Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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08/08/2021, 20:15
Prudence "Prue" Hawkins

Prue sonrió de lado al oír a Rainer decirle que esa comparación era injusta con su abuela. Su abuela era peor. Pero no lo dijo, el brillo de su mirada, pícaro, hablaba un poco más por ella.

Rió divertida e intercambió la mirada entre su botín y su compañero de mesa. Removió algunas chocolatinas con la mano mientras sonreía. Al menos podía comer algo... un respiro... Asintió ante la idea de compartir el Twix. Observó el gesto cómplice que le dedicó y de nuevo, sonrió como una niña traviesa, que sin la supervisión de un adulto, se pondría hasta arriba de azúcar. - Vale, el resto lo guardamos para el desayuno o si los demás quieren algunas.

Albert por su parte parecía tan agotado como ella misma le veía. Sobre todo ante la herida de la pierna. Antes no imaginaba siquiera si tendría algún tipo de prótesis o pata de palo. Era mejor haber visto el miembro entero, pero la imagen de la herida no se le iría fácilmente de la cabeza. La aparición de Remo la dejó mas tranquila, iría a descansar en seguida, sin pasarse por la mesa a comer. Ella no sería quien insistiría a un hombre con ciertos hábitos aparentes, y una rudeza a la cual prefería no probar. Tak era otra historia, a saber si no estaba haciendo un interrogatorio a las vigas de la cabaña.

Durante un instante, se evadió, mirando hacia la puerta. No supo muy bien cuánto tiempo pasó, quizá unos segundos cuando Rainer le habló. Giró la cabeza hacia él, con aquel gesto serio. Sin duda, parecía que estaba en la media noche de Halloween, y acababa de ver algún tipo de película de terror.

Miró seriamente a Rainer a los ojos, mientras terminaba de masticar cerrando los labios, escuchando lo que le decía. Le arrancó una sonrisa inesperada con aquel comentario sobre los locos. Y por supuesto, su sonrisa. Sin duda, hizo que ganara confianza para contarle lo que había visto, sobre todo al observar cómo el mismo Holtzmann había sentido algo en el bosque.

- Tengo sensaciones ambiguas... Por un lado pienso que estamos bien, que no nos puede pasar nada, fíjate en la suerte que hemos tenido encontrando este lugar. Pero el ciervo... - Hasta mencionar al ciervo, se la veía feliz, mostrando sus largos incisivos y sus ojos brillantes de ilusión, solo por la mera idea del descanso. Sin embargo, iba a tener pesadillas con aquel horror. - Además... - De pronto, se puso muy seria y misteriosa. Se mojó los labios, mirando a los lados, y lentamente, se inclinó hacia él, para susurrarle en secreto.

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08/08/2021, 20:25
Prudence "Prue" Hawkins

La muchacha se inclinó hacia Rainer, con la cabeza gacha y sus ojos puestos en los del hombre, predispuesta a hablar muy bajito, tanto, que solo él pudiera oírla.

- He visto algo, antes de llegar a la cabaña. Unos ojos... en la espesura... del bosque. - Le daba escalofríos solo de recordarlo. - En realidad no eran unos ojos, si no unos párpados cerrados... - Hizo un movimiento con su mano, un aspaviento con la mano por encima de su rostro, cerrando ella misma los ojos. Luego los volvió a abrir. - Fue solo un instante... Pero no sé si fue real... Me he acojonado, la verdad. - Confesó, sin apartar sus enormes ojos de él, anclándose a sus pupilas como cualquier loco, o cuerdo... que se prestase a contar tal cosa.

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08/08/2021, 23:21
Director

A sus ágiles dedos le faltaron tiempo para prender la linterna y enfocar al maniquí con el haz de luz. No estaba allí. Su corazón derrapó, contuvo la respiración. Había enfocado al lado contrario. La pieza de arte no se había movido de su sitio. La mente de Tak, sin embargo, era como la maquinaría de un reloj al que le hubieran colocado una batería de plutonio. Los engranajes giraban de forma diabólica, los piñones daban vueltas sobre sí mismos a la misma velocidad que el cigüeñal de un bólido de carreras. Preguntas, dudas, respuestas. Información. Era su trabajo. Girar los engranajes hasta que todo encajaba. Ábrete sésamo y todos los misterios quedaban a la vista.

Habló al maniquí. Una parte de él se sintió verdaderamente estúpido. Era curioso, de día, en mitad de unos centros comerciales, habría sido cómico. En la vieja cabaña, rodeado de oscuridad, no había risa alguna. Todo era posible.

No respondió. Pero Tak se quedó mirando aquella efigie durante unos momentos. Y creyó captar…si, ahí estaba otra vez. Era muy débil, casi imperceptible de tal forma que el sonido de su propia respiración o el crujir de la vieja casa podían enmascarar el ruido. Una corriente de aire, muy débil, atravesando una oquedad con forma de ranura. Un silbido ronco, muy bajito. Intermitente. Seis segundos, y ahí estaba otra vez. El silbido ronco corriendo por el ojo de una cerradura oxidada.

Notas de juego

No sí si ésto se puede considerar detectar algo raro. Eso depende de tí. Para mí todo es muy normal.

En cualquier caso, si decides bajar, solo dilo ;)

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09/08/2021, 01:42
Rainer Maria Holtzmann

Rainer se echó hacia adelante en su silla para escuchar las palabras de Prudence con mucha atención y asintiendo despacio. La escuchó con una seriedad amable, pero no pudo dejar de esbozar una sonrisa tranquila al ver el gesto que la joven hizo con su mano para indicar unos ojos que se cierran. Era muy expresiva y eso le parecía muy divertido a Rainer. La dejó terminar y, cuando la muchacha se lo quedó mirando tras hablar, él le sonrió con comprensión.

