Partida Rol por web

Hilos invisibles

Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Ruth)

Cargando editor
30/09/2016, 22:28
Roger Graham

Roger no parece pasar por alto tu mirada hacia las mesas y una sonrisa con cierto encanto se dibuja en su rostro. Hace un gesto hacia el camarero, avisándole de que por el momento no necesitáis nada y acto seguido da un paso en vuestra dirección, como si fuera a haceros partícipes de una confidencia.

—La verdad es que yo me iría al kebab de la esquina ahora mismo —os dice bajando un poco la voz—. Pero no estoy seguro de que a la señorita Kingshaw le gustase aquello, ella es más de... —enuncia antes de hacer un breve gesto con la cabeza, señalando hacia atrás—. Esto.

Después, en cuanto tiene también el visto bueno de Dan comienza a caminar hacia la barra llena de taburetes vacíos que se encuentra en un lateral.

—Caroline —le corrige de buen rollo, riendo suavemente con la duda de tu amigo—. No creo que tarde demasiado. Y bien... ¿Qué os está pareciendo? ¿Habéis visto algo que os recuerde a los aborígenes?

Cargando editor
30/09/2016, 22:56
Ruth Williams

Miro a Dan, que desde luego no parece sorprendido porque este sitio sea pijo. Al escuchar a Roger comprendo la razón y tengo que poner los ojos en blanco. El tipo sonríe como amansando a las bestias, para que no huyamos, aunque estoy segura que Dan ganas de huir no tiene hasta que haya tentado a Carol-la-maciza.

Pues menuda pieza te vas a llevar si es una pija...
Seguro que lleva bragas de algodón, o lencería de esa blanca normalita.
Pija y aburrida, como no sea un buen polvo lo siento por ti Dan.

Echo una última mirada a mi amigo, casi un poco de compasión por lo que le podría esperar. Acabo encogiéndome de hombros. Un kebab sonaba bien, una hamburguesa de puta madre y las cosas pijas... Bueno, a veces uno tenía que hacer de tripas corazón y comer un montoncito de comida de colores en un plato grande. Lo que no haría la gente hoy en día por un polvo. -Vale, aceptamos nicknessresoplo y voy para la barra.

¿Aboquién?
Ah, claro, mierda...

-No, creo que hasta ahora no encontramos nada así del estilo. Ya sabes, nada aborigen que haga enorgullecerse a Dan de las cosas de su abuela y su posible locura heredada- bromeo y me siento en un taburete, mirando hacia otro lado en principio. Aunque lo que realmente hago es asegurarme que el sitio es pulcro, como debe ser. Era lo único bueno de los sitios caros, que relucían. Podía comer cualquier mierda solo por no ponerme un vestido para una cita, pero donde había pasta había higiene. Eso era así. -Vimos a ese señor raro que adivina cosas- le señalo sentado en la mesa sin mucho tapujo. -Y a Carol... Y ya. Pero os habéis montado bien el chiringuito. Yo hubiera añadido barra libre...

... de LSD, maría y alguna droga más.
Solo había que escuchar a algunos de los notas que hay por aquí para confirmar que van colocados.

O todos o ninguno.

Cargando editor
05/10/2016, 02:32
Daniel Thomas

Mientras tú compruebas que el suelo de aquel restaurante está más limpio que las mesas de otros lugares en los que has comido junto a Dan, tu colega aprovecha para pedir cerveza para ti y para él. Y cuando mencionas al supuesto mentalista, sus ojos siguen tu gesto hasta su mesa y su sonrisa se amplía.

Joder, Roger —dice, tratando a tu cliente con total naturalidad a esas alturas—. El maestro Neffiris es la puta caña. De aborigen no tenía mucho, la verdad. Pero lo adivina todo. Increíble. Adivinó el cumpleaños de mi madre —explica una vez más, enarcando las cejas—. También vimos a la mujer de las palomas, pero dice que no la habéis dejado hacer una exhibición. Es una pena porque yo quería ver como le traen el periódico o alguna mierda de esas.

Mientras habla, el camarero coloca tres cervezas servidas en vasos largos previamente enfriados sobre tres posavasos. Dan no tarda ni dos segundos en hacerse con la suya y beber un buen trago que le deja restos de espuma en el bigote.

