Partida Rol por web

Un nuevo día comienza, pero no es un día normal pues algo ha sucedido y es una cruda realidad, uno de los dioses ha sido arrojado al Océano desde lo alto del monte, confirmando por si quedara alguna duda en los presentes, la existencia de los conjurados.

Y como no puede ser de otra manera, cuando un Olímpico es expulsado del monte de los Dioses, algo sucede en el mundo, y no algo bueno precisamente. En este caso, como Zeus no es quién ha gestionado su marcha como en el caso de Asclepio, las consecuencias anuncian ser... nefastas.

El Olimpo ha amanecido envuelto en sombras, como si se tratase de un día de tormenta donde las nubes eclipsasen el carro de Helios en su eterna carrera surcando los cielos, sin embargo, un inconfundible brillo cegador resurge desde las Profunidades Oceánicas, el inconfundible brillo del sol que si ben no ha sido apagado, reposa en el reino del dios de los Océanos y las Tormentas.

La escena es desoladora a la par que preocupante, pues ha bastado un noche para que el propio Dios del Sol fuese arrojado de su carro y lanzado sin piedad al vacío ¿quién tenía fuerza suficiente para hacer algo así? por desgracia la respuesta parecía clara, sólo otro Dios.

El revuelo y cierto ápice de temor no pudo evitar adentrarse en lo más profundo de vuestros corazones, pensando que podríais se el siguiente ¿quién lo impediría? ni siquiera sabíais en quién podíais confiar pues vuestro historial familiar no podía llamarse precisamente tranquilo ni feliz.  Vuestra relación para con vuestros parientes había sido egoísta, negligente y por qué no decirlo...  conflictiva.  Quizá fuese cierto y hubiese llegado la hora en que debíais dejar de lado las rencillas personales, pero aquello era una gesta tan complicada como ambiciosa para los egos de los dioses.

En silenco, Temis, con rostro compungido, se colocó junto a la Llama del Olimpo tal y como lo había hecho el día anterior, dejando claro que vuestra labor debía continuar y que el mandato de Zeus no había cambiado. 

Las votaciones se habían abierto de nuevo.

La noche anterior había terminado entre vino y música, animado por Dionisos, Ganímedes y Hestia e ignorando el orgullo sobreinflado de Apolo, aguardando un nuevo amanecer para así poder seguir el macabro juego de Zeus. Más el amanecer no es tal... el sol ha sido engullido por el océano. Parpadea despacio tratando de asimilar la nueva situación. Traga saliva y sacude la cabeza, desde luego no era algo deseable.

La aparición de Temis fue como una jarra de agua fría después de una mala cogorza, pero suficiente para devolverle al mundo real. Asiente con firmeza y se gira en primer lugar hacia Himeneo, con dureza en su tono.

Ya he dicho que no debéis que buscar dobles sentido, sencillamente no entendía, y sigo sin entender, tu reticencia a ayudar a aquellos que te simpatizan si no tienes ninguna prueba en su contra. Lo siento, pero me parece ridículo. No he sido dotado de una gran inteligencia y quizá no se me de bien pensar estrategias, pero sí entiendo de relaciones y, sinceramente, si yo fuese tu hermano y me votases sin tener pruebas, escupiría a tus pies. Pero si él lo tolera... es su problema, y no el mío.

Se encoge de hombros, no sonaba acusador, pero sí estaba un poco cansado de gente que quería ver más allá de lo que realmente había.

Su siguiente objetivo es Hebe, quien le había dado una respuesta digna de la diosa que era. Tanto, que le había hecho pensar durante la noche. Sin embargo no añade nada... no era necesario. El mero hecho de aquellos juegos ya eran suficientes para el dios. Así pues su atención se centró en el señor de la guerra, con cierta curiosidad.

¿Cómo sabes que está en ese grupo?

Parpadea, atento, desde luego la capacidad de deducción del afectado estaba bastante por encima de la del sátiro, pues seguía sin comprender muchas cosas que le rodeaban, de modo que bebió un largo trago de ambrosía para obviar que un gran puñado de cosas se escapaban a sus ojos. Entonces miró a todos los dioses, se aclaró la garganta antes de hablar.

Esta vez seré prudente -enuncia, como si aquello debiese ser una especie de novedad absoluta- y aguardaré a que alguien diga si ha averiguado algo durante la noche.