No tienes que tener miedo, Prudence. Es normal que lo que no entendemos nos dé miedo. A nadie le gusta ver unos párpados en mitad de un bosque... y menos si acaba de ver una escena tan grotesca como la del ciervo. Pero, ¿sabes?, yo creo que no tenemos que tener miedo. Sé que esas cosas pueden asustar, pero eso es porque no estamos acostumbrados a lo sobrenatural. ¿Recuerdas cuando te dije que faltaba poco y después apareció esta cabaña? Eso es lo que podemos hacer: confiar. Ese hombre, el hombre que nos hizo venir aquí, no nos hizo venir aquí por casualidad. Nosotros somos ciegos, apenas vemos, pero todo tiene un propósito.

Rainer se detuvo un momento, tratando de que la muchacha pensara en esa palabra: «propósito», que encajara todo lo que le acababa de decir antes de continuar.

Tú has venido aquí porque, seguramente, esperas obtener alguna respuesta a algún interrogante que te reconcome en tu interior, igual que yo. Estoy seguro, incluso, que ahí fuera —dijo señalando con su brazo hacia el exterior de la cabaña— nadie es capaz de entender lo que te pasa, que no sientes que ellos te puedan dar una respuesta. Y seguro que por eso estás aquí. Créeme, tu esperanza no se verá defraudada. Confía. Es verdad: verás cosas horribles, todos las veremos, ya hemos empezado a verlas. Pero eso sólo son pruebas hacia la respuesta que esperamos obtener. Confía, Prudence. No tengas miedo. Y, si en algún momento quieres contarme algo más, ya sabes que yo no te juzgaré, porque te entiendo. No estás sola, Prudence.

Después de decir esto último, Rainer se volvió a echar atrás en su silla con una amplia sonrisa y dirigió una mirada a la mesa de chocolatinas.

Además, ¿quién podría tener miedo con este arsenal de chocolatinas? Pase lo que pase, siempre podemos terminar el día comiendo chocolate. ¿Qué más se puede pedir? —concluyó mientras levantaba las cejas alegremente.

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09/08/2021, 09:20
Albert Von Haus

Miraba como intimaban la adolescente y el otro alemán que nos acompañaba, pensando en la suerte que tenía aquel hombre. De no tener el dolor que tenía en mi pierna, estaría sentado con ellos, tratando de distraer mi mente de los horrores vistos y buscando allanar el terreno frente a Prue. Joven, guapa... y yo tenía necesidades como cualquier hombre además de no ser tonto, pero aquel maldito dolor frenaba todo.

De hecho hasta pude ver las revistas que se ocultó Remo, pero el dolor no iba a dejarme en paz, así que era tontería pedirle ninguna, cuando la necesidad real era la de calmar ese dolor para poder seguir al día siguiente, puesto que mataba, literalmente, a todo lo demás.

- Y tiampoco tienie niada que ienvidiagr a la tuya cagra, Gremo. - Respondí a Remo cuando dijo eso de mi cicatriz en mi muslo. Ya sabía como era mi pierna y el problema real no era su aspecto, sino el dolor que esta me generaba. Me costó y la verdad es que esperé que alguien preguntase si me ayudaba con la venda en la rodilla, pero todos parecían demasiado ocupados y Remo ya me había cabreado. Algo muy fácil de hacer cuando el dolor es tan intenso.

Y odiaba el dolor.

Al menos Prue y Rainer se lo tomaron con más naturalidad y no hicieron que me sintiese más incómodo de lo que ya estaba de por sí al ver mi muslo con el pedazo de carne faltante y la fea cicatriz. - Aunque más guapa que Remo. - Me recordé a mi mismo y sonreí levemente.

- Danke1. - Le respondí a Rainer y alcé el chupito a su salud antes de bebérmelo. - Piegro no segrä eso lo quie mi haga diogrmigr. - Y saqué la vicodina y me puse dos pastillas en la mano. - Lo liamiento, piegro de esto no iofgrezco. Siolo le diagrïa a Pgrue si quisiegra pasagr un grato divegrtido conmigo. - Y no pensaba en sentarnos y soltar unas risas precisamente. Era otro tipo de diversión que solía ser más satisfactoria y cansar bastante más que solamente reír.

Mi mayor complejo, mi muslo, había sido visto por todos y era sabido que para que se aprovechase mejor el calor del saco de dormir, lo mejor era meterse en él sin ropa. Aunque dadas las circunstancias, opté por quedarme con algo puesto: los calzones. Aún así no pude evitar mirar a Prudence de nuevo. La verdad era que si pudiese la daría un buen repaso.

Había tendido mi impermeable para que se secase, así que hice lo propio con los pantalones, para que los bajos se secaran, dejé las botas a un lado y el resto de la ropa la colgué a mi alrededor donde pude.

Al menos algo se airearía.

- Si miañana sigue llioviendo, iespegro que mi dejen duchagrme en el extegriogr. - Con suerte entraría suficiente agua por algún sitio que me dejase lavarme y quitarme algo de aquel olor corporal. La ropa no tenía remedio, pero al menos yo sí. Y sí, pasaría algo de frío, pero merecería la pena.

Tras dejar todo colocado y ver hasta que punto Prue y Rainer intimaban, opté por tomarme las pastillas, meterme en el saco y dormir o intentarlo al menos. Todo dependería del dolor de mi pierna, porque entre el muslo y la rodilla me iban a dar la noche.

- Gremo, iesas grevistas... no las piegrdas. - Le dije al hombre. - Quizäs miañana lias niecesite. ¿Ja? - Y me encerré en el saco, a la espera de que el dolor mitigase para quedarme dormido. Al menos la puerta ya no daba golpes, pero yo aún debía encontrar la postura que me dejase dormir.

