocineros por hacerlas más grandes?
O quizás es que es más vistoso algo pequeñito en un plato grande y dejarte con hambre...
Espero que cenemos hamburguesas o algo con la misma grasa.

Doy un tiento a mi whisky, más que contenta de dejar pasar algo que queme por mi garganta. Con suerte esta noche podría ser tequila lo que bajara por ella, eso alegraría a Roger de ser el afortunado de pasar por mi cama. Me giro al verle llegar y acabo el whisky con otro trago y una pequeña mueca. -¿Acreditaciones? ¿Teníamos de eso?- cojo la mía y miro a Dan, para luego mirar a Roger. -Ah, bueno... Primera fila seguro que está bien- asiento y me sonrío, levantándome. -Si son solo diez minutos voy al servicio y eso... Te dejo en buenas manos con Dan- me alejo un par de pasos, buscando la mirada de mi amigo. Le hago un par de gestos rápidos cuando Roger no mire, indicando que le proponga la "cita doble" mientras yo meo. Sin más voy a dar una visita rápida al servicio para desalojar lo acumulado en el viaje y con el whisky.

Cargando editor
25/05/2016, 02:05
Daniel Thomas

En el momento en que tus preguntas llegan tu amigo parece dispuesto a responder de inmediato, pero su boca está demasiado llena para que realmente pueda hacerlo. Y para cuando ya hay espacio para las palabras Roger se ha unido a vosotros, de modo que el asunto de las habitaciones queda aplazado.

Dan toma su acreditación justo después de que tú hagas lo mismo con la tuya y la observa durante un instante. Al final acaba por colgársela de la camiseta mientras vuestro interlocutor os dedica una sonrisa natural, y a tus comentarios este responde únicamente con un «Hasta ahora» tranquilo. Dan, por su parte, aprovecha la presentación que le haces para acomodar un poco su postura y echarse hacia adelante.

Mientras te alejas ya puedes oír a tu amigo contándole al pobre tipo acerca de las cosas que os han traído aquí. O, más bien, las que supuestamente os han traído a este lugar: unas palabras misteriosas de su abuela, profetizando para él un futuro incierto, unos sueños extraños y sentir el latir pulsante de su sangre aborigen sin saber si hay realmente algo más o es que le había sentado mal la cena. Con esa última mirada y gesto que le dedicas Dan integra en la conversación de manera bastante evidente un asentimiento que va dirigido a ti mientras sigue hablando, y es inevitable la sensación de que cuando vuelvas podría seguir así.

El aseo del hotel no es el más pijo que hayas visto, pero probablemente se le acerca. Todo en él parece de diseño y en lugar de haber expendedores de jabón pequeñas pastillas envueltas se ofrecen a los clientes de manera que, tras ser usadas, puedan ser tiradas a la papelera que hay cerca o llevadas. Lo cierto es que hasta el papel higiénico parece caro.

A tu vuelta Roger se ha ido. Dan está aún en el asiento que ocupaba unos minutos antes y la bandeja de canapés se ha vaciado mientras estabas fuera.

—Ya está, rubia —te dice—. Tenemos plan y no tenemos hotel, pero ellos sí —te informa mientras se va poniendo en pie, dispuesto a marcharse—. Creo que se lo he sonsacado sin que se diera cuenta. Si no fuera por cómo me echarían de menos las yayas, tendría que pensar en hacerme policía.

—¿Vamos ya, no? —pregunta—. Carol-la-maciza no tiene pinta de ser de las que le pone que los tíos lleguen tarde.

Cargando editor
26/05/2016, 10:29
Ruth Williams

Mi viaje al aseo del hotel me deja casi con la boca abierta, estaba impoluto y con unas normas de higiene mejores que el baño de mi casa si cabía. No podía hacer que mi madre quitara la bola de pelo que quedaba en la ducha tras pasar ella, como si costara tanto recogerlos y tirarlos a la basura. Si no fuera porque son baños públicos, hasta me vería tentada a sentar el culo para hacer mis necesidades en aquella taza. Pero no soy tan imprudente.

A saber quién ha entrado antes que yo...
Esto de los jabones individuales es la hostia, lo mismo puedo comprar para casa.

 

Tiro el mini jabón a la papelera, aún no estaba tan mal de la cabeza para llevarlo conmigo. Eso y que un objeto húmedo en el bolsillo, aunque fuera jabón, sería un caldo de cultivo para mil cosas seguro. Salgo y veo que no hay canapés y Roger no está. Miro a Dan y sonrío.

