Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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14/08/2021, 11:39
Director

Tuvo una pesadilla. La misma de siempre, recurrente como su cojera. El coche, el accidente. Su hijo saliendo despedido desde el asiento trasero, un gran tronco aplastando el cráneo de su mujer tras el impacto. Sangre, vísceras, lágrimas y cristales rotos. Ahora era cuando se despertaba, se drogaba, bebía un poco más, maldecía y volvía a tratar de dormir rodeado de viejos demonios. No llegó a despertar. Fue consciente de que su pesadilla daba paso a otro sueño, abriéndose a un mundo de luz.

 

El bosque, de día. Estaba desnudo, sudando. Con la boca seca. El ambiente era sofocante, húmedo, más propio de una selva tropical que de un bosque europeo. No apestaba a alcohol ni a medicamentos, toda una novedad. Sudaba por todos los poros, agradeció no tener ropa encima.. Vio unos pájaros volando de copa en copa, atravesando jirones de luz con maestría. También ardillas trepando por los troncos y conejos más allá, saltando en la espesura, ajenos a su presencia. Todo tenía un aroma bucólico, de película de Disney. Pronto empezarían las canciones.

—¡Cu, cu!

Von Haus siguió la melodiosa voz. Era Prue, escondida detrás de un grueso tronco. Le sonreía, sus labios prendidos de un rojo intenso, el mismo color que había tenido la manzana de Eva. Tenía las mejillas tan encendidas como los ojos. Unos ojos que parecían degustarle. Fue consciente de su desnudez pero esta vez a un nivel más íntimo. La muchacha no apartó la mirada. Soltó una risilla de ninfa y corrió rauda de un árbol a otro, esperando que él la siguiera en su inocente juego. Como él, ella también estaba completamente desnuda.

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14/08/2021, 13:16
Albert Von Haus

Lo peor del accidente son siempre esas secuelas que te deja. Y ya no hablo de las físicas solamente, sino de las mentales. El dolor de mi pierna no era comparable con el dolor que sentía por haber matado a mi familia. Aunque aquella criatura me hizo ver que realmente no había sido yo, en el fondo era yo quien conducía, era mi responsabilidad que llegásemos todos bien a nuestro destino. De saber que los diarios de mi padre, que sus investigaciones, me hubiese llevado a eso...

Pero ya no tenía remedio y el accidente volvió de nuevo a mi cabeza en forma de pesadilla. Era todo tan real que siempre me despertaba alterado, sudando y con el corazón a punto de salirse por mi boca. La única manera de conciliar de nuevo el sueño era aumentar la dosis de vicodina o de alcohol en mi organismo. Incluso a veces hacía ambas cosas, quizás con la esperanza de no despertar jamás.

Pero en esta ocasión no despeté. Quizás me hubiese llegado mi hora. El ciervo fue la clara advertencia de que nos metíamos en un lugar peligroso y entre la bebida y las pastillas, si alguien había lanzado su brazo ejecutor sobre mi cuerpo, ni me hubiese enterado. Pero de ser así, ¿por qué aún sentía que tenía consciencia?

Entonces me di cuenta de que estaba desnudo en un bosque. Un lugar maravilloso donde se respiraba paz. Sudaba, por el ambiente húmedo del lugar, pero podía escuchar a las aves cantar y cuando me di cuenta, estaba desnudo. Eso si que era una novedad para mí, hacer nudismo en el bosque donde veía a los animales pasear sin temor. Y lo más increíble, no me dolía la pierna ni llevaba bastón. Mi muslo estaba sano. Pero no me dio tiempo a preguntarme por lo que estaba pasando cuando escuché aquella voz y entonces la vi.

Tan joven y hermosa o más que en la realidad. Se ocultaba tras un árbol y sabía que aquello era un invitación para acercarme. Me deleité con sus labios y su mirada, sintiendo como la lujuria y el deseo se apoderaban de mí al tiempo que Prue, porque era la joven que nos acompañaba, corría a ocultarse detrás de otro árbol. Su juego me hizo sonreír al verla correr desnuda, como sus nalgas y su pominente pecho se movían al compás de su carrera. Era tan joven, tan hermosa... que no iba a dejarla escapar.

Sueño o realidad, sería mía, aunque solo fuese una vez, la llevaría al mismísimo Cielo.

Y corrí tras ella, asustando a una pequeña bandada de pájaros a mi carrera, que salieron volando de entre las ramas de los árboles al tiempo que una ardilla se me quedaba mirando, preguntándose seguramente, que clase de criatura sería. Mis largas piernas me hicieron llegar al árbol donde se había ocultado Prue esta vez y me asomé para ver si estaba allí y atraparla.

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15/08/2021, 11:31
Prudence "Prue" Hawkins

Sin duda, había dicho muy deprisa que no tenía miedo. Prue, por alguna razón desconocida, creyó que lo mas visceral y feo, y horrible que vería en aquel bosque, sería el ciervo que les recibió. La cabaña hasta tenía un pase, después de haber presenciado el horror. Pero la descripción de Tak le puso los pelos de punta.

Miró a Rainer abriendo los labios, tan contento por las palabras anteriores dedicadas por ella misma, pero a ella ya se le había torcido el gesto. Ya no supo qué más decir, y miró a cada uno de los hombres intercambiando su mirada entre ellos una y otra vez. De pronto, la idea de quedarse a solas con Von Haus le parecía de lo mas atractiva, él durmiendo, dolorido pero inconsciente, sin saber que arriba había una presencia de lo mas perturbadora.

Pero... la curiosidad formaba parte de ella como si tuviera siete vidas. Y antes de poder irse a dormir, prefirió saber qué diablos pasaba en la buhardilla. Así que agarró su linterna y subió con el grupo.

