Partida Rol por web

Hogwarts: Génesis

Parte 1. La Profecía

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09/07/2016, 13:09
Adelaide E. Gleann (Della)

Della atendió a las explicaciones de la otra niña con interés, la verdad es que se quedó con alguna pregunta pendiente cuando salió del despacho, entre ellas la que en ese momento le hacía Molly.

-Sí, muy raro... parece que nosotros sabemos muy poco de nosotros. -dijo con una mezcla de incredulidad y enfado.

A la niña le parecía que tanto su padre como su abuela, y quizás su tía, le debían explicaciones de lo que pasaba pero eso no lo iba a airear, como decía su abuela: los trapos sucios se lavaban en casa. El ceño ligeramente fruncido de la pequeña se suavizó antes de entrar al Gran Comedor, el olor a buena comida y la algarabía de muchos niños comiendo lo inundaba todo y ella no quería llamar la atención más de lo necesario.

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09/07/2016, 18:04
Adelaide E. Gleann (Della)

Della siguió a Molly para encontrarse con el resto de compañeros de profecía y saludó tímidamente, a pesar de su mutismo se podía apreciar optimismo en su mirada. Escuchó como el señor Gryffindor era quien les había dado la clase de escritura/lectura y asintió contagiada por el entusiasmo del joven Ollivander. El apretón en el hombro que notó la cogió desprevenida, pues no había reparado en la aproximación de la otra niña, pero en cuanto vio de quien se trataba esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza dándole las gracias a Marshmallow. Pensó con alegría que parecía que, a pesar de no haber compartido con ellos las correrías por el castillo de la primera semana, había un lazo que los había unido. Su corazón dio un salto volviendo a recordar la profecía. Hablaba de ellos y por eso los habían tratado de forma diferente desde el principio... ¿o los habían tratado de forma diferente y así habían propiciado el cumplimiento de la profecía? Esos pensamientos, pero mucho más inconexos, ocuparon su mente hasta que se dio cuenta que ya todos enfilaban hacia las mesas de sus casas.

Se despidió y buscó a la prima de Olli en la mesa huffie para sentarse a su lado. No le apetecía responder a preguntas sobre su padre, mas cuando en realidad no sabia nada cierto, pero la perspectiva de estar totalmente rodeada de extraños la incomodaba demasiado. Encontró su cabeza pelirroja y se dirigió hacia allí. Por el camino fue oyendo los distintos comentarios y rumores que iban y venían por la gran sala.

Ella también había oído hablar de esas tierras 'de mucho más allá' pero, hasta ese momento en que se podía tocar algo físico de allí, pensaba que le debían de estar tomando el pelo. Miró las llamadas patatas con curiosidad y se fijó en las caras de quienes las estaban comiendo, parecían buenas en su mayor parte por lo que decidió darles una oportunidad y probarlas. Lo de que sólo estaba la señora Hufflepuff en la mesa principal y que pasaba algo, le hizo recordar de nuevo con fuerza a su padre tendido en la cama y el pergamino que había traído, pero parecía que había más, "un ser extraño... de sonrisa astuta... ojos claros y pelo negro lacio" era una descripción salida de un cuento para asustar a los niños. Muchos decían que sería Myrddin pero Della sabía que el viejo mago no era así, aunque después de constatar que lo de la tierra de más allá era verdad, le quedó la duda sobre la veracidad de ese 'cuento para niños'.

-Hola Glinda -le dijo a su compañera de casa, esperó a que le hiciera un hueco y una vez sentada comenzó a poner comida en su plato, un poco de varias cosas y patatas de esas para probarlas -Están buenas ¿verdad?

De repente la voz de su jefa de casa inundó el salón y la niña miró con preocupación a la pelirroja, en principio por lo extraño que estaba resultando el inicio de curso, pero la extrañeza también era debida a la cita que se suponía tenía ella con los otro cuatro chicos, esa que era a medianoche e incompatible con las directrices que les acababan de dar. Aunque de esa cita nada podía comentar con su compañera. Todavía tenía en la cara la incertidumbre cuando escuchó el repiqueteo de pasos acelerados llegar a su mesa, se giró justo para ver el saludo que la pequeña dueña de esos zapatos le dedicó a otra niña de su casa y viendo sus caras recordó que eran las hijas de Aibhilín. 

-Gracias señorita Hawk -dijo y devolvió la sonrisa a la cría.

Cuando ésta le sacó la lengua a su hermana no pudo contener una mirada risueña hacia la niña mayor, a ella le hubiese gustado tener alguna hermana, o hermano, bueno en realidad alguien con quien poder jugar y compartir risas y lloros. Su mano acarició distraídamente el sobre mientras vio como sendos sobres eran entregados a lo otros niños que tenían la reunión, sin esperar pero sin parecer desesperada "Mantén las apariencias Adelaide" resonó la voz de su abuela en su mente, lo abrió y leyó el contenido. Asintió imperceptiblemente y se guardó la misiva en un bolsillo de la túnica, tenía tiempo hasta medianoche lo malo era que no podía aprovecharlo para ir a la enfermería -O algo lo mejor sí- pensó viendo a los ravenclaws y a la gryffindor salir del comedor.

-Si me disculpáis, -dijo a sus compañeros mientras se levantaba -voy a ver si me dejan ir a la enfermería. Nos vemos luego.

Se marchó del Gran Comedor en pos de los otros tres, si llegaba a tiempo hablaría con ellos sobre lo que estaba pasando pero si no, iría a ver a su padre.

