-Pues lo entendí mal, confusione. Creí haberlo oído decir justamente eso aquí mismo, quizás lo confundí con lo que nos cuenta del señor ese, Sir Gustave, o lo que quiera.^*- Opinó insolente e indiferente, a la vez que se encogia de hombros como si aquello le diera igual, pues su amada tenía razón, estaban allí, muertos y nada se podía hacer al respecto, así que el hecho de que lo creyeran o no cuando presentaba los hechos acontecidos el día anterior, le importaba más bien poco.

-Y que se dio un paseo alegando "haber quedado con un caballero" que no se presentó, también se lo puedo asegurar al menos erámos varios ahí en la biblioteca para oirlo. O es usted asesino o es fiambre y no lo sabe. Y a mí que más me da- Concluyó.

Entonces saludó al recién llegado, casi riéndose. -Benvenuto, hombre pase, pase. Como dice nuestro amigo el señor  Crowden, sitio hay para todos. ¿Ha llegado usted aquí por cortesía del buen doctor? Creo ricordare que algo dijo de haberlo visto cuchichear con esa chica del servicio. ¡Juh! Parece que es una actividad social muy común en la Isla de Negro.

Se rió y dijo tomando la mano de aquella joven para depositarla en su brazo tras impregnar un suave beso en ella. -Vamos mia caro, ¿no te apetece tomar un paseo y ver un poco todo eso? La eternidad es demasiada corta para pasarla rodeada de tanta gente.

-No amigo mio- Responde Alfred a la bienvenida dada por Benoni- En mi caso fue mi corazón el que me la jugo, pero tampoco me extraña ya tenía una edad y con la maldita tensión de estos dos último días, al menos ya no estoy a las ordenes de nadie ...por cierto ¿Que decía usted sobre el doctor?

Niega con la cabeza a Fausto, tranquilo. - No pasa nada, señor Predatore, entiendo que esté nervioso. - Le resta importancia al malentendido. - Hola. - Saluda dudoso al mayordomo. Conoce la extrañeza de su muerte, pero no se atreve a hablar de ello. - Como ve, señor, no mentía. Estoy aquí y allá a la vez. Quiero llevar las mejores palabras arriba para que abandonemos esta puta isla con vida. - Dice decidido llevándose un vaporoso puño al corazón. - ¿Tiene alguna sospecha? ¿Algo que anoche no se atreviese a revelar por precaución?

Apacibles almas de la Laguna de las Sirenas, la perturbación que precede a la llegada de una nueva alma comienza a producirse, pero sólo uno de vosotros podrá aprovecharla para regresar al mundo de los vivos.

Al acabar la noche, algo extraño sucede.

Parece que la perturbación de las aguas que precede la llegada de un alma comienza a producirse. Pero justo en ese momento, el fantasma de Martin Crowden pierde el sentido y se deja caer de espaldas en la Laguna. Entonces permanece, sin hundirse más de un palmo, boca arriba pero sumergido. Los brazos cruzados sobre el pecho, sus cabellos desparramados como una aureola alrededor de su cabeza, sus ojos cerrados y no reacciona bajo ningún estímulo.

Entonces llegan a la Laguna dos nuevos inquilinos del lugar. Uno es conocido para vosotros: Frederick Von Baach. Su cara es un poema, como si hubiera llegado aquí después de haber visitado todos los infiernos existentes y alguno más que han estrenado con él. También llega un Alma en Pena, que no podéis reconocer, pues su cara no es nítidamente humana. No sabéis qué hace allí ni de donde procede.

En esta isla no todo es terror y crujir de dientes, también tiene lugares hermosos y apacibles para retirarse a descansar. Y dónde mejor dirigir las almas que a un lugar de ensueño como éste.

La laguna de las sirenas. Donde las almas de los muertos van a morar el descanso eterno y donde se pescan buenas carpas, con el anzuelo adecuado.

