Partida Rol por web

[HLdCn] Asesinato en el Orient Express

El Cenicero

Cargando editor
13/11/2014, 18:39
Ada Birdwhistle

Sin levantarse, Ada dejó que sus ojos tristes se posaran sobre el señor Lowell. - ¿Y eso de qué me sirve? - Preguntó con tono derrotado, encogiéndose de hombros. - No sé si fue usted, su amante, o los dos juntos, pero sé con seguridad que al menos uno de ustedes me ha matado. No traten de consolarme después de matarme. Por su culpa ya no voy a poder crecer. - Su voz se quebró un tanto, pero la niña continuó hablando con ese exagerado dramatismo tan propio de la infancia, pero que nunca estuvo tan justificado como en ese momento. - Nunca voy a poder usar medias o vestidos con corsé. Ningún caballero me admirará y cortejará. No me convertiré en una hermosa señorita, ni podré casarme o tener hijos. Nunca seré una gran detective como decía mi padre que sería. 

La mirada de la pequeña no se había apartado ni por un instante de la del hombre. - Yo no voy a saber nunca que se siente al enamorarse como ustedes. - Hizo una pausa y con la mano señaló a su alrededor, a ese lugar cálido y acogedor donde todos seguían atrapados. - Y ni siquiera aquí, donde ya todo da igual, son capaces de admitir lo que hicieron o explicar qué les movió a ello. 

Cargando editor
13/11/2014, 23:52
James R. Otterbourne.

- Estoy hasta la polla, aquí no puede uno ni ligar tranquilo...todo por una niña llorona.... (mira a la monja) Anda... callese a ver si vamos a desviarle la cabeza..... con tanta tontería sobre dios.... Joder está claro que no existe, si nó estaríamos aquí todos.

Da vueltas por ahí sumamente molesto.

- Puñetera niña repipi, todo por tu culpa... por tu culpa hay todo esto montado.... ojalá hubiese sido yo quien te hubiese clavado ese puñal....te lo habría clavado bien fuerte en la cabeza. Ni intentar consumar puede uno cuando está cerca.

Luego se revuelve y señala a Lowel  y a Elga

- Vosotros no sois mejores, me alegro que hayais caido.... bastardos traidores....me sacrificais por la Causa... para qué? para acabar aquí?... sois unos inútiles. Devisteis haber matado al Revisor! está claro que él es el traidor desde que hizo esa cosa tan rara cuando investigaban el cadaver de Stillton... pero a quién le importa? mientras tenga salchica irlandesa o unas agujas para hacer "choché" de ese.

Se voltea y se va para una esquina.

- ALA MIERDA TODO ya hombre!!!!,..... Y yo no soy Otterburne Joder, ese es un estúpido profesor adicto a los burdeles que por sus vicios se quedó en Turquía.

 

.....  al menos aquí hay whisky ectomásmico que calma el mono.....

Acaba diciendo con resignación

Cargando editor
14/11/2014, 00:25
Fraulein Rottenmeier

- ¡Caray! ¡Qué carácter! - Dijo abanicándose, nuevamente, inútilmente. - Cálmese, James. ¡Qué hombre! - Exclamó con un suspiro. - Toda mi vida dedicada al recato y al decoro, ¿para qué? Para acabar aquí, entregada a las brasas. Pues mire bien qué le digo del recato y el decoro ése. - Se fue para Otterbourne, o como se llame, y le plantó un beso en los morros.

Cargando editor
14/11/2014, 00:38
James R. Otterbourne.

Le sigo la corriente.

 

Cargando editor
14/11/2014, 09:29
Sor Lorenza

Miro con cierta pena al señor Otterbourne. Ha intentado impresionarnos con sus alteradas palabras y parece que en la institutriz ha surtido efecto. En mí ni mucho menos, se que nuestro señor al final hará justicia y que más de uno acabará en las llamas del infierno. Continuo rezando por el alma de Ada.

