Partida Rol por web

- Al parecer Hefesto vendió a sus compañeros.- Dijo Zeus con una sonrisa en su rostro.- Traere a la vida a Afrodita, y averiguaremos si Dionisio y Hefesto mentían o decían la verdad.

Mientras la estatua de bronce de Afrodita se rompía, había una parte de sí que se había quedado en el Averno, mas había viajado a la sala del Trono. Cerbero la miraba con algo de sospecha mientras la esencia inmortal de Afrodita vagabundeaba sin saber muy bien hacia dónde se dirigía. Después de llegar allí, pudo sentir cómo un rayo negro comenzaba a subir por sus pies, mientras, girón a girón, su cuerpo físico se iba regenerando, haciéndola corpórea y visible. El rayo cubrió su cabeza y pudo verse a sí misma allí, en todo su esplendor y la sensualidad a flor de piel.

Afrodita trató de escapar para buscar su libertad de aquel lugar pero tras el rayo retirarse, había dejado una cadena atada a su cuello y apretando su cintura, atándola a alguien o algo. Miró la cadena negra que guiaba hacia el trono de Hades y se preguntó si estaría allí sentado y si era él quien la había capturado. Una parte de sí odiaba las cadenas pero aquella parte lujuriosa disfrutaba el dolor que sentía y deseaba saber quién le había impuesto tal castigo de sumisión. Por un momento, pensó que se trataba del dios del Averno y corrió hacia el trono.

A medida que se iba acercando, notaba lo distinta que era la figura en el trono a la que imaginaba y con cada paso que daba, su seguridad disminuía, tornando su sentimiento en una total devoción y sumisión ante la imponente figura de Zeus, el rey de los dioses. Él era quien se encontraba sentado en ese trono y por algún motivo, Afrodita sabía que a él le debía haber regresado, que él sería su nuevo amo y que jamás se levantaría en su contra. Ahora, le serviría sin cuestionarle una sola palabra a su amo, siguiendo sus preceptos y haciendo su voluntad.

Zeus se encontraba sentado en su trono, lugar desde el cuál trajo el cuerpo de Afrodita de vuelta a la vida, mientras el alma de la diosa se vería retenida aquí, en el salón del trono de Hades, el cuál ahora servía como asiento para el Rey del Olimpo. Allí, el nuevo dios del Averno ofreció con su mano asiento a la diosa Afrodita en unas sillas de piedra cercanas a la figura de Artemisa.

- Toma asiento, Afrodita.- El tono de voz de Zeus sería mucho más autoritario que el que usó en el anterior encuentro con la diosa. En ella, no se distinguía ni un rastro de interés por ella. La diosa podría comprender en aquellas palabras que Zeus era completamente consciente de su condición de esclava. 

- Antes de comenzar a hablar, debes saber que mi interés es mantener las cosas quietas. Cualquier poder que tengas no podrás usarlo. Soy intocable para ti. Hera y Artemisa están vinculadas a mi, por lo qu ellas están fuera de tu alcance si es que planeas actuar por tu cuenta. Desobedecerme es traicionarme, ten muy en claro esto.

Una vez sintió que hubo asegurado la calma en el Olimpo con estas palabras, prosiguió a hablar.

- Debo confesarte, Afrodita... - Una copa de vino aparecía en la mano de Zeus mientras volvía a retomaba la palabra, a la cual le dio un pequeño trago antes de seguir.- que desde el momento en el que me dijiste de tu capacidad para proteger a otro dios, comencé a considerar la opción de tu muerte para convertirte en mi esclava, con la idea de hacerme con el control de tu poder. Aunque era complicado, y peligroso empezar a planearlo sin ponerme en peligro. Sin embargo, cuando Dionisio mencionó tu nombre entre los acusados, y Hades planteó la idea de que fueses tu quien muriese, me alegré al pensar que los hados estaban a mi favor, que querían que triunfase nuevamente sobre Cronos. El acto de Hefesto reforzó esta idea - Dibujo una gran sonrisa en su rostro al pensar en esto, en que sus planes funcionaban sin siquiera tener que esforzarse para ello.- Incluso parece haber vendido a sus compañeros, si es que es un traidor... ¡Y Poseidón estaba entre ellos! - Parecía que iba a comenzar a reír, pero se detuvo. En la expresión de Zeus se apreciaba que tenía claro que no podía empezar a celebrar tan pronto.- Pero si algo nos enseñó Homero, es que el triunfo individual suele ser poco duradero. Por ello, quiero que me digas todos tus secretos*. Comprobemos si las palabras de Dionisio son ciertas. Y de momento, no digas nada de lo conversado en el Olimpo... ni en ningún otro lugar.

