Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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18/07/2021, 01:42
Remo Williams

Ese Tak si que le resultaba curioso a Remo. Bueno, curioso no era la palabra exacta. Misterioso, tal vez. Tenía esa mirada de la gente que sabía cosas de uno, o parecía saberlas. Como el camionero lidiaba con lo que veía y tocaba, le daba mas o menos igual lo que pareciera. Hasta el momento era un compañero presente. Y eso contaba bastante, dadas las circunstancias.

Le cambió la cara al ver que el oriental le ofrecía tabaco. Una gran sonrisa de sorpresa. Que cambió a una mueca que simulaba serlo cuando vio que eran kojaks. Pero no iba a rechazarlos. Los necesitaba. Tal vez incluso lo hubiera preferido a una medida de escocés. Rebuscó en sus bolsillos y encontró rápidamente su encendedor, para luego sacar el paquete de sus propios cigarrillos. Muertos. Ahogados. Como ellos si no salían de ahí. No había tenido tiempo siquiera de dedicarles unas palabras de despedida, aunque confiaba en que una temporada al sol pudiese logar algo bueno en ellos.

- Pues esto te convierte en mi mejor amigo, Tak -le dijo con sinceridad mientras tomaba uno. Fueran kojaks o pasto, los necesitaba igual. Era lo único que podía hacerle distraer unos momentos del calamitoso estado de sus botas. 

Luego le dedicó una mirada de incredulidad alzando las cejas respecto al comentario sobre la disciplina de salto con garrocha en río de los implicados.

- Eres un optimista. Me gusta eso en alguien que está por morir ahogado -comentó al pasar mientras encendía el cigarrillo.

Cuando estaban por volver le preguntó sobre el nexo, el eslabón que los unía a los seis. El motivo del viaje.

- Pues no recuerdo mucho de lo que hablamos, y no le miento, pero si me aseguró que tendría respuestas. Tal vez eso sea más importante que encontrar a mi amigo -se había puesto serio por primera vez. Su voz lo denotaba. O tal vez fuera el kojak que había empezado a fumar, que estaba haciendo ese efecto. Desapareció en circunstancias...   extrañas.

Pensó unos segundos antes de su comentario final.

- ... Tampoco me dijo que fuera a encontrar nada, ni a mi amigo ni las respuestas, en el bosque. Pero algo dentro mío necesita esas respuestas para lograr algo de paz. Si logramos tener algo más de confianza, un vaso de whisky de por medio y prometes no burlarte -lo tuteó-, tal vez te cuente.

- Tiradas (1)
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19/07/2021, 00:18
Director

La misma tierra se rendía ante el castigo de los cielos. El azote del agua, el viento restallando como un látigo, la tormenta; un tarpán enfurecido por el tábano del tueno y del rayo. Imposible mantener una conversación. Imposible centrarse en el motivo que los había traído hasta allí y en la ausencia del que debería ser su anfitrión. El misterioso sujeto había prometido respuestas. Ahora tenían más preguntas que antes. El más observador de ellos se percataría de que había un fino hilo tejido alrededor de sus vida, uniéndoles. Todos estaban buscando algo. El aguacero les impedía ver más allá.

Sacaron los mapas. Siguieron el curso del Glemteguder para encontrar su ubicación, no fue difícil. La cabaña que había sido derribada por la tormenta aparecía indicaba como una opción de alquiler para los más aventureros. Al inspeccionar el bosque no encontraron nada más que una extensión verde sin ningún punto a destacar en los mapas. Excepto en el de Prue. Los hombres habían comprado sus mapas como cualquier turista, en la primera gasolinera que encontraron o en el Refugio. El suyo era una versión actualizada, editada el año pasado por el ayuntamiento local para incluir las aperturas de los nuevos restaurantes. Eran folletos brillantes y plastificados. El de Prue databa de hace daños, tenía los bordes desgastados y varias marcas a bolígrafo, como si en lugar de haberlo comprado lo hubiera tomado prestado de la guantera de un coche. En su mapa aparecía una cabaña en el bosque. Un refugio para cazadores.

En ninguno de los mapas se indicaba el nombre del bosque.

El refugio de los cazadores era la mejor opción que tenían. Según sus cálculos, no se encontraba a más de una hora de allí. Podrían llegar antes del anochecer. Dado que habían decidido internarse en el bosque el refugio de los cazadores les pareció mejor opción que dedicarse a vagar entre los árboles sin rumbo fijo. Van Haus comprobó que la brújula funcionaba correctamente y tras asegurar a los demás que podía guiarles, se internaron en el bosque.

 

El grupo de extraños se retiró de las cercanías de la cabaña derruida. El bosque ejercía una malsana influencia en ellos, atrayéndoles como el fuego atraía a las polillas. Nada más pasar la linde percibieron el cambio de entorno. El viento no podía traspasar libremente el muro de troncos, ramas y raíces que había crecido salvaje y sin control. Correteaba entre los resquicios igual que un ululante fantasma, pero dejó de azotarles. La lluvia también se vio mitigada. Allí el rey poseía una corona verde y abundante que les protegía del agua. Aquí o allí veían, en ocasiones, regueros de agua, barrizales, o zonas más abiertas. Por norma, el bosque era un lugar que podían considerar seco. El ruido también había disminuido, como si hubieran cerrado las puertas que los cielos habían abierto.

El ambiente había mejorado de forma inversamente proporcional al carácter de Von Haus. El viento había amainado, el suelo era seco y la humedad era mitigada por la seca corteza de los árboles. Por el contrario, Von Haus veía su andar mucho más complicado. Las colinas habían sido un desafío. Pero un desafío asequible. En ellas había un sendero trotado por muchos otros. Aún con sus ascensos y descensos, con sus zigzagueos, lo había soportado. El bosque era más cruel.

El terreno era irregular. No había un sendero, sino que a cada paso debían trepar, bajar, sortear un tocón de árbol, agacharse por culpa de unas ramas bajas, esquivar un barrizal, pasar por encima de unas raíces, rodear un gran árbol. Quiebros, giros, arriba, abajo. Su rodilla se quejó desde el primer momento. En su espalda, su pesada mochila empezaba a cobrar vida propia, amenazando con derribarle.

Remo iba al frente. Carecía de miedo y tenía la energía de un motor de ocho cilindros alimentado con queroseno. Sus botas echadas a perder eran como los neumáticos de su camión, confeccionadas para devorar kilómetros sin importar el medio salvaje por el que se movían.

Tak le seguía el ritmo. Era más cuidadoso con sus pasos y se centraba más en los detalles. A pesar de su complexión demostró tener una vitalidad pareja a la de Remo. Era el oriental quien solía encontrar los caminos más fáciles de recorrer, basándose en los detalles que el bosque le ofrecía, como el paso de los animales o la orientación de las raíces que salían del suelo.

Prue lograba mantener el ritmo debido a su juventud. Se veía rodeada de hombres mayores, desconocidos. Y ahora, el bosque, con la creciente oscuridad. Cualquier otra muchacha se hubiera sentido amenazaba. No era su caso. Prue no solía encajar en muchos sitios; con sus amistades, en el instituto, con la familia, en la calle. Siempre era la nota discordante que echaba a perder la canción. El bosque resultaba amenazante, misterioso, un peligro. Pero el peligro se había vuelto una segunda naturaleza para ella, un entorno en el que se sentía cómoda. El baile alrededor de las llamas.

Rainer iba el cuarto, más centrado en el propio bosque que en la marcha, como si fuera capaz de ver algo que permanecía invisible para los demás. Quizás su búsqueda personal le hacía encontrar un sentido en formas que eran totalmente arbitrarias. Aquí y allá parecía encontrar retazos, insinuaciones, promesas. ¿Había empezado ya a rozar la locura o aquel lugar era en verdad especial?

Von Haus cerraba el paso. No solo era el más lento, sino que se paraba cada poco tiempo para comprobar la brújula y el mapa. Cuando torcían el rumbo, daba una voz y los guiaba siguiendo la brújula. El breve descanso le venía bien a su rodilla, con su carácter no se podía hacer nada.