Notas de juego

1 Gracias.

Aclaro: Le dejo un turno más despierto. El siguiente será el último y caerá KO por el efecto de las pastillas (con su colocón) y la bebida.

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09/08/2021, 13:12
Tak Yagami

Me paso la mano por el mentón mientras me digo a mí mismo que no estoy viendo lo que, de hecho, estoy viendo.

El maniquí tiene una especie de... cerradura. Escucho el silbido del aire escapando por ella. Es un siseo, un susurro efímero que renace una y otra vez, cada pocos segundos.

Aaaaah... —me desinflo como un globo, liberando la tensión nerviosa que me ha generado desubicarme tras el trance para dialogar con Nue y perder de vista al silente vigía de la buhardilla mientras me paso la mano por la cara en lo que combina incredulidad ante el hallazgo y rabia por no haberlo visto antes.

Sostengo la linterna en la zurda y mi diestra navega entre los bolsillos de mi anorak en la búsqueda de mi ganzúa.

Creo que ha llegado el momento de confesar que tengo un placer culpable

Al poco de morir mi madre, empecé a ver sombras danzar en la oscuridad de mi cuarto. Al principio, susurraban cosas sin sentido, como si remezclasen al azar fragmentos de diversas historias de géneros literarios de lo más variopintos. Por algún motivo, no era el típico niño que sale corriendo por el pasillo buscando a su padre buscando protección, pidiéndole dormir con él. Era... Soy, en este sentido, bastante particular.

La segunda o la tercera semana tras el funeral, una sombra vino a verme y me dijo que sabía quién había matado a uno de los gatos de la señora Winston, una vecina bastante huraña que acogía felinos para sobrellevar su solitaria viudez. Sabía que el gato había desaparecido y que la señora Winston no paraba de preguntar por el barrio por él, completamente desconsolada. La sombra me explicó que había un tipo, Gerry Dugan, un hombre sombrío que tenía una ferretería próxima al barrio y que odiaba a los felinos con toda su alma. Dugan en cierta ocasión, había tenido un encontronazo con la señora Winston por lanzarle una piedra a uno de sus gatunos inquilinos.

La sombra siseó un número, un puñado de letras y me preguntó de qué color era el café. Luego maulló y no volví a escucharla jamás. Tardé dos días en descifrar que se trataba de una matrícula y en recorrer el barrio y los alrededores hasta dar con el coche, una pequeña furgoneta negra. La acechanza dio sus frutos porque, la misma noche que hice este hallazgo, me colé en el garaje de Dugan y comprobé que, entre sus herramientas, tenía una llave inglesa con una plasta reseca y sanguinolenta. No eran mucho, apenas unas manchas resecas, pero a mí me resultó suficiente para dejar volar la imaginación. 

Me resultó imposible irme de allí sin saber la terrible verdad. En este sentido, la furgoneta del señor Dugan fue el primer vehículo que allané con un alambre a modo de improvisada ganzúa. El hecho de que dentro encontrase un pequeño y hediondo saco de lona con lo que quedaba del gato de la señora Winston fue lo que contribuyó a que no fuese el último.

Nunca denuncié a Dugan. La señora Winston no encontró justicia para su gato. Salí sin ser visto en aquella ocasión. Fui el único que se tomó una mínima molestia por investigar el suceso, pero cuando pude hacer algo al respecto, no lo hice. Había visto lo que tenía que ver. Nada más. Nada menos. Luego, desaparecí. Como las sombras que siguieron susurrándome en la oscuridad en las noches que vinieron. En aquel entonces, tenía mucho miedo al comprender que, para mí, la palabra misterio empezaba a carecer de sentido. Ello abrió ante mí un mundo en el que el único guardián de secretos... era yo.

Y he aquí de nuevo que estoy ante una cerradura a la que dedico un buen instante para estudiarla antes de acometer uno de mis pasatiempos favoritos: forzarla.

¿Qué abre? No lo sé.

Solo sé... que no puedo dejar de averiguarlo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Prosigue la emosió en la buhardilla.

Abajo todo Perry comiendo Twix y a mí que me va a dar un infarto de duodeno (?).

Echo un vistazo simple, al efecto de comprobar que la cerradura se puede forzar con una ganzúa. He dejado tirada en consonancia, por si ;-)

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10/08/2021, 01:38
Director

Tak se acuclilló ligeramente delante del maniquí. Olía a cerrado, a formol y olvido. Inspeccionó con la linterna la estatua; la piel cuarteada y macilenta, el rostro cadavérico, las astas colocadas de forma religiosa. Usó la linterna para captar la procedencia del silbido. Era tan tenue que había veces que no lo escuchaba. Pero estaba ahí, repetitivo, rítmico, como una pulsación que iba y venía. Quizás debería haberse preguntado cómo era posible que escuchase el correr del viento en una habitación cerrada como aquella.

Dedujo, no sin esfuerzo, que el silbido ronco procedía de la boca de la macabra obra de arte. Sin dejar de alumbrarla con la linterna tomó una de sus ganzúas. Apartó las viejas encías e inspeccionó la boca. Allí no había una cerradura. No en verdad. Pero el silbido seguía estando allí. Comprendió.  No estaba mirando un cierre, sino una garganta.

Se sentó en el suelo, aturdido por la revelación. Al menos comprendió entonces una parte de las palabras de Nue. “Es carne y piel, respira como tú”. Aquella cosa estaba viva.

Viva.

