Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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30/07/2021, 21:07
Remo Williams

Reno estaba mucho más preocupado por la tormenta que por el cadaver de un ciervo. Que si, que era un poco tenebroso puesto así como espantapájaros. Porque ¿eso era, no? Un espantapájaros. Y ahí había cinco plumíferos frente a él.

- ¿A alguien más esto le parece una amenaza? Del estilo, no entres en mis dominios porque acabarás como el cornudo? -dijo al cabo de un rato, sonriendo un poco, orgulloso de su propia broma. 

Sus compañeros analizaban las tripas, los símbolos raros aquellos que habían dejado y lo fotografiaban como una celebridad, y Reno realmente no lo entendía mucho. Una advertencia es una advertencia, ¿no? Le hacías caso o te la pasabas por donde no daba el sol. No había muchas más opciones, y menos en la situación que los convocaba. Por su parte, él estaba muchísimo más preocupado por sus botas y si podrían llegar a algún lugar seco para limpiarlas.

- Pues creo que las opciones que tenemos son acampar por aquí, o cerca, aprovechando el paisaje -señaló al animal-, seguir a ver si encontramos la dichosa cabaña, y si alguien nos pregunta pues no entendimos lo del territorio, y que mil disculpas, y que ya nos ibamos, o volvemos y probamos suerte con la idea de la pértiga del amigo Tak aquí presente -finalizó, como si alguien le hubiese preguntado acerca de las opciones.

- Yo coincido con Tak en seguir -afirmó mirando hacia donde pensaba que debían avanzar. Tengo otro de esos -contestó luego respecto a las armas, señalando el cuchillo del alemán. 

- Bueno, ¿vamos? -quiso ir apurando a la concurrencia, como si aquello ya estuviese decidido, mientras tomaba la mochila, que había apoyado en el suelo para ver la pintoresca bienvenida a aquella parte del bosque.

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31/07/2021, 01:13
Rainer Maria Holtzmann

Rainer escuchó las apreciaciones del resto de compañeros de viaje con sumo interés. Williams habló manifestando que aquello le parecía una amenaza, una especie de hito limítrofe, de símbolo guardián. Podía ser.

Puede ser —le respondió Rainer—. Pero me sorprendería saber que alguien ha delimitado este territorio como suyo. ¿No se supone que esto es un parque nacional o algo así? Terreno público, vaya. ¿No?

Fue entonces cuando Tak dijo que el corte del ciervo no estaba hecho con un cuchillo. Esa revelación fue muy sorprendente. Y además, ¿cómo estaba tan seguro de aquello?

¿A qué te refieres? ¿Con qué dirías que han hecho el corte, entonces? ¿Acaso es posible hacer eso con algo que no sea cortante?

Rainer se aproximó un poco al ciervo, pero el olor era más intenso al acercarse y él no sería capaz de apreciar nada especial. Miró a Tak.

¿Cómo sabes que no está hecho con un cuchillo el corte? —preguntó con curiosidad.

Preguntas. Preguntas. Preguntas y más preguntas. Pero no había respuestas, sólo les surgían más y más preguntas a cada paso. El enigma se agrandaba en lugar de resolverse.

¿Armas? Von Haus parecía tener todo un arsenal encima.

No, no es el típico cuchillo de cocina —le respondió, ayudándole con la palabra que estaba buscando—. Yo sólo tengo una navaja inofensiva, la verdad. ¿Realmente creéis que corremos peligro?

Rainer estaba algo sorprendido. Él no había pensado en ningún momento que corrieran peligro. Él confiaba. Eso era todo, simplemente confiaba. Todo aquello era una prueba, pero una prueba que superarían con fe. ¿Por qué iban a correr peligro si tenían fe? El hombre les había hecho promesas y esas promesas se terminarían cumpliendo. Sólo había que tener fe. Y esperanza.

Mientras Holtzmann andaba en estas cavilaciones, sin embargo, todos coincidieron en que era buena idea seguir caminando. Él no dijo nada, simplemente asintió, dando a entender su conformidad con la decisión general. Miró a la joven Prudence, todavía sentada en el tronco de madera*, y le dio un pequeño toque en el hombro:

Prudence, arriba, seguimos caminando un poco más. Ya falta poco.

¿Poco para qué? Fe, hay que tener fe. Ya falta poco.

Notas de juego

*Puede que Prudence ya se haya levantado antes de este momento. En tal caso, obvia este comentario. En lugar de llamarle la atención para que se levante, simplemente le da ánimos diciéndole eso de que «Ya falta poco».

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31/07/2021, 12:23
Albert Von Haus

- Ja. - Respondí a Remus. - Piagrece una advegrtencia. Piegro las runas lo contgradicen. - Dije colocando mi mochila en mi ya dolorida espalda, apoyándome en un árbol para ello. Luego me apoyé en mi bastón y recogí el plano y la brújula. Cuanto antes nos moviésemos, antes llegaríamos. El problema era que a saber donde...

Ante la pregunta del Rainer me encogí de hombros. - Hay locos en tiodos sitios. - Podía ser que algún loco o más bien locos reclamasen el terreno como propio. No sería la primera vez que ocurria en zonas "salvajes". Incluso en las ciudades había gente que se metía en casas ajenas a vivir, ¿por qué no iba a pasar lo mismo en el bosque? A fin de cuentas "el campo es de todos".

Caminé mientras me orientaba de nuevo con el mapa y la brújula. - Cogrtes igrregulagres... un groca afilada, una uña ggrande de una animal... un klaue1. No conociegr la palabgra. Un cuchilla mal afiliado... - Habían muchas cosas que podían hacer cortes irregulares, siempre que la parte del filo no fuese muy buena o el sujeto no tuviese suficiente fuerza y habilidad para lograr dar un buen uso. Incluso el cuchillo de corte que decía Tak, con mal filo, podía hacer eso.

Solo había que aplicar un poco la lógica en este caso.

- Coicina. Ja. Donde diebegrïan estagr todos las mujegres feas. - Bromeé o quizás no y era mi opinión real. El caso es que lo dije serio y sin media sonrisa en mi rostro. Pogr eso Pgrue viaja con niosotgras.

- Si me hubiegras pgreguntiado eso antes de vegr al animal, te hubiegra dicho que nein... no. Piegro ahogra... pgrefiegro no pensagr ni como han subidio ahï a eso cosa. - Dije señalando con el bastón al ciervo. Un animal tan hermoso, tan fuerte y pesado, empalado y destripado en lo alto de... no quería pensar en ello más. Debía reservar las neuronas que me quedaban para leer el mapa y llegar a la cabaña, si es que existía, antes de caer la noche.

- Viamos... ya lo tiengo... es pogr aquí... - Dije encarándome hacia el camino que debíamos seguir y al alzar la cabeza vi que debíamos cruzar al otro lado del ciervo y los glifos y volví a mirar el mapa y la brújula. Cabía la posibilidad de que me hubiese equivocado y es que algo me decía que no era buena idea ir a ese otro lado.

El cartel de "no pasar" estaba puesto bien alto y claro.

Notas de juego

1 Garra.

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31/07/2021, 22:52
Prudence "Prue" Hawkins

Lo cierto es que el interrogatorio del japonés, a Prue le pareció de lo mas incómoda e inapropiada. Podría llegar a entender por qué sospechaba de ella pero... ¿En serio? ¿Con esa carita de ángel y esos ojitos? Bueno... quizá... sí... tenía motivos. Pero ella estaba incómoda por sus incriminaciones y no quería responderle.

Al oír la respuesta acerca de aquello de "lo que se había dado cuenta" lo cierto y verdad es que sí, divertirse en ese sentido, se estaba divirtiendo. Estrechó la mirada como primera respuesta, pero luego sonrió de lado meneando ligeramente la cabeza y mirando a otro lado, no queriendo reconocer que le divertía.

