Partida Rol por web

Helios escuchó a todos los dioses y estaba expectante a la declaración de Dionisio, tenía que decirlo ya y de esta forma empezar a juzgar a alguien de forma algo más segura. No obstante escuchó también a Nyx y su argumento le pareció bastante lógico, además, de los anteriores días nunca había escuchado a Hefesto aportar mucho a la hora de buscar a un culpable y la verdad es que tenía muchas razones para traicionar a los dioses del Olimpo, ya que nunca gozó de mucho prestigio ente ellos, por lo que dijo:

- Creo que el razonamiento de Nyx tiene mucha lógica, y pese a la defensa del mismo realizada por Hefesto, creo que tiene motivos de sobra para ser un servidor de Cronos, nunca aportó demasiado a la hora de buscar un culpable y solamente se basa en su victimismo para fundamentar su defensa. He de admitir que si yo fuera él también desearía acabar con Ares y con todos aquellos dioses que me despreciaran, mi voto irá para él, no sé si me equivocaré o no, pero hasta que Dionisio no revele a quien descubrió, el más sospechoso creo que sois vos Dios de la Forja.

Muero. Y el viaje eterno me lleva al límpido tártaro.

Renazco. Y la explosión de vida me devuelvel al tumultuoso Olimpo.

Todo transcurre ante mis ojos de manera tumultuosa, pero plácida. Como una cacofonía de sonidos, colores y sensaciones que me embargan y calan hasta lo más profundo.

Al resucitar de mi breve estancia en el tártaro, me encuentro desorientada, confundida. Escucho a mis hermanos y hermanas darme la bienvenida de vuelta. Silenciosa, aún atontada por el viaje entre los mundos les sonrío y saludo de vuelta con una inclinación de cabeza a modo de agradecimiento.

El reconfortante tacto del pelaje de Cerynitis en mis manos me da fuerzas. Fuerzas para volver a tomar la palabra.

- G... gracias - digo aún temblorosa - Y gracias Padre por traerme de vuelta - hago una pausa. - Los secuaces de Cronos me atacaron anoche. Planté batalla, pero sin éxito, y, lo peor de todo, nunca pude verle la cara a mi asaltante. -

Vuelvo a hacer una pausa y niego con la cabeza.

- Por desgracia desconozco de su identidad. -

Entonces, alzo desafiante mi mentón y aso mi arco con determinación - Pero sabed que he vuelto y pienso da caza hasta el último de ellos. - Mis ojos se posan en las figuras silenciosas que aún, como dice Zeus, no han hablado en voz alta.

La situacion me volvia a parecer intrigante y divertida a la vez.¿Como? Creia que nuestras esencias habian cambiado pero en cuanto Rea volvio..la mia tambien.

Miles de pensamientos y sensaciones emanaron de las estatuas de bronce.Unos renacieron al contacto de la diosa...otros en cambio murieron.

Vi a Dionisio volver a la vida.Aquello me lleno de alegria.Sin saber por que sonrei como hacia tiempo que no sonreia.

Me levante del divan en el que me encontraba tendida mientras se llenaba la copa vacia de nuestro padre Zeus y nuestro hermano Dionisio hablo de saber quiene ra un traidor.

-Solo uno?-Pregunto con los ojos abiertos-Bueno..eso es mejor que nada.Sin embargo siento deciros que en mi ser siento que hay mucho mas en todos esto.

-Os recuerdo que la muerte de ciertos dioses , que ahora estan vivos nuevamente, murieron..si a esto se le puede llamar morir, por vuestras manos?¿Acaso somos necios?Alguno fue ejecutado por nuestra mano , creyendole culpable y traidor y ahora vuelve  a la vida.

Miro al resto con un poco de pena.

-No me mal interpreteis...me alegra que mis hermanos esten vivos nuevamente...pero podria ser un señuelo...el portador de una mala nueva.Sin embargo mis palabras no despejan ninguna duda, por lo que solo  puedo decir que hay que tener cautela y no dar por inocente o culpable a cualquiera.

-Quereis votar de nuevo?Votad!...Eso no cambiara que cada vez seamos menos y se nos echan encima como lobos al cordero.