Asiente para reafirmar sus palabras, se sentía orgulloso de su propia deducción.

Como era de esperar, el amanecer del día trajo una nueva sorpresa: Helios, el dios del sol, que había uno de sus principales sospechosos en un inicio e incluso el dios de la guerra había llegado a votar por él, ahora había sido sumergido en los reinos de Poseidón. Ares se despertó esa mañana, sintiendo el dulce aroma que desprendían los cabellos de Afrodita, la besó en los labios y echó a andar hacia uno de los balcones del Olimpo mientras estirazaba los brazos, con un potente bostezo.

-Me gusta el sabor a victoria por la mañana. Apuesto a que hoy arrojaremos al Tártaro a un traidor -comentó, con una ligera sonrisa-. Qué oportuno. Helios, uno de los que votó a Asclepio, ahora ha sido lanzado a los Océanos. ¿No decían algunos que debía de ser uno de los conjuradores que votó en masa o no sé qué? Era lógico que elegirían a alguien con su perfil. Una pena. Apuesto a que tenía poderes que nos podían haber ayudado.

El dios de la guerra escuchó las palabras que Pan le dirigía a Himeneo y no pudo evitar reír, divertido.

-No le busques la lógica, es Himeneo -dijo, como si esa explicación fuera más que suficiente-. El mismo que aseguraba creer en la inocencia de Asclepio pero no hizo nada por ayudarlo cuando su voto habría sido vital. El mismo que establecía que había un 70% de probabilidades de que Eros fuera inocente, ¡como si las lealtades de cada uno fueran algo que las matemáticas pudieran demostrar! El mismo que, irónicamente, aseguraba que habíamos hecho un gran trabajo al haber votado expulsar a Asclepio mientras él había desperdiciado su voto inútilmente.

-Por cierto, Pan, me alegra que seas un dios crítico y que veas las costuras de las contradicciones del enano mental -señala al dios de los matrimonios con un gesto de cabeza-, porque desde el primer momento has demostrado que no vas a dejarte llevar por lo que diga el rebaño y que cuestionarás todo. Me preguntas que cómo sé que Hebe forma parte de ese grupo. Digamos que es simple intuición. En una lista de posibles candidatos que tengan ese poder confesor, no la pondría muy arriba, y apostaría por otros que estuvieron más participativos después de mi primera intervención. Aun así, no descarto todavía como "dios que me obligó a confesar" a ninguno de los que mencioné antes.

-Si alguien se lo pregunta: No, no tengo capacidades que me permitan conocer vuestras habilidades. Cuando ese poder vuelva a actuar durante el Día, y no me cabe la menor duda de que pronto lo hará, estaremos al tanto de la identidad de otro inocente.

La noche anterior, pocos le habían prestado atención con la proposición de apuestas. Solo Dionisos, que en lugar de apostar claramente, aporvechó para arremeter contra madre y anunciar su próximo final, por H o por B. La apuesta había sido sobre sí mismo pero no había llegado a apostar nada. Aún así, había perdido. Era curioso ver a Baco creerse el centro de todas las miradas.

¿Cuándo ha Afrodita poseído a Dionisos?

Al ocurrírsele que la pregunta a la inversa era obvia, se rió y miró al fruto de ambos.

Le ofrecieron una flor, le pidieron una manzana, contestó - Mis manzanos aún están floreciendo, más cuando empiecen a dar fruto serás el primero en probar su sabor, querido - y nada más...

...hasta que el copero le tuvo a bien contestar y Eris se hizo la dolida. Su rostro se tornó severo y amenazador.

¿Es que acaso me he equivocado contigo, intruso? Mira a tu alrededor. Estás rodeado de mi familia. Más o menos lejana. Una familia a la que nunca has pertenecido. Estás aquí por capricho de un Dios, pero no eres uno de nosotros ¿y te atreves a morder la mano que te da de comer? ¡Le estás hablando a Éride, plebeyo! ¡La Diosa que temen los Dioses! Sin mi ya no estarías aquí y nunca lo habrías llegado a estar. Y ahora, una vez más, mortal con pretensiones ¿Es que acaso me he equivocado contigo?