Recuperó la mirada cuando habló del mapa. Eso sí, su cara de asco apareció de nuevo en su rostro, esta vez le miró ladeando la cabeza, con gesto cansado. Para ella era fácil, llevaban de viaje unos días, y aunque no habían cruzado muchas palabras, si no se había muerto, ni dado una convulsión ni se había puesto medio lelo comiendo esos caramelos, ella tampoco. Pero no le respondería con tanta lógica y sentido común. - No, no me lo dio el tipo ese. Deja de sospechar de mí, se nota que no sabes nada sobre las mujeres. - Soltó, como una grandilocuencia, mientras negaba con la cabeza y ponía los ojos en blanco. Con suerte dejaría al japonés confuso y sospechando aún mas sobre la joven. No iba a responder con seriedad a sus preguntas, tenía cosas más importantes que atender porque para ella su inocencia era mas que evidente. Sin embargo debía reconocer que disfrutaba, la charla la evadía de la realidad que cernía sobre ellos y lidiaba con la pesada caminata, acortando el tiempo hasta llegar al destino mas deseado del mundo para ellos en esos momentos.

El tema del ciervo había paralizado a la joven. Aunque sus ojos curiosos miraban de vez en cuando, la horrible escena, a cada cosa perturbadora que encontraba sus pupilas, volvía a refugiarse en Rainer. Hasta que este, con toda la dulzura del mundo, la apartó para hacer su trabajo. Ella elevó su mirada de cordero y asintió con la cabeza, dejándole hacer. Se dejó separar por los hombros y luego lo vio acomodar un lugar donde ella podía sentarse. Miró sus ojos como gesto de gratitud y asintió. - Vale... sí, lo siento, de acuerdo. - Buscó sentarse de espaldas, mientras se encorvaba para buscar su propio calor, sintiendo como su cuerpo volvía a sufrir la ansiedad de los horrores de Noruega. Esperaba que todo quedase en eso, y no fuer a mas. Ingenua...

Dejó a los hombres trabajar, escuchando la conversación de fondo, como cada uno analizaba aquel extraño horror a su manera, con sus conocimientos y buscaban ponerse de acuerdo en algo. Ella, mientras, trató de evadirse mirando la belleza del bosque, pensando en que poco tenía que aportar. Entonces... entonces su cuerpo se paralizó y sus ojos se abrieron de golpe. Se quedó petrificada unos segundos, acto seguido, agitó la cabeza y después sintió un escalofrío.

Se levantó de golpe, después de que Rainer la animara para levantarse, y con la mirada puesta en la espesura, caminó sin mirar, así que terminó tropezando con una rama. Se quejó inaudiblemente, pero no se hizo mucho daño, así que volvió a levantarse ayudándose de las ramas y demás, corriendo sin mirar a los hombres. Cuando miró, se dio cuenta que estaba agarrando el brazo de Von Haus, pero no quería entorpecer su ya forzada marcha, así que le soltó y corrió a abrazarse al brazo de Rainer mirando hacia atrás. Confiaba en él porque no la había repudiado cuando se había asustado, y ahora parecía asustada otra vez.

Se quedó muda, y estaba algo pálida, no quiso decir nada. Sujeta al brazo de Holtzmann, miraba en todas direcciones de donde se encontraban, con una actitud mucho menos animada que cuando conversaba con Tak. Antes de la tenebrosa escena.

Notas de juego

He hecho ahí un poco de magia narrativa para fusionar la respuesta de Tak con todo lo demás.

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01/08/2021, 00:20
Director

La hora apremiaba. No era el momento de divagar. Comprobaron sus armas y sus opciones. Decidieron seguir adelante. Rodearon el cadáver, lo dejaron atrás. Su recuerdo sería más difícil de borrar.

Las sombras de los árboles se afilaban como los cuchillos del matarife antes de entrar en materia. El agotamiento medraba dentro de sus mentes provocándoles inquietud y temor donde solo había claros y oscuros, formas que se desdibujaban por la creciente falta de luz. De vez en cuando escuchaban un trueno, en la distancia, recordatorio de que aún seguían sumergidos en una tormenta, no solo en el bosque.

Quince minutos tardaron en encontrar lo que buscaban. Los cálculos de Von Haus no habían sido tan desafortunados después de todo. El alemán soltó un suspiro de alivio al ser el primero en divisar el alero del tejado de la cabaña de los cazadores. Curiosamente sus compañeros parecían más ensimismados en mirar hacia atrás, hacia el terreno recorrido, que hacia delante.

Rainer estaba absorto con el bosque, cualquiera diría que había fumado alguna de sus hojas para quedase inmerso en su esencia igual que un drogadicto. Solo apartaba los ojos del entorno para comprobar que Prue seguía pegad a su brazo. Tak seguía observando sus alrededores, algo vital se le estaba escapando y no era precisamente el caramelo con sabor a fresa ácida. Prue era otro cantar. La muchacha parecía tan perdida como una adolescente en su día de graduación con un vestido cubierto de sangre. A la vez, daba la impresión de que ese traje de sangre le sentaba como anillo al dedo. Remo, el más práctico, era también el más perdido. El bosque nocturno poseía muchos sonidos, todos ellos nuevos. Siempre había una sombra a la que vigilar, un nuevo ruido al que prestar atención. Von Haus, en quien habían confiado ciegamente, les había llevado hasta el refugio.

La cabaña de los cazadores era una construcción antigua, de madera, sólida como una fortaleza. Poseía dos pisos, varias ventanas, en su mayoría rotas o tapiadas, y un porche tomado por la vegetación. No poseía luz eléctrica ni agua corriente pero sus cuatro paredes y el techo era aliciente más que suficiente para el quinteto de excursionistas se tomase aquel encuentro como una pequeña victoria.

Trataron de mirar por las ventanas. El interior estaba oscuro como la profundidad de un pozo. No vieron a nadie. Dieron una voz. La tormenta fue la única que respondió, un puño cerrado apretando el trueno y el relámpago. Llamaron a la puerta. Silencio. Por su aspecto hacía tiempo que nadie pisaba por allí. Probaron suerte con la puerta. Abierta.

Tuvieron que ayudar a Von Haus a meter su pesada mochila, su cojera se había vuelto más incipiente después de la caminata. Había aguantado bien el ritmo pero ahora pagaba las consecuencias. Mañana puede que aún tuviera deudas pendientes.

El interior estaba cubierto de polvo y telarañas y evidenciaba el triste abandono del edificio. Había una cómoda, un sillón de los años sesenta, varias sillas y una mesa, todo con aspecto demacrado, gris, que les recordaba al mobiliario de sus abuelos. Una fotografía de hacía veinte años presidía la única sala que conformaba el primer piso. En ella se veía a un grupo de hombres de rostros feroces, pertrechados para la caza, con las presas abatidas del día a sus pies; conejos, ciervos y un jabalí.  

El lugar estaba seco en su mayoría aunque la humedad, y el agua, se colaban por varios agujeros de las paredes, algunos del tamaño de pelotas de beisbol, otros del de cerraduras. El viento silbaba entre ellos como un viejo fantasma que hubiera perdido el rumbo. Había una chimenea, el único elemento que no era de madera. Estaba taponada, por lo que no podrían darle uso.

La cabaña era espaciosa, no tendrían problema en estirar sus sacos para dormir. No poseía paredes, por lo que la intimidad se vendería cara. Tampoco vieron un baño.

La puerta que daba al exterior era resistente pero el viento impedía dejarla cerrada. Poseía un cerrojo, oxidado y retorcido, que no les ayudaría. Tampoco encontraron algo de utilidad en los pocos cajones y puertas que había por abrir. Los enseres que sus propietarios habían dejado atrás eran como los muebles; viejos e inservibles. Algo de menaje de hogar, botes de cristal vacíos, cajas de cartuchos de escopeta sin los cartuchos, ropa con mal olor, lustre para botas que olía a rayos, algunas revistas de caza o chicas, botellas de alcohol vacías y paquetes de tabaco arrugados. Un mundo varonil olvidado y perdido en el corazón de un vergel sin nombre.

La cabaña no tenía aspecto de haber sido una vivienda, sino un refugio para los cazadores que preferían pasar algunos días en el bosque disfrutando de su afición. Con el turismo como nuevo motor económico de la región y las últimas legislaciones sobre protección animal y caza era casi lógico pensar que aquella afición había terminado por ser abandonada, igual que la cabaña.

La temperatura en su interior no era ideal pero resultaba mucho más acogedora que la noche. Y estaba seca.

 

Dado que el tejado de la cabaña estaba conformado en pico, en el segundo piso podían esperar encontrar una buhardilla clásica de techos inclinados que ofrecería también bastante espacio. Unas escaleras destartaladas ascendían hasta ser engullidas por una oscuridad tan densa que aun cuando la enfocaron con la linterna rehusó amilanarse. Era el abismo que les devolvía la mirada.