Paseo la mirada y me acerco hasta Hefesto.

-Tranquilo ,hermano..todos sabemos que eres un cornudo...pero la culpa no fue ni suya ni tuya...solo el destino te eligio una mala pareja.Se escogio a alguien que no sabia apreciarte...quizas otra en tus brazos apreciaria mas tanto tu figura como lo demas.-Digo amablemente a Hefestos.

-Si hermana Afrodita...disculpame que sea tan clara..siempre lo he sido...pero , aunque te vea gozando de mi hermano Ares, al cual aprecio sin medida, no te mereces a Hefesto...nisiquiera a Ares...te echas en sus brazos pidiendo proteccion ..creyendote debil, cuando toda esposa deberia confiar primero en su marido-Digo acariciando levemente el brazo de Hefesto.

-Solo Rea tiene la soucion y la cura de esta enfermedad  de Cronos..pero me temo que ni ella estara tanto entre nosotros, ni podra llevarle la contraria a Cronos durante mucho tiempo.ASi pues....quien es el siguiente?-Pregunto enarcando la ceja

Ares comenzaba a recuperarse de la incómoda situación a la que le habían sometido y de la dura batalla que había logrado vencer. Su cuerpo ya no tenía rastros del bronce y su respiración ya estaba normalizada. En ese momento volvió a notar el contacto cálido con el cuerpo de Afrodita a la cuál volvió a agarrar con su brazo, esta vez con mayor fuerza para remarcar su posición mientras se erguía, cuan alto era, en su sitio.

Observó la alegría de todos mientras intentaba recapacitar sobre lo ocurrido en los últimos momentos ¿qué les había llevado a resucitar? - Me alegra poder ver a los dioses caídos de nuevo entre nosotros pero nadie ha pensado que es muy casual que vuelvan justo ahora de su prisión de bronce. Sería una trampa perfecta si esto fuera una obra de Cronos, hacernos pensar que su poder ha descendido para poder atacarnos cuando bajemos la guardia. - No pudo evitar aferrar la lanza de manera involuntaria mientras se negaba a beber nada de lo que le ofrecieran. No quería arriesgarse hasta que estuviera todo controlado. Todo era demasiado casual para su gusto.

- Nyx, no haces más que fomentar el caos entre nosotros acusando sin ton ni son cada vez a uno u a otro, primero a mi, ahora al lisiado de Hefesto. No sirven de mucho tus acusaciones sin fundamento y el ir dando vueltas de un lado al otro sin crear más que discordia. Me cansas. - Tras eso giró su cabeza al escuchar a Eris, sorprendido de sus palabras - todos hemos vivido lo suficiente para poder elegir nuestro camino. No es este ni el momento ni el lugar para empezar a recriminar compañeros de cama a nadie. -

Sonrío a Hefesto con claro acuerdo, sin maldad y sin rencor. Mi verdadera naturaleza ahora manda y me siento tan dichosa que ni las palabras más amargas podrían hacer mella en mí... o eso pensaba, pues mi sonrisa casi desaparece cuando Eris habla. Más habla de algo que no comprende.

- Eris, querida, cómo se nota que a ti no te obligaron a casarte con alguien que no tenía tu corazón en sus manos... - Para remarcar mi disgusto, vuelvo a acercarme a Ares y vuelvo a abrazarle. - Yo no culpo a Hefesto de mi situación, ni le guardo rencor, pero fue él quien pidió mi mano sin contar con mi opinión. No yazco en la cama de tu hermano Ares por traicionar a Hefesto ni con intención de repudiarlo, sino porque mi amor le pertenece, y eso no lo cambian ni todos los matrimonios, ni todas las joyas, ni todas las trampas y cadenas colocadas en mi lecho. No puedo confiar en aquel para el que solo fui un premio, un trofeo, una moneda de cambio.

Con igual premura con la que mi sonrisa fue atenuada, vuelve, mientras miro uno a uno a los rostros de los que quedan en pie.

