Partida Rol por web

Hogwarts: Génesis

Prólogo. ¡Bienvenidos a Hogwarts!

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06/11/2015, 14:11
P-Remmy

El elfo doméstico estuvo todo el rato junto a Niall, pues era como su compañero, y con él había hablado más que con ninguno humano antes, por lo que, aunque temía estar en el mismo sitio que los Fundadores sin haber sido requerida su presencia, no se separó del niño, pues, como él mismo había dicho, era un elfo doméstico, y estaba ahí para servir.

Por ello, cuando vio que Niall era el encargado de llevar a los demás muchachos a la Sala de los Menesteres, Remmy sonrió de felicidad.

—Ya me encargo yo, señor— dijo el elfo doméstico—. Yo os llevaré hacia allí. Conozco mejor el funcionamiento de esa Sala, ya veréis.

Miró a los demás niños, aún desconcertados, evitó poner mala cara ante la ardilla que asomaba por el hombro de Geert, y los guio por los pasillos, y corredores, escaleras y pisos que el castillo tenía. 

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09/11/2015, 20:30
Geert Ollivander "Olli"

  Aquél, sin duda, no era un día cualquiera. Olli estaba viviendo todo un abanico interminablemente ancho de emociones que agitaban su alma, mucho de lo que había visto poblaría de pesadillas sus siguientes noches.

  Había sido el día más importante de su vida, le habían entregado a su varita y le habían informado que ingresaría en Hogwarts, la mejor escuela de magia, uno de sus sueños más inconfesables se había hecho realidad, pero, también, había sido su día más trágico, la primera vez que era testigo de una muerte, no una muerte plácida y consecuencia de la edad sino testigo de asesinatos, múltiples y violentos, el abrazo gélido de la parca había aparecido con la aparente voluntad de rodearlos a todos. Y, sería así, con el tiempo, más o menos diluido para algunos, aunque en ese instante al chico se le hacía patentemente real y próximo (aunque con suerte, le faltarían años). Pero había sido testigo de una guerra, porque “guerra” es toda esa confrontación sanguinaria que se cobran vidas los dos frentes opuestos y en conflicto.

  Cualquiera que hubiese seguido su día, y posiblemente el de sus compañeros, pensaría que no podían esperarle muchas emociones más, y sin embargo, se hubiese equivocado. Muchas otras se desplegaron dentro de él, tan pronto abrió la ventana, nuevos sucesos y agitaciones imprevistas, y más se sumaron con todos los hechos que se revelaron.

  Entró el cuervo y les entregó el conjuro. Geert lo había observado, como saltaba dentro y como había volado dando vueltas sobre su cabeza, lo miró perplejo y sin saber qué pensar, o sin siquiera atinar a hacerlo. Luego, de la misiva se desató aquél tirón que se le hizo tan familiar por haberlo sufrido esa misma mañana. —¡Puff!- En menos que canta un gallo, y con tan solo margen para encoger la cabeza entre los hombros, había dejado atrás a cuanto conocía y le importaba. Aquellos que constituían su mundo: Aquiles, a su madre, a su abuela, a la pobre Ática e incluso a Sirius. Los había abandonado a todos. Y eso que les había prometido defenderlos hasta con su último aliento. Y ahora les había fallado. Había fallado a su tío. No debería estar en Hogwarts, no en ese instante. No. 

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09/11/2015, 20:31
Geert Ollivander "Olli"

  —¡No!- gritó al materializarse en la sala.

  Olli habría querido seguir gritando, correr atrás, pelearse contra aquellos muros infranqueables que lo rodeaban y le bloqueaban el camino a casa. ¿Qué habría sido de la tienda? ¿Qué sería de su familia? Al notar esa vuelta al revés desde el ombligo tan solo pudo proteger a Albus instintivamente y con ello demostró que su varita era fuerte, o que él carecía de fuerza suficiente para romperla, pues no la había dejado fuera de su puño desde que se la habían entregado.

  Tardó unos minutos a reunir todas las piezas, aquél mago de rostro agudo y severo ya hacía un buen rato que les hablaba, pero él solo podía responder mirando todo con ojos asustados, y plausiblemente tampoco sería el único. A su alrededor estaban aquellos improvisados compañeros de la mañana, estaban todos y además estaba su prima quién al reconocerla tampoco supo que sentir.

  Sin duda no fue la usual incomodidad que con frecuencia le inspiraba, la miró casi para no confrontar a aquellos magos de leyenda y a sus juicios silenciosos. Verla era la seguridad de reconocer un rostro y la alegría de saber que uno de los suyos estaba a salvo.

  Entonces, escuchó una invitación a acercarse a la tarima, al girarse reunió el valor para otear fugazmente a sus anfitriones pero no acortó ni en una pulgada la distancia. Cada rostro suponía una distinta inspiración: Miedo, admiración, confort y…

  Alivio, por descubrir que les invitaban a dejar la sala.

  El joven Ollivander se giró dispuesto a prácticamente huir del lugar y de tantos pensamientos que se desbordaban en su cabeza como una estampida de caballos que es presa de una manada de lobos. Dio un par de pasos detrás del elfo doméstico, incapaz de percibir nada de él, acercándose a Glinda, cuando, repentinamente, se detuvo entornando la cabeza hacia la mesa:

  —Y… ¿y mi familia?- preguntó con un hilo de voz sazonado de inseguridad y tristeza.

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09/11/2015, 20:32
Geert Ollivander "Olli"

  Tragó saliva mientras esperaba una respuesta. Durante aquella inconmensurable eternidad, una y otra vez, sus ojos se disparaban al bellísimo rostro de aquella maga de facciones serenas y confiadas que viera tiempo atrás entrar majestuosamente y con etéreo andar por la tienda de varitas. Sí, la había reconocido a pesar de la agitación. ¿Cómo no hacerlo si era dueña de sus suspiros y sus sueños en desvela? Su piel blanca, su cabellera negra, sus manos gráciles, sus labios brillantes y su mandíbula fuerte, segura y desafiante tan propia de las guerreras de otra época que habían poblado las islas. No obstante, no podía resistir ni sostener aquella mirada fría, impertérrita, nítida y tan llena de luz.

  Hundió la cabeza contra su pecho.