 

 

Notas de juego

Vuestro momento para hablar, descansar, pasar la noche. Si alguno decide irse a dormir (en algún momento tocará), que tire en secreto una tirada de poder. También podéis investigar la buhardilla o los alredesores.

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02/08/2021, 09:19
Tak Yagami

Emití un silbido, fingiéndome impresionado.

Un ejército de un solo hombre, ¿eh? —sonreí a Von Haus. El otro alemán, el más alemán, me había parecido, hasta ahora, el más previsor del grupo con diferencia. Brújula, cámara de fotos, un cuchillo de caza... El tipo sabía lo que se hacía y estaba preparado, algo que me tranquilizó porque este otro alemán tenía una mente analítica y hacía gala de anticipación e iniciativa, algo que yo, en lo personal, valoraba bastante en mi desempeño profesional.

Eso sí, albergaba dudas racionales de que Von Haus fuese un oponente peligroso aun con el tremendo cuchillo de combate que me mostró, pero tengo por costumbre recordarme cada cierto tiempo la frase de Ziggy Masters, uno de mis soplones más confiables en Brooklyn:

Nunca subestimes a un hombre en una pelea, Tabo. Él también tiene dos brazos y dos piernas.

Aunque en este caso, Von Haus parecía estar en desventaja incluso para los parámetros de Ziggy.

Texas también llevaba un cuchillo. A diferencia de Von Haus, aquel sí parecía saber defenderse en una pelea. Rainer confirmó su aura de santidad cuando comentó que no llevaba ningún arma encima, más allá de su navaja multiusos. Prue, en mi opinión, no necesitaba más armas que el látigo de su insolencia juvenil.

Reanudamos la marcha con Von Haus en vanguardia, lo cual, desde una óptica irónica de la vida en aquel instante, se me antojaba hilarante. Con todo, ni siquiera sonreí. Tenía bastante en lo que pensar. Rainer parecía alterado por mis últimos comentarios. En voz baja, satisfice su curiosidad.

@Rainer: —¿A qué te refieres? ¿Con qué dirías que han hecho el corte, entonces? ¿Acaso es posible hacer eso con algo que no sea cortante?

¿Cómo sabes que no está hecho con un cuchillo el corte? —preguntó con curiosidad.

Esa es la cuestión. —comencé explicando mi dantesca teoría. —No se trata de un corte—Era consciente de que mi declaración podría resultar poco tranquilizadora, pero imbuido en la impavidez que te otorgan años visualizando cadáveres en diversos estadios de descomposición, ahondé en detalles para colmar el ansia de conocimiento de mi compañero.

La herida tiene una peculiaridad: la abertura es irregular, muestra hebras de tendones y músculos desgajados, desmadejados. Un corte los habría seccionado de un modo limpio a su paso, siguiendo la línea abdominal. Es, de hecho, la forma más sencilla de destripar a un animal. Pero la caja torácica de este ciervo parece haberse... separado. A la fuerza. —Extendí mis manos en sentido horizontal, simulé agarrar algo y lo rasgué como si de una tela se tratase. —Además, la herida, la sangre, la disposición de las vísceras... Todo sugiere que fue destripado después de ser ensartado en el árbol.

Hice una pausa antes de rematar mi exposición.

Ese ciervo puede pesar fácilmente unos doscientos kilos. Alzarlo vivo para atravesarlo en el tronco del árbol es una proeza física inhumana. En varios sentidos. Así que, respondiendo a tu anterior pregunta... . Creo que este bosque encierra un peligro muy real.

* * * * *

La cabaña me resultó un escaso premio para nuestras andanzas en aquella espesura, pero los ánimos eran ya bastante bajos en el grupo y pareció colmar, de alguna manera, la expectativa de un refugio donde pasar una noche que, en lo personal, aventuraba hostil e inclemente. Al menos, concluí para mis adentros, estaba seca y era espaciosa.

Haciendo gala de mi deformación profesional, decidí explorar el interior de la maltrecha cabaña por si encontraba algo de utilidad y, de paso, hallar un modo de ascender a la buhardilla. Algo en mi interior me decía que sería la forma idónea de ganarse la confianza de mi nueva mejor amiga, la sospechosa habitual número uno: Prudence Hawkins. Canjear secretos por intimidad... Qué mundo tan oscuro. Y qué honda su huella en mí.

Localicé pronto unas escaleras que se perdían en su ascenso en una devoradora oscuridad. Por la disposición de la propia cabaña, debían dar a la planta superior. Encendí mi fiel linterna y caminé con pasos cautelosos hasta arriba mientras mi diestra, sigilosa, palpaba la empuñadura de la SIG Sauer.

Los demás podían confiar en sus cuchillos, pero yo me encomendaba a mi fiel semiautomática germanosuiza.

- Tiradas (2)

Notas de juego

@Rag, dale caña. Preparado para cualquier eventualidad ;-)

Ignora los modificadores, que los he puesto en la tirada para que supieses que tengo ambas habilidades, pero luego me he dado cuenta de que podían confundir.

PER - 79

SIGILO - 59

NOT BAD.

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02/08/2021, 13:24
Rainer Maria Holtzmann

A las preguntas de Rainer sobre el ciervo, Tak dio unas respuestas que hicieron de aquel misterio algo más horroroso y brutal, pero también más intrigante y sobrenatural.

En cierto sentido, a Rainer no le extrañó del todo. Ese bosque era un misterio sobrenatural y lo que allí encontrarían debía desafiar lo natural.

Esto no es simplemente un bosque, estimado Tak —le dijo—. Pero quizá ya te hayas dado cuenta. Y tampoco creo que los cuchillos, las hachas y ese tipo de armas sean de mucha ayuda para desentrañar sus misterios. Quizá lo llamas peligro porque parece sobrenatural, porque es brutal, incluso horroroso, pero son sólo pruebas. Todo terminará encajando.

Después de decir esto, Rainer avivó la marcha con rostro confiado. Parecía ser inmune al horror.

Mientras caminaban, Prudence no se le despegaba y Rainer notó que la muchacha caminaba mirando hacia uno y otro lado, temerosa. Prefirió no decirle nada en ese momento y simplemente dejar que se agarrara a su brazo durante la marcha.

Finalmente, llegaron a la cabaña. Rainer sonrió y le dijo a la muchacha, contento:

¿Ves? Te dije que faltaba poco.

La cabaña no parecía ser más que una carcasa vacía. Casi vacía salvo por algunos muebles, pero útil para pasar la noche. Rainer miró a la pobre muchacha y a Von Haus, quien parecía rendido, y les dijo:

Estoy seguro de que nos vendría muy bien algo de comida, ¿verdad?

Se sacó la mochila de la espalda, la abrió y sacó unos embutidos, unas tostaditas y unos higos secos, que depositó sobre la mesa que allí había, después de haberle quitado con más o menos suerte el polvo acumulado. Hizo lo mismo con las sillas e hizo un gesto a sus compañeros para que se sentaran allí alrededor de la mesa.

Sin embargo, vio que Tak estaba «explorando» la cabaña, con intención de subir a la buhardilla. Le dejó hacer mientras seguía acomodando la mesa, las sillas y la cena. El oriental y Williams parecían a primera vista los más aptos para la supervivencia, uno por su estado de alerta mental y otro por su físico, pero Rainer sabía que necesitarían otro tipo de fuerzas para continuar su camino. Incluso Von Haus con su cojera y Prudence con su miedo eran piezas que terminarían encajando en ese misterio.

Ayudó a Prudence a tomar asiento y, mientras lo hacía, le dijo en tono maternal:

Muy bien, jovencita, hora de reponer fuerzas. Vamos, come. ¿Quizá quieres otra cosa? Tengo también unas barritas de cereales y chocolatinas.

Él mismo se sentó y empezó a comer despacio algún embutido con una tostada. Quería preguntarle a Prudence qué había «visto» o «sentido» en el bosque, pero primero quería que se calmara y repusiera sus energías.

Notas de juego

Rainer se pone en plan madre del grupo XD En función de lo que vayan haciendo o diciendo los demás, quizá conteste antes de que lo vuelva a hacer el máster.