Cargando editor
14/11/2014, 21:09
Lorens Stiltoon III

El joven Stiltoon quien se ha mantenido alejado de todo desde que llego al cenicero, no pudo hacer otra cosa que sorprenderse al ver como algunos parecían indignados por la relación entre dos hombres, sin duda no habían leído demasiado, pues entre la larga lista de personalidades de la historia actual, muchos de ellos eran claramente de tendencias laxas, como la homosexualidad por ejemplo.

Pero no seria él quien les diera una lección de moralidad, después de todo de que sirve, estando muerto, como de que sirve enfadarse o estar molestos con los vivos. Eso pese a quien pese ya era cosa del pasado. Y es que Lorens entendió rápido que ya nada o nadie podía sacarlo de allí por lo que ser un espectador y poco mas estaba bien para él, ya no le importaba saber si aun quedaban o no asesinos, después de todo el nunca podría vengarse de su verdadero asesino, El señor Poirot. Un hombre claramente malvado que se dedico a eso de la investigación y crimines para poder cometer los suyos propios y saber librarse de ellos, con su retorica o invenciones. Así es como pensaba ahora Lorens el heredero varón de los Stiltoon.
-No cabe duda que los únicos supervivientes serán el y su mujer, un par de hienas carroñeras que no dudan en usar al resto de peones.

Era cierto que ya no le importaba nada, pero ver la reacción de aquel asesino, sin duda le saco una sonrisa y mas cuando parecía tan indignado por el amor y traición de los amantes.
-Al menos disfrutaremos de un teatro.-Comento aludiendo con un ademan de cabeza a Otterbourne en su locura particular.

Cargando editor
14/11/2014, 21:59
Eleanor Bow

Sonríe a Ada. ¿Algo que sepa a chocolate? Ciertamente, el chocolate era algo que había aborrecido en ese viaje de tanto escuchar pedirlo. "Algo alegre..."

Justo acaba de afinar su instrumento, cuando de repente, el señor Otterbourne tiene un arranque de... locura, sinceridad o una mezcla de ambas cosas y estalla a gritar escupiendo mil demonios. Eleanor no se gira, pero imagina a Sor Lorenza santiguándose con gestos rápidos, estrechando su rosario cuando aquél le habla. Tras atacar a Ada, la intérprete le abraza de modo protector y clava su mirada en el señor Otterbourne, sorprendida, furiosa y asqueada. No tenía ni idea de tratar con niños, pero visto el panorama, no pensaba separarse de la pequeña a no ser que ésta quisiera. Había sufrido demasiado como para tener además que aguantar ese torrente desvocado de violentas intenciones.

Lo último que esperaba era ver a Fraulein besarle. Queda tan asombrada que permanece totalmente incrédula e inmóvil durante unos segundos. Luego coge de la mano a Ada y le pide que la acompañe lejos de allí, ocultándose en otro lado más apacible entre la bruma.

-No te preocupes, Ada. Este idiota nada puede hacerte ya. La mirada gris de Eleanor refleja sinceridad y confianza. Además, antes tendría que vérselas conmigo y... mi ejército de fantasmas! -le guiña un ojo con complicidad.

-Por cierto -dice cambiando de tema con un tono de voz divertido- ¿Has escuchado eso? Parece una mosca. Se para en seco manteniéndose alerta unos segundos y luego se sienta. O, tal vez, un abejorro! ¿Qué podrá ser? Escucha a ver si lo adivinas... Tras mantener un instante la intriga, un sonido surge dibujando un camino entre la niebla.

Notas de juego

Tarda un rato :_) pero poner otro con aplausos no era plan xDDD

Cargando editor
14/11/2014, 22:52
Ada Birdwhistle

La boca de Ada se abrió horrorizada al escuchar la forma que tenía el señor Otterbourne de referirse a ella, pero más terrible fue aún ver la reacción de su institutriz. La pequeña no pudo evitar sentirse absoluta y completamente traicionada. Se suponía que esa mujer la protegería y cuidaría de ella... Pero cuando un tipo la insultaba de aquella mantera horrible ella... Ella lo besaba

- Fraulein, pero él la mató... - Dijo en un hilo de voz, prácticamente inaudible. Tal vez era por su corta edad, pero no comprendía en absoluto lo que estaba sucediendo ante sus ojos. 

