Partida Rol por web

El alboroto se tranquilizó y además de algunas magulladuras, estaban bien. Sin embargo, habían caído a lo que parecía otra planta de aquella extraña casa. Se percataron extrañamente de la pulcritud de ese lugar, comparado con el cuarto en que estaban inicialmente. Tal vez eso les daría una señal a quienes quisieran buscarla, pero la locura estaba aún lejos de comenzar.

Con dificultad se ponen de pie y comienzan a inspeccionar el lugar: solo se ve algo similar a una pintura y un antiguo taller. Tal vez ese lugar perteneció a alguien hace poco e hizo uso de él, pero todo el misterio alrededor era increíble.

Habían perdido sus linternas en la caída, pero ese lugar parecía tener lámparas de gas. Si lograban prender una, podrían iluminar ese lugar y buscar por heridos, o al menos ver a más de dos metros de ustedes.

-Casi parece que en verdad nadie entró aquí en mucho tiempo- murmuró para sí mismo al ver la capa de tierra y mugre del suelo y el estado general de la casa. No se veían huellas o marca alguna, parecían ser los primero en entrar. Asintió complacido al no lograr descubrir como lo hicieron. Luego vinieron esas palabras cripticas y carentes de sentimiento, como si el chico tuviera su propia mascara de porcelana. Por supuesto que no se iba a retirar ahora, nunca fue su estilo dejar las cosas a la mitad… la escuela no contaba.

El aire enrarecido de la casa les acompañó bastante tiempo, pues quedarse allí, durante toda la noche era bastante aburrido. Así que se dedicó a fumar y mantenerse apoyado en una de las paredes que consideró menos propensa a derrumbarse y tenía menos mugre. Había pensado en congeniar con los demás, pero no quería romper el ambiente tenso que se habían propuesto crear. Cuando estaba por encender su tercer cigarrillo, la llama se apagó y el viento le puso en alerta. Esperaba algo de acción, pero no pudo evitar un escalofrío cuando la sabana salió volando para mostrarles esa muñeca. Sus ojos fueron inmediatamente al cuerpo que había a sus pies, aunque no pudo moverse para verlo mejor. Luego el grito inhumano que les atravesó con la fuerza de un puñetazo.

Despertó con la cara pegada al suelo, sin entender porque estaba allí o que había pasado. Lentamente empezó a recordar todo. La habitación oscura y mugrienta, el viento, la muñeca, el grito y la posterior caída. Con su encendedor iluminó la estancia, notando algunas lámparas de Gas. Se acercó y comenzó a encenderlas.

-¿Todos bien?- preguntó en cuanto tuvo algo que iluminara más de medio metro a la redonda-. Eso fue bastante interesante.

La muñeca debería ser un simple títere, muy bien llevado por cierto, manejado por varias personas aprovechando la oscuridad reinante. Para lo demás, solo hacía falta un poco de ingenio y aprovecharse del ambiente tétrico para dar el golpe final. Y hablando de golpe, sintió el sabor cobrizo de la sangre en la boca, lo que le indicó que en verdad había caído a otro piso.

El intenso dolor que Kazuo sentía en su espalda era innombrable, al parecer estaba sobre un trozo de ladrillo o madera; no sabía qué era, pero haber quedado inconsciente en esa postura no había hecho otra cosa que empeorar su ciatica, ya que apenas podía mover la pierna. Pese a ello, usando su fortaleza giró sobre sí para poder salir de tal dolorosa y mala postura.

-Ay, eso duele... ¿Alguien me echa una mano para levantarme?. Ya no soy lo que era...

Dijo a la oscuridad con la esperanza de que hubiera alguien amable que pudiera ayudarle a incorporar a un anciano con movilidad reducida. Pese a ello, no podía ver a nadie cerca pero podía escuchar la respiración de los demás alumnos.

Una habitación sucia, una sabana,... Y "¡!¡!¡¡¡¡!!!!¡¡¡!!!¡¡!!" ensordecedor sonido antes de... ¿Volar? ¿Que compleja y extraña maniobra habían montado? "¡¡!!" inconsciente tal vez, ¿dormida? Algún somnífero? Al despertar ya estaban en otra sala, el hombro algo dolorido y una intensa oscuridad.