Cargando editor
05/10/2016, 02:53
Caroline Kingshaw

No te resulta difícil darte cuenta de en qué momento entra Caroline Kingshaw por la puerta del restaurante, ya que no pocas miradas masculinas se dirigien hacia allí, como atraídas por el magnetismo que la mujer parece destilar por los poros de su piel.

Lleva un vestido de color verde oscuro y aspecto suave que se cierra detrás de su cuello dejando la espalda al aire y cubre sus piernas hasta las rodillas. En los pies, botines abiertos de tacón y el cabello suelto, dejando que se ondule en su espalda.

Sus ojos recorren el lugar rápidamente hasta dar con vosotros y entonces se acerca con paso decidido hacia la barra. Una breve mirada hacia los labios de Dan delata que se da cuenta del bigote de cerveza de tu amigo, pero no dice nada al respecto, tan sólo os dedica una sonrisa cortés.

—Buenas noches, señor Graham, Ruth, Daniel... —saluda, acompañando sus palabras de una inclinación de cabeza para después hacer un gesto de disculpa hacia vosotros y mirar al camarero—. Un martini seco, por favor.

Mientras le sirven la copa, vuelve a dedicaros su atención y sus ojos buscan exclusivamente los tuyos cuando sigue hablando, como si los dos hombres no estuvieran allí mismo a vuestro lado.

¿Has disfrutado del congreso? —pregunta con interés.

Cargando editor
05/10/2016, 11:01
Ruth Williams

Miro de buen humor el bigote de Dan, la verdad es que casi me hace escupir el pequeño sorbo que yo había dado a la cerveza para empezar. No estaba de acuerdo con esas cosas del maestro como se llame, para mí no era sino un charlatán, pero no le iba a explotar esa burbuja de felicidad.

-Dan se ha enamorado de ese tío- asiento y doy otro pequeño sorbo a mi cerveza, la cual me gustaba mucho más que tener que beber agua mineral o el vino que tomaríamos cenando. Seguía pensando que estábamos a tiempo de huir de aquí a una hamburguesería, o pedir que nos trajeran la comida aquí. El sitio estaba limpio que te cagas. -Y yo no quiero ver palomas, son ratas voladoras. Ni te imaginas la de enfermedades que pueden transmitir- hago una mueca de desagrado.

Carol-la-maciza viene vestida para la ocasión...
Cosa que significa que Dan lo tiene chungo o que necesita mucho alcohol.

Miro como Carol se acerca a nosotros, lo hago yo y todo el sector masculino del restaurante. Mis ojos luego siguen su mirada al bigote de Dan y de nuevo tengo unas ganas enormes de reír.

Oh, Dan, pobre... Esta es de las duras...
Si pide Martini y todo.

También noto que aquella mujer se fija sobre todo en mí, además de hablarme solo a mí. Suenan alarmas en mi cabeza, preguntándome si no será Carol-la-maciza en realidad Carol-la-lesbiana. Doy ahora un largo trago a mi cerveza antes de contestar. -Bueno, disfrutar... No está mal- digo de forma más relajada, eso de disfrutar solo se podía equiparar a un polvo, montar una ola o acabar una tabla que sabías que era perfecta.

Cargando editor
07/10/2016, 22:43
Caroline Kingshaw

Puedes notar con claridad por el rabillo del ojo cómo Dan se revuelve en su taburete, seguramente incómodo con el hecho de que su cita no tenga ojos más que para ti. También percibes un susurro y un gesto con los que Roger trata de hacerle entender que debería utilizar una servilleta y, si llegases a mirar hacia ellos, verías cómo tu amigo se limpia el bigote mientras Roger trata de contener la risa en una sonrisa que aprieta sus mejillas creando un hoyuelo en la derecha.

Caroline, por su parte, sigue sin prestarles ninguna atención y ya con su copa en la mano da un pequeño sorbo sin apartar su mirada de ti antes de hablar de nuevo.