Notas de juego

1/2

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15/08/2021, 11:34
Prudence "Prue" Hawkins

Subir las escaleras ya la tenía muerta de miedo. Echó un último vistazo abajo, antes de apuntar a la zona alta, como para tener en cuenta qué aspecto tiene la sala antes de abandonarla.

Al llegar arriba, sus ojos se movieron al mismo ritmo que la luz de su linterna, con lentitud y algo de expectación. Los objetos y las sábanas solo decoraban la sugestión deseando que fuera cosa de Tak, que les había metido algo de miedo en el cuerpo con la idea de un muñeco que respiraba. Pero cuando vio la fila de asientos y presidiendo la sala, la figura, emitió un gemido de angustia que resonó ligeramente, e hizo temblar la linterna. - Joder... joder...

Para variar, buscó esconderse detrás de los hombres. Sabía que Rainer la trataría bien, no la repudiaba e incluso la protegía si ella le agarraba del brazo, pero en ese instante no pensó en buscarle y le bastó esconderse de la espalda de cualquiera de ellos. De todos, a ser posible. - ¿Qué coño... es eso? - Susurró sin poder apenas hablar.

A medida que se acercaban, las cejas de Prue iban arrugándose y su respiración se aceleraba a un ritmo vertiginoso mientras sus enormes ojos verdes se clavaban en la imagen grotesca, escrutando cada esquina de su ser. Negó con la cabeza seguidamente ante la idea de acercarse para oírle respirar. Pero hizo un esfuerzo, controlando su respiración, se aproximó cuando se sintió preparada. Se acercó para escucharlo el mínimo tiempo invertido ya que solo sentir que estaba cerca, le daba escalofríos.

En cuanto lo escuchó, tan cerca que temblaba, se echó hacia atrás buscando de nuevo esconderse detrás de los valientes atrevidos. Al entrar en la cabaña sintió algo, aparte de lo que le había contado a Rainer en secreto. De pronto, le puso cara al intruso que inundaba su mente. - ¿Por qué... por qué... está respirando...? Está vivo... ¿No?

Notas de juego

2/2

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15/08/2021, 22:25
Rainer Maria Holtzmann

Rainer subió de los primeros a la buhardilla, con su linterna encendida y atento a cada detalle. Al ver el «muñeco» o «ser», quedó asombrado. Apagó su linterna. Se acercó despacio, no por miedo, sino más bien por reverencia. Aquello era especial. ¿Algún artilugio mecánico fruto de la mente humana? Quién pudiera decir. Y de nuevo el ciervo: astas de ciervo coronando aquella peculiar visión.

Rainer acercó su rostro al del ser y, en el silencio de aquel lugar, sólo interrumpido por el tamborileo de las gotas de lluvia sobre el tejado, pudo escuchar la lenta y suave, casi agónica, respiración de aquel ser.

Lo miró a los ojos o, mejor dicho, al abismo que había en las cuencas de sus ojos. Lo miró durante un rato de varios segundos y le preguntó en voz muy baja, en un susurro casi inaudible:

Hola, amigo, ¿puedes oírme?

Rainer se quedó mirándolo, despacio, con la esperanza de que quizá aquel ser hiciera algún tipo de señal con su respiración, que permitiera entender que no era simplemente un objeto inerte, sino quizá algo con vida.

Escuchó a Prudence, quien en ese momento preguntó precisamente si el ser estaba vivo, pero Rainer mantuvo su mirada fija en él y su rostro muy pegado.

Quizá lo esté, Prudence —le dijo sin desviar todavía su mirada del ser—. Pero no temas, no nos hará daño.

Y, tras decir esto, se dio la vuelta para mostrarle una sonrisa tranquila a la muchacha, mientras se separaba lentamente del ser. A continuación, encendió de nuevo su linterna y la paseó por toda la buhardilla, con el objetivo de buscar algo que quizá les pudiera ayudar a entender mejor ese misterio.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Hago dos tiraditas:

1) Teología/Antropología/Ocultismo, para tratar de adivinar algo más sobre el ser, si corresponde. (Increíble, todas mis tiradas de esta habilidad están siendo un desastre absoluto; los dioses del azar me odian) XDDDD

2) Advertir, para ver si Rainer encuentra algo útil en la buhardilla (aunque imagino que Tak ya ha agotado esta vía, pero cuatro ojos ven más blabla).

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16/08/2021, 12:14
Tak Yagami

Varios comentarios ocurrentes pasaron de puntillas por mi mente al entrar en la buhardilla, pero no pronuncié ninguno en voz alta para dejar a mis compañeros asimilar el macabro descubrimiento. Además, debía reconocerme que distender la tensión en el ambiente no se me daba del todo bien aunque mis intenciones, a priori, fuesen nobles.

A Prue, era palpable, le había afectado la visión de aquel mudo centinela que parecía custodiar con su lúgubre semblante el desván. No dejaba de resultarme irónico lo devastador que es el miedo a lo desconocido en el ser humano. Una carcasa ajada y decrépita convenientemente dispuesta en el centro de una estancia mal iluminada era capaz de arrojar tal tormenta de incógnitas sobre nuestra mente que, como mínimo, es capaz de paralizarla y sumirla en un pastoso aturdimiento.

No estoy seguro, pero... ¿Podría ser algún tipo de tótem? La cornamenta me hace pensar que guarda algún tipo de conexión con el cadáver del ciervo que encontramos hace unas horas. ¿Alguien más quiere compartir suposiciones carentes de toda base lógica?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Por mi parte, espero resultados de tiradas y tal para ver si hay alguna pista más ;-)

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16/08/2021, 23:11
Director

El misterio no dejó indiferente a nadie. Despertó miedos y asco, así como el interés de alguno de ellos. La duda estaba sembrada. No germinaría hoy. Puede que no germinase nunca. El misterio era una pared de ladrillos. Podrían golpearla una y otra vez con la cabeza pero nunca llegarían a saber que había al otro lado. El secreto, lo olvidado, se alzaba ante ellos como una criatura amenazadora. No había explicación racional. No había una serie de pasos lógicos que les llevasen hasta ese punto. Incluso aunque incluyeran en la ecuación de la deducción algún suceso paranormal, alguna ley que escapase de lo que llamaban ciencia, no lograrían llegar hasta el punto final en el que se encontraban: el maniquí respiraba.

