EROS

El actuar de Cronos te había dejado confundida y al sentirte nuevamente normal, notaste que tu naturaleza había cambiado. Tu propósito inicial había cambiado, ahora sentías la urgencia de crear amor en todo el caos en que se veían envueltos, sentías que debías traer luz a esa masa de dioses confundidos. Casi todos tenían hijos pero ninguno de ellos había amado realmente, entre ellos tú misma. Todos los amoríos de tu esposo eran dolorosos para ti. Era el momento de mostrar tu influjo como Diosa del Amor.

Miré a Zeus, con el corazón lleno de amor. Tantas veces había sido engañada y tantas veces había perseguido a sus amantes y sus bastardos hijos que en ocasiones había pensado que mi amor no era más que encaprichamiento. Pero no había duda de que lo amaba y quería tenerlo atado a mi. Tal vez llegaría el día no muy lejano en el que sus ojos no se apartaran nunca de mi.

El caos se apoderaba de todo el lugar pero en medio del pánico y la desesperanza, una luz brilló con gran intensidad. Zeus miró a su esposa y, por un momento, descubrió la pasión incesante reunida en ella, aquella que siempre había estado a su lado pero que siempre había estado en último lugar era ahora lo único que el Rey del Olimpo podía contemplar con sus ojos.

Esto los guió a los Campos Elíseos, lugar del cual solo habían escuchado hablar a su hermano Hades pero que en ese momento sería su lugar secreto donde podrían comunicarse lejos de ojos curiosos que podrían hacerles daño. La pasión que latía en el corazón de ambos hacía que Hera olvidara sus celos y su resentimiento y ahora no tuviera más que espacio para amar, amar al hombre que la había tomado casi a la fuerza pero que aprendió a amar a pesar de la traición.

Sus corazones laterían como uno y sus vidas serían una a partir de ese momento. Por esto, podrían protegerse pero hasta la más luminosa de las velas puede llegar a consumirse.

Sentado en su trono, y meditando acerca de la situación mientras paseaba su mirada por las deidades presentes, llegó a posar su vista en Hera, su eterna compañera, a pesar de las tantas infidelidades cometidas. Pero en aquella ocasión, al verla, encontró todo lo que le era invisible de su ser hasta aquel momento. Su pecho latió con fuerza, siendo dominado por instantes por una pasión que no había sentido por ninguna otra hasta ese momento. Aquella pasión que vino con una luz que transportó sus mentes y esencias a aquel lugar paradisíaco del Inframundo, sus nuevos dominios. 

Sentía su corazón latir al mismo ritmo que el de ella, y sus vidas entrelazadas no como el mero concepto, sino de forma literal. 

- Oh, Hera... mi amada Hera... - Se acercó a ella, y siguiendo su primer instinto, la tomó de la cintura y la acerco hacía su cuerpo, siendo incapaz de despegar la mirada de sus ojos.- Somos Uno, Hera.

Como invocado, los ojos de Zeus se desplazaron hacia mi y se cruzaron con los míos. Sentí en ellos algo que hacía tiempo que no sentía, como si sólo estuviéramos los dos en aquel momento. Las infidelidades y los celos, to estaba perdonado, no tenían cabida, no cuando me miraba de aquella manera y mi corazón se exaltaba con su sola presencia.

Apenas fui consciente de la luz y del cambio de escenario, tan sólo me daba cuenta de que mi corazón latía al mismo ritmo que el suyo, que mi vida quedaba unida a la suya como una, que podría amarlo incluso en los momentos más oscuros. El lo era todo.

- Zeus, oh mi querido Zeus - mis pequeñas manos se posaron en el ancho pecho de Zeus, mientras sus manos me tomaban de la cintura - somos uno, por y para siempre.

Acerco su rostro al de ella para depositar un beso en sus labios, junto con dejar una suave caricia en su mejilla al separar sus rostros. Luego, tras unos segundos de silencio contemplando la mirada de su eterna compañera, decidió exponerse ante ella.