La cabaña que marcaba el mapa de Prue no debía encontrarse a más de cuarenta y cinco minutos desde el linde del bosque, incluso con una carga cono Von Haus. Era complicado medir el tiempo bajo las copas de los árboles. La luz apenas se filtraba y parecía ser siempre la misma. Solo tuvieron constancia del paso del tiempo cuando se detuvieron para descansar y comprobaron sus relojes. Habían pasado dos horas caminando por el bosque. Si Von Haus les había guiado bien, deberían haber encontrado la cabaña de Prue hacía más de una hora.

La noche no tardaría en caer sobre ellos como un ave de presa, y aunque el bosque parecía más confortable para pasar la noche, no había un terreno plano donde plantar las tiendas. No habían encontrado un llano o un claro donde pudieran descansar. Todo allí era abrupto, caótico, una constante batalla entre tierra, musgo, arbustos, flores, raíces, corteza de los árboles y pequeños animalitos peludos, grajos, cuervos y estorninos, ramas que se chocaban unas con las otras como las espadas de dos esgrimistas, hojas caídas, piñas y frutos de colores. Una batalla en la que predominaba el verde y el marrón. Y pronto, la oscuridad.

Pensaron que quizás no habían medido bien la distancia, así que caminaron un poco más con la esperanza de encontrar la cabaña o bien un lugar más cómodo para pasar la noche. Fue entonces cuando Remo encontró el cadáver. Retrocedió, no por el impacto, sino para impedir que la mente joven de Prue viera el espectáculo. Pero le fue imposible impedirlo. Todos vieron el cuerpo suspendido a ocho metros de altura. Imposible no verlo.

 

El cuerpo se encontraba ensartado en una de esas ramas que se partían habitualmente con la tormenta. Visto el detalle, ahora se percataron que el bosque poseía muchas ramas partidas a buena altura. El cuerpo había sido atravesado desde la espalda hasta la parte alta del tórax. Además, alguien se había molestado en abrirle un canal desde el ano hasta el cuello. La cabeza aún se mantenía dignamente erguida, con la lengua fuera y un rictus de dolor en la boca. Buena parte de sus tripas se encontraban en el suelo. Encontrarían órganos e intestinos esparcidos por el suelo. Algunas de sus entrañas aún colgaban de su vientre igual que una gruesa tela de araña que había atrapado sus miradas. Y sus miedos.

El ciervo había sido un animal poderoso, un macho adulto que había terminado por ser empalado a una altura nada desdeñable. El animal poseía una testuz solemne, unos ojos vidriosos que solo reflejaban oscuridad y una cornamenta digna de un rey. Desde su privilegiaba posición el animal parecía contemplarles igual que un monarca a sus súbditos.

Había dos árboles mayores flanqueando el espectáculo, una suerte de custodios, indicando que aquella dantesca obra había sido de todo menos algo fortuito. En los dos árboles habían grabado una serie de símbolos. A simple vista parecían unos glifos cabalísticos o unas runas germanas, pero ninguno supo identificarlas en primera instancia.

El cuerpo debía llevar colgado uno o dos días, pues aún no había signos de deterioro.

La noche empezaba a reclamar lo que era suyo. El día había pasado del gris más añejo a un incipiente negro. Habían perdido demasiado tiempo vagabundeando por el bosque. Aunque quisieran regresar al linde, la noche los alcanzaría antes. Von Haus juraba y perjuraba que no había perdido el rumbo en ningún momento y que si el mapa de Prue era auténtico, no deberían de tardar en encontrar la cabaña. Aunque eso significaría seguir adelante, internándose más aún en el bosque donde acaban de descubrir que no estaban del todo solos.

Notas de juego

Ame, no te preocupes por no haber llegado a tiempo en esta ocasión. Tendrás tiempo para responder al anterior turno o pasar directamente a este, a tu gusto. Entiendo que todos somos personas ocupadas y que no siempre podremos cumplir. No pasa nada. Si la mayoría del grupo toma una decisión, es la que se acatará cuando alguien no llegue a tiempo.

Sed buenos.

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19/07/2021, 09:44
Prudence "Prue" Hawkins

El estruendo hizo que la muchacha se girara hacia donde provenía el sonido, conteniendo el aire en sus pulmones y provocando que su corazón se acelerase, preparando el cuerpo para otro buen chute de adrenalina natural, que la haría sobrevivir un poco más antes del auténtico desfallecimiento. Deseando encontrar refugio antes de que eso ocurriese.

Alternó una mirada llena de alerta entre los hombres que se encontraban cerca de ella y esperó a las noticias. Al alemán lo miró arrugando ligeramente la nariz porque no le entendía ni siquiera tratando de hablar inglés. Eso sí, lo vio tragar pastillas como si fueran caramelos, y eso hizo que lo mirase ahora a cejas arqueadas. Si que está jodido... la pierna lo debe de estar matando, si es que no sufre algún tipo de enfermedad mental que le obligue a tomar la medicación de esa manera.

Ahora solo tenían un par de opciones: quedarse allí o adentrarse en el bosque. Cuando sacaron sus mapas, Prue se quedó mirando el suyo con detenimiento. No recordaba de donde lo había birlado, -porque no lo había comprado, lo había robado- si de un coche o de algún turista por la zona de recreo de estos, pero lo examinó de más. Se asomó al mapa de uno de sus compañeros por si tenía también cosas apuntadas y se dio cuenta que el suyo era especial entonces alertó a todos. Ella tenía una marca en su mapa, quizá aún había esperanza de encontrar un nuevo refugio donde pasar la noche.

El miedo de la joven se había disipado lentamente. Había aguantado todos esos días hasta que al ver la cabaña hecha un cristo, ahí sus necesidades básicas fisiológicas hablaron por si solas y fue cuando dio el grito y se desahogó llorando. Aquello le valió para agarrar fuerzas y seguir. Porque desde luego había que seguir.

Sin duda, en ese momento Prue era la nota discordante de una melodía lineal de lo mas varonil. Lo bueno era que estaba acostumbrada a eso. Lo malo es que el entorno no ayudaba a que se adaptara rápido al ambiente. O a lo mejor era al contrario, gracias a todos esos fenómenos naturales era que encontraba la forma de adaptarse al medio y a sus compañeros. Sea como fuere ahí estaba, adentrándose en el bosque.

Se aferró a las pocas esperanzas que tenía de encontrar un lugar donde pasar la noche, y el bosque ayudó en ello. Ya no estaban empapándose a un ritmo vertiginoso, y podía ver su mapa sin ser destrozado por chuzos de punta. Toda ella y su equipo de acampada estaba mojada, pero al menos pudo quitarse la capucha del chubasquero para respirar algo de aire y secarse la cara, a pesar de la humedad, ya era mucha menos que fuera de las fauces del bosque. Sacó su larga cabellera suelta y encrespada, y trató de concentrarse en el mapa, para seguir el camino también con ayuda de sus compañeros. Porque esa joya no la iba a soltar, trabajarían en equipo. y le cedió el mapa a Albert para que guiase con la ayuda de su brújula.

Delante tenía, a lo que ella llamaba "El Chino". Con el estrés había olvidado si se había presentado o no, así que desde atrás, le dio un toque en el hombro con el dedo. - Eh... ¿Cómo dijiste que te llamabas? - Preguntó, pero no solo se quedó con eso, también se giró para mirar a sus compañeros de atrás. - ¿Y vosotros? Disculpad el grito de antes, estoy un poco... estresada. - Dijo con ironía, ya que evidentemente no era la única jodida allí. Y estaba feliz por ir justo en medio del camino entre todos los hombres, se sentía... ¿Protegida sería la palabra? Sí, protegida.

No quedaba muy lejos el refugio del bosque, apenas casi ni una hora, y por eso hasta aquel lugar le pareció encantador y hermoso, disfrutando del terreno y moviéndose con cautela. Nunca se había alegrado tanto de adentrarse en las profundidades de un terreno tan hostil y desconocido. Recogió algunas piñas y hojas caídas, seguro que terminarían encontrándole algún tipo de utilidad. Los frutos prefirió no tocarlos. De vez en cuando miraba atrás, pendiente de Rainer y Von Haus, mas preocupada por el alemán que se detenía por su cojera y mirar la brújula ¿No debería ir el primero por eso?