  En la reunión, cada fundador se había hecho señor de una sugestión pero para ella no había encontrado una particular inspiración, pues las había ocupado todas desde que la viera por primera vez. Su corazón latía con violencia dentro de él, amenazando con estallar. Y su vida se encontraba sostenida, como reteniendo el aliento, más que con Glinda, en ella había encontrada reunida su alegría y seguridad por verla, mas no… lo invadió la tristeza cuando no pareció reconocerlo. ¿Y cómo iba a hacerlo? ¿Y no era mejor así? Geert aún podía recordar su propia torpeza de aquella vez. “No era una esperanzadora primera impresión” se decía, aún así… el deseo susurra y ha susurrado siempre las mentiras que queremos oír, y Olli hasta llegó a creerlas.

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09/11/2015, 20:53
Marshmallow Bowen

¡No! Al contrario que Olli, Marshmallow pero el grito resonó entre las paredes de su cráneo mientras su persona se apretaba, se estiraba, le pesaba y se aligeraba, todo a la vez como su hubiera perdido las cualidades que por norma definían el cuerpo humano. Sin embargo tenía muy claro dónde seguía su cabeza, en aquella escena, aquella dignidad o mansedad inexplicable que había mostrado Mamá Pig antes de desfilar hacia quién sabía dónde. Posiblemente en aquel momento la palabra "destino" fuera lo bastante apropiada para determinar el final de su viaje.

Pero en lugar de descubrirlo ella se hallaba allí, en aquel castillo de aspecto imponente cuya sola existencia parecía contradecir todas las normas posibles que en su mente tenía la arquitectura. Piedras demasiado enormes, techos demasiado altos, arcos imposibles,...; quizás en otro momento hubiera sentido miedo de lo que aquello significaba y de que aquella majestuosidad acabara con quien algún día había sido Marshmallow y con quien en aquel momento era todavía un ratoncillo asustado esperando su oportunidad para renacer.

Si Marshmallow hubiera verbalizado aquellos pensamientos, si hubieran pasado del subconsciente para ser domesticados por su raciocinio, encontrándose ante aquellas cuatro imponentes autoridades sabría que de la mano de uno de ellos o de todos estaría la recuperación de su trauma. Pero lo único que sabía en aquel momento es que Mamá Pig estaba en manos de las autoridades y que por más malvada que fuera estaba claro que no merecía morir. No, la había salvado a pesar de sus malas formas, ahora lo veía.

Pero ninguno de aquellos cuatro, dos caballeros y dos damas, parecían por la labor de preocuparse de las mundanas preocupaciones de una niña de once años harapienta y ansiosa sino que preferían regalarles sonrisas vacías y palabras ampulosas, o así lo percibía ella en aquel momento.

- Pero - empezó a articular una objeción, olvidando sus temores y reticencias cuando sin ton ni son se vio arrastrada al exterior de aquella estancia junto a sus anteriores compañeros y junto al ser más horrendo que había visto nunca, uno que recibió una mirada curiosa por su parte que pronto desapareció en pos de una más ansiosa en cuanto se vieron lejos de aquellas personas -. No pueden...arrastrarnos así, sin más... - sí, todo aquello sonaba idílico e incluso lujoso, algo con lo que cualquier niño pobre había fantaseado en alguna ocasión pero a decir verdad hacía ya mucho tiempo que se dejaba arrastrar por decisiones ajenas como para que aquello la satisficiera en modo alguno -. Oye... - miró a Niall. ¿Se había presentado antes? No recordaba su nombre -¿...les conoces? ¿Crees que me escucharían si les pido un favor?

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09/11/2015, 22:40
Adelaide E. Gleann (Della)

La sonrisa se congeló en el rostro de Della cuando sintió aquel tirón, la miríada de colores que llegó a continuación, unida a no saber donde estaba arriba y dónde abajo, hicieron que su estómago se quejase en forma de arcada. Por suerte para la niña aterrizó sobre sus pies y pudo mantenerse más o menos erguida manteniendo la compostura, aunque el pelo revuelto cayéndole sobre la cara no ayudó a una buena imagen al menos ocultó su esfuerzo por detener la salida de la bilis, pues nada había comido desde hacía horas.

Escuchó gritos de angustia y negación. Con presteza pero elegancia, apartó los mechones de cabello de su rostro y se dió cuenta que estaba muy lejos de su casa y de estar sola. Abrió mucho los ojos al reconocer, gracias a las descripciones de su padre, el colegio y un pequeño ataque de pánico le sobrevino cuando una voz hizo que mirase mas allá y vió que, aparte de los otros niños, tenía ante ella a los admirados Fundadores. Ante la invitación de ese elegante brazo Della no pudo más que acercarse un par de pasos, cohibida pero dispuesta a que no se notase, como le habían enseñado. Con las presentaciones su mirada se deslizó maravillada de un semblante al otro y se asombró de lo jóvenes que eran, ella había imaginado que tendrían la edad de su abuela por lo menos.

La palmada de Slytherin la devolvió al presente y su voz comenzó a cautivarla, clavó los ojos en las dos serpientes de su copa y siguió sus movimientos como hipnotizada, al menos así fue hasta que hizo mención a "una guerra mágica" y el grito de Gryffindor lo interrumpió. Allí acabó la presentación y su presencia fué despedida. En la cabeza de Della resonaban esas dos últimas palabras y temió por su abuela que había ido a sofocar la revuelta.

Les mandaron seguir al chico rubio y enseguida un elfo doméstico se adelantó para cumplir con el cometido de su señor -Tiene un elfo a su servicio en el castillo, eso implica mucho estatus... ¿Pero no estaba muy asustado?- Los pensamientos de la niña con respecto a Niall se volvieron muy confusos, no sabía dónde ubicarlo. Pero enseguida recordó que su padre debía estar también en el castillo, si pudiera verlo, hablar con él, seguro que aclararía todos sus miedos y dudas.

-Quisiera ver al profesor Gleann -dijo dirigiéndose al elfo, intentando copiar el tono que usaba su abuela cuando quería pedir algo pero que parecía que lo daba por hecho, pues cualquier otra resolución sería un insulto.