El día había llegado más no amanecido. Helios había sido arrojado al abismo y la blanca piel de Eris podría estar tranquila de no ser sobreexpuesta a la luz de su pariente, en la penumbra, la Diosa parecía aún más amenazante hasta qué, de pronto perdió el interés en el copero, su rostro se suavizó, su aura imponente, capaz de volver temerosos a los cuerdos y de hacer removerse inquietos a los Dioses, se esfumó.

Comienza un nuevo juicio. ¿Alguien tiene algo que aportar? Hermano - Añadió mirando a su querido Ares - Aclárame una cosa de tu lista de 9. ¿Qué hace en ella la bella Hebe y por qué no está Selene? Ambos sabemos de dónde viene esa lista, lo que no sé es por qué la has tergiversado. Ahora esa lista es tu capricho y no responde a nada más. En cualquier caso, esa lista es y era pura conjetura. No la vendas como verdad indiscutible. No sabes si es verdad. Nunca lo has sabido. Deja la sabiduría en batalla para Atenea y no prosperes en esos intentos que te traerán la ruina.

Se giró hacia el resto.

Hoy ha caído Helios porque los conjurados temían sus dones. La pregunta que hizo "el que todo lo ve" y muchos despreciasteis le costó la vida, pues se volvió una amenaza de conocimiento. No malgastéis el conocimiento. Nunca os he gustado, nunca me habéis escuchado. Hacedlo ahora. Recordad que la sabiduría la simboliza una manzana. No olvidéis a lo que nos enfrentamos - Volvió a centrarse en Ganímedes - Especialmente tú.

Pronunció lentamente la descripción de la situación que les aquejaba.

Poseidón estaba rabioso. Sedujo entonces fieles olímpicos. Nubló entendimientos. Apostó por otro loco orden al tergiversar estúpidamente nuestra eternidad acomodada

Amaneció sombrío en el Olímpo, el titán responsable de llevar al sol de este a oeste había caído a los océanos víctima de los afines a Poseidón. Hebe se giró y depositó un cálido beso en los labios de su esposo, luego se levantó y dirigió su mirada a las profundidades donde el fulgor del astro diurno no podía ser ocultado.

En esa postura escuchó las primeras conversaciones de sus parientes y sonrió, era una sonrisa triste.

-Parece que ayer dejé huella y varios dioses no me pueden sacar de su mente, Pan no me ha mentado pero Ares da por supuesto que pregunta por mí. Y Eris... debe tener una fuerte conexión con nuestro hermano para saber los motivos de su lista sin que los haya expuesto públicamente, pero tiene razón yo no debería estar en esa lista, mis ojos no pueden ver otra cosa que lo que hay delante de ellos. Ahora, viendo quién ha sido el eliminado por los conjurados, creo que algo de lo que dijo o hizo los amenazó. Por ello me reafirmo, yo Hebe, soy leal a mi padre Zeus.

Mientras hablaba se había ido girando y miró a todos y cada uno de los que quedaban en el templo, esperaba que volvieran a reafirmar su lealtad.

​Querida, no dudaba de ti. Reprochaba a mi hermanito que ha alterado a placer la lista decorándola con su impresión. En cuanto a la fuerte conexión... Cuando mi hermanito reveló su condición, 10 personas habíamos hablado antes de que esto ocurriera: 8 personas están en la lista de mi hermanito, a eso hay que sumar a Selene y a Helios. Todos sabemos por qué Ares no incluiría a Helios, dada su cruzada. Pero ¿por qué te incluye a ti sacando a Selene? Si hubiera menos coincidencias pensaría que es casual, pero 8 de 9 son comunes. Estimo que ese es el origen de la suposición de mi hermanito y que algún motivo había para alterar sus componentes.

-Mi querida hermana -dijo el dios de la guerra, aproximándose a Eris-. No he tergiversado mi lista. Son los mismos nombres que pronuncié la primera vez, aunque inevitablemente Asclepio ha caído de esa lista por motivos obvios. Ni Helios ni Selene formaban parte de la lista por motivos que me reservaré, aunque para mí es evidente que Selene no es el dios que obliga a confesar. Hebe entra porque, a pesar de no haber sido participativa durante el incio de la reunión, sí que escuchó con mucha atención todo lo que se decía.

-No obstante, que nadie se lleve a error. De esos ocho nombres que he propuesto, cualquiera podría ser uno de los conjurados, por lo que si alguien maneja información sobre la lealtad de alguno de ellos, será de mayor utilidad que una simple conjetura. Lo único que he dejado claro es que no voy a votar por ninguno de esos ocho, a menos que tenga muy claro que son fieles a Poseidón.

