Partida Rol por web

Mientras Chewbie buscaba algo donde escribir, los personajes allí reunidos comenzaron a organizarse... y desorganizarse a la vez. Unos querían investigar, otros querían que se investigue pero no que lo hicieran los primeros, otro intentaba reclutar gente para una especie de pandilla o algo así pudo entender, alguien más sugirió que había que vaciarse los bolsillos (como si el asesino fuera tan audaz como para lograr vencer a la señora jedi-viejita pero tan tonto como para guardarse su varita laser entre sus ropas) y el caos comenzó a reinar.

El wookie hizo un facepalm y su cabeza comenzó a ondularse, producto de la falta de una tercera dimensión que le permitiera absorver el impulso. Las ondas le provocaron un mareo terrible y comenzó a caminar dando tumbos, pero entre medio pudo escuchar que alguien preguntaba si alguien más tenía una idea. Su estómago habló por el.

-Uoo waa gaa moo*- y su ahora inexistente estómago profirió un rugido para acompañar sus palabras. Y si se ponían a pensarlo, con el estómago lleno seguro que pensaban mejor.

Apoyado en un rincón observo como todos hablan y hablan sin parar, volviéndome loco ya desde el primer momento con sus diálogos. La moneda de oro vuela de mi mano derecha a la izquierda, de izquierda a derecha, y así sucesivamente. Finalmente la guardo en uno de los pliegues de mi túnica y, acariciando el pomo de mi cimitarra, me acerco a mi hijo y a su bella esposa.

Opino que aquí todos debemos investigar a la vez, puede que algunos sean buenos en algo y otros en otra cosa distinta. Lo importante es que debemos permanecer unidos. El hada Madrina era muy poderosa, todos lo sabemos. Alguien con gran poder ha debido acabar con ella y luego robar su varita. Por tanto su asesino es alguien con un poder aún mayor. Tenemos que ser cautelosos cuanto menos -digo dando mi opinión a lo ocurrido -pero vamos, si queréis os enseño lo que guardo en los bolsillos, pero no se cuando acabaré.

Dicho esto comienzo a sacar cosas de mis bolsillos laterales. Monedas, otra túnica, cuerdas, joyas, un pequeño baúl, varias cantimploras, lingotes de oro, una espada láser, una cama, el trono de algún rey ya fallecido, un par de cabras, algunos gatos, un reloj de sol, dos montoncitos de arena del desierto, mi cimitarra de repuesto, una palangana y varias botellas de agua, mi caballo y una brújula.

Bueno, esto es todo. Por cierto, esto es un regalo para vos -continúo regalándole a Jasmine un precioso colgante -¿saco lo que guardo en mis treinta y seis bolsillos interiores?

Chewbie aun esperaba que alguien de los presentes comenzara a montar un banquete (después de todo, se rumoreaba que las princesas de Disney eran muy dadas a las tareas del hogar), cuando un extraño señor de rostro tapado -algo muy sospechoso por cierto- comenzó a vaciar sus bolsillos (otro más que sucumbía al pánico o algo así) y sacó un sable láser. Los ojitos del wookie se iluminaron y hasta se pusieron un tanto vidriosos aunque ninguna lágrima cayó de ellos. Allí, frente a él, aunque desconocido, se encontraba un jedi porque... de qué otra manera habría podido conseguir la espada de luz si no?

-Wwrcahwowhwa!!!*- y corrió a darle un abrazo tal que, si hubiera conservado la masa que tenía antes de entrar en aquella torre, le habría quitado el aliento a Cassim, pero al tener los brazos del espesor de una hoja de papel, solo consiguió hacerle unas ligeras cosquillas

Después de escuchar a las hadas intento reflexionar en silencio, pero en cuanto empiezan todos a hablar me va costando más concentrarme hasta que decido desistir. Miro uno a uno a todos los presentes, reflexionando, escuchando lo que dicen.ç

¿Seguro que solo un hechizo puede matar a un hada?

No estoy nada convencido de eso, pero asiento y decido unirme a la conversación.

-Scar creo que ya está bien acabado - digo, poniendo los ojos en blanco al ver a un tipo con turbante que pasa del tema.

Mucho turbante por aquí...

Al ver como la cosa peluda se abalanza ante mí, gritando cosas que no logro entender, comienzo a sacar cosas y más cosas de mis bolsillos, procurándome una barrera que me aleje de la criatura, una protección formada por una mesa y un gran número de objetos frágiles y caros.