Por suerte Eleanor intervino y la apartó de aquella imagen que se presentaba como la más dantesca de las pesadillas para la niña. Al escuchar a la mujer Ada parpadeó y la miró, abriendo mucho los ojos y conteniendo la respiración durante un instante. - ¿Tiene un ejército de fantasmas? - Preguntó, con la curiosidad aguijoneando su pecho. - ¿De verdad? - Parpadeó de nuevo y miró a su alrededor, como esperando ver aparecer un grupo de gente armada obedeciendo las órdenes de la señorita Bow. 

Y al escuchar sus últimas preguntas aguzó el oído, tal vez esperando escuchar un ejército de fantasmas ululando. Cuando la melodía apareció surcando la niebla la pequeña no pudo evitar reír a pesar de todas las emociones que la habían asaltado durante ese día -o tal vez a causa de ellas-. Sentir la risa moviendo su pecho fue un alivio inesperado que liberó gran parte de la tensión a la que había estado sometida y se dejó caer junto a Eleanor, dando la espalda a su institutriz que había decidido besar a su asesino. - Creo que es su ejército de abejas fantasmas. - Dijo, con una sonrisa en los labios. - ¿No es así?

Cargando editor
15/11/2014, 10:45
Elga von Hollard

Finalmente mi expresión pl,acida se quiebra con la intervención de Otterbourne al que miro con verdadero disgusto

-desde luego señor, no esperaba que tuviera usted tan poco caracter y una dedicación tan corta. Supongo que es lo que ocurre cuando permiten unirse al partido a arribistas sin convicción. Lamentable-

Tras lo que le doy la espalda, sin mas interes en el sujeto en cuestión. Afortunadamente Eleanor y su chelo dan una fuente de distracción, con una excelente interpretación del vuelo del moscardon que aplaudo cuando acaba

-excelente, Fraulein Bow, excelente-

Pero la música me hace recordar a Herr Götze, al que miro de reojo antes de suspirar con tristeza

Cargando editor
16/11/2014, 11:26
Ferdinand Friedman Götze

El Vuelo del moscardón me despierta plácidamente del sopor que me había entrado tras las primeras horas en este purgatorio, y que había derivado en una reconfortante siestecita. Está bien saber que también en el mundo de las almas hay momentos para mantener las buenas costumbres adquiridas.

El caso es que esto está ahora abarrotado y parece que el ambiente tenso entre algunos de los ocupantes de este lugar. Entre las nuevas almas está la pequeña Ada -o sea que, finalmente, no era una de las culpables como, en algún momento, yo mismo había llegado a creer. Menudo ojo tengo.- y también la oronda compatriota con la que compartí mesa mi penúltima noche con vida.

Me acerco a ella.

- Completamente de acuerdo. -convengo con ella.- Una interpretación excelente, hasta el punto de que nos puede hacer creer que realmente estemos en el cielo. -aplaudo reverentemente a la concertista.

Y ahora, sra. Von Hollard… Elga, olvidémonos del pasado que, a fin de cuentas, nada nos va a aportar ya. -sonrió afablemente- Pero, por favor, satisfaga nuestra curiosidad, o, al menos, la mía propia.

¿Por qué, Elga? ¿Qué es lo que pretendían ustedes con esta masacre?

Cargando editor
16/11/2014, 18:06
Elga von Hollard

Las palabras de mi admirado Herr Götze me hacen recapacitar para finalmente negar con la cabeza

-¿que pretendiamos con esta masacre? nada. La masacre ha sido el resultado de la brutal política de la compañía del Orient Express y la presión de ese perro de presa, Poirot. Nuestra misión era acabar con un traidor al partido que escapa en este tren con unos importantes documentos. Algo que debería haber sido relativamente incruento. Cuanto desperdicio-

Sin nada que hacer en este purgatorio me levanto y paseo con los brazos cruzados

-de todos modos supongo que pronto acabará todo.-

Cargando editor
16/11/2014, 18:19
James R. Otterbourne.

Hasta que narrador lo estime oportuno yo me aprovecho..........