-¿Te has comido a Rober también?- bromeo antes de escuchar sus explicaciones y asiento. Tomo el whisky que me queda y le doy un último trago, si es que queda alguna gota. -Creo que los polis no pueden fumar hierba, no te pega...- niego levemente.

Y que todo son unos capullos, ¿para qué engañarnos?
Dan no pega de poli, aunque con uniforme... Seguro que le hace un culo de puta madre...

Desvío la mirada hacia el trasero de mi compañero, sin disimular ni nada. No tardo en decírselo. -Un uniforme te sentaría bien, díselo a los del gimnasio, tendríais más clientas. Y vamos, tienes mucho trabajo con Carol-la-maciza como para llegar tarde. ¿Tendremos cita doble?- me encamino hacia la salida del bar, tirando un poco de Daniel para que me siga.

Cargando editor
28/05/2016, 00:32
Daniel Thomas

Tu colega se ríe de buen humor con tu pregunta mientras niega con la cabeza.

—Qué va, tía. No está lo suficientemente jugoso para mi gusto, le falta pechuga —responde, riendo de nuevo con su propia ocurrencia—. Se ha largado a reservarnos los asientos. Dice que lo esperemos en la puerta y entra con nosotros —informa antes de quedarse pensativo con tus palabras, como si realmente pudiera llegar a valorar la idea de hacerse policía si no fuese por ese detalle de no fumar.

—Ya... ¿Y la mierda de las redadas? Yo estoy seguro de que se lo quedan todo para pegarse unas buenas fiestas. Y oye, ya que dices lo del uniforme —continúa, sin inmutarse lo más mínimo porque le analices el culo—, no sé si te conté que hace unos días una de las tías que vienen a extremfit me ofreció un curro... —Entonces hace lo que pretende que sea una pausa dramática, poniendo morritos al mismo tiempo que enarca las cejas con un gesto cómico. —... Como stripper. La tipa, Claudia, al parecer es encargada de un club nocturno de estos de boys. Quería que hiciese el número del bombero sexy. Me lo tomé a coña, pero me ha insistido un par de veces. A lo mejor voy un día a probar o algo. —Se queda callado y te mira con complicidad. —Pero si lo hago te vienes a meterme billetazos en el tanga, ¿eh, rubia? 

Mientras va hablando parece haber olvidado por completo tu última pregunta, enfrascado en su posible futuro trabajo nocturno, pero va caminando a tu lado, dejándose llevar hasta que llegáis delante de la puerta de la sala de conferencias. Allí está Roger, saludando a un par de personas. Sin embargo, al veros, se despide de ellos con una sonrisa encantadora y se acerca a vosotros para acompañaros al interior de la sala.

El lugar es amplio y luminoso, con una decoración adecuada al estilo moderno pero pijo del resto del hotel. Cuando entráis ya hay numerosas personas ocupando los asientos preparados. Cada una de las sillas tiene delante una botella de agua individual y sobre la mesa una carpeta y un bolígrafo con el nombre del hotel serigrafiado, como si quien ha preparado el asunto esperase que los asistentes tomasen notas o apuntes. Dan mira con escepticismo hacia las mesas mientras Roger os guía hasta dos asientos en la primera fila que tienen una tarjeta en la mesa con el letrero «Reservado». Allí os deja con la promesa de buscaros cuando termine la charla y se va hacia el fondo de la sala.

Cargando editor
29/05/2016, 15:51
Ruth Williams

Me río con la respuesta de Dan a lo de Roger y luego me cuenta eso de ser stripper. La verdad es que tenía cuerpo para ello, era fácil desnudarse delante de tías y que te metieran billetes en el tanga. La cosa es que yo siempre había asociado eso a tíos que iban muy mal de pasta y que seguramente se sacaran un extra prostituyéndose, o a saber.

Seguramente Dan se tiraría a alguna clienta gratis.
Todos ganan, que cabrón.

-Claro que iría a meterte billetes, pero no sabes bailar... Tendrás que decirles que te dejen salir el último cuando estén todas las tías como cubas- me río y le doy una palmada en el culo. -Ten por seguro que iré, sí... Dile de probar una noche y avísame.

Roger nos guía al interior y yo no puedo dejar de mirar todo. La sala está impoluta y hay mesas delante de las sillas...

¿Qué coño? ¿Mesas? ¿Nos van a hacer un puto examen?
O lo mismo ponen cucharas delante y las doblan con la mente, como en los programas viejos esos...