—He estado observándote a lo largo del día —confiesa entonces para después hacer una pequeña pausa—. ¿Hace mucho que has... «renacido», Ruth? —pregunta sin cortarse por la compañía y poniendo una clara intención en esa palabra que parece estar siendo usada como un eufemismo. 

Cargando editor
08/10/2016, 01:23
Ruth Williams

Que Carol-la-maciza me mire tanto me incomoda. No es que no hubiera sido el objetivo de alguna tía alguna vez en un bar, pero se suponía que esto era una cita doble. Una donde yo acababa con ese hoyuelo adorable que acababa de verle a Roger, y no con la mujer del vestido verde escotado a la espalda. Tengo ganas de sonreír por un lado, por la situación de Dan y Roger, pero la mirada penetrante de Carol me resulta incómoda.

Creo que te estás equivocando, Carol-la-lesbiana...

-Me has estado observando...- musito mirándole con los ojos entrecerrados de sospecha, una que creo confirmar. -Oye, mira me halagas y todo eso, pero a mí me van las...

... trancas...
¿¡Qué!? WTF, tía!?

-¿Renaquién?- arqueo una ceja. Porque no sé si me pregunta si he salido del armario de una forma extraña. Ya percibía cosas raras respecto a ella, cosas que no me gustaban, pero nunca pensaría que esa sensación rara tendría que ver con la sexualidad de la gente. Me siento levemente homófoba, pensando que quizás tengo un detector de gays, como un superpoder que hace que me den mal rollo. Pongo mis manos entre ella y yo y las muevo al compás en forma negativa. -Sí, te equivocas completamente... No soy bollera. Mira que a veces pienso que no estaría tan mal, pero no es lo mío. Yo en realidad venía por tener una cita con Roger y eso, una cita doble... Donde yo con Roger- y ella con Dan, pero si era bollera no iba a remarcarlo. Sé que mi amigo no se va a sentir mal por ello, pero es un poco palo.

Cargando editor
12/10/2016, 01:21
Caroline Kingshaw

Si Caroline percibe tu incomodidad, desde luego no da muestras de ello. Poco a poco parece que tanto Dan como Roger estén ahora pendientes de vosotras, y más aún con lo que puedan haber pillado de sus palabras.

En cuanto empiezas a hablar en la expresión de la chica aparece una sonrisa. Comienza ladeada, como si guardara algún tipo de secreto que estuviera esperando el momento adecuado para revelar, pero cuando vas hablando se va ensanchando un poco y volviendo más amable y natural. Sin embargo cuando pronuncias la palabra «bollera» esa misma sonrisa se aprieta, y parece que esté siendo el dique de una presa.

No es hasta que acabas que la respiración de Caroline estalla en una carcajada que es con diferencia el acto más natural que le has visto hacer. Su risa se alarga durante varios segundos y puedes notar cómo los dos hombres que os acompañan se miran entre sí y a vosotras, pidiendo una explicación.

La chica, lejos de proporcionársela, extiende una mano hacia tu hombro con comodidad, como si con aquellas palabras hubieras roto una barrera invisible y ahora pudiera permitirse ese contacto.

—Ay, la madre... —murmura mientras los últimos ecos de su risa aún se pierden. Poco a poco recupera la compostura, volviendo a llevar ese vestido como la señorita que entró por la puerta un minuto antes. Entonces te mira con seriedad.

—Agradezco la doble cita —enuncia, aunque la mirada que le dedica a Dan acto seguido es una que podría dedicar a cualquiera—, pero independientemente de cómo acabe la noche yo he venido por ti —asegura—. No por ser «bollera» —aclara mientras una sonrisa vuelve a asomarse a su cara—, sino para hablar contigo. Y creo que sabes de sobra de qué hablo, pero que no sabes si estás lista para aceptarlo. Hace mucho yo también estuve en ese punto. Pero las cosas cambian, y es importante adaptarse rápido.

Cargando editor
12/10/2016, 01:34
Daniel Thomas

Los ojos de Dan están sobre vosotras, y una sonrisa un poco boba se cuelga de su boca en el mismo momento en que dices eso de no estar interesada. Probablemente él ya sepa por dónde vas. Y no sólo eso, sino que también estará imaginándoos a ambas en plena acción. No parece tomarse a mal la actitud de Carol-la-maciza, ni mucho menos, sino que más bien parece expectante por ver cómo se desarrolla la situación.