Eso sí, al llevar mas tiempo del debido se extrañó, pero antes de poder quejarse o preguntar si estaban haciendo bien, Remo echó el freno. Sus pasos no se detuvieron, fueron mas lentos, extrañada por aquello. - ¿Qué pasa? - Dijo buscando ponerse delante, pero por fin sus pasos pararon, cuando sus ojos asimilaron aquella escena. Un pequeño grito de horror salió de su garganta y se llevó las manos a la boca para taparse. Miró, porque miró... asimilando toda la escena y la figura que se alzaba altiva delante de ellos encajada de una forma terrorífica.

El olor... las tripas... la sangre... fue demasiado. En cuanto se dio cuenta, su estómago hizo un aviso de que se encontraba vacío, y que si quería vomitar iba a ser el desayuno en versión bilis. Antes de dejar que su cuerpo actuara solo, decidió dejar de mirar y se giró repentinamente cerrando los ojos, y acudiendo al hombre que tenía mas cercano, Rainer, para refugiarse en su pecho. No lo pensó, solo necesitaba agarrase a algo que no fuera una rama fría u otro bicho muerto que no hubiera visto. Se tapó la cara y apoyó la frente en él, sin hacer ni un solo ruido más.

Notas de juego

Gracias jefe! He hecho recopilatorio :)

Edit: Editado para ceder mi mapita.

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19/07/2021, 12:16
Tak Yagami

No me gusta que me mientan.

Mucha gente asegura que a nadie le gusta, pero están equivocados. O mejor dicho, eligen estarlo. Hay gente a la que le gusta que le mientan. Necesita que le mientan. La realidad, para ellos, sería insoportable si no les engañasen.

No es mi caso.

Prefiero saber la Verdad.

Elijo no ser un Ignorante.

Creo que esto lo asumí la primera noche, tras el funeral de mi madre. Estoy bastante seguro de que fue justo aquella noche.

Todo esto redunda en un detalle, una aparente nimiedad.

El mapa de la joven que se identifica como Prue es una anomalía en sí misma. Trato de conectar las razones por las que una chica tan joven puede estar en ese bosque. ¿Texas Ranger? La tiene. ¿Doc Holtzmann? Sin duda. La tiene. ¿Long John Von Haus? Un lisiado no se adentra en mitad de un Armagedón sin una buena razón. La tiene. No ha desvelado aún nada, pero la tiene. Pero... ¿una joven aterida de frío y asustada hasta el tuétano?

No la tiene. No la encuentro. Y eso empieza a resonar una y otra vez en mi cabeza.

Surge una oportunidad cuando me toca el hombro durante la caminata por el bosque, una que se prometía mucho más corta. Me mira como si fuese una entidad alienígena, pero en un ejercicio de empatía quiero suponer que, siendo la única mujer del grupo, es normal sentirse cohibida.

Enter Happy Tak.

No lo dije. Tak Yagami. Puedes llamarme Tak. —repliqué con un amago de sonrisa deteniendo un instante mi marcha. La miré con fijeza. Tenía una mirada penetrante, singular en cierto modo. Como si el mar tratase de escrutar tu alma. —Prue, ¿verdad? —era un nombre difícil de olvidar, dada la situación. —¿Puedo hacerte una pregunta? No tienes que contestarla si no quieres. A veces soy demasiado curioso, ¿sabes...? —dije a modo de disculpa preventiva. ¿Has estado aquí antes? —disparé al más puro estilo Robert Mitchum, a quemarropa, sin silenciador de ningún tipo. BLAM! BLAM! Dos balazos al centro de gravedad.

Si la respuesta era afirmativa, y lo sabría mirando sus embelesadores ojos marítimos, tenía una segunda pregunta para ella, algo más incómoda.

Notas de juego

Antes de narrar mi opinión sobre el cadáver y el ciervo, dejo esto así, in the middle, porque lo creo interesante.

Prudence, your turnnnn... ;-)

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20/07/2021, 01:43
Rainer Maria Holtzmann

Como Rainer ya había intuido, ese bosque, su espesura, su sugerente pero temible oscuridad, era una puerta de entrada. Sin embargo, las preguntas eran aún múltiples: ¿Una puerta de entrada hacia dónde? ¿Qué esperaba al otro lado? A pesar de los reveses de su vida, él siempre confiaba, siempre había confiado. Al otro lado siempre esperaba encontrar algo bueno, algo bello. Pero... ¿Y si no era así? Esa era la única pregunta que Rainer nunca se permitía a sí mismo. Se hacía millones de preguntas, pero esa duda no podía permitirla. No.

En cuanto entraron en la espesura, el viento y el agua les dieron un descanso. Rainer sentía la disminuida lluvia, más fina ahora, mezclada con esporádicos goterones que de vez en cuando caían cuando la hoja de un árbol decidía que ya cargaba suficiente agua. En cualquier caso, aquello supuso un alivio, a pesar de que caminar por el bosque no era una empresa sencilla.

Rainer caminaba poniendo mucha atención a su alrededor. Pero no a los detalles específicos: no le interesaba tanto si tropezaba o no con un tocón o una rama, no se fijó mucho en el irregular suelo o en el viento que se colaba entre los árboles. Su atención estaba puesta en el alma del bosque: no en sus árboles, sus hojas, sino todo aquello que era invisible para los ojos. Ese lugar le transmitía ciertos escalofríos, pero no miedo, pues sabía que la oscuridad e incluso a veces el horror eran indispensables para acceder al alma de las cosas.

Cuando la muchacha se dio vuelta ligeramente para preguntar su nombre, Rainer estaba un poco distraído observando los alrededores, pero luego le sonrió y le respondió:

Doct... Rainer, puedes llamarme Rainer —dijo, prefiriendo mostrarse menos formal con aquella muchacha, pues por su grito anterior dedujo que no estaba pasando un buen momento—. Y no te preocupes por haber gritado: a veces el cuerpo necesita sacar lo que uno tiene en el alma con cierta... rabia. No pasa nada.

Rainer también prestaba atención de vez en cuando al doctor Von Haus detrás de él y, cuando el hombre del bastón hacía un parón, Rainer se detenía también distraídamente, como si se hubiera quedado mirando un árbol o alguna otra cosa. Después, aprovechaba para mirar a Von Haus y sonreirle en silencio. En un momento dado, le preguntó:

¿Cómo va, doctor Von Haus? ¿Todo bien ahí atrás? Discúlpeme que le hable en inglés, pero no me gusta usar alemán delante de personas que no lo hablan. Espero que lo entienda. —Miró hacia atrás, de reojo.

Como Rainer caminaba con su atención puesta en el espíritu del bosque y no estaba pendiente de los detalles, no se percató de que habían caminado más tiempo del que habían creído. Por eso, cuando detuvieron la marcha, él no entendió la razón hasta que alguno dijo que llevaban demasiado tiempo caminando.

Antes de que pudiera darse cuenta de lo que ocurría, del hallazgo de Remo, escuchó el grito de Prudence. Mientras caminaba unos pasos para adelantarse un poco y ver qué sucedía, la muchacha se le vino encima, apoyando su cara en el pecho de él. En ese momento, a pesar de la sorpresa por la reacción de Prue, lo vio, vio aquella macabra imagen.

Contuvo a la joven con sus brazos y le dio unos suaves toques con la palma de su mano en la cabeza, intentando tranquilizarla.

La imagen del cadáver del ciervo le impresionó, pero no apartó la mirada ni perdió la calma. Endureció su rostro y, mientras se fijaba en cada detalle de lo que tenía delante, siguió conteniendo a la muchacha, a la que le dijo con calma:

Tranquila, está bien. No mires.

Después de fijarse en lo que parecían runas o glifos, se percató de que aquello debía ser algún tipo de ritual; de extraño y macabro ritual. Un tipo de ritual que, sin embargo, desconocía.

