Partida Rol por web

Le dediqué una mirada de odio a la pata palo y me acerqué por detrás al chino deslizando mi mano sensualmente desde un hombro al otro - No cuesta mucho convencer a un hombre para entrar en su tienda, Jackie - le dije acercándome a su oído - Luego basta con inyectarle una de esas jeringas un tanto modificada y zas...hombre muerto - terminé de explicar echándome a reír en medio de todos.

Justo cuando pronuncié esas dos últimas palabras, Inadra empezaba a retorcerse desde el interior de su tienda - ¿¡Qué demonios?! - Otra vez habían devuelto a uno de esas cosas a la vida. Cuando vi aparecer de lejos otra figura, sonreí al ver a aquellos dos de nuevo entre nosotros - ¿Vienes a por tu segunda dosis? - pregunté a Inadra acariciándole el pecho. Sin embargo, una voz femenina interrumpió mi diversión para llenarme de rabia otra vez por dentro.

- ¿No te decides a quién votar? Es gracioso ver cómo juegas con las voluntades de todos, haciendo que te sigan en manada como unos perros sarnosos. Eres tú la única que siempre habla. - le dije a Camille escupiendo todo el veneno que logré reunir - Que cómico que penséis que intento proteger a alguien...¡No tenéis ni idea de nada! Me hubiera bastado con cerrar la boca y dejar que siguiérais dando palos de ciego - tras decir eso último eché a reírme profundamente y miré directamente a la chica - Ciega y coja, lo tienes todo. ¿Ya no quieres ir a por mí? - terminé de añadir abriendo los brazos en cruz y separándome de ella lentamente.

—Pero, ¿por qué confiesas ahora? —preguntó de pronto Shahrzad, con el ceño fruncido, alejándose un poco de la supuesta asesina confesa—. ¿Es que no quieres salir viva de aquí? Sabes que si nos obligan a votar te votaremos en mayoría y esta gente te matará... y sinceramente, no me parece mal si realmente eres una asesina. Mereces la muerte, en ese caso... —negó con la cabeza y escupió en el suelo.

      Tras aguantarse por varios minutos de escuchar las provocaciones de Irina, Camille no pudo seguir soportando y en el momento que dejo de acercarse a ella y estiro las manos dando un paso hacia atrás, la chica brasileña dio un paso hacia adelante y le dio un golpe con el puño cerrado en la mandíbula para derribar la con el impulso del antebrazo mismo si era posible, antes de responder gritándole amenazadora:

       " Si tanto quieres que te maten puedo comenzar a hacerlo esta coja ciega a golpes ... pero como dicen Shahrzad y ... Tifu, me parece que nos confiesas todo eso con una segunda intención ... no dudo que una linda zorra como tu pueda seducir a un tipo ... pero me sorprende que puedas modificar la vacuna que nos dieron para hacer de ella algún tipo de veneno ... ¿Como hiciste eso? "    

Primero la confección de la muchacha rubia, sin titubear un solo segundo en sus palabras y luego el regreso no solos de uno de los muertos sino de dos. Ahora el campamento parecía la noche de los muertos vivientes y eso acojonaba un huevo al ejecutivo que se aparto del camino de ellos, por precaución.

-¿Charles querrá vengarse de quienes le votamos? -Se preguntaba Clive y cuando estuvo a punto de abrir la boca para decir o preguntar algo, un puñetazo directo hacia Inara lo cayo de golpe, clavando la mirada en Camille. -Joder, esto se veía venir, pero no esperaba que fuera ella quien explotara primero.

Las discusiones se volvían cada vez más fuertes y esto parecía descontrolarse un poco. Camille parecía querer herir a Irina, la cual solamente reía como si de un juego se tratara. Poco a poco, una brisa cálida inundaba el húmedo lugar y todos se vieron envueltos por ella. Esta traía un poco de paz y calma en un momento como este, mientras buscaban la fuente.

Al ver que venía desde afuera, vieron una figura acercarse, la cual parecía ser seguida por un rayo de sol que cortaba el nublado panorama celeste. Su andar era lento pero seguro y junto con su equipaje, podían verle sano, con su rostro en buenas condiciones y con una fuerza que no habían visto antes en él. Se trataba de Nicolaj, el cual se acercaba con paso seguro hacia donde todos se encontraban.