Notas de juego

Error gramatical, ningún cambio   n___n

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14/07/2016, 16:48
Niall

Estaba enfurruñado. La clase de lectura no le había ido bien. Ya no solo por el hecho de que no consiguiese entender aquel galimatías sinsentido que suponían las mayúsculas de las minúsculas... ¿qué propósito tenía hacer letras de diferentes tamaños si todas se leían y significaban lo mismo? Aquello era de locos. Pero lo que le terminaba de enervar era aquella actitud eufórica y absurdamente espléndida de alguno de sus compañeros. No solo estaban encantados con aquello de aprender a leer... es que les parecía indispensable para leer libros. Pero, ¿no se suponía que a aquella escuela se iba a aprender magia? Cuando uno sabe hacer magia no necesita leer libros. Simplemente lo sabe todo... desea tener el conocimiento depositado en el libro y esto, por arte de magia, se hacer real. ¿Acaso no es así como funciona la magia?

La cuestión es que, por muy naive que fuese la actitud de Niall al respecto de las artes arcanas en aquel tiempo, todo tenía un particular sentido en su mente pequeña e infantil. Tenía mucho que aprender y muchos cambios que obrar en su interior. Un gran camino por recorrer... ya lo había vaticinado Salazar Slytherin la noche que lo recogió al borde de la muerte.

Con este pensamiento en su cabeza llegó al Gran Comedor y se cruzó de nuevo con Della a quién dedicó una mirada que quería preguntar por el estado de salud de su padre pero que decidió callárselo. Al fin y al cabo no hacía ni un mes que él había estado en ese mismo estado. Solo pensar en alguien así hacía que Niall temblase de miedo ante una muerte que sintió más cerca de lo que ningún niño de su edad debería sentir jamás. 

Y con esto se sentó en la bancada slytherin ajeno a cuanto sucedía. Masticando con desgana la excelente comida que se le ponía ante las narices y pensando en las musarañas. Cuando le anunciaron la existencia de aquel manjar procedente de más allá del océano se dió cuenta de que ya se había llevado a la boca tres o cuatro de aquellas... ¿patatas? Nombre extraño. Pero igualmente el sabor y la textura tampoco le pareció de lo más novedoso que había comido jamás. No era para tanto, por supuesto... él mismo era de las tierras más allá del mar y no conocía aquellas cosas llamadas "patatas".

Cuando la profesora gorda (así la llamaban los chicos slytherin en la seguridad de la sala común de la casa de la serpiente) anunció el toque de queda, Niall torció la mirada y puso los ojos en blanco. Una profesora les citaba en mitad de la noche en la Torre Norte y la otra les decía que no podrían moverse de sus dormitorios. Era imperante ponerse de acuerdo. De un modo o de otro, Niall no se perdería aquella cita. Por una vez que alguien se digna en dedicar un poco de su tiempo en ofrecer respuestas...

Como no podía ser de otra manera, los otros chicos habían recibido una misiva que, a buen seguro, sería idéntica a la Niall. Así lo dedujo ya que todos ellos se levantaron y se dirigieron a la salida del Gran Comedor como si llevasen escrito en la frente... "estamos desobedeciendo". Parecían cuatro venados temerosos ante la saeta de un cazador. Niall se lenató del banco y se dirigió a la salida con paso firme. Cuando estuvo al lado de aquel grupo, soltó un bufido y se limitó a decir con tono de cierto hartazgo...

- Por aquí... seguidme, anda.

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18/07/2016, 18:10
F-Helga Hufflepuff

Helga no veía el momento de levantarse, y decir a los alumnos que siguieran a los Prefectos de sus Casas para ir a sus Salas Comunes, y pasar allí el resto de la noche. Bajo la protección mágica de cada Casa, estarían a salvo de aquello que Rowena le había advertido.

Cuando habían hablado aquella tarde, después de que Ravenclaw hubiera enviado esa carta apresurada a Gleann, le había escandalizado. Hablaba casi de una guerra abierta, de un mundo mágico dividido. Helga, simplemente, no podía creérselo. No podía ser cierto. Siempre pensó que, si había alguna posibilidad de que hicieran daño al mundo mágico, serían los propios humanos no mágicos, aquellos que no podían entender todavía la complejidad de la magia. Ella no los culpaba, y los quería de todas formas, pero, realmente, temía por sus alumnos, y las historias que algunos habían contado acerca del trato recibido por parte de la Iglesia había sido horrible, casi como una pesadilla. Lo que se avecinaba era la pesadilla.

Se aclaró la garganta, y se levantó, aunque no hubo mucha diferencia entre estar sentada y ponerse de pie. Cogió aire, y fue cuando se escuchó el grito atronador.

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18/07/2016, 18:10
F-Salazar Slytherin

Sabía que conspiraban contra él. Siempre lo había sabido. Las miradas huidizas, los murmullos a su paso, los comportamiento esquivos y ambiguos habían provocado a Salazar el pensamiento de que no debía fiarse de nadie. Una vez lo hizo, y no terminó del todo bien.

Salió de sus aposentos, cercanos a la zona donde la humedad del Lago penetraba por entre los muros, cuando lo supo. Oh, la pequeña criatura no tenía intención, pero lo sabía. Ella sólo era el mensajero. Se rió entre dientes. No podía negar que Rowena era lista. No iba a exponerse ella misma a entregar semejante mensaje. Por supuesto que no. Lo haría una criatura inocente, como si aquello fuera a detenerlo.

Se preguntó cómo no se había dado cuenta antes, y se dijo que estaba demasiado enfrascado en el asunto de la profecía. No había imaginado que las cosas fueran tan rápido, y mucho menos que brotaran entre las paredes del castillo, pero no por ello iba a dejar de seguir su plan. Era necesaria una nueva distracción, él lo sabía, pero no podía volverlo a hacer. Darle la magia en bruto a aquellos duendes había sido algo muy extremo y peligroso. Temió que lo llegara a saber Myrddin de alguna manera. Pero no fue él quien lo supo, sino la pequeña. La mensajera. Philippa.

