Partida Rol por web

Ned abrió los ojos por primera vez desde hacia … ¿Cuánto? ¿pocas noches? ¿siglos? ¿o tan solo horas? Aquello era irrelavante, el tiempo ya no trascurría para su cuerpo, tan solo abrió los ojos por primera vez desde que los cerró por última vez, redundante, obvio, pero exacto.

Sus manos se dirigieron por inercia a su cuello y repasaron su herida mortal, ahora inexistente, en lugar de una abertura a su tráquea o de una escabrosa cicatriz, los dedos esqueléticos de Eddard se encontraron con un cuello seco, frio, rugoso, que dibujaba y permitía leer perfectamente los músculos, huesos y tendones que se escondían detrás de su milimétrica piel.

Se miró las manos, buscando reconocerse en esa piel que al tacto no parecía propia y se encontró unos dedos alargados y ennegrecidos, casi parecían calcinados pero nunca lo habían sido. Luego observó su alrededor, la nieve dibujaba los suelos, el hielo las paredes y una combinación de ambos le preparan el lecho sobre el que se encontraba tendido.

Al repasar esas paredes de hielo con la mirada, éstas le devolvieron el reflejo de unos ojos azules iluminados como estrellas, dentro de unas cuencas fibrosas y pálidas, unos ojos que a pesar de su color podía reconocer como suyos, los mismos que siempre le habían acompañado en vida.

No se preguntó si soñaba, sabía que no lo hacía, como sabía que la muerte se lo había llevado. Tampoco se preguntó por sus compañeros del más allá pues sabía que ya no se encontraba en ese plano, había vuelto al mundo terrenal, aunque quizás no a la vida.

Fuera lo que fuese ahora, sabía que debía terminar su cometido. Todavía debía encontrar a los traidores.

Cada dos noches (empezando la noche del día 5, la siguiente) elegirás a un PJ que llevarte contigo por tal de eliminar los asesinos.

Ganas con los humanos, o por ti mismo.

Todavía puedes comunicarte con los muertos (escena más allá del muro) así como saber que ocurre entre los vivos (aparecerás como destinatario oculto a partir del día 5, éste martes).

Quizá, la verdad es que yo no tengo ni idea de qué tiene Khat pensado para vosotros, así que... no sé a qué se refiere exactamente con eso XD. Pero tengo ganas de verlo, eso sí :3.

¡¡¡OOooooOoooOhhh!!! No imaginaba eso, pero... ¡¡¡como mola!!! Cuando tenga un momento me lo releo y veo lo que puedo hacer ^_______^  me mataron prontico pero soy feliz XDDDD

El cuervo ha señalado a Sandor

«¿Quién soy?». Su mente estaba tan blanca y vacía como todo lo que le rodeaba. Se miró las manos pero, por su aspecto, tampoco pudo reconocerlas.

«Soy Ned. Eddard. Eddard Stark». La respuesta le llegó con el recuerdo. «El señor de Invernalia.»  Negó levemente con la cabeza. «No… ya no... Ahora lo será Robb». No tenía importancia, su hijo lo haría bien con la ayuda del maestre Luwin.

Poco a poco, como olas contra una bahía sus recuerdos volvieron a él, su vida, su muerte y el Más Allá. Aunque ni tenía herida mortal, ni gozaba de la sangre caliente corriendo por sus venas, no hallaba pruebas que le probasen nada, su existencia podía no haber ocurrido, no tenía más pruebas que si hubiese sido un sueño. No obstante, le gobernaba la certeza.

Lo último que le podía traer su memoria eran las frases amargas que intercambió con Arya. Su verduga e hija pequeña.

Luego nada.

Aunque se esforzara no recordaba más. Así que lo transcurrido desde entonces debió de ser un instante en el tiempo, no obstante, y a pesar de tenerlo en el recuerdo de forma vívida, le parecía que de ello hacía una eternidad. Como si aquello, hubiese transcurrido en la era de los héroes.

