Partida Rol por web

-Está bien, todos estamos preocupados por nuestras compañeras. Tenemos que respirar hondo. Y pensar.

“Os propongo lo siguiente: Reithar irá con Victoria en busca de otra posible entrada. ¿No quedan los acantilados muy próximos? Yo tengo entendido que las guaridas de los magos son fecundas en entradas secretas… Gog y yo nos quedaremos aquí (me da en la nariz que Alaina no tardará en meterse en líos y pronto tendremos acción en esta puerta.) ¿Estáis de acuerdo?

-Me parece una idea genial, Mircea, ya lo dije que yo voy donde me indiquéis. Si queréis, mi querido Mircea, puedo ir yo sólo a investigar esos posibles accesos y vosotros tres quedaros aquí. Después de todo me entrenaron para esto y, sin ánimo de ofender a nuestra recién adquirida compañera, esconder a una bella dama con una brillante armadura no me será fácil. No tengo nigún problema en ir a investigar sólo, sin meterme en ningún lío. Mi alma es amistosa y sabéis que ansío resolver problemas sin necesidad de usar al fuerza ¿qué os parece, Mircea?-digo refiriéndome a él puesto que Gog parece visiblemente enfadado y Victoria no profiera palabra.

-Adelante con ello, mi vivo amigo. Nosotros andaremos por aquella zona de maleza, para protegernos del viento, y veremos si nos entra gana de tratar de recuperar el carromato o qué cosa. Ten mucho cuidado.

-Bien, mis valerosos amigos. Allí me encaminaré y vosotros.... tened cuidado-les comento amigablemente antes de marcharme.

Me encamino a la zona que me ha indicado Mircea con Wolf bien pegado a mis pies. Iba atento a cualquier movimiento ajeno que no fuera lo natural en aquel entorno y busco posibles accesos a la torre por otro cmaino que no sea la puerta.

Gog se mostró algo arisco ante la despedida, pero, a parte de murmullos, nada dijo. Simplemene asintió con la cabeza, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Esperó a que Mircea le indicara por donde ir y cuando debía intentar agazaparse. - Un enano no es una seta, que vergüenza...

Y aunque estaba algo indignado, sabía que el plan era inteligente, aunque de sus labios no saldría aprobación alguna.

Que Heioroneus guíe tus pasos y su valentía te ayude a superar los desafíos que se te presenten en tu camino. Rezaré porque no encuentres ningún mal en esta hazaña que vas a emprender. Si no logras encontrar nada, volved pronto y no os demoreis.

Dichas las palabras de ánimo hacia su compañero Reithar, Victoria miró a Mircea a la espera de las nuevas órdenes a tomar.

Artin volvió a entrar en la torre, no parecía haber nadie protegiendo la entrada aunque se escuchaban ruidos de pasos por doquier, los sirvientes hablando y demás cosas típicas de una casa bien ocupada. El vestíbulo era pequeño y solo tenía otra puerta, la que daba a la gran sala de audiencias done habíais estado antes. De repente Artin esucho un "chssst" desde un rincón. Allí, agazapada estaba Alaina que le hacía gestos con la mano. Era increible como aquella muchacha se había ocultado.

No había posibilidad, sin un golpe tremendo de bordear la torre por el lado opuesto. Si el mago había construido allí una puerta secreta es que definitivamente debía de estar loco pues era imposible descender o escalar el acantilado. Mientras la torre parecía tranquila, quieta pero un temor asaltaba vuestras mentes.

¿Y si descubrían a Alaina o a Artin? ¿Y si perdíais la oportunidad de tener una audiencia con el mago?

La tarde empezaba a nublarse de nuevo y allí, en lo alto el viento os soplaba en la cara haciendo vuestra espera muy molesta.

La mano de Alaina arrastra a su compañera a su sitio seguro.

Puede que mi carácter sea muy mio pero soy la mejor en lo que hago !
Susurro Alaina como sintiéndose poco valorada en su “ profesión”
Ya que estas aquí trabajaremos las dos en recolectar información ¿ cual era tu plan?....
Yo tenia pensado caminar entre las sombras y descubrir que secretos esconden los criados......por experiencia se que suelen hablar de los actos que sus nobles amos cometen .
Si de paso arrastro un candelabro de oro o algún objeto de buen vender genial

Vuelvo cabizbajo junto a mis compañeros.

-Es imposible que haya ninguna otra entrada, habría que ser tremendamente diestro, o, en su defecto, estar loco para poner una entrada por otro lugar que no sea la puerta principal-les digo abstante afligido.

El tiempo pasa y parece que no hay movimento en la zona.

-Chicos... ¿estarán bien?-les pregunto algo preocupado por Alaina y Artin.

Rezaré por ellos.

Y sin más palabras, Victoria se acercó a un pedrusco, se colocó de rodillas, agarró sus puños y empezó a mirar al cielo y a murmurar algunas frases sin sentido que contenían los nombres de sus compañeros desaparecidos...

Gig no sabía que decir. Aun se hacía el ofendido, con el entrecejo fruncido y la boca torcida bajo el bigote, pero el tiempo había pasado, y el regreso de Reithar con aquellas aciagas palabras, acentuaron la preocupación del enano por sus compañeras.

- ¿Que hacemos pues? Habló finalmente el enano. - ¿Nos quedamos aquí esperando, regresamos al pueblo a esperar más, o asaltamos la maldita puerta?

El temor o respeto que había sentido Gog por el mago, empezaba a disiparse. La preocupación por sus amigas era lo único que sentía en aquellos momentos.