Llega aquí tu alma condenada. Te encuentras con las otras almas que ya moran allí, las pertenecientes a Benoni Fausto Predatore, Ágape Stolness, Martin Crowden y Alfred Dyle.

También hay una presencia entre la bruma que los muertos no distinguen del todo bien. Se diría que es un hombre, pero su consistencia es distinta, como si no estuviera en este mundo. Como si permaneciera en un plano a medio camino de los dos mundos. ¿Quién será?

Evento Diurno en la Laguna

Lo etéreo de vuestra existencia es aburrido y sin sabor. Por ello, queréis volver a la vida, pero no es fácil. Ansiáis poseer a alguno de los presentes y, de esa manera, sentir nuevamente el privilegio de estar vivo.

Para volver a la vida, necesitáis el catalizador de una muerte. En ese momento la puerta se abre, por un instante pequeño, casi imperceptible. El día sigue siendo propicio para ello. Quizá alguno de vosotros podría aprovecharlo para volver y adueñarse del corazón más arrabalero de los huéspedes, que lleva demasiado tiempo en silencio.

El momento en que Martin se cae en la Laguna prueba inútilmente algún modo de reanimarlo o llamar su atención. Nada funciona. Cuando comprendo que es inútil, se fija en las dos nuevas presencias de ese alma en pena y del violador. La del alma en pena es perturbadora sobremanera, y la del violador, aunque se lo merezca, no le alegra. Ninguna muerte podría contribuir a su alegría. 

- Mal viaje. De cierto modo, lo lamento... - Dice a Frederick. - Pero espero que haya sufrido tanto como ha hecho sufrir. - Afila su mirada y repara con precaución en el alma en pena. - Tú... ¿quién eres? ¿Qué eres? - Pregunta extrañado.

Me noto raro...ligero.."etéreo"..No sé como describirme. Poco a poco percibo lo que me rodea. No sé si debiera decir que veo...porque ni siquiera estoy seguro de que tenga ojos...De repente algo resuena dentro de mi. Quizá hubiera sido correcto decir que oigo algo, pero no sé si tengo oídos.

Pues...eso quisiera yo...saber quién o qué soy....

Yo voto por Yvette Mercier

Ok.

Piensa que puedes dar dos nombres. No hace falta que me des el otro nombre ahora.

Lo sé...era el que tenía claro...jeje luego te doy otro.

Al escuchar al mayordomo, el “empresario” se detuvo y se giró: -¿Su corazón?- Se rió como si aquello fuera un chiste. –Y yo que pensé que tan solo éramos víctimas de almas sedientas de sangre… supongo que la tensión lo pudo.- Dijo encogiéndose de hombros y echando de menos un cigarrillo tras el que ocultar sus burlas o brindar con ellas. –Un hombre nervioso. Peor para usted.- Sentenció. –Aunque mucha lástima no me va a dar a mí, pues como ve, todos acabamos a un mismo sitio. –Se rió y desplegó sus brazos cual director de circo: -Al menos el lugar es bonito ¿No creen?- Terminó su conversación no faltada de sorna con el pobre Alfred.

Luego dejó que conversaran el sr. Barrow que no era el señor Barrow y él. Pues poco más tenía que aportar y si lo creían o no ya no era cosa suya, los hechos los había contado y de nada servía repetirlos. Quizás fuera por eso que los muertos no cuentan cuentos, argumentó para sí mismo.

Llegaron los nuevos visitantes, uno reconocible y el otro no. Le sorprendió la actuación de míster Crowden pero no le afectó lo más mínimo, quizás no era de su gusto su nueva condición, y eso que él estaba de lo más cómodo, ni siquiera notaba ya su afección de oído.

