Partida Rol por web

La Capilla era una estancia alargada de techos altos; al parecer tan solo había 2 entradas en la planta inferior; una, la entrada principal daría al Jardín Exterior del Castillo; mientras que la otra daba a la Sacristía. En la sala también había un pasillo superior conectado por una escalera de caracol, al final del mismo se encontraba una puerta bloqueada desde este lado hacia el Invernadero.

La Sala consistía en dos entornos bien definidos; uno el púlpito superior, en donde se encontraba el inicio de aquella gran alfombra; diversos altares cristianos hermosamente decorados con figuras de Jesús, la Virgen y otros tantos apóstoles y santos. Un altar central de mármol hermosamente decorado con una cruz dorada con piedras preciosas, así como velas aromáticas apagadas y ramos de flores blancas. Las paredes de la sala estaban hermosamente decoradas con cuadros y pinturas religiosas. También había arcones y armarios pegados a las paredes.

Por el contrario, en la zona más grande de la Capilla; se encontraban numerosas hileras de bancos, a cada lado de la alfombra roja que las separaba, cual Moisés las aguas. En ambas paredes se podían observar hermosas vidrieras pintadas con imágenes religiosas, aunque estas ventanas estaban demasiado altas para alcanzarlas y eran demasiado estrechas para pasar a través de ellas, la luz del sol entraba sin problemas iluminando la sala. En la parte trasera de la estancia, sin embargo se encontraba una pileta bautismal; un escaparate cerrado lleno de velas y por último la escalera de caracol.

En el centro de la estancia se encontraba Eon Von Karma, dormitando levemente sobre la alfombra roja de la Capilla, en un charco de su propia saliva, su trasero blanquecino y respingón se encontraba en alza apuntando hacia ningún lugar aparentemente lógico, teniendo así una extraña pose de rezo.

Por desgracia para él, no poseía su ropa y no había nada para cubrirse una vez despierto, salvo sus propias manos y su pericia en esconderse detrás de objetos. Un sonoro golpe le hizo despertar de su letargo y aún sin sus plenas nociones sensitivas en alza, este abrió los ojos, con una mirada borrosa a aquella alfombra.

Al despertarme noto que no poseo ropa ni se donde me ayo.

- ¿Por qué demonios estoy desnudo? Reviso mi cuerpo en busca de alguna marca, sin hallar nada por suerte.

Acto seguido muevo retiro la alfombra y me la enrollo como una toga, dándome la sensación de parecer un Griego moderno.

- ¿Hola?

Me acerco al altar en busca de algo para vestirme o salir de la habitación, ya que ambas puertas estaban cerrando. Dejo caer la alfombra mientras busco en los cajones y huecos de este.

Del centro de la estancia se encontraba colgando un hombre, atado del cuello por un cable de corriente, un alargador de 5 metros de distancia; la parte final del cable se encontraba atado a una barandilla de la escalera de caracol. El hombre echaba espuma por la boca y en su traje se podía ver manchas verdes en sus botas negras y en el bajo de su pantalón vaquero. Tenía guantes naranjas y bajo él estaba un sombrero de vaquero marrón, mojado por la propia orina del hombre que aún goteaba del pantalón.

Al parecer es un hombre de tez marrón, un enorme bigote que le cubría todo el labio superior, pobladas cejas negras y una enorme melena a la par. Era algo gordo y parecía tener 40-50 años.

Levanto la mirada y observo al hombre colgando...

-Esto no esta bien...

Desato el cable y dejo el cadáver caer, -¡ESTO NO ESTA NADA BIEN!.

Comienzo a desvestírlo, únicamente la chaqueta y la camisa.

-Lo siento amigo, pero gracias por tu noble "donación".

Me pongo la chaqueta y me ato su camisa en la cintura como un delantal tapando la entrepierna pero con el culo al aire, tras esto lo tapo con la alfombra para mostrar respeto. Acto seguido me pongo a investigar los armarios y cajones de la capilla en busca de alguna pista.

-Solo necesito algo afilado y el que me metió aquí se va a enterar...

Escuchas ruidos en la Sacristía, al parecer un hombre ha gritado de forma desgarradora y ha maldecido toda la corte celestial mientras lloriquea lamentándose de su mala suerte. Escuchas que otro también la habla. No sabes si hay más. Estos hombres están detrás de la puerta de la Sacristía, la cual está bloqueada por un candado dorado.

Corro hacia la puerta y pego golpes en ella.

-¡AQUÍ! !ESTOY AQUÍ DENTRO ENCERRADO! ¡Ayuda!

Vuelvo a buscar en los armarios y cajones para encontrar la llave al candado de la puerta.

El altar de marmol blanco constaba de distintas decoraciones, tales como coronas de flores blancos a ambos lados del altar; un total de 6 velas aromáticas colocadas estratégicamente 3 y 3 a ambos lados del altar; una biblia de tomo negro y una cruz dorada en la parte central superior del mismo... pero lo que más resalta es un hueco en el propio marmol con forma de cruz, de tan solo unos pocos centímetros de profundidad.