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10/11/2015, 10:42
Niall

El chico irlandés se envaró al oír su nombre de los labios de aquella otra niña. Le preguntaba a él sobre aquellas cuatro imponentes figuras que acababan de conocer y que, antes de conseguir procesar la información que sus rostros y voces proporcionaban, les habían retirado de su presencia como se aparta a una mosca de un plato de suculento estofado. ¿Y él qué iba a saber? Era un recién llegado en muchos sentidos... hacía sólo unos días desconocía la existencia de aquel lugar, de aquellas personas y siquiera de la existencia de un "mundo mágico" que, al parecer se ocultaba a la vista de todos para protegerse... ¿de qué? Cuando uno tiene ese poder... cuando uno tiene al alcance de su mano la posibilidad de obrar toda suerte de maravillas, uno no necesita ocultarse de nadie. Esa era al menos la única lección que Niall ya había aprendido en los pocos días que había pasado en ese Colegio.

- No... - respondió parcamente dando un paso para atrás. - No lo creo. Yo sólo conozco al más delgado de los dos hombres. Se llama Salazar Slytherin y es profesor, ¿sabéis? Si no fuese por él yo ahora... - la nostalgia ante el recuerdo de la su madre deshizo las palabras convirtiéndolas en un leve sollozo que trató sin éxito de ocultar. El profesor Slytherin debería de haber llegado antes y haberlos salvado a ambos. Cuando uno es mago, ¿no puede hacer esas cosas? El chico se preguntaba  todo esto presa de la confusión y la pena. No era capaz de ver cuán infantil resultaba su pensamiento.

Pero de cualquier modo la estampa resultaba patética. Allí estaban los cinco niños... con cara de haber perdido todo su mundo en un día y metidos con calzador en un lugar que a todas luces les venía grande. Ni siquiera Niall que ya llevaba allí algunos días había conseguido acostumbrarse. A pesar de que la sala tenía camastros dispuestos para todos ellos, el chico solía dormir acurrucado sobre uno de ellos. Le daba la sensación de que meterse dentro de la cama no le estaría permitido. Su suciedad seguro que contaminaría el lugar. Sus harapos que casi se caían a jirones, que parecían hacer juego con los de la niña que le acababa de hablar, chocaban de pleno con los tejidos cálidos y cómodos que podían encontrarse en aquel lugar. Y eso resultaba aún más curioso ya que todos en el Castillo se referían a aquella Sala como algo temporal. Como si lo hubiesen dispuesto "de cualquier manera" hasta que pudiesen encontrarles un sitio definitivo. Un sitio mejor. ¿Un sitio mejor? La idea resultaba una locura. Ellos no merecían un sitio mejor. Ni siquiera esa otra niña que parecía vestir ropas de calidad y que sus mejillas sonrosadas revelaban un estatus a todas luces diferente al de los demás. ¿O quizá sí? ¿Pudiera ser que ahora que resultaba que los cinco niños poseían sangre mágica en sus venas eran merecedores de todas aquellas facilidades que la vida les había negado todos esos años? Los ojos grisáceos de Niall brillaron con deleite ante aquel pensamiento.

Finalmente se encogió de hombros y dio un par de pasos al centro de la estancia dónde se colocó con los brazos en jarras. Efectivamente él llevaba más tiempo en aquel Castillo que los otros niños y esa veteranía no podía casar con una actitud pusilánime. Se aclaró la voz y habló con determinación:

- Yo soy Niall. No me presenté antes... lo lamento. Ah! - se interrumpió - ... y este es mi amigo Remmy.

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11/11/2015, 11:02
Molly Blackcap

Molly estaba empezando a sentirse un pelín molesta con la manía que parecía tener todo el mundo de llevarla de un sitio a otro sin preguntar, como si fuera un saco de patatas. Ni por favor, ni gracias, ni nada. Era una mocosa, si, pero también era una bruja, y por algún motivo que su mente infantil aun no había alcanzado a racionalizar, la falta de respeto le molestaba especialmente.

Sin embargo, esta vez cuando aterrizó estaba prevenida de lo que vendría a continuación y en lugar de trastabillar torpemente, angustiada mientras sus entrañas jugaban a la comba con los restos de su desayuno, se esforzó por plantar las botas en el impoluto pabellón de piedra con firmeza e ignorar las quejas de sus vísceras. Y lo consiguió, de hecho, le resultó insultamente fácil.

Molly frunció el ceño contrariada antes de alzar la mirada hacia los cuatro grandes magos que tenía delante. Aun no había sido capaz de sacudirse de encima esa desagradable sensación de que no estaba sola, que algo la observaba, algo que se había colado en su apresurado viaje con la facilidad de una ráfaga de aire, como un susurro apenas pereptible entre el fru fru de las túnicas que tenía a su alrededor. Claro que también podían ser solo imaginaciones suyas… Las últimas horas las había pasado bajo demasiada tensión y ahora, a merced de la mirada escrutadora de los cuatro Fundadores, se sentía expuesta y vulnerable. ¿Qué soy yo?. Se dio cuenta que su madre no había contestado a aquella pregunta tan simple, y se dio cuenta también que en realidad no quería saber la respuesta.

Desde donde estaba, escuchó con expresión evaluadora lo que cada uno de los cuatro magos tenía que decir, memorizó sus nombres y sus gestos y comenzó a hacerse su propia composición mental de la situación y lo que posiblemente se esperaría de ella.

- Entonces ¿Ha habido más de una? – Preguntó la niña ante la mención de Salazar Slytherin de aquella supuesta guerra. Tiempos Oscuros había dicho Mordag…

Sin embargo, tal y como había hecho su abuela, el hombre esquivó con hábilidad sibilina las preguntas de los niños. Enviándoles a alguna habitación remota, por su propia seguridad. A Molly no le gustó que utilizara aquellas palabras. Siempre que alguien las usaba, las cosas tenían tendencia a complicarse.

Mientras los demás niños hablaban y dedicándo su empeño a hacerse invisible a ojos de los adultos, Molly utilizó su tiempo en aquella enorme sala para observar los detalles, los estandartes, las antorcha y el tech…

Los labios de la niña formaron una “O” impresionada, al descubrir la bóveda nocturna sobre sus cabezas. ¿Qué había pasado con el techo?. Los segundos pensamientos de Molly, esos que piensan sobre los primeros, le recordaron, no obstante, que no tenía frío. Luego el techo debía estar en alguna parte... ¿Era una ilusión?

Fue entonces cuando descubrió al pequeño elfo, feo y harapiento, que se escondía detrás de los pantalones, también harapientos de Niall. El profesor Slytherin parecía conocer a ese niño, mucho más que a los demás. Molly observó a la extraña pareja con curiosidad.