Quizá Prudence no quiere sentarse y hace otra cosa, como ir con Tak. No quiero condicionar las acciones de otros pj. Obviamente, puedes mandar a la mierda a Rainer, Prue, o decirle que no gracias o lo que sea. Huelga decirlo.

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03/08/2021, 00:32
Director

Prue no se sentía del todo incómoda en el bosque. Resultaba extraño ya que ella nunca había sido aficionada al montañismo o al senderismo. Era una chica urbanita. El bosque debía parecerle amenazador, peligroso. Terreno desconocido para una señorita como ella. Y una parte de su mente, la lógica, le decía que así era. Su corazón rehusaba temer, como quien vive en un viejo caserón encantado sabiendo que los fantasmas que en él moran son los de su familia y que por ello no podrían dañarla. Una parte de ella se sentía a salvo. Confortada. No era la parte que pensaba.

Extraño.

También percibió otra cosa, una idea cruzando por su cabeza. Una intromisión que parecía venir de fuera, una invasión de su intimidad mental. Las paredes de la cabaña no les podían separar el bosque.

Notas de juego

Se me había olvidado ponerte esta parte siguiendo al último turno. ;-)

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03/08/2021, 07:28
Albert Von Haus

Les había dado respuestas a sus dudas de como podía rasgarse la piel y la carne de una manera similar a la que el ciervo mostraba, pero ignoraron por completo mis palabras. Sentí que solo le hablaba al bosque y eso me cabreó bastante. Porque si ya de por si el cansancio, la humedad y ese dolor que me estaba matando no eran bastantes, ahora parecía que no existía.

Prue se levantó y casi cae al suelo. Me maldije mil y una veces por ser tan viejo, por mi pesada mochila y por mi cojera, a parte de la distancia que nos separaba, para evitar su caída, pero no pude hacer nada salvo el amago de ir en su ayuda. Al menos se levantó sola y por como corría no parecía herida. Pero lo que me sorprendió fue que acabase corriendo hacia mí y se fuese a agarrar a mi brazo. Eso me descolocó. No le había dado confianza a la chica para ello y desde hacía años, más bien la gente se alejaba de mí. Así pues su gesto me pilló de sorpresa. Pero no tardó en cambiar de opinión e ir hacia Rainer.

Desde luego era un hombre afortunado.

- ¿Tian mal huelo pagra que cogrras así de yo? - Le pregunté a la joven con cierta seriedad a lo que pretendía ser una broma, pero el dolor y el cansancio no ayudaban con eso. De todas maneras, por mucho cuidado que tuviésemos todos, habían sido cinco días de caminata y el sudor hacía de las suyas en todos, sin excepción. Y volví a mirar el mapa y la brújula. Efectivamente, debíamos cruzar por donde no me apetecía ir.

Atrás quedó el ciervo, la más clara advertencia de que aquello era peligroso, junto aquellas runas que quizás, tras un merecido descanso y alivio de dolor, mi mente me permitiese recordar al menos alguna de ellas. La suerte quiso que la cabaña apareciese entre los árboles y cubierta de vegetación. Las ventanas estaban cubiertas con tablones y no parecía haber nadie en casa. Algo reconfortante, pues la íbamos a ocupar entera.

Una planta baja diáfana con una chimenea para alumbrar y calentar el lugar. Los muebles eran viejos y estaban deteriorados, pero lo mejor aún de todo aquello es que estaban secos. No costaría mucho hacer leña de ellos con el hacha de mano y encender un fuego. Mi linterna, fue alumbrando rincones algo más oscuros, donde se veían las telas de araña y las montañas de suciedad, polvo, tierra, hojas y cascarones de insectos muertos. Hasta vi el cuerpo o más bien ya el pelaje de un ratoncillo que llevaría meses muerto y seco en aquel lugar.

El lugar ideal para pasar una noche romántica.

Dejé mi mochila en el suelo. Nadie sabía más que yo como podía pesar aquello y caminé hacia la chimenea. Lo curioso era que con la puerta exterior abierta, la cual parecía no querer cerrarse y el aire que corría, no sentía corriente alguna con respecto al tiro de la chimenea. Mientras Tak subía a explorar la parte de arriba y Rainer servía la cena, miré el tiro de la chimenea. - Iestagr obstgruido. No piodegr hacegr fuego. - Mi tono de voz sonaba bastante cabreado y la puerta no paraba de golpear contra el marco a acusa del aire. Habría que idear una manera de cerrarla.

Miré a Remo, que parecía despistado aún. Tenía un cuchillo como el mío. - Señogr Gremo, ¿pogr quë no hace una... - Miré a Rainer, no conocía la palabra en inglés. - Krippe1. Un pieza de madeigra piagra ponegr debajo de la puegrta, a vegr si así no golpea y ciegrra. - Le sugerí. Yo tenía más cosas que hacer en ese momento. Si no lo hacía él, acabaría haciéndolo yo, pero me urgían otras cosas.

La intimidad iba a ser nula y sentía como el aire entraba por las paredes, por las ventanas. Estábamos bajo techo pero no sabía si no sería más seguro dormir en una tienda fuera. Pero estaba demasiado cansado y no me daría tiempo a montarla antes de que oscureciese del todo. Mientras Rainer terminaba de montar la mesa, yo me agencié un rincón y puse el saco de dormir sobre la esterilla para que este no se humedeciese y me aislase más del frío.

Cojeando, salí un par de minutos al exterior. - Voy a vëgrmela un grato. ¿Ja? Niecesita que le de el aigre. - Era evidente que necesitaba la intimidad de un baño y no tardé demasiado en volver, para ir directo a mi saco y recostarme sobre él. Rebusqué en la mochila y saqué una botella de Killepistch2, un fuerte licor alemán.

- Yo no tiengo hambgre. Siolo mucha dologr y estagr cansada. - Y abrí la botella y la olí. La mezcla de tantas hierbas, bayas y frutos le daban un olor especial, pero el golpe de olor a alcohol se notaba más. Rellené el tapón de la botella y lo bebí cual chupito. - Siupongo que siabgra lo que es, señogr Holtzmann. ¿Quiegre un poca? Iesto no lo puede biebegr cualquiegra. - Dije avisando a todos antes de darles un simple chupito a quien lo pidiese y guardar la botella después.

Luego me acomodé sobre el saco e hice presión sobre mi muslo. La rodilla me estaba matando por sobrecargarla, pero el verdadero problema era el maldito muslo. Si no hubiese perdido parte del músculo, gran parte del mismo, ahora no usaría bastón y me lamenté de haberme dejado la rodillera en casa. Claro que nunca caminaba tanto como para acordarme de que la tenía. Así que me puse de pie y busqué el botiquín en la mochila, saqué una venda y esparadrapo. Si sujetaba la rodilla bien, esta aguantaría mejor la marcha y me dolería menos. - Pgrue, quizäs no debegrïas migragr esto. Es lo mäs hogrrible de yo y luego no quiegrräs acegrcarte pogr mi ologr y esto. - La verdad es que era mi personalidad lo más espantoso que tenía, pero debía mantenerla bajo control.

Y así fue como me bajé los pantalones, con aquella nula intimidad y dejé ver mi muslo destrozado, para volver a acomodarme sobre el saco de dormir y estirar la pierna, tratando de ponerme la venda de tal manera que estuviese ajustada y cómoda en la rodilla. Se trataba de mantener algo de presión, no de hacerme un torniquete.

La verdad que era algo que se me hacía complicado. Quizás debí sentarme en una silla y mantener la pierna apoyada en algo en alto, pues cada vez que pasaba la venda por debajo de la rodilla me costaba. Tiraba el músculo de la pierna y aquello dolía. Pero no quería tomarme aún la vicodina, porque mi idea era tomarme dos pastillas y caer K.O. toda la noche. Era eso o no dormir nada por el maldito y angunstiante dolor.

Y como no, nada de pedir ayuda. Los minusválidos y los tullidos éramos demasiado orgullosos como para hacerlo. Teníamos que demostrar que podíamos hacer las cosas igual que los demás, aunque nos costase el doble y nos doliese el triple. Y a veces no era tan malo pedir ayuda o aceptarla.