En cuanto la chica estalla en carcajadas tu amigo no sabe muy bien cómo reaccionar, pero no parece que le parezca mal. Ríe un poco por lo bajo mirándote a ti y a Roger, casi por compromiso, y en cuanto ella habla es evidente el momento en que su cerebro hace clic. Justo en el instante en que ella dice que debes aceptar algo. Los ojos de tu amigo miran alrededor, como si buscase algo y no supiera qué, hasta que encuentra al maestro Neffiris.

—Oye, Roger —dice entonces, dedicándote a ti una mirada para que seas consciente de lo que está haciendo—. He visto que está ahí el maestro. ¿nos acercamos un momento? Vas a flipar. Venga, tío, verás que te adivina hasta el color favorito de tus padres.

Cargando editor
12/10/2016, 01:47
Roger Graham

Tu incomodidad, sin embargo, sí parece alertar un poco más a Roger. Las carcajadas de la que un rato atrás le exigía cosas sólo sirven para tensarle un poco y aunque permanece cordial es evidente que no se siente a gusto.

En el momento en que ella se dirige a ti de esa forma él permanece pendiente de ti, casi protector. Es difícil saber qué tienen que estar pareciéndole las cosas que la chica te dice, pero cuando Dan se dirige a él el chico le mira por un instante antes de negar con la cabeza.

—Espera —le pide antes de miraros a la una y a la otra una vez más. Roger parece esperar algún gesto por tu parte para dar por finalizado el plan, para relajarse o bien para efectivamente dejaros hablar a solas.

Pero no has llegado a responder cuando lo oyes. Primero es un sonido ajeno y que los otros parecen no escuchar, el de un disparo, y luego es esa terrible certeza de que, de alguna forma que no puedes comprender, estás herida. Puede que sea el dolor más intenso que has sentido nunca. Llega así, de repente, como si algo acabase de atravesar la carne de tu abdomen unos dedos más abajo que la última costilla derecha. Es un dolor agudo que se hace presente en un instante, pero que no parece que vaya a desaparecer pronto.

Cargando editor
12/10/2016, 11:28
Ruth Williams

No entiendo su risa, la verdad es que simplemente le había dicho lo que pensaba. Que me estaba lanzando unas indirectas nada disimuladas. La cosa es que me confirma que está ahí por mí, más que por la cita con Dan. Eso sí que me molesta, me causa cierto sentimiento oscuro dentro el que esta tía esté jugando con Dan. Por eso mi mirada hacia la mano que posa en mi hombro es seria. No quería que me tocara, ni hablar de nada, estaba siendo maleducada.

Dan, pedazo de trozo de... ¡Idiota!
No quiero que nos dejes solas para hablar de cosas de chicas, joder.
Tampoco quiero tratar ESE tema con ella, ibas a sonsacarle tu...

Reprocho con la mirada a mi compañero, que piensa que es buena idea ir a molestar al patán que adivina colores y fechas. Hasta Roger, que conozco solo de trato comercial, me nota incómoda. Voy a abrir la boca, decir que no hace falta que se vayan... Y de paso poner unos ojos de corderito a Roger, para que me salve de esta situación ya que mi amigo del alma no había pillado los matices de mi incomodidad. Pero no puedo.

-Joder...- gimo de dolor y me llevo una mano a donde se encuentra mi hígado y caigo sobre mis rodillas sin poder sostenerme. El dolor es tan insoportable que derramo un par de lágrimas sin querer. Mi respiración se acelera y siento que entro en pánico. Iba a morir, en una situación incómoda y no sabía exactamente por qué. ¿Sería cosa de Wamai? No había sentido nada parecido de nadie más, era como cuando le habían golpeado. Lloro y caigo al suelo retorciéndome de agonía, nunca había sentido tanto mal. Ni siquiera cuando me lijé un dedo sin querer hace unos años.

Cargando editor
14/10/2016, 22:52
Narrador

De pronto una imagen acude a tu mente, como en un flash que dura apenas un instante.