Primero confusa, y después encadenada. Al principio soy incapaz de entender por qué, a pesar de haber roto la armadura de bronce mi espíritu seguía en el Averno. Aquellas cadenas parecen atarme a alguien o a algo. Poco a poco mi esencia se hace fuerte, pues a pesar de todo aquel embrollo la sumisión que percibo en mi ser a través de aquellas cadenas comienza a inundar mi mente y a dejar que mi verdadera naturaleza salga de mi interior.

A lo lejos distingo un trono, y en él, una figura masculina.

- ¿Hades?

Consciente de que con aquella distancia aquel que se sentaba en aquel trono y agarraba las cadenas que me ataban a su voluntad no podía oírme, eché a correr, llegando ante el dios lo más rápido posible, más no es a Hades a quién encuentro allí.

- Majestad…

Un gran sentimiento de devoción, mayor aún que el sentido en mis aposentos de apodera de mí, alimentando más y más mi esencia de Diosa del Placer. Aquello es suficiente para despojar de mi interior al resto de las esencias que perturbaban mi existencia y poder ser simplemente Afrodita.

Zeus me ofrece asiento junto a Artemisa, más en un movimiento de clara y perfecta pleitesía, mi cuerpo va a parar arrodillado ante El Magno mientras escucho sus palabras con atención y apetito, apoyando una mejilla en la cara interior de su pierna junto a la rodilla, mientras una mano le acaricia el tobillo y otra el cuádriceps de aquella misma pierna. El tono de voz del Rey de los Dioses me dejaba claro que no tenía interés en mí, y además, Artemisa miraba, más no me importa en absoluto. No podía evitarlo. Es mi naturaleza.

- Lo siento, mi señor, pero debo confesar que yo tampoco fui sincera. No tengo poder para proteger a otro dios, ni para protegerme a mí misma, como habéis podido observar. Tan sólo podía usar el deseo carnal para averiguar el poder de otro, el de vos, en este caso. Más nada perdisteis, Majestad, ya que vos mismo lo revelásteis, primero a mí, y después a los demás. Por eso reitero el hecho de que mi poder no os hizo ningún daño. - Me incorporo, sólo lo suficiente para poder mirar a Zeus a los ojos. - Pero si es cierto que puedo acabar con la vida de quien quiera. No sólo de un Dios, sino de uno cada día par.

Escondo mi rostro entre las manos, mientras lágrimas de sincero pesar comienzan a correr por mis mejillas. De nuevo emana de ellas el olor del agua salada.

- No he sido una deidad bien tratada, mi Rey. Me hicieron casar por la fuerza con un Dios al que no amaba, y éste me ridiculizó en cuanto pudo. Me obligásteis a compartir a Adonis con Perséfone, y a entregar a mi hijo en matrimonio con una simple mortal, y si alguna vez albergué algún resentimiento por ello, Némesis se aprovechó de ello y con la confusión de la titanomaquia se coló en mi interior a la vez que lo hacía Crío, uno de los hijos de Cronos.

Respiro profundamente intentando recomponerme, y poder seguir hablando con claridad.

- Dionisio no os mintió. Iris atacó a Hera. Ella alberga a uno de los titanes en su interior. Hefesto y Poseidón también están controlados por titanes. Más, Majestad, de Dionisio tampoco podéis fiaros, pues Hefesto en venganza lo convirtió en uno de nosotros tras mi muerte. Y si queréis vencer a Cronos, ellos no son vuestro único problema… - Niego suavemente con la cabeza. - Sabed que Helios se reúne con ellos, aunque aún no sé bajo qué propósito, y Morfeo contiene en su interior la esencia de Eris, la Diosa de la Discordia, y temo que también alberga en su mente algún plan. Nada bueno, deduzco, cuando vino a buscarme a mí a sabiendas de que Némesis y un titán controlan parte de mis actos.

Era una pena enterarse de la mentira de Afrodita. Una pena no porque resultase ser una traidora, sino porque no tendría la protección que deseaba. Tiraba de sus barbas mientras continuaba escuchando la confesión de la diosa, las cuales revelaban varios aspectos de un juego cuya magnitud comenzaba a comprender. Pero no todo eran malas noticias, la diosa gozaba de unos dones interesantes.

Motivos para la traición no le faltaban, pero eso no eran excusa alguna. Dirigió una mirada severa a la diosa por unos momentos, hasta que extendía la mano, posandola sobre su cabeza.