         " Lamento haber perdido la paciencia, pero no haber le dado un golpe a Irina, así que después de su confesión creo que debemos maniatar la para que no mate a nadie mas.  ¿Les parece bien?  ¡Hey esperen! ... ¿Acaso ese que viene hacia nosotros no es el mismo Nicolaj?    Bueno ya hasta voy a comenzar como la mayoría con mucha naturalidad la presencia de los zombies entre nosotros ... y la verdad que no quiero que Irina se convierta en otro de esos Zombies, si de por si ya esta bien loca "    

         Dijo al final con cierta ironia y desconcierto Camille, mirando de reojo a los demás mientras que esperaba que otros la apoyaran para someter y sujetar a la asesina de Irina

Encontrar una víctima por la mañana empezaba a ser el pan de cada día. Con mirada fría vi como Inadra aparecía muerto y me pregunté quien sería el siguiente. A aquellas alturas el experimento había perdido todo el atractivo que tenía en un principio y lo único que estaba deseando era llegar al último día, si que llegaba viva.

Miré con cierta desconfianza la inyección que nos iba a poner la doctora, pero sin más remedio, me dejé. Igual que las anteriores no fue agradable, de hecho resultó mucho más desagradable de lo que había pensado. Me froté donde me habían inyectado. ¿Para qué debía darle una dosis al muerto también? Sospechoso.

Cuando todos comenzaron a confesarse escuché uno a uno, esperando mi turno para hablar para no interrumpir. Cuando vi una oportunidad para hablar, tomé la palabra.

- Mis votaciones fueron hechas casi aleatoriamente. Primero voté por Leinad porque me pareció el más sospechoso después de revivir, después voté por Camille porque hablaba mucho y algunas de las cosas que decía me resultaron algo sospechosas, como si quisiera desviar la atención de algún objetivo, pero como digo, voté a ciegas a falta de alguien en quien realmente sospechara.

Cuando Abby habló de sus recelos hacia mi, simplemente me encogí de hombros.

- Normal, todos somos aquí sospechosos. Yo misma sospecharía de mi si estuviera en el pellejo de los demás, del mismo modo que sospecho de todos - dije simplemente.

La confesión de Irina no me impresionó para nada, de hecho, de hecho me pareció una actitud despreocupada fruto de su aburrimiento. Sin embargo, la reaparición de dos nuevos vivos sí que me pilló desprevenida. ¿Qué demonios? Al ver dos cuerpos reptando, di un salto atrás con un grito. El espectáculo era espeluznante. En esta ocasión, me quedé donde estaba. Por mi experiencia los dos días anteriores, daba por hecho que no obtendría respuesta de los ''zombies''.

Cuando Irina y Camille se enzarzaron en una discusión me quedé de piedra observando como se decían lindezas. Y con la vuelta de Nicolaj la cosa mejoraba. No sabía si alegrarme de que hubiera más gente viva o tomarlo como una señal de mal augurio. Miré a ambas chicas.

- Camille, a Irina se le va la fuerza por la boca, está claro que no tiene muchas neuronas y busca una forma de matar el tiempo. Irina, deja de provocarla ¿o quieres que te maten? No sé porqué has confesado algo como eso, pero sólo conseguirás seas la siguiente en ser votada. Yo no voy a votarla, me resulta demasiado sospechosa esa confesión, parece hecha para alejar sospechas.

Hinco una rodilla en el suelo y ajusto el dispositivo receptor en mi cintura, también la estática en bajo para el auricular de mi oído, echo en falta una CZ en mi costado... recojo otra mascarilla por si ese anormal olor vuelve a pegarse a mis fosas y me la guardo en el chaleco. Cierro la cremallera y me pongo en pie. Por impulso siento ganas de desarmar un brazo a Irina, según la venía escuchando... pero no más - Yo diría que no sabe muy bien lo que acaba de decir... - Miro al asiático, Tifu - Es bueno saber que lo dice, de algún modo... pero sí, es extraño que lo diga – de algún modo también... – me pregunto la causa de las entusiastas provocaciones de una niña en celo, además de su condición claramente estúpida - ¿algo de lo dicho?

Cuando re-aparecen dos sujetos en condición zombi doy medio paso atrás apretando ambos puños, pero veo como simplemente se incorporan al grupo, a su ritmo... cual Leinad de los vivos. Luego, para cuando veo a Nicolaj más que regenerado aparecer, y muy él, elevo una ceja  - No sé a que mierda juegan estos europeos de tercera con la muerte, pero es mierda de otra liga... - susurro...