-¿Mesas?- me sale ya en alto, que Roger me oiga y me resuelva alguna duda. Miro a todos los asistentes, con los ojos entrecerrados de sospecha sin poder remediarlo. No me fiaba de nadie ahora mismo en realidad. Si todos eran como Carol-la-rarita, mejor ni tocarlos. Bueno, quizás de lejos y con un palo. Que se encargara Dan de tocarla esta noche y emborracharla.

¿Un momento? ¿Tenemos cita con estos dos o no?
Puto Daniel y sus cambios de conversación.

Cargando editor
31/05/2016, 15:39
Daniel Thomas

Roger no parece percatarse de que tu pregunta en voz alta va dirigida a él, pero mientras él ya se aleja, Daniel se sienta en una de las sillas reservadas y abre la carpeta arrugando la nariz con incredulidad.

—¿Y esta mierda? —pregunta sin molestarse en bajar el tono, buscando tu mirada con complicidad—. ¿Nos van a hacer un examen al terminar como en las visitas del colegio o qué?

Se ríe y cierra la carpeta de nuevo, apartándola un poco de sí con las puntas de los dedos, como si pudiera morderle. Y una vez considera que ya la tiene suficientemente lejos, coge la botella de agua y le da un trago.

—Ya podrían habernos puesto una birra a cada uno —bromea de nuevo, desvelándote así su inquietud por aquel asunto. No necesitas ser una lumbreras para notar que tu amigo se siente un poquito fuera de lugar en ese ambiente, pero al mismo tiempo parece decidido a permanecer allí hasta exprimir el congreso ese a tope.

Y parece estar a punto de añadir alguna cosa más cuando el sonido de la música ambiente se desvanece con suavidad y las luces se apagan generando un silencio expectante en todo el salón.

Cargando editor
01/06/2016, 02:59
Caroline Kingshaw

Desde esa primera fila en que os encontráis se hace evidente cómo el murmullo de la sala —del que hasta el momento no erais conscientes— se apaga al mismo tiempo que las luces. La gente a vuestro alrededor mira al frente con los ojos brillantes, y aunque a tu lado Dan parece no estar metido en todo eso acaba por emitir un suspiro y llevar también sus pupilas hacia adelante, esperando lo que quiera que venga.

Lo primero es la voz en off. Es una voz de hombre, tranquila y grave. Por la perfección de la pronunciación de cada palabra parece que se trata de una grabación, aunque tampoco podrías estar segura.

—¿Cuántos siglos llevamos de evolución humana? —pregunta de manera retórica—. ¿Puedes siquiera imaginarlo? ¿Puedes decir en qué punto empezó la evolución realmente? ¿En qué vamos a convertirnos? ¿Eres tú parte del cambio? ¿Puedes serlo? ¿Quieres serlo?

Tras esa serie de preguntas la luz de la sala empieza a crecer paulatinamente. Al principio es escasa, lo justo para distinguir algunas formas y colores, pero poco a poco vuelve a la normalidad. Al hacerlo, además, podéis ver un sencillo logo proyectado en varios lugares:

La siguiente voz que llega a vuestros oídos es la de esa chica, Caroline. Lleva un micrófono de diadema discreto y se mueve con resolución desde la parte trasera de la sala, entre vosotros, para llegar al frente.

—Buenos días a todos —enuncia—. Muchos nos conocéis ya, otros estáis aquí por primera vez. ¿Pero qué es lo que todos tenemos en común? —pregunta, y deja un instante de silencio mientras pasea sus ojos por el público antes de continuar—. Todos somos conscientes. Todos somos seres humanos completos con consciencia de nosotros mismos. Por eso estamos aquí. Por esos somos capaces de mirarnos al espejo y reconocernos. Eso es lo que nos diferencia de los animales. Y eso es lo que tenemos dormido en lo más profundo de nuestro cerebro, dispuesto a que le tendamos la mano para salir.

Lo cierto es que el tono de la mujer es casi hipnótico. No es sólo que se sienta cómoda hablando en público, sino que hay algo en ella que invita a quedarse escuchándola durante horas, diga lo que diga.

—Las cosas que podemos hacer como colectivo son impresionantes. —prosigue—. El ser humano ha cambiado el concepto de evolución: ya no necesita adaptarse al entorno, sino que adapta el entorno a él. Mirad nuestras ciudades, nuestros puentes y nuestros refugios antiradiación.—dice claramente convencida Nosotros somos ahora la evolución y decidimos quién sobrevive y quién no lo hace. ¿Pero acaso no nos queda grande esta obra? Cualquier galera necesita remeros, pero también un capitán y un timonel. ¿Sabemos nosotros hacia dónde estamos yendo? —pregunta una vez más de forma retórica y no tarda en añadir una pregunta más—. ¿Sabemos adónde nos están llevando?