Coincidiendo en una clase de Duelo Mágico, la niña pasó cerca del aula, y Salazar estaba sumido en sus pensamientos, casi distraído. Cuando cruzaron las miradas, él supo inmediatamente que había fallado. No se lo iba a volver a permitir. Ni a él mismo. Ni a ella.

Cuando vio que salía del Gran Comedor, dando pequeños saltos, sonriendo, pensando en la cena que su madre le habría preparado, pensó que era el momento. Las fortalezas del castillo habían caído, los hechizos habían sido retirados. Una incursión de los duendes era sencilla, probable, y a Salazar se le daba muy bien extender un rumor. Lo tenía todo preparado. Todo, salvo que la madre aparecería en la escalinata, y lo vería todo.

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18/07/2016, 18:11
P-Aibhilín Hawk

Tras estirarse un poco después de aplicarle una última vez el ungüento para Taranis, vio que éste tenía mejor aspecto, y casi se dijo que podría despertar esa misma semana. Estaba muy ilusionada, y tenía muchas ganas de comentárselo a Della, por lo que decidió ir primero al Gran Comedor para ver la cara de felicidad de la pequeña.

Se sentía un poco culpable por que la muchacha hubiera encontrado así a su padre después de tanto tiempo involucrado en una misión de los Fundadores. Ni ella sabía de lo que se trataba hasta que vio aquel pergamino. No lo entendió tampoco del todo, aunque sí que supo que era malo. Muy malo. Ella también tenía oídos, y no presagiaban nada bueno aquellas palabras.

Aun con todo, le encantaba dar una buena noticia entre tanta oscuridad, por lo que al salir de la Enfermería decidió ir deprisa para comentarle a Della lo de su padre.

Sintió un escalofrío al llegar al primer piso, y frunció el ceño. Casi pudo sentir cómo el tiempo se detenía a su alrededor. El ambiente se había enrarecido, como si todo pesara más, y frunció el entrecejo sin saber muy bien qué era lo que pasaba.

Cuando dobló la esquina, y vio a su hija Philippa siendo alcanzada por un rayo verde, creyó que era un mal sueño.

El mundo se detuvo para Aibhilín aquel día.

No hubo un gran grito. No hubo un estruendo, ni un trueno rompiendo el cielo. Sólo un rayo de luz, una sonrisa perniciosa y cruel en los labios de Salazar, y una mirada atónita y cristalina en los ojos de Philippa sin entender del todo lo que acababa de pasarla. Y sin llegar a saberlo nunca.

Fue ahí cuando Aibhilín abrió la boca, cogió aire, y gritó.

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18/07/2016, 18:12
F-Salazar Slytherin

Salazar pensó muchas cosas en ese momento, pero la primera fue seguir atacando. No podía haber resultado peor de lo que pensaba, aunque su plan todavía podía llegar a funcionar. Alzó la varita de nuevo, y vio a Aibhilín, aquella mujer entrometida que nunca debió de haber entrado en aquel castillo.

No respetaba a ninguno de los miembros de la familia Hawk. Eran extraños, incluso para los magos. Ella rozaba casi la magia negra, y su esposo parecía un animal taciturno, hosco y de pocas palabras. De alguna manera, siempre supo que le traerían problemas.

Con cierto odio, y también satisfacción, pues no dejaba de resultarle irónico que terminara la vida de aquella mujer a sus manos y no bajo las de su marido, abrió la boca para pronunciar aquellas dos palabras del hechizo mortal.

—¡Avada Kedavra!

Y, pese a que el rayo verde salió de su varita, y vio cómo iba hacia Aibhilín, ella no murió.

No, claro. Myrddin estaba allí.

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18/07/2016, 18:12
P-Myrddin Emrys

El viejo mago lo supo desde el principio, pero nunca quiso entrometerse. No debía. No le dejaban. No eran las normas bajo las que había vuelto al mundo terrenal. Si las rompía, no volvería a pisar la hierba fresca, fumar buen tabaco, o contar historias fantásticas que casi parecían leyendas.

Pero no podía permitir algo así. No cuando estaba llegando a un punto que no había estudiado antes.

Sabía lo de la profecía, sabía lo que iba a desencadenar, pero nunca imaginó a un Fundador… Creyó que era, simplemente, imposible. Había escuchado profecías antes, y se habían vuelto meras palabras sin sentido. No habían resultado ciertas. Creía que aquélla, en parte, también lo era.

Cuán equivocado estaba.

Había vigilado de cerca a Salazar desde el principio. Le gustaba el muchacho inteligente, eficaz y ambicioso que había sido, pero había derivado en una peligrosa maldad y casi suspicacia eternas. No se fiaba de nadie. Ni siquiera de quien había sido el amor de su vida.

Salazar buscaba algo muy superior a él. se creía el salvador del mundo mágico desde que comenzó a tener opiniones algo discordantes con el resto de los Fundadores, y comenzó a refugiarse más en sí mismo, desapareciendo durante temporadas largas del castillo, volviendo aún más huraño y engreído, y también como si supiera un secreto que los demás no sabían.

Myrddin clavó la mirada en Slytherin. Una mirada de hierro, dura, castigadora.

—No en mi presencia— dijo con poderosa voz—. No más.

Golpeó con su bastón el suelo, y un rayo rojo golpeó a Salazar en el pecho, quien se quedó con la boca abierta, pues no se esperaba aquello. 