- Muy bien, Afrodita. Planeo mantenerte viva hasta que cada uno de los nombres que has mencionado sea encerrado en el bronce.

Quitó su mano de ella, para luego cruzar los dedos. Luego llevó su mirada hacía Artemisa, antes de volver con Afrodita.- Diosa de la Caza, por favor, dinos tu opinión respecto a las palabras de tu compañera.

Entonces volvió hacía la diosa del placer.- Hoy es un día par. Dime, Afrodita ¿Usarías tu poder para acabar con la vida de Helios? Si lo haces, recompensaré tu honestidad y tu actuar. Prometo buscar la forma en los días que queden de esta guerra para restaurar tu esencia y liberarte de los titanes en tu interior. Existe un dios capaz de tal proeza, tu esencia será cambiada por la de Perséfone, y así tus enemigos en el Olimpo, ella y Hefesto, no serán más un problema para ti. De está forma intentaré reparar el daño que mis actos hayan podido causarte.

Sin esperar una respuesta inmediata, volvió a hablar en cuanto nuevas ideas cruzaron por su mente.

- Imagino que ustedes se reunían en algún lugar. Por favor, dame un resumen de todo lo que se ha dicho allí, de todo lo que han planeado. Si sigues reuniendote con ellos, dime todo lo que se diga. Dime los secretos* de tus compañeros si los conoces. Si es necesario puedes hacerles creer que no estás del todo atada a mis deseos, pero asegurate de que actúen en contra de sus propios intereses. Confío en que podrás llevar a cabo esta tarea.

- Mi señor... - Comienzo a hablar mientras vuelvo a apoyar la cabeza en la pierna de Zeus, atreviéndome esta vez a besar suavemente la cara interna de su muslo mientras la mano que estaba antes en su cuádriceps se cuela sugerente bajo su ropa, pero sin llegar a ninguna zona peligrosa. -Os agradezco sinceramente que queráis enmendar el agravio, más creo que ya no es posible con el poder que mencionais. Ese poder pertenecía o bien a Hélios o bien a Hefesto, pues tras pensar un poco en ello sospecho que intercambiaron sus esencias y por eso Hefesto vendió a los titanes y ahora Helios se reúne con ellos. Pero, Majestad, al igual que crecen vuestros enemigos, puede que también crezcan vuestros aliados. - Me levanto despacio, de forma sensual y coqueta, sin dejar que la mano que estaba bajo su ropa pierda del todo el contacto con la piel del Rey de los Dioses, y comienzo a andar para colocarme a uno de los lados del trono mientras mis dedos van rozando su pelvis, su vientre, su pecho, y terminan su camino en el hombro del dios, sobre el que me inclino para hablarle al oído, pero con intención de que Artemisa también me escuche. - Es posible que pueda hacer que Morfeo nos ayude. Aún no entiendo bien su poder, estoy esperando a que me lo explique, pero creo que puedo convencerle para que quiera usarlo para mí, y por extensión, para vos. - Vuelvo a erguirme y retrocedo sobre mis pasos, de nuevo acariciando la piel del Dios del Trueno, hasta volver a tenerle de frente, pero esta vez no me agacho, sino que le miro directamente a los ojos. - Sobre los dones concedidos a los titanes, no sé mucho más que vos. Por respeto o por simple desinterés nadie le ha preguntado a nadie qué era capaz de hacer. Sólo conozco los de aquellos que han confesado por voluntad propia. Hefesto podía traer al lado de los titanes a un dios, y trajo a Dionisio. Iris dice que puede resucitar, una vez y Poseidón dice que puede cambiar los votos, aunque no tengo forma de saber si dicen la verdad o si mienten. Más la ventaja que poseemos, mi señor, es grande, según veo. - Me acerco provocadora hasta el dios sentado en su trono y coloco una rodilla al lado de la pierna de Zeus, quedando así semi sentada a horcajadas sobre él, mientras coloco mi mano izquierda sobre su hombro y la derecha juega con la piel de su pecho, y otra vez me inclino, haciendo que mi rostro quede muy cerca del suyo. - Majestad, los titanes creen que tengo el poder de proteger a un dios, pues vos lo dijisteis delante de todos y aún nadie lo ha desmentido. Y lo mejor... - Me acerco aún más, casi rozando mis labios con los suyos. - Sólo Morfeo, Artemisa y vos conocéis la existencia de Némesis. Y ese poder, mi señor, ahora es todo vuestro, si lo queréis.

Justo antes de que mis labios lleguen a tocar a los del impertérrito dios, mi cuerpo y mi cabeza se inclinan hacia atrás con una melodiosa y dulce carcajada, que hace vibrar el aire como vibra la superficie del agua en calma si la tocas.