Mientras va hablando no dejan de proyectarse vídeos e imágenes por toda la sala, rodeándoos y convirtiendo esa experiencia en algo difícil de olvidar.

—La capacidad del ser humano es asombrosa. No sólo podemos adaptar el entorno a nosotros, sino que podemos conectar con los que nos rodean de una forma más que animal. Más que imperfecta. Estoy segura de que todos vosotros habéis adivinado alguna vez la canción que alguien tenía en la cabeza sin que llegase a tararearla, o sabido qué quería comer con sólo mirarle a los ojos. Ahora yo os pregunto: ¿dónde está el límite? ¿Acaso no podemos hacer lo mismo con personas que no hemos visto nunca? ¿De verdad necesitamos ver al otro para entenderle?

»Yo tengo esas respuestas, claro, como las tenéis vosotros también. El límite está en el punto en que creáis que no podéis hacer más. Nos educan para que seamos racionales. Nos educan para que no pensemos hasta dónde podemos llegar. Y nos educan para que eduquemos así. Pero podemos ir más lejos. Podemos decirles a todos que sus ideas no nos sirven, que creemos que somos más y pronto lo demostraremos. No es mejorar: es encontrar lo que somos, lo que tenemos guardado esperándonos.

»La semana pasada, en Washinton, un hombre se me acercó y me dijo que podía visitar gente de otros continentes. Que sólo tenía que cerrar los ojos y pensar en ellos y aparecía temporalmente allí, como si siempre lo hubiera estado. Me dijo que lo trataban de loco. Quería saber qué opinaba yo. Y lo que yo opino es que ese hombre entiende de verdad todo lo que estamos hablando, aunque no sea consciente de ello. Todos los seres humanos estamos conectados, unidos por hilos tan finos que no podemos verlos. Somos teléfonos inalámbricos acostumbrados a no ser usados. Ahora yo os pregunto: ¿por qué no?

»Hemos aprendido cultivar la tierra. Hemos domesticado a los animales. Con nuestras máquinas tenemos la capacidad de moldear montañas. Pero ahora nos queda lo más importante: aprendamos sobre nosotros mismos. Hoy os invito a todos a descubrir lo que podéis hacer, y no dejéis que vuestras ideas os lo impidan. Vosotros decidís hasta dónde queréis llegar. Vuestro futuro empieza ahora.

Cargando editor
01/06/2016, 04:33
Daniel Thomas

Hay algo en el tono de la voz de esa mujer que hace que los ánimos se vayan exaltando en un crescendo que termina con sus últimas palabras. Hay dos, tres segundos de silencio, como si todos los presentes estuvieran conteniendo la respiración al unísino y después el público estalla de repente, casi parece si todos los que te rodean se hubieran sincronizado para lanzarse a aplaudir al mismo tiempo.

Incluso Dan, que había comenzado contemplando todo con escepticismo, se pone de pie y aplaude con fuerza, unido a esa fiebre que parece haber generado el discurso de Caroline.

—¡Claro que sí, joder! —exclama tu amigo, con el mismo tono con el que anima en la final de la AFL.

Cargando editor
02/06/2016, 17:50
Ruth Williams

Me encojo de hombros ante la pregunta de Dan del examen, yo no tenía ni idea. No me molesto en tocar la carpeta, ni siquiera para apartarla. No quería tener nada que ver con ella o lo que hubiera en su interior. La sensación de haber toda a Carol ha sido tan extraña que no sé si quiero tocar nada más relacionado con ella. Es cuando voy a contestar a Dan sobre que hubiera sido mejor haber venido a esto con más alcohol en sangre cuando empieza la música.

¿Qué coño? Como se lo montan.
Y mira a Carol, se nota que vive de esto... Se le da de puta madre...
No... Hay algo más.

Miro alrededor la fascinación de la gente y de nuevo a la mujer, conseguía mantener mi atención. Como la del resto. Avivaba mis emociones casi sin querer, y sin embargo era totalmente lo contrario. Estaba haciendo algo, como el escalofrío que yo había sentido pero multiplicado por infinito. 

Me cago en la... ¿Un hombre que visita gente?
¿Hilos? ¿Teléfonos?
Esto tiene que ser una puta broma, yo no he activado ninguna mierda inalámbrica.
Pasó y ya... ¿Cómo sabe esas cosas o habla por hablar?