- Volvemos a caer en la trampa de acusar sólo por antecedentes o prejuicios. Pensamos en los emisarios de Cronos como si aún fuesen un dios olímpico, y quizás se les ha impuesto una naturaleza que nada tiene que ver con ellos. Nuestras esencias, cambiaron, fueron truncadas. ¿Quién nos dice que, en efecto, no fue Hefesto quien atacó a Ares, más la esencia de Hefesto no pertenecía a otro en ese momento? ¿Por qué el primer objetivo fue Hera? ¿Por qué, a su vez, cayó Dionisio? Queremos fiarnos de los caidos vueltos a la vida más... ¿Quién nos dice que los traidores no tienen el poder de devolver a la vida a uno de los suyos?

Vuelvo la mirada ante la llamativa discusión entre dos magníficos ejemplares del olimpo, Eris y Afrodita; no dejan de impresionarme con su magnífica belleza y su carácter justo ahora. 

Lo que si me puso a reflexionar fue el argumento de mi compañera incidente de las artes amatorias tanto como el del encargado de que los mortales se maten unos a otros (jajaja, era divertida esa relación)... así como hemos podido equivocarnos juzgando a dioses inocentes, también es posible que hayan vuelto a respirar los culpables y sigan entre nosotros...

-Esa idea no es del todo descabellada Afrodita...

Gracias Dionisio - dije tomando lo que me ofrecía - Gracias por tu confianza y espero que con ella y la información que nos traes sean pasos hacia la victoria de los olímpicos y la destrucción de Chronos y los suyos. 

Luego me giré a Zeus - Nada me ha sido revelado a mi tampoco, aunque no negaré que espero que Dionisio lo haga pronto y a todos para que en cierto modo cesen estas acusaciones sin fundamento que se han estado echando unos y otros aquí.

A continuación mirándolos, pero especialmente a Eriss terminé - No votar, por desgracia, no es una opción. Ya hemos visto como muchos eran castigados por ello, pero ciertamente me molesta este sin sentido. Yo por mi parte esperaré a ver si el bueno de Dionisio se pronuncia, esperaré también razones convincentes o echos en su defecto. En caso contrario, y teniendo en cuenta que no confío en nadie, pero no quiero ver muerto a nadie; mi plan es el mismo, ojo por ojo y daré el nombre de quien haya dado el mío ayer.

Miré preocupada a Ares, como se iba convirtiendo en bronce, hasta que consiguió deshacerse del bronce. Suspiré entonces tranquila. Otro ataque frustrado. Volví a mirar alrededor. La oportuna aparición de nuestra madre Rea hizo crecer en mi nuevas esperanzas.

- Madre - dije bajando suavemente los ojos al sentir su contacto.

Nuevas estatuas de bronce y varios renacidos marcaron el nuevo ritmo de la conversación. Se veía un poco más de esperanza en los rostros de algunos, y tal vez confusión en otros. Quedé a la espera de las palabras que Dioniso tenía que contarnos sentada en mi trono, con mirada atenta. Mi esposo vino a mi lado y me tomó fuerte de la mano. 

La discusión sobre la culpabilidad de Hefestos consiguió que me moviera incómoda en mi trono. 

- Fundamentar las acusaciones sobre Hefestos en algo tan banal como un amor frustrado no lo considero suficiente razón. Cualquiera podría querer a Ares muerto, después de todo es el dios de la guerra. Y qué hay de ti, Nyx, acusando así a la gente? Desde que comenzó toda esta locura tan sólo has dado excusas, en cuanto alguien ha dicho nada en tu contra has saltado con perro al que le quitan su hueso, acusando al primero que encuentras intentando alejar sospechas sobre ti, ¿qué justificación me das a eso? - posé una dura mirada sobre la dama de la noche.

Agradecí las palabras de comprensión de Nyx y asentí con la cabeza.

Algunos dudáis de las acusaciones de Nyx hacia Hefesto, y puede que hagáis bien, puede que la desconfianza sea mala consejera. En cualquier caso, valoro la opinión de Helios, pues pocos de los aquí presentes han mostrado de forma contundente su intención de protegernos del caos que pretende sumirnos Cronos.

Entonces Hécate miró a Hefesto.