 

Notas de juego

Explicación. Como director no debería tomarme ninguna licencia poética a la hora de narrar, pero no soy un buen director. Para mí es más fácil decir que “El tipo tenía la fuerza de un buey” o “El cabello de Morgana era negro como ala de cuervo”. Es evidente que el tipo mencionado no podría tumbar a un buey ni tirar de un carro, solo es una evidente alusión a su fuerza. De igual forma si un cuervo se posase sobre el hombro de Morgana quizás veríamos que las alas del ave no son tan negras como su cabello. Es, podríamos decirlo, una forma de narrar bonito. Podía decir Morgana era morena y el tipo fuerte, pero con sinceridad, esta narración se parece más bien a un hospital abandonado.

 

A lo que voy. Cuando dije “El silbido ronco corriendo por el ojo de una cerradura oxidada”. Era en sentido figurado, poética. Culpa mía. Debí de dejarme de estas expresiones o poner “Un silbido como…” Pero, el mal ya está hecho. Perdona que te llevase a la confusión.

 

En resumen. No hay ninguna cerradura, solo una garganta respirando.

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10/08/2021, 09:05
Tak Yagami

Lo cierto es que la tensión me estaba haciendo ver cosas que no había en aquella condenada cosa, como si un pérfido narrador de espectral silueta y quebradizo cutis tras un verano abrasador en las playas de Nuncainvierno me hubiese susurrado al oído una truculenta broma pesada.

No había cerradura donde creí ver un ojo aguardando anhelante los dientes de una llave secreta. 

La oquedad era la misma garganta de aquel infeliz, por llamarle de alguna manera. Maniquí, era la verdad, se me quedaba en un punto intermedio entre una imperdonable imprecisión deductiva y un huero deseo de cosificarlo.

Me sentí aturdido y desconcertado al mismo tiempo. Es un combinación peligrosa. Bajas la guardia de un modo inconsciente. Me rasqué mi sedosa y aromatizada cabellera dejándome caer al suelo y exhalando un suspiro de cansancio que marcaba el cénit de mi pequeño brote de histeria detectivesca. Sabía que, de un modo extraño, había hallado un ser vivo en aquella buhardilla y no tenía explicación para el qué era y el por qué estaba aquí, oculto en el desván de una cabaña largo tiempo abandonada.

Me levanté sin dejar de observarlo sintiendo un vano reflejo de piedad y compasión al ver su horrenda apostura y me dije a mí mismo que si esta era la forma de preservar a la que hizo alusión Nue, la muerte debía ser algo mucho más placentero y menos tedioso de sobrellevar.

Decidí bajar a la planta baja y compartir mi hallazgo con mis compañeros, aunque lo cierto es que no tenía ni la más remota idea de cómo iba a explicárselo.

Notas de juego

Lo siento. No he podido evitar romper la cuarta pared y dedicarte una chanza, amigo ;-P

Te dejo a continuación el post que iría para el resto en Solo para el Dire. En cuanto lo leas, lo despejas para el resto. Si pasa algo inquietante antes de bajar, pues me lo comentas y listo.

Esto del maniquí viviente me ha dejado loco de la cabeza. Así te lo digo.

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11/08/2021, 07:27
Albert Von Haus

Me costaba coger la postura para que se aliviase el dolor. De vez en cuando miraba "a la parejita" que no paraban de susurrar entre ellos. De no estar tan jodido les hubiese pedido un mínimo de educación por estar más presentes, pero en ese momento lo que realmente necesitaba era eso, que me dejasen en paz. Sobre todo el maldito dolor.

Con cuidado, rebusqué en mi mochila y saqué mi grabadora. Todas las noches realizaba el mismo ritual, dejar grabado lo que había ocurrido importante durante el día. Así pues, para no molestar, esta vez tuve que susurrar y como siempre que lo hacía, en alemán. Simplemente era más fácil para mí y más complicado de entender para los demás.

Salvo para Rainer, pero estaba demasiado ocupado tonteando con Prue como para darse cuenta de nada.

Así pues, grabé como llegamos todos a las ruinas de la casa, como nos presentamos por primera vez después de compartir sin saberlo, cinco días de viaje al mismo sitio. De aquella incesante lluvia, del plantón del hombre misterioso y de como no encontramos más que desesperación en aquel lugar. De como se rompió el puente que nos llevaría de vuelta al otro lado del río, desbocado como un caballo salvaje y desbordado y como tuvimos que adentrarnos en el bosque, siguiendo un viejo mapa que llevaba Prue y guiados por mí y mi brújula.

Hablé del poco tacto de Remo, de lo raro que me parecía Tak, pero que no le conocía lo suficiente como para decir mucho de él, de la preocupación de Rainer en general ante todos y de Prue, no solo de lo buena que estaba y lo que le haría si me dejase, sino que había algo en ella que no me gustaba y fue cuando me soltó y corrió junto a Rainer, mirándome con carita de inocente.

Esa chica era cualquier cosa menos inocente, la pregunta era ¿de qué? Porque una chica tan joven no se mete en este lío ni acude a la llamada de un desconocido que promete dar respuestas a las preguntas más retorcidas y complicadas de la existencia de un ser humano.

Hablé del ciervo, le describí como lo recordaba y de las runas, dejando en la grabación que estaba todo documentado para un estudio posterior, a ser posible sin dolor. Hablé de mi pierna, como siempre dolorida, pero que esta vez el dolor afectaba también a la rodilla por sobrecarga. Y luego hablé de la cabaña donde nos refugiamos, de Tak perdido en el ático, de la parejita que formaban Rainer y Prue, donde los demás no existíamos y para cuando quise darme cuenta, la vicodina me hacía efecto. No solo a nivel de dolor, sino al colocón. Iba siendo hora de cortar.