Estoy pensativa, dando a vuelta a sus palabras y a todo lo que ha pasado. Yo no he conocido a nadie de Washington, ¿no? Un pequeño sobresalto me sobreviene cuando comienza todo el mundo a aplaudir. Doy unas cuantas palmadas, sintiendo la misma emoción en mi interior, pero la confusión puede a mi todo. No entender nada y que ella supiera cosas era demasiado... apropiado. Miro de reojo a Dan, que parece como si su equipo de rugby favorito acabara de hacer un ensayo. Tiro de su camiseta para que se siente, mientras que con mis labios pronuncio un "¿Qué coño haces?". 

Cargando editor
04/06/2016, 04:23
Narrador

A pesar del entusiasmo mostrado por el público —Dan incluido— Caroline sólo hace un breve saludo antes de despedirse y no volver a recoger más aplausos. Su discurso servía, como te enteras minutos más tarde, también de apertura del congreso. Y sin duda ha estado a la altura,

Durante el minuto siguiente una voz por megafonía os explica que en las carpetas tenéis material para tomar notas además del horario de actividades. Con sólo echarle un vistazo Dan decide que quiere participar en un taller de supuesto mentalismo que hay varias veces a lo largo del día, al menos para probarlo.

El rato posterior se pasa realmente rápido. Falta menos de media hora hasta la siguiente charla y Dan dedica los primeros minutos a hablar de lo mucho que ha alucinado con Caroline. Después Roger se une a vosotros para despedirse al menos hasta la hora de la comida. «Y eso según cómo de libre esté» dice con una expresión de ligero disgusto. No es que haya sucedido nada concreto, pero al parecer todo el mundo está requiriendo su atención constante.

Las siguientes charlas y talleres lo cierto es que son bastante insulsos, sobre todo comparados con el inicio de la jornada. En alguna ocasión otros participantes se acercan a vosotros para comentar el día y no tardáis en conocer algunos individuos curiosos: desde el hombre que cree que recuerda todas sus vidas pasadas a la mujer que asegura poder mandar ondas mentales para comunicarse con palomas. Bichos raros que perfectamente podrían estar en un programa de variedades y de los que Dan te diferencia de inmediato y en todo momento. Estos son, sin embargo, excepciones, y conforme pasa el tiempo acabáis por descubrir que la mayor parte de asistentes son gente sencilla que sólo quiere saber más.

Es ya por la tarde cuando estás por primera vez a solas. Las distintas sesiones del taller de mentalismo han tenido todas sus plazas llenas hasta que por primera vez hay un hueco para tu amigo. La actividad se desarolla en una sala grande y está abierto a cualquiera que quiera mirar. El hombre que lo dirige, un tal doctor Cletus Neffiris, ha tomado a una chica de unos veinte años voluntaria para leerle la mente y ella ha aceptado encantada. Podría ser un cuento chino, pero parece que sólo será la primera de varios. Tu amigo se encuentra en una de las sillas que rodean a la chica, expectante. Y mientras el doctor Neffiris habla, supuestamente abriendo su mente, muchos miran. Como tú, si lo deseas. Y es en ese momento cuando te das cuenta de que no estás sola.

Tal y como ya había pasado antes no te hace falta mirar a tu derecha para saber que alguien está contigo. Un hombre que conoces y que te entiende. Wamai. Ha aparecido a tu lado de la nada y ahora parece mirarlo todo con cierta extrañeza.

Cargando editor
04/06/2016, 04:45
Narrador
Cargando pj

Necesitas más que un vistazo alrededor para empezar a ubicarte. Estás en un edificio como no has visitado antes en directo, bien iluminado y lujoso. Hasta la piedra del suelo parece brillar, como en las embajadas que alguna vez has visto en las películas. Ruth está a tu lado.

En el momento en que tus ojos la ven la chica está mirando hacia un lugar donde hay un círculo de sillas con personas sentadas. En el centro una joven, de unos veinte años, permanece con los ojos cerrados y cerca de ella un hombre habla, aunque lo que dice debe ser bastante aburrido.

Has conseguido visitar a la chica de Tamarama sólo con desearlo. Puede que no domines del todo esa magia blanca que alguien te ha dado. Pero, sin duda, es un principio.

Cargando editor
04/06/2016, 14:22
Narrador

En el momento en que vuestros ojos se cruzan volvéis a sentir de nuevo esa comodidad tranquila, esa calma, esa certeza de que juntos estáis mejor. De que sois más fuertes. A vuestro alrededor la gente sigue actuando con normalidad.