Alrededor lo que veía era el frío hielo, lo tocó pero no apartó los dedos con su mordaz quemadura, no tiritaba, no se obnubilaba su mente, no le invadía una necesidad de tumbarse y entregarse a su abrazo. Quizás aquellos muros eran como los de su castillo y manantiales de aguas calientes las recorrían. «No». Tampoco percibía calor. Nada. Su tacto era estéril. Su propia imagen le devolvía unos ojos azulados y con una luz antinatural, e impropia. Era su mirada pero no sus ojos, o quizás sí lo eran. Tras meditarlo encontró la razón. En el norte tenían una palabra que lo definía: «Los Otros…» O quizás “Los caminantes blancos”. ¿Era lo mismo? Eddard no podía saberlo, eso lo sabían mejor los cuentos de la vieja Tata.

El tacto le fallaba, su corazón no latía y su sangre se drenaba. Estaba muerto, pero aun así lo embriagaban sentimientos: La rabia, la tristeza, el miedo a que todo lo hecho fuera en balde y una profunda decepción ... ¿Para qué había pasado para todo aquello?¿de qué había servido? ¿Era parte de un viaje? ¿Era eso parte indispensable para obrar su último cometido? ¿Era aquello para lo que le habían forjado los Dioses?

Supo al fin la respuesta. Salió del lugar, y buscó a los reunidos y les espió tras un pasillo escondido.

Llega la noche y con ella tu oportunidad. ¿Quién caerá bajo el embrujo del frío hielo que ahora asola tu alma y te acompañará en tu destino?

Tienes hasta el Lunes para dar un nombre.

*

En vida, muchos lo habían considerado un hombre frío, distante y carente de emoción. Nada más lejos de la verdad.

Pero esa había sido su fama, principalmente entre los que no le habían conocido.

De haber tenido sangre corriendo por su cuerpo, habría salido del pasillo donde escuchaba a escondidas para irrumpir cruzando la puerta de aquella gran Sala del Trono y llevarse, envueltos en su manto blanco, a uno o dos de entre la bífida multitud.

No obstante, hacía tiempo, segundos, días o quizás milenios, que no había calor en sus manos, ahora las movía la fría muerte, así que permaneció inalterable, prestando oídos a cuanto se discutía, siendo testigo de cómo unos señalaban y culpaban a otros, cómo argumentaban sus falsas defensas, o se propinaban ironías e insultos mordaces. No cesaban, al igual que él no parecían sentir el hambre o el cansancio, mientras se incriminaban con palabras punzantes, brindándose acusaciones y mentiras, o conspirando para procurarse una muerte sangrienta, estúpida y mutua.

Podría haber recordado cuando él mismo tomaba parte involuntaria de esa tragicomedia, de esas intrigas, cómo hubo de hacer uso de su oratoria en defensa de su casa, pero la nostalgia y el rencor no se contaban ya entre sus impulsos.

Al terminar el día y sentir la noche alargando sus siniestros dedos sobre Poniente, tres bandos parecían bien diferenciados, perfectamente delimitados: Sandor y Tyrion, Jon y Stannis, y el resto, que permanecían indecisos, inseguros y al margen. Imposible definir si lobos o corderos.

En el enfrentamiento, un factor de la ecuación mentía, y tras dejar un cuerpo ensangrentado atrás a base de golpes y patadas, no resultó ser el que habría sospechado. Pero la prueba estaba allí, quizás lo habría adivinado de no encontrarse con el cuento empezado por la mitad.

Sin embargo, él no estaba ahí para ser más juez. Ahora era tan sólo verdugo.

La noche se cerró, llenándole de fuerzas y escondiendo el astro que le sometía.  Abrió una parte de la pared tan alta y estrecha como una puerta. Ésta cedió por resortes desconocidos para todos, con la posible, y verosímil, excepción de la Araña.

Cruzó la oscuridad. Una niebla cruel y glacial rodeó de pronto al adormilado Señor de Rocadragón. Difícil era decir si aquel cuerpo muerto gélido al acecho se servía del frío, o si el frío manaba de él. Un haz de luz de luna escapó de entre las nubes para delatar su figura blanca y mortecina. Alargó el brazo para agarrar con dedos negros como el carbón por la pechera a su condenado, para levantarlo y arrastrarlo con él. Eddard, de servidor de los Dioses Más Allá del Muro no tenía voz cuando la sacudida levantó y despertó a su presa. Y éste contempló sólo un par de ojos iluminado entre sombras, de un azul tan profundo e intenso, como el fuego de una estrella que emergiese de las profundidades oceánicas.

