Partida Rol por web

Tres veces a la semana salían a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbología, con una pequeña bruja rechoncha llamada profesora Sprout, donde aprendieron cómo cuidar de plantas extrañas y hongos, y se enteraron para qué se utilizaban.»

- ¡Bienvenidos al invernadero número 2, alumnos de segundo año!

La profesora Sprout os saluda mientras os colocáis a lo largo de la gran mesa situada en el centro del invernadero, donde hay preparada una maceta para cada alumno.

- Hoy aprenderemos a transplantar mandrágoras. La mandrágora, o mandrágula, se utiliza para curar a la gente que ha sido petrificada, también es peligrosa, su llanto es fatal para los que lo oyen. Como éstas aún están en el semillero sus gritos no os matarán, pero pueden dejaros inconscientes varias horas, por eso os he preparado unas orejeras para cada uno. Ceñíroslas bien.

La profesora seguía con sus explicaciones, y los alumnos las seguían. A pesar de tener las orejeras, podíais escuchar perfectamente a Sprout y a las mandrágoras chillar cuando eran sacadas de su semillero, pero el sonido no os afectaba...

Me duermoooooo.. pensaba Marty. Madrugar la mataba, más aún que los gritos de las mandrágoras, que tampoco le ayudaban a estar a gusto en el invernadero.

Se ató la bufanda de Gryffindor que llevaba al cuello todavía al notar que se le escurría, y miró a sus compañeros.

-Chicos.. ¿alguien más se aburre en esta clase, o soy sólo yo?

Bostezando disimuladamente, ya que no pudo dormir todo lo que hubiese querido..

- Marty, a mí nunca me ha caído bien la profesora Sprout, pero nunca sabremos para que podemos utilizar la mandrágora...

Un nuevo día de clase. Y encima Herbología que era la asignatura que peor se le daba. No es que fuera mal estudiante, pero tampoco era de los mejores. Y claramente aquella asignatura le costaba. La mayoría de las veces terminaba luchando por no quedarse dormido en las explicaciones teóricas. Por eso mismo agradeció el comentario de su compañera de Gryffindor Marty. Sería una buena compañera en aquella hora, seguro.

- Tranquila, no eres la única- le comentó con simpatía colocándose a su lado y ciñéndose bien las orejeras.- Al menos hoy será práctico. Y si te aburres siempre puedes quitarte las orejeras y... ¡ko!- bromeó, sonriendo. Escuchó entonces el comentario de Malcom y se encogió de hombros. La verdad es que el chico tenía razón- Mejor colocarse bien las orejeras, sí.

Liam se colocó las orejeras cerciorándose de que estaban perfectamente colocadas, no fuera a tener un disgusto. Pasar horas rodeado de vegetales peligrosos no era su idea de como llegar a ser un gran mago, pero Malcom tenía razón, quizás algo de todo eso les sería útil - Bueno, a menos que alguna de estas plantas se cuente unos chistes, me temo que más de uno nos vamos a dormir aquí - dijo mirando a sus compañeros.

Una montaña de libros. Aún pese a estar en una clase principalente práctica como era la de Herbología Valeria estaba rodeada por múltiples tomos voluminosos que ojeaba con parsimonia y tranquilidad con las grandes orejeras sobre su cabeza, dándole un aspecto un tanto extravagante.

_{- Mandrágora... También llamada mandrágula... Zumo... Llanto...}

Murmura releyendo las palabras de la profesora Sprout en los tomos ante sí.

_{- Tiene historia reciente en el colegio... mhmm...}

Mientras murmura para si misma mordisquea el extremo de su pluma y toma algunas anotaciones de vez en cuando. No parece hacerle caso a sus compañeros, aunque seguramente sea por el hecho de que no les escucha al llevar las protecciones que les ha dado la profesora.

La chica decide pinchar un poco a su mandrágora con la punta de la pluma, curiosa.

_{-¡Oh! Es como un bebé pequeñito... Se parece un poco a Caleh, jiji... -} ríe para si misma pensando en la similitud entre la planta y el menor de sus hermanos de bebé.

Lo cierto es que la profesora de herbologia me parece poco seria. No sabría decir bien por que. ¿Quizás por su aspecto desaliñado?.

Miro las orejeras con disgusto antes de colocármelas en los oídos. Me parece de mal gusto que todo se tenga que compartir, yo preferiría traer mis propias orejeras. Miro a mis compañeros, muchos de ellos están dormidos. Los bostezos de unos se pegan a otros. Liam dice algo que me hace gracia. Me rio por lo bajito tapándome la boca para que no vea que me he reído no vaya a pensar que me gusta o algo así.

-Estas mandrágoras son como bebés, lloran y lloran. Pongo los ojos en blanco.

Ingreso al invernadero portando un gesto alegre e incluso travieso. Al ver que todos los alumnos se ubicaban alrededor de las mesas,  me coloco de puntillas para ubicar a los chicos de mi casa, solo que en el proceso de revisar el lugar una niña me llamó la atención. 