Notas de juego

1 Cuña.

2 Killepitsch (licor alemán): Si eres una persona que no esta acostumbrada a las bebidas fuertes, entonces ni se te ocurra probar el Killepitsch, pues hablamos de un “tipo de licor”, que se elabora con más de 80 frutos, bayas y hierbas.Esta combinación de elementos le han dado el poder de tener cerca de 42 grados de alcohol y por ello es necesario tener cuidado con su consumo. 

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03/08/2021, 21:30
Remo Williams

A Remo aquel paseo no le había parecido de reyes. Le tendrían que cambiar el nombre a paseo de las alucinaciones, o de lo macabro, o algo así. Finalmente exclamó un grito de satisfacción, haciendo palmas un par de veces cuando llegaron a la cabaña.

- ¡Pues si que estaba aquí! -compartió su alegría con el alemán y la chica, abrazando a ambos, a uno con cada brazo. El viejo Remo confiaba en ustedes desde el principio -mintió. Bueno, vamos a ver si hay alguien en casa.

Atrás habían quedado las inundaciones y los ciervos descuartizados. Aquella cabaña silenciosa, abandonada y llena de agujeros se le antojaba un hotel cinco estrellas. Adentro naturalmente no había nadie, pero estaba seca, al menos algunas partes, y los resguardaría lo suficiente de la lluvia y el frío. ¿Qué más podían pedir? ¿Desayuno continental a la mañana? Bueno, alguno podría ir a buscar ciervo y hacerse un rico desayuno.

- Bufff -dijo con alegría y espanto al mismo tiempo cuando encontró y abrió respectivamente la cera para botas. Pues yo la voy a usar igual -concluyó con una sonrisa luego de unos momentos de pensarlo. Oye! -dijo a nadie en particular-, pero aquí piensan en todo -mostró las revistas de chicas, aunque no directamente cuando hizo contacto visual con Prue. Las guardó, pero se las dejó a mano.

Tak se iba a inspeccionar el piso superior, el rubio que hablaba a las plantas decidió llenar el estómago y el alemán cojo salía a devolver a la naturaleza sus líquidos (esperaba) corporales. 

Cuando Von Haus volvió y exhibió su pierna no pudo hacer uso de diplomacia ni sutileza alguna haciendo una mueca de desagrado e interponiendo su mano entre sus ojos y el espectáculo. 

- Uy, hombre, no tienes nada que envidiarle al ciervo -comentó, exento de tacto alguno. Luego, como para compensar, ya que se había dado cuenta de que sus modales no eran los de un príncipe saudí, aceptó sus indicaciones y se puso a buscar algo para trabar la puerta.

Mientras dejó que Tak verificara que estuvieran solos, sacó su linterna y antes de trabar la puerta le dedicó unos momentos a escudriñar el bosque, sin linterna salvo que notar algún movimiento. Luego volvería y antes de dormir se dedicaría a colocar todos sus cigarrillos en algún lugar seco para ver si podía recuperarlos, a limpiar y lustrar sus botas, a comer y antes de dormir hojearía algunas de aquellas revistas. Era de dormir tarde, así que si alguien se quedaba despierto vería si tenía ganas de charlar un rato.

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05/08/2021, 18:57
Prudence "Prue" Hawkins

Prudence entendía el desconcierto de Albert, por haberse abrazado a él y luego haberse alejado. Aferrada a Rainer de nuevo, se giró para mirar a Albert, con esa carita de inocente que le salía sola, o que bien sabía añadirla. Podría haberle respondido, haberle dicho que no era su olor, si no su pierna, sin embargo... no lo hizo, porque todos allí olían a embutido de testosterona. Menos ella, que olía a adolescente en efervescencia. Recogió la mirada y dejó de mirarle para mirar al frente, dándole algo de vergüenza sostenerle la mirada al cojo. Aún estaba algo aturdida, no respondió a pesar de que la interacción social no era un problema para ella. Prefirió no hacerle sentir mal.

Cuando por fin llegaron a la cabaña, Prue suspiró de puro alivio. '¿Ves? Te dije que faltaba poco.' Fue lo que le dijo Rainer y ella sonrió asintiendo con la cabeza, con los ojos puestos en la fachada y aferrada al brazo del hombre. Algo le decía que no iban a llegar, que ese lugar marcado en su mapa no existía, y que el destino les había hecho una broma macabra tanto con el viaje, como con la señal de advertencia que el bosque les regaló. Pero no, no era un sueño, allí estaba, una cabaña que olía a macho añejo, como bien podía ser un grupo de cazadores de la época de su abuela.

En el bosque algo la había removido, aparte de la escena bizarra que todos presenciaron. Sus ánimos cambiaron, tornaron de otra manea. Antes era feliz con la sencilla idea de cruzar el bosque y lograr llegar al destino. Con actitud inocente, además de algo inconsciente. En ese momento también se sintió feliz, pero de una manera que no sabía explicar. Como si el bosque le hubiera dado la bienvenida y le hubiera mostrado de que estaba hecho.

Dejó su equipaje a un lado mientras miraba cada recoveco del refugio, con toda la decoración. Se tomó la libertad de quitarse el chubasquero, al menos podría secarse incluso, aunque fuera un poco. Miró a Tak caminar hacia las escaleras, luego a Remo desaparecer como si hubiera sido un guía que tenía que dejarles allí. 

La voz de Rainer llamó su atención, y alisó su ropa además de peinarse el cabello encrespado con los dedos de una manera digna. Observó lo que hacía y arqueó las cejas con media sonrisa. Tomó asiento en el que Holtzmann había preparado para ella, y le miró mientras se recogía el pelo tras las orejas con ambas manos. Le sonrió divertida. Enseñó sus dientes casi que por primera vez.

- Te pareces a mi abuela, Rainer. - Y eso era un halago aunque podía no parecerlo. Estaba cansada, se dormiría ahí mismo, sentada, pero también estaba mojada, y hambrienta. Había que empezar por comer. Observó el pequeño set de degustación que el hombre preparó. Con él sentado a su lado, ella cogió una de las tostaditas. - Uhmmm. - Dijo con la boca, ya llena. - Yo también tengo chocolatinas. - Y también comida enlatada, quizá la podía compartir al día siguiente con ellos. Estiró el brazo y sacó su arsenal de chocolatinas, tirándola en la mesa digna de una colecta de Halloween.

Albert salió también, y se le quedó mirando a Rainer mientras su mandíbula no dejaba de moverse. Le hubiera sacado conversación, sin más, si al poco no hubiera regresado Von Haus. Entonces se giró para mirarle al oírle hablar. Su llamativo acento a veces, le impedía entenderle, por eso lo solía mirar a ceño fruncido. El tema del alcohol hizo que masticase con más rapidez, a ella eso ahora no le interesaba, le parecía un tema mas de 'machos viejos' como lo eran ellos, bajo su aniñado punto de vista.

Lo siguiente fue una advertencia, que no hizo mas que llamar la atención y el interés de la joven. Levantó las cejas. - ¿El que? - Entonces, vio su pierna, y los ojos de Prue se agrandaron como platos, a la vez que abría la mandíbula llena de tostaditas masticadas y la movía con lentitud. - Ala... - Pronunció a la vez que lentamente, iba volviendo a fruncir el ceño. Arrugó la nariz y miró a Rainer así, preguntándole con la mirada si eso era normal. Pero como era una curiosa de cuidado, volvió a girarse hacia Albert a mirarle la pierna.

- Ahora entiendo por qué caminas tan mal, con razón. - Dijo mientras lentamente, recuperaba la normalidad.

Por un momento, miró hacia la puerta de la cabaña, todo sin dejar de comer, como si fuera a ocurrir algo que le impidiese deja de ingerir. Sentía que el bosque le hablaba en un idioma tan particular que solo ella era capaz de entender, ni siquiera Rainer podía interpretar lo que ella si con respecto al lugar. Tragó ante una sensación que bien podía interpretar como inseguridad y exposición a lo desconocido.

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06/08/2021, 01:26
Director

Cinco minutos en la cabaña y ya había alcohol de por medio y un desnudo parcial. El hombre buscaba al hombre, incluso cuando viajaba en soledad. El bosque era el terreno de las bestias y la naturaleza. Tierra que pertenecía a todos por igual. Tierra en la que eran extraños. Desde que el hombre decidió bajar de los árboles para medrar por el mundo perdió su lugar en el mundo. Motivo por el cual crearon uno.