-Hola Remmy – Dijo la niña con una sonrisa cálida. – Yo soy Molly – Se presentó al elfo. Después volvió a mirar a Niall y al resto de sus compañeros. Todos parecían bastante incómodos. – Hola otra vez – añadió con un pequeño gesto de la mano. 

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15/11/2015, 18:47
P-Remmy

Los Fundadores no se dignaron a responder ninguna de las preguntas, aun sin formular, de los niños. Se limitaron a delegar tal tarea, como si fuera caprichosa y sin apenas interés, al pobre Remmy. Y él trataría de ayudar a los niños en todo lo que pudiera. Por supuesto que sí. Al fin y al cabo, era su tarea. Para eso existía… ¿no?

Había conocido a Niall el primero. Le caía bien, y le gustaba su manera despierta de pensar. También le gustaba que, a pesar de su origen humilde, siguiera siempre con la mente hacia delante, dispuesto a seguir.

Repasó, después, a los demás niños, y se fijó en aquel otro chico rubio, cuyo apellido recordaba perfectamente. De hecho, creyó durante un segundo que lo había visto en la tienda cuando acompañó a Slytherin a por aquella varita maldita. Aunque, tampoco pondría la mano en el caldero por él. Pero sí conocía a su hermano mayor, Cronos, y deseó con todas sus fuerzas que no fuera como él. Lo deseó mucho.

Miró a continuación a la muchacha humilde. No sabía quién era, y ni sabía de dónde podía venir. De hecho, llegó a pensar el elfo que la chica se había confundido de sitio. Dudaba que alguien así fuera una bruja. Se sintió mal después de pensar eso, e hizo aparecer una bandeja con bollos de crema y miel, ofreciéndole el más grande a Marshmallow.

—Toma, niña— dijo con una voz dulce—. Seguro que tienes hombre— se giró, después, a los demás—. Comed vosotros también.

Dejó la bandeja sobre un escritorio desvencijado, y continuó con su examen. Miró aquella vez a la niña rica. Porque lo era. Se notaba. Además de que conocía a su padre. Y así se lo hizo saber.

—Los profesores no están aquí todavía— indicó el elfo obviando con profesionalidad el tono arrogante de Della—. Llegan el uno de septiembre, el Día de la Ceremonia— añadió, queriendo hacerse el inteligente—. Podrás ver a tu padre ese día. Si te ha dicho que estaba aquí, te ha mentido— lanzó aquella puñalada con cierto odio. Se arrepintió después, pero le dolía sobre manera que lo trataran como un trapo, aunque lo fuera.

Por último, clavó sus ojos en la muchacha que se le había presentado, y la sonrió con sinceridad. Pocos se presentaban ante él, y casi sintió cómo su rostro se llenaba de calor. No sabía qué decir durante unos segundos, y se quedó mirando a Molly algo embelesado.

—Yo soy Remmy— aunque era algo inútil presentarse, cuando ya lo había hecho Niall por él. lo miró fulminándolo con la mirada, sólo un poco, pues le hubiera gustado a él presentarse ante Molly, y ante los demás.

Suspiró, y miró a su alrededor, arrugando un poco la nariz. No le gustaba aquel lugar, triste, oscuro, y muy mágico. Se preguntó si los niños estarían bien, y negó con la cabeza.

—Cambiemos esto— chasqueó los dedos, saliendo un par de chispas de su índice y pulgar, y comenzó la habitación a cambiar de color, de mobiliario, y de luz.

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15/11/2015, 18:53
Glinda Ollivander

Glinda, la prima de Olli, estuvo pegada a él durante todo el trayecto, mirando todo con ojos brillantes y curiosos, pero no podía evitar pensar en la familia que dejaba atrás. No estaba del todo segura que le gustara Hogwarts. No, al menos, de momento.

—¿Podremos volver a ver a nuestros padres?— preguntó Glinda, armándose de valor, y apenas murmurando.

No se la escuchó con el ajetreo de los muebles que Remmy estaba provocando. El elfo casi bailaba divertido mientras todo cambiaba, pero Glinda no podía evitar pensar en aquella mujer de pelo verde, y mirada penetrante, y sonrisa maligna. Aquella que estaba destrozando a los duendes.

Sin embargo dejó de pensar en ello cuando vio cómo todo cambiaba a su alrededor, y se preguntó cuánta magia tenía aquel elfo en su interior. Aún no llegaba a comprender, debido a su edad, por qué sólo los humanos podían ingresar en Hogwarts, pero sería un tema que saldría a la luz durante varias épocas de su vida.

—Uaaaa— dijo, llevándose las manos a la boca, sorprendida, y feliz ante la nueva perspectiva de dormir en un sitio acogedor, y no en aquel agujero oscuro. 

No se veía luz exterior, y Glinda estaba segura de que si descorría esas cortinas, no encontraría más que oscuridad, pero se sentía como en casa. 

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16/11/2015, 13:15
Geert Ollivander "Olli"

  Los segundos pesaron y se diluyeron entre el espacio del gran salón.

  Miró a los cuatro fundadores, deteniéndose posiblemente más en unos que en otros y siendo quizás Slytherin al que menos le dedicó su atención, su rostro severo le disgustaba y le imponía, fuese por temor o por falta de efecto consecuencia de aquellos ojos distantes (y fríos) y del tono al que a ellos se había dirigido. Y, aunque seguramente en él habitaba una fuerza mayor que en el resto, eso Olli no lo podía ni saber ni sentir.

  Finalmente, cuando, sufriendo, supo que su respuesta no iba a llegar, abrió la boca para protestar y pedir que se lo llevasen de vuelta a casa, con los suyos, pero no tardó ni un ápice en darse cuenta que no lo conseguiría y que el resultado sería el mismo. Así que no le restó más remedio que la resignación.

  Se giró lentamente sin vitalidad en las piernas y abandonó la estancia con la cabeza gacha. Triste, hundido e inmerso en sus cavilaciones que volaban muy lejos de allí hasta el callejón Diagon. Fue cuando sus ojos se posaron sobre Glinda, quién no se había dado cuenta que seguía allí, a su lado, sin tampoco haber seguido a los demás y con la misma preocupación puesta en sus pensamientos. Y, aunque no fuese en sus labios, Geert pudo leerla.