 

.....

Danger! Danger! High Voltage!
When we touch, When we kiss

When we touch

......

Fire in the disco
Fire in the gates of hell

....

Cargando editor
16/11/2014, 21:50
Director

Tras caer en la calidez acogedora de las llamas del horno de la máquina del tren, el señor Poirot se encuentra en un ambiente infernal pero, a la vez, agradable. Un vaho etéreo que desdibuja el significado de las llamas y entre el cual puede entrever otras ánimas que se reúnen allí.

La silueta de otras personas conocidas, además de las suyas propias, se recortan en la bruma y la imagen distorsionada por el calor.

                    

Notas de juego

Phineas, ya puedes actuar por aquí.

Cargando editor
17/11/2014, 18:03
Phineas Poirot Lansbury

Fría. Le encontró arrastrándolo tan solo a mitad del camino entre la pesadilla y la realidad. La hoja la notó fría abriéndose paso entre su piel, desgarrándola, junto con sus músculos y sus huesos. –YaaAAaaaargh…- Tan solo un gemido ahogado. Pero, ni en aquél estado de somnolencia su dolor se vio apaciguado. Lo sintió como depredador voraz devorándolo, como cristales metiéndose en su ser y extendiéndose hasta las yemas de sus dedos y los nervios de su cabeza. Tormento indescriptible e inefable.

Ante aquél ataque en el que estaba irremediablemente indefenso, reaccionó antes su entrenado cerebro, que su adormecido cuerpo, que chillaba tan fuerte por dentro que sus pensamientos podrían haberse visto ahogados. Sus conocimientos de anatomía le decían con exactitud donde afectaba ese cuchillo según mordía y supo que su muerte era cierta incluso antes de que ésta le besara con sus gélidos y desnudos dientes.

Luego, notó derramarse, notó enfriarse, hasta que, sencillamente, dejó de notar nada. Oscureció. Y luego, el previsto vacío.

~

Pero por el contrario de toda creencia, de todo lo que le habían enseñado y de todo lo que había aprendido y de toda la ciencia de la que se había vestido en vida: tras el vacío, el olvido no llegó. “¿Cómo?”

Comparable a un viaje astral, se vio a la vez fuera y dentro del cuerpo, pero sin tener ningún control del mismo.

Voces, rostros velados, y el luto de su esposa. “Bey, mi pobre Abbey”. Podía vislumbrarlo todo, aún prácticamente desnudo de sentimientos. Frío, pero sin percibirlo.

Le sorprendió el alba como la luz de una hoguera que abrasaba su cuerpo, y sus propios ojos y ni aun así perdió la visión.

¿Qué horror inimaginable era aquél? ¿Qué grotesca y dantesca pesadilla había concebido el destino para él? ¿Qué broma le sorprendía danzando ante su vista?

Lejos de poderlo asimilar, lo inconcebible se agravó.

La cenizas se elevaron y se tornaron en humo negro que ascendía por la chimenea del tren para luego volverse en nieblas se extendieron, que se mezclaron en su ser, que lo convirtieron en uno más, que lo rodeaban y lo abrazaban para emprender y bocetarse en las formas de los fantasmas del Orient Express, aquellos a quienes había castigado, a quienes que no pudo salvar, y entre ellos, destacó una niña, menos alta pero más brillante :

-¿Ada?- Susurró hecho un ovillo, alargando una trémula mano, sintiéndose desamparado y como nunca indefenso e desvalido. Como si estuviera ahí para atormentarle, para recriminarle el hecho de haberle fallado, Phineas se confesó con voz lastimera: –Lo siento…

Cargando editor
17/11/2014, 19:10
Ada Birdwhistle

En aquel lugar, que resultaba cálido y acogedor a pesar de lo que significaba encontrarse en él, Ada se encontraba sentada en el suelo junto a la señorita Bow y su violoncello. La pequeña daba la espalda a su institutriz, cuyos labios besaban al señor Otterbourne y contemplaba a Eleanor con una sonrisa expectante en los labios.

No se percató de la presencia del señor Poirot hasta que escuchó su voz llamándola, que hizo que se levantase como un resorte.