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18/07/2016, 18:13
F-Salazar Slytherin

—Deberías de estar muerto, viejo— murmuró Salazar, notando la profunda quemadura en el pecho—. Deberías de haber muerto cuando aquella bruja te envenenó, hace siglos. Pendragón confió en ti demasiado. Yo hice bien en no hacerlo nunca.

Casi quería escupirle en aquella vieja y arrugada cara. Lo había subestimado desde el principio, y se enfadó consigo mismo por no haberlo hecho.

—Y aquel día. cuando fuiste a por los críos— dijo de manera entrecortada—. También deberías de haber muerto a manos de los duendes. ¡Les di la magia para ello!— exclamó, y un chorro de sangre brotó de su boca, haciendo que tosiera.

Miró a Myrddin con odio, y alzó su varita. Pero no lo apuntó a él, sino a Aibhilín.

—¿Crees que puedes protegerla toda la vida?— preguntó—. ¿Crees que puedes protegerlos a todos ellos siempre? ¡No!— gritó—. Te queda poco, viejo, y has roto las reglas. Tú fin está cerca. Y yo sólo tengo que esperar.

Miró por encima de su hombro, y contempló como los alumnos, curiosos, habían salido en tropel desde el Gran Comedor, y miraban lo que parecía una pelea a gritos entre dos profesores. Cuando vieron el cuerpo de Philippa, y a Aibhilín entre lágrimas, comprendieron que algo estaba sucediendo.

Salazar murmuró un par de palabras, y un halo, que luego desapareció, lo cubrió por completo.

—¿Crees que puedes vencerme, Myrddin?— preguntó, desafiante, casi silbando con la lengua. En aquel momento, hizo honor al emblema de su Casa—. ¿Crees que puedes vencer a uno de los Cuatro Fundadores?— terminó gritando con la mirada ardiendo.

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18/07/2016, 18:14
F-Helga Hufflepuff

Cuando Helga siguió a los muchachos hacia el vestíbulo, corrió más que nunca. Con la garganta doliéndole, y el pecho subiendo y bajando, vio el escenario que tenía ante sus ojos, y dio un grito ahogado.

—¡No!— dijo, y sacó su varita, aunque temblaba un poco la punta—. Salazar, pero, ¿qué…?

No logró terminar la frase. Tenía la boca seca, y miró a los muchachos que estaban cerca de ella. Reconoció las caras de los receptores de la profecía, y ató cabos. Todo era por unas simples palabras, y por una diferencia de opiniones.

—Salazar, por favor, baja la varita, hablemos. No… no tienes que hacer esto…

Se le escapó un sollozo sin querer, y se preguntó cómo había pasado todo eso.

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26/07/2016, 20:22
Adelaide E. Gleann (Della)

Della llegó junto al grupo a la vez que Niall, estaba por decirles que ella iba a la enfermería para ver como se encontraba su padre, cuando el bufido del rubio la detuvo. Elevó ambas cejas ante el tono de sus palabras -¿Quién se cree que es?- pensó contrariada.

-No tenemos la cita hasta medianoche. -le recordó con cierto retintín*, además a ella no le mandaba ningún crío -Nos veremos allí. 

Y se giró dispuesta a irse en dirección a su destino sin añadir nada más, pero un grito la paralizó, al menos hasta que reconoció la voz de quien lo había lanzado.

-¡Aibhilín! -exclamó y salió presurosa hacia el origen al tiempo que murmuraba -Papá... 

Cuando salió, la escena que contempló volvió a dejarla paralizada olvidando por el momento la causa de su prisa, Slytherin y Myrddin estaban lanzándose hechizos y no parecía que éstos fuesen amistosos, al igual que las palabras que se intercambiaban -¡Pendragón! ¿Que rayos pinta el rey de la vieja Avalon? Eso es de hace siglos- pensó recordando las lecciones de historia. Pero de inmediato volvió a prestar atención, estaban hablando de los duendes, y luego el fundador señaló hacia las escaleras, por detrás del anciano, Della no había mirado hacia allí y lo que vio le encogió el corazón. La esposa del guardabosques estaba arrodillada en el suelo, abrazando a su hija, y la niña avanzó dos pasos en su dirección antes que la voz sibilina de Slytherin le recordase las hostilidades que había y que era mejor no pasar por el medio.

La voz de su jefa de casa hizo que cogiese fuerzas y la imitó, sacó la varita, no sabía utilizarla pero eso daba igual lo importante era que el fundador de la casa de la serpiente se viese superado en número. "Por muy fuerte que sea el árbol, las termitas acabarán con él si no se cuida" era un dicho de su padre en relación a la autoridad y la soledad, y Della estaba totalmente de acuerdo, no podía ser de otro modo dada la admiración que le profesaba.

Notas de juego

*Que estamos en Inglaterra y allí se cena a les seis, como tarde son las siete y algo  ^_^

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28/07/2016, 19:19
Geert Ollivander "Olli"

Su zancada siempre era larga y resuelta, con un aplomo innato que la caracterizaba y movía toda su persona. La siempre enérgica Molly prácticamente había arrastrado a Olli fuera del comedor, quién por timidez y una inseguridad impuesta por su inocencia castigada y su lesión casi arrastraba los pies y demoraba, con ello, a la primera. El pasillo estaba vacío, si alguien los hubiese visto en la distancia, habría podido pensar que formaban una extraña pareja cuyas naturalezas contrastaban.

