Partida Rol por web

La Antesala se abría ante los presentes, era una habitación elegante donde los muebles de madera pulida decoraban cada esquina, las sillas aterciopeladas, el sofá, el tocador, el diván, los cuadros de las paredes, la luz que entraba por aquella ínfima ventana. Todo era objeto de alarde que el Barón había colocado cuidadosamente, o mejor dicho, mandado colocar para gozo personal y para un alarde ante los invitados que llegaran a ver dicha sala.

Pese a ello, la antesala no solo contenía eso, sino que había algo más. En cada una de las 4 esquinas había una armadura, conectadas malamente con cables que pasaban desde uno de los armarios hasta el panel de la pared donde se encontraba la otra puerta.

Todo el lujo recobrado podría haber llenado el corazón de los invitados que llegaron hasta tal estancia; por desgracia, para uno de los presentes, este no fue el caso. El veneno que tenía dentro de su cuerpo, fue tal que antes incluso de dar un pie dentro de aquella estancia, colapsó. Cual castillo de naipes, sus órganos internos comenzaron a fallar, mientras una espuma blanquecina emanaba de la boca de Jorge Maynard, hasta que, perdiendo el control de su cuerpo, se desplomó de espaldas mientras las puertas de la estancia, se cerraban automáticamente al paso de Alice y Richi, quienes estaban ajenos a la repentina muerte de su compañero.

Al sonido de la puerta al cerrarse me giro sorprendida paea descubrir que Maynard se ha quedado al otro lado.

¿Maynard? ¿Maynard? ¡No se preocupe! Encontraremos el antídoto y se lo suministraremos.

Me giro hacia Moctod.

¡Debemos darnos prisa! No sé cuanto aguantaremos.

Una vez que la puerta se cerró, del interior del armario comenzó a emanar un gas grisaceo que rapidamente cubrió toda la estancia, siendo este inhalado irremediablemente por Richi y por Alice, quienes, desesperadamente trataron de tapar su boca y nariz y buscar una forma de abrir una de las puertas, incluso de taponar por donde el gas salía, sin éxito.

Poco a poco, el entorno comenzó a dar vueltas, y volverse cada vez más y más distante, a la par que se opacaba la visión de los dos únicos supervivientes de aquella matanza realizada entre los invitados a la fiesta.

Golpe, crujido, desesperación, humo y asfixia. -Pero que coñ... -Inconsciencia...

Poco a poco, con el paso del tiempo, ambos supervivientes lograron recuperar la consciencia, y pudieron ver al hombre que se encontraba ante ellos. Un gordinflón párroco, el cual parecía bastante contento con vuestra presencia ante él. Una sonrisa afable se había dibujado en su rostro y, pasara lo que pasara, no parecía ceder en mostrar su emoción y excitación por teneros delante.

-Al fin habéis despertado. ¿Sabéis cuanto tiempo he estado aquí encerrado?. Por supuesto que no lo sabéis, porque al parecer, habéis vacacionado en este maldito castillo en vez de tratar de escapar, pero bueno, no os culpo, no, ahora ya todo olvidado. ¿Amigos?. Amigos.

Teniendo un poco más de consciencia os fijáis que ambos os encontráis maniatados, el uno al otro, así como notáis la grave falta de los objetos que habíais llevado hasta ahora. Al parecer, aquel hombre de fé os había cacheado y sustraído cualquier cosa que pudiera ser usada para liberaros.

-¿Sabéis que el testamento del Barón cambió?. Supongo que no lo sabéis, no lo teníais entre vosotros y no creo que ningún otro lerdo lo haya encontrado del sitio donde lo he dejado. Pero supongo que sabéis que el Barón tiene dos hijos ilegítimos, ¿No?. Sí, esas "dos llamas de esperanza". Eon y Renfri.

Pudisteis ver como el sacerdote abría el baúl que se encontraba en el centro de la sala, y ponía sobre la mesa una serie de pistolas antiguas. Con cierta delicadeza comprobaba cada una de ellas mientras no paraba de hablar, o mejor dicho, de exponer.

-Pues al parecer el Chef, saludadlo, está ahí -señaló a una armadura- se enteró de que su nueva ayudante era la hija ilegítima del Barón, y me lo fue a contar. Si no fuera por él, no hubiera buscado el testamento del Barón en su despacho y ni hubiera encontrado con esa verdad. Dios bendiga el oído agudo y los comentarios a terceras personas.