- ¿Señor Poirot? - Preguntó mientras se acercaba al hombre a pequeños pasitos hasta llegar a su lado y arrodillarse junto a él. - Oh, señor Poirot. Suponía que vendría pronto pero... Siento que esté usted aquí. - Dijo, extendiendo sus bracitos hacia el hombre para rodear su cuello y abrazarlo.

Cuando lo soltó lo miró, ladeando un poco la cabeza, con una expresión resignada en los ojos. - No tiene que disculparse, no fue culpa suya. Es usted muy listo aunque haya sido un poco bocazas. - La niña como de costumbre no se cortaba un pelo al decir su opinión, con esa franqueza propia de la infancia que todavía no se había ensuciado al crecer por un intento de mantener las apariencias. - Debería usted haber guardado mejor los secretos, pero no fue culpa suya. Fue la horrible señora esa -dijo, señalando a Elga con la cabeza- y el del bigote -añadió, mirando al señor Lowell- y el nuevo novio de Fraulein -terminó, sin mirar hacia allí -. Y el que falta, claro. - Puntualizó, frunciendo un poco el ceño. - Pronto terminará todo. 

- Pero no se preocupe, aquí ya no pueden hacernos daño. - Anunció mientras sus labios esbozaban de nuevo una pequeña sonrisa. - La señorita Bow tiene un ejército de fantasmas que la obedecen y que nos protegerán de ellos. - Aseguró antes de girarse hacia la mencionada para buscar su confirmación. - ¿Verdad? 

Cargando editor
18/11/2014, 15:10
Phineas Poirot Lansbury

Al principio, Phineas lo contemplaba con el mismo escéptico prisma que solía observar los cuentos de viejas y niños. Incrédulo y cerrando su mente a toda percepción mística.

Al principio, todo le figuraba un sueño. Debía de haberse dormido en el pasillo, o posiblemente lo hizo a un lado de su esposa, sentados en el sofá, sin atreverse a ir a dormir en la habitación donde la presencia de la pequeña y desdichada Ada estaba tan presente.

El detective lo negaba todo, por mucho que se esforzase a despertar de aquella pesadilla.

Pero la realidad era la que era, por etérea que se prestara. Y, al final, cuando la niña se le acercó y le abrazó, se vio obligado a doblegar su razón a los hechos. Tuvo que rendirse ante la evidencia, ante la esencia de lo que había constituido, en vida, su tesis. Su naturaleza de frío observador. Una voz volvió a su cabeza. ¿No lo había dicho el señor Carmichael? "Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad." ¡Estaba en los fundamentos de la ciencia! Ajustar los hechos a las hipótesis era una soberana estupidez y un capital error.

Poco a poco, Phineas Poirot Lansbury volvió a ser él. -¿Ada?- Volvió a preguntar cuando su interrogación había sido satisfecha. -Pero esto… ¡no puede ser real!- se quejó en un último gesto de rebeldía. “Debió de sufrir mucho” Pensó. –Falté a mi promesa.- Reconoció. -Hice guardia toda la noche frente la puerta, no entiendo… no entiendo, como te sacaron de allí. Siento que…-  No quiso recordarle el dolor y el horror. Entonces, de pronto, haciendo remembranza de su esposa y a un encargo que le había confiado, anunció. –Pronto descansarás con tu padre. Lejos… lejos de aquí.- así lo había dispuesto y no dudó de que así se cumpliría.

Tras todas esas palabras que quizás poco sentido tenían, la lista de Ada con los nombres de los asesinos coincidían con sus sospechas finales. –Y, ahora, solo nos falta el señor Stinson ¿verdad?- Miró a Eleanor y bajó la vista. Lamentaba que Abbey hubiese errado de objetivo, pero seguro que ella lo lamentaría muchísimo más si nunca lo descubría. Sin poder dar crédito, volvió a observarla. Aquella mujer que en vida actuó siempre con tanta frialdad y a la que habían creído culpable. –Ada, Ada tenía razón. No fuiste tú, lo lamento.- Se disculpó mientras una duda lo asolaba:  “¿Qué quiso decir con qué la “obedecen”?”