Primero con adobe, paja y piedra. Luego vino el acero, el cristal y el plástico. Los automóviles, la teletienda y los microchips terminaron por coronar al hombre como amo del mundo. Pronto olvidó que no era más que un mono que se tenía en mucha estima. Resultaba agradable recorrer el desierto de Nevada sabiendo que en los próximos cincuenta kilómetros te cruzarías con una gasolinera TEXACO que ofrecía carburante y perritos calientes a buen precio. Era un buen recordatorio de lo lejos que habían llegado a pesar de la hostilidad del mundo hacia ellos.

El asfalto, como el progreso, no podía conquistarse. Era un símbolo, más valioso que el oro y el diamante.

Allí no había asfalto pero la cabaña les recordaba que pertenecían a algo más grande que a ellos mismos. Que formaban parte de un todo. Aún como individuos, estaban conectados con el mundo. Las ropas que vestían, la tecnología que usaban, las cuatro paredes que les rodeaban, la comida en lata, el chocolate. Era el mundo que habían creado.

El techo sobre sus cabezas era un desafío del hombre ante la tormenta. La cabaña en la que ahora moraban era como escupirle al ojo a dios. Creador del mundo, tú que tratas de ahogarnos, de congelarnos, de perdernos en la noche eterna, eh aquí el refugio, eh aquí el desafío. El hombre temía a la oscuridad, y creaba el fuego. Y cuando las cuevas se quedaron pequeñas para protegerlos de los elementos, alzaron sus hogares, sus ciudades. Cada ápice del planeta estaba conquistado por una cable eléctrico, una tubería o una antena de radio. El mundo era suyo.

Sacaron comida. Hubo alguna sonrisa. Un trago de alcohol. Una mirada pícara a una de las viejas revistas de chicas. El mundo, girando y girando. Extraños que se confortaban unos a otros, olvidando lo más básico. Uno no festeja en casa ajena. Su mundo, como tantos otros, había sido arrebatado a otros que se habían extinguido o fallecido. O, al menos, eso se creía.

Remo había encontrado una pieza de madera que les sirvió de cuña. Atrancó la puerta, la cual dejó de golpear. El bosque desapareció tras la vieja madera. Ahora ya no les molestaría más.

 

 

Notas de juego

Dado que Tak no está con vosotros, no podrá escuchar lo que decís, así que no le pongáis como destinatario. Como veis, no hay mucho que narrar. La escena es vuestra.

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06/08/2021, 01:41
Director

Si la madera crujió bajo sus pies, nadie lo escuchó. Tak subió las escaleras como un fantasma incapaz de tocar el suelo. La luz que esgrimía con valentía era engullida por la oscuridad. Palpar la empuñadura de su arma le confirió aplomo. Solo cuando llegó al piso de arriba se percató de que se había quedado solo.

La oscuridad era soberana a su alrededor. Usó su linterna para echar un vistazo. Había un montón de escombros amontonados que ocupaban buena parte de la buhardilla, la mayoría madera y muebles viejos, trastos entre los que se incluían una bicicleta oxidada, el cuerno sonoro de un tocadiscos y varios kilos de cortinas. Un terreno impenetrable recubierto por telarañas que mezclaba recuerdos y basura a partes iguales.

Más adelante había una composición más particular. La única, de hecho, pues no parecía haber más en aquella buhardilla sin ventanas. Seis bancos de madera larga se encontraban colocados en fila de a tres. En medio habían dejado un pasillo que terminaba frente a…eso.

Al principio pensó que lo estaba allí colgando era otro ciervo. Cuando lo enfocó con su haz de luz vio su error. La construcción tenía una base de madera, en cruz, similar a un maniquí de una tienda de moda. Era artesanal, fabricado a mano con madera del bosque y una maña burda nacida para ser práctica no estética. Un palo tieso servía de sostén al muñeco que alguien había decidido clavar al soporte. Su piel estaba acartonada, vieja. Seca. Si habían pretendido que fuera humano no les había salido muy bien. Sus brazos y piernas eran apenas colgajos de piel. Su tórax era amplio pero estaba hundido igual que un balón desinflado. Su rostro era una máscara donde una ristra de dientes abiertos sonreía siempre a la eternidad ya que carecía de labios. Las cuencas de sus ojos se hundían hacia lo desconocido. Aún conservaba algo de pelo, finas hebras que le conferían algo de humano al muñeco. Un modelo antiguo, de esos que hacían llorar a los niños aun cuando estaban recién sacados de la caja.

Sobre su cabeza habían colocado dos astas de ciervo, enormes, ramificadas, formando una extraña cruz que se abría hacia el cielo. Alguien había pensado que aquel sería el toque ideal para rematar su retorcida escultura.

Notas de juego

Tira por percepción. Pero tendrás que obtener 20 o menos para ver lo que pocos pueden ver.

Ya sabes que estás solo, así que nada de mencionar a tus compañeros.

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06/08/2021, 02:21
Rainer Maria Holtzmann

Mientras preparaba la mesa para la cena, miró a Remo revisando cada rincón y agenciándose dos o tres cosas para su uso personal, aunque Holtzmann estaba demasiado ocupado limpiando los muebles de comedor como para saber qué era exactamente. Le alegró, sin embargo, ver que Williams estaba de buen humor.

Estaba todavía con la sonrisa en la cara por ver a Remo contento, cuando Prudence tomó asiento en la silla que le había ofrecido y le dijo que se parecía a su abuela. Holtzmann no pudo contener una ligera carcajada.

Vamos, vamos, estoy seguro de que esa es una comparación injusta con tu abuela.

Una vez sentados, y mientras comía un par de tostaditas con embutido, sonrió en silencio al ver a Prudence disfrutar también de una tostadita. Después, vio el arsenal de chocolatinas que la muchacha desplegó sobre la mesa y se puso a mirarlas con atención, revolviendo incluso con la mano algunas de ellas para mirarlas más detenidamente.

Vaya, el ingenio humano para la chocolatina parece ser infinito. ¡Qué surtido maravilloso! —le dijo con una sonrisa, mientras sostenía en su mano una barrita de Twix—. ¿Quieres compartir esta? Dice que tiene dos barritas dentro, una para cada uno —le preguntó levantando las cejas y simulando cierto sigilo cómplice, como si fueran dos niños arramplando con la despensa prohibida de dulces de sus papás.

Escuchó entonces a Von Haus desde su rincón, quien, tras volver del exterior, le mostraba una botella de Killepitsch. Lo miró y le contestó con una amable sonrisa:

Prost, Doktor! Seguro que esta noche dormirá como un niño entre el cansancio y el buen licor.

Después, observó la herida cicatrizada (o eso le pareció a Rainer desde lejos y con la poca luz que había) de su pierna y le hizo gracia la reacción de Prudence y su gesto de asco. La joven le miró como queriendo preguntarle qué le parecía a él esa herida y Rainer se encogió de hombros, divertido, mientras sacaba despacito una barrita de Twix del envoltorio que acababa de abrir y le daba un mordisco.

Entonces, vio que Prudence miraba hacia la puerta, justo antes de que Remo consiguiera trabarla con una cuña, y notó de nuevo en la cara de la joven ese gesto que ya le había visto anteriormente, en el bosque. Tras tragar el trocito de Twix que tenía en la boca, Rainer le ofreció a Prudence la otra barrita y, al mismo tiempo, le dijo, esta vez un poco más serio, pero tratando de hablarle con un tono comprensivo, amable e incluso paternal:

¿Qué ves, Prudence? ¿Qué ves en el bosque? Yo siento que hay algo en el bosque, no sé muy bien qué, pero tú sí pareces ver algo, ¿verdad? Puedes contármelo, no voy a pensar que estás loca ni nada parecido, ¿sabes? Los locos son los que piensan que todo lo que hay en el mundo es tan sólo lo que se puede pesar, medir y tocar. Dime, ¿qué ves tú?

Y, tras hacerle esas preguntas, la miró con una tranquila sonrisa comprensiva.

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06/08/2021, 08:53
Tak Yagami

La buhardilla arroja sobre mí la sensación de ser, en realidad, un trastero donde se amontona todo aquello que una vez fue útil en algún sentido y que ahora carece de propósito. El olor rancio de esta planta denota abandono y soledad. Solamente una mente conectada a las reminiscencias de estos desechos podría permanecer aquí más de un minuto evocando lo que asemeja un pasado turbulento. Sin embargo, hay algo en la habitación que capta mi atención.

