Partida Rol por web

Artin se giró para atender a las palabras de la Tabernera, con aquella sonrisa tan típica en ella cuando debía tratar con alguien que parecía tener otros planes. 

- Esa sería una muy buena opción, señora, pero si el mercader ha llegado hasta aquí, a la fuerza alguien debe haberle visto, y ya sabe como son los rumores: corren más que la pólvora. Con un poco de suerte podremos hallar por nosotros mismos el lugar del altercado, y como comentan mis compañeros, puede ser interesante inspeccionarlo antes de que las buenas gentes terminen de limpiarlo del todo. - La hechicera prácticamente notó la preocupación de la buena mujer, así que se apresuró a añadir algo más. - No tardaremos, tenedlo por seguro. Y si mañana podemos hablar con el mercader, será interesante haber visto previamente el lugar del que nos hable. - Se giró hacia sus compañeros entonces. - Voy por mi capa.

Instantes después, la joven se hallaba de nuevo junto a sus compañeros, abrigada por su oscura capa de viaje, con su lanza a modo de bastón en una mano y con un pequeño, ronroneante e igualmente oscuro gato entre sus brazos.

 Cuando todo el grupo se preparó salieron rapidamente de la posada. A ambos lados se extendia el camino y se perdía en la oscuridad, solo las luces de la posada iluminaban aquel espacio, que se perdía entre los arbustos  y la vegetación. A la derecha estaban los establos, donde habían dejado a sus caballos y donde también reposaba la mula del posadero.

- ¿Y ahora que? Dijo el enano mesandose las barbas y mirando a un lado y al otro en la oscuridad.

- A mi ponerme un orco delante, pero no esperéis que olisquee el aire y encuentre el rastro de esos malhechores. Encogió levemente los hombros mientras chutaba distraídamente una pequeña piedra con sus bastas botas de cuero.

El enano parecía cómodo con el frío aire de la noche, y sus pequeños ojos, acostumbrados a la oscuridad escrutaban el cielo estrellado. Una suave y tosca tonada enana surgió de sus labios. Estaba claro que cantar no era lo que mejor se le daba a Gog, ni mucho menos.

Me he demorado para apropiarme de un candil. El violín resuena a mi espalda.

 -Yo digo que busquemos pistas, antes de que esos maleantes se pongan fuera de alcance y tengan lugar para organizarse –sugiero acoplándome al grupo. Aliento a Reithar: –No dudo de que te será fácil encontrar algún rastro.

Alagado sonrío a Mircea y asiento.

-Lo intentaré. Hay que encontrar ese rastro, ese buen hombre debe volver a ver su hijo-matizo bondadosamente.

Miro el oscuro apraje que para mí no e sun problema, pues, dentro de algunas limitaciones, veo bastante bien todo.

"Tengo que encontrar un simple rastro... seguro que se trata de trasgos, esas criaturas diabólicas no son nada cuidadosas" pienso para mí.

Comienzo a andar sigilosamente buscándo algo que llame mi atención, algo que me indique qué cmaino debemos seguir.

Si yo hiciera algo ilegal ...cosa que no haría nunca !!! se apresuro a aclarar a pesar de que nadie podia creerla en eso .

Alaina a la luz de su antorcha busco pistas al igual que hacia el elfo.

Quien sabe igual encuentro alguna moneda!!!

-Chicos,-les llamo- aquí hay algunas gotas de sangre... supongo que serán de él evidentemente... si pudiéramos seguir su rastro-terrmino casi dubitativo.

Después ignoro la idea de Alaina de buscar moneditas absurdas por los alrededores y busco el rastro.

"Siempre pendiente de dinero..." pienso para mí mientras avanzo por el camino esforzándome por encontrar un rastro.

Busco por el camino alguna gota más de sangre que em indique un camino.

Gog se mantuvo a una prudente distancia, pues sabía que él poco podía aportar en aquellos menesteres. Así que simplemente esperó, mesándose distraídamente las barbas, a que su compañero elfo encontrara algún rastro que seguir.

- Estupendo. Dijo con su voz cascada por tantos años dedicados a la ingesta de alcohol. - Tu márcame el camino, que yo te seguiré de cerca. Añadió con una sonrisa en los labios, casi cubierta por su espeso bigote rojizo.

-“Ah –improviso unos versos-, el impagable frenesí, / el hervor de la sangre, / el incierto discurrir / de la aventura en ciernes”. Amigo enano, con tu aquiescencia, todavía iré yo más pegado a ti.