Sitúate Smith. Me acerco a comprobar cuan fritos están sus cerebros con el renacido agente de la CIA. Ugh... debería verte un medico, amigo... – Maddie Smith, desde Indiana para el servicio Academi, BW, en Carolina del Norte – Pregunto - ¿Por qué hablar ayer, Inadra, y no guardar tu posición unos días? - elevo una ceja – Podrías haber realizado un buen trabajo en silencio, al menos... hasta que alguien te dijese algo ¿Qué te llevó a ofrecer tu posición sabiendo que podrías convertirte en un claro propósito enemigo?... y aún ahora, imagino que lo sigues siendo – Ladeo la cabeza.

Si bien ya se iba tranquilizando de los horrores de ese día Yevsye no se había recompuesto del todo, tenia el estómago revuelto y un mareo horrible, producto quizás por la radiación o por las inyecciones aplicadas para combatirla. Ahora era un nuevo día y tocaba encararlo, quizás hasta iría a revisar la zona en busca de curiosidades históricas como un libro o un diario, un registro escrito de la gente cuyos nombres quedaron en el olvido.

Para su desgracia al salir se topo con un circo romano: entre gente que juraba estaba muerta, lo sabía pues lo había visto en rigor-mortis y gente entre los presentes que se declaraba culpable de los horrores pasados. Yevtsye no tenia idea de nada de lo que estaba ocurriendo hasta ahora, apenas acababa de salir pues su vientre le había dolido por los malestares de las náuseas de ayer, tal dolor le recordaba a la regla y no eran de las tranquilas, era como si el mundo estuviera en llamas de lo irritante que era. Por suerte después de la inyección de turno y un poco de descanso ya se sentía mejor.

Ante tal muestra Yevtsye solo pudo sentarse en una piedra y tomar algo de agua, quería saber mas de lo ocurrido y de paso tomaría un poco de agua para relajar su estómago.

Los demás decían el por qué de sus votaciones. En parte conforme porque la mayoría decidía hablar y colaborar, seguía frustrada por la tensión del momento.

-Voté dos veces a Vladimir porque me dio mala espina. Ignoro si era un asesino o no, pero vi que tenía una pistola y me pareció desquiciado. Pero seguimos en peligro así que o él no era asesino o no era el único.

Era una mierda sentirse impotente cuando ni siquiera sabían si lo estaban haciendo bien. Fue entonces cuando todo se descontroló. Irina confesó matar al que decía ser espía, que más tarde volvió a la vida. Camille se puso violenta con la primera por confesar un asesinato.

-Supongo que tu confesión indica que mataste a Inadra porque desconfiabas de él, ¿o lo hicieste por diversión o porque la droga te obliga?- si era lo segundo o lo tercero ella era peligrosa. Si era lo primero en parte también, aunque su intención sea acabar con asesinos puede matar a alguien inocente en el proceso.

Se giró por último a los resucitados. Leinad no hablaba mucho las veces que resucitó. Quizá el resto sí lo hiciera.

-¿Os sentís bien? ¿Viste algo anoche, Inadra? - aunque la asesina de Inadra había confesado resolviendo el misterio de su muerte.

Giré la cara a consecuencia del puñetazo y me llevé la mano a la boca para limpiarme la sangre que notaba salir de mi labio inferior. Miré a la coja sonriente y orgullosa de haberla hecho perder los papeles - Nunca dije que yo modificara nada, solo me bastó con encontrar unas jeringas con la etiqueta "dosis defectuosas" - le confesé a la pata palo aún con una sonrisa entre los dientes. Parecía que su propuesta no había llegado a buen puerto y otra vez se había quedado sola en sus actos.

- Que gracioso que todos me califiquéis de estúpida, cuando esta "niñata" - dije poniendo énfasis en esa última palabra - ha sido capaz de teneros a todos engañados como imbéciles - Me giré hacia la amargada con pinta de sargento - Quizá esta estúpida pueda hacer que despiertes muerta el próximo día - La amenacé orgullosa de lo que era capaz de hacer, pero en ese entonces, otra voz femenina captó mi atención de nuevo - Lo maté porque quiero ser la única que acabe este maldito experimento y pueda llevarme yo sola todo el dinero. Desde que llegamos no he hecho sino escuchar gilipolleces y estúpidas teorías al respecto, estaba cansada de oír a la gorda alardear de sus conocimientos o aguantar las órdenes de esa asquerosa coja. Quería que todo fuera un poco más...divertido - terminé de explicar antes de soltar una pequeña carcajada.