Algunas voces y... Un chico encendiendo lamparas de gas, un anciano pidiendo ayuda al que Akire corrió a ayudar.

- está bien? Levántese con cuidado - se agachó a ofrecer su hombro como apoyo - ¡esto no tiene gracia! Podríais haber hecho bastante daño a alguien - decía al causante seguramente oculto de todo aquel juego.

Una muñeca un cuerpo a sus pies y un aire viciado por la época, todo era perfectamente orquestado. Tanto que cayo como el resto en la "trampa" de aquella habitación, sin esperarlo siquiera.

Ya en otro suelo, intento encender la linterna, o lo hubiera hecho de tenerla. -Bua, nos la han jugado, esto acaba de empezar de verdad. -No parecía importarle la situación, al contrario, le parecía mas que interesante.

Se acomodo la mochila y camino despacio a ciegas, esperando que los ojos se acostumbraran a la oscuridad.

Me incorporé del suelo, dolorido. Parecía que el suelo se había abierto bajo nuestros pies y nos había hecho caer a otra sala, mucho más limpia y pulcra que en la que nos encontrábamos antes.

-¡Bravísimo! -exclamé, dando una fuerte palmada y mirando hacia el "techo" abierto de aquella planta inferior-. ¡Muy bueno, chicos! ¡Casi me lo he creído y todo! ¿Ahora podéis hacer el favor de tendernos una escalera?

Advertí que algunos de mis compañeros parecían preocupados e incluso asustados. No era mi caso. Estaba convencido de que acabábamos de asistir una excelente representación que formaba parte de una broma en la que habían tomado parte el líder de la fraternidad y sus dos compañeros. ¿La muñeca? Seguro que era una niña dentro de un disfraz. ¿El sonido del grito? Probablemente grabado. Y el efecto del suelo abriéndose lo más probable es que fuera gracias a algún tipo de trampilla. Todo muy realista, muy cinema verité, pero estaba convencido de que lo que habíamos vivido no era real. No podía serlo.

-Es todo una broma, chicos, una novatada -declaré, convencido de mi teoría, mientras trataba de buscar con la mirada a posibles heridos a los que ayudar a levantarse-. Me preocupa más cuánto tiempo nos van a dejar aquí para burlarse de nosotros que la actuación que acabamos de ver arriba.

Me desperté y me levanté algo mareada. Había aterrizado sobre uno de mis costados y la zona dolía, pero a parte de eso y el desconcierto, estaba perfectamente. Me froté el hombro y miré alrededor, o al menos, lo poco que se podía distinguir en la oscuridad. La escena de la muñeca, el cuerpo y el espeluznante grito habían sido un comienzo de lo más prometedor para la prueba que nos habían preparado nuestros anfitriones. No sabía si todo el show había sido preparado, desde la entrada sellada hasta la aparatosa caída, pero algo me decía que aquello no había hecho otra cosa que empezar.

- Todo bien - respondí a la pregunta de si estábamos bien. El resto de momento parecía estar bien, aunque posiblemente el señor Kazuo fuera a estar bastante dolorido. Si todo estaba preparado no habían sido muy amables con el anciano - aunque ahora ya sabemos para qué será la medicina. Si esto sigue así vamos a necesitas muchos analgésicos. 

Tomé un trago de agua, el polvo me había dejado la garganta seca, y observé la pintura de la habitación con curiosidad.