Ambos podéis notar ese hilo que se ató en algún punto de vuestro pecho al veros por primera vez volviéndose más fuerte y sólido, como si ahora sólo tuvierais que tirar de él para encontraros.

Cargando editor
05/06/2016, 20:11
Wamai Saád ú

Waganga wa nafsi. Tengo tres caras en mi mente ademas de la voz de Nyah acompañando este momento, el dolor es sumamente detestable y las malas posturas me nublan el sentido, pero no tengo tiempo para más en mi cafetal cuando mi realidad se vuelve a deslizar de entre mis manos, lejos de mi hogar. ¿A cual? me preguntaba. Lo primero que noto es la falta de sol, aunque por encima de todo vuelvo a notar esas agradables magias con Ruth, y me alegro de volver a sentir su brillo. Piso un suelo nuevo, todo parece limpio, y su mirada lleva la mía hasta una pequeña congregación de blancos sentados en alguno de sus ritos, ataduras o enseñanzas. ¿Que hacen?

— Ruth — asimilo esta conexión con menos confusión, llamo su atención. Vizuri, Nyah podrá contar a Wamai después, para explicar mejor — ¡Ruth! — repito saliendo de mi pequeño trance, o más bien entrando de lleno en el suyo — Ruth está bien — supongo en alto. Obligo a los músculos de mi cara a retorcer una sonrisa bastante alegre. Paz. — Amani — Paz. El entorno me dice que la hembra con ojos de mar no fue blanco de males. — ¿Pudiste notar el mal risasi en ti misma? ¿el disparo? ¿Sentiste el disparo? Ruth siempre fue ella, pero desde ayer es más gente – más iguales, me palpo el pecho y asiento casi convencido. 

¿Que es este sitio?

Cargando editor
08/06/2016, 15:45
Ruth Williams

Ahí estaba Dan, metiéndose en toda esa rareza que era el seminario y que yo no acababa de comprender. Aparte de la charla de Carol-la-maciza el resto había sido como un freakshow a ver quién tenía el apéndice más extraño. No podía ser de otro forma, aquella gente tenía que esconder una cola, un tercer brazo o una verruga que hablaba para pensar que ser raro era ser especial. Yo no era especial por lo que me pasaba últimamente, tampoco me había sucedido nada como Carol había dicho, ningún "esfuerzo extra" por mi parte.

Leer la mente dice... Ha subido a la tía para mirarle el escote.
Sino hubiera subido a una de las viejas en lugar de la joven de buen ver...

Es cuando estoy mirando sin mucho interés que noto que no estoy sola. La sensación de plenitud me invade y sonrío ampliamente al ver a Wamai. 

¡Ha vuelto! Genial.
Espera, ¿y si esta panda de frikis se entera? Lo mismo lo meten en un laboratorio...
...o en un grupo de estos raros para hablar de experiencias ultrasensoriales...

-Has venido...- asiento a su afirmación, claro que estaba bien. -Sí, estoy bien... ¿Ha pasado algo? ¿Mal risasi? El disparo pasó hace días...- miro su forma de tocarse el pecho, sin entenderlo.

¿Yo fui yo y ahora más gente?
¿De qué coño habla?

-No entiendo...- le digo entrecerrando los ojos y haciendo esfuerzo para ello, pero lo único que iba a conseguir concentrándome así era un dolor de cabeza. Las cosas complicadas no estaban hechas para mí.

Cargando editor
10/06/2016, 15:50
Wamai Saád ú

Ruth no entiende, hay que explicar. Lanzo un vistazo a un lado mientras mantengo mi brazo derecho casi pegado al cuerpo, con expresión de estar, o haber estado aguantándome una gran punzada hace medio minuto. Y pienso, pero no hay sangre, no hay marca, nada — Entonces Wamai entiende menos — Me saco otra sonrisa mientras resoplo nasalmente. Le susurro fuerte — Cada vez que Wamai cree entender algo, hay más — o menos. Abro ambas manos — Más — repito mejor — Risasi es disparo — duele.

¿Ha pasado algo?