— ¡Uahhhh! — 

Desde donde Dionisos dormía surgió un bostezo como la única cosa capaz de enmudecer sus ronquidos. Se le veía desorientado, con los ojos rojizos y parte de su ropa hecha girones, eso si, aferrado a su vacía copa y a su cetro. De forma poco decorosa, el dos veces nacido tardó en darse cuenta del desolado amanecer, crudo como poco, y con esto no se hace referencia al estado del dios, claro...

— Entonces fue Helios... — no le encantaba la idea, ciertamente, pues esperaba que el sol bañase con su luz la situación, más por otro lado él había logrado pasar la noche y, bueno, aun quedaban Apolo y su presumible visión. Baco se levantó con mesura, acostumbrándose de nuevo al piso bajo sus pies como si acabase de aterrizar de algún vuelo prolongado, ajeno a las actividades más tempranas pero con su misión en mente.

Pan, Ares, Eris y Hebe fueron el resultado cuando buscó con su mirada a quienes estuvieran ya despiertos, conclusión tras la cual hizo cierto esfuerzo para avanzar hacia un punto medio del resinto general, tambaleándose, situándose así casi paralelo a Temis.

— Toca pagar... — dijo en voz baja pero audible, sellando sus palabras con otro bostezo al tiempo que se rascaba la nuca; cuando su boca se cerró de vuelta, Dionisos dedicó una nueva mirada panorámica a los presentes.

— Usaré mi habilidad en Hera, como dije anoche, e imagino que a Ares le resultará familiar ...o eso debería pasar, si es que no se arruinan mis planes "convenientemente", recuerden, los borrachos siempre dicen la verdad... — el desgano inicial en sus dichos fue desapareciendo para dejar lugar a una seriedad ácida, pues Baco no era capaz de ser estéril ni aun en sus momentos de mayor circunspección. Dicho esto el ebrio alzó su copa vacía en pose retadora contra el cielo, esperando por cómo se desenvolvería el asunto esta vez.

— ¡Salud! —

El despertar había sido amargo, y ni siquiera el cálido beso de Hebe podía endulzar. Nunca hubo en mi corazón duda sobre la existencia de los traidores y con la caída de Helios al océano todo aquel que tuviera una pizca de duda ya la tendría disipada sin lugar a duda.
 Aún no estaba seguro de quienes fueran los que estaban confabulados contra mi padre pero sabia a quienes no votar sin lugar a duda.
-Yo por mi parte no votare ni a Ares ni a Dionisos y solicito a los fieles a Zeus que no lo hagan tampoco, hay que enfocarse en el resto sin lugar a duda un voto hecho hacia los mencionados es un voto para la facción de Poseidón.-
 Estaría mucho más atento esta noche para tratar de no desperdiciar mi voto y encontrar a los enemigo de Zeus.

Hera mira desconcertada a su alrededor y poniéndose en pie, con voz alta y clara delara:

- Mi verdadera naturaleza es servir a Zeus y al Olimpo, aunque no me valore, aunque nuestro matrimonio sea un desastre y un castigo, la Reina de los Dioses no decaerá en su empeño.

Tras aquel arranque de patriotismo, quedó un tanto desorientada.

-Oh, mami... -comentó el dios de la guerra, en tono burlón-. Siempre supe que estabas en nuestro bando.

Ares hizo crujir los huesos de su cuello y se dispuso a emitir su voto.

Dionisos estiró ambos brazos y luego encogió los hombros, ello con una sonrisa de resignación sobre sus labios húmedos. 

— Nunca se me habría ocurrido, aunque contigo ya serían dos los salvados de futuros malentendidos, los que, al menos en lo que a mi concierne, son confiables y sin opción no-sospechosa a ser votados — guiñó el ojo hacia a todos y hacia ninguno, luego inclinó su copa ya llena milagrosamente, vertiendo el líquido al túnel sin fondo de su garganta.

— Quedan menos pieles donde puedan esconderse los traidores... —

Selene se dejó caer al suelo en medio de la penumbra de las sombras sin poder reaccionar a lo que había pasado.

- Helios, hermano...