El maniquí.

Por llamarlo de algún modo.

Me acuclillo mientras enfoco la patética e impávida silueta que preside el centro de la sala. Tengo una rara afinidad con los artistas que plasman su oscuridad interior en sus obras, como si al hacerlo arrojasen algo de luz divina sobre sus almas corrompidas. No creo tener dudas de que el que hizo esta escultura es, en cierto sentido, un perturbado mental y sonrío ante la casualidad: otra vez, astas de ciervo. Lo curioso de la figura es que me resulta poseedora de una fuerza visual innata.

¿Por qué lo dejaron aquí?

Este bosque es rico en enigmas y yo soy un hombre ávido de respuestas.

Me siento en el suelo cruzando las piernas y estudio con detenimiento la figura, recorriéndola con el haz de luz que dibuja la linterna en mi mano. La observo como ese espectador solitario en el museo que halla de modo repentino una extraña pieza de escultura, ignota hasta entonces para cualquiera que haya pasado por la galería sin la debida atención. Una pieza en apariencia tosca, incluso burda, pero que atesora una singularidad inusual en estos días de culto al individualismo: es una obra anónima. Nacida en el misterio para asolar los corazones con una duda recurrente: ¿Quién soy? 

Lo reconozco: me frustra intuir que hay algo en ella que no puedo ver. Al menos, de momento. Son demasiadas preguntas agolpándose en mi cabeza. ¿Es acaso un tótem? ¿Está conectado con el cadáver del ciervo que vimos hace unas horas en el bosque? No lo sé. No puedo saberlo. 

Miento.

Sí que puedo saberlo.

Apago la luz. Cierro los ojos. Inspiro.

Nue... Soko ni iru? (*)

- Tiradas (1)

Notas de juego

Era una tirada difícil, así que vamos a dar espectáculo aprovechando la situación, que para algo roleo al FREAK! ;-)

(*) Subtitulado: Nue... ¿estás ahí?

Quedo MUY expectante de tu respuesta, amigo Rag.

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06/08/2021, 13:55
Remo Williams

Remo buscaba las respuestas que había ido a buscar a Noruega en aquellas revistas. De vez en cuando se lo veía desplegando una de ellas en vertical para ver si allí había alguna pista importante. No la había.

Esperaría que bajase Tak para preguntarle si había encontrado respuestas o licor allá arriba, ambas serían muy buenas noticias. Mientras tanto sacó un emparedado cubierto en papel metálico, y rompió el silencio con el ruido de la lata de cerveza abriendose. No pudo disculparse de inmediato ya que tuvo que cubrir la única salida con su boca para que no se desperdiciase el preciado néctar. Luego si, ofreció un trago a la concurrencia, con un gesto a cada uno, ofreciendola como en un brindis.

Las botas no habían quedado bien y trataba de no pensar en ello, pero al menos estaban un poco más secas. Hizo algún comentario sobre que por el momento dudaba que fueran a encontrar al tipejo aquel que los había convocado y que lo mejor era ver que hacían en la mañana. También ofreció que si les interesaba montar guardia para ver si venían los asesinos de ciervos por la madrugada que le avisen, pero tampoco fue muy insistente en ello porque tenía sueño luego del viaje. Si alguien lo despertaba, ahí si, montaría guarda, claro.

Luego se acomodaría en su bolsa de dormir en algún lugar seco, bajaría la visera de su gorra y se entregaría a los brazos del dulce sueño, aquel día no tenía mucho más para ofrecer.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Voy haciendo la tirada por las dudas, tal vez no duerma ya si tiene que reaccionar a algo antes o contestar, pero la voy dejando hecha.

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07/08/2021, 01:16
Director

Apagó el ojo luminoso de la linterna. El mundo se escurrió por el sumidero; los aromas y las sensaciones, el frío y el sofoco, su corazón palpitante, el miedo y los recuerdos. Se desvaneció. Las sombras acudieron, hambrientas. Luego el silencio. Era tan denso que podía masticarle y sacarle el jugo. Agrio; una fruta podrida que supuraba un jugo hediondo. Una parte de él ya no se encontraba en la cabaña. Estaba en otro lugar. El mundo se había detenido. Ya no estaba solo.

Escuchó los pasos. Un andar pausado y tranquilo. Los muertos no tenían prisa. Ya no tenían destino que cumplir u objetivos que alcanzar. Aquellos que los esperaban no podían reunirse con ellos. El sonido de pies descalzos llegó a los oídos de Tak. Su andar era pausado, tranquilo, de centinela.

La total oscuridad que le envolvía impidió ver el rostro de su informador. Tak supo que la invocación había finalizado cuando al respirar notó vaho escapando de su boca abierta. Siempre hacía frío. Pero no era un frío natural, que uno podía evitar acercándose a una hoguera o utilizando un abrigo más grueso. El frío que sentía ahora le helaba el alma.

Esperó a que terminase de andar. El fantasma siempre se colocaba enfrente de él aunque aún había podido verle el rostro. Siempre era sincero. Parecía estar de su lado. Si bien a veces las preguntas que el fantasma pedía a cambio de su preciada información resultaba demasiado retorcida o irrelevante, inconexas ante los criterios del detective. Aún no sabía si Nue quería algo más de él o si solo era un mero pasamiento para él.

El fantasma habló primero. Lo hacía directamente en su mente, esputando unas palabras sin voz ni eco. Lo primero, quería su respuesta. Tal alzó la voz. Tenía la garganta seca. La última vez que vio a Nue éste le había preguntado por los apellidos de su familia. Tak respondió, siempre con sinceridad ya que no correspondía mentir a un fantasma. A veces las preguntas que el fantasma devolvía trataban sobre él, sobre su infancia o trabajo, otras veces sobre alguien de su entorno que despertaba su curiosidad o sobre uno de los casos en los que estaba trabajando.

Nunca lograba saber si las respuestas que le daba eran del agrado de su interlocutor.

El silencio se prolongó el tiempo de seguridad necesario. Podía hacer su pregunta.*

 

 

Notas de juego

*Una sola pregunta que será respondida con total sinceridad por parte de un fantasma. El fantasma te responderá y luego hará la suya, entonces desaparecerá y se romperá la conexión hasta la próxima vez.

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07/08/2021, 09:13
Tak Yagami

A ojos de un espectador invisible, uno diría que estoy acostumbrado a dialogar con mi espectro particular, si es que esto puede llamarse diálogo, claro. Lo cierto es que no somos muy afines a compartir anécdotas tomándonos un café. Estamos, por así decirlo, conociéndonos. En esa fase de toda relación en la que el uno aprende del otro, y viceversa.

La primera vez que vi a Nue coincidió con mi primer -y último- gran caso como abogado, hace unos años. No era la primera vez que sufría un conato de P.E.S. Percepción Extrasensorial. Vengo manifestando ciertas aptitudes poco usuales en lo tocante a los umbrales perceptivos desde el fallecimiento de mi madre. Nue no es técnicamente el primer fantasma que veo, pero sí es el primero con el que entablo una relación. Podría decirse que es el primero al que escucho con claridad.

Nue ha sido en buena medida parte inextricable de mi éxito profesional como detective. No subestimo mis capacidades, pero sé que no soy un superhéroe ni Phillip Marlowe. Soy tenaz, testarudo y paciente, algo que siempre da sus frutos en mi trabajo; pero con el inesperado don que estoy desarrollando, cuento con una inestimable ayuda que he aprendido a apreciar. Y a respetar.

Sé que está sentado frente a mí. Parece divertirle mirarme sin ser observado. Lo sé, tengo mi propio voyeur. Ya no estoy cómodo cuando estoy a solas con una mujer. Daños colaterales, supongo.

Tengo que concentrarme en la quietud del silencio para escuchar sus pisadas en la oscuridad.

Camina descalzo. Siempre lo hace.

Trato de intuir si son pisadas masculinas o femeninas por su cadencia, pero sé que es inútil. Nunca me doy una respuesta terminante.

Quizás algún día le pregunte directamente.

Hoy no. Hoy... Tengo otra pregunta.