Cuando había escuchado la llamada del bosque, no había esperado encontrarse con algo así, pero tampoco podía decir que le sorprendiera totalmente el descubrimiento. ¿Seguía siendo aquello parte de la prueba? Quizá. Lo que sí estaba claro era que no se trataba de una casualidad. Nada era casualidad allí. Nada. Ni los cinco viajeros, ni la cabaña derruida, ni la ausencia del hombre que los había convocado ni, tampoco, aquel macabro enigma que tenían delante.

Rainer parecía perdido en estos pensamientos, pero no dijo nada. Simplemente permaneció mirando aquel descubrimiento, con cada uno de sus peculiares detalles. Quiso sacar su libreta para tomar nota de los símbolos, pero todavía tenía a Prue entre los brazos, así que esperó. Esperó y quedó a la escucha. A la escucha de lo que pudieran decir sus compañeros, pero también a la escucha del bosque.

El bosque no era simplemente un conjunto de árboles. Eso lo habían entendido todas las civilizaciones siempre, para las cuales los bosques eran lugares sagrados, lugares misteriosos, lugares de encuentros mágicos. Un bosque es siempre una entidad con vida. Con vidas. Pero esa vida no es siempre agradable.

Una vez más, estaba perdido en sus pensamientos y, por ello, no prestó atención a las palabras de Von Haus, quien juraba que había seguido el mapa al dedillo.

El misterio que tenían delante era como un puzzle que quería comprender. Pero ¿cómo? ¿Cuál era su sentido?

Notas de juego

Cuando empiecen a surgir las conversaciones, contestaré a lo que vaya surgiendo... De momento, Rainer está a la escucha.

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20/07/2021, 15:33
Albert Von Haus

A pesar del enorme paraguas gigante en el que nos metimos y donde la lluvia comenzó a dejar de ser un problema y donde los troncos de los árboles ejercían de recios muros que detenían el viento o cuanto menos frenaban su azote, mi caminar se vio completamente entorpecido por el tipo de terreno en el cual me encontraba.

Las hojas secas y las hierbas ocultaban ramas caídas y raices salientes o rocas mojadas por la lluvia que hacían mi caminar más lento y torpe que en el camino a pesar del aguacero y la ventisca que tenía encima en aquel lugar. Moverme con el mapa y la brújula me daba al menos cierto tiempo de descanso, mientras leía una cosa y comprobaba que seguíamos el camino correcto con la otra.

Pero mi muslo se quejaba y era mi rodilla la que era apaleada al caminar por tratar de no patinar ni caer.

La ventaja que tenía era que si caía de espaldas, lo haría sobre la mochila, cargada sobre todo con ropa. Lo malo, que parecería una tortuga panzarriba y necesitaría ayuda para levantarme.

Quizás en otra ocasión, esa situación me hubiese resultado hasta cómica y me hubiera arrancado una sonrisa. Pero en mi rostro solo se reflejaba dolor en los primeros minutos de recorrido, luego se mezcló con la fustración de no encontrar la cabaña del mapa a la hora de viaje. Pudiera ser que mi ritmo fuese lo suficientemente lento como para ralentizarlo todo. No lo descartaba, pues me estaba costando mucho caminar por aquel terreno y el dolor iba en aumento. Pero ese no era el mayor de los problemas. Si me metía otra vicodina en el cuerpo el dolor se mitigaría... pero empezaría el colocón y acabaríamos perdidos.

Debía aguantar como fuese.

A cada paso, a cada pinchazo de dolor respondía con un insulto en alemán, susurrándoselo al bosque y a mí mismo por meterme en aquello a ciegas. El grupo iba por delante de mí y de vez en cuando les pegaba una voz para que girasen un poco hacia un lado u otro cuando nos desviábamos del camino invisible, ya fuese porque era imposible movernos por esa zona o porque el agua lo impedía.

En un momento dado, el hombre con apellido alemán me habló y alcé mi vista hacia él, dejando de mirar por donde pisaba. - ¿Cömo la dicen? ... Ficken1 ... Jodida... ¿Ja? - Hacia tiempo que no llevaba la capucha de mi impermeable, dejando ver un gorro de lana cubriéndome el pelo que me quedaba. De frente a penas se me notaba, pero de espaldas, sin el gorro, se veía claramente la calva que mostraba mi cabeza. - No pgreocupagrte pogr ieso. Es de miala ediucaciön hiablagr en un idioma que no tiodas conocen. Pogr su apellida sabïa que egra descendienta de alemän, piegro nein... no que lo hablas tü. - Respondí con la poca amabilidad que me quedaba.

Y seguimos avanzando y volví a guardar silencio al tiempo que se abría la distancia de nuevo entre nosotros. Mi pierna suplicaba un descanso y yo rogaba porque aquella maldita cabaña apareciese de una vez. Pero en lugar de eso, lo que resonó en mi cabeza fue un grito. Uno que ya conocía pues lo había escuchado una vez.

Apreté los dientes y mi paso. Algo había ocurrido delante y cuando llegué me encontré a la joven abrazada al alemán mientras que los dos hombres miraban algo. Alcé mi cabeza y entonces lo vi y no solo eso, sino que lo olí. No sabía cuanto tiempo llevaba en aquel lugar, pero su visión me hizo caminar hacia atrás, retrocediendo lentamente ante aquella horrible visión.

- Iesto no es obgra de cazadogres. - Dije al grupo, justo antes de que mi pie patinase sobre una roca y acabase cayendo al suelo, por fortuna sobre mi larga mochila, la cual amortiguo mi golpe, pero hirió más mi orgullo. Lejos de levantarme, me quedé sentado en el suelo, dejando descansar mi dolorida pierna al tiempo que mi vista no se apartaba de semejante aberración.

Aquello no me gustaba nada.

Notas de juego

1 Jodido.

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24/07/2021, 19:40
Prudence "Prue" Hawkins

El inicio de sonrisa que le dedicó el japonés, a Prue, no fue captado del todo por la joven. De igual manera, ella le dedicó una sonrisa algo mas comedida, pero totalmente sincera. - Tak. - Dijo asintiendo con la cabeza. - Mola.

Pendiente del camino, y de los compañeros que tenía delante, se fijó algo mas tarde en que el muchacho la seguía mirando, y de forma fija. Prue ancló entonces, su enorme mirada verdosa en los estrechos ojos del japonés. Era cierto que cuando la chiquilla miraba, parecía querer engullirte en toda su agua esmeralda.

Asintió con la cabeza cuando preguntó su nombre a modo de confirmación. - Claro, dispara. - Dijo de forma jovial, en ese momento, pendiente del japonés y teniendo cuidado con sus pies y por donde pisaba ya que había dejado de mirar el camino. Aquello de ser demasiado curioso, hizo que la chica alzara una ceja y luego frunciera el ceño con una sonrisa inocente. No le dio tiempo a decir nada cuando Tak lanzó su pregunta.

La cara de Prue fue un cuadro. ¿Haber estado ya aquí? ¿Qué coño dice este? - ¿Antes? ¿Crees que yo he estado aquí antes? - Su ceño se frunció tanto que se hizo cosquillas así misma en la nariz y sonrió, dotando a su rostro de un gesto irónico. - ¿Qué te hace pensar algo así? ¿Tengo cara de Noruega? - Rió de su propia broma, negando con la cabeza.

Por suerte la niña no se achantaba y menos por una pregunta, que para ella no tenía ni pies ni cabeza. No supo a dónde quería llegar Yagami pero o bien, desistiría por la forma tajante de negarse de Prue, o bien sospecharía aún más de ella.


Estaba hasta de buen humor, porque la única esperanza era encontrar aquel refugio al fin. Una necesidad básica que quería cubrir era estar seca y veía la luz al final de túnel. Claro que aquello del ciervo la dejó helada.

Se cubrió sin pensar, en el regazo de Rainer y recibió sus gestos de calma. Pero Rainer dijo algo, con todo el cariño del mundo, que su alma rebelde actuaba distinto. Si le decían que no hiciera algo... hacia lo contrario. Como si su cuerpo le pidiera comportarse mal, sin ella pensar.