No respondió a la pregunta de Rainer. El alemán tampoco recordaba haber visto nada parecido en ninguno de sus estudios. Para él era algo tan nuevo como para los demás. Una posterior inspección del lugar no reveló nada que no hubieran visto ya. Quizás el hecho, evidente, de que el lugar llevaba mucho tiempo abandonado, ya que las pisadas en el polvo del suelo coincidía con los dos paseos de Tak y los suyos hasta llegar al muñeco.

Nada que rascar.

Escucharon entonces un fuerte golpe proveniente del primer piso. Madera contra madera, y el rugir de la tormenta, ahora más nítido, penetrando en la casa. El golpe se repitió una vez más, una corriente de frío subió hasta ellos.

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16/08/2021, 23:12
Director

Sintió dentro de él un vigor tiempo atrás olvidado. Cuando comenzó a correr lo hizo torpemente. Ya no recordaba como caminar con normalidad, menos aún como echar una carrera. Su pierna aguantó bien. No había rastro de dolor o de debilidad. La tierra estaba húmeda y la hierba era fresca. Decidido a cumplir su fantasía, persiguió a Prue a través del bosque. Para cuando llegó a su posición, ella ya se había marchado. La buscó con mirada de perro de presa.

—¡Estoy aquí!

Su voz era angelical, un tintineo de campanillas seductoras. Corrió tras ella, viendo como la curvatura de sus nalgas desnudas desaparecían detrás de otro árbol. Así se mantuvieron durante un rato. Minutos u horas. ¿Cómo saberlo? Cuando Von Haus alzó la cabeza para mirar al cielo solo vio las mismas copas de los árboles y un destello azul tras ellas. El mundo real se encontraba ahí fuera ¿A quién le importaba?

Jadeaba pero no se sentía agotado. Nunca había estado en tan buena forma. Trepó a una pequeña loma, consiguió una visión elevada y volvió a localizar a Prue. Ella podía haberle perdido en cualquier momento, era ágil y esbelta, más rápida que él. Parecía encontrar siempre los caminos más ventajosos. Era evidente que la muchacha lo esperaba, siempre. Y cuando él no lograba localizarla ella le llamaba.

Von Haus descendió a la carrera. Se percató de que el bosque se tornaba más denso en aquella zona. En un momento, la maleza que surgía de entre los árboles le impidió el paso. Utilizó los músculos de sus brazos para empujar y pasar al otro lado, descubriendo que la parte superior de su cuerpo también poseía una fuerza que no era propia de él.

Prue corrió delante de él. Se reía, miraba hacia atrás y le guiñaba el ojo. Estaba muy cerca. Un poco más y podría alargar su mano, tocarla…besarla. Olía su perfume mezclado con su sudor. O quizás eran las flores del lugar.

Terminó la maleza, dando paso a un pequeño arroyo que corría entre un vergel verde y mullido. El riachuelo no era profundo, el agua solo le cubría los tobillos. El cielo despejado le saludó, igual que el sol, vital, que iluminaba, radiante, pero sin quemar. Seguía haciendo calor, por lo que el agua fresca del arroyo resultó una bendición. Prue se paró en medio del arroyo. Tenía las mejillas encendidas por la carrera. Su firme pecho subía y bajaba con rapidez, tratando de ganar aliento. Sus pezones estaban erectos. La sonrisa que le dedicó fue de todo menos inocente. Se había cansado de correr.

Von Haus avanzó por el arroyo. En un momento pudo ver como una bandada de pájaros salió volando despavorida hacia el cielo. Pero sus ojos pronto se volvieron a enganchar a los de Prue, olvidando ese hecho. Había en aquella mirada inocente algo de veneno y de droga, algo que atrapaba y que era deseable, algo que debía probar. Ella retrocedió solo un poco. Había una isleta de hierba fresca en medio del arroyo, con flores de diferentes colores. Se tumbó en medio como una Venus de cuadro. Acarició sus piernas con sus pies y se llevó un dedo a la boca, para morderlo. Su expresión corporal decía una cosa, su rostro angelical decía otra; lo deseaba pero no sabía muy bien que hacer.

—¿Por qué no te tumbas a mi lado? —dijo ella tendiéndole la mano —. Te deseo.

Su cuerpo era agente del pecado, su voz propia de una sirena. Sonreía como los ángeles.

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17/08/2021, 10:50
Albert Von Haus

Correr por aquel bosque no solo me hacía sentirme libre, sin ataduras, sin un bastón al cual aferrarme y un dolor que me hacía recordar lo que había ocurrido en mi pasado. De hecho me sentía en aquel momento como en el Paraíso, donde yo era Adam persiguiendo a mi joven y hermosa Eva. Corriendo desnudos sin pudor, sin nadie que nos molestase, en un ambiente perfecto, quizás demasiado húmedo, pero quien iba a quejarse de eso teniendo a una diosa jugando conmigo de aquella manera.

Sus risas, sus gestos. Me había convertido en su perrito faldero y no iba a dejar de perseguirla hasta que la diese alcance y le demostrase lo que un hombre de mi edad aún podía hacer. Pero el caso es que me sentía más vivo que nunca, con más vitalidad y a pesar de correr, sudar y jadear, era como si realmente no me cansase.