—<Nue, ¿Qué esconde esta habitación que soy incapaz de percibir?> —pregunto al tiempo que de mi garganta emana una vaharada de vapor.

Los muertos no hablan en verano.

Notas de juego

Qué gran éxito fue el poder Conexión con el Más Allá.

Le he dado al coco para redactar esta entrada y he tenido que filtrar entre dos grandes interrogantes. Al final me he decantado por el pragmatismo para darte el gustazo -o no- de desvelar tus sucios secretitos ;-)

Pendiente quedo de tu respuesta ^^

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08/08/2021, 01:39
Director

Encerrado en casa. Recorriendo el largo pasillo, dando tumbos de una habitación a otra donde las ventanas estaban cerradas, impidiéndole contemplar el mundo exterior. La puerta de la calla no tenía cerradura. No podía salir. No había llamadas, comida en la nevera o concursos en la televisión. No había libros por leer o vecinos con los que charlas. Los días pasaban de la mano sin dejarse ver. Sus pasos eran mudos, como su voz. No existía el sonido. Si abría la boca, la oscuridad la tragaba.

Recuerdos. Un don preciado. Un don doloroso. Recordar lo que ya no era, recordar lo que fue. Aquellos que lo perdieron, aquellos a los que perdió. Las lágrimas, el dolor, la pena. Y las alegrías, ahora amargas tras el cristal de la nostalgia. Una vez estuvo vivo. Y aún muerto, podía contemplar el mundo. Hasta que desapareció. Y todo fue tinieblas.

Un día llegó el investigador. La puerta se abrió y dio paso a su figura. Hizo una pregunta. Nue conocía la respuesta, pero no podía permitir quedarse solo. Quería que aquel hombre volviera. Y así empezó todo.

 

Nue nunca hablaba con su voz. Lo hacía directamente a su mente, o al alma, de Tak. Su voz no tenía cadencia o tono. Era un disparo a quemarropa que le hacía sentir incómodo, como si un doctor estuviera hurgando dentro de su cráneo con un bisturí mientras comentaba el trágico.

 

Has errado,

lo que ves no es trapo ni hilo,

es carne y piel,

respira como tú,

piensa como tú,

mira como tú.

 

Añeja se pudre la prisión terrenal,

pero ellos la conservan para preservar,

la joya inmortal,

ellos matan como tú,

ellos rezan como tú,

ellos temen como tú.

 

No lo mires a los ojos,

no escuches su gran promesa,

detrás de la verdad se esconde lo que ves,

él caza,

él devora,

él no es olvido.

 

Ha empezado...

miedo,

está oscuro y frío,

para mí.

Quédate a mi lado.

 

Aunque la oscuridad impedía ver a Nue, Tak intuyó que le estaba tendiendo la mano. Un ofrecimiento que aún no estaba preparado para aceptar.

Vuelve.

Nadie más lo hace.

Notaba que se marchaba. El calor volvía, el silencio atronador se disipaba, su corazón volvía a palpitar. El mundo de los vivos le reclamaba. La próxima vez que desease ver a Nue tendría que traer una respuesta a su última pregunta.

¿Es virgen? (Prue)

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08/08/2021, 09:14
Tak Yagami

Nue tiene predilección por una macabra y retorcida lírica a la hora de dar respuesta a mis preguntas. Siempre que me paro a pensarlo tengo que reconocerle su habilidad. Quizás algún día, cuando intercambiemos algo más que enigmas entre nosotros, averigüe el origen de su talento. O puede que el misterio se vuelva aún más insondable y atrayente. Riesgos que uno debe correr, supongo. Pero ahora, en este preciso momento, no tengo tiempo de pararme a valorar su conocimiento de la métrica y su sentido del ritmo a la hora de declamar. Sus palabras siempre son crípticas, pero estoy aprendiendo a entenderle y hay varias cosas que azuzan en mí una inquietud primigenia.

¿Que está vivo?

Mi primera reacción es involuntaria y se torna en una aceleración de mi pulso y respiración. La segunda reacción es muy voluntaria, casi histérica. Enciendo la linterna y compruebo que el maniquí, o lo que demonios sea esa cosa, sigue en su sitio sin entablar contacto directo con sus... ojos.

Nunca he sufrido un infarto, pero según pasan los años no me parece una mala forma de morir siempre que sea fulminante, teniendo en cuenta la cantidad de muertes horribles que puede sufrir un ser humano. A juzgar por el tamborileo desbocado y regular que noto en mis sienes, creo que hoy no voy a comprobar cuánto duele una explosión visceral, pero me vendría muy bien un cigarrillo... Me maldigo a mí mismo por dejar de fumar.

Nue no miente. No lo ha hecho hasta ahora. La precisión no es su fuerte, puedo estar de acuerdo con eso; pero siempre desbroza el camino. Es por esto que me tomo sus palabras como el resonar de una alarma en mi interior. Me pongo en pie sin reparar en que es la primera vez que Nue me dice que me quede con él. Incluso diría que... ¿Me ha tendido la mano?

Acompaso mi respiración. Me llevará un minuto, me digo a mí mismo. Creo que necesito tres. O cinco. Me quito la capucha del chubasquero. Pelazo al viento. Ni había reparado en que me la había dejado y esto me ayuda a sentir menos opresión en el pecho, a liberar los pulmones. Respiro y me doy un tiempo para pensar en las palabras de Nue.

Añeja se pudre la prisión terrenal,

pero ellos la conservan para preservar,

la joya inmortal,

ellos matan como tú,

ellos rezan como tú,

ellos temen como tú.

La joya inmortal.

¿Qué quiere decir?

Desenfundo mi Poción de Valor del calibre 9 milímetros y contemplo mis opciones. Son pocas y ninguna me gusta.

En primer lugar, supongamos que esta cosa está viva. ¿Por qué no? He visto cosas peores. Creo.

¿Qué es realmente? ¿Le dirijo la palabra? Me sentiré estúpido, pero no tengo espectadores que puedan mofarse de mí. Si ocurre alguna fatalidad como, por ejemplo, que me conteste, quedará en una broma privada. Espero que no mortal.

En segundo lugar, esta habitación, este maniquí, me da muy mala espina. Quiero decir, ya tenía una intuición al respecto cuando me topé con él, pero ahora, tras hablar con Nue, creo que es una muy mala idea dormir aquí. Y no me refiero a la buhardilla. Otros me llamarán supersticioso, pero otros no hablan con los muertos. Otros no saben lo que yo sé.

¿Debo decírselo a los demás?

En tercer lugar, Nue ha utilizado el plural.

Ellos.

Es entonces cuando me río para mis adentros y una sonrisa aflora en mi rostro.

Si quiero más respuestas -y las qui... las necesito-, voy a tener que averiguar un secreto para mi amigo imaginario.

Puto pervertido... Podría haberme preguntado por la virginidad de Von Haus. A juzgar por el estado de su pierna casi se la corta una de sus ex. Habría sido considerablemente más sencillo.

Suspiro.

Allá voy. Ensayo y error, Tak. Ensayo y error.

¿Puedes oírme? —inquiero con voz calmada al maniquí mientras me guardo el arma muy despacio. Me siento idiota, pero disimulo. Nunca he escuchado a Nue reírse, pero si esta es una muestra de su sentido del humor, debe estar mondándose en el limbo. —Hace... Eh... Hace frío fuera. Está lloviendo mucho y... Bueno, hemos dado con este refugio. —hago una pausa para pensar qué más se le puede decir a un objeto inanimado que pueda resultarle de interés. —Supongo que quizás no puedas hablar conmigo... Es más que probable, de hecho... Pero, si quieres que nos marchemos... En fin, solo hazme una señal.

Solo espero que sea indolora.

Aguardo un instante de cortesía antes de bajar las escaleras hasta donde están, seguro que ajenos a este perturbador misterio, el resto de excursionistas perdidos. El tiempo me ha hecho respetar lo sobrenatural. Contra todo pronóstico.

Notas de juego

Un poco de humor a la japonesa. O todo lo contrario (?)

Salvo que Tak detecte algo raro más en esta estancia tiene mucho sobre lo que pensar/averiguar, así que bajará con el resto y ya veremos qué cuenta y qué se reserva para sí. Va a dormir poquito, ya te lo digo xDDDD