Cargando editor
18/11/2014, 20:56
Lorens Stiltoon III

El joven ingles estaba un tanto aburrido en ese lugar, del que aun no podía comprender del todo, pero donde que ya todo le daba igual. Todo, hasta que uno de los últimos llegados fue su asesino, alguien que desde luego no esperaba ver a estas alturas.

-Vaya, vaya. Al menos se hizo justicia, lastima que quien la practique sea quien necesite también ese tipo de castigo. Me alegro de verlo aquí Sr.Poirot. En verdad me ha hecho feliz.-Le sonrió sinceramente a aquel que osó entrar en su camarote, pese a las advertencias y tras ser disparado, no solo volvió con los vivos gracias a las brujerías de su mujer, sino que mintio descaradamente para ocultar el hecho de su asesinato.
-Parece que en verdad cada uno recoge lo que siembra

-Un villano menos en el maravilloso Orient Express, ya solo queda él que tenga que venir esta tarde.-No tenia claro el tiempo en ese lugar, no tenia claro absolutamente nada, pero sabia que los vivos aun estaban acusando al ultimo de los asesinos.

Cargando editor
19/11/2014, 14:04
Ada Birdwhistle

Ada bajó la mirada y se frotó la nariz antes de hablar de nuevo. - En realidad no me sacaron, señor Poirot... - Confesó, balanceando levemente el peso sobre sus propios pies. - Yo me escapé cuando dormían para ir a espiar al señor Lowell. No quise molestarlo para que me acompañase y pensé que sería tan sólo un momento. - La pequeña frunció el ceño. - Pero me pillaron. Me encontré con esa señora y ella y sus amigos me atraparon y... - La voz de Ada se disolvió sin llegar a terminar la frase. La niña levantó la mirada para cruzar sus ojos de color miel con los del señor Poirot y se encogió de hombros con un gesto a medio camino entre la resignación y la rabia que había sentido.

Finalmente suspiró. - ¿Nos vamos a quedar aquí para siempre? - Preguntó entonces, ladeando un poco la cabeza y mirando también a Eleanor.

Cargando editor
19/11/2014, 18:41
Phineas Poirot Lansbury

-¿Saliste?- Observó atónito Phineas a aquella niña de coraje prodigioso. Aun así aquellas frases y confesiones no le consolaron puesto que igualmente demostraban que: -Así que realmente si me dormí.- Sentenció culpable de haberle fallado.

Le devolvió la mirada y la consoló con gestos. –Alea iacta est. No podemos cambiar el pasado, no obstante, visto lo visto, tampoco éste puede dañarnos. No pienses más en ello.- “No pienses más en el dolor, querida Ada.”

La pregunta de la pequeña también lo confundió “¿Quedarse ahí para siempre?” No era una perspectiva muy halagadora. Quiso tranquilizarla, pero no se atrevió a hacerle nuevas promesas que no sabía si podría cumplir. Además, todo aquello era extraño y desconocido para él y no tenía ni la más aproximada respuesta. –Sea como sea, estaremos juntos.- Afirmó en lo que sí creía saber en un intento de animarla posiblemente en vano.

La alegría y las recriminaciones que vinieron con la aparición del señor Stiltoon era la sacudida que necesitaba Poirot, para volver a ser él.

Su ira se tornó incredulidad, y el escepticismo en cinismo. –Ja, ja, ja, jajajaja. ¿Villano? ¿Qué le falta joven fantasioso para sus pintorescas acusaciones de noveleta? ¿Declarase mi archienemigo? Déjese de ficciones y fantasías. ¡Estamos muertos! ¿Acaso importan esas tonterías de opereta? Puedo entender que esté enfurecido por la confusión que le llevó a su muerte, y, hasta cierto punto, es comprensible y podría extender, o le extenderé, una disculpa por mi error de juicio instigado por su errático comportamiento y desafortunadas palabras. Pero, sus oraciones de justicia carecen de sentido. ¡Compórtese como un adulto! Estar muerto no le exime de portarse irracionalmente. Habla usted como si hubiese ido con saña y alevosía.