Y cuando creía que perdía a esa belleza, esta volvía a aparecer haciéndome correr de nuevo hacia ella.

Pronto la espesura del bosque entorpeció mi marcha, pero Prue estaba al otro lado y yo deseaba mi ansiado premio. Mis manos comenzaron a apartar aquella salvaje vegetación y descubrí que tenía incluso más fuerza que cuando era joven. Mis esfuerzos obtuvieron su premio al llegar a aquel hermoso paraje, donde la naturaleza me mostraba aquella hermosa estampa de un riachuelo, donde Prue se había detenido.

Su rubor y su agitada respiración me decían que estaba tan cansada como yo de correr. Pero mis ojos se clavaron en sus fabulosos pechos, que ascendían y descendían con su respiración y la sonreí, tratando de controlar mi cuerpo, algo que me iba a resultar imposible con todo lo que se me estaba pasando por la cabeza en aquel momento.

Y la vi cruzar el riachuelo y recostarse en una hermosa isleta y caminé hacia ella, sabiendo que aquel era el final del camino. Sus gestos, su mirada inocente, era un imán para mí, pues sabía que esa inocencia no era más que una fachada y que ocultaba mucho más. Algo que necesitaba probar por mi mismo, sentir el contacto de su piel con la mía, el sabor de sus labios, los cuales se me antojaban a lo más parecído a la ambrosía. Poder recorrer todo su cuerpo con mis manos y con mi boca, hasta memorizarlo, logrando hacerla gritar de placer hasta que se rindiese y entonces terminar yo.

Y cuando tendió su mano, crucé el río y en el momento que sus labios dijeron que me deseaba, no pude controlar más a mi miembro y este despertó por completo, y me recosté a su lado. Acaricié el que ahora era su dulce e inocente rostro y la sonreí. No dije nada, mis ojos se encargaron de todo. Primero la miraron a ella, como si quisiera memorizar su rostro y luego miré sus labios y mientras mis brazos comenzaban a abrazarla, me fui acercando a ella para darnos ese primer beso.

Ese que haría que a partir de ese momento me viese de manera distinta, no como un viejo tullido con un pésimo acento inglés.

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17/08/2021, 18:07
Rainer Maria Holtzmann

Aquel muñeco o ser era un misterio indescifrable. Y nada abría más el apetito intelectual de Rainer que un misterio indescifrable: primero el ciervo y ahora aquel ser. Pero no se puso ansioso, pues sabía que antes o después encontrarían una respuesta. Quizá, incluso, esa respuesta les fuera simplemente regalada, como caída del cielo. Podía ser. Todo podía ser. Sin embargo, aún no era el momento, ahora tocaba descansar, pero más adelante encontraría una respuesta. Nada era azaroso en aquel lugar.

Tak sugirió que quizá era un tótem, lo cual no parecía descabellado. En aquel momento, ninguna opción parecía descabellada.

Podría ser un tótem, sí, pero eso no explica por qué respira. ¿Quizá tenga alguna especie de mecanismo neumático dentro del… cuerpo? Eso sería una buena explicación. Y definitivamente se ve que en este bosque hay cierta obsesión por los ciervos, como sugieres.

Pero mientras Rainer terminaba de decir esa última frase, se escucharon un par de golpes, quizá la puerta abriéndose, mientras un frío viento les llegaba. Miró por última vez al muñeco, decidiendo que, por ahora, no había mucho más que hacer con él. Después dijo:

Parece que vamos a tener que reforzar esa cuña de madera para que no se abra más la puerta.

Y entonces, volvió sus pasos hacia las escaleras. Sintió el cansancio de la caminata del día.

No sé los demás, pero ahora sí que creo que me ha llegado la hora de dormir. No temería por nuestro amigo —dijo mientras señalaba al muñeco—, pues no tiene pinta de que pueda moverse de su sitio.

Tras decir esto, descendió las escaleras con la intención de ir a buscar su esterilla y su saco de dormir.

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17/08/2021, 21:30
Remo Williams

- Que demo... 

La blasfemia de Remo quedó suspendida en el aire mientras miraba alternativamente a sus compañeros y al muñeco. No podía haber nada adentro, ¿verdad? No era posible. Entonces ¿Que era esa cosa? Un medidor de adrenalina hubiera llegado a donde se marca en rojo en aquel momento. Le empezó a faltar el aire y a respirar agitado, hasta que algo en su mente hizo un "clic". Pero ¿de que se asustaba? ¡Si aquello era un maldito muñeco! Pero claro que había alguna explicación lógica. Al rato sonrió, como quien finalmente se da cuenta de que le están gastando una broma.

- Bueno, ya está. Que hacemos, ¿lo tiramos afuera, no?

Cuando terminó de decir eso se escuchó la puerta y con ella el sonido de la tormenta, que afortunadamente tapó el insulto más sucio y soez que había dicho en toda su vida. Esperaba que nadie hubiese visto el saltito hacia atrás que había dado. Sin embargo, no podía quedarse allí y que aquellos desconocidos pensaran que era un cobarde.

- Mejor vayamos a ver si no tenemos visitas, jajaja -rió sin mucha gracia, porque cuando uno está aterrado tiende a no ser muy creíble al hacer bromas. Sin embargo, se obligó a ir a ver lo que había pasado.

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18/08/2021, 13:56
Tak Yagami

Sonreí ante la ironía de mi compañero Rainer. Dormir tras aquel hallazgo me parecía, como poco, una hazaña al único alcance de conciencias apacibles. No era mi caso, desde luego. Y vista la reacción de Texas Ranger, tampoco el suyo.

Es usted un tipo imperturbable, Doc. —concedí a Rainer justo un segundo antes de escuchar el golpe seco abajo y sentir la corriente de aire gélido reptar por la escalera que conducía al desván.