No declaro aún que voy a votarte, puesto que esperaré si Dionisio puede darnos un nombre claro e inequívoco. Pero si este no llegase, las probabilidades ahora mismo no juegan a tu favor.

Cuando Hera habló, decidió guardar silencio, puesto que sus palabras siempre debían ser valoradas en alta estima.

Atenea miraba todo este escenario de eventos en silencio, dicernia y analizaba cada movimiento que estaba pasando. Todo esto al final la llevo a una conclusión: todo lo que estaba pasando era una guerra, una guerra silenciosa.

Ella queria decirselo a todos, pero viendo como los olimpicos se lanzaban acusaciones venenosas entre ellos buscando provocar reacciones, lo unico que no parecian entender era que aún antes de este juego macabro era lo que los olimpicos siempre hacian entre ellos. Prefirio dejar que el veneno corriera y que los Olimpicos dejaran sus puntos claros.

Ya viendo que las cosas se habian relajado y con todos recuperando parte de lo que eran sus dones, ella no era la excepción, sentia que recuperaba parte de su antigua escencia, pero habia algo que no iba bien, quizas parte de esta cruel obra donde todos ellos eran piezas de un juego macabro.

Atenea iba a comentarles a todos sus razonamientos pero de pronto cayo en cuenta de algo, ella habia intentado decirles que ellos habian estado metidos en un "juego" donde se jugaban el destino de todo el cosmos y la existencia misma, pero nadie hacia caso de sus razonamientos, por lo que pensó-¿Por que intento salvarlos?¿deberia seguir intentando advertirles que esto solo terminara mal?-Mientras estos pensamientos recorrian su mente la guerra secreta continuaba, ella queria que los olimpicos ganaran, pero no podrian si seguian divididos, tal como queria Cronos.

Poco a poco los pedazos de bronce se fueron desprendiendo de su cuerpo. Despertó de su aletargamiento perezoso, incapaz de recordar los últimos acontecimientos. Luego lo vio y recordó, a su pobre hermano, que había dado la vida por él y lagrimas mortales se derramaron por su rostro.

Nada teníais que temer de nosotros, pues eramos solo uno. Eros, Hefesto y Hécate, errasteis en vuestro juicio. Atacasteis a un inocente y por desgracia otro cayó ante vuestras manos. - miró con rabia a sus atacantes.

Ahora estoy solo, pero no menos decidido. Y haré caso a madre, por una vez, y mis acusaciones irán dirigidas hacia Hefesto, por simple venganza, por quitar la vida de mi hermano.

Se sentó al lado de la estatua de Thanatos, apesadumbrado, pero decidido a acabar con los culpables de una vez por todas.

Poco después de entregar la última copa, la que ofrecí a Iris, y que ella bebiera, cerré un momento los ojos quedándome bastante cerca de ella. A pesar de que no había tiempo que perder y que el resto estaba esperando ansioso a que terminara de hablar, pero podían esperar un poco más, tenía algo pendiente con la diosa de arcoiris.

Muestro una sonrisa, satisfecho, y abro los ojos. Girándome para el resto de dioses, pues lo que tenía que decir les interesaba a todos.

-La ofrenda que le he hecho a Iris era una maldición más que un don. Fue a ella -la señalé con el dedo acusador- a quien vi acechando a Hera antes de que la muerte me llegara a manos de uno de los traidores. Así pues... sabiendo que ella formaba parte del plan de Chronos, sólo tuve que dejar que el buen vino hiciera efecto en ella, que le deshiciera el nudo de su garganta y le soltara la lengua... -antes de que el resto de dioses se alzaran en gritos de odio y venganza, muestro las palmas de mis manos pidiendo calma-. Aún hay más antes de que queráis derramar sangre... Pues no es la única traidora de quien conozco el nombre... También formaban parte del complot dos puntas del triángulo amoroso que todos conocemos -giro mi cabeza hacia Afrodita, señalándola con el dedo- la diosa del amor y, su marido, el dios de la forja -imito mi gesto anterior, mirándole y señalándole-.