Fijandoos más en la armadura, pudisteis notar que en la zona donde esta se encontraba, había una placa de metal ligeramente hundida bajo ella. Al parecer las botas de la armadura, como la propia losa se encontraban unidas, al igual que el resto de muebles de la estancia, todos se encontraban pegados de una forma u otra al suelo. Aunque tan solo las armaduras tenían losas de metal.

-Y bueno, le dije de repartirnos el dinero de la "vieja herencia", y el buen hombre, aceptó. El era un tipo listo, casi tan listo como el jardinero. El bueno del jardinero también estaba "en el ajo", pero al final decidimos dejarlo "colgado" a fin de cuentas. ¿Quien compartiría un secreto con un borracho bocazas?.

-Por otro lado, la Ama de Llaves, esa sí que es una mujer de armas tomar, saludadla, -señala a otra armadura con la losa hundida- no solo fue ella quien acabó con todas las criadas drogadas y las enceró en los armarios de su casucha, sino que además fue la que logró esquivar el disparo del arpón del mayordomo y clavarle la pata de la loba en el cuello al muy estirado... ella sí que era una loba...

El Sacerdote hablaba y hablaba con su enorme entusiasmo de tener ante él dos de las últimas piezas restantes.

-Por suerte, los asesinos que contratamos cumplieron su objetivo, pues no veo aquí ni a Eon ni a Renfri. Aunque tampoco veo ni a Mustafá, ni a Mortimer, ni a Bruno ni a Umbert... Bueno, un dinero que me ahorro, no me voy a quejar...

-Ahora solo falta entrar en esa estancia y acabar con lo que no pude hacer en su momento. He de admitir que el viejo fue muy listo. Activar el Protocolo de Cierre Total.  Encerrándonos a nosotros 3 aquí, mientras el resto de vosotros iba y venía por el castillo... habéis tardado demasiado...

-Pero bueno, ahora tan solo queda el último Puzzle, aunque no del Baron. Este último Puzzle será mío. Para que vea el Vejestorio que yo también puedo "jugar" con sus invitados. Sí, el verá...

Dicho esto, se acerca a vosotros y usando una enorme navaja, os libera, mientras os acerca ante vosotros, 3 pistolas distintas con marcas en cada una de ellas.

Observo las pistolas detenidamente.

No soy una invitada y renuncio a todo lo material de mi heredad si hay algo. Soy la baronesa y no necesito más, solo salir de aquí.

Parecía que el humo y la inconsciencia le habían quitado la migraña, el mareo y todas las dolencias.

TRIPLE DUELO DE PISTOLAS

60%                                      70%                                               80%

-Este será un juego sencillo, cada uno cogerá una pistola y jalará el gatillo, puede disparar a donde quiera. Para respetarnos un poco, el juego tendrá turnos. Yo seré el último en disparar con la mía del 90%, y el primero en coger un arma de vosotros, será el segundo en disparar ¿Trato?. Trato.

-Por cierto, para abrir esas puertas necesitas llenar las armaduras con un peso de 40 kilos como mucho, y dado que no hay nada en la estancia para llenarlo, será con vuestros cadáveres. ¿De acuerdo?. De acuerdo. Luego tirar la palanca esa y listo. El ganador podrá ver al viejo. Por lo que solo uno puede ganar.

Por suerte o desgracia, el hecho de no estar juntos no implica que seais libres, a fin de cuenta, cada uno tiene un pie atado a un pueble distinto, por lo que no podéis moveros más allá de coger una de las armas y participar en el juego. Y sí, el sacerdote había ignorado lo que decía aquella mujer, al parecer tanto tiempo tan cerca y a la vez tan lejos de cumplir con su objetivo quizás le hubieran vuelto alguien un tanto enfermo...

Cojo el arma del 60%

Richi se despertó mareado y sin saber donde estaba y por eso mismo sabia que no había sido cosa de su enfermedad, había sido cosa de la maldita niebla y ahora por lo visto estaban jugando a un juego mortal.

-A ver si lo entiendo... Los sirvientes del Baron querían la pasta de este y aprovecharon el juego que ha montado, para contratar a asesinos e ir eliminando a sus descendientes... Pero él parece que ha sido mas listo que vosotros... y Tu el mas ambicioso de todos ellos... -Puso los ojos en blanco. -Joder así que Ger no era un asesino, no uno contratado al menos... Que chungo... Me pregunto si como sirviente también sabia de la condición de la cocinera y por eso intentaba incriminarla a toda costa... Lo que me flipa es que Bruno estaba contratado pero no parecía llevarse bien con su patron... hasta ayudaba, que raro. -Se encogió de hombros poco después de que lo liberaran.