  —Estarán bien- dijo  fingiendo saberlo de cierto, ofreciendo a su prima una respuesta, un consuelo y una seguridad que él no había obtenido. —Papá y tío Rewel cuidaran de ellos. Te lo prometo. Ya lo verás.- Uno de los dos debía de saber mantenerse a flote, ser la roca donde agarrarse para no hundirse ambos en aquél pantano de la incertidumbre. Pretendió poner una sonrisa en su rostro. Olli era el más joven pero el más responsable de los dos, aunque seguro que la niña pelirroja sería la que se recuperaría antes, pues tal era su carácter despreocupado, juvenil y capaz de superar toda prueba.

  El pasillo y las salas que se abrían ante ellos eran lúgubres, anchas y exageradamente altas para dos niños, o así pudieron sentirlo. Agilizaron el paso, cohibidos, con el corazón en un puño, a fin de alcanzar el grupo que se oía varias decenas de metros más allá.

  Medio minuto después, se habían perdido parte de la conversación, en ese momento se presentaba Molly, llegaron junto los demás a tiempo de devolverle el saludo.

  —Ho-hola- dijo también él. Allí estaban. Marshmallow y el resto, entonces, se dio cuenta que al final de esa mañana solo la niña del pelo castaño cobrizo se le había presentado y desconocía por completo quienes eran sus compañeros, algunos parecian tan perdidos y desamparados como él mismo, salvo quizás de Della, la chica de origen más elevado que él, al fin y al cabo los Ollivander no dejaban de ser una familia humilde, especialmente en el mundo muggle. Y de Niall quién había encontrado su seguridad. Una seguridad que no le habían conocido hasta aquél momento y que seguramente se la daba el moverse en un entorno y un terreno relativamente suyo y familiar, al menos sí más que lo era para ellos.

  La presentación que hizo de sí mismo Remmy le vino bien, dado que se había perdido la que le hiciera el chico irlandés.

  No sabemos el joven Ollivander se hubiese presentado, o por lo contrario si lo hubiese encontrado inapropiado dado que la presentación había sido hecha a otra persona, cuando impresionado y observando con los ojos muy abiertos, completamente atónito, no dio crédito a lo que pasó a continuación.

  Habían hecho aparecer una bandeja de comida de la nada.

  Miró los bollos notándose la boca seca ante aquella invitación y se preguntó si no irían a desaparecer o convertirse en arena al intentar morder uno. Tímidamente, acercó la punta de la varita que no soltaba en ningún momento para probar su consistencia, esperando que se deshiciera en una nube intangible. Pero eso no ocurrió.

  Por fin, se guardó la vara de madera entre el pecho y su ropa, y alargó inseguro su mano buena para hincarle el diente en un bollo de crema.

  —¡Está muy rico!- advirtió a los demás quienes seguramente ya lo habían descubierto antes que él. Extasiado, tampoco percibió la pregunta de su prima aun compartiendo su inquietud y es que otra maravilla estaba a punto de obrarse. Los elementos de la habitación se movían, mutaban o se intercambiaban por otros. La pared oscura y deslucida mudó por un tinte iluminado y más intimista. Pronto, el lugar fue otro completamente distinto.

  —¡Uau! ¿Cómo haces eso?- preguntó con fascinación y admiración. Estaba impresionado por aquella demostración de poder mágico, había cambiado una habitación entera. ¡Y sin varita!

  Sí, sabía algo de elfos domésticos, y de hechizos, no era un ignorante del mundo mágico, pero la mayor parte de sus conocimientos partían de cuentos, conocimientos e historias que le contaba su abuela Edita. No hay que olvidar que los Ollivander vivían en el corazón de la misma Londres, por lo que tenían los dos pies en el mundo muggle y solo la nariz metida en el callejón, y la magia en su mayoría estaba prohibida realizarla, o mejor dicho que se les fuera mostrada, o al menos sus padres vetaban por completo incluso hablar de ello en la tienda de muebles y tallas de madera mientras despachaban, pues ésta daba entrada a la calle de los gremios artesanos de la gran capital.

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17/11/2015, 10:38
Adelaide E. Gleann (Della)

El chico rubio pareció coger ánimos al llegar a la estancia que les habían asignado y se presentó a sí mismo y al elfo, Della le sonrió muy levemente en contestación.

-Encantada Niall, -respondió educadamente, no le dijo el suyo pues ella ya se había presentado en el Callejón -Remmy. Hola Molly -se le escapó sin querer un saludo mas informal al responder a la niña, por lo que se mordió el interior de las mejillas y esperó por su respuesta mirando al elfo.

Remmy los comenzó a mirar e hizo aparecer una bandeja con bollos, el estómago de Della le hizo saber a su dueña que hacía demasiado tiempo que había comido y que quería varios, pero la niña esperó a coger uno para no ser la primera. Su abuela decía que no se debía mostrar ansiedad por lo que se quería. Por fin el ser la miró y ella obtuvo una respuesta, aunque distó mucho de ser la esperada y eso se reflejó en su cara sin poderlo evitar. Su mirada se paseó por los rostros de los demás niños, insegura, como si hubiese sido pillada cometiendo alguna falta y al fin se dirigió a sus manos entrelazadas -Entonces la abuela me ha mentido...- fueron sus tristes pensamientos.

Duró poco así pues el niño de la tienda había cogido un bollo y compartió con todos su parecer, la niña elevó la vista hacia él y sonrió con algo de complicidad, entonces se dió cuenta que a su lado había otra chica y, acercándose para coger uno de crema, se presentó.

-Hola, mi nombre es Della. -y le dió un mordisco pequeño pues no quería que el relleno le manchase la barbilla, no sería una buena primera imagen.

Estaba por añadir algo más cuando la voz del elfo le hizo mirarlo de nuevo, llegó a tiempo de ver las chispas de colores desvaneciéndose de la punta de sus dedos y entonces todo comenzó a transformarse. No pudo evitar maravillarse ante tal despliegue de magia y se imaginó a ella misma algún día obrando maravillas.

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20/11/2015, 08:11
Marshmallow Bowen

La respuesta de Niall no la satisfizo especialmente aunque tan solo reaccionó a ello con un asentimiento que apenas ocultaba su angustia. Además, estaba el hecho de que parecía hallarse tan solo en aquel mundo como lo estaba ella salvo que él parecía haber encontrado recientemente a alguien mientras que Marshmallow acababa de perder lo poco que le quedaba, aunque sólo se tratara de la vieja Mamá Pig, cruel y desdeñosa.