No se movió un ápice, de hecho agarró la ropa de Holtzmann, para aferrarse bien a él, pero... giró la cabeza para mirar de reojo la escena. Su cara de repugnancia fue suprema, mientras escuchaba los curiosos pasos del alemán, hablando con aquel acento cerrado y difícil de entender.

- No es obra de cazadores... ¿Entonces... de quién? - Preguntó en un tono de voz mas bien bajo, ahora moviendo la cabeza hacia el resto de hombres. Por impulso y quizá... algo de morbo, volvió a mirar el ciervo pero las sensaciones malas hicieron que cerrase los ojos, volviéndose a ocultar en el pobre Rainer al cual ella misma había inmovilizado.

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24/07/2021, 22:39
Rainer Maria Holtzmann

El inglés de Von Haus era una patada directa a la entrepierna del Merriam-Webster, pero a Rainer no le era difícil entenderlo, pues conocía el acento y las modulaciones propias de los alemanes al hablar inglés.

No es que sea descendiente de alemanes, doctor Von Haus, soy alemán. Berlinés. Enseño en la Universidad Humboldt. Teología, filosofía y antropología. ¿Y tú? ¿Eres doctor en...?

 


La joven muchacha no pudo resistir la tentación de mirar la escena. Pero seguía aferrada a él. Rainer no le dijo nada, le dejó su tiempo. Mantuvo una mano en contacto con la muchacha por si eso la tranquilizaba; con la otra mano, gesticulaba ligeramente al hablar.

No, claramente no es obra de cazadores. Más bien parece algún tipo de ritual, pero nunca había oído hablar de él. Eso de ahí parecen runas, glifos, algo así. Quizás un ritual pagano...

Viendo que la joven Prudence seguía buscando refugio en él, Rainer desistió de sacar su libreta y siguió mostrando su parecer al resto de viajeros:

Voy a seros sincero. No creo que todo esto sea casualidad. Nosotros cinco aquí, claramente con cuentas pendientes con la vida, el hombre que no aparece, la cabaña derruida, el mapa de Prudence, este extraño... ritual... No es casualidad. No digo que esto lo haya hecho el hombre que nos convocó, pues no creo que sea así, pero... casualidad no es.

Rainer se fijaba en lo misterioso de aquello, no tanto en lo horroroso. La noche empezaba a cernirse sobre ellos, pero él, como siempre, no prestaba atención a esos detalles pragmáticos, no mientras tenía delante aquel enigma.

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25/07/2021, 09:12
Tak Yagami

En Capítulos anteriores...

@Prue: La cara de Prue fue un cuadro. ¿Haber estado ya aquí? ¿Qué coño dice este? - ¿Antes? ¿Crees que yo he estado aquí antes? - Su ceño se frunció tanto que se hizo cosquillas así misma en la nariz y sonrió, dotando a su rostro de un gesto irónico. - ¿Qué te hace pensar algo así? ¿Tengo cara de Noruega? - Rió de su propia broma, negando con la cabeza.

Mantuve las manos en los bolsillos de mi anorak bajo el impermeable, limitándome a observarla un largo instante. Muy a menudo, es el sonido del silencio que sucede a las palabras lo que resulta más revelador. Ocurre también con la música. La mente, de alguna manera, aprende a rellenar los huecos, los espacios. A conectar los puntos. Y eso, genera un enorme y adictivo placer en el oyente.

No estoy diciendo que encuentre una profunda satisfacción en mi profesión, pero...

Dímelo tú. ¿Eres noruega? —volví a amagar esa media sonrisa. Creo que si me centraba en mirarla con fijeza a los ojos me salía como un acto casi reflejo. Bien, Tak, sigue así. Tu empatía ha superado la de las voces mecánicas de las máquinas expendedoras de tabaco en el aeropuerto de Nueva York.

Lo cierto es que no tenía pinta de escandinava, pero cualquiera puede mentir sobre su propio nombre u origen si tiene algo que ocultar. Que realizara aquella excursión en soledad ya era en sí mismo una revelación para mí. Estaba fuera de lugar, en todos los sentidos posibles. Era una singularidad en sí misma, una historia jamás narrada. El libro que no alcanzas en la estantería más alta de la biblioteca. Ese por el que merece la pena buscar una escalera, vencer el vértigo y arriesgarte a estirar el brazo.

Si no has estado aquí antes, debo señalar que tu mapa presenta claros indicios de haber pertenecido a alguien que sí estuvo aquí el tiempo suficiente para explorar una buena parte del bosque. Lo cual nos lleva a un dilema: o me estás mintiendo y conoces este bosque mejor que cualquiera de nosotros... —mantuve la sonrisa y moderé a conciencia mi tono en un suave latigazo mortífero.

O ese mapa no es tuyo.

Extraje de mi bolsillo la cajita de kojaks. Saqué uno al azar y me lo metí en la boca para pasmo de la joven, que debía estar pensando que trataba con un rarito de manual. Bueno, tengo mis momentos.

Mierda. Limón. ¿Dónde se escondía en el fresa ácida? Contrariado, paladeé el caramelo cítrico, consciente de que mi rictus debía mostrar cierta confusión.

No te conozco. Ni tú a mí. A decir verdad, no tienes por qué contestarme nada. Solo quiero que sepas una cosa... —Le ofrecí un kojak. Maldita fuera mi suerte si le tocaba a la joven el de fresa. Deseé que rechazase mi ofrecimiento. Era una posibilidad, al fin y al cabo.

Me he dado cuenta.

Notas de juego

Reservo mi opinión sobre el cervatillo para el martes, antes del retorno del jefaso. Así dejo margen por si Prue o los demás quieren añadir algo más ;-)

Prue, si aceptas el kojak, tira un D4. Con un 4, sacas fresa ácida xDDDD

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26/07/2021, 11:55
Prudence "Prue" Hawkins

La preguntita acerca de si era noruega, hizo que la joven mirase al japonés, estrechando la mirada y abriendo los labios, poniendo una cara de lela y sarcasmo exagerada, con intención de ser desagradable pero muy digna de niñas de su edad.

- ¡Pues no! - Dijo abriendo mucho los ojos y moviendo la cabeza como diciéndole '¿No es evidente?'. Ella... tan agradable, tan linda... con aquel hombre que la escrutaba con la mirada y trataba de averiguar algo que se alejaba de la realidad. Claro, para ella, para el japonés era normal que sospechase tanto.

La siguiente palabrería que Tak provocó que Prue lo mirase con la cabeza agachada pero sus ojos clavados en él. Si antes no podía tener algún prejuicio infundado por su juventud, ahora se incrementaba más por su interrogatorio absurdo. Al final sonrió en un suspiro.

- Pues claro que el mapa no es mío. - Su mente se adornó de un montón de insultos pero se los ahorró. - Tan listo que pareces y no te has dado cuenta de mi acento, que noooo eeees norueeeego... y que el mapa es del año de la pera. ¿En serio sospechas de una mujer como yo? - Porque a ver... eran cuatro maromos, ella no iba a admitir que era una cría aunque fuera mas que evidente.

Eso de 'darse cuenta' hizo que le mirase aún peor que al principio.

Miró de reojo la cajita esa con la que jugaba y sacaba caramelos para hacerse el interesante. Intercambió mas de una mirada entre la caja y el japonés, hasta que se la quitó para sacar un caramelo.

- ¿De qué te has dado cuenta, Sherlok?

La agitó, y colocó su mano para esperar a recoger el caramelo que saliera. Se lo metió en la boca apenas mirándolo y le devolvió la caja.


Joder, Rainer era mas listo que Tak.

Fue lo que pensó de su guardaespaldas improvisado. Sintió su cercanía, su mano, y lo cierto es que se sentía mejor. Movió la cabeza y desde su posición, alzó la mirada hacia Holtzmann y escuchó lo que decía en silencio y mirada fija.