- ¿Puedo ubicarme a tu lado?- pregunto a Valeria esbozando una sonrisa amistosa,  para luego escuchar con atención las explicaciones de la Profesora Pompona y si era posible tomar nota sobre las mandrágoras ya que al parecer su chillido te dejaba dormido en el suelo. 

La verdad es que no me agradaba mucho herbologia pero si me interesaban las plantas que parecían pequeños animalitos. Y gracias a que la curiosidad me puede más que cualquier cosa,  luego de colocarme las orejeras, levanto con ímpetu a la planta y le hago cosquillas en la panza con la pluma. 

- ¡Mira! Encoje la barriga. ¡Genial! - susurro por lo bajo fascinada por la reacción de la mandrágora. Hasta que doy por finalizada la pequeña travesura y la coloco en la maceta. Así realmente era divertido estudiar Herbologia. 

Miraba a los chicos de Gryffindor conversar mientras se colocaba las orejeras y comenzaba la clase. En realidad, para ser una de las casas más afines con los leones, le disgustaban mucho, pero sabía que era netamente prejuicio. Uno de sus hermanastros mayores, Icaro, era Gryffindor y era común verlos discutir. Simplemente se alejó un poco de la conversación y se acercó a Valeria. No conversaban mucho, pero a Gala le gustaba escuchar las "tonterías" que hablaba la chica, le parecía divertida.

-¿Sabías que las mandrágoras fueron utilizadas para despetrificar a algunos alumnos que fueron atacados aquí en Hogwarts?- Mencionó en voz baja para que solo las dos escucharan, no tenía ánimos de crear conflicto. Mientras esperaba la respuesta de la chica, empezó a desenterrar a la mandrágora. -Eso es lo que me contaba mi madre...- decía mientras arreglaba la planta en el macetero. -¿Te imaginas si eso volviera a suceder?- Seguía intentando conversar. Mientras más escuchaba la conversación de los Leoncitos, más se desesperaba.

Me aproximo con curiosidad a las mandragoras, solo los había visto en libros y eran bastante más pequeñas de lo que me imaginaba. -Curioso, parece que no tienen ojos.- pienso mientras acerco un dedo para tocar la cara de la planta, no lo acerco demasiado cuando me pega un mordisco. -¡AH!.- grito mientras me alejo del bichejo.

Mientras me chupo el dedo para calmar el dolor me fijo en Valeria como siempre rodeada de libros y me acerco por detras para leer por encima de su hombro.

-¿Qué lees? ¿es sobre mandragoras? ¿pone algo interesante? ¿me lo dejas cuando acabes?.- empiezo a preguntarle sin darme cuenta de lo rapido que hablo (me suele pasar...).

Estiro de una hoja de la mandrágora que me ha tocado en gracia - una especialmente rechoncha y llorona - y sonrío al comprobar que los llantos aumentan en intensidad. Pobre patata desgraciada. Me ajusto las orejeras y me dispongo a explorar los límites que mi criatura puede mostrarme. Estiro un poco más de la hoja, cada vez un poco más, hasta que ésta se suelta, provocando el chillido más estridente de toda la clase.

-  Oh, vaya - digo, mientras compongo mi mejor expresión de sorprendido y compungido, mirando a la profesora sproud.

La sensación de... triunfo... es indescriptible.

James llegó con su túnica negra bordada con el escudo de la serpiente, su gorro de brujo llevaba una cinta de un verde metálico. Con su mochila a pie de silla sacó un pergamino, el tintero y la pluma para empezar la clase.

Todo el mundo estaba muy distraído y James permaneció con la barbilla pegada al pecho a la izquierda de la clase sin inmiscuirse en lo ajeno, aunque miraba los corrillos que se formaban con curiosidad.

Valeria asiente distraída cuando Maren decide sentarse a su lado. Justo en ese momento estaba intentando contar cuantas hojas tenía la planta chillona en sus ramitas.

_{- ¿Será un número primo? -} le pregunta a su nueva compañera de asiento en un murmullo mientras sigue mirando a la planta, como si esta pudiera saber a qué se refiere con esa pregunta. Aprieta los labios como suele hacer cuando está concentrada, pero pierde la cuenta por enésima vez cuando Galadriel se acerca también a ella.

A su amiga, o así la tine Valeria más o menos ya que nunca se para demasiado a pensar en esas etiquetas, le asiente con una sonrisa sincera mientras coge entre sus manos uno de los librazos que le rodean.

- Sí... - le enseña la imagen de una serpiente gigante. Tartamudea un poco al inicio, por la emoción: le encantan las historias - H-Harry Potter tuvo que m-matar a un basilisco que se escondía en el colegio... su mirada reflejada convertía en piedra a la gente. - Se lo enseña también a Maren dando golpecitos con el dedo sobre la ilustración.

Luego se gira a Marcus.

- Es... Herbología británica fantástica: Un compendio de plantas y vegetales de interés para el mago inglés de a pie - recita el título del mamotreto de memoria con una sonrisa feliz. Le gusta hablar de libros. - Te lo dejo luego Marcus. - Asiente, pues aún necesita tomar notas del libro.