Hogwarts le daba algo de seguridad pero sólo equivalía a una calma temporal y pasajera cuyo final podía presentir. Mas, ¿qué podía hacer a parte de sumirse en aquel duro sentimiento de impotencia? Todo por culpa del temor a lo incomprendido, del miedo a la brujería, aquel parecía haberse convertido en un tópico en su vida que aparecía cuando su vida se asentaba para asestarle una puñalada.

Un torrente de rabia había empezado a circular como la ponzoña en sus venas, abstrayéndola de la compañía, cuando una bandeja llena de magníficos bollos la cogió desprevenida. Miró a la criatura con duda, pero aquel "toma, niña", mencionando el que parecía ser ya su segundo nombre, le hizo alargar la mano y llevárselo a la boca.

- Muchas gracias, señor - antes de dar el primer mordisco había recordado sus modales, hincando el diente para notar cómo el delicioso manjar casi se deshacía en su boca. Increíble. Nunca había probado nada tan bueno y, al parecer, no era la única de sus compañeros que apreciaba el sabor -. Está muy bueno  - murmuró con un hilillo de voz al escuchar que Olli también lo agradecía. Fue entonces cuando sus compañeros decidieron presentarse o volver a hacerlo y aunque ella ya lo había hecho decidió que era momento de hacerlo de nuevo -. Yo soy Marshmallow Bowen.

Siguió comiendo en silencio, intentando sacar fuerzas del presente acogedor con tal de no pensar en un futuro posiblemente desolador. Si aprendía mucho a hacer trucos con la varita como bien había visto, quizás podría sobrevivir bien por sí sola y entonces estaría mejor que con Mamá Pig, ¿no?

Estaba tratando de autoconvencerse cuando llegaron a aquella habitación oscura que a ella en nada le afectó. No estaba mal. Al fin y al cabo, ella vivía en una tétrica buhardilla con un único jergón como mobiliario y de vez en cuando la compañía de ratones, sobre todo cuando llovía y las goteras asediaban aquel pequeño rincón que tenía por habitación.

Quizás precisamente por aquello, porque para ella eso estaba "bien", que su sorpresa fue mayúscula al hallarse frente a aquella habitación que debía ser por lo menos de la clase que usaban la realeza, por no hablar cómo mágicamente había cambiado ante sus ojos.

- In...creible... - murmuró, realmente atónita. Miró al elfo, intentando vencer el reparo que le producía dirigirse a alguien tan superior a ella -. Señor Remmy, ¿nosotros también podremos hacer magia sin varita algún día?

 

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20/11/2015, 18:13
Molly Blackcap

Molly parpadeó varias veces, sorprendida cuando Remmy hizo aparecer de la nada aquella bandeja de bollos. ¿Como…?. Su subconsciente no terminó la pregunta, porque en el fondo, ya sabía cual era la respuesta. No le pareció mal, pero por algún motivo tampoco le pareció del todo bien. En su casa se comía pan-de-ayer porque su abuela era de la opinión que más valía guardar el de hoy, claro que las rarísimas ocasiones que se dignaba a acudir a alguna celebración (entierros en su mayoría), era la primera en llenarse los bolsillos de canapés. ¡Era excesivo!.

Contempló a sus compañeros degustarlos con deleite y justo cuando pensaba que lo más sensato sería guardarlos para cuando tuvieran hambre de verdad, se encontró con la mirada anhelante del elfo. Era una criatura desagradable, pero a Molly le parecía que tenía buen corazón y no quería disgustarle. Así que pensó que a lo mejor, por una vez, no pasaba nada.

Le dedicó a Remmy una sonrisa amable y finalmente se animó también a probar uno, uno pequeño. - Graciasdijo en un tono suave. La niña se guardó el bollito en la mano unos instantes, como si esperara que con eso se fuera a poner más duro y por ende, fuera menos malo. De repente, antes de que se llevara el primer bocado a la boca, todo cambió con un solo chasquido de dedos.

Una sensación extraña se acurrucó en interior de Molly, como una pequeña llamita que comenzaba a palpitar tímidamente. Como los demás niños, la hazaña del elfo domestico había impresionado a Molly. Que ella recordara jamás había visto semejante despliegue. Sin embargo, lo más desconcertante para la niña no fue el increíble cambio que sufrió la habitación, sino lo familiar que le había resultado la transformación. Como si fuera algo perfectamente natural.

Animada por una confianza que no tenía muy claro de donde salía, Molly dio unos pasos hacia delante y giró sobre si misma para contemplar con mejor perspectiva la obra de Remmy. - Es muy bonita Felicitó al elfo y de repente, calló en la cuenta de algo.

 - ¿Que tiene que decidir ese Sombrero? - Preguntó suspicaz tras sus compañeros.

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25/11/2015, 10:36
Geert Ollivander "Olli"

  Della había empezado otra ronda de presentaciones que ésta vez Olli sí estaba presente para poder responder, y aunque la magia del elfo doméstico impidió que lo hiciera en su momento, pudo hacerlo pasada su sorpresa inicial:

  -Hola, Della y Marshmallow. Mi nombre es Geert, aunque suelen llamarme Olli. -dejó que su prima se presentase ella misma, mientras él les extendía a sus compañeras la mano buena con una calidez ganada con la complicidad al compartir comentarios al probar los bollos que tan generosamente les habían ofertado. Habría esperado conocer sus dos compañeros que aun no conocía salvo de vista pero Molly trazó una pregunta que a él también le interesaba conocer.

  -¿Qué sombrero?

Notas de juego

Máster y compis, espero no abusar o molestar al postear antes de turno, pero aprovecho ahora que tengo todas las partidas al día. :P Tengo ganas de seguir ¿se nota? XDDD

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26/11/2015, 09:29
Adelaide E. Gleann (Della)

La voz del chico Ollivander sacó a Della de sus pensamientos, le devolvió el formal saludo con su mano seguido de un "Encantada" -Menos mal que he cogido el bollo con la izquierda- pensó y sonrió ligeramente antes de darle otro mordisco al dulce.

Luego preguntaron por el Sombrero, podría haberles dicho que era un objeto mágico que les diría lo que se ocultaba en lo más profundo de su corazón, pues eso le habían contado a ella. Pero su boca estaba llena de crema y, como una señorita no habla con la boca llena, se limitó a masticar para acabar con el contenido de la misma.