Ves un polvoriento camino en medio de la nada. En el aire flota un aroma a café que relacionas inevitablemente con Wamai. De inmediato sientes que algo va mal con él, una angustia intensa encoge su pecho y llega hasta el tuyo a través de ese hilo que une vuestras almas.

En esa misma carretera hay un todoterreno sucio y un poco desgastado. Fuera, Wamai mantiene apresado por el cuello a un hombre negro tan feo que uno pensaría que su cara la ha hecho alguien a base de palazos. 

Dentro del coche, mientras tanto, Nyah, la chica que antes estaba con él, trata de arrebatar una pistola a un hombre con bigote que parece decidido a disparar contra Wamai, cuya camiseta ya está manchada de sangre. La pelea está sucediendo en ese momento y parece totalmente desequilibrada.

 

Lo último que percibes es el agobio creciente de Wamai mientras le oyes murmurar algo que parece una súplica.

UchawiMarudio-uchawi. Wes. Wes. Wes. Aquí. Ahora. —Acto seguido grita al hombre al que está apresando—. ¡Tú, quieto!

Cargando editor
14/10/2016, 22:52
Daniel Thomas

Y mientras tu mente se ve invadida por imágenes y sensaciones de ese lugar lejano, sientes cómo varias manos tratan de sostenerte.

—¿Rubia? Ruth. ¡Ruth! —Tu colega se ha agachado frente a ti y te mira con los ojos muy abiertos y expresión asustada. —¿Estás bien? No, claro que no estás bien. ¿Qué te duele? ¿Qué tienes? —Te bombardea con preguntas, pero no se queda a escuchar las respuestas pues su cara se ladea hacia arriba cuando sigue hablando. —Necesitamos ayuda, una silla. Creo que se ha mareado. Vamos a sentarla.

Cargando editor
14/10/2016, 22:53
Roger Graham

—¡Eh! Traiganos una de esas butacas —escuchas decir a Roger, también cerca de ti y con cierta autoridad en la voz.

Puedes sentir las miradas de todos los clientes del restaurante sobre ti, incluso escuchar algunos murmullos que se preguntan qué está pasando y si a alguien le ha dado un ataque. También escuchas pasos apresurándose, alejándose tras la petición de Roger. Quizás un camarero que va en busca de un lugar donde sentarte, pero no llegas a verlos pues Roger se agacha también, junto a Dan y donde tu amigo se muestra asustado, Roger se mantiene sereno, aunque su ceño se frunce con preocupación. Parece una de esas personas capaces de reaccionar bien en las situaciones de alerta.

—Ruth, ¿estás bien? —pregunta, mirándote a los ojos—. ¿Necesitas una ambulancia?

Cargando editor
14/10/2016, 22:53
Caroline Kingshaw

Notas entonces una mano junto a la tuya en ese lugar donde el dolor es agónico, palpando tu abdomen, y unos segundos después la voz de Caroline suena cerca de tu oído, calmada pero teñida de seriedad.

—No es a ella a quien le pasa, Ruth está bien —asegura, poniéndose en pie de nuevo—. Pero no sería mala idea sacarla de aquí y llevarla a alguna sala más privada. Hasta que se recupere.

Cargando editor
15/10/2016, 09:40
Ruth Williams

Lo sabía, es Wamai...

-Wamai...- susurro tras el flash de imágenes que se suceden, algo pasaba aquí y allí. Volvía a ver ambas cosas, pero no sabía si esta vez también estaba allí. Siento el dolor en el abdomen y la presión de angustia en el pecho, que me hacen gritar y llorar a la vez. Me encojo más en el suelo. Escucho a Dan, a Roger, murmullos... Pero no estoy del todo ahí.

En ese momento me daba igual hasta Carol-la-lesbiana, pero el que sepa que no me pasa nada y que es a otra persona no me gusta nada. ¿Y si estaba detrás de todo esto? ¿Y si esta mierda era algún experimento gubernamental o alguna mierda de esas? No entendía, solo sentía dolor, angustia y... preocupación. Wamai necesita ayuda y le han disparado. 

Tengo que ayudarle.
No puede morir.
Si él muere algo en mí muere, no puedo.
Mierda...