Le cuento — Fue ahora, Ruth. Otro disparo. Wamai estaba recolectando al sol y sintió el dolor invisible, pero con sonido. Aquí — le señalo la zona de mi clavícula derecha con un dedo. Un poco más abajo — No supe que hacer. Entonces me propuse volar sin pensar mucho — ¿No siente ella? — Llegué aquí, contigo. — vuelvo a ver aquello que me rodea levantando la cabeza con curiosidad, nunca había pisado un lugar como este, pero sigo preguntando cosas de magias — ¿No viste más presencias espirituales? — Vuelvo a los ojos de Ruth — ¿Otros como Wamai? ¿Otros como Ruth? — 2 caras — ¿Milka y Wes? — un nombre — ¿Morgan? — Y había otro, pero ahora no recuerdo bien como se pronuncia.

Me quedo pasmado, mirando para ella.

Cargando editor
10/06/2016, 22:25
Daniel Thomas

De pronto una oleada de aplausos llega desde el lugar donde la gente está reunida, un par de metros más allá de vosotros. Al parecer el profesor ha terminado con la chica y esta se levanta de la silla con cara de alucinada y una sonrisa enorme. Desde allí, sentado en una silla, un joven hace gestos a Ruth y alza la voz con una sola frase que no parece esperar respuesta pero que hace que algunas personas miren hacia donde os encontráis.

—¡¿Has visto eso, rubia?! —Parece bastante impresionado y antes de que alguien se le adelante, se pone en pie, ofreciéndose voluntario para ser el siguiente.

Se sienta en la silla que un momento antes ocupaba la joven y le guiña un ojo a Ruth con familiaridad, pero enseguida su atención y su mirada son capturadas por ese hombre que se mueve con aires de gurú. El taller —o espectáculo— no tarda en comenzar de nuevo, con él como partenaire del protagonista. Y pronto todos los ojos están pendientes de lo que sucede entre él y el profesor, sin que nadie parezca prestaros atención a vosotros.

Cargando editor
12/06/2016, 17:05
Ruth Williams

Asiento muy de acuerdo a lo que dice Wamai. Yo no había llegado a entender nunca más, cada vez estaba más perdida. Pero sabía lo que quería decir, que cada vez era más complicado todo. -Sé lo que dices, yo no entiendo nada de nada. Para eso estoy aquí- le muestro la sala llena de gente. Gente que ahora estaba fijándose en un loco timador que se las daba de algo delante de todos. -Aquí hay gente rara, ya sabes... De los que ven cosas y sientes cosas, o alguna mierda así.

¿Disparo? ¿Qué?

-¿Qué disparo?- le miro entrecerrando los ojos sin comprender. Miro donde señala mientras me explica, que le dispararon y se propuso volar. Pero no tiene nada donde me señala, nada que yo vea. -Yo no veo disparo... Y sí vi a otros. Un indio en un templo con un nombre raro... Empezaba por D. Da... De... Deve... No me acuerdo- me encojo de hombros. -Y un chino- alargo mis ojos, colocando dos dedos en las sienes y tirando. En realidad no sabía de dónde era aquel hombre, pero era un amarillo, eso seguro. -No recuerdo los nombres.

Tenían nombres tope raros, acordarse es complicado.
A él le han visitado gente con nombres fáciles.

Abro la boca para decir algo más, pero Dan llama mi atención a gritos. Le saludo con la mano ligeramente y sonriendo. No había visto una mierda, pero debía ser un engañabobos impresionante para que mi amigo ya estuviera sentado allí el primero. Aunque me quedaba la duda de saber si él había visto a Wamai que estaba a mi lado o no. Me giro a mirar a mi acompañante. -Estoy en una convención de bichos raros, aquí a lo mejor nos dan respuestas a lo que pasa. No es normal que podamos vernos y eso...

Cargando editor
13/06/2016, 03:53
Wamai Saád ú

Guiño un ojo mientras escucho y veo a Ruth, miro la sala, la gente que me indica. Dice que aquí los hay que ven y sienten cosas, algo que llama mi atención. Como ambos, y que está aquí para saber.

No ves disparo, yo tampoco. Pero está aquí, está aquí — Insisto en mi zona señalada, por alguna razón pienso en Wes, aunque no interrumpo, pues quiero seguir las respuestas de Ruth — indio — ¿Indio? — chino — Wamai vio alguno, están por todo el mundo, pero niego con una sonrisa dolorida. Offf..— Entonces ellos igual son Ruth. Pero Wamai no sabe de ellos —  ¿Ellos también son Wamai? ¿rubios? me pregunto, y casi lo pregunto, aunque algunas de mis dudas se ahogan en cada trago de saliva que doy.

Sigo sus gestos, pero el aplauso desvía mi atención sin querer. Veo la sonrisa de la chica desconocida, me agrada, y aprecio a uno de los machos dirigirse a la hembra con ojos de mar. Veo su gesto, veo el de Ruth. Diría que son parecidos. - ¿Quien es? - pregunto ¿Que va a hacer?