Con su última apreciación, la chica bajó la mirada y la paseó por todos sus compañeros, dedicándole algunos segundos de mas a todos y cada uno de ellos. Apretó los labios y terminó retirando la mirada hacia si misma. No quería volver a mirar al ciervo, de hecho quería salir de allí. No pensó que Rainer necesitara nada, si no, le hubiera dejado coger apuntes, pero estaba un poco impresionada aún, y no veía el motivo para apartarse, por ahora.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Un 1!!! Vaya criticaso XD XP

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26/07/2021, 13:07
Tak Yagami

Melón. Uffff. Soy un tipo con suerte (?).

Había olvidado que interrogar a una adolescente díscola puede implicar daños colaterales de tipo psicológico y permanente para el interrogador.

Me alegré de que me devolviese la caja de kojaks, preocupado porque se llevase uno de más. Manos rápidas las de la jovencita. Anoté mentalmente el detalle mientras me giraba y ocultaba la cajita en uno de los múltiples bolsillos de mi anorak, a salvo de las garras de Prue.

¿Sospechar? No doy nada por supuesto, eso es todo. No sé quién eres. Tú dirías que soy japonés... O chino, pero solo acertarías al 50%. —deslicé mientras perdía el hilo de lo que iba a decir a continuación.

¿Por qué diablos se movía de esa forma tan extraña, como en el sentido contrario de una cinta transportadora?

Valoré qué decir a continuación.

Hummm...

No encontré las palabras para describir mi estupefacción.

Errr...

¿Era algún tipo de baile? Porque si lo era, resultaba... anticlimático.

...

A pesar de haberme criado en Norteamérica durante buena parte de mi adolescencia, he concluido en innumerables ocasiones que sigo sin entender a los occidentales.

- ¿De qué te has dado cuenta, Sherlok?

De que, a pesar de nuestras circunstancias, te lo estás pasando de miedo eludiéndome. Al menos has recuperado el ánimo. Ya es algo. —repliqué sonriendo con sinceridad. No era policía, pero no necesitaba ningún uniforme para saber que al que hace preguntas incómodas lo más suave que puede ocurrirle es que le vacilen en la cara.

Estoy bastante acostumbrado.

Ese mapa del año "la pera", como tú dices. El que tiene más años que tú. —dije con un poco de sarcasmo mientras señalaba la pieza de convicción con infinita paciencia. —¿Te lo dio el tipo que te citó aquí? Te lo pregunto porque, aunque pareces algo hosca en apariencia, compruebo que aceptas con cierta facilidad golosinas de extraños. —Esta vez arqueé las cejas para dulcificar mi interrogatorio mientras saboreaba mi lemon-kojak porque, siendo completamente sincero, yo también estaba disfrutando un poco más de lo necesario de aquel intercambio.

Hacía tiempo que no ponía tan nervioso a alguien en un cruce de palabras.

El viejo Tak volvía a las andadas.

Notas de juego

No he podido resistirme a contraatacar con Tak porque Ame me ha sacado una carcajada con su mensaje.

Esta tarde, mañana temprano a lo más tardar, comento mis impresiones sobre el ciervo y lanzaré alguna réplica a mi buen Rainer y a Doktor Von Haus.

;-)

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26/07/2021, 15:58
Tak Yagami

* * * * *

La visión del astado rey del bosque empalado y destripado en grotesca exhibición en aquel claro me generó una notable inquietud, pero no por la truculencia de los últimos instantes de vida del animal, sino por la nada azarosa parafernalia que rodeaba la escena. Los árboles que le flanqueaban como una suerte de custodios estaban grabados con unas runas que no supe descifrar de un simple vistazo, pero que conferían a la estampa un aura mística, esotérica.

Decidí no detenerme en valoraciones estériles. No tenía forma de entender por qué alguien querría colgar a un ciervo de tales proporciones y desparramar sus vísceras por el terreno. ¿Una advertencia, como aventuraba Rainer? ¿"Prohibido el paso"? Era una posibilidad. Mi macabra imaginación chisporroteó lanzándome otra opción plausible: se trataba de una señal. Un hito. Y uno no demasiado halagüeña.

No tenía pruebas de que este fuese el inicio de una senda al infierno. Tampoco dudas.

Interesante. —comenté, anegado en cavilaciones. —Doctor Holtzmann. —hice una breve pausa antes de lanzar mi interrogante al médico. Me acuclillé y tomé un pedazo de tierra del suelo con la mano mientras la desmenuzaba poco a poco. —¿Reconoce esos glifos? —señalé los árboles que parecían custodiar el cadáver del ciervo.

Me fijé con detalle en el cadáver. ¿Lo habían destripado antes, o después de colgarlo? ¿Cómo habían logrado elevar al animal a tal altura? Incluso eviscerado, un macho como ese debía pesar mucho más de 150 kilos. Quizás llegase a los 200. Jamás he entendido la pasión de los cazadores por tomar trofeos de sus presas. Creo que si hay algo que verdaderamente separa al ser humano de los animales, es que el hombre encuentra regocijo a la hora de dar muerte.

SienTo repulsa hacia el que haya hecho esto, pero contemplo una alternativa que me genera un rehílo. 

¿Y si esto no es obra del hombre?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Para no saturar, lo dejo ahí abierto y quedo pendiente a respuestas de Rainer y Albert.

Añado tirada de PER por si da una alegría yyyyy...

Ouh, mama. Un bonito 6. Esto solo puede significar que el jefaso regresa armado con un daiquiri y nos regala una bonita pista ^^

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26/07/2021, 16:32
Albert Von Haus

- Cgreo que si iempezamos pogr donde no tiengo dioctogrado tegrminamos antes, doktor. - Mi última palabra sonó en perfecto alemán. - Pegro estoy ¿especialicado? en fïsica y quïmica, aunque mis iultimas inviestigaciones me han llevado a yo al iocultismo... - Y guardé silencio, esperando la reacción del hombre, quien era además de Berlín. - Tgrabiaje y vivï muchos años en Berlïn antes de cambiagr de vida y vienigr... no... igr a Estados Unidos.

Caminar por aquel terreno cansaba lo suyo y caminar y hablar me agotaba más. La joven y el que parecía ser un oriental paracían estar intimando mucho desde mi alejada posición. Pero claro, desde donde estaba no les oía hablar.

Estaba deseando encontrar la cabaña aquella para descansar, no el ciervo que nos recibió. Fue mi compatriota quien respondió a las palabras de la joven cuando dije que aquello no era obra de unos cazadores. Mis ojos pasaron por todos los presentes para volver a mirar al enorme animal.

Iba a rebatirle a Rainer lo del ritual, básicamente porque desde el suelo, veía claramente que aquello era un claro "no pasar"... Quienes dejaron allí el cuerpo, querían que el mensaje fuese alto, claro y comprensible para todos. Porque una cosa estaba clara, eso no lo había hecho un hombre solo.

Hasta que el alemán mencionó lo de las runas.

Ayudado por mi bastón y casi con torpeza, me volví a poner en pie. No me había dado cuenta de hasta que punto me dolía el muslo hasta que lo hice, aunque al menos la rodilla había descansado algo, pero necesitaba más descanso o el dolor no me dejaría seguir. Con dificultad caminé hacia las runas y las miré con detenimiento.

Desde el desastre con mi familia, desde mi cojera, mi vida había cambiado de manera radical. Lo que antes me importaba y adoraba, ya no tenía sentido para mí y ahora buscaba respuestas a preguntas que nadie era capaz de responder. Quería saber no solo que había pasado y porque, sino encontrar el perdón, la forma de que ellos me perdonasen y saber que así era. Por eso comencé a meterme en temas de ocultismo, a familiarizarme con algunas cosas, sobre todo las psicofonías, las ouijas, los casos de abducciones de extraterrestes, incluso distintos tipos de artes adivinatorias que pudiesen no solo contarme el futuro, sino hablarme del pasado, desde el tarot pasando por los posos del café o las lecturas de huesos, tripas de animales o las runas.