El que fue Señor de Invernalia esgrimió con un sonido sordo a Hielo, su espada y lo hizo sentir cerca del cuello, advirtiendo a Stannis, qué ocurriría de usar sus gritos o palabras para alertar, o si aventuraba poner una mano sobre la empuñadura de su espada flamígera.

No hubo ni un susurro cuando se lo llevó. Hielo y Fuego, pero sin ninguna canción.

Tiró de él, y lo arrastró a la sombra. Él se ocuparía del traidor Stannis Baratheon. El resto, los vivos, se harían cargo de Jon, no le correspondía a un padre segar la vida que brotó de su fruto.

Lo primero que sintió, todavía en sueños, fue el frío. Un frío gélido y afilado que lo rodeaba y se metía en lo más profundo de sus huesos. En la oscuridad de la noche una mano se cerró con firmeza alrededor de la pechera del mediano de los Baratheon levantándolo en vilo del lecho y despertándolo sobresaltado. Sin embargo, no llegó a pronunciar ni una palabra, pues el filo de una espada se posó contra su cuello con una orden clara de mantener silencio. Al tratar de atisbar entre las sombras, tan sólo unos ojos azules y brillantes iluminaban las sombras de unas cuencas que parecían vacías. Eso fue lo último que vio antes de sentirse arrastrado hacia un nuevo lugar. Y después la oscuridad y la muerte se hicieron con su alma. 

Stannis abrió los ojos por primera vez desde hacía … ¿Cuánto? ¿pocas noches? ¿siglos? ¿o tan solo horas? Aquello era irrelevante, el tiempo ya no trascurría para su cuerpo, tan solo abrió los ojos por primera vez desde que los cerró por última vez, redundante, obvio, pero exacto.

Sus manos se dirigieron por inercia a su cuello y buscaron alguna herida mortal en el lugar en el que esa figura ¿sombra? ¿humana? lo había rozado con su espada, pero en lugar de una abertura a su tráquea o de una escabrosa cicatriz, los dedos esqueléticos de Stannis se encontraron con un cuello seco, frío, rugoso, que dibujaba y permitía leer perfectamente los músculos, huesos y tendones que se escondían detrás de su milimétrica piel.

Se miró las manos, buscando reconocerse en esa piel que al tacto no parecía propia y se encontró unos dedos alargados y ennegrecidos, casi parecían calcinados pero nunca lo habían sido. Luego observó su alrededor, la nieve dibujaba los suelos, el hielo las paredes y una combinación de ambos le preparaban el lecho sobre el que se encontraba tendido.

Al repasar esas paredes de hielo con la mirada, éstas le devolvieron el reflejo de unos ojos azules iluminados como estrellas, dentro de unas cuencas fibrosas y pálidas, unos ojos que a pesar de su color podía reconocer como suyos, los mismos que siempre le habían acompañado en vida.

No se preguntó si soñaba, sabía que no lo hacía, como sabía que la muerte se lo había llevado durante un tiempo. Tampoco se preguntó por sus compañeros del más allá pues sabía que ya no se encontraba en ese plano, había vuelto al mundo terrenal, aunque quizás no a la vida.

Se levantó entonces y se dio cuenta de que no estaba solo. La misma figura que lo había llevado a ese lugar, que lo había arrastrado a la sombra, parecía aguardar paciente a que despertase. Reconoció entonces de quién se trataba: Eddard Stark. Y se dio cuenta de que ambos estaban ahora juntos en esa empresa.

Fuera lo que fuesen ahora, sabía que debían terminar su cometido. Todavía debían encontrar a los traidores.

Bienvenido, Stannis.

Cada dos noches (empezando la noche del día 5, la siguiente será la del día 7) elegiréis a un PJ que llevaros con vosotros por tal de eliminar los asesinos.

Ganas con los humanos, o por ti mismo.

Todavía puedes comunicarte con los muertos (escena más allá del muro) así como saber que ocurre entre los vivos (aparecerás como destinatario oculto en las escenas generales).

Stannis se sorprendió en un estado que sabía que no era vida. A su lado, apareció Stark. Tonto o no, sabía atar cabos, solo él podía haberle matado.

-Stark, volvemos a vernos. 

Pero era asco lo que expresaba su cara. Él ya intentaba combatir a los asesinos en vida, no hacía falta que lo mataran para eso.