  A ellos no tardó en acercarse Marshmallow para quién no tuvieron ningún reparo que los acompañase:

  —Sí. Hemos recibido una carta- aclaró el niño de la ardilla sin darse cuenta que para la niña aquello era obvio. —Es temprano aún, seguro que entre los tres la encontramos- propuso ante la posibilidad de que no supieran donde estaba, o no encontrasen, la Torre Norte a pesar de todo. —Luego, podemos quedarnos cerca hablando, practicando letras, el hechizo o jugando hasta que sea la hora-. Y es que entre amigos, Geert podía terminar resultando un chico bastante más aventurero y menos atemorizado que lo que era de esperar según la imagen que proyectaba de su persona.

  Algunos pasos precipitados detrás de ellos les advirtieron al girarse de la presencia de Della y les permitieron presenciar como a su estela también quiso acercarse Niall. Al parecer el grupo volvía a estar completo, pero la actitud de éste último, vistiéndose de ego y orgullo de pronto le había recordado con cierto desencanto a la del mismo Cronos, mas no el joven Ollivander bocetó una sonrisa tímida que lo invitaba a unirse sin guardarle por el momento simpatías, aunque no todos lo tomaron igual, Gleann por ejemplo dejó que aquella actitud desafortunada calase en su espíritu. Aquello podría haber teñido el buen ambiente de hermandad que en cierta forma los unía, pero un chillido femenino desgarrado de dolor rasgó la escena y atrajo de pronto el interés de ellos cinco, sino de la escuela entera, a varios metros de allí, donde el destino aguardaba por ellos como una amante en celo.

  Tras un intercambio nervioso y apresurado de miradas, e inconscientes del peligro al que se exponían, los críos corrieron hasta donde parecían librarse aquellos atentados sistemáticos que no tardarían en desvelarse como asesinatos.

  A mitad de aquella carrera sobre las baldosas de piedra grisácea, la voz del mago fundador de la casa de la Serpiente retumbó entre las paredes del pasillo, y un resplandor verde reflejado en la esquina anunció otra muerte que, por suerte, no llegó a concederse. En la mente de Olli aquel hechizo se hizo familiar, demasiados pocos días habían pasado desde que la abuela de Della y su escuadrón de magos del Wizengamot hicieran con él estallar una multitud enfurecida de duendes bajo su ventana.  Algo que quedaría irremediablemente grabado en su memoria así como cada uno de los sucesos que día a día, escena tras escena de aquella macabra función iban desplegándose ante sus ojos, como el testigo implicado que era de una incomprendida profecía.

  Sin ningún orden destacable alguno, Della, Molly, Marshmallow, Niall y él mismo llegaron tan solo unos segundos después de que Myrddin se hiciera con el control de la situación, detrás de ellos venía con igual presteza y urgencia Helga, a quién le dedicó una incomprendida mirada en busca de una protección y un consuelo del que estaban lejos de sentir. La realidad era insalvable para la sana cordura de cualquier niño, a pocos metros de ellos yacía el cuerpo aun cálido pero falto de la llama de la vida de aquella niña risueña que minutos antes les había entregado la carta. Junto a ella una madre gritaba y lloraba desconsolada por un dolor punzante en el alma más inclemente y agudo de lo que puede o debería ningún humano soportar.

  Geert se sentía impotente y no conseguía comprender lo que ocurría ante sus ojos mientras los dos magos de prestigio legendario libraban una batalla que cambiaría por completo el mundo mágico.

  —¿Qué?¿Por qué?- susurró apunto de verse desbordado por las lágrimas. No podía entenderlo, ambos magos habían sido puestos en aquella escuela para enseñarlos, para protegerlos de cualquier mal o pesadilla y sin embargo estaban allí, peleándose buscando la muerte de su oponente. —No, ¡No!- gritó de forma instintiva al pensar en la perdición de aquél anciano tan simpático que les había reunido, que les había llevado a comprar el material mágico, que los había cuidado del ataque de los duendes. Luego vino la confesión de Salazar sobre la instigación real de la rebelión de los Duendes que los había expuesto. —¡Myrddin!- Había muchas cosas que no podía comprender, mucho odio que no era capaz de concebir aún, y mucha historia y mitos de los que no era capaz de recordar en aquél instante de precipitada necesidad pero estaba claro donde iba su voluntad. Deseó, desde el fondo de su ser, que Sirius estuviese con él, allí, para ayudar a proteger al mago de sombrero picudo. A saber dónde estaría la negra ardilla de tamaño canino. Seguramente lejos, dentro del bosque puesto que le habían prohibido aventurarse en la escuela, pero tenía con él a sus amigos.

  De pronto, aquello de noble e innato en el antiguo Geert pero que había quedado oculto tras su desgarbada figura eclosionó.

  —¡Vamos! Él nos salvó. ¡¡Vamos!!- les invitó a implicarse a sus compañeros, viendo que Della ya estaba dispuesta para el combate. Y, aquél niño lisiado, tímido y asustado, con completa estupidez, se lanzó hacía ellos esgrimiendo a modo de espada poco más que su varita y su coraje. 

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23/08/2016, 12:49
Molly Blackcap

Dando las zancadas tan largas como le permitía su corta estatura, Molly había salido al gran recibidor prácticamente arrastrando a Olli con ella. Algo no iba bien, podía sentirlo a través de la suela de sus botas. Con la nariz arrugada en un gesto de molesta suspicacia, desvió la mirada hacia el techo tratando de adivinar donde se suponía que debía estar ahora.

Una vocecita suave llamó su atención, a su espalda. Era Marshmallow, quien les había dado alcance seguida de cerca por Della y Niall. Este último, por cierto, parecía empeñado en sacarla cada vez más de quicio. ¿Que insinuaba? ¿Que era tan boba que no sabía orientarse entre cuatro piedras? ¿¡Pero quién se había creído que era?!. Puso los ojos en blanco optando por no hacer mucho caso de según que comentarios, era eso o mandar al slytherin directamente a paseo. Una parte de ella se preguntaba porqué puñetas no lo había hecho ya.