 Poco a poco seguis caminando, siguiendo el ligero rastro de sangre que aparece intermitentemente a lo largo del camino. Reithar lo sigue detenidamente y os anima con la mano a continuar tras él. A los lados del camino los arboles y matorrales se agitan con el viento y podeis ver a algun animal corriendo asustados de vosotros. Parece que el rastro sigue y la noche oscura os atrapa poco a poco... 

Alaina sigue a sus compañeros oculta en las sombras para esquivar en la medida de lo posible algo que le causa alergia …..las emboscadas.

ellos saben que por alli ronda siempre cerca pero oculta tras las sombras

Ojala que intente atacarnos alguien con la cartera llena tengo ganas de comer algo caro!!!

Lentamente, el grupo va avanzando a través del rastro que el pobre diablo ha dejado hasta la taberna. Sin embargo, y pese a la excitación del momento, la oscuridad sigue avanzando como siempre lo ha hecho, y la oscura noche se cierne sobre ellos amenazante.

Artin levanta una ceja, pensativa y meditabunda, desde su posición en la retaguardia del grupo.

- Mucho trecho ha recorrido ese mercader hasta la taberna él solo y herido... ¿no os parece? - Pregunta, finalmente. Teniendo en cuenta lo maltrecha que estaba su pierna, a la hechicera le sorprende lo muy lejos que ha llegado el hombre y lo tenue, en comparación, que es el rastro...

Pese a estar aparentemente relajada, la muchacha tenía la lanza a punto para empuñarla adecuadamente si era necesario, y empezaba a plantearse si lanzar un conjuro de luz, pues el candil que porta el bardo apenas alumbra para todos.

Emocionado sigo el rastro que van dándonos las pequeñas gotas de sangre que van apareciendo por el camino. Entusiasmado por poder ayudar a alguien más corro en busca de más y más gotas de sangre que me indiquen el lugar exacto dónde fueron asaltados.

-Cierto, parece que recorrió mucho camino, peor no olvidemos que se trata de la vida de su hijo la que está en juego, amiga-respondo a Artin con mi acostumbrado tono amigable.

Me mantengo en mis trece de conseguir seguir el rastro y encontrar dópnde fueron asaltados.

 El frio empieza a calar en vuestros huesos. Seguis avanzando penosamente en la oscuridad de la noche hasta que descubris donde se acaba el rastro.

Un cumulo de gotas y salpicaduras de sangre se centra en el camino, se ven signos de lucha claramente marcados en el suelo y una daga. Veis, que unos metros mas adelante hay unas viejas ruinas. Estas descansan en un gran circulo de cerca de 50 yardas de ancho. Resulta obvio que este "castillo" fue poco mas que un torreón. Su tamaño palidece al compararlo con los castillos de los lideres del Reino.

Incluso así, ha pasado mucho tiempo desde que aquí hubiera el edificio suficiente para mantener vuestra cabeza a salvo bajo la lluvia, mucho menos para servir de fortificación contra intrusos. La mayor parte de los muros se ha derrumbado por completo, dejando sólo una torre balanceante de piedras cubiertas de musgo que da la impresión de poder ser echada abajo por una buena brisa. 

De todos modos aquí es donde lleva el rastro.

Artin observa el lugar con cierta suspicacia. Pese a que sabe que al semielfo lo mueven la piedad y la bondad, ella es más crítica con la situación, y algo le dice que ese rastro no acaba de corresponderse con la gravedad de las heridas del mercader. No es que sea una experta en medicina, ni mucho menos... pero ha cortado suficientes cuellos como para plantearse que una pierna rota de aquel modo debería sangrar más... o al menos esa impresión tiene.

Con un encogimiento de hombros decide que, sea o no sea, allí les ha llevado aquel rastro, que puede parecer cualquier cosa menos una casa, una tienda o cualquier otra cosa que sirva para vivir. De nuevo levanta una de sus cejas y tuerce el gesto, mientras pregunta, casi más para sí que hacia los demás: 

- Y la primera pregunta es, suponiendo que nuestro mercader haya estado realmente aquí, ¿qué diablos hacía en este lugar?

Sin esperar respuesta de los demás, pues a menudo hablaba consigo misma o con su gato, buscó un lugar donde sentarse, a medio camino entre las cercanas ruinas y el resto del camino, desde donde, a ojo de buen cubero, pudiera cubrir más o menos toda la zona que les interesaba. Escogido el lugar miró al resto de sus compañeros.

- Voy a "echar un vistazo", ya sabéis, para empezar a descartar frentes. ¿Os importaría cubrirme un momento? Personalmente no me fío nada de este sitio... - Comentó. No era la primera vez que les solicitaba algo parecido cuando pretendía ponerse a detectar magia, ya que rara vez los lugares en los que tenía que proceder de aquel modo, bajando su propia guardia, no eran precisamente lugares seguros.