Puede que la cuña no sea el mayor de nuestros problemas... —deslicé intercambiando una significativa y furtiva mirada con los demás.

Mi diestra se hundió por acto reflejo en el bolsillo del anorak hasta palpar coraje en forma de metal. 

Contamos con que nuestro cojo durmiente no es sonámbulo, ¿verdad? —siempre encontraba un resquicio para el humor, aunque este fuera negro como el café. —Coincido. —tercié ante la propuesta de Remo. —Bajemos. Quizás sea alguien perdido en el bosque, en busca de refugio. 

O quizás, todo lo contrario.

Si quieres moverlo, adelante. Aunque yo que tú no lo haría... —indiqué a Remo señalando al maniquí viviente. —Si vuelve para atormentarte, solo podré decir: «Te lo advertí».

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20/08/2021, 00:31
Director

Descendieron por las escaleras. Remo, despreocupado, Tak con la mano dentro del abrigo. Rainer el tercero, jugando el papel de protector con Prue. Abajo no había nada. La puerta estaba abierta y la tormenta, recrudecida, zarandeaba la hoja de madera con violencia, golpeándola contra el quicio de la puerta. El problema no era lo que pudiera haberse colado allí, sino lo que se había escapado.

Von Haus no se encontraba en su saco. Todo su equipamiento estaba allí; la mochila, su botellita de alcohol, sus medicamentos y sus cámaras. También su ropa y sus botas. Afuera, el agua caía con mayor intensidad, la tierra olía a mojado. El viento se precipitaba entre los árboles igual que un fantasma vengador, aullando en cada quiebro. Una mala noche para pasarla fuera.

Remo fue el primero en salir, linterna en mano. Era un hombre de acción. Puede que Von Haus estuviera cambiándole el agua al canario. Dio una vuelta a la casa. Cuando regresó se encontró con Tak, arrebujado en su anorak, arrodillado ante la casa. Buscaba pistas en el suelo, en los árboles, pero si había habido un rastro, este se había desvanecido debido a la climatología. Ambos hombres se miraron inquietos, por algún motivo, alzaron sus ojos hacia las ramas más afiladas de los árboles. Pero allí no había nada, claro.

En la puerta les esperaba Rainer, que había preferido quedarse por seguridad de Prue. Fue la muchacha quién se percató de que la grabadora de Von Haus seguía funcionado. El alemán se había dedicado a grabar una serie de anotaciones, todas ellas en su lengua materna, hasta quedarse dormido. El casete dio varias vueltas hasta que Prue lo detuvo. Rebobinó*la cinta, la detuvo y la dejó correr. Para entonces todos habían vuelto a la cabaña.

Remo atrancó la puerta para evitar las corrientes de frío. Tak se quedó al lado de una de las ventanas principales y Rainer se apostilló en una de las traseras. Esperaban ver aparecerá al alemán de un momento a otro. Todos sabían que con la escasa luz y la tormenta, organizar una partida de búsqueda por las cercanías era arriesgarse a perderse en el bosque.

Mientras esperaban, las palabras grabadas de Von Haus surgían de la grabadora. Su tono regio y firme fue apagándose hasta que le escucharon roncar. Ruido de fondo, estática. Pasos. Ellos subiendo al piso superior. Silencio. La tormenta. Un gruñido por parte de Von Haus. Masculló algo. No se le entendió como no se entendería a un borracho. Le escucharon arrastrar los pies y murmurar algo que si entendieron. “Prue”. Le escucharon retirar la cuña sin dificultad y sus pisadas, internándose en la tormenta. Luego un golpe de madera contra madera; el golpe que los había alertado arriba. Tras unos minutos de divagación, se escucharon a sí mismos.

 

Hicieron una pequeña búsqueda alrededor de la cabaña, la cual resultó fútil y agotadora. Lo llamaron pero no respondió. Se había perdido. Seguir afuera, soportando el agua, el frío y el cansancio, terminaría con ellos. Tendrían que tener esperanza y ver si mañana había escampado. Una tregua del agua y la luz diurna podía ser lo que necesitaban.

Necesitaban dormir. El agotamiento hizo presa de ellos, uno a uno, a pesar de que la mayoría no quería irse a dormir. Remo, que había fantaseado con la idea de tontear con la revista, se quedó dormido con Miss Junio desparramada a sus pies. Tak, vigilante desde la ventana, encontró el sueño sentado. Cuando Rainer se lo señaló a Prue descubrió que había sido derrotada por el dios del sueño, llevándola a su reino. Rainer fue el último en caer. Miró por la ventana. Allí solo había bosque. Ningún peligro, había dicho. Lo único que necesitaban era comprender. Si comprendían, verían la verdad. Y pensando en esa verdad, fue derrotado igual.**

Notas de juego

*Debe ser la primera vez que utilizo este verbo en 15 años…XD

**El cansancio os vence. Podéis tratar de buscar a Von Haus, pero será fútil. Sentíos libres de hablar sobre lo que queráis antes de iros a dormir. Tenía que avanzar la escena.

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20/08/2021, 00:32
Director

La única forma de librarse de la tentación era abandonarse a ella.

Von Haus se tendió en la fresca hierba, olía a césped recién cortado. El aroma de Prue ensanchó sus fosas nasales, era aún una flor sin cortar. La promesa de sus tiernos labios enalteció su vitalidad más viril. La piel era suave, seda que palpitaba. Prue se estremeció cuando él la tocó, ahogando un gemido inesperado. Sus ojos poseían luz propia, la de la estrellas se podía decir, o la pasión. El fuego danzaba en sus mejillas. Ella le devolvió el abrazo.