- Somos uno, y por tanto, no puedo ocultarte mis secretos. Mi dominio alguna vez fue el rayo, pero ahora siento en mi el poder de controlar el destino de las almas de los mortales. Me ha tocado ocupar el papel que alguna vez fue de nuestro hermano Hades.- Tras revelar esta información, tomó las manos de Hera, sin despegar la mirada de sus ojos.- Creo que puedo usar mis poderes para traer de vuelta a la vida a los caídos... y sus vidas me pertenecerán, a cambio de mi favor. 

Recibí el beso con los ojos cerrados cual bendición y después abrí los ojos para sonreír a mi amado esposo. Posé mi mano sobre la suya ansiando sentir su calor y sostuve su mirada con un brillo de amor en ellos.

Zeus se abrió a mi y me contó sus nuevos poderes. Asombrada, presté atención a lo que me decía. Sería muy útil si teníamos que enfrentarnos a otros. Entonces, agaché el rostro un poco tímida, y lo volví a alzar para confesar yo también.

- Yo también poseo unos poderes diferentes, no siento las oraciones de las mortales ni mi poder, pero a cambio mi corazón a cambiado. El poder que una vez fue de Eros corre ahora por mis venas. Ahora siento más amor, siento que tengo que ayudar a resolver las cosas de manera más pacífica, a pesar de todo lo que pase. Temo que soy la causante de que nuestros corazón laten al mismo tiempo, pero creo que no me importa - sonreí a modo de disculpa aunque mis ojos no parecían lamentarlo para nada - te seguiré en todo lo que decidas. 

El vacío temporal hacía que sus tiempos se detuvieran y todo fuera más despacio pero tenían la seguridad de que nada pasaría porque se protegerían el uno al otro durante la muerte. Sin embargo, algo perturbó su paz.

En medio de la atemporalidad, Hera sintió ruidos que se acercaron a su cuerpo y sintió cómo atravesaban su pecho con una filosa mano. Zeus sintió aquello como si se tratara de su propio ser y entró en un frenesí que ni el mismo conocía, haciendo que buscara a su esposa y, sin piedad, haló con toda la fuerza que pudo al misterioso atacante.

Lo arrojó lejos y al ver cómo se encontraba Hera, pudo ver que el bronce ya comenzaba a expandirse pero desaparecía a cada segundo. En ese momento, todos los olímpicos volvían a la normalidad.

Tras quitar la mano asesina del pecho de su esposa, la abrazó con fuerza para hacerle notar que nunca la dejaría sola. Sus brazos la rodearon con más fuerza que antes, si es que era posible, posando una mano en su cintura y otra en la nuca, hundiendo los dedos en sus cabellos.

- Amada mía, no dejaré que nadie te separé de mi... Pero tengo miedo de no ser capaz de protegerte otra vez... Debemos levantar nuestras defensas y buscar ayuda con el resto, si no queremos despertar como lo hizo Gea. ¿Sabes quién pudo ser tu atacante? - 

El ataque me había tomado por sorpresa. Mi pecho aún dolía, mi cuerpo temblaba, mas se calmó cuando Zeus me tomó entre sus brazos, protector. Cobijada contra el pecho de mi esposo, permití que mi corazón se calmara antes de volver a hablar. Había tenido suerte, pero no sabíamos qué podría pasar la próxima vez.

- No pensemos en eso, amado mío, ahora saben que no nos mataran tan fácilmente. Para la próxima vez irán con más cuidado y, tal vez, ese sea el momento en el que podamos atraparlos. No pienso separarme de ti - dije apretándome contra él - no sé quien pudo ser, yo señalé a Morfeo, pero no estoy segura de que fuera él. 

- Amada mía, perdóname.- Dice a la vez que deposita varios besos en sus cabellos.- Temo que mis palabras nos consigan la muerte... Pero no he podido evitarlo. Sospecho demasiado de Poseidón, estoy seguro que él es uno de los Titanes, y que Perséfone es su compañera. Ellos están juntos en la traición, estoy seguro de ello.