Austin se quedó en mitad de la mesa. Había estado leyendo algo sobre las mandrágoras la noche pasada, por lo que se pudo permitir el lujo de fijarse más en la planta que en lo que decía la profesora, ya que verla en un libro no era lo mismo que tenerla delante. Le sorprendió un poco el chillido, pero no era tan desagradable como esperaba. Claro que estas aún eran pequeñas.

Miro con curiosidad las mandrágoras. Herbología no es precismante santo de mi devoción, pero la señora Sprout es la jefa de mi casa, así que intento parecer atenta y buena alumna. En caso de necesidad, ella es quien puede ayudarme o hundirme. Veo a mi lado un estudiante de Ravenclaw, el cual me suena de los pasillos. Me siento a su lado.

-¿Sabes? He decidido ponerle nombre -señalo a mi mandrágora- se llama señor Chillidos. No es muy original pero me parece mono. -esbozo una sonrisa cordial al chico para que no piense que estoy loca. 

-Señor chillidos -pensó divertido.

-Es un buen nombre -comentó, riendo por lo bajo- La mía se llamará gritágora -le comenta, orgulloso por su juego de palabras. Mientras continúa hablando con su compañera, al parecer una hufflepuff, trata de hacer caso a lo que la profesora sigue explicando, especialmente a los consejos prácticos que no siempre pueden leerse en libros. "La teoría sin práctica no sirve de nada" le había dicho siempre su madre.

Tim se sentó tímidamente tratando de no llamar la atención. Le costaba mucho entablar amistad y no ayudaba que al hablar con alguien desconocido la cara se le pusiera del color de los tomates.

Cuando sus compañeros hablaron y contaron chistes sintió un poco de envidia. A él se le ocurrían muchas cosas curiosas que decir de las mandrágoras, pero tenía miedo de meter la pata y que se rieran de él. Simplemente tomó nota de lo que decía la señorita Sprout y permaneció en silencio, sonriendo para que no se le notará nervioso.

La verdad es que la clase de herbología parecía ser todo lo diferente que yo esperaba, y por suerte eso era mucho mejor. Esperaba tener que estar sentado en un atril mientras nos enseñaban imágenes de plantas, y sus excipientes y componentes, usos y demás.

Pero aquella mujer rechoncha, parecía ser divertida. Sería algo práctico pero suficiente para aquellos que no eramos unos cachas. 

Escuchaba atento y mantenía la mirada viva, mirando a todos mis compañeros mientras la clase empezaba y la mujer seguía explicando. Algunos detalles eran obvios y vanos, y podías recogerse en la edición infantil del Profeta que solía leer en los veranos. Incluso el detalle del incidente en Hogwarts que algunos marcaban.

Las orejeras mantenían a raya aquel efecto penetrante de los gritos de los pequeños brotes de mandrágora, pero incluso así podíamos oír, las voces del resto algo opacas.

A mi lado se encontraban cerca unos cuantos compañeros de casa, los cuales hablaban sobre poner nombres al especimen que estaba frente a nosotros. Acaricie las hojas verdes que servían como injerto y pelo, y comenté.- ¿Cómo te llamas pequeñaja?.

Espere mientras aquel brote se retorcía entre chillidos y dije mientras la volvía a dejar tranquila en su camastro de arena, mirando a los que tuviera cerca.- Deben ser familia, pues la mía creo que responde que a Chilladora o Chillona, me he perdido después del segundo zumbido...

Sonrío y espero nuevas ordenes de la profesora.

- Si te refieres a la cantidad de hojas puede ser,  aunque es relativo. - respondo sonriendo ante la pequeña conversación que surgía entre ella y yo. Luego aparece otra niña contando sobre lo sucedido dentro de estas paredes y siento como la curiosidad emerge desde mi piel hasta centrarse en los pómulos, mientras mis ojos brillan por el asombro. 

- ¡Conozco esa historia! - expreso con algarabía, en realidad estaba muy al tanto de los acontecimientos dentro de Hogwarts. Algunas historias eran muy interesantes,  cargadas de misterio y horror,  otras eran muy tristes, casi al borde del llanto como las muertes dentro de la Orden del Fénix o la batalla en el colegio. 

Lo hubiera dado todo por ver a los gigantes de piedra ser invocados para defender el Castillo. - voy pensando en esa historia,  totalmente dispersa del entorno. Hasta que las voces de algunos niños me devuelven al invernadero. 

-El mio se llama pancita. - respondo al grupo que sugería nombres mientras señalo la mandrágora. Ahora negando con la cabeza por el aburrimiento y la falta de travesuras,  acaricio la Snicth que tengo en el bolsillo al darle voz a mis pensamientos.

- ¡Qué ganas de jugar Quidditch! - era una realidad, odiaba estar encerrada en un lugar lleno de macetas, estiércol y planta chillonas.  ¿Donde estaba la diversión si no era al aire libre? A no ser que inicie la guerra de tierra. 

James puso sus apuntes entre él y Tim Downsend - Toma por si no te has enterado de algo... el resto están armando mucho escándalo. - Dijo casi en un susurro sin mover la cabeza del pupitre pero con los ojos puestos en Tim.