- O a lo mejor podríamos echar un vistazo y descubrir quien es ese que dicen que merodea por el castillo…- sugirió después de Olli, bajando la voz a un tono más discreto. Más tarde o más temprano sabía que acabaría metiendo las narices. Le picaban las plantas de los pies, lo que significaba que le iba a ser imposible ignorarlo. Claro que a lo mejor no tenía porqué hacerlo sola. Además, las cartas de Rowena les proporcionaban la excusa perfecta para saltarse el toque de queda.

Fue entonces cuando, de repente, el mundo se puso patas arriba. Molly incluso tuvo la impresión de que la tierra se sacudía. El grito de Aibhilin y la encarnizada batalla mágica que acababa de desatarse solo a unos metros de donde se habían parado a cuchichear, hizo que saliera corriendo tras sus compañeros. Al principio, como los demás niños, Molly contemplaba la escena confundida y un poco aturdida, después, cada vez más consternada, e incluso genuinamente indignada conforme la comprensión encajaba en su lugar como las piezas de un puzzle.

Salazar blandió su varita pero Myrddin se interpuso, Helga también apuntaba con la suya al mago de la casa de la serpiente y algunos niños, entre ellos Olli y Della también habían decidido hacer lo propio. Molly, por su parte, no podía dejar de mirar el cuerpecito vacío de Philippa en brazos de su madre. Le importaba un pimiento quien era el tal Pendragon, Myrddin, la bruja envenenadora o el mismísimo Salazar, la sangre le hervía como si fuera magma, igual que aquel día en el bosque de los tánganos. No, igual no, peor, Philippa no había hecho nada malo. Solo era una niña, como ella. Dejó de hacer caso a lo que le decían sus botas y deseó con todas sus fuerzas que ese Slytherin probara de su propia medicina. Más tarde, probablemente, se lamentaría pensando que eso tampoco estaba bien ¡Pero es que en ese sitio todo estaba MAL!

- ¡Ya es suficiente! – Explotó casi temblando de pura rabia e impontencia, levantando también su varita contra el asesino declarado. Contemplaba al mago con tal intensidad que no le habría sorprendido si de repente se hubiera prendido en llamas.  

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29/08/2016, 11:31
Niall

Niall caminaba por los pasillos de Hogwarts confiado. En unas pocas semanas había llegado a conocer buena parte del Castillo. Al menos la zona que frecuentaban los alumnos sí. El resto... decir que alguien se conocía Hogwarts como la palma de su mano era mucho decir. Pero Niall sentía que formaba parte de aquel lugar. O, al menos, que se manejaba en él como pez en el agua. Ahora era un mago... ya había superado todas las barreras previas hasta comprobar que efectivamente ostentaba tal condición. Por supuesto, había todo un mundo por aprender y por mejorar pero lo era. Tenía la sensación de haber terminado una carrera y que el hecho de que le pudiesen llamar con el apelativo mago, fuese el trofeo al término de la misma. Por ello, ¿dónde iba a estar un mago sino en una escuela de magia? Por eso sonreía. Se sabía vencedor de aquel trofeo. Se sabía en cierta manera un poco propietario de aquellos muros y aquellas torres.

- Al cuerno todo lo demás... - pensó para si.

Además, estaba el hecho de que el resto de niños que habían llegado en circunstancias similares a la suya le seguían. Quizá no pensasen efectivamente en él como en un líder. Quizá no aún. Quizá nunca lo hiciesen. Pero lo incontestable era que él iba delante y los demás iban detrás. Él sabía a dónde había que ir. La torre de astronomía. La profesora Ravenclaw les esperaba para decirles algo. Algo importante. Algo que sólo ellos podían saber. Algo que afectaba no solo a ellos... a todo el mundo mágico según parecía. Algo lo suficientemente relevante como para saltarse el toque de queda. Si todo eso no hace sentir especial a cualquiera es que, probablemente, nada lo hará.

Ensimismado como estaba en todo ese arco de pensamiento, Niall se había descolgado un poco del grupo. Ahora ya no iba el primero pero tanto daba. Él era el guía. Él se sentía el guía y eso era lo que importaba. Cuando, de pronto, el estruendo de un grito deshumanizado le devolvió a la realidad. A una realidad a la que no hubiera querido regresar pero, después de todo, no había alternativa. Corrió apenas unos metros y giró en un pasillo para toparse de morros con la escena.

El Fundador Salazar Slytherin... Myrddin... la Fundadora Helga Hufflepuff... Aibhilin... y, ¡Philippa!

Niall no era capaz de entenderlo. Todos contra el profesor Slytherin. ¿Quién había gritado? ¿Por qué Myrddin y la profesora Hufflepuff confrontaban al fundador de la casa esmeralda? No podía entender... no podía saber quién había perdido la cabeza y quién era el agraviado. No tenían suficiente información. Habían llegado y se lo habían encontrado todo tal cual. Pero por mucho que las palabras de Helga Hufflepuff fuese conciliadoras mientras que las de Salazar Slytherin eran amenazantes, sacar conclusiones precipitadas era sin duda un error.

Las sienes la dolían y la garganta le ardía por la ansiedad de contemplar en primera persona lo que allí estaba ocurriendo. ¿Y el resto de fundadores? ¿Dónde estaban Gryffindor y Ravenclaw? Ellos juntos... los cuatro juntos podrían aclarar la situación.