Von Haus solo tenía ojos para ella. Y aún así se sorprendió mirando por el rabillo del ojo como una nueva bandada de pájaros salía volando a gran velocidad de entre los árboles, ahora desde un lugar más cercano que antes. También vio como otra serie de animalitos; conejos, ardillas e incluso un grupo de jabalíes, salían corriendo en otra dirección, lejos de allí. ¿Y no se movían esos árboles de una forma extraña, como si algo enorme los estuviera sacudiendo al pasar entre ellos? Quiso mirar, pero su curiosidad fue cautivada una vez más por la ninfa que tenía entre los brazos. ¿Cómo escapar de esa mirada intensa?

Prue volvió a llenar su mundo con su juventud y placer. Con esperanza.

—Hazme tuya ahora —dijo, atrapándolo con su hechizo de amor, sin saber muy bien por dónde comenzar.

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20/08/2021, 00:33
Director

Remo abrió los ojos, sobresaltado. La mitad de la cabaña había sido borrada del mapa y la otra mitad estaba suspendida sobre sus cabezas como por arte de magia. Su silueta recortada amenazaba con desmoronarse sobre ellos. Lo hubiera hecho de ser una construcción normal.

Sus compañeros dormían prisioneros de un sueño profundo. No logró despertarlos a pesar de zarandarlos con violencia. Afuera, el bosque se encontraba manso, totalmente en silencio. Era noche profunda pero podía ver como si fuera de día. Un sueño, se dijo repasando la intrincada construcción de madera que se había formado sobre su cabeza; la obra imposible de un arquitecto tan demente como talentoso. Aquello era un sueño. Pero vívido. Joder, incluso podía notar las pulsaciones de su corazón, la intensidad de su respiración o el aroma a colonia barata y sudor que emanaba de su piel.

Salió del refugio buscando una explicación. No encontró los restos que faltaban de la cabaña. El edificio parecía fusionarse perfectamente con el bosque, una parte más de su enigmático rostro. Remo no recordaba aquella parte del bosque. Los troncos de los árboles eran más gruesos, las copas más frondosas. Todo parecía más primigenio.  

Por el rabillo del ojo vio una silueta. Una persona moviéndose entre los árboles. Su corazón se aceleró, ¿esa posible qué…? Recorrió unos cuantos metros fuera de sí, a la carrera, siguiendo al extraño. La locura le poseyó durante unos momentos. O quizás, nunca había estado tan centrado como ahora. Una parte de él sabía a quién se encontraría. Porque el bosque tenía sus misterios, pero Remo también poseía alguno.

Se detuvo a veinte metros de la figura, jadeando. El desconocido iba embozado en una larga gabardina que le resultaba familiar. Andaba sin detenerse, sin esfuerzo, sin aquejar la irregularidad del terreno o la maleza. Remo gritó. El hombre desconocido se giró y  le miró. Era Brian. Pero eso ya lo sabía, claro. Al momento le perdió de vista. Remo corrió hasta su posición solo para encontrar el lugar vacío. No había dejado huellas ni marcas de su paso. Nada, un sueño dentro de un sueño.

Se percató entonces que se había alejado demasiado de la cabaña. Ya no podía verla.

Miro a su alrededor tratando de recordar el camino que había seguido hasta allí. Todas las direcciones parecían la misma. Jadeaba como un galgo tras correr en un hipódromo. Se centró en recuperar el aliento. Cuando su corazón bajase el ralentí podría pensar con más claridad.

Fue entonces cuando lo escuchó. El crujir de las ramas al romperse y el impacto de algo pesado golpeando la tierra, haciendo temblar el suelo. Y a todo su ser. Otra vez. Y otra. El sonido tenía un sentido rítmico y acompasado. Se trasladaba. Pisadas. Eran pisadas. Cada vez podía oírlas más cerca dirigiéndose hacia él.

 

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20/08/2021, 00:35
Director

Se encontraba fuera de la cabaña, en la oscuridad. No sabía cómo había llegado hasta allí. Tenía frío y apenas podía ver la vegetación más allá de un metro de su posición. Sus pies desnudos pisaban la tierra. Tampoco llevaba la chaqueta, solo una camiseta y su ropa interior. La lluvia había convertido sus prendas en una segunda piel. Era igual que estar desnuda.

Quiso dar una voz para alertar a los demás. La prudencia le indicó que no lo hiciera porque algo más podía estar escuchando. Se encontraba sola ante el Bosque. Así debía ser, se dijo. Todo encajaba. Se sentía indefensa, una niña perdida que no encontraba a sus padres en el centro comercial. A su vez, se negaba a asustarse. Aquella dicotomía de emociones se había encontrado presente desde que se internó en el bosque. Peligro y seguridad, una tierra extraña y el hogar, amor y odio, vida y muerte. El lugar, aún con dientes, parecía recibirla con agrado. Como volver a casa donde esperaba un padre que te maltrataba, pero que te daba techo y alimento.

Algo se movió en la espesura. No era algo pequeño. Los árboles se agitaron, las copas se mecieron. Escuchó el caer de algo pesado, muy cerca de ella. Enfrente. El sonido se repitió otra vez. Era rítmico. Pisadas. Los árboles se combaron dando paso a una visión que su mente no pudo comprender. Enorme, gigantesco, eran adjetivos lógicos que podían describir un aspecto del ser que se había mostrado ante ella. El resto; su apariencia, su hedor, el color de lo que se suponía que era su piel, era imposible de procesar por Prue. Salvo los ojos.

Los mismos ojos que había visto horas antes, camuflados en la espesura. En esta ocasión estaban abiertos. Dos globos del color de las ascuas de una hoguera que se negaba a apagarse. A pesar de que carecían de pupilas sabía que le estaban mirando a ella. Sintió asco, repulsa, igual que si un desconocido le hubiera metido mano en el metro. Se sintió aún más desnuda, aún más vulnerable. Una parte de ella se excitó por el contacto impío, sintió un orgullo libidinoso. Ella era objeto deseo, poseía un poder. O una maldición. La lógica le decía que corriera. Su corazón, que se postrase y aceptase el regalo.