Dejé la mochila en el suelo y la abrí, buscando en ella mi cámara de vídeo y la de fotos. - ¿Alguien siabe usagr una de estos dos cosas? - Pregunté a todos mostrando los objetos. - Quiegro tenegr imägenes de toda esto en vïdeo y fotos, ¿ja? Y no quiedagrnos mucho aquï. Yo puedo copiagrlos en mi diagrio. - Por llamar algo a ese cuaderno que llevaba.

Las runas... eso me hizo pensar en aquel libro del año 1001 un monje alemán llamado Jonás Sufurino tuvo contacto con los espíritus superiores de la corte infernal, quienes le dieron el libro en las cercanías del monasterio del monte Brocken, que en la antigüedad sirvió como lugar de reunión para los aquelarres de la brujas. El libro estaba escrito en pergamino virgen con caracteres hebreos: El Libro de San Cipriano.

Magia negra. Había cruzado esa línea sin resultados satisfactorios, de hecho sin ningún resultado, ni bueno ni malo, todo por lograr obtener respuestas. No quería estar mucho tiempo allí, pero quizás con las imágenes y en un refugio, pudiese recordar algo... o simplemente no ser nada, porque aquel mundo de ocultismo estaba lleno de simbología, ritos, mitos y leyendas.

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26/07/2021, 23:51
Rainer Maria Holtzmann

Holtzmann escuchó con atención las explicaciones de Von Haus sobre su formación profesional y su vida en Estados Unidos. Pero el detalle que más le llamó la atención fue saber que aquel científico se había volcado al ocultismo.

¿Al ocultismo, dices? Interesante. ¿Qué prácticas específicas has investigado? Y más aún: ¿qué te ha llevado a interesarte por el ocultismo, siendo como pareces decir un hombre de ciencia material como la física y la química? —preguntó Rainer, al cual le empezó a interesar mucho todo lo que Von Haus pudiera contarle.

*****

No, lo cierto es que no los reconozco —respondió Rainer a Tak cuando le preguntó si reconocía los glifos—. Los idiomas nórdicos y sus escrituras no están dentro de mi especialidad, la verdad.

Miró a Von Haus levantarse del suelo con esfuerzo. Ese hombre debía estar sufriendo. Sacó una cámara de fotos y una cámara de vídeo.

Yo también tengo un par de cámaras… Son cámaras desechables. Parece una buena idea tomar un par de fotos, sí, aunque también sería bueno tomar algunas notas.

Miró a la muchacha, todavía aferrada a él, y le dijo con voz calma y paternal:

Prudence, disculpa, voy a quitarme la mochila para sacar mi libreta, si no te importa. Son sólo un par de minutos, ¿de acuerdo? Mira, siéntate aquí mientras tanto —le dijo mientras la separaba delicadamente de él agarrándola de los hombros y, después, sacudía con la mano la superficie de un tronco de madera que había caído en el suelo, como para limpiarlo y que la muchacha pudiera sentarse allí. El tronco era lo suficientemente grande para que ella pudiera sentarse cómodamente—. Si te sientas aquí, no tienes por qué ver nada que no quieras —le dijo, señalándole dónde podía sentarse para quedar de espaldas a la grotesca escena del ciervo.

Una vez que consiguió que Prudence se le soltara un poco, sacó de su mochila una cámara desechable, con la cual tomó tres o cuatro fotos, tanto del ciervo como de las runas, y después escribió en su libreta esas mismas runas, con un breve boceto de la disposición de lo que allí había.

Holtzmann parecía desenvolverse con cierta soltura mientras hacía eso, con cierto distanciamiento incluso, como si observara aquello con la frialdad de un investigador, como si no le impresionara realmente tener aquella deleznable escena frente a él.

Finalmente, cuando consiguió tener unas cuantas imágenes de todo eso, preguntó al grupo:

¿Y bien? ¿Alguna idea de qué puede ser esto?

Rainer parecía haberse olvidado de que se estaba haciendo de noche y debían encontrar un lugar en el que pernoctar. Una vez más, su curiosidad y sus ganas por encontrar un sentido a los misterios le ganaban la partida al instinto de supervivencia.

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29/07/2021, 01:28
Director

La tormenta azotaba el bosque con la misma virulencia que la mirada del ciervo muerto había azotado sus corazones. La noche empezaba a extender su manto. Dos manos entrelazadas que robaban las escasa luz del cielo, ya de por si escueta debajo de aquel lecho de ramas y hojas. Pronto tendrían que seguir charlando a oscuras.

Rainer apartó a Prue para poder tomar notas y fotos. Von Haus ya había empezado a tomar sus propias fotos. El método de trabajo del primero se asimilaba al minucioso trabajo de un bibliotecario que no deja de anotar el más mínimo desvío en los préstamos de sus libros. El segundo poseía la frialdad y la precisión de un médico forense haciendo una autopsia.* Remo se colocó por instinto dos pasos por detrás de Prue, lo suficiente para que notase su presencia pero sin suponer una amenaza o una invasión de su espacio personal.

El carácter de Remo se había agriado. La lluvia, el frío, el cansancio. Ahora el ciervo. Y sus botas, claro. Había visto cosas peores en la carretera. Un camión de varias toneladas era capaz de hacer cosas bastante feas a cualquier cosa que se cruzase por el asfalto en el momento equivocado. Pero por desagradable que fuera, había una conexión. Un cuerpo hecho fosfatina sobre el asfalto solo significaba un accidente. ¿Quién no había visto el cuerpo de un gato callejero atropellado en la ciudad? En el bosque era imposible saber cuál era el artífice de aquella obra truculenta.

Tak, siempre práctico, analizó la escena como había hecho otras tantas veces dado su trabajo. Recolectar pistas, atar cabos, recabar detalles. La observación detenida de la escena podía darle alguna nota más para su libreta de sospechas. Había restos de vísceras esparcidas por el tronco del árbol y regueros brillantes de un líquido que no podía ser más que sangre, aquí y allá, por lo que el animal había sido destripado arriba, después de ser empalado diría.

Otra anomalía atrajo su atención. No resultaba agradable contemplar detenidamente las entrañas abiertas del animal pero allí había algo. Tak había visto bastantes heridas provocadas por armas blancas. Pinchazos, cortes, perforaciones. Cuchillos, navajas, punzones. Quizás un buen cuchillo afilado hubiera podido hacer eso. Pero los bordes de la piel abierta eran irregulares, había en ellos jirones de carne, hebras de músculos, como si dos fuerzas opuestas hubieran penetrado en la carne del animal y lo hubieran rasgado, igual que se rasgaba un papel.

Sus ojos pronto abandonaron la tosquedad del cadáver abierto para concentrarse en otro punto que le había llamado la atención. Todos pudieron ver como el oriental se fijaba especialmente en el bosque. No en un punto concreto. Solo en el bosque.

 

Decisiones. Podían seguir debatiendo sobre la escena y la noche se les echaría encima como un villano con malas intenciones. Ya tenían el clima y el agotamiento encima, añadir la oscuridad sería una temeridad. Podían dar media vuelta y tratar de regresar al linde del bosque, aunque no llegarían antes del anochecer. Podían buscar una zona donde acampar. El ambiente era húmedo y el terreno irregular, lleno de madrigueras, raíces, altos y bajos. Encontrar un claro había sido hasta ahora una tarea complicada. No tenía por qué ser imposible.

Si confiaban en el mapa de Prue, que no era lo mismo que confiar en ella, y en la brújula y el sentido de la orientación de Von Haus, lo más probable es que la cabaña de los cazadores no se encontrase a más de media hora de caminata, dentro del bosque.

Notas de juego

*Cuando queráis utilizar vuestros conocimientos, vosotros o cualquier jugador, podéis hacer una tirada. Si tenéis esa habilidad, mejor. Sino, podéis tratar de hacer una tirada de inteligencia para ver que dice el conocimiento general. Ocultismo, historia, biología, podéis utilizar cualquier rama que dominéis para tratar de buscar alguna pista extra.