La voz desgarrada de Molly sacó al irlandés de su ensalmo. Chillaba como una niñata sin entender lo que allí sucedía. Ella ya había hecho su elección. Ella ya sabía quien debía de ser el agraviado y quién el ofensor. Quizá Niall también lo hubiese hecho en sentido contrario. La cuestión fue que el muchacho agarró del brazo a la niña y tiró de ella con fuerza con el ánimo de apartarla de la contienda pero mucho más con la intención de que no se entrometiera en algo que a todas luces les superaba.

- ¡Tú cállate, Blackcap! - espetó sin miramientos.

Por lo demás, el muchacho permaneció tan petrificado como el resto.

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29/08/2016, 20:51
Marshmallow Bowen

Se sintió agradecida cuando los dos ravenclaw aceptaron su presencia, a pesar de su tímido acercamiento. Niall fue otra vez la nota discordante entre la afabilidad, pero en esta ocasión no fue algo que a Marshmallow le molestara. Posiblemente llegara el momento en que perderse por el castillo fuera uno de sus pasatiempos como lo había sido hacerlo por el bosque pero por el momento, aquella gran mole de piedra que se había convertido en su hogar, seguía intimidándola.

Por desgracia toda la felicidad que poco a poco había atesorado y guardado, como a la espera de otro largo invierno, no fue suficiente para amortiguar todo lo que sucedió a continuación. De algún modo, su cerebro se negó a registrarlo apropiadamente. ¿Esa era la niña que les había ido a dar la noticia? ¿Ese rostro sonriente que ahora miraba al vacío era esa personita?

No pudo más que mudar la expresión por una de horror aunque no emitió ningún sonido, ni siquiera una lágrima cayó. Sólo se quedó ahí, contemplando ese cuerpo sin vida mientras su cabeza sustituía esa imagen por una que jamás había visto pero que siempre había estado ahí, al borde de su consciencia, en los dominios de su imaginación: el cuerpo sin vida de su madre.

Movió los labios como si quisiera decir algo pero no fue capaz de articular sonido alguno. Tan perdida estaba en aquella imagen aterradora, que la que sucedía a su alrededor dejó de tener cualquier atisbo de sentido, más cuando la magia, aquella gran desconocida, era la invitada de honor. Luces verdes, gritos sin fin, zarandeos de varita y declaraciones.

Las personas se movían a su alrededor. Molly gritaba, Niall la reprendía, Olli y Della se lanzaban al ataque. Ella simplemente era una simple espectadora que ni siquiera era plenamente consciente de la realidad que la rodeaba. Como en su último año de vida. Nunca tomaba partido de nada. Ya no vivía la vida. Sólo se limitaba a dejarla pasar como si fuera lo único que supiera hacer con ella.

- No... - huir también se le había dado muy bien. Había escapado cuando su madre la había necesitado, se había rendido todas y cada una de las veces sin luchar. Todo le había enseñado que la lucha era inútil. Pero ahí, viendo cómo Myrddin detenía aquel hechizo, ¿y si la única realidad era que tenía tan aprendido que luchar no servía de nada que ni siquiera lo había aprendido? ¿Y si el esfuerzo, la intención, de hecho lo cambiaba todo? -. ¡No!

Quizás era el secreto de la magia. Esa inocencia de creer que era realmente posible. Esa esperanza de que la intención es suficiente para cambiar las cosas. Tal vez era ese también el secreto de la vida. Puede que en unos años, aquel fuera un pensamiento en firme que poblaría la mente de Marshmallow pero por el momento en lugar de esa profunda reflexión su varita se alzó con intención, con fuerza, con valor. Sin conocimiento.

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04/09/2016, 18:42
P-Myrddin Emrys

Myrddin lo vio venir desde hacía tiempo, pero no podía intervenir. Los hechos debían transcurrir tal y como un río bajaba por su lecho. Interferir en los acontecimientos era algo que no podía permitirse. No después de hacerle la promesa a la Dama del Lago. Y a la hermana de Arturo.

Aceptó su muerte. 

El rayo verde lanzado desde la varita de Slytherin lo golpeó en el pecho directo. Brillante, esmeralda, insonoro. La vista perdida del anciano se hizo patente, pero éste no se sorprendió. Lo sabía. Lo lamentaba, pero lo sabía.

Atacó de nuevo, y vio su resultado en el rostro de Slytherin. No se lo esperaba. Y, aquello, sin saber muy bien por qué, le produjo cierta satisfacción, como dejar una última marca antes de desaparecer.

Desfalleció. Sintió sus piernas débiles, y, aunque trató de mantener los ojos abiertos mientras su cuerpo caía sobre la fría piedra del suelo, no pudo hacerlo. Le pesaban demasiado. Hacía tiempo que necesitaba descansar. Hacía mucho tiempo que su lugar no era ese.

Miró por última vez a los críos que había ido a buscar a sus casas. Eran mentes abiertas y decididas. Harían historia, y todavía no lo sabían. Lo que él no pudo hacer, lo harían ellos. Era su tiempo. Era su misión. Su destino. Así lo había dicho la profecía.

La fuerza que puede albergar un ser pequeño era inimaginable. Y ésa será la perdición de Salazar. Lo sabía. Caería por su orgullo y arrogancia. Por no ver más allá. 

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04/09/2016, 18:44
F-Salazar Slytherin

Myrddin cayó por fin, y Salazar pegó un grito de triunfo. Era el momento. Aquello marcaba el principio de todo cambio. El mundo mágico aún no estaba preparado para lo que vendría, pero él sí. Él era un visionario, y los demás no eran más que marionetas de corazón blando que no entendían el peligro latente que representaban los muggles. Los estaban masacrando en las plazas públicas de las ciudades. Él lo detendría.