Apenas había franqueado el portalón cuando un siseo y una pequeña mano decidida y fuerte la arrastró a un rincón sombrío, a salvo de miradas indiscretas. La mente de la hechicera tardó un segundo en procesar toda la secuencia antes de poder reaccionar a la habilidad de la pícara para ocultarse. Sólo entonces asintió.

- No tengo un plan, en realidad. Nada más entrar me pareció escuchar a unos niños reírse, pero no llegué a verlos. Y todo este rumor de lacayos faenando me sorprende, después de de las miserias que vimos en Costa Tempestuosa. Así que sólo quería echar un vistazo... tenía que haber contado con que querrías hacer de las tuyas... - Murmuró Artin, sonriéndole a la pícara.

Artin se detuvo unos instantes, mientras valoraba la decisión.

- Podemos hacer una cosa. Puedo hacer un hechizo que nos permita comunicarnos en silencio, aunque nos separemos. Así tu podrías intentar averiguar qué eran esos críos y que cuentan los lacayos, y mientras yo intentaré buscar a Liandra en los pisos superiores, a ver si puedo conversar con ella, o intentar averiguar algo más de Landathus o Delthis. ¿Qué te parece?

Alaina asintió con la cabeza .
No era un secreto que a causa de pasar su infancia entre magos tenia cierta reticencias a la magia pero ante todo se consideraba una profesional de “ lo mio” y eso la arrastro a aceptar la oferta de su compañera.
Yo buscare la cocina si me necesitas iré en tu rescate........pero recuerda la norma numero 146 de mi gremio “ cuidado con lo que tocas en casa de un mago”.
Pese a no  gustarle los magos y similar por sus traumas de infancia Alaina mostró en cada palabra que pese a todo le tenia aprecio a Artin.
Alaina saco de su bolsa el símbolo sagrado que le dio en su momento el mago que le crio y se lo entrego a Artin.
Es mi objeto mas preciado.....hasta día de hoy no la empeñe nunca ni siquiera para beber.....

  quiero que la guardes en esta misión y me la devuelvas cuando terminemos  y para eso tendras que tener cuidado .
Dijo Alaina como intentando obligar a su compañera a salir con vida de esa misión.

estoy lista!

El dramatismo de la pícara hizo esbozar una sonrisa (que esperaba que pasara por comprensiva) a la hechicera. Aceptó, pese a todo, y con la debida reverencia, el pequeño objeto que la jovenzuela le entregaba, y lo guardó con cuidado en su zurrón.

- No te preocupes, esto va a ser pan comido, ya lo verás.

Después, cerró los ojos un instante y se concentró. Quería combinar el nuevo hechizo con el que mantenía en aquel momento, y para eso necesitaría concentrarse. Si lo lograba, no sólo no perdería el enlace con Mircea por si más tarde les necesitaban, sino que además podría conversar con la pícara sin que nadie más les escuchara, a la par que dirigía a su gato. En condiciones normales (ejecutar aquel truco sin más), Artin no tendría ni que pensarlo para llevarlo a cabo, de simple como era, pero aquel ardid era, si bien igual de sencillo, algo más complejo.

Señaló a la pícara brevemente con el dedo, sintiendo como el poder que inundaba su cuerpo se ponía en marcha y enlazaba a la pícara rápidamente, unificándola al anterior conjuro.

Cuando todo hubo terminado, Artin abrió los ojos nuevamente, sonriendo, y empezó a mover la boca sin articular palabra.

- Ya está. ¿Ves? Ahora podemos hablar sin emitir sonido alguno, sólo vocalizando, pero nos oiremos perfectamente la una a la otra... al menos mientras no te metas en ningún ataúd de piedra totalmente cerrado o no te alejes en demasía... pero creo que mientras estemos las dos dentro de la torre puedo alcanzarte. ¿Vamos?

Instantes después de que Artín realizara el conjuro un graznido resonó en la estancia. Sobre vosotros, apoyado en un dintel se encontraba un gran cuervo, el mismo que habíais visto antes. Este clavó los ojos en Artin y giró la cabeza como esperando. No habían transcurrido apenas un par de minutos cuando entro en la sala Ladanthus y el mastín tras él. Miró un momento sorprendido a las dos mujeres pero lejos de parecer enfadado u ofendido se mostró sereno.

-Disculpad, pensé que ya os habíais marchado-dijo serio- imagino que vuestros compañeros se encontrarán fuera. Os acompañaré a la puerta. Imagino que querreis tiempo para adecentaros, aunque no debeis preocuparos por vuestro aspecto las dos sois hermosas-dijo con una sonrrisa tratando de elogiar a las dos mujeres que, sin entender muy bien como las habían descubierto, se dejaban guiar hacia la salida.

No habían pasado diez minutos cuando las puertas de la torre se abrieron. Tras ellas se encontraban un guardia, el gigantesco perro oscuro y Ladanthus. También, estaban ahí Alaina y Artin. Pero lejos de estar en peligro Ladanthus las sonrreía y hablaba con ellas, aunque la cara de estas no parecía reflejar alegría.

La rápida aparición de Landatus sorprendió, y a la par, no sorprendió a Artin.

"Mierda, debí haberlo supuesto". - Pensó para sí, mientras esbozaba una de sus encantadoras sonrisas. Había pensando explorar la torre sola precisamente para no levantar sospechas, pero al encontrarse con Alaina había olvidado la primera de las precauciones que se había impuesto a sí misma: evitar en lo posible hacer uso de la magia dentro de la propia torre.

- Disculpad la molestia, Landatus. - Comentó, en voz alta, la hechicera, mientras se dejaba acompañar mansamente. - Mi pequeño gato se escabulló tras lo que creo era un ratón, y mi compañera estaba ayudándome a encontrarlo.