Lancé un hondo suspiro. Trabajaba en un bar y había aprendido como lidiar con borrachos subiditos de tono y clientes bravucones, pero hasta yo sabía que en ocasiones era mejor dejar que los acontecimientos corrieran libres, después de todo ni me pagaban para hacer de árbitro ni pagaría por lo huesos rotos. 

Cogí un botellín de agua, me senté sobre un banco medio roto y alcé el botellín con una sonrisa.

- A vuestra salud, señoras.

Contemplaba la escena con calma, escuchando a cada uno de mis compañeros y asintiendo ante lo que decían algunos ya que me parecían conceptos e ideas de lo más razonadas y válidas. Una vez más, los muertos de los días anteriores vuelven a la vida dejándonos al resto más estupefactos que antes, si es que eso era posibe ya. Lo que no estaba llevando nada bien era la actitud y comentarios de esta niñata, Irina, sobretodo cuando estos se vuelven despectivos hacia Camille. Soy una persona demasiado calmada, me lo tienen dicho, pero cuando tengo que intervenir en una situación y ponerme en serio lo hago, a pesar de que si estuviera con el temperamento más frío, observaría que no merece la pena perder el tiempo con alguien así. Así que exploté por primera vez desde que llegamos al experimento:

Pero tú, ¿quién te crees que eres? -digo dirigiéndome a ella- adoptas una actitud de persona adulta y con ideas claras pero estoy segura que no tienes idea de nada. Confesar ahora, ¿para qué? Si estoy más que segura de que ocultas algo o en su defecto a alguien o simplemente quieres llamar la atención -hago una pausa- y no tengas ninguna duda de que mi voto va a ir para ti, no por el hecho de que hayas confesado porque ahí no tengo ni puta idea de la veracidad de lo que dices, pero te lo ganas por tu actitud. Y me da exactamente igual que lo que esté diciendo vaya a perjudicarme porque a estas alturas perjudicados estamos todos -pienso en como se encararon ella y Camille y añado- y si quieres encararte conmigo, llenarme de amenazas o insultos aquí te espero, porque sinceramente guapa, no tienes ni idea de con quién estás hablando -dije todo eso con un tono frío pero a la vez contundente, creo que ya había llegado el momento de dejar de pasar desapercibida y empezar a actuar ante la situación que nos estaba tocando vivir, sabía de sobras que el resto del grupo me subestimaba, supongo que debido a mi timidez o a mi falta de conversación, pero creo que era el momento perfecto para que me dejasen de ver como una persona débil e inútil y empezar a ayudar en la causa.

-Yo... no te he llamado estúpida.

Pensó que matar a gente pensando matar asesinos era arriesgado porque se llevaría seguramente gente inocente y sería igual de asesina. Pero lo que decía, querer matarlos a todos para llevarse el dinero.

-Aunque ahora pareces eso o loca. No me hacía gracia que alguien matara a otros para salvarse de futuros asesinatos, pero matarnos a todos, y por dinero. ¿Y por qué confesar? Esa es la parte que menos comprendo.

Si antes estaba perdida, ahora más. Confesar un asesinato, insultar amenazando y esperar salir indemne, ¿acaso quería precisamente que la votaran? Con esa actitud, parecía inevitable que sucediera eso.

Shahrzad estaba visiblemente confundida. ¿Cuándo la había llamado estúpida? Aquella mujer estaba claramente loca, no regía en absoluto. Empezó a plantearse que esta confesión fuera una mentira fruto de algún tipo de manipulación mental; pero la forma que tenía de reírse como una maniaca no la hacían parecer menos peligrosa que una asesina de verdad.

—¿Por qué no te tranquilizas un poco? Si lo que quieres es que votemos por ti, queda poco para que la doctora vuelva a aparecer y nos pida un veredicto.

Las cosas se complicaban y no solo por los efectos del suero.

La chicas empezaron a pelearse a consecuencia de una confesión: Irina había matado a uno de nosotros.