Cuando el grupo avanzó y las explicaciones les llevaron a la casa, el profesor Radjinovic sonrió medianamente satisfecho. Estar rodeado de 21 post-adolescentes y un anciano no era el mejor de los escenarios para trabajar, pero debería conformarse. Mientras el grupo de líderes de fraternidad abría paso y les explicaba las normas del juego que habían organizado Radjinovic escuchaba pacientemente. Aquello solo hacía aún más difícil su trabajo. Ahora su verdadero objetivo allí se vería entorpecido con la "aventura nocturna" que la fraternidad había preparado para los presentes. Ya en el interior de la sala, el silencio fue absoluto y Radjinovic se dedicó a examinar apuntando con su linterna todos los mínimos detalles de aquella casa, dejando sin examinar aquella manta por tratarse de algo demasiado obvio que formaba parte de la gincana y no del lugar. Alumbró y examinó los pergaminos budistas que sellaban el lugar, alumbró y examinó la lámpara de la habitación para observar su estado y edad sin uso solo para descubrir que allí no parexía haber red eléctrica, alumbró y observó las paredes buscando el relieve cuadrado de un cajetín eléctrico sin éxito... Aún estaba analizando con detalle la habitación y torciendo el gesto en el transcurso de su expedición particular, cuando se activó el siguiente paso de la gincana, como consecuencia del cual, acabó cediendo el piso. Desde luego, que hubieran preparado algo tan complejo como que el suelo cediera no había entrado en sus expectativas, así que le pilló por sorpresa y perdió en la caída la linterna que se apagó justo unos segundos antes de que se apagara la propia conciencia del profesor al golpear con algo sólido y duro. Imposible determinar cuánto tiempo estuvo incosciente, pero el movimiento de algo en la oscuridad le acabo trayendo de vuelta. Poco a poco, sus compañeros de acampada iban recobrando la consciencia, moviéndose en la oscuridad y empezando a hablar. Uno de ellos, el fumador de la otra sala, usó su encendedor a juzgar por la pequeña llama que iluminó la oscuridad y el resplandor sobre el rostro. Se movió y empezó a alimentar lámparas de gas. El profesor, que había permanecido paralizado con un rictus de terror por la oscuridad y el olor a húmedo de la atmósfera cargante, respiró aliviado y recuperó el control de sí mismo cuando la luz se extendió permitiendo ver el entorno y extrayendo los fantasmas muy reales que poblaban su mente. Aquel no era un espacio angosto y oscuro, solo un lugar que olía a cerrado. Nada por lo que preocuparse. Bueno, es obvia la puesta en escena de la aventura que nos han preparado. - Dijo al fin después de recuperarse de su pánico momentáneo y ponerse en pie - Pasar una noche en una casa en la que se supone que hace siglos que nadie entra, una sábana cubriendo algo en el suelo, la repentina y conveniente corriente de aire, la muñeca móvil, el cuerpo que fuera que velase, el sonido ensordecedor, la caída... - Enumeró. Nada de todo eso es casual. Desde el mismo momento en que nuestros desafiantes amigos no podían saber si "una noche" sería suficiente para activar una maldición o la respuesta violenta de unos supuestos espíritus que llevasen siglos sin "ser molestados", todo lo que sucede de implicación obvia debe haber sido preparado por quien nos encerró y por tanto anula su propia supuesta causa paranormal. Punto que me inclino aún más a sostener en cuanto nuestro compañero está encendiendo lámparas de gas aún funcionales a pesar de su supuesta edad sin uso. Ni de queroseno, ni velas: de gas. - Dijo enfatizando las implicaciones. Pero sepan señores, que esta casa tiene una leyenda sobre ella, por lo que es posible que entre toda esta parafernalia y puesta en escena, suceda algo legítimo que sostenga la creencia popular de espíritus en este lugar. Les ruego que si observan algo que no tenga preparación previa obvia, me avisen como consultor experto para que pueda desentrañar la verdad física tras los sucesos paranormales que puedan creer percibir. Bajando la voz añadió Aunque será difícil encontrar algo legítimo con tanta puesta en escena Después extrajo una grabadora de su bolsillo y pulsó el botón de grabación. El juego de unos chiquillos entorpecerá la investigación. Ahora me veo en la tesitura de separar el grano de la paja. Habiendo un juego en curso que aprovecha la leyenda paranormal habrá poca claridad en si todo lo que ocurra pertenece a dicho juego. No obstante, confío en que la expedición no resulte infructuosa. Terminó la grabación durante la cual había estado masajeándose la cabeza con la mano libre solo para, al dejar de masajearse, observar la mano teñida de rojo sangre. Al parecer se había golpeado fuertemente en la caída.