El austero caballero era inocente, por desgracia Eddard lo vio una vez hubo hecho su trabajo. Incluso en la muerte había errado. ¿Cómo podía ser? Parecía tan claro...

No había tampoco alegría en su rostro en aquel reencuentro, cuando "acogió" entre los suyos a Stannis, pero tampoco odio o tristeza, ni se leía amargura por haberse equivocado, el lobo estaba exento de emociones. Lo observó con aquellos ojos iluminados de un azul imposible que ahora compartían:

-Estamos más allá de la vida y más allá de la misma muerte.- Empezó a explicarle con voz monótona y fría. -Ahora somos un todo, vivos y muertos, y parece que el tiempo se dilata y se dobla a nuestra voluntad.

Pareció volverse estatua, o como si durmiera con los ojos abiertos unos segundos, hasta que reanudó sus palabras: -Os estuve escuchando un día entero, tras un muro escondido de la Sala del Trono. Pude oírlo todo. Vi dos facciones delimitadas: Sandor y Tyrion, Jon y vos, lord. El resto parecían mantenerse al margen tan inocentes, tan culpables. Linchasteis al Perro, y resultó no ser rabioso. Así que fui a por vos, quizás el resto se ocupasen de mi hijo... Jon. Yo... ni en la muerte puedo ofender así a los Dioses. Sin embargo, me equivoqué, o eso parece. Ahora somos dos. No hay sangre en nuestras venas, no hay fuego en tu cuerpo, ahora nos mueve el hielo. Y el hielo está por encima de ofensas y aspiraciones al Trono. Así que cuéntame. No lo entiendo, ¿por qué os hallabais enfrentados si ambos sois no culpables?

Stannis estuvo a punto de sacar a su espada Portadora de la luz para hacerle ver su error. Aún en ese estado, una espada mágica podría hacerle daño. Pero decidió resignarse, su nuevo estado le dejaba extrañamente calmado, y explicar lo que ya había explicado miles de veces, estando vivo, a Eddard.

-Vuestro bastardo es un mentor, en maldita la hora decidió considerarme a mí como su pupilo. Por eso lo defendí. Ignoro como adquirió el poder, él dice que se lo copió a Meñique y que me eligió a mí porque estaba demostrada mi inocencia y quería un aliado del que fiarse. A mí me pareció creíble, porque encaja con la muerte de Meñique que él usara su don ese mismo día. En cuanto al enfrentamiento entre el perro, el enano y nosotros dos...

Hizo una pausa. Le cansaba hablar, prefería beber jarras de licor con su hermano aunque lo detestara a no volver a estar vivo nunca más.

-... No voy a negar que es una opción que Jon por alguna extraña circunstancia pueda ser mentor y malvado, en ese momento creía que no, por eso actué contra el Perro, contra el que ya actuaba antes de que Jon me acogiera como pupilo. Ahora que sé que era inocente, no sé que pensar... pero también hay otra explicación. Que el enano y Perro confabularan para que su casa prevaleciera ante otras, una siniestra y poderosa alianza entre un traidor y alguien que puede saberlo todo sobre otros. Es algo rebuscado y no explica cosas como qué pensaban hacer cuando se viera que jon era inocente, pero el día de hoy hace que esa teoría vuelva a tener sentido. El enano ha aparecido pero ha evitado decir nada sobre su poder, ni siquiera si ha copiado o no al Perro o si ha espiado el corazón de alguien esta noche. Si realmente fuera de los buenos habría espiado a la única persona de la que no sabemos nada, Robert, y lo habría contado nada más llegar si era malvado o no... pero ha decidido callar, como si no pensara decir nada hasta que le pregunten y pensarse mejor la mentira.

Por último, volvió a mirar a Stark con sus ojos más fríos que el hielo.

-La cosa está entre Jon y el enano, no hay más opción, está claro que uno de ellos es culpable. En cuanto a aliados, si Jon es traidor está solo, si es el enano... Robert podría estar con él. No tendríamos esa duda si hubieras matado a tu hijo o al enano esta noche.

Stannis no aguantaba mucho a Stark de vivo ni tampoco de muerto. El tipo seguía con el miedo a las antiguas maldiciones de matar a un miembro de su misma sangre... como si no estuviera ya maldito con ese cuerpo carente de vida.