Observo con curiosidad mientras escucho a Ruth, y también entiendo que ella no tiene miedo a que la vean con presencias espirituales, conmigo — Creo que no me ven — Cierro medio ojo — Antes lo aseguraría, aunque ahora no sé atreverme — asiento. Pero creo que solo me ve ella — Ruth ¿ayer sentiste un latigazo en la mejilla? — como si hace poco le torciesen la cara con el veloz latigazo de una rama, aunque fue una vara.

Cargando editor
13/06/2016, 11:35
Ruth Williams

-Yo no veo nada- insisto, negando y miro donde dice que debería tener un disparo. -Y no, son un chino y un indio... No son yo... Y te he visto a ti... Tú tampoco eres yo. Tú eres tú, yo soy yo y ellos son ellos. Nos vemos pero no somos nosotros- digo negando.

Yo no soy china, ni india... Ni mucho menos negra.
Bastante loca creo que estoy como para pensar que además tengo una disociación de mí misma...
Y que hablo conmigo...
Menuda puta locura... ¡NO!

-No, no, no...- sigo negando rotundamente cno la cabeza. Luego miro que me pregunta por Dan y vuelvo a mirarle siendo el centro de atención. -Ah, él es Dan... Es mi vecino y un colega. Surfeamos juntos, quedamos... Ya sabes, cosas de colegas- le explico, aunque sin saber si está al tanto de lo que es un colega. Pero no podía explicar de otra forma lo que tenía con Daniel, eran muchas cosas compartidas, casi como hermanos. 

¿No le ven? 
¿Estoy hablando sola?

Toco el hombro de Wamai, para ver si estaba ahí físicamente, me extrañaba ya tanta rareza. Cuando he descartado que todo esto sea producto de mi mente, él dice que no le ven. -Pero estoy hablando en voz alta contigo ahora... Entonces estoy quedando como loca delante del resto. Porque solo te veo yo- miro a Dan, que podría sacarnos de dudas... Si no estuviera en mitad de un escenario. -No, ayer no sentí nada- me toco la mejilla extrañada. -¿Por qué? ¿Y cómo sabes que el resto no te ve?

Cargando editor
15/06/2016, 15:08
Wamai Saád ú

Mukuru! Uno empieza a pensar que las presencias espirituales están entre-conectadas de formas diferentes, Ruth no siente. No obstante... — ...Sí, que sí — insisto con el ojo guiñado mientras ella me dice “que no, que no”, el chino, el indio, el disparo — Sí, sí, sí — todo. Niego con un corte de gracia, aunque no sé como hacerle entender a ojos de mar que necesito un dardo sedante para pequeños elefantes. Me palpo el bolsillo trasero.

Me dice quien es el macho y yo asiento, como sabedor de lo que me habla. Creo que sé lo que es surfear — Esas cosas — ni idea — Dan es de los tuyos — Esto sí lo entiendo. Entonces miro hacia el macho, y también a los que acompañan su acto. ¿Y ellos? — Wamai rebusca en su cabeza entre suertes, etnias, bendiciones, dioses, hijos de dioses, religiones, ritos, y muchas cosas de su cultura, todavía no encuentra. Pero es algo así como dices — le susurro en alto. Tu eres yo, el es ella, aquel es el otro, uno es aquel.

Cuando Ruth me toca un hombro giro mis manos dejando ambas palmas blancas al descubierto — Igual Ruth no es Wamai, o a medias... pero... — elevo una con gesto de duda — La... — me trabo elevando una ceja — El ch... — Vale, no sé por donde empezar.

— Ruth atiende a Wamai. Lo sé porque Milka no veía a Nyah en mi casa, las magias funcionaban así. Nyah es de los míos, de mi hogar — me palpo el pecho, no muy fuerte. Y... ¿Estar hablado sola? — Hablas sola — Me rasco la nuca. Y también creo que acabo de ser un poco egoista, tendría que habérselo dicho al ver gente, pero también hablarle de la cabeza de Milka, de pellizcos y de puertas, aunque es complicado combinar mariposas con disparos — Ayer tuve... otra experiencia con una burguer de las californias, estaba cenando en mi hogar, Ruth. Creo que si viajas hasta el chino, el indio, o Wamai... — frunzo el ceño, no lo sé... — ¿El tiempo para? - No lo había pensado hasta ahora. Pero tampoco lo digo/pregunto muy convencido.