Abracé a Zeus con una tranquila expresión en el rostro. Mi cabeza se apoyó en su pecho, negando suavemente.

- No, amado mío, tus palabras eran ciertas. Si sospechan de nosotros y no nos creen, serán ellos los que cometan el error. Pase lo que pase, permaneceremos juntos, ya sea en carne o en bronce. Si hubiera sabido antes de tus sospechas, yo misma los hubiera votado a ellos, pues mis sospechas caen sobre Nyx, quien desde el principio lo único ha echo es buscar excusas e intentar alejar las dudas de ellas con exageradas respuestas.

Tras las palabras de Rea a Zeus, puedes ver que te mira y escuchas su voz en tu cabeza - Tomaste mi lugar al ser tu padre desterrado. Ahora es momento de ser la Reina, hija mía - después de esto, sentiste un manto de oro rodear tus hombros pero parecía ser invisible para Zeus. Solo tú podías verlo y, a pesar de ello, te sentías con más poder.

Tu rol secundario es Reina del Olimpo: Al ser la reina, tu voto tiene más importancia que el de los demás. Por ello, tu voto siempre será doble.

Con la aparición de Rea muchas cosas habían sucedido, cosas que debía revelar a su amada, ya no mantendría secreto alguno con ella, pero en el momento en el que habría sus labios para hablar, se detuvo, y volteó su rostro para observar los alrededores, y una sonrisa se dibujo en su rostro.

- Tengo mucho que contarte, pero ven, caminemos. Por más oscura que parezca la situación en el Olimpo, aún tenemos este lugar de luz, no lo desaprovechemos.- Y antes de empezar, extendió su mano hacía la diosa para empezar la caminata.

- Para empezar, he revivido a Artemisa y la he hecho a mi esclava, disculpa que no te la haya mencionado antes, mas tenía que callar la boca de Poseidón en el otro lado de alguna forma. Él y Perséfone han levantado sus dedos en contra mía, sólo ellos... Siento que eso podría confirmar mis sospechas, pero no puedo estar seguro de ello. De todas formas, no me gustan en lo absoluto.- Frunció el ceño al pensar en aquellos dos y en la traición que habían cometido contra el Olimpo.- Como sea... Estoy a la espera de que Artemisa me revele sus secretos, no me gusta la posición en la que la he puesto, pero si es necesario usarla como un arma con tal de mantenerte con vida, no lo pensaré dos veces.- Su mano se aferró con fuerza a la de Hera al pasar por su mente la idea de la muerte de Hera. Negó con la cabeza, y prosiguió con las noticias.

- Con respecto a tus sospechas sobre Nyx, y tras las muertes de este día, mi mente ha ido a parar a un nuevo lugar, la Isla de las Sirenas. Es un lugar desolador, donde no hay otra cosa que oscuridad y dolor... Gea esta allí, y está siendo consumida por la oscuridad. Me temo que no puedo hacer nada para ayudarla... Nyx también está allí, junto con Apolo y Atenea. Averiguare lo que pueda de ellos, y te lo haré saber.

- La llegada de Rea y su ayuda también nos trae buenas noticias. He recuperado la fuerza de antes... Si alguno se atreviese a levantar su mano contra mi para matarme, sólo le esperara el fracaso. Eso nos quita un peso de encima, dime, ¿qué poder te ha nuestra madre? Si combinamos nuestra información y nuestros poderes, podremos enfrentar mejor el reto que nos espera, amada mía.

Intrigada por las palabras de Zeus, lo acompañé en un tranquilo paseo tomando la mano que me tendía. Yo también tenía que contarle algunas cosas, pero esperé a que él me contara lo suyo. 

- No te preocupes, amor mío, has hecho una buena elección - tener a Artemisa de esclava sonaba muy bien para la Reina del Olimpo - nos será de mucha ayuda saber los secretos de Artemisa. Si era un titan, tal vez pueda saber quienes son los demás - apreté su mano cuando lo hizo él, dándole mi completo apoyo.