Lo habitual era que después cogiese una cinta virgen y tratase de sacar una psicofonía en el lugar, pero dos despiertos y hablando y  el otro arriba, iba a ser complicado sacar algo decente y audible. Quizás antes de irnos, con la cabaña vacía, pudiese sacar una grabación de 5 minutos tanto en el ático como abajo.

Apagué la grabadora y la guardé en la mochila. Mi visión  empezaba a fallar a causa de la vicodina. De no estar tan cansado, eso sería una fiesta, pero en aquel momento que el dolor bajó lo suficiente, solo quise dormir y olvidarme del viaje por los opiaceos de la medicación.

Aún así a mi mente le dio tiempo a jugar conmigo y de golpe tenía a Prue sobre mí, en el sofá de mi casa y sus intenciones no eran nada inocentes. Tan poca inocencia tenían que me pillaron hasta a mí en aquella visión por sorpresa.

Yo no hacía más que admirar su belleza y ella acariciar mi rostro hasta fundirnos en un beso... y ahí me quedé dormido.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ya me imagino que no son esas runas, pero me gustaba la imagen para el post.

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11/08/2021, 08:06
Albert Von Haus

Para cuando os quisísteis dar cuenta, yo ya dormía como un bebé.

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11/08/2021, 15:52
Tak Yagami

Emergí de entre las sombras con silenciosos pasos en la planta baja tras bajar las escaleras que conducían a la buhardilla. No me lo planteé hasta entonces, pero fui el único que había subido a comprobar la zona en un alarde de solitaria e intrépida temeridad. Pudiera ser que todos confiasen en que estaban a salvo. O bien, que el hecho de pertenecer a una minoría étnica tendente a encontrar una aciaga y sangrienta muerte en los primeros minutos de un slasher les compraba algo más de tiempo para su supervivencia en este cada vez más extraño bosque.

Bueno, fuera como fuese, digamos que no se lo tuve en cuenta.

No demasiado.

A ojos de mis compañeros, era la primera vez que me veían sin la capucha del chubasquero, con mi melena lacia al descubierto.

Seguro que pronto alguien comentaría el dulce y empalagoso aroma que emanaba mi pelo.

Es una FAQ en sí misma. Ya lo he asumido.

Eh. ¿Alguien quiere soñar con algo divertido? —pregunté sin inmutarme demasiado, esperando la respuesta de los que aún estaban despiertos al pie de la escalera y reprimiendo sacar el escurridizo kojak de fresa.

Tengo un perverso sentido del humor. Ya lo decía mi padre. 

He encontrado el dormitorio de Prue. —dije señalando a la jovencita con un dedo acusador. —Por favor, quédate aquí abajo.

Por supuesto, era consciente de que al dirigirme a ella de esa forma lo único que me iba a asegurar era que quisiese subir a la buhardilla. Psicología Invertida para Principiantes. Eso, y un poco de "Que te den, Tak". Podía ver las ganas que tenía de decírmelo a la cara.

Lo dicho.

Tengo un perverso sentido del humor.

Miré de reojo a Albert.

Parecía estar roncando.

Cabía la posibilidad de que un león se hubiese alojado en su garganta, pero la descarté.

Aunque, a juzgar por su escorzo... Quizás mañana por la mañana tuviese tortícolis.

¿Le habéis tenido que noquear? —inquirí evaluando la causa probable de la muerte.

Notas de juego

Master: añado a los demás ya que creo que esa era tu intención!

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12/08/2021, 00:18
Rainer Maria Holtzmann

Rainer había intercambiado unas breves palabras con Prudence, para lo cual se había adelantado ligeramente en su asiento. Los que lo hubieran observado, habrían visto que su rostro estaba serio y asentía mientras la muchacha susurraba, aunque en algún momento esbozó una sonrisa. Él mismo respondió a la muchacha en voz baja y con cierta seriedad comprensiva y amable.

Tras ello, cualquiera que estuviera allí podría haber visto como se echó para atrás en el asiento y dijo algo, todavía en voz razonablemente baja como para no ser escuchado por nadie más que Prudence, mientras señalaba la mesa llena de chocolatinas. Porque la mesa estaba llena de chocolatinas esparcidas de entre las cuales se podía suponer —si es que uno era un oriental con dotes detectivescas recién descendido de la buhardilla— que faltaba una, a juzgar por el envoltorio abierto y vacío que había sobre la mesa: un envoltorio de Twix, una chocolatina diseñada para compartir.

Rainer levantó la vista de la conversación cuando Tak descendió por las escaleras haciendo una pregunta retórica y jugando con Prudence con un comentario que, evidentemente, buscaba una respuesta en la muchacha.

Rainer esperó unos segundos antes de hablar, por si acaso Tak mismo expandía su explicación, cosa que no hizo, sino que se volvió al doctor Von Haus e hizo una pregunta traviesa. En ese momento, Rainer se fijó por primera vez en que el varón había caído rendido de sueño. Remo, sin embargo, parecía todavía muy atento a alguna revista o algo así que tenía entre manos, aunque Rainer no alcanzaba a ver bien qué era.

Miró con atención a Tak y, a continuación, señaló la mesa.

Aquí estábamos cenando, aunque hemos llegado rápido al postre. Puedes comer unos embutidos, si quieres, o quizá... Tienes cara de que te gustan los higos secos, ¿verdad? —le dijo sin segundas intenciones mientras le ofrecía un paquete de higos secos, aunque al hombre quizá le sonaba a broma, tenía pinta de tomarse muchas cosas a broma—. Mientras comes unos pocos, nos puedes contar si la buhardilla está embrujada —dijo mientras dejaba escapar una suave risa y, después, se inclinaba hacia Prudence para decirle con complicidad—: Pero ya no nos dan miedo las buhardillas embrujadas, ¿a que no?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Edito: Remo no duerme, parece.