El desprecio tan absoluto por algo que se pareciera minimamente a una tradición de esta gente que organiza el evento es sorprendente, la casa en si es siniestra por naturaleza, la muñeca y el grito es sumamente realista y planificado para colmo queda el que terminamos encerrados en una planta inferior tras una caída considerable. Tengo que reconocer que toda esta escenografía aunque es buena no se parece lo mas mínimo al verdadero miedo que no te deja conciliar el sueño, yo ya he conocido al verdadero miedo a lo largo de mi vida y desde luego no se parece en nada todavía si es lo que pretende conseguir la casa. Me levante desorientado comprobando si todo el mundo estaba bien, uno por uno, lo mas importante es la integridad de las personas de la casa creo y no el dinero... y otros extras o eso creo, no estoy seguro todavía. ¿Estáis todos bien?, solo pretenden encerrarnos un tiempo y no creo que crucen ninguna linea tranquilos.

- Si esto ha sido una broma, no ha tenido ni puñetera gracia -sentencio, molesto por lo que ha pasado .-Esta sala no puede estar sola. ¿Y si buscamos algún pasillo o unas escaleras? Se podrá salir de aquí de alguna forma, digo yo.

Era horrible. Si me hubieran dicho que iba a venir para terminar cayendo en una habitación y ver el numerito de la muñeca chillona, no hubiera venido. Empezaba a arrepentirme de no haber escogido una universidad de la América profunda.

Cogido de la mano de Amelia, entró en la casa admirando cada uno de los elementos que integraba en la casa. Se preguntaba las historias que había detrás, leyendas o recuerdos de fantasmas que ahora estaban impregnando las paredes o encantando pequeños objetos cotidianos con tal de hacer creer a la víctima que estaba a salvo.

Trevor quería investigar cada uno de los posibles recovecos donde pudiera esconderse una buena historia para demostrar que más lejos de cuentos para no dormir, había gran parte de verdad. Apretó la mano de la joven a medida que Junsun Kuan hablaba, visiblemente emocionado por lo que iba a conocer.

Continuó de los primeros escribiendo mentalmente el guion que haría sobre esta historia y las preguntas que quería formular a los directores para resolver los recovecos que quedaran en blanco cuando llegó al centro de la habitación, moviendo la mano de un lado a otro y tosiendo por el cúmulo de polvo.

Al quitarse la manta y ver la muñeca no pudo evitar abrir la boca, asombrado por la belleza y las facciones de la misma, detalles cuidados al milímetro que la hacían parecer real. Quería acercarse y tocar las telas, comprobar si el cabello era plástico sintético o realmente humano como parecía a simple vista, pero al dar el primer paso su cabeza se movió, creyendo que había sido obra del viento que corría. El chillido hizo que hiciera una mueca de dolor por la intensidad, cubriendo a su pareja al tiempo que se tapaba los oídos para amortiguar el desgarrador sonido, pero antes de que pudiera salir o acallar esa voz se había desplomado en el suelo.

Apretó los ojos al notar un leve dolor en la sien, incorporándose al tiempo que su vista se acomodaba al oscuro lugar. Tardó un poco en digerir todo lo que había pasado, buscando poco después con la mirada a Amelia entre todos los invitados y encontrándola cerca suya, todavía en el suelo*. Se acercó a la joven y se arrodilló a su lado, dándole dos leves golpes en la mejilla para que despertara, incorporándola levemente.

- Amelia, Amelia.- Acarició su brazo esperando a que entrara en razón cuando escuchó al resto. Una llama se encendió al comprobar que prácticamente ninguno creía en la escena de la muñeca, tachándolo como un número montado por los organizadores.- No es una novatada, la maldición es real.- Había un tono de enfado o enfado en su voz.- ¿No habéis escuchado las historias que corren sobre este lugar?