Detrás de las diversas baratijas miro al ser peludo y, siguiendo los consejos de mi padre sobre que una bestia llena deja de ser una bestia, saco un par de buenos filetes de camello y se los tiendo a la criatura. Toma, para tí, no me hagas daño.

“yo no tengo bolsillos” pienso apenada por no poder unirme a la fiesta que acaban de montarse unos pocos.

- Chicos, chicos! Dejad de sacar cosas de los bolsillos, al final no podremos ni respirar en esta torre. Pensad que las hadas han venido a buscarnos, el culpable ha tenido tiempo de deshacerse de la varita e incluso de venderla en el mercado negro.

Las tres hadas se miraron entre sí ante las preguntas. Las tres, apenadas, asintieron.

Todos tendremos que decidir quién puede ser el culpable. Será un proceso democrático.

Cuando haya mayoría, ese personaje será... será borrado. ¡Oh, pero no os preocupéis! Cuando acabe todo esto, podemos recuperarle

Sí, y todo esto se acabará cuando el hielo del Hada Madrina desaparezca para que pueda ser dibujada de nuevo.

Cuando todos los enemigos sean borrados, el hechizo se acabará.

-¡Perfecto! No solo me hacen subir para ver algo terrible si no que ademas me encierran con los posibles causantes de todo esto. Pues que sepan señoras hadas que Fredricksen no es culpable de nada, así que ya me están sacando de aquí, con esas baritas suyas, que esto es un gallinero y no tengo ganas de hablar con animales y monstruos.-Intentaba acercarse a ellas pero no era nada fácil con las tres revoloteando de un lado a otro.-¿Pero me están escuchando?

Kronk no se enteraba de nada.

Entonces, si le han robado al hada madrina su varita, alguien se ha convertido en el hada madrina, y si es así entonces... - me paro cuando escucho a la cosa peluda gritar.

Puede ser una ardillita transformada, entonces ohhhhh, pobrecilla. - pienso estupefacto.

Como líder de los scout es mi deber atender a los animalitos.

Me acerco al bicho peludo y le digo:

¿Ardi, ardi, ardi, ar, ardillita? -mirando fijamente

_ OH CIELOS... Pero mirad que desorden estáis montando!!!!! 

La buena de Mary se llevó las manos a la cabeza mientras observaba la cantidad de objetos que Cassim iba sacando de sus bolsillos. Comenzó a sudar en frío mientras abría su bolso y sacando un perchero de él acomodó su abrigo, su sombrero y su bufanda en el mismo. Dejó el paraguas dentro del bolso y luego sacó un delantal blanco, impoluto y almidonado que se ató con firmeza a la espalda. Dio dos palmadas intentando llamar la atención de todos y gritó:

_ Con este desorden no vamos a encontrar nada!! Haced el favor de ir colocando en montones ordenados cada cosa que saquéis de vuestros bolsillos... _ alzó una ceja mirando a Simba y luego a Morfo... y a Nala... y luego arrugó la nariz al mirar a la señora Potts. _ Quiero decir... los que tengáis bolsillos claro!! HOP HOP!! Vamos vamos... UN DOS!! Y tú jovencito... más vale que recojas todo esto de nuevo... _ dijo cruzándose de brazos y dando golpecitos con el pie en el suelo mirando a Cassim que trataba de esquivar a la mole de pelo que se le echaba encima.

Hielo... uno de los peores enemigos de WALL-E. El robot cargaba sus baterías con la energía del Sol, y la llegada del hielo solamente podía significar que los rayos llegarían con menos fuerza.

WALL-E empezó a temblar; tras miles de años, había desarrollado algo parecido a unos rudimentos básicos de emociones. El Miedo fue el primero en llegar: cuando estás solo en un entorno hostil y sucio, el instinto de autoconservación te enseña a temer aquello que pueda dañarte.

La Curiosidad, la hermana pequeña del Miedo, no tardó en nacer tras la llegada de su hermano: cada vez en más ocasiones la atrevida Curiosidad tomaba el control de las acciones de WALL-E, para asombro y espanto del precavido y gruñón Miedo.

Tras la reacción de Miedo, que siempre era el más rápido y el primero en tomar el Control, Curiosidad empezó a imponerse. WALL-E dejó de temblar, se acercó al Hada Madrina y tocó el bloque de hielo en el que estaba aprisionada.

Waaall-eee - musitó con asombro cuando tocó el hielo por primera vez. Curiosidad estaba satisfecha... ¿cuál sería el siguiente en presentarse?