También os adelantado que dado vuestro estado (cansados), la lluvia y la cercanía de la noche, es probable que añada penalizadores a esas tiradas, ya que no es lo mismo tratar de conectar con una idea al lado de una chimenea, con el trasero calentito, que en mitad del bosque, con el cadáver del ciervo ahí mismo. Tampoco es lo mismo investigar algo in situ, que en una biblioteca con montones de información.

No puedo avanzar más en la trama ya que no habéis tomado una decisión. No tengo prisa. La noche sí, ella manda.

Remo seguirá con nosotros hasta que nuestro amigo Elfered decida retomar sus riendas. Por supuesto, tiene todo el tiempo que necesite.

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29/07/2021, 01:29
Director

Cuando trataba de concentrase en algo solía conseguirlo, aislándose del mundo, filtrando lo superfluo para centrarse en lo llamativo, en lo único. En lo peligroso. Su visión de detective le hacía mirar donde otros no miraban, le hacían ver las cosas de una forma diferente a la habitual. Él mismo se sorprendió apartando la vista del cadáver para centrar sus ojos en algo que había más allá, en el bosque. La oscuridad era incipiente, apenas una molestia. Los troncos de los árboles, humedecidos por la lluvia, se entrelazaban como cuerpos sudorosos en una orgía, estáticos en un orgasmo que podría emularse en una pintura.

Pero había algo más. ¿No? Trató de filtrar los colores, las formas. Trató de captar un movimiento. Nada. Solo árboles, vegetación. El bosque, frondoso, profundo. Oscuro. Con sus secretos. Analizó de nuevo el cuadro. Nada. Pero no podía apartar sus ojos de la profundidad del bosque. Tú no eres especial, le escupió el bosque. Sus secretos seguían siendo suyos.

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29/07/2021, 01:30
Director

Prue siguió intrigada la mirada de Tak. ¿Qué miraba con tanta atención? ¿Es que había descubierto algo que los demás no? Allí solo había árboles, amontonados como soldados en un desfile. Todos perfilados con la misma pluma, los mismos colores. Allí solo había…y entonces lo vio. Como una de esas imágenes que había en los libros mágicos que vendían en las gasolineras. Tenías que mirar al infinito durante quince o veinte segundos y luego centrar tus ojos en un punto concreto, y entonces un delfín multicolor o un unicornio aparecían donde antes solo había patrones sin sentido.

Lo vio. Un par de ojos cerrados. Dos párpados en la espesura mimetizados perfectamente con el entorno. No. Eran el entorno. Solo fue un momento, imposible calcular la distancia a la que se encontraban, el tamaño, la forma. Su estómago se contrajo, sintió un escalofrío recorriendo su espalda.

Dos ojos cerrados. Los perdió. ¿Realmente lo había visto?

Notas de juego

Sobre la procedencia del mapa, me tomé la libertad de pensar que alguien como Prue, con pocos fondos, un poco rebelde, habría podido tomar “prestado” el mapa de una guantera de alguien que la recogió haciendo autostop, o de una fonda en la que haya parado a dormir. Al carecer de fondos no parece lo más lógico pensar que se gastaría el dinero en un mapa nuevo en una tienda convencional o en el Refugio. No obstante, si que hay algo de “suerte” o de “providencia”, si podemos llamarlo así, al descubrir que el mapa, su mapa, ofrece más información que los mapas de los demás.

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30/07/2021, 00:56
Rainer Maria Holtzmann
- Tiradas (1)

Notas de juego

Va tiradita de antropología y ocultismo que resulta en un ridículo fracaso. Todo bien.

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30/07/2021, 08:59
Tak Yagami

Empiezo a comprender por qué Rainer eligió aquellas palabras antes, cuando parecía estar ensimismado escuchando la lluvia caer sobre el bosque tratando de establecer una especie de comunión con el entorno.

Este bosque, esta espesura impenetrable, parece deslizar a mi oído susurros lujuriosos. Promesas turbadoras que aguardan al límite de la percepción sensorial. Sé que hay algo en lo profundo. Lo sé porque le escucho, de alguna forma, desafiarme, subestimarme. Me reta a desvelar sus más íntimos secretos.

Mi curiosidad apenas necesita más acicate.

Sin ánimo de alarmar a nadie... A este animal creo no lo han destripado con un cuchillo. —me paso el kojak cítrico de un carrillo a otro. Muy profesional. Sé que mi comentario es algo inquietante, sobre todo por lo que da a entender, pero creo que los cinco implicados estamos por la labor de arrojar luz sobre este misterio.

Bueno, llegados a este punto, debo preguntar: ¿Alguno de los presentes va armado—lo digo con toda naturalidad, atento a sus rostros, a sus miradas y reacciones. De Prue espero aspavientos, pero ya no me van a asombrar. —Con algo más que palabras indecorosas, quiero decir. —añado deslizando adrede una elocuente mirada a la jovencita. —La noche está al caer. Sugiero avanzar. Con suerte, encontraremos la cabaña y podremos guarecernos.

No digo lo que creo que ocurrirá si tenemos mala suerte. Solo pienso con cierto sarcasmo melancólico que quizás, solo quizás, el momento de disparar mi arma está, por fin, muy cerca... Y que quizás, solo quizás, sea más inútil que nunca. Lo cual, por cierto, es irónico hasta la náusea.

Me pregunto: ¿Por qué soy capaz de intuir el tren a toda velocidad a punto de arrollarme en la vía y soy reacio a apartarme?

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30/07/2021, 10:08
Albert Von Haus

En vista de que nadie se ofreció a usar la cámara de vídeo, tuve que hacer uso de ella yo solo también. Desde luego muy colaborativos no estaban. Cuanto antes terminásemos de sacar imágenes de todo aquello, antes nos iríamos. Pero necesitaba tener aquellas runas o lo que fuesen en mi cuaderno. El dolor sobre todo no me iba a dejar pensar y necesitaba descansar por encima de todo. Y si no encontrábamos ese lugar al día siguiente, al menos tendríamos algo por donde partir. Además, se me hacía imposible en ese momento marcar aquel lugar en el mapa de Prue, pues no sabía exactamente donde estábamos, pero si dejé una interrogante en el punto que creía correcto.

Tras las fotografías y los dibujos y esperando no haberme dejado nada, saqué unas fotos al ciervo, al tiempo que Tak nos contaba lo que había visto. Entonces sí, saqué la cámara de vídeo. Grabé al animal, no solo mostrando a la altura a la que estaba, sino que metí el zoom para grabar detalles, como su vientre mal cortado y sus tripas colgando. Hacía tiempo que había superado esa estapa de destripar a un animal vivo para leer sus intestinos, así que no era nada que me diese precisamente asco o miedo. A lo que temía, era a quien había hecho eso.

Luego grabé parte del entorno, donde salieron mis compañeros de viaje, para ir a la zona de las runas y grabarlas una a una en silencio al principio. Al caminar, se notaba mi cojera en la grabación, por eso pedí ayuda con ello. Pero la voz de Tak preguntando por si estábamos armados quedó registrada en la cinta y me aseguré de acabar antes de hablar.

- ¿A pagrte del agrma que tiengo entgre las piegrnas? - Pregunté al oriental con media sonrisa, para luego mirar a Prue, que parecía seguir en shock. - Viale, nada de bgromas... piegro no miento. Tengo la mia biastön, un cuchilla y no de... Küche1. - Miré a mi paisano, no recordaba esa palabra en inglés, pero subí mi impermeable y lo dejé ver en su funda.

- Y una hacha de miano. - Dije señalando la mochila. - Nein es un agrma, es piagra cogrtagr leña pegro... - Era lo que tenía. La verdad era que no estaba seguro de si había hecho bien en decirles lo que llevaba encima. Al menos no les dije que llevaba mi vieja navaja suiza. Su hoja era pequeña pero podía matar a un hombre igualmente. De aburrimiento, pero le mataría.

Cuando Tak dijo lo de movernos, guardé todo en la mochila y recuperé el mapa y la brújula. - Yo opinagr igual. Niecesitamos descansagr el cuegrpo y la mente. El mïo nein puode mäs y el dologr no me diejagrä piensagr en bgreve... y menos aün caminagr.

Notas de juego

1 Cocina.