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20/08/2021, 00:36
Director

Se encontraba en su despacho. Al menos en una parte de él. La mesa, llena de marcas, presidía la escena. Sobre ella; papeleo y tazas de café que esperaban ser recogidas. Enfrente; la silla y un pedazo de pared donde solía colgar varios artículos de periódico, notas o fotografías que iba recabando sobre los casos en los que estaban trabajando. La escena era un recorte barato de sus recuerdos, una pieza de puzle que se hubiera colado en otra composición. El resto era bosque.

 

No recordaba haber trabajado en ese caso. Las fotos de la pared no le decían nada, así como tampoco las notas que tenía esparcidas por la mesa. Encontrarse en mitad del bosque, en un pedazo de su oficina, no ayudó a sus ideas. Se puso en pie. Vio la cabaña, algo lejos pero presente en la composición que estaba viviendo. Carecía de abrigo aunque iba calzado. La noche había caído pero podía ver. Sin embargo sabía que la noche estaba presente y que no debía poder ver. La lógica le decía que era un sueño. Su instinto le decía otra cosa muy diferente.

Pasos en la maleza. Alguien andaba a su alrededor. Una figura volátil. Una sombra sin rostro. Su amigo estaba allí. Pero Tak no le había llamado. Sus pasos ligeros se detuvieron cerca de él. Le esperaban. Había en él una necesidad perentoria de decirle algo, de pedirle algo, pero Tak no había hecho la pregunta adecuada. Percibió la tensión, la barrera que los separaba era más clara ahora. No podían saltarse las normas a pesar de la urgencia que él tenía de contarle algo.

Los rostros de las fotografías se volvieron hacia él, contemplándole con ojos en tonos de gris. Los desconocidos abrieron la boca en un grito que no llegó a sus oídos. Trataban de advertirle. Pero ¿De qué?

Ahora era el momento en el que se despertaba, envuelto en sudor, con el sueño nítido en la memoria y un montón de preguntas que debía responder. Pero no lo hizo. La advertencia no era para la vigilia. El peligro era ahora.

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20/08/2021, 00:38
Director

Se encontraba solo en el bosque. Iba totalmente desnudo. El frío resultaba casi reconfortante, igual que la oscuridad que le rodeaba. Todo el lugar parecía abrazarle, estrujarle, quererle. Él había hablado con los árboles y ahora, ellos respondían. Su lengua era muda pero había otras formas de comunicación. Habían conectado. Lo supo, desde el primer momento.

Desde su posición podía ver el río. Dos orillas, una furiosa, recorrida por aguas bravas; la suya. La otra, mansa y plácida. Ni rastros del puente que había sido engullido. Esas aguas no podrían ser atravesadas. Pero alguien lo estaba haciendo. Un ciervo. El ciervo. No podía ver de él más que su cabeza astada, sobre las aguas, mientras se deslizaba de una orilla a otra con la gracilidad de un pececillo. Aún cuando se internó en las aguas turbulentas no detuvo su avance. El ciervo llegó a la otra orilla. Su cabeza ascendió, saliendo del agua, rebelando su cuerpo.

Su cabeza era de animal, pero el resto de su ser pertenecía al de una mujer alta, de piel pálida, anchas caderas y grandes senos. Su sexo era peludo como el de un animal, algo salvaje que despertó en Rainer un deseo primitivo que desconocía que poseía. El agua se deslizó por las sensuales curvas como un amante despechado, dejándola seca en cuestión de momentos. Ella no era el bosque. El bosque se tendía ante ella.

Ean dos personas coqueteando en una extraña fiesta. La mujer ciervo le lanzó una mirada y luego empezó a caminar, altiva como una reina. Una invitación. Rainer no se frenó. Corrió a su encuentro. Cuando llegó a la orilla de aguas turbulentas descubrió que la mujer se había ido. La vio adentrarse en el bosque, en la parte profunda donde la maleza se retorcía sobre sí misma y los árboles desgarraban el cielo. La siguió. No llegó a alcanzarla. Cuando pensaba que tras una nueva carrera se toparía con ella, frente a frente, ella aparecía en la distancia. Demasiado lejos para tocarla o hablarla, pero aún visible para que pudiera seguirla.

Jugaron a aquel juego durante unos minutos. O puede que horas. La persecución terminó ante una escalera de espiral.

Estaba fabricada en piedra antigua, labrada a mano pero de forma tosca. Rainer reconoció algunos grabados en ella, runas seguramente, erosionadas por el tiempo. La espiral ascendía desde el verde terreno, girando alrededor de nada, sosteniéndose en el aire como por arte de magia. Cuando Rainer miró a la parte superior, no vio su final. Solo a ella, subiendo por la escalera sin detenerse.

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20/08/2021, 10:34
Albert Von Haus

Que Prue me devolviese el abrazo era un verdadero sueño hecho realidad, todo era un sueño... aunque no lo viese así en ese momento. Mi cuerpo reaccionaba con facilidad a los estímulos cercanos, como los aromas y la suavidad de la piel de la joven. Su gemido al tocarla con suavidad me hizo sonreírla y la besé, sabía que no se negaría.

Luego descendí por su cuello lentamente, besando cada pedazo de piel por donde pasaba, al tiempo que mis manos buscaban sus pechos y sus endurecidos pezones para tocarlos con suavidad y mi cabeza se guiaba hacia aquel hermoso y suave destino. Mi boca no tardó en alcanzar uno de sus pechos y besarlo con suavidad, con ternura. Ya habría momento para la pasión y el desenfreno, ahora era el momento del deleite y de templarla como debía.

De refilón vi una bandada de pájaros abandonar su sitio en el bosque. Algo que me resultó curioso, pero estaba demasiado ocupado y excitado como para preocuparme por ello.