En cuanto oyó la voz de Helga, Salazar entrecerró los ojos en una mueca burlona. Nunca le había gustado esa mujer que adoraba a los muggles. Nunca llegó a entenderla. Más de una vez había bromeado con Godric acerca de la naturaleza de Helga por los no magos, pero éste se limitaba a sonreír de manera bromista, como si todo fuera pasajero, algo no realizable. Un mal sueño.

Salazar sonrió en ese momento. No sólo se estaba cumpliendo, sino que había llegado el momento de que poner todo su poder al descubierto. Así debía de ser. No había más que decir. Las palabras en momento así sobraban. Sólo importaban los hechos.

—No me hagas reír, Helga— escupió como una serpiente—. Será mejor que te lleves a tus queridas criaturas.— Con un gesto despectivo señaló al grupo en el que Marshmallow, Della, Molly, Olli y Niall estaban con la miradas fijas en ellos.

Reparó un poco más en sus varitas alzadas, y bufó por la nariz, despectivamente.

—¿En serio? ¿Osáis enfrentaros a mí? ¿¡A MÍ!?— gritó con toda la fuerza de sus pulmones, y cogiendo con más fuerza su propia varita.

Después, sonrió y rió entre dientes.

—¿Tú también, Niall, hijo mío?— preguntó con una voz tan dulce como la miel sobre un poco de pan. Lo miró con unos ojos tiernos, y ladeó la cabeza, extendiendo la mano—. No. Tú eres como yo. Fuerte, veloz, astuto, ambicioso. Sabes lo que es correcto, lo que se debe hacer.

Miró con una mirada despectiva a los compañeros de Niall, y extendió su mano un poco más.

—Ven conmigo, Niall. Abandona este antro de cerebros consumidos, y únete conmigo en una lucha sin parangón. Por el mundo mágico. Por nuestra libertad. Por el mayor logro que han hecho los magos nunca: romper las cadenas a las que nos sometieron los muggles. Ven, Niall— lo llamó de nuevo—. Nosotros dos, sangre y carne, juntos. la historia nos recordará para siempre. Traeremos al mundo mágico lo que siempre ha merecido. 

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04/09/2016, 18:44
F-Rowena Ravenclaw

—Cuando yo llegué, vi cómo Salazar extendía la mano a Niall. Se lo había dicho. Lo escuché todo desde mi Torre— confesó Rowena, algo nerviosa—. Si de algo me arrepiento ese día fue de no bajar antes, pero no quería interferir. Necesitaba saber hasta dónde estaba dispuesto Salazar a llegar en su lucha por lo que él decía la liberación del mundo mágico— hizo una pausa—. Y sí. Si con ello tenía que sacrificar a mi propio hijo, lo haría. Él era la llave para parar a Slytherin. 

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04/09/2016, 18:44
F-Godric Gryffindor

Godric no llegó a tiempo, pues antes de ir al Gran Comedor a cenar, debía de encargarse de que el aparato siguiera girando. Era vital que no parara nunca. Y, pese a que aún les costaba desentrañar sus misterios, Rowena había dicho que era necesario no hacerlo detener.

Cuando Gryffindor vio que el giratiempo, así era como habían decidido llamarlo, seguía girando, se dio por satisfecho con una sonrisa.

Fue entonces cuando, mientras paseaba por el corredor de piedra, resonó un grito lejano, como ahogado.

—Pero, ¿qué…?

Cogió su espada con la mano para no tropezar con la vaina mientras corría, y subió las escaleras lo más rápido que pudo.

Lo que vio no le encontró sentido hasta mucho tiempo después, cuando pudo asumir la traición de su mejor amigo.

Desenvainó su espada con la mandíbula apretada, y se sorprendió al recordar los grandes momentos que había vivido junto a Salazar. Nunca había pensado que cruzaría su espada con él.

—¡Salazar!— gritó con la fuerza de sus pulmones—. ¡No!

Aibhilín y Philippa estaban en un rincón apartado, como si estuviera a kilómetros de allí. Helga trataba de interponerse entre los niños con las varitas alzadas y Slytherin, y Myrddin yacía en el suelo, con una sonrisa apacible, como si durmiera.

—Amigo, aún podemos arreglar esto— trató de decir Gryffindor tras tragar saliva con dificultad—. No te confundas. No hagas algo que lamentes el resto de tu vida.

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04/09/2016, 18:45
F-Rowena Ravenclaw

Rowena trató de mantener la compostura, pero le costaba. Llevaba muchas horas hablando y el tribunal no parecía cansarse. Las plumas volaban rasgando un pergamino detrás de otro, y los ojos de los magos y brujas que allí se encontraban no paraban de mirarla.

—Si alguien podía hacer cambiar de idea a Salazar era Godric— explicó Rowena tras aclararse la garganta—. Pero no funcionó. De hecho, lo empeoró todo porque Salazar nunca entendió por qué su mejor amigo no estaba de su parte. Se sintió traicionado. Ambos se sintieron traicionados por el otro.

Cerró los ojos brevemente para poner orden a sus pensamientos, y miró de nuevo al tribunal.

—Los niños también intervinieron. Por pura voluntad. Tenían sus varitas alzadas, y lucharon. Formaron parte de aquel pedazo de historia. Llevaban sólo un día en el Colegio, y tuvieron el coraje suficiente de enfrentarse a un Fundador, a uno de los grandes magos de toda la historia. Ojalá hubiera tenido yo aquel coraje. Las cosas habrían sido diferentes. Y el Sidhe no tendría por qué haber intervenido.