-Joder... no me jodas. Yo solo quiero irme a casa... -Agito la cabeza presa de la desesperación. Se acerco a las pistolas y tardo en coger una de ellas, la del 80% concretamente, se rasco la sien con ella y volvió ha abrir la boca. -¿Porque no podemos visitar juntos al Barón? Si lo he entendido bien conque nos pongamos cada uno en una de las armaduras se abrirá la puerta y podrá ver al Barón, para que matarnos. Ninguno de los dos queremos el dinero del que habla, joder yo ni siquiera tengo claro porque coño acepte venir aquí, esperaba pasar un rato divertido, no que fuera una puta agonía de muerte y desesperación. -Bufo molesto.

-Por cierto. -Señalando al sacerdote con el arma. -¿Tu cuanto pesas? Mas de ochenta fijo.

El sacerdote le pasa la bola para que cargue el arma.

-¿Que juego?. El protocolo de seguridad es un bloqueo total de todas las estancias de la casa, que haya acertijos o cosas por el estilo de por medio para abrir es porque el Barón es un engreído que cree que aunque haya ladrones rondando la casa, van a perder el tiempo tratando de resolver los puzzles en vez de desvalijar la casa o destrozarla... y sintiendo el temblor, vosotros habéis hecho ambas cosas.

El sacerdote le pasa la polvora para que llene el arma y pueda emitir un disparo a donde quiera y a quien quiera.

-Por otro lado, es cierto que lo vio venir y fuimos descuidados. Poniendo como guardia de su despacho al mayordomo con el arpón fue algo que nadie vio venir. Y otro contratiempo fue que el jardinero encontrara una bomba cuando estábamos escavando la fosa común. Por todo lo demás, la cosa fue bien hasta que los 3 nos quedamos atrapados aquí y decidimos "jugar" a ver quien ocupaba los puestos en las armaduras. Y por desgracia, he de decir, que no sirvió de nada serrar al Chef por la mitad, la placa no bajó. No porque no estuviera gordo, que lo está, sino porque al parecer necesita llenar y ejercer presión interior en ciertos puntos y bla-bla-bla...  ¿Sabías que estaban llenas de agua pero con el protocolo se vaciaron?. También probé traer agua de lluvia, pero el tejado impide que caiga a la ventana nada... en resumen... la única forma... ¿Disparas ya?.

El Sacerdote estaba impaciente por salir, bien por recibir un disparo, o bien por acabar de una vez con todo eso. Tanto tiempo encerrado sin comer más allá de sus uñas y la carne cruda de los dos muertos que se encontraban en las armaduras restantes parecía que lo habían vuelto un poco, desquiciado.

Alice miró al sacerdote y a Richi. Ella había hecho todo cuanto tenía que hacer solo quedaba una cosa más. Una entrega. Quizás la última entrega. Se movió inquieta en el sitio situándose entre el sacerdote y el mueble al que la propia Alice estaba atada. Era una especie de gesto de entrega. Un desafío mudo.

Vamos Richi. Es tu turno. Quien quiera peces, que se moje el culo.

Richi como algo mecánico metió la bala y después la pólvora... -Pero, yo no quiero peces... ni ver al barón...yo quiero irme a casa... -Se llevo los dedos a las sien. -Bueno medio cuerpo mas medio cuerpo, ¿Hacen un cuerpo completo para cada armadura no cree? -Negó con la cabeza. -¿Y como se supone que debo obrar? -Miro a la mujer y luego al anciano. -¿Tengo que ser el primero?

Richi miro a ambos y se mordió la lengua, no deseaba hacer tal cosa. Pero tenia claro que si no lo hacia, tarde o temprano el seria el objetivo a derribar así que, miro a ambos antes de señalar con el arma a alguien y apretar el gatillo. Bala sala salio tras un chasquido y volo hasta el cuerpo de aquel que les había puesto en aquella situación. Aun no sabia el efecto que había causado aquel acto pero ya tenia una pregunta en la boca.

-Y ahora que.

Al recibir el balazo directamente, el sacerdote volvió en sí, se había dado de cuenta que quizás esta no fuera la mejor idea para ganar y tanto tiempo encerrado en aquella habitación había ponzoñado sus sentidos y le había llevado a cometer, la peor decisión que había cometido en su vida. Pese a ello, no tuvo tiempo para lamentarse mientras cayó sobre la mesa de madera partiéndola por la mitad.

Una bala rodó hasta el pie de Alice Backwell. Ahora era su turno de disparar.