Conmocionada, su mirada no se apartó de la prisión de los Océanos donde Helios había sido lanzado, hasta que a sus oídos llegaron las palabras de Eris cuando increpaba a su hermano Ares.

Aclárame una cosa de tu lista de 9. ¿Qué hace en ella la bella Hebe y por qué no está Selene?

Enojada, Selene volvió el rostro y apretó sus puños antes de enfrentar a la diosa de la discordia.

- ¿Y qué razón habría para que yo estuviera en esa lista, Eris? Dejé muy claro que no tenía ninguna razón para conjurar contra Zeus, y muchos menos para lanzar a mi querido hermano a los Océanos. Al contrario de muchos de los aquí presentes, nosotros nos respetamos como familia y hermanos. No nos comportamos como una manada de perros rabiosos dispuestos a devorarnos.

Agradeció con una inclinación de cabeza las palabras de Ares y encaró de nuevo a Eris.

- Te olvidas de ti misma, Eris, hasta ahora lo único que has hecho ha sido hacer justicia a tu título y sembrar la semilla de la discordia. ¿No será que quieres apartar la atención de todos de los verdaderos culpables, verdad? - sus palabras fueron más llevadas por la rabia del momento que por cualquier otra cosa, pero había momentos en los que la diosa de la discordia podía incluso con eterna paciencia de la diosa lunar.

​Cariño, sé de tu pérdida y por eso no te lo tendré en cuenta, porque es obvio que estabas distraída. La lista de mi hermano era de aquellos que podían haber provocado su declaración pública de inocencia.

​Esa lista, como se ha dicho, estaba principalmente formada por aquellos que hablaron antes de que él declarara su inocencia fruto de una habilidad de un tercero (que ahora ya conocemos, en seguida llego a eso).

​De la lista de mi hermano de 9 personas, 8 habían sido los que habían hablado antes. Yo llamaba su atención porque él te había excluído de esa lista sin motivo aparente para sustituirte por Hebe. Solo por capricho. Es decir, yo estaba recalcando que tú tenías las mismas posibilidades de ser inocente que el resto de su lista. Vamos, que yo abogaba por recalcar tu nombre como una de las probables ínocentes y no como una de las probables conjuradas.

​Eris hablaba con voz suave. Si su voz esconde puñales o no, eso quedaría a decisión de la receptora del mensaje.

​Pero dices bien: Si yo supiera quiénes son los conjurados, probablemente intentara prolongar esto lo más posible incluso a mi propia costa: Esto es muy divertido... Pero yo no soy conjurada, así que lo que me limito a hacer es decir lo que hay (sembrando la mayor discordia de paso): En este caso, que mi hermano, demostrado inocente, te dejó fuera de su lista de intocables porque él quiso, pero que tan intocable debías ser tú como cualquiera de los de esa lista. A quien le deberías pedir explicaciones es a él y no a mi, que en este caso, te estaba ayudando.

​Aunque todo eso ha dejado de tener importancia ahora que Dionisos ha reclamado como propio el poder que hizo confesar a mi hermano. Ahora de la lista de Ares, los únicos intocables son el propio Dionisos y madre. ​Esto supone un balón de oxígeno para los leales y una preocupación adicional para los conjurados. Ahora, para que todos los leales lo tengan claro y no se distraigan con la pérdida como te ha ocurrido a ti, todos los esfuerzos de los leales deberían girar en torno a conseguir que Dionisos siga entre nosotros el mayor número de días posible. Eso suponiendo que Dionisos no esté actuando con un extra de inteligencia y sacrificándose en nombre de alguien cercano.

​Resumiendo:

1º Yo te estaba defendiendo y no atacando, pero ya ha caído en saco roto, vuelves a ser tan "tocable" como yo misma

​2º Dionisos, Ares y Hera son inocentes e intocables.

3º Hay que mantener con vida a Dionisos el mayor tiempo posible.

​4º No voy a dejar de sembrar caos hasta que leales o conjurados me recluyan. Lo siento. Es mi naturaleza. Pero no es mi naturaleza PARTICIPAR del caos que siembro ¿O acaso yo combatí en la guerra de Troya? No. Yo lo único que hice fue regalar una manzana dorada. Que por otra parte, me parece muy injusto que se me culpe de todo ese destrozo, después de todo ¿No hubiese bastado con que me invitasen a cierta boda?... - ​Dejó la pregunta colgada unos segundo antes de contestar - ​... Probablemente no. Hubiera actuado de igual modo. El caso es que yo no soy conjurada. No está en mi naturaleza la rebelión propia. Lo está la rebelión del resto, y poco me preocupa que esa rebelión acabe sofocada en sangre de los rebeldes o acabe triunfando y estableciendo un nuevo orden. YO SOLO DISFRUTO EL PROCESO.