Se giró hacía los nuevos recién llegados y les dedicó una mirada algo altanera, sintiéndose privilegiado por llevar más tiempo en ese lugar. –Benvenutos, pasen, pasen.- Se giró a aquél ser amorfo. -Usted mi señor tiene una pinta muy desmejorada. No le habría hecho ningún daño dormir un poco antes de venirse. - Se burló. Y finalmente dedicó la otra mirada para el rubito alemán: -Si me hubiesen dejado apostar, caballero, habría acertado en decir que usted sería el siguiente.- Estaba claro que alguien estaba purgando los seres más despreciables de aquella pequeña sociedad, y sí, se incluía a la definición en su propio pensamiento. –Quizás no debió regocijarse tan abiertamente de la desdicha de esas pobres niñas a lasque ni siquiera Dios quiere saber que les hizo. Lo que me fastidia es que nuestros verdugos me creyesen peor escoria que vos. ¿Dónde se ha visto? ¡Jamás me manché mis manos! Y nunca fue por placer. Lo mío, solo fueron negocios.- Se excusó, no diremos si acertadamente.

 –¡Oh, sí! Lo sé, lo sé. Sé lo que piensan. Me juzgan y dirán que soy mucho más vil que ustedes, pero recuerden algo, jamás toque mia familia, ni mia madre, ni mis fratellis, ni siquiera mis amigos… A ver cuantos de ustedes pueden decir eso mismo.- Se rió y con la mano de la dama colgada de su brazo se dispuso a dar una vuelta. 

También en este nuevo día, vuestra voluntad hará mella en el mundo de los vivos que habéis dejado atrás. Como hicierais en la ocasión anterior, podréis depositar una elección, un voto, en busca de estirar un alma viviente hacia este lugar.

El voto es secreto y sólo sabréis el resultado final de la elección.

Esto no os aporta ningún beneficio directo, más que el saber que aún podéis influenciar en el más acá, lo cual no es poca cosa para vuestra situación.

Voto por Yvette y Owen.

Y mi apuesta es la misma. Yvette y Owen

Levanta las cejas o lo que se pueda ver en ese estado etéreo ante la bronca del señor Predatore a Von Baach. La verdad es que el historial de ese individuo merece eso y el infierno, pero parece por su expresión que ya sabe de qué va eso. - Tranquilo, Fausto. Todos hemos hecho algo, creo que nuestra moralidad es distinta a la de la media... Aunque, lo de este tipo... - Finaliza dándole la razón con una mueca. - Aún así, podría haber castigos peores que la muerte.

Dedica una mirada de incomprensión a ese alma. - ¿Recuerdas algo? Me llamo Wesley. Ellos están muertos, pero yo no. ¿Tú? ¿Vienes de la mansión?

El nuevo visitante no me sorprendió en absoluto. Bueno, quizá, un poco, pero como yo no podía hacer nada desde aquel mundo en el que nos encontrábamos, simplemente, le hice un gesto de bienvenida, ignorando las demás diatribas de los que estaban hablando.

No me apetecía entrar en debates filosóficos acerca de la vida, la muerte o lo que nosotros podíamos llegar a hacer ahí. Tampoco recibíamos mucha información de lo que estaba ocurriendo en la casa, por lo que mis preocupaciones, ahora mismo, si es que existía un ahora, era tomar el brazo de Fausto, y dar aquel paseo que tan tentador se me antojaba.

—Sí, vamos a pasear— respondí, sonriente, pensando si aquel mundo tendría paredes, obstáculos o, en fin, alguna barrera que nos impediría caminar hacia donde quisiéramos. Ya que estábamos muertos, bien podrían dejarnos a donde nos placiera.

No me importaba quién era ese desconocido al que apenas se le veía el rostro. Quizá, fuera como Wesley, y también estuviera en dos mundos a la vez. Pero, como era una suposición algo estúpida, preferí no decir nada. Me encogí de hombros, sonreí, y miré a Fausto.

—Vamos, vamos— lo insté, divertida. 

Pues, para las votaciones, elijo a Eleanor Morstan. 

En cuanto a quién creo que va a caer en las votaciones, como no tengo ni idea, pues te digo dos nombres al azar y haré mi apuesta :P Eleanor Morstan, y Everet Schuls.

Ale, la suerte está echada :D 

XDDXXDX