Las noticias sobre la madre Gea me preocuparon. No podíamos permitir que continuara así, quien sabía si el resto de nuestros compañeros estarían en igual situación.

- Tenemos que acabar con esto cuanto antes, descubrir quienes son los titanes antes de que nos destruyan a todos. ¿Nyx, Apolo y Atenea? ¿Haciendo qué? ¿No serán ellos los titanes? 

No sentiría lástima si Nyx o Apolo eran castigados, pero lamentaría si Atenea era uno de los titanes. Luego, sonreí a Zeus llena de confianza.

- Lo superaremos juntos, amado mío. Si nos ponemos de acuerdo entre los dos, podremos descubrir a los traidores que se encuentran entre nosotros. Yo he recuperado el lugar que me corresponde, o al menos parte de mi poder legítimo, el de Reina. Mi voto vale más que el de los demás y por tanto, tenemos más posibilidades de condenar quien creamos culpable.

Niega con la cabeza cuando Hera parece creer que Apolo, Nyx y Atenea pueden ser los traidores.- Dudo mucho que sean ellos los traidores. Al menos, no todos. No, parece ser que alguien más nos ha llevado a aquel lugar, y dudo que ese ser tenga buenas intenciones, por lo que debemos de ser cautelosos. Apolo y Nyx estaban ya allí cuando llegué con Atenea, así que puede que alguno de ellos dos sea el responsable de lo que allí sucede.

Observó a su reina cuando esta mencionó su título y su nuevo poder, complacido por sus palabras.- Es cierto, eres, y serás la reina. Nos encargaremos de ello. Estas votaciones pueden ser decisivas, y de momento, mis sospechas se mantienen en Poseidón, a no ser que demuestre con buenas pruebas cuales son sus capacidades, y si están al servicio de nosotros los dioses. Si no es capaz de hacer aquello, entonces mi dedo se levantará contra él, y te recomiendo que hagas lo mismo. Si cae muerto, luego lo traeré a la vida, y le obligaré a decir todo lo que sabe. Con suerte, será el final para los planes de Cronos.

Tras decir todo aquello, volvió a sonreír. Extendió su mano hacía el rostro de Hera para poder acariciar su mejilla, y despacio, extendió el pulgar para acariciar sus labios.

Medité las palabras de Zeus y asentí. 

- Mis sospechas sobre Nyx no han disminuido, pero si crees que Poseidon puede serlo, confiaré en tu palabra. El también se ha comportado de manera extraña, lanzándose sobre ti, igual que Persefone. Me hace creer pensar que quieren quitarte de en medio para poder acabar con los dos, ya que no consiguieron matarme la primera vez. Así pues, te apoyaré y votaré también a Poseidon.

Alzando las manos, posé suavemente mis manos sobre la suya, mucho más grande que la mía, y cerré los ojos refugiando el rostro en él.

- Tengo buenas noticias. He asegurado el voto de Afrodita hacía a Poseidón, y también el de Artemisa. Los poderes de Artemisa forzaran a que este apunte su dedo contra si mismo, y con tus votos, y el mío, serán seis contra él. Si tengo razón, y este plan funciona, estaremos a un sólo paso para derrotar a Cronos.

- Dionisio recargó mis poderes, así que podré traer a la vida a un tercer dios. Tres esclavos a nuestro haber aumentan nuestras posibilidades de ganar esta guerra.

- Bien, esposo mío, son grandes noticias. Con eso nos aseguraremos de si nuestro hermano es culpable o no. Los razonamientos de Dioniso no me convencen, Iris no encaja en toda esta locura, o al menos me lo parece. Aunque no debamos confiarnos de las apariencias, por el momento, quiero seguir nuestros instintos y acusar a Poseidon. Si al final Dioniso tiene razón, siempre estaremos a tiempo de echarles mano o de revivirlos.