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26/11/2015, 13:37
Niall

La cosa mejoraba; un cuarto precioso en el que... ¡caramba, los muebles cambiaban y se hacían más y más bonitos! bollos calientes para todos, presentaciones...

- Están muy ricos... - comentó Niall en referencia al manjar que el elfo les ofrecía. - Los de canela son increíbles... - a fin de cuentas él ya había dado buena cuenta de unos cuantos antes pero ahora no iba a desaprovechar aquella oportunidad. ¿Quién sabía cuánto podría durar? 

Todo se volvía más y mejor para aquellos niños y Niall no imaginaba cual podría ser el límite de toda aquella ¿hospitalidad? Por lo que avanzó un paso y, de nuevo, con firmeza en la voz, se dirigió al elfo.

- Hablando de sombrero... ¿es posible hacer magia para conseguir algo de ropa? Esto se hace jirones...

EL tono del muchacho revelaba una desenvoltura muy especial. Y era así... pero aquello no indicaba que en cierto modo, sintiese que todo aquello le venía grande. - Espabila, Niall... aprovecha todo lo que puedas sacar de esto. Es ahora o nunca. - le dijo una voz interior muy familiar.

Notas de juego

Mil perdones... estaba convencido de que en esta partida ya estaba al día y me acabo de dar cuenta que estabais esperando por mi. 

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27/11/2015, 16:02
P-Remmy

Le gustaba cómo le había quedado aquella habitación. Al fin y al cabo, aquella sala era tan mágica que todo lo que quisiera un mago o una bruja aparecería… Salvo las excepciones de la magia que todo el mundo sabía.

—Comed, comed— dijo el elfo, conocedor de que desde las cocinas podía hacer aparecer más comida para los críos. El mundo actual estaba golpeando con fuerza, y las primeras víctimas eran las criaturas más pequeñas. Él lo sabía porque tampoco era nadie, pero, sin embargo, conocía trucos para poder seguir adelante, ellos…

Aunque tampoco tenía del todo claro si podía hacer eso. Al fin y al cabo, sólo tenía que llevarlos hacia aquella sala para acomodarlos, nada más. Una sombra de temor se le asentó en el rostro, y pensó que tenía que irse ya. Comenzó a pensar en alguna excusa para dejar a los niños allí, contándose sus cosas mientras los Fundadores decidían qué hacer con ellos. Era la primera vez que adelantaban la venida de los nuevos alumnos tanto tiempo. El elfo se preguntó qué estaría pasando, pero se interrumpió cuando escuchó la voz de uno de los niños rubios, ese de la ardilla.  

—¿Cómo lo hago?— repitió, hinchándose de orgullo—. Bueno, sólo es tener en la mente lo que quieres invocar, pensarlo muy fuerte, y aparece— en realidad, no era tan sencillo, pero los elfos domésticos siempre habían tenido un poder mágico subestimado por los magos y brujas—. Creo que vosotros también podréis hacerlo cuando seáis más mayores. Os lo enseñarán— aseguró, asintiendo con la cabeza.

Fue, entonces, cuando miró a la niña que le trataba de “señor”, y supo enseguida que ella ya le caía muy bien. Se acercó a Marshmallow, y, tratando de no perderse en su mirada, dijo:

—Sin varita es muy difícil que un mago o bruja haga magia— respondió, ladeando la cabeza—. Los elfos hacemos otro tipo de magia, no más poderosa, o sí, no sé, pero sí diferente. Lo que pasa es que a nosotros no nos dejan tener varita, así que, tenemos que hacer magia por otros medios. Supongo que con el paso de los años, hemos aprendido a hacer nuestra magia particular. Pero, sí, puedes llegar a hacer magia sin varita— aseguró, pensando que Marshmallow podría hacer todo lo que quisiera, de verdad—. Tú podrás— sintió sus mejillas calientes, y se aclaró la garganta, algo azorado—. Quiero decir, cualquiera que se esfuerce mucho. Rowena no usa varita desde hace poco. Pero le ha costado mucho— terminó diciendo, encogiéndose de hombros.

Le gustó que al resto de los niños también le gustaran sus bollos, y e iba a decir que los había hecho él mismo, pero surgió la pregunta estrella, y se le iluminó la cara. Le encanta hablar del Sombrero.

—Oh, el Sombrero Seleccionador— anunció de manera solemne, sin evitar poder hacerse el interesante—. Bueno, es mágico, claro— dijo, riendo entre dientes—. Se le ocurrió a Godric, el Jefe de la Casa, bueno, Gryffindor. Introdujo conocimientos, y todo lo que sabe para dotarle de vida a ese Sombrero, que fue suyo, por cierto— al menos, eso decían otros elfos domésticos—. Él es el que os asignará a una Casa o a otra— levantó cuatro dedos de su mano huesuda—. Hay cuatro Casas, y cada niño va a una diferente. Cada una potencia habilidades y características especiales, y cada uno de vosotros tiene algo en su interior que duerme, yacente, para ser despertado un día. Eso os definirá como magos o brujas en un futuro— explicó el elfo—. Y, aunque sois compañeros, la competitividad está alta— añadió Remmy, pensando en el futuro que les podía deparar—. Helga aboga más por el compañerismo, pero Salazar y Rowena… Bueno, buscan más el éxito individual.

No le gustaba hablar así de los Fundadores, pero los niños preguntaban, y quería demostrarles que sabía, y que podía hacer más que invocar bollos. Además, el niño de la ardilla parecía interesado, pues también preguntó, por lo que Remmy no perdió la oportunidad de crecerse un poco ante la ignorancia de los niños. No era frecuente encontrarse en la situación en la que él sabía más que un mago o bruja.

—¿Ropa?— dijo Remmy mirando a Niall, y se llevó las manos a la cabeza al ver que el niño tenía harapos—. Oh, claro. Espera…

El elfo alzó un dedo, y, con un chasquido se desapareció para ir a buscar lo que consideraba adecuado para los niños.

El silencio que se hizo fue absoluto.

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27/11/2015, 16:02
Glinda Ollivander

La niña miraba y miraba todo con ojos brillantes. No podía creerse que estuviera viviendo aquello, y mucho menos que las cosas cambiaran delante de ella. Estaba acostumbrada a la magia, convivía con ella, pero nunca había visto algo así. ¡Y sin varita!