-Curioso. Quieres que todo acabe matando al resto. - Dije riendo de forma irónica. Por dentro estaba algo asustado - Pero pensarlo bien. ¿Vosotros confesaríais algo asi? O bien es algo del suero, un efecto secundario, o bien alguien la está obligando a hacerlo.

Me levanto como puedo y me dirijo con mi bastón hacia ella. - Si quieres acabar con todo esto desde luego has elegido el camino rápido, pequeña. Sabes que serías la próxima en ser votada. Dime la verdad ¿porque?

-Creo que se ha cansado de este juego y a decidido que prefiere irse por la puerta grande. -Confeso Clive al resto. -Pero te equivocas chica, la gente no para de volver, esto es una maldita locura y me empiezo a preguntar de que sirve estas votaciones, obligar a no inyectarse si luego regresan como zombis y lo peor de todo es que se mantienen como fantasmas callados y meditabundos. -Miro a Irina. -¿De verdad quieres quedar así? ¿Eso es mejor que como estas ahora? -No entendía las pretensiones de los mas jóvenes.

El día había sido agitado y muchos ires y venires le marcaban, pero ante tantas situaciones, una tan diversa como la otra, un evento marcaría la historia de ese día, algo inesperado, como todo lo sucedido.

Unos quejidos suaves hicieron que sus oídos entraran en alerta. Miraron alrededor, hasta encontrar que se trataba de Tifu, quien luchaba por respirar. Algunos se acercaron pero este los alejó con severidad. Cayó de rodillas al suelo y comenzó a toser con fuerza, tratando de sacar aquello que le impedía respirar adecuadamente, pero aquello no salía. Entonces, vieron un extraño movimiento en su piel, la cual parecía estarse despegando de su cuerpo mientras múltiples quemaduras marcaban su piel. Su garganta le impedía gritar pero la cara de dolor en su rostro era más que notoria. Mientras tanto, unos segundos quejidos les abrumaban. Camille caía al suelo con la misma sintomatología, presa del dolor. Trató de resistirse pero el dolor se volvió tan grande que cayó también de rodillas. A continuación, Charles, aquel que había acabado de volver, caía al suelo y junto a él, Inadra parecía tener la misma reacción.

Los cuatro parecían hacer una macabra coreografía, mientras los pedazos de piel caían al suelo, haciendo un extraño sonido, como si de una tela mojada se tratara. Un terrible olor a carne quemada penetró sus fosas nasales mientras los cuerpos de esas cuatro personas se convulsionaban y perdían su líquido a gran velocidad, casi como si estuvieran drenando toda su esencia y volviéndose tejidos completamente secos.

Todos observaban con atención lo que sucedía mientras esas personas dejaban de moverse poco a poco mientras perdían su cabello, y el resto de su piel. Los músculos mostraban los pequeños abultamientos que mostraban las delimitaciones óseas mientras su tórax dejaba de moverse y sus ojos estallaban presas de la radiación.

Tras esa larga y dolorosa agonía, pudieron ver los músculos ennegrecidos en su cuello, algo similar a lo ocurrido con Leinad. Terminado este espectáculo, el silencio volvió al lugar mientras observaban los cuatro cuerpos calcinados en el suelo.

Las resurrecciones eran extrañas, pero ese día dos resucitados murieron y se le sumaron dos más. ¿Como era posible? ¿Lo hacía uno de ellos o eran las drogas que les metían? 

-Oh Dios- reprimió unas arcadas al ver los cuerpos calcinándose y pudriendose a la vez- ¿Ahora también mueren personas de día? ¿4 personas? Nada tiene sentido.

Miró a Irina. Ella dijo matar al espía, pero eso no era un asesinato normal, ni siquiera parecían asesinatos ¿era cosa suya también o no tenía nada que ver?

-¿Qué mierdas estáis haciendo con nosotros hijos de puta?- chilló a los científicos que les observaban.

Había intentado mantener la calma, pero era demasiado. ¿Les iba a pasar eso a todos? No quería averiguarlo, pero no les dejarían irse. A veces pensaba que los que caían eran los que tenían suerte. pero por suerte o por desgracia, seguiría sin redirse. No le daría el gusto a nadie.

-¿Y... ahora, qué? ¿Esto nos va a pasar a todos?

Mariano observaba atónito lo que estaba pasando. Se sentó en el suelo, recogió sus rodillas con sus brazos y agachó la cabeza.