Desde el momento en el que sintió el suave beso sobre su mejilla, Amelia estaba cada vez más emocionada. No solo aquello era real, sino que tenía la ocasión de compartirlo con él. Camina tomando a Trevor de la mano apretándola ligeramente cada cierto tiempo. Juntos, entran en la casa acompaando al resto del grupo donde una macabra escena se muestra ante ellos. La joven siente cómo el pulso se le acelera, el corazón le late a toda velocidad a causa de la emoción y de los nervios. Y de pronto, ocurre.

La muñeca. El grito. La caída. Pérdida de consciencia.

Cuando Amelia vuelve en sí, ve a Trevor sobre ella acariciándole ligeramente el brazo. Ella se incorpora y mira a su alrededor extrañada. Unas pequeñas lámparas de gas alumbran no sin cierta dificultad la desvencijada estancia.

-Vaya... Este sitio...  Casi se puede sentir la energía aquí, este sitio está verdaderamente maldito.

Tras haber guardado la túnica en la mochila, Woo-Ji luce uno de esos modernos petos vaqueros y una camiseta que le deja hombros y brazos al descubierto. En sus manos destacan unos guantes de corte negros (y suele llevarlos siempre). Y además llegó con el flequillo suelto de su cabello perfectamente recogido en dos moños coreanos. En definitiva en su apariencia se podría entrever una estudiante inconformista e incluso sospechar que las pintadas anónimas de los espejos de los baños de la cafetería son ganas de jugarse el pellejo suyas, pero el pequeño derrumbe le acaba de chafar el tipo...

¡Malditos capullos...! 개자식  - susurra mientras se levanta, o empieza a hacerlo mejor dicho. Lo hace frunciendo el ceño y lo intenta con una especie de aborto de flexión a oscuras. Primero estirando un brazo como si quisiese agarrase al aire e impulsarse con ello, y luego girandose de lado para sentarse y ponerse finalmente en pie.

- Adiósssss a las máscaras de recuerdo.... ¿no? - Dice entretanto, porque más de una se habrá roto - Todo bien, supongo.

Acto seguido procede a escupir asquerosas motas mezcladas con saliva, o al revés.

 - El grito de esa muñeca fue un (escupe) tanto más extraño de la cuenta - Dice, ya sacudiéndose los brazos y mirando la brecha que habían abierto entre dos pisos - Yo creo que nos la vamos a cargar por algún lado....

La entrada en la casa había sido alucinante y la muñeca aún más. No tanto el aterrizaje forzoso pero, la idea era fantástica. Parecía que sí iba a tener material para mi nueva novela. Me levanté del suelo y tras comprobar que estaba de una pieza pregunté al resto - ¿Están todos bien?

Algunos ya habían hablado y ya se habían levantado. Por el momento parecía que gracias a dios, la caída no había sido aparatosa para nadie.
 

La muñeca era casi sobrenaturalmente bonita... pero ese aura se rompió y se multiplicó con aquel grito, en sentir cómo arriba era abajo y abajo era arriba... y aquel sonoro golpe.

El pitido de oídos era algo bastante habitual en estas circunstancias, pero no era agradable. Al menos significaba que estaba vivo, que lo estábamos, a judgar por las cada vez más frecuentes voces. Algunas preocupadas, otras desdiciendo todo y una particularmente habladora. Busco el origen hasta dar con un señor que aquel golpe le había dado bastante lengua.

Estoy bien. ¿Alguien necesita a-yuda?

Vale, un mareo. Busco esos analgésicos en la mochila y engullo uno de ellos casi sin necesidad de beber. En todo esto sólo estaba de acuerdo en que no parecía demasiado normal, ni siquiera para ser una prueba de una fraternidad tan importante.

¿Cómo intentamos salir?

Pregunto, en un pequeño intento por ser proactivo.

Este lugar es escalofriante.

Señalo lo obvio.

No me molesté en buscar cables al entrar. La escenografía era perfecta. El susto estuvo muy bien pero en la caída mucosas resultamos heridos. Esta experiencia no era para todo el mundo. Debía haber limitado la edad, aunque puede que hubiese hecho un estudio sobre las capacidades y enfermedades del profesor antes de meterlo aquí. Me asombró no ver altavoces ni cámaras. Qué tecnología estaría usando?