El vino aún está haciendo efecto en la sangre de Iris... seguiré buscando respuesta, aprovechando que quiere hablar -me aparto de la escena, que fueran otros quienes ejecutaran, no me correspondía a mí arrebatar ninguna vida habiendo dioses que lo harían con gusto-.

Tomo asiento mientras escucho al resto de dioses. En principio no iba a meterme en aquellas discusiones, no hasta escuchar lo que tuviera que decir Dionisio. Quien, al fin, nos hace participes de sus descubrimientos. Miro a cada uno de los acusados, no me parecía descabellado...

- Muy bien, pues tenemos tres impostores. Quiero pensar que estas totalmente seguro acerca de sus verdaderas identidades... - Comento mirando fijamente a Dionisio, pues aquellas pruebas tenían un peso relevante. Nadie quedaría indiferente ante ellas. - Pues... a no ser que alguien encuentre alguna prueba en contra, alguna contradicción con lo que el sabe o alguna otra cosa, creo que esta claro. 

- Dionisio, por lo que dices de Iris, supongo que será mejor empezar a impartir justicia por uno de sus cómplices ¿no? En ese caso, y a no ser que alguien consiga desacreditar a Dionisio a mi juicio, mi voto se mantendrá en la última que señalé. 

La realidad es que, queramos o no, inocentes moriran en nuestras manos mientras que algunos culpables reirán a nuestras espaldas. Por ahora las acusaciones que hacemos tienen más de suposición que de certeza. Yo por ahora no tengo certeza ninguna de que estemos haciendo progresos sobre suelo firme.

¿Porqué mientes de esa manera? - respondí a Dionisio apenada por su comportamiento. Nos había engañado a todos. Ya todo estaba perdido.

Luego miré al resto - No me defenderé, no creo que nadie me crea. Pero aún en un último intento de que los demás no murais conmigo y que los Olímpicos puedan salvarse, votaré por él. Para mí su juego a quedado destapado. Volver del infierno al que se le confinó con algún traidor mientras cambiaba de bando y dejaba que Chronos se saliese con la suya. - Hice una pausa y tomé aire- No voy a hablar por los demás, ya dije que no confiaba en nadie, pero podréis ver como con mi muerte no cesarán las muertes y quien sabe si lo harán una vez ejecutéis a Afrodita y Hefesto. Matadme si queréis, pero que mi muerte no sea en vano. Manteneos con vida y derrotad a Chronos, sólo pido eso.

Luego me di la vuelta y con lágrimas en los ojos esperé a que llegara el momento, sabía que la treta de Dionisio haría que el bronce callese sobre mí. Sólo esperaba que al menos no fuese doloroso.

Observó extrañado el comportamiento de varios de los dioses, sobre, ante las palabras de Dionisio. Levantó la mano, tomando píe para acercarse a Dionisio.

- Dionisio... Tengo motivos para dudar de tus palabras con respecto a Afrodita, aunque desconozco los secretos que esconden Hefesto e Iris.- Se giró hacía la diosa mensajera, mirándole sin mucha preocupación.

- Iris, vota por Poseidón si quieres tener una chance de salvar tu vida.- Luego se voltea hacía todos.- Les aviso de antemano, que de caer Iris, la traeré a la vida y la forzaré a revelar todos sus secretos. Si es un enemigo, quedense tranquilos porque no podrá hacer nada salvo revelar el nombre de sus cómplices... Pero de no ser así, Dionisio, creo que tendrás algunas cuantas cosas que explicar. Por otra parte, si es cierto que fue ella quién ataco a Hera... - Volteó su mirada a Iris nuevamente.- Vas a sufrir, y mucho.

Tras mencionar aquellas palabras, volvió a su trono. Tiraba de sus barbas mientras pensaba en las recientes palabras que se habían dicho. Aunque decidió dirigir su atención a Ares.

- Dios de la guerra... Responde, y se honesto por favor: ¿Sobreviviste a la muerte por tus propios medios, o fuiste auxiliado por una fuerza desconocida? - 

Demasiado fácil. Aquello era demasiado fácil. ¿Tan sencillo nos dejaría el juego Chronos? Varias ideas surgieron en mi mente, demasiadas incógnitas y sospechas, demasiadas cosas que no cuadraban en aquel inmenso puzzle. Miré a Dioniso con mirada interrogadora.