La noche había transcurrido como un largo y pesado sueño del que no sabía si todo había sido producto de su dilatada imaginación o realmente estaban atrapados en el Olimpo buscando culpables a ciegas. Se movió en la cama sin querer terminar de despertarse, dejando que ahora sus cabellos fueran un mar rojizo sobre la improvisada cama que había compartido con Ares, sonriendo aun sin abrir los ojos al notar un ligero beso y pensar que era él.

Se incorporó lentamente, estirando su cuerpo y dejando que las ondas cayeran sobre sus hombros desnudos y, a pesar de abrir los ojos siguió viendo el cielo en penumbra, una señal inequívoca de que algo había pasado o alguien faltaba.

Buscó con la mirada a Helios sin encontrarlo, entendiendo de inmediato que había sido la primera víctima de los conjurados, terminando con la vista alzada echando de menos esa luminosidad que tan acostumbrada estaba cada mañana y revitalizaba su piel. Ahora no sabría cómo ponerse morena para ir a la playa.

Escuchó cómo volvían a divagar unos y otros, demasiado temprano para abrir la mente cuando ni siquiera habían desayunado.

- Lo que daría por un poco de chocolate.- Necesitaba algo dulce, un afrodisíaco que poder llevarse a la boca y dejar de pensar en llevar al Hades a un familiar. Se acomodó sobre su “cama”, cruzando las piernas y apoyando la espalda en una columna para estar erguida, jugueteando entre sus dedos con un mechón alocado de cabello cuando escuchó mentar en varias veces el nombre de Himeneo. Prestando atención esta vez a la conversación, se sorprendió ver cómo Ares increpaba directamente sobre su hijo y votaba, lanzándole una fulminante mirada que helaría el mismo infierno.- Himeneo es inocente.- Se levantó con elegancia para ponerse al lado del dios nupcial, pasando un brazo alrededor de sus hombros.- ¿Qué puede tener contra Zeus? Aunque sus acciones hayan sido contradictorias estoy segura de que ha sido fruto de los nervios, la situación en la que nos encontramos no es para menos.- Le dio un delicado beso en la frente, alzando de nuevo la voz.- Si no le creéis dadle un día y podréis comprobarlo.- Esta vez miró a Dionisos, el padre de la criatura.- Puedes despejar el velo de duda que todos tienen sobre él, ¿no? Me encargaré de que no te pase nada esta noche Dionisos.

Cuando Hestia despertó supo de inmediato que algo había ocurrido durante la noche. El Dios del Sol era exacto en su campar por el firmamento pero aquel día parecía nunca llegar. Por el contrario, una ténue y resplandeciente luz parecía llegar desde las profundidades oceánicas. Había sido objeto de ataque por parte de los conjurados y estaba confinado en los dominios del Dios de los océanos y las tormentas. 

La Diosa del hogar no pudo evitar escuchar las conversaciones que de buena mañana ya se estaban llevando a cabo y a su pesar decidió intervenir.

- Si Helios ha sido enviado a las profundidades oceánicas solo puede haber sido obra de otro Dios, uno de los presentes, uno de los conjurados. Eso confirma las palabras de Padre por si alguien tenía alguna duda y pese a que hasta el día de hoy siempre he evitado formar parte de las discusiones y disputas que se han dado, hasta el punto de ceder mi lugar en favor de Dionisos como uno de los doce olímpicos, me veo obligada a intervenir y hacerme notar. Dijo en un tono de voz que no admitía réplica y dando a entender la gravedad de la situación.