A parte de eso creo que me torcí el tobillo al caer. Pero puedo apoyarlo. Continuaré hasta el final.

Encendió las lámparas que consideró importantes, las necesarias para ver y poco más. Tenía una mentalidad practica y el ahorrar recursos era algo que hacia sin pensar. Notó que había varios heridos, nada grave, pero era bastante obvio que empezaban con mal pie. Cuando les entregaron las medicinas, había supuesto algo así, aunque no tan extremo. Si caían mal podrían haberse quebrado o algo peor.

El tipo de aspecto pomposo, empezó a hablar, pero al menos notaba cierto conocimiento en sus palabras. Solo necesitaba el don del resumen. Los demás, quienes no estaban intentando ver que no tuvieran nada roto o ayudar a los demás, discutían si lo que acababan de vivir era real o no.

-Los fantasmas no existen- dijo con contundencia-. Pero pueden buscarlos si eso les hace feliz- recorrió el lugar, ofreciendo su ayuda a quien la necesitara. Por mucho que eso fuera una competencia, la mayoría eran jóvenes o ancianos, así que dejarlos a su suerte no era algo que le agradase. Algunos le recordaban a sus hermanos-. Puedo levantar a alguno por sobre mis hombros y que intente llegar a arriba- propuso mirando hacia arriba, justo donde la luz no alcanzaba a llegar-. Aunque si es algo preparado y la habitación contaba con una trampilla... Estaría cerrada ahora mismo.

Pensadlo - dice elevando una ceja. Muy afín a lo que es "cargársela" a lo largo de su corta y ajetreada vida. - Nuestro peso acaba de derrumbar el piso de una casa de hace doscientos años y fuera del toque de queda. Y no subestimemos el hecho de que estamos en un nido de cuentos y leyendas, pero como nos pillen aquí los espíritus van a ser el menor de nuestros problemas - Se refiere a las autoridades competentes, claro.

Acto seguido Woo-Ji recoge su mochila de entre dos tablas y la sacude un poco mientras comienza a considerar las palabras del tipo de las luces, Witaker. Así que sosteniendo la mochila con una mano pone ambos brazos en jarra y vuelve a inclinar su cabeza hacia arriba.

- Yo no creo que alcance - Dice con su metro setenta y pocos de altura. - Podemos intentarlo. Pero no solo estaría cerrada, y es que mientras la casa no se venga abajo la apuesta sigue en pie - Woo-Ji supone que tras todo los estarían esperando fuera de la casa para verlos huir.

En última instancia ojea el taller que tienen ante sus ojos, algo que llama su atención, así como la pintura.

- Qué c....

Mientras observaba la pintura con aire tranquilo, volví la mirada hacia mis compañeros.

- ¿Quien dice que no existen? Estas viejas casas seguro que esconden algo más que polvo y viejos muebles - entusiasta como siempre que me encontraba con un lugar lleno de historias y leyendas, no eliminaba ninguna posibilidad. Desde luego, no estaba sintiéndome decepcionada hasta el momento. No es que la escena de la muñeca gritona no me hubiera sobrecogido, pero no dejaba de ser una experiencia excitante.

Después, mi mirada fue hacia el taller. Tal vez pudiera haber algo que nos sirviera para salir de allí.

- Podemos intentarlo, aunque creo que Woo-ji está en lo cierto - dije ante la idea de Witaker. Me acerqué a ayudar, sería más seguro si la sujetábamos entre dos.

Escuché con calma a mis compañeros oyendo lo que cabía esperar, creyentes en espíritus, quien los deshechaban... Y sus ideas por salir de allí. - No creo que se pueda salir fácilmente - dije - con fantasmas o sin ellos, toque de queda o no, está claro que vamos a pasar aquí la noche. Las palabras de nuestro "anfitrión" fueron bastante claras. Supongo que igual sería mejor buscar la manera de acomodarnos y pasarla lo mejor posible.