- Dime, Dioniso, antes que nada, ¿quien fue el que te trajo de vuelta de los infiernos? Zeus trajo de vuelta a Artemisa, pero ¿qué hay de ti? Me resulta extraño que hayas vuelto así sin más.

No iba a fiarme sólo porque señalara directamente. ¿Acaso tan sólo él había visto los atacantes? Menuda casualidad, ni Artemisa ni Hipnos habían visto nada.

Ignoré por el momento los comentarios de Zeus, no era el momento de caer en sus juegos, ahora se presentaba ante nosotros una prueba real o al menos eso parecía. No tendría que haber motivos para desconfiar de la palabra de Dionisio, pero mejor andarse con cuidado. Dejé el lugar en el que me encontraba y me aproximé al centro de la estancia.

-Si los acusados no pueden defenderse, se hará justicia por fin, si hay mentiras o dudas en las palabras de Dionisio, se seguirá sembrando la discordia como hasta ahora...espero que no te equivoques.-Dije mirando al dios.

Alarmada, giro la cabeza hacia Dionisio al escuchar mi nombre entre los de los traidores.

- Eso es mentira. - Tercio de forma directa, seca y simple, y después giro mi cabeza hacia Hades, el cual sigue acusándome. - Y al contrario que tú, Hades, tengo argumentos para defenderme. Hay alguien aquí que conoce mi naturaleza. Por otro lado - vuelvo a mirar a Dionisio - me parece una forma muy burda de escurrir el bulto, Dionisio. ¿Puedes decirme por qué viste a Iris? ¿Por qué moriste cuando Hera fue atacada en lugar de ella? ¿Acaso te afectó la protección que Zeus tenía sobre su esposa? ¿Y cómo sabemos que ese vino hace decir la verdad a los que lo toman, y no les hace decir lo que tú quieres que digan? - Miro entonces a Zeus buscando una respuesta en él - ¿Por qué le diste el vino también a Zeus? ¿Por qué sospechas de él? Voy a hacer mi primera acusación en firme, y decir que uno de los traidores eres tú, Dios del Vino, que con tus brebajes has querido confundirnos a todos. Y si no hubiera hecho ya una promesa, mi voto sería para ti, aunque fuese lo último que hiciera, antes de que la Espada de Damocles descienda sobre mi cabeza. Pero tengo una deuda, y te libras sólo por eso.

Después dirijo mi mirada al Señor de los Dioses, el cual pone un voto de confianza en mí, y me arrodillo ante él para hablarle.

- Mi señor, sabed que mi poder no estaba activado aún cuando... - Giro mi cabeza y miro a Ares, con sufrimiento en los ojos ante el recuerdo de su cuerpo convertido en bronce. - Primero ha de acontecer el sacrificio.

Se sorprendió de los ataques hacia Afrodita a la cuál miró esperando su explicación pero con el brazo aún sujetándola como había hecho con anterioridad protegiéndola como había hecho en el pasado desde que ella se lanzara a sus poderosos brazos. Sin embargo no fue aquello lo único que sorprendió al dios de la guerra. Escuchó las palabras de Zeus y le miró desde el interior de su casco.

- Todos lo habéis visto, he sobrevivido yo por mis propios medios. No sabría explicar como, pero nadie me ha tendido una mano. Ha sido mi voluntad y me determinación las que han vencido a ese ataque. No sé si todos seréis capaces de hacerlo o si únicamente yo soy capaz. Pero esos son los hechos. -

- No dudo que haya dioses que me quieran muerto, algunos por celos y otros por motivos que se me escapan y estoy seguro de que para Cronos soy uno de sus objetivos prioritarios, pero sea quien sea el que lo ha intentado, va a necesitar mucho más que lo que ha hecho hasta ahora para vencerme. - Dicho lo cuál golpeó con la lanza el suelo y con su brazo libre atrajo a Afrodita hacia él para besarla. Si querían ir a por él el dios de la guerra estaba dispuesto a remarcar su posición.