Era cierto. Portadora de luz, como fuego que era, seguramente podía herirle e incluso destruirlo para siempre. Pero de haberlo esgrimido no conseguiría leer miedo en su rostro, así que habría sido un placer vacío, y ambos sabían tenían otros cometidos por delante.

En cuanto a Meñique sabía que aquello era cierto y así lo dijo, pues a él le había tocado ser el pupilo de Petyr. Parecía que la maldición del mentor tornaba a todos los subyugados en muerte. Ned, sabía con certeza que aquello le había condenado a ojos de Arya dado que no pudo votar a Baelish en acorde mutuo con el resto de la Casa, pero aquello no tenía importancia ya. Asintió y siguió escuchando lo que tenía Lord Stannis por decir.

Pensó en cuando la posibilidad de que Sandor y Tyrion hubiesen mirado para su propia casa. En ese caso, rebeldes al Trono o no, eran igualmente traidores. Era una posibilidad nada desdeñable, entendía las sospechas de Baratheon y en parte empezó a compartirlas, aunque carecían de sentido pues estaba claro que el "gnomo", si ese había sido su juego, no lo ganaría.

-Como estaban las cosas habría sido un juego muy complicado por no decir imposible. Mirar tan solo para la casa... Pero, ¿quién sabe? Los Lannister siempre han sido más serpientes que Leones. Bien pueden ser rastreros pero no son necios, difícilmente podrían haber llegado a quedar solos ellos dos entre los que quedábais. Deberían de haberlo visto.-

Luego prosiguió en cuanto le había dicho. Hizo cuentas dejando a un lado Tyrion y Jon, si uno de ellos era culpable seguramente se sabría al siguiente linchamiento, aún así las cuentas no cuadraban. -¿El único que no se sabe nada es Robert? ¿Cómo puede ser eso? ¿Qué son Hodor y Olenna? ¿Cómo lo sabes?

No sabes nada, Eddard Stark... estuvo a punto de decirle al que antes fue lord de la casa de Invernalia, pero prefirió contestar sin más.

- De Hoddor estoy casi seguro de su inocencia. Hace unos días, en cuanto puse su nombre como sospechoso se alteró demasiado, y finalmente me explicó, en su extraña forma*, que él era un mentiroso, que el voto que veíamos no reflejaba su voto real. Según parece votó a Bryden la tercera noche en vez de a mi hermano Robert, como todos creíamos. Eso explicaría el desempate que hubo esa misma noche, en como Bryden murió aunque parecía haber empate en las votaciones. Como nadie más dijo tener un poder similar al que él decía tener, yo le creí y sigo haciéndolo.

Pasó al tema de Olenna. De ésta no estaba tan seguro de su inocencia como del bonachón gigante, pero aún así habían cosas que cuadraban.

-Sobre la vieja de las flores ya albergo más dudas. El Perro, hace unos días, cuando nos explicó a todos su habilidad reveló cual era mi don, con exactitud- miró a Stark. Si también hubiese espiado ese día a los vivos, posiblemente no le hubiera matado- y también dijo que Olenna era una persona que podía matar a otra al morir ella. Ahora sabemos que los poderes del perro eran ciertos, aunque seguimos sin saber del todo si tenía más lealtad con su casa que con los demás. Mi teoría es que Sandor quería ganarse la confianza de todos y dijo la verdad sobre los dos, aunque si colaboraba con los traidores no se puede descartar del todo su culpabilidad- no es que Stannis sospechara demasiado de ella, pero no le gustaba ser incauto- Tampoco nadie ha dicho tener el mismo poder que ella, lo que le hace menos sospechosa. Sin embargo, mi hermano Robert sigue desconfiando de ella. Le pregunté si era porque tenía el don que Olenna dice tener, pero no me dijo nada, no quiere hablar de su poder, si es que tiene uno... por lo que estamos en las mismas.

Stannis finalizó.

-Lo que hace que, o bien el perro y el enano digan la verdad y solo quede Nieve como villano, pues sé por sus hechos y acusaciones que es poco probable, por no decir imposible, que Robert esté aliado con él de ser Jon un asesino. O que el enano sea un traidor y esté solo o acompañado por Robert, o en su defecto, Olenna.

A Stannis no le cabían más posibilidades.