Suspiró largo antes de presentar su alegato. -Algunos le dirán que mentí en los hechos, que después del accidente me inventé cuentos. Pero no estuve nada lejos de explicar cómo ocurrió. ¿Mentí en algún detalle? ¡Por supuesto! Otramente... sólo mentí en el hecho de que empezamos a enzarzarnos en el pasillo. Lo demás, fue tal y como lo conté.- Eso era una realidad innegable. -Sí, es cierto. Entré en su compartimento, y es cierto que le buscaba, e igualmente cierto que iba armado (aunque eso usted no pudo saberlo como para justificar su asalto) y no lo supo hasta que no me dejó otra opción que sacar mi pistola para defenderme.

-Sí. Defenderme.- Dijo mirando a todos los presentes como quien ora ante un público o un jurado. -No fui en pos de usted para matarlo, sino para interrogarlo, o, si lo prefiere, para tener una civilizada charla entre caballeros. De resultado incierto. No digo que no fuera capaz de segar la vida de un hombre perverso, más aun si con ello salvaba vidas de inocentes, en más de un caso he tenido que recorrer a un desenlace… un tanto violento. Pero antes iba completamente predispuesto a discernir la verdad. Debería saber de qué hablo, es agente de la ley. ¿No le enseñaron nada en la academia? No me sea hipócrita. ¿Para qué van armados? Obviamente que dispararán, si no lo hizo ya y con razón, cuando un delincuente amenaza contra las personas. ¡Usted! sabe tan bien como yo, que la historia no fue como la pinta. Entré en su compartimiento, cierto. Este hecho lo oculté porque pensé que mermar la credibilidad sobre mi persona no ayudaría a la investigación. Necesitaba que me escuchasen, y necesitaba que creyeran los descubrimientos que estábamos haciendo, y que no dudasen en dar sus votos, que por otro lado, salvo sor Lorenza, fueron más que acertados. Fui y entré a su habitación, pero fue usted quien aguardaba en la oscuridad y me saltó encima. Me ahogaba y lo que resultó fue consecuencia de una pelea de dos hombres luchando por su vida. No me dio la oportunidad de hablar. Entiendo que me confundió con los asesinos y que creyó que su vida dependía de su presteza. Hasta ahí puedo entenderlo, pero no me venga aquí con la realidad distorsionada. Lo que pasó fue, ni más ni menos, que puro acto de defensa propia, igual que usted cuando me disparó. Un triste desenlace que iba a cobrarse a ambos, y así habría sido de no ser por la rápida atención y respuesta de mi esposa. Quizás antes de precipitarse debió esperar a saber quién entraba y con qué intenciones. Desgraciadamente Scotland Yard nunca brilló por su eficacia.- Concluyó repitiendo y recordando molesto. Él también se vio en un charco de sangre, y cerró con debilidad los ojos para no volver a abrirlos. No así, no le guardaba rencor, comprendía lo que ocurrió. No sentía ni había sentido orgullo por lo que había hecho, es más, en su interior había lamentado mucho el haber eliminado el que podría haber sido un posible aliado, pero no iba a consentir escuchar más difamaciones sobre si entró para asesinarlo de noche mientras dormía. O de cuánto se había hecho justicia.

–Entré para descubrir la verdad, fue mi culpa pero no lo lamento. Hice lo necesario para proteger al pasaje, igual que debió de haber actuado usted en vez de ocultarse como un cobarde. ¡¡Era policía!! ¡Debió de comportarse como tal! ¡La culpa fue tanto mía como suya!

Cargando editor
20/11/2014, 00:09
Director

Tras caer en la calidez acogedora de las llamas del horno de la máquina del tren, el señor Stinson se encuentra en un ambiente infernal pero, a la vez, agradable. Un vaho etéreo que desdibuja el significado de las llamas y entre el cual puede entrever otras ánimas que se reúnen allí.

La silueta de otras personas conocidas, además de la suya propia, se recortan en la bruma y la imagen distorsionada por el calor.

                      

Notas de juego

Jhon, ya puedes postear por aquí.