Dejo ya la tirada de poder hecha, aunque Rainer sigue bien despierto.

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12/08/2021, 17:34
Prudence "Prue" Hawkins

Cuando terminó de explicar lo que había visto, Prudence se quedó expectante, pendiente de la reacción de Rainer, además de lo que le pudiera a decir al respecto. Le escuchó muy atenta, con los ojos fijos en los suyos, como si de aquella manera pudiera entender mejor lo que el hombre, con mas mundo y experiencia que ella, pudiera decirle.

Sus cejas se levantaron, y arriba, se arquearon mientras sus labios se apretaban al oírle decir que debían confiar. Ella no era precisamente una niña de fe, al menos no se había criado bajo ninguna religión y no tenía la educación necesaria, aunque tenía sus propias creencias sin ser demasiado consciente de ellas. El tema del propósito tenía sentido, aunque ahora no pudiera verlo con perspectiva pues añoraba demasiado el calor de un hogar.

Siguió escuchándole sin hacer comentario alguno, parpadeando apenas, aún sus ojos clavados en los de Rainer. Al decirle finalmente, que no estaba sola, esbozó una sonrisa llena de emoción y confianza, mostrando fugazmente sus largos incisivos, y asintió con la cabeza. Ese hombre la había infundado mas confianza que ningún otro, quizá ese era uno de sus dones.

- Tienes razón... Tienes toda la razón Rainer, confiaré. Gracias, eres un tío de puta madre. - Frunció el ceño sonriendo con convicción, luego se dio cuenta de sus palabras empleadas y parpadeó seguidamente, un poco apurada, pero solo un poco. - Quiero decir... queeee... has sido muy amable, Rainer. Incluso arrimándome a tu brazo, siento si te he apretado mucho, me he acojonado de verdad. Te haré caso.

Rió un poco, volviendo a asentir con la cabeza mientras miraba sus chocolatinas. - Con chocolate todo es mejor. - Y también iba mas al baño. Por algo había cogido aquellas hojas en el bosque.

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12/08/2021, 17:43
Prudence "Prue" Hawkins

Después de hablar con Rainer, sonrió al verle echarse hacia atrás tras sus últimas palabras, que en comparación a las primeras en actitud inquieta, eran mucho mas alegres. Miró sus chocolatinas, como si fueran un tesoro y así, regresó su atención a los demás.

Inevitablemente pasó su mirada a Albert. Su ceño se frunció al oírle decir -o lo que ella entendió- que solo el daría de aquella bebida si quisiera pasar un buen rato con él. El acento alemán le impedía entender el sarcasmo, si es que lo había, y se le quedó mirando mas tiempo del normal, con aquel gesto. Bastó para que le viera quitarse la ropa, para que Prue desviara la mirada y regresara a sus chocolatinas, a labios apretados. Prefirió no decir nada al respecto y dejarlo pasar.

Escuchó algo sobre las revistas, de las cuales no quiso saber de qué trataban, mientras se iba relajando mas en el asiento, veía a Tak bajar las escaleras. Sus cejas se levantaron ante la pregunta, y luego una de ellas se enarcó al oír lo de su dormitorio. Abrió los labios y luego los cerró impactada al ver como la señalaba y le pedía por favor que no subiera. - Joder... ¿Por qué mi habitación? ¿Y por qué no tendría que subir? Que mal rollo... - No entendía nada, y ahora sentía curiosidad.

Al oírle decir aquello de noquear a los ya dormidos, les echó una mirada, y ladeó la cabeza mientras los observaba. Luego Rainer, actuaba dignamente cual anfitrión. Miró la comida, era el mejor momento para ingerir, no sabía cómo pasarían la noche.

La curiosidad de nuevo llamó su atención, y apoyando los codos en la mesa, miró a Rainer, mientras movía las chocolatinas en busca de una nueva. - Eso eso... - Insistió a las palabras de su compañero de mesa, alternando la mirada entre Tak, Rainer y su alijo de azúcar. La pregunta de Rainer, hizo que la muchacha lo mirase a ojos estrechados, dudando, pero en seguida sonrió y negó con la cabeza, mirando a Tak. - Nop. No le tenemos miedo a nada. - Eso era mas fácil decirlo. Porque solo era parte de verdad.

- Tiradas (1)
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12/08/2021, 20:44
Tak Yagami

Me has calado. —confirmo las sospechas de Rainer sobre los higos secos, asintiendo varias veces mientras pongo mis brazos en jarras y paseo por la sala de estar con una evidente incapacidad para permanecer quieto, no digamos ya sentado.

Echo un vistazo de soslayo a Texas Ranger.

Está leyendo una revista para Texas Rangers. Todo bien, todo tranquilo. Otro día en la oficina.

Le saludo con un movimiento de cabeza. Ese Remo me resulta simpático, entrañable. ¿Dónde le habré visto antes?

Celebro que no os den miedo los desvanes. No obstante, creo que este os pondrá a prueba. —digo rascándome la cabellera para después acariciarme el mentón con gesto pensativo.

¿Cómo les digo esto?

Veamos... Me disculpo de antemano, pero ocultaros esto sería un peso demasiado grande que arrastrar conmigo. Voy a sonar poco tranquilizador, pero... No estamos solos. Ya había alguien aquí cuando hemos entrado.

Silencio.

Desconcierto reflejado en sus rostros.

Prosigo.

