Partida Rol por web

Mi voto: Margaret Beddingfeld

Por cierto no podria ir a visitar a alguien a su cuarto verdad?

Veamos, a menos que me haya descontado, durante el día no has recibido ni emitido ningún sotto-vocce, por tanto sólo tienes derecho a un Paseo Nocturno, que has gastado en ir al salón.

Si tuvieras más Paseos, podrías ir tranquilamente a la habitación de cualquiera y hablar con él o ella.

Recivido, era una duda, pensar que visitar zonas privadas estaba exento de los paseos o no.

Por lo que estoy leyendo en el salón, nadie parece a verse percatado que había dos grupos de negritos, donde en un lado eran 10 y en otro 4... O soy yo quien estaba confundido?¿ :O

Es como tú dices.

:D

Como hicieras otras noches, te levantas cuando todos duermen con tu querida soga de la justicia. Hoy caería Prudence Bennet, pues es más que evidente que es una asesina despiadada y eso no puede continuar así.

Por ello te deslizas hasta su habitación. Abres las puerta sin problemas y allí está la mujer, durmiendo en su cama.

Cuando estás a punto de lanzarte sobre ella, la mujer se despierta y te mira. La penumbra es casi impenetrable, pero no puedes arriesgarte a una pelea o reacción inesperada. Descargas sobre ella un importante puñetazo que hace que la Jefa de Enfermeras pierda el sentido una fracción de segundo, lo que es suficiente como para saltarle encima y ceñir tu soga a su cuello.

El resto es casi rutina, aunque esta vez has estado cerca de ser descubierto.

Un ruido te alerta mientras duermes y te incorporas asustada. Ves a la cabecera de tu cama la silueta de un hombre que se abalanza sobre ti. No puedes distinguir nada más, por culpa de la penumbra de la habitación. Antes que puedas reaccionar, tu asaltante descarga un potente puñetazo sobre tu mandíbula, que hace que pierdas el sentido una fracción de segundo. Ese momento, lo aprovecha para deñir una soga a tu cuello, impidiendo que puedas gritas, pues no puedes respirar si quiera. Al cabo de treinta segundos, la presión que impide que la sangre suba al cerebro, hace que te quedes sin sentido.

No es tan mala muerte, después de todo.

Tras acabar el trabajo, Penny regresa a su habitación y tú estás a punto de hacer lo mismo cuando decides, como en un arrebato de locura, ir a hacer una visita a Prudence.

Vuestro amor es confeso e imparable, no te imaginas la vida ya sin ella y no puedes esperar a tenerla entre tus brazos. Sabes que ella también lo ansía y no hay razón para postergar más el momento.

Sonriendo, satisfecho de tu elección y con la moral subida por el trabajo bien hecho, caminas por el pasillo hasta la habitación de Prudence.

La puerta se abre con sólo empujarla y entras. Te acercas a su cama y quieres ponerle una mano encima para despertarla con una caricia, pero algo va mal. No se mueve. No respira. La sábana está demasiado revuelta.

La llamas. No responde.

- No, no, no, no.... - No puede ser. Era el amor de tu vida. Sabías que todo lo soportarías por ella. Y ahora te la encuentras así. ¿Tan difícil era acabar el trabajo y vivir felices?

Esto sería insoportable. No querías vivir sin ella. La viste allí. Te viste a ti, derrotado. Vista la pistola que aun sujetabas en tu mano. Desenroscaste el silenciador, apoyaste el cañón en tu sien y, con el primer rayo de sol que atravesó la ventana, apretaste el gatillo. Todo se acabó.