- No tengo dudas de que Dionisos ha hecho confesar a Ares y a Hera y de la veracidad de sus confesiones. Ahora debemos centrarnos en tratar de mantenerlos con vida y evitar que sea objeto de ataque. Dionisos, me gustaría preguntarte...¿Por qué revelaste tu identidad y no la mantuviste en oculto siendo tan necesaria y vital para nuestra empresa? ¿De veras quieres centrar la atención de los conjuros? No nos queda más que confiar que alguno de los presentes leales tenga la capacidad de protegerle...aunque por las palabras de Afrodita parece que ya tenemos quién. ¿Son ciertas tus palabras o te has embriagado de amor? Suspiró preocupada y sin entender toda esa estrategia. Quizá Atenea fuese más docta y tuviese más respuestas que la Diosa del hogar, aunque dada la circunstancia, eso les beneficiaba a los leales y complicaba las cosas a los conjuros si querían evitar más confesiones, ¿de veras podríamos proteger a Dionisos?. Sea como sea, ahora serviré chocolate caliente, dulces y variada repostería para todos. Hoy tocará volver a deliberar y enviar a un sospechoso al inframundo, mejor hacerlo con la barriga llena y habiendo reflexionado al respecto. Ares, veo que te has apresurado en votar a Himeneo...¿Son simples sospechas o te fundamentas en algo sólido?

-Estoy de acuerdo en que debemos destinar todos nuestros esfuerzos en proteger a Dioniso, tanto si es el dios que posee ese poder como si está actuando de intermediario de este para protegerlo -dijo el dios de la guerra-. Qué irónico: Madre hizo enloquecer a Dioniso haciendo que descubriera el vino, y ahora es Dioniso quien le salva el culo a Madre al revelar su inocencia.

Después, se giró hacia Afrodita, extrañado ante sus palabras. Entendía que la joven pero maternal dios protegiera al más imberbe de sus retoños, precisamente el dios del que más desconfiaba.

-Establecer que "es inocente" es mucho más serio de lo que pudiera parecer a simple vista, amor mío. Necesito saber quién habla: la diosa que quiere acabar con los conjurados o la madre que teme perder a su hijo. Confío en ti, pero no en tu niñito. ¿Tienes poderes que te han mostrado que Himeneo es inocente o hablas de ese modo para proteger a tu hijo? Es importante que digas la verdad, porque a la larga los conjuradores y los no tan conjuradores pueden intentar volver esas palabras en tu contra.

-Hestia, como llevo diciendo desde ayer, Himeneo me parece el más sospechoso hasta ahora por los siguientes motivos:

• Dice que cree que Eros es inocente. Aun así, lo vota, según él como "castigo por votar a Asclepio".
• Nos echa en cara que, al haber votado siete dioses a Asclepio, los traidores se hayan alineado para votarle en masa. Sin embargo, no cambió su voto para salvar a Asclepio, por mucho que nos lo echaba en cara y lo consideraba inocente. No duda en echarle la culpa a su hermano Eros, diciendo que como Eros no cambió su voto, pues él tampoco.
• Ha declarado que Apolo es inocente. Si se confirmara que uno de los dos es uno de los conjurados, yo tendría mucho en cuenta esta frase.
• Insta públicamente a su hermano Eros, y no a otro, a no votar al mismo dios porque alguien los puede considerar aliados. Esto es tan ridículo como que Eris y yo pudiéramos ser vistos como aliados por votar al mismo dios debido a que somos muy cercanos.
• Cuando ve que Pan tiene una postura crítica con todo y que no se le escapa una, no duda en decir que lo considera inocente, supongo que para intentar ganárselo.
• Ayer declaró que yo podía ser inocente de toda sospecha hasta el final de la Noche y que, a partir de ahí, los conjuradores podían haber utilizado sus recursos para captarme a su bando. Es evidente que los traidores no van a quedarse quietos e intentarán ganar adeptos a su causa, pero lo sospechoso de sus palabras es que da entender que las posibles habilidades de reclutamiento de los conjuradores actúan sólo por la Noche, cuando ha quedado claro que hay habilidades que actúan durante el Día. ¿Qué sabe él de esto y en qué se basa para decir semejante gilipollez?
• No dudó en limpiarse las manos de una forma muy ridícula. Dijo que si los conjurados le atacaban por la Noche, que nadie me echase la culpa a mí porque estuviésemos discutiendo. Aunque en realidad, está queriendo decir lo contrario: "Si atacan a Ares, no me echéis la culpa a mí". Lo que parece omitir es que, en mi caso, mi lealtad a Zeus ha sido confirmada y no puedo ser uno de los conjurados, y él es alguien con un comportamiento sospechoso que sólo busca confundir.
• Desde el principio, no ha dejado de mostrar un comportamiento inocentón que nadie se lo traga.