Ni siquiera tengo fuerza para negar el ofrecimiento de la silla o la ambulancia, tampoco quería estar en esa situación. Antes tenía ganas de escapar de la doble cita incómoda, ahora lo que tenía era que marcharme. Debía ayudar a Wamai, aunque lo más violento que me hubiera pasado en la vida fuera que me tiraran de las trenzas con cinco años en el colegio.

Notas de juego

¿Puedo ayudar a Wamai de alguna forma?

Cargando editor
15/10/2016, 20:15
Narrador

A tu alrededor notas cómo algunas personas empiezan a congregarse con curiosidad morbosa, pero tu mente ya está centrándose en otra cosa: en ese sonido, en esa sensación de angustia de Wamai. En el aroma del café y de la pólvora. Casi sientes el peligro como propio y antes de darte cuenta la adrenalina ya está acompañando tus venas mucho más rápido que la preocupación. Y en uno de los siguientes parpadeos ese restaurante deja de ser un restaurante para expandirse y convertirse en un camino polvoriento, en un cielo abierto y en el sonido de dos respiraciones cerca de ti jadeantes y tensas.

Notas de juego

Seguimos en Capítulo 1: Tú ya no eres sólo tú (Wamai).

Cargando editor
05/11/2016, 00:36
Narrador

El hilo que te une a Wamai se tensa más y más hasta que sientes cómo se suelta con brusquedad, como si se rompiese con un latigazo. Y a pesar de que de alguna forma sabes que sigues unida a él, la sensación de soledad te inunda de repente en esta ocasión, de una forma intensa y dolorosa que te acongoja, tal vez por la situación en la que le has dejado junto al rubio californiano.

Tus ojos se abren de golpe y lo primero que percibes es la diferencia de luz entre el exterior abierto de Nairobi y esta luz suave del interior del hotel. Ya no te duele el abdomen y si lo palpas o miras verás que no tienes ninguna herida ni rastro de ella.

Tardas un instante en ubicarte, pues ya no estás en el suelo del restaurante, sino en una especie de despacho, sentada en una butaca acolchada. En cuanto miras a tu alrededor te encuentras los ojos de Caroline, directos y fijos en los tuyos, y de nuevo esa sensación predestinada se revuelve en tus venas. La mujer parece completamente pendiente de ti pero no ves a ninguno de los dos chicos dentro del despacho, aunque te parece escuchar la voz de Dan al otro lado de la puerta.

Cargando editor
05/11/2016, 01:18
Caroline Kingshaw

La mujer reacciona en cuanto tú lo haces y se acerca a ti con un par de pasos de sus largas piernas. No te toca, pero asiente con la cabeza despacio con un gesto comprensivo, como si comprendiese por lo que acabas de pasar.

—Bienvenida de vuelta, Ruth —dice, contemplándote con atención—. No tenemos mucho tiempo antes de que tus dos guardaespaldas vuelvan a entrar —añade, dedicando un gesto con la cabeza a la puerta mientras la comisura derecha de sus labios parece anidar una cierta diversión que no llega a florecer del todo—. Tengo las respuestas que buscas —dice directamente, encogiéndose de hombros—, pero probablemente no serán las que quieras oír.

Cargando editor
06/11/2016, 16:04
Ruth Williams

Wamai.... 
Mierda...
¿Por qué?

El dolor de mi pecho es insoportable al alejarme de él. De ambos. Antes de darme cuenta del todo que he vuelto, me he puesto a llorar. La desolación a la que me empujaban aquellas separaciones era cada vez mayor. El agujero en mi pecho más grande y no sabía cómo afrontar del todo lo ocurrido. Wamai estaba en un aprieto en el que no podía aportar nada útil. Estaba herido aunque yo no.

Mierda.

Me sobresalto al ver que estoy a solas con Carol-la-lesbiana. Yo no quería esto, podía tener respuestas, pero no me gustaba ni un pelo. Su autosuficiencia y su mirada.

-No sé qué coño sabes, pero no me gustas- siseo, limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano. -Di lo que tengas que decir y márchate- la frustración se había convertido en mal humor, como un reflujo ácido y amargo en mi boca.