Y no me detuve ahí. Prue gemía y sabía que podía darla más. Lentamente fui descendiendo por su joven y liso vientre, mientras mis manos se habían quedado prácticamente aferradas a su pecho y se negaban a soltarlo. La miré y la sonreí, cuando me encontré a la puertas de su volcán en erupción y hundí mi cabeza en él, sintiendo su calor abrasador en mi lengua.

Todo indicaba que estaba lista para dar un paso más, pero no era lo que yo quería con ella ni para ella.

Quería que ese día fuese inolvidable y que supiese que un viejo, podía superar a un joven simplemente con su sabiduría y experiencia. Y solo cuando uno de los dos no pudiese más, se acabaría todo el juego. Así que en mi mente solo tenía una cosa: marcar el primer tanto de muchos antes de que ella marcase el que me dejase fuera de juego.

Mientras ella gozaba, la escuché decirme aquellas palabras y me subí sobre ella para besarla. - Nein mein piequegna Pgrue. Iantes siabgras lo que es un hiombgre de vegrdad.

Y en ese momento les vi, asustados, los animales de las cercanías huía de algo o de alguien. Algo que parecía sacudir los árboles con violencia. Pero volví a mirar a Prue y la besé de nuevo. - Luego viuelvo... tiengo que tegrminagr un tgrabajo aún... - Le dije en un susurro y volví a descender por su cuerpo, mientras que mi miembro sentía la caricia de su piel, solo pensaba en terminar aquello que había empezado, que ella descubriese todo lo que se podía hacer...

Volví a hundir mi cabeza entre sus piernas, esperando que esta vez Prue llegase al climax, mientras que en mi mente la idea de esos árboles en movimiento, los animales corriendo... las aves huyendo... empezaba a cobrar sentido. Pero sus gemidos y sus pechos en mis manos eran demasiado poderosos para mí en ese momento. Tanto que se me hacía imposible separarme de ellos. Aún así, alcé la cabeza una vez más, queriéndome asegurar de que todo estaba en calma, pues aquellos pensamientos estaban estropeando aquel momento que debía ser único y especial para ambos.

Y cuando vi los árboles moverse nuevamente, a pesar del deseo y de la excitación, me puse en pie tan rápido como pude y cogí a Prue de la mano. Tiré con violencia de ella, intentando que se levantase. - ¡Viamos Pgrue! ¡Hay que igrse! ¡Cogrre!

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21/08/2021, 18:51
Rainer Maria Holtzmann
Sólo para el director

Respuestas. La cabeza de Rainer parecía dar vueltas obsesivamente alrededor de esta palabra, del concepto detrás de esa palabra. Respuestas. Finde die Anima Mundi. Encuentra el anima mundi, el alma del mundo. ¿Lo llevaría ese viaje hasta el anima mundi? Él creía que sí. Pero había que tener paciencia ante lo aparentemente incomprensible. Sólo era incomprensible en apariencia.

Los años pasados desde que Bianka quedó postrada en su repentino e inexplicable estado vegetativo habían entrenado a Rainer para tener paciencia en su búsqueda de respuestas. Por ello, nada de lo que había sucedido aquel día en el bosque y la cabaña le había hecho perder la calma. El horror no le daba miedo; como le había dicho a Prudence, creía que todos aquellos horrores eran sólo puertas de entrada al misterio insondable, al misterio del cual se obtendrían respuestas. Y, con esas respuestas, devolvería la vida a Bianka o se uniría con ella para siempre.

Pero ahora estaba desnudo en medio del bosque, se veía como parte del bosque con el que había entablado una muda comunicación horas antes. Respiró profundamente, cerrando por unos segundos los ojos, dejando que el bosque penetrara en él a través de los olores y los sonidos.

Cuando volvió a abrir los ojos, ante él estaba el río y, cruzándolo, el majestuoso ciervo que pocas horas antes habían visto destripado en el bosque. Pero, cuando salió del agua, vio que el ciervo era, en realidad, algo más: una mujer de voluptuosas formas que provocaron una respuesta poderosa en Rainer. Sintió la necesidad de seguir a aquella mujer ciervo, a la carrera.

Sin embargo, su ávida carrera lo hizo sentirse como un Tántalo, como un Narciso, tratando de alcanzar un objeto de deseo que escapaba a cada intento, de forma inexorable.

La persecución lo llevó hasta una misteriosa escalera de espiral que subía hacia ningún lado. Unas runas adornaban aquella escalera. ¿Qué decían esas runas? ¿Conocía aquellas grafías?

Pero debía seguirla, debía alcanzarla, debía preguntarle. Ella le daría respuestas. Quizá no con palabras. Pero respuestas. El misterio estaba ante él. Debía acceder.

Subió raudo por las escaleras mientras le decía:

¡Espera! Dime quién eres. Dime adónde vas. Ven, espera. Dime tu secreto.

Dime tu secreto, le decía a ella, pero parecía decírselo al bosque, a todo su entorno, a sus alrededores. Su deseo por alcanzar a aquella mujer ciervo era su deseo por alcanzar respuestas. ¿Era su búsqueda como una escalera de espiral sin fin? Quizá lo fuera, pero sólo había una forma de saberlo: subir por ella.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Van dos tiradas, por si sirven de algo:

1) La de Antropología era para las runas (elegí eso antes que Idiomas porque entre los idiomas que sabe Rainer no hay idiomas nórdicos). Sea como sea, ha sido un fracaso de tirada. Una vez más.

2) La de Persuasión tiene un error, pues la habilidad no es 90, sino 75, pero el resultado es el mismo. El objetivo de esta tirada es ver si Rainer convence a la mujer ciervo, aunque dudo que esto se pueda resolver con una tirada XD