Hay, a falta de una palabra mejor, un ser arriba, en la buhardilla. Si uno lo mira de primeras, puede parecerle una especie de muñeco, inmóvil e inofensivo. Algo siniestro, no obstante. Pero lo cierto es que... —Me encojo de hombros ante la obviedad irrefutable de mi descubrimiento.

Respira

Miro la mesa con los restos de la cena improvisada. La narración de mis pesquisas me ha abierto un macabro e inapropiado apetito.

Ahora sí me tomaré un higo. Ahem. Gracias. Hum... No deberías abusar del dulce. —añado mirando inquisitivo a Prue con sus labios manchados de chocolate delator mientras devoro el higo. Hummm... Tasty. —¿Alguien quiere subir a echarle un vistazo? No conozco mejor forma de permanecer despierto esta noche. Hum. Este higo bordea la ilegalidad, Doc. Por cierto, creo que su perspectiva médica nos sería muy interesante si le echase una ojeada. ¿Qué me dice?

>> Eh, Remo. ¿Hace una pesadilla?

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13/08/2021, 00:42
Rainer Maria Holtzmann

Rainer no pudo impedir que las últimas palabras que Prudence le dijo en privado le provocaran una carcajada.

Un tío de puta madre —susurró casi para sí mismo mientras miraba de reojo a Prudence, con una sonrisa todavía en la cara.

Puso su atención en la confesión del oriental, que resultó sorprendente: no estaban solos. Sin embargo, la explicación de Tak resultó de lo más extraña. ¿Un muñeco? ¿Un ser? Que respira… Rainer puso cara de extrañeza que, sin embargo, no hizo más que ampliarse cuando Tak le dijo que él tenía una perspectiva médica.

Le acercó el paquete de higos secos empujándolo suavemente sobre la mesa, para que el hombre pudiera agarrar uno sin problema. Mientras lo degustaba con sumo gusto, le preguntó:

¿Perspectiva médica? Creo que te has equivocado conmigo, amigo Tak. Soy doctor, pero no médico, soy doctor en Teología, Filosofía y Antropología. Soy un doctor… ya sabes, «de esos» —dijo con cierta ironía—. Sé poner un torniquete o coser medianamente bien una herida menor porque alguna idea de primeros auxilios tengo, pero de médico no tengo nada. —Pequeña pausa reflexiva—. Pero no nos distraigamos conmigo y mis títulos académicos. Yo digo que sí, claro que quiero verlo. ¿Se mueve? ¿Habla? ¿Es de plástico, metal? ¿Una especie de robot? ¿Habla?

Entonces, Rainer se detuvo en su interrogatorio y se puso tranquilamente de pie, mirando al resto con un gesto que parecía una invitación.

¿Qué decís? ¿Vamos? ¿Remo? Doktor Von Haus, ¿sigue despierto? ¿Prudence? —le preguntó a esta última mientras le ofrecía con una sonrisa el brazo con un gesto entre cómico y entrañable, por si quería agarrarse de él.

Rainer no parecía pensar que aquello fuera a ser fuente de pesadillas como sugería Tak, sino un descubrimiento de lo más interesante.

Doktor, lleve su cámara de vídeo, puede usted hacer una película de lo más interesante con esto —añadió sonriendo.

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13/08/2021, 20:30
Remo Williams

Remo se había hecho a la idea de irse a dormir pensando en Anita Nesbø, miss Noruega 1981, la primera en casi una década en no ser oriunda de Oslo. Era un dato que podría resultar irrelevante, pero lograba un doble objetivo. Por un lado, a Remo le gustaban las rubias y le gustaba imaginarse que tal vez podría cruzarsela en el aeropuerto o en cualquier otro lado, comentarle que la conocía, y entablar una linda conversación con esos detalles, y por otro, concentrarse en eso le impedía hacerlo en ciervos descuartizados.

También se había distraído un poco con la comparación de su hermoso rostro con la pierna de Von Haus, riendo -tal vez unos decibeles más altos que lo apropiado- de la ocurrencia. 

Pero la suerte se terminaba, y si no había cadáveres animales podía haber muñecos que respiraban. Si, eso parecía que había dicho el oriental que había bajado finalmente de la planta alta. Pasado el saludo inicial, lo había empezado a mirar abriendo cada vez más los ojos (porque el hombre si que le ponía suspenso) llegando casi a una apertura de dibujo animado, mayor a 180 grados. Cuando pudo recuperar la compostura y se dio cuenta de que tenía la boca abierta, la cerró e intentó jugar la carta del escepticismo. Dudaba que le saliera muy creíble.

- Pesadilla, ja! Vamos, amigo, no asustes a la chica -ni a mi. Los muñecos no respiran, así que, o adentro del muñeco hay alguna alimaña, o esos cigarrillos tuyos tenían alguna cosa ilegal. No te preocupes, no diré nada -completó haciendo el gesto con sus dedos índice y pulgar como cerrando una cremallera invisible en su boca.

- Pero vamos a curarnos en salud y si hay algún bichejo adentro lo echamos o lo matamos, ¿si? -dijo mientras rebuscaba en su mochila para sacar linterna y cuchillo, dispuesto a subir.

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13/08/2021, 20:52
Tak Yagami

Era evidente que las barritas de chocolate del futuro me habían jugado una mala pasada.

Había confundido a Doc Rainer M. Holtzmann con Doc Emmet Brown.

Cosas que pasan.

A decir verdad, la Antropología podría valerme, Doc. No se subestime. —concedí apreciando la humildad de Rainer al tiempo que tragaba el higo que me había ofrecido. Giré el rostro hacia Texas Ranger, satisfecho por su espíritu belígero. —Bien, creo que ahora podemos aseverar que hemos formado nuestro pequeño y personal equipo táctico de asalto. ¿Qué podría salir mal?