Se transforma en Carl Fredricksen y empieza a hacer ruiditos refunfuñando y meneando el baston

Tras sentirme algo ofendido por no tener bolsillos y por el comentario de la señorita Poppins me acerco a Morfo cuando éste se está transformando.

¿Pero Carl Fredricksen no estaba allí?

Me doy la vuelta y veo que es cierto, Carl está ahí, en su tamaño normal, mientras que pienso que el otro parecía bastante más pequeño.

-¡Qué hipopótamos! - exclamo, sorprendido, para girarme y preguntar al que está en el lugar de Morfo - ¿cómo has hecho eso?

Carl vio como le imitaban y eso le irrito mas.
-¡PERO BUENO! Maldita criatura, vete a molestar a otro, yo no estoy aquí para la diversión de nadie, porque no te transformar en un bólido ¿Y te pierdes de mi vista?-En ese momento su espalda crujió
-OH! Perfecto, menudo día llevo.

Si por culpar a alguien, por sus malos actos pasados, debería ser alguien, ese es Cassim, el rey de los ladrones. Quien sinó mejor para aplicar su ego y salirse con la suya una vez más. Los animales como a dicho Nala, no tienen dedos, pero sí boca, con la que ordenar a alguien que tenga dedos que lo haga por él/la con amenazas. Por lo que los animales también deberían ser bien insepccionado, al igual que los que tenemos dedos. Dijo Jack con grandes voces. No hay villanos, pero si protagonistas, que por casualidad creen haber quedado en un segundo plano y hacer el mal, para volver a ser el protagonista. Yo no veo claramente el culpable, pero si el echo de quien podría hacerlo.

Puede que tengas razon, Jack pero no creo que sea muy apropiado ese comentario de "labios" del rey del mal...
Como han dicho las hadas, este misterio debemos resolverlo entre todos por lo que vuelvo a ofrecer que uno por uno indiquemos donde nos encontrábamos en el momento del....accidente...para que podamos sacar algo en claro.

Empezaré yo: los chicos habian cogido todas las galletas que habia en la cocina y estuve buscándolos un buen rato...aunque ya se las habían comido cuando les pillé dijo sujetandose la tripa y mirandola con cara de pena

En fin...quien es el siguiente????

Vanellope seguía con la cara oculta en el cuello de Ralph, aunque no se perdía nada de lo que se decía allí. Escuchaba cómo se acusaban unos a otros y las explicaciones que daban cada uno de ellos. Incluso, miró, curiosa, cómo algunos se sacaban sus objetos de los bolsillos y sonrió para sus adentros al ver todo lo que llevaba aquel al que llamaban ladrón.

Sin embargo, su ánimo estaba por los suelos. Creía haber encontrado junto a Ralph un lugar donde descansar y tomar como su hogar hasta que encontraran la manera de volver a sus juegos, y lo único con lo que se habían topado era con caos, confusión, traidores y matanzas. La gente se señalaría unos a otros, reinaría la desconfianza entre todos los seres que allí vivían, y aquello no hacía más que disgustarla a cada segundo que pasaba.

Suspiró de manera larga y sonora, y pestañeó de forma lánguida, casi con pereza, triste, para volver la mirada a su amigo Ralph y convencerse de que él no había sido capaz de hacer algo así.

Se preguntó quién querría la varita de aquel Hada Madrina, quién querría tanto poder y para qué. Aquella señora no había hecho nada en aquel mundo como para que la congelaran por venganza o para que el autor se redimiera, entonces, ¿quién quería tanto poder y qué es lo que estaba pasando por su mente?

Se mordió los labios y frunció el ceño, pensativa. Durante unos segundos se quedó con la mirada perdida, esbozando alguna ligera sospecha de alguien, pero no se atrevía a acusar. Sabía que no estaba bien acusar a alguien de algo, aunque antes sí que lo hubiera hecho de forma tan tempestiva. En ese momento es cuando se arrepentía de su comportamiento tan impulsivo, aunque, a veces, a Ralph le divertía o eso le parecía a ella.

Por lo que, volvió a fruncir el ceño y a sonreír de manera pícara y traviesa, como solía hacer cuando se convertía de nuevo en ella misma y miró a todos los presentes desde la altura del hombro de Ralph.

-¿Y por qué tenemos que hacer caso de esas hadas?- preguntó, señalando de manera maleducada a Flora, Fauna y Primavera-. ¿Y si lo que quieren es ponernos los unos contra los otros, hacernos daño, destrozarnos y luego recoger los cachitos que queden?

Miró de manera fija a las pequeñas hadas y arrugó la nariz.

-No me fío de ellas- concluyó, cruzándose de brazos.