Dentro de los armarios, había pequeñas velas de repuesto de un tamaño mucho menor, un par de telas rojas y blancas, y numerosas figuritas de santos.

Abro la biblia en busca de alguna pista, tras esto subo las escaleras de caracol para asegurar que investigo toda la zona y no dejo nada atrás ni sin investigar.

No encuentras nada de interés para tu problema o cuestión, pero lees un pasaje interesante.

Juan 3:16

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
 

En la parte superior entre la oscuridad, logras ver una puerta bloqueada. 

Me parece rara la frase y tras bajar, agarro la lanza con la cruz y empiezo a investigar las figuras de Jesús incluidas pinturas estatuas etc.

Báculo Sagradado: 2E/1P - +0,2 Ataque

Cristo Crucificado

^{Goya - 1780}

_{^{Utilizando la habitual iconografía del crucificado con cuatro clavos, nos presenta el pintor una robusta cruz, sobre la cual se muestra un cuerpo joven y hermoso, con la pierna derecha un poco adelantada y los pies firmemente apoyados sobre una peana. Ante nosotros tenemos una figura armoniosa y ondulada, que no presenta signo alguno de violencia externa o restos de sangre, salvo en la cabeza que inclina suavemente hacia la izquierda. De alguna manera esta hermosa imagen de Cristo, aún partiendo de presupuestos y esquemas anteriores, se aleja totalmente de los tópicos y soluciones efectistas del barroco español. Hay un nuevo concepto espacial en esta pintura y un mayor pictoricismo, donde los matices se revalorizan y cobran un mayor protagonismo las transparencias y veladuras, desapareciendo las líneas y los contornos del dibujo.}}

_{^{La disposición de la figura de Cristo sobre un fondo oscuro y neutro da como resultado la aparición de una imagen serena, carente de dramatismo y forzadas emociones. El desnudo del Crucificado se convierte en un desnudo académico que, sutilmente modelado, hace que la anatomía del cuerpo se resuelva con unas carnaciones a base de tonos azul-rosados, que dan unas calidades perladas y matizadísimas a la piel, que consigue una tibieza casi humana. Es muy hábil el juego de sombras y transparencias con el cual el pintor consigue el perfecto modelado del cuerpo, cuyos músculos aparecen pintados con delicadas gradaciones y exentos de toda tensión. Esta imagen no tiene la crispación de la agonía, pero carece del reposo de la muerte. Tan sólo la cabeza parece tener vida propia, sus ojos miran hacia el cielo y de su boca abierta parece salir un callado grito. En esa cabeza ha centrado el pintor toda la fuerza expresiva del Cristo, en esa dolorosa y sufriente mueca que, para potenciarla más, recurre Goya a una técnica más suelta y expresiva, más cargada de pasta y con un modelado más fuerte. Con ese contraste del rostro, Goya empieza a emplear su sistema de pinturas ambiguas, en las que junto a la belleza de una parte -en este caso el cuerpo- contrapone la expresividad y violencia manchista, que aquí imprime a la cabeza.}}

Como no quiero pensar ni intentar solventar un puzzle estúpido en ese momento, agarro el báculo sagrado y lo levando.

-Que te follen a ti y a tus acertijos absurdos. Sonriendo

Golpeo con fuerza el hueco de la cruz, el mármol es frágil ante los impactos secos y se quiebra con facilidad.

La incredulidad de Santo Tomás

^{Caravaggio - 1602}

_{^{La escena se desarrolla en un espacio interior del que el artista no nos proporciona ningún dato más, con un fondo neutro los personajes son la escena única y principal del lienzo. A la derecha aparece Jesucristo resucitado con una encarnación blanquecina que remite a su estado post mortem, aparece ataviado con una especie de túnica o girón blanco que en realidad es el mismo sudario con el que fue enterrado y que él mismo abre en el costado para guiar el dedo de su incrédulo discípulo. De hecho el cuerpo de Jesús aún presenta signos de su muerte y desde luego que Caravaggio no representa al típico Cristo triunfante ante la muerte. El conjunto se completa con dos apóstoles más que observan la escena. El punto focal hacia donde el propio cuadro nos remite es el dedo de Santo Tomás introduciéndose en la herida de Cristo, es una escena hiriente y realista, que casi resulta desagradable. Los dedos del discípulo se adentran en la carne de Jesús mientras éste aguanta estoicamente la prueba de su resurrección.}}

_{^{La obra de Caravaggio resultaba naturalista hasta el punto de ser desgarradora, no sólo por la prueba de Santo Tomás sino porque el pintor representa la escena y los personajes lo más realista posible, son hombres humildes con rostros realistas curtidos por el trabajo y ropajes humildes.}}

_{^{La luz persigue los efectos tenebristas característicos de las obras caravaggiescas, es proveniente de un foco exterior que el espectador no puede identificar pero que está perfectamente guiado para dirigirse con fuerza hacia los personajes principales de la escena dejando el resto en tinieblas.}}

En el tercer golpe el báculo se rompe, separando la cruz del palo de metal, haciendo inservible el báculo.

Investigo la pileta bautismal