Por supuesto, no tengo recursos para conocer lealtades, pero ahora mismo su actitud me parece la más sospechosa de todos los que se encuentran aquí.

Tras sentirse algo confusa por las palabras que acababa de pronunciar, sentada en su mismo sitio e intentando poner toda la seriedad de la que disponía se dispuso a hablar - No entiendo tanta sorpresa hacia mi persona Dionisios, ya dije que no ganaba haciendo que Poseidón subiera al trono, seguiría siendo la segunda al mando. - Miró especialmente a su grotesco hijo Hefesto y al hombre que le había hecho hablar.

Escuchó atentamente lo que decía cada uno, no tenía nada que añadir, a excepción de un comentario que hizo Hestia - Confío en que, ponerse una diana en la cabeza, forme parte de algún plan de Baco, si no simplemente su ego le habrá costado la partida. - dijo como no en con su ya habitual tono desinteresado.

Ares, hijo mío - le miró con sorpresa pues estaba demostrando una inteligencia muy superior a la de un dios conocido por su brutalidad y su sed de sangre - definitivamente cuando acabe todo esto, si no acabamos desterrados por los conjurados, hablaré con tu padre para que tenga en más alta estima esa capacidad deductiva tuya hijo mío. Puedes contar con mi apoyo en esta votación, aunque como solo tenemos permitido un cambio de voto, prefiero reservar el votar para el final del día.

Miró ahora a todos los presentes - ¿Alguien más tiene algo que añadir?

— Y más irónico es que intentando acusarla solo haya logrado consolidar su posición de lealtad, pero en nuestro caso ¿no es lo mejor tener la certeza total sobre alguien y no solo corazonadas o conclusiones personales? Hera no me agrada, pero si protegerle el trasero significa también proteger el del viejo ante la conjura creo que puedo soportarlo por un tiempo, quién sabe, quizás y hasta terminemos creando "hermosos recuerdos familiares" — Baco rió, sumido en su tragicomedia.

A lo que no rió tanto fue a la polémica petición de la diosa de la lujuria, misma que llegó acompañada de un ofrecimiento digno de levantar sus cejas — Antes preferiría a cambio otra fiesta privada contigo, Afrodita, pero me temo que ni consiguiendo lo que muchos añoran y otros tantos desean seré capaz de cumplir lo que tan vehemente pides — Dionisos suspiró con un leve dejo de amargura — Mi poder es limitado, verás, y la última dósis ha de ser ahorrada para otro momento — en tanto hablaba el dios de la vendimia caminó de forma errática, mirando de forma alternada a Eris, Hestia y a la ya mentada Hera. — Si he enseñado mis cartas tan pronto, predecesora mía, ha sido porque he sentido que los momentos eran los correctos. La primera vez fue para sentenciar o confiar en el más agresivo de los olímpicos con diferencia, para tener una base sobre la cual empezar, si quieres verlo así, y presentar mi don, mientras que la segunda ha sido directamente para enjuiciar a la reina...y el veredicto fue su inocencia, sumando dos dioses cuya afiliación es a mi ver segura. Ahora mi tercer disparo ha de servir como mi contribución final a la par que mi escudo, pues revelaré a una última lealtad...pero solo si puedo dormir en paz durante más que una noche, en resúmen, otra "apuesta sobre mí mismo" como dijera antes Eris en sus didácticas elucubraciones — hablando de ponencias que llamaban su atención, la voz del señor de la guerra aún resonaba en su cabeza coronada por negra melena despeinada, haciendo que sus ideas se inquietasen.

— Pese a todo tampoco votaré a Himeneo hoy, pues aunque soy mal padre y todo eso no lanzaría a uno con mi sangre directamente al tártaro. En su caso prefiero darle el beneficio de la duda, pues le he advertido antes de que debía ser cauteloso, pero encontró la manera de atraer a muchos ojos sobre sí y no con buenas opiniones... —

Baco se llevó la mano al rostro y luego negó repetidamente con su cabeza, preocupado muy a su particular modo por el dios de las nupcias, más consciente de lo que debía hacer.

— Ahora la cuestión es, ¿podrás defenderte, hijo, o es que quieres ir a hacerle compañía a Asclepio por algún motivo? —