Sin embargo, en su interior, seguía estando una sombra de preocupación. Temía que todo lo que habían dejado atrás estuviera siendo envuelto en una nube de oscuridad. Los duendes lo estaban arrasando todo.

—Y yo soy Glinda— dijo, aunque no sabía si ya se había presentado o no.

Miró a su primo Olli, y asintió cuando le dijo aquellas palabras. Suspiró, deshinchándose durante unos segundos, y se mordió los carrillos. Temía que no tuviera razón, y su tío y su padre estuvieran pasándolo mal.

Pero, no podía dejarse llevar por el pesimismo, por lo que, sonrió, cogió el bollo más grande de la bandeja del elfo, y se lo metió entero en la boca. Masticó como pudo, mientras se acomodaba en la primera cama que vio, sintiéndose arropada, y, recostándose, apoyando la mejilla en una mano, escuchó las conversaciones que se fueron sucediendo, y pensó en la información que les daba el elfo Remmy. Algo estalló en su interior al escuchar que podía separarlo de su primo Olli aquel Sombrero mágico. Se deprimió un poco, porque le costaba abrirse en un principio con el resto de la gente, pero, después, se dijo que no debía de pensar en eso, ni preocuparse. Que, cuando llegara, llegaría.

—Ropa, eso— dijo, ilusionada, aunque imaginándose algo completamente diferente a lo que Niall probablemente estaba pensando.

Glinda miró con cierta envidia las ropas de Della, y le hubiera gustado mucho poder tener algo así para ella. Esperó que el elfo le trajera algo parecido. 

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28/11/2015, 16:39
Geert Ollivander "Olli"

  Por su lado el joven Ollivander había dejado de tratar encajar los hechos, verse abrumado por los mismos o analizarlos, y, simplemente, se estaba dejando arrastrar por ellos. Una despreocupación propia de la edad.

  Al ver su mano aceptada por esa niña, trazó una sonrisa tímida a Della (más por vergüenza o falta de un carácter sociable, que por aversión o prejuicio alguno, pues lo segundo no era nada propio de él). Para hacer honor a la verdad, Geert se había concentrado más en ofrecer la mano buena, la que no iba envuelta por un fardo pesado de vendas, que no en preocuparse si la misma estaba manchada por el bollo, aunque seguramente se la hubiese limpiado con anterioridad en la ropa, algo de lo más normal.

  Entonces el elfo respondió a sus preguntas, las suyas y las del resto, y él escuchó con sumo interés a cada una de las explicaciones de Remmy. Pronto se encontró imaginándose con aquél poder de hacer aparecer las cosas a voluntad, seguro que si era capaz de eso lo usaría para hacer aparecer a Sirius, pues ya lo echaba de menos, a él y a toda a su familia con la salvable excepción de Cronos.

  —¿Se puede hacer?- Estaba realmente asombrado, ya lo había visto hacer, así que sabía la respuesta y le maravillaba. ¡Sin uso de varitas! De pronto adivinó que el negocio que los Ollivander venían desempeñando desde generaciones atrás, estaba obsoleto.

  Se mantuvo unos segundos fuera de la conversación, enfrascado en sus propias cavilaciones, replanteándose parte de su futuro. Recordó que la varita no hacía la magia, repetidas veces se lo había contado su tío, sino que servía de foco a fin de conducirla, como lo era un canal para un río. Asintió en respuesta a aquellos pensamientos y se cuestionó como sería la magia del elfo con una varita. Estaba dispuesto a prestarle la suya y proponérselo cuando se percató que la dirección de la conversación ya había girado radicalmente, alguien hablaba de Rowena y sus dotes por hacer magia sin varita y lamentó al descubrir que se había perdido parte de la explicación y que habían empezado a hablar sobre el sombrero seleccionador.

  “¿En casas?”

  Ahora que empezaba a acostumbrarse a esos niños, que se habían presentado y que habían compartido algunas experiencias que los unían (y por ello, podía hacerse a la idea que un día serían amigos), le incomodó imaginarse en compañía de otros. ¿Los iban a separar? Por alguna razón no llegó a ser mutuo del todo el pensamiento con su prima.

  —¿Vamos a vivir en distintas casas? Yo pensaba que viviríamos todos juntos en el colegio- se quejó. Buscó alguna mirada de complicidad, que hizo eco en Glinda de alguna manera y posiblemente con alguno más. Al pensar en ello en su mente se formó la imagen de una casita pequeñita en el bosque, con varios niños y niñas viviendo en ella, y un fundador haciendo las veces de maestro y padre, o madre. Era el cuadro de una extraña familia. Y su incomodidad se hizo patente.

  Pero Remmy no iba a detenerse y observar como caían y se encajaban sus explicaciones, él siguió desvelando toda clase de información desconocida hasta el momento. Debería haber prestado más atención a su abuela Edita cuando hablaba de Hogwarts. ¿Qué tendría él en su interior durmiendo? Se preguntó después de la afirmación aseverada en qué cada uno tenía algo. ¿Algo? Pero la conversación volvió a girar de sentido, y pasaron a hablar de lo que Niall no tenía.

  Olli se fijó mejor en aquella ropa descuidada y raída y estuvo por ofrecerse a prestarle alguna prenda de la suya, al fin y al cabo ahí dentro no tenían frío. Fue innecesario siquiera haberlo pensado, Remmy se ausentó para ir a solventar aquella carencia. Geert, al contrario que Glinda, no se prestó a ninguna fantasía sobre ropa o moda, suficiente tenía cociéndose e hirviendo en su cabeza.

  Pasados algunos minutos, cobró plena consciencia de que estaban solos y que no tenían nada por hacer. En el mutismo que parecía reinar en aquella habitación observó a su prima tumbada en un catre.

  —Y ¿bien? ¿Qué hacemos?- Era prácticamente mediodía, no sabía si pasada la hora de comer o faltaba muy poco para que hicieran trinar alguna especie de campanilla, lo que sí sabía era que era muy temprano para irse a dormir. Paseó sus ojos por toda la habitación y miró a unos y otros sin saber muy bien donde meterse, el brazo zurdo le picaba y la necesidad de rascarse se apoderaba de él, cosa que no quería.

  Se acordó de Myrddin y como lo había dejado en casa en medio de la oscuridad. ¿Qué habría sido de él? ¿A dónde había llevado a sus compañeros? ¿Qué les había ocurrido?

  —¿Qué habrá pasado con el callejón Diagon?- se sorprendió diciendo.