No quería averiguar la respuesta a mi pregunta, pero contar con un grupo voluntarioso secundándome en mis ansias de averiguar qué estaba pasando y la posibilidad de utilizar al comatoso Von Haus como ariete humano -u ofrenda de paz, llegado el caso- ante la presencia sobrenatural del habitante del desván me había calmado los nervios.

No se mueve, aunque no parece fuera de lugar. No puede hablar. Creo. Lo confieso: he intentado comunicarme con él. Sin éxito. Sé que está vivo porque, como he dicho, respira. Es una respiración tenue, muy débil, casi imperceptible.

>> Y respecto al de qué está hecho... Es una gran pregunta. Aunque tengo una mejor, quizás más turbadora... ¿Cómo lo han hecho?

Frunzo el ceño.

Pies de plomo, Tak. Pies de plomo.

Quiero decir, parece una pieza de artesanía. Dantesca y escalofriante, pero artesanía en cierto sentido.

No es el momento de hacer comentarios artísticos, querido amigo.

Carraspeo, decidido a volver arriba y guiar a mis insospechados compañeros hasta la buhardilla del terror.

Remo, si tienes alguna queja formal de mis kojaks, estaré encantado de debatirla contigo más tarde. Venga, seguidme. Prue, quédate detrás, por favor. —advierto a la jovencita, esta vez sin sombra de humor en mi mirada.

Notas de juego

Regreso al Futuro es del 85.

¡JA!

No vais a pillar al detective por ahí, AMIJOS ;-P

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14/08/2021, 11:36
Director

 

Las palabras de Tak llegaron cargadas de misterio. Era evidente que había visto algo pero ¿Qué? Remo dejó al lado la revista con una promesa interna de volver a ella después. La linterna y el cuchillo parecían herramientas suficientes para lidiar con lo que hubiera allí arriba.  Rainer era quizás el más intrigado. Había ido allí buscando respuestas. Para él, todo el lugar era un libro que leer. Arriba solo había un pasaje más. Puede que de los más macabros, pero solo un pasaje más. Prue se dejó llevar con ellos. Quizás porque también estaba intrigada, quizás porque no quería quedarse a solas abajo.

Von Haus había pasado buena parte de su tiempo utilizando la grabadora para relatar parte del viaje, parte de sus notas. Las drogas habían logrado vencerla, otorgándole la bendición del sueño. La grabadora se había quedado en marcha. Pensaron que estaría bien; la puerta estaba fuertemente atrancada y solo iban al piso de arriba. La comitiva encabezada por Tak se movió a la buhardilla.

Notas de juego

He decidido avanzar para no estancarnos. Doy por hecho que Prue sube con los demás por mera curiosidad. A Von Haus le han hecho efecto sus propias drogas y el cansancio.

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14/08/2021, 11:38
Director

La oscuridad no era tan profunda ahora que cuatro linternas apuntaban a todos lados. En mayor parte la buhardilla era un estercolero; un montón de cacharros variopintos y obsoletos, con aire añejos, yacían amontonados ocupando la más de la mitad del espacio. Estaban cubiertos de polvo y telarañas. Algunos muebles viejos aún tenían una sábana cubriéndoles, pero eran los menos. Lo que antaño habían sido tesoros para los dueños de la cabaña se habían convertido en recuerdos en polvo.

El otro lado de la buhardilla estaba totalmente despejado salvo por seis bancos de madera, colocados en dos filas, que dejaban un pasillo en medio que las llevaba a eso. No hizo falta que Tak les indicase que la figura que gobernaba la composición era lo que habían ido a ver. A lo primero que asemejaron sus mentes el extraño objeto fue a un maniquí o una escultura de arte moderno, de ese que solo entiende los artistas y los ricos que pagaban millones por tener algo único.

En verdad era único.

La base era de madera, en cruz, el soporte de un espantapájaros que no habían podido clavar en la tierra. Había sido fabricado a mano, pero no por un artesano. Aquel objeto tenía una función y era sostener un grueso palo de madera que servía de sostén a lo que pensaron que quizás también podía ser un muñeco.

Su piel estaba acartonada, vieja como papel de pergamino. Sus brazos y piernas eran pellejos que colgaban del torso principal, carentes de sustancia o relleno. El tórax estaba hundido como un balón desinflado. Su cabeza era también macabra en su composición. Les sonreía, ya que carecía de labios, mostrando todas las piezas de una dentadura imperfecta y amarillenta. Las cuencas de sus ojos se hundían hacía lo desconocido. Había algo de pelo en su cabeza, retazos que otorgaban algo de humanidad a la escultura. Habían tratado de recrear una forma humanoide pero algo no terminaba de encajar.

Sobre su cabeza habían colocado dos astas de ciervo, dignas y hermosas, que habían pertenecido a un animal bastante grande, lo que le otorgaba un aspecto grandilocuente.

Tak les llamó la atención sobre el detalle que lo había perturbado. Para darse cuenta de ello tuvieron que acercarse a la figura a la distancia de un beso. Tenían que fijarse muy detenidamente, no con los ojos, sino con las orejas. No resultó fácil porque ahora eran cuatro. Así que tuvieron que turnarse para escuchar lo que Tak les quería enseñar, alejándose los demás para mitigar los ruidos que sus propias respiraciones pudieran hacer.

El silencio era una fina hebra de araña. Y entonces acudía el sonido para quebarlo. Algo profundo y lastimero, una menudencia. Aire pasando por una oquedad oxidada. Un sonido que volvía cada seis segundos aproximadamente, que poseía una cadencia muy débil. Pero había un patrón. Cuando se centraron en la boca de aquel muñeco todo pareció encajar. Aquella cosa estaba respirando.