La trama del Olimpo se complica a cada día que pasa y con cada nueva información que obtenemos. Las palabras que brotan de Afrodita no hacen sino confirmar que la perfidia y la traición habían calado ya más hondo que lo que ninguno podíamos imaginarnos.

Frunzo el ceño en señal de frustración. Ante la solicitud de mi opinión al respecto de las nuevas recibidas, sólo ofrezco una leve negación con la cabeza. Alzo la cabeza a mi padre y contesto en voz queda.

- Aparte de mi sorpresa por las tenebrosas nuevas, poco hay que pueda añadir sobre mis sospechas tras las revelaciones de Afrodita. - hago una pausa y me dirijo a la diosa de la belleza.

- Afrodita, tal vez tú seas capaz de confirmarme quién ordenó mi muerte y de mano de quién fue otorgada. A pesar de que planté batalla a mi atacante, no pude verle la cara. -

Alcanzo mi arco ante el recuerdo de mi ataque.

- Lo pagarán... - me prometo a mi misma.

Finalmente, lanzo otra pregunta a Artemisa, pues hay algo que ha explicado que no me ha quedado del todo claro.

- Entonces, ¿es de Némesis el poder de matar los días pares?* -

Zeus, por un momento, escuchó complacido las palabras de Afrodita. El apoyo de Morfeo podía ser útil, aunque no conociese su poder, aunque se reuniera con los titanes. Sin embargo, la ridícula acusación, aunque de tremendo peso, de Morfeo en el Olimpo le borró la sonrisa.

- Toma asiento, Afrodita. No me obligues repetirme.- 

Se hundió en el trono mientras cruzaba sus dedos, mirando fijamente hacía el frente. Debía de encontrar la respuesta correcta para este problema que se presentaba ante su rostro. Lo cierto es que había tenido poco tacto al momento de revelar la información. Ese fue un error suyo, y tenía que repararlo.

- Gran aliado me has conseguido, Afrodita.- Observó de reojo a la diosa.- Esperaremos más reacciones a las palabras de Morfeo... Hablame de sus poderes cuando lo averigües. También quiero que me digas todo lo que sabes sobre Helios, ¿se reúne con todos los títanes a la vez, o sólo con uno? Dime lo que está sucediendo  en el lugar donde reúnen ustedes.- Luego se dirigió a la diosa de la caza.- Artemisa, quiero que apoyes mis palabras en el Olimpo.- Luego, medito con respecto al uso del poder Nemesis.- Hazles creer que protegerás a uno de ellos. De momento, mantengo la idea de que tomes la vida de Helios. Artemisa, ¿algún consejo?

Luego tiró de sus barbas, mientras hablaba para si, aunque esperaba opiniones de esta ultima.- Aún puedo traer a la vida a otra deidad. Nyx y Asclepio son mis opciones... Probablemente tendremos que disputar votos esta tarde, ya que las opiniones de Helios y Dionisio son respetadas, y la acusación de Morfeo es fuerte. Necesitaremos todo el apoyo posible. ¿Alguna idea al respecto? 

Recapacito por un momento las posibilidades y la difícil situación.

- Existe una arriesgada opción que podemos considerar - hago una pausa y pongo incapié. - Es arriesgada pues requiere de tiempo, pero podríamos evitar con ella que Poseidón use su poder. La opción es la siguiente: matadme a mí. -

Una nueva pausa para que cale la idea.

- Con mi muerte, puedo llevármelo conmigo a la tumba*. Tras esto, Padre, puedes volver a traerme a la vida para que así dispongamos de mi voto y del que yo desee** -

Hago una última pausa.

- Como digo, es arriesgado, pero obrar así nos asegura eliminar un enemigo y su poder de cambiar el voto. -

Considero las palabras de Artemisa. Era un buen plan, pero de difícil ejecución. 

- Es un plan que tendré en cuenta, pero hay un pequeño gran problema.- Removió sus dedos inquieto en el respaldo del trono.- De por si estas votaciones serán complicadas. Muchos apuntaran sus ojos a mi. Serán votaciones divididas, y dependemos mucho de lo que diga Apolo. En ese escenario, ¿cómo conseguimos que la mayoría de los votos caiga en ti? Además, el poder de Nemésis, si es como me imagino, sólo podrá ser usado hasta la llegada de un nuevo día, ¿Me equivoco, Afrodita? - Suspiró. Era un buen plan, pero muy poco practico.- Conseguiremos lo mismo, y además perderemos el poder de traer a alguien más a la vida.