Partida Rol por web

- Habrá que llevarla, dejárla a buen recaudo y regresar por si encontramos algo más.

- Volvamos al pueblo. Eliminar la contaminación del agua ha sido fácil, pero no nos ha dado ninguna pista del causante ni del motivo. Por no hablar de que aún no hemos destruido el encantamiento. A mí me gustaría estudiarlo. Y es posible que hasta pudiera hacer un cargamento especial para uno de mis odres. 

Flogdegnurt olisqueó el rasto. Su olfato le decía que en efecto, no se trataba de humanos, sino de algún animal de la zona. 

-Cierto. No humanoz, pero tampoco elfoz. Y no creo que ciervoz echaran ezo ahí. 

La afirmación de Abot le desconcierta. 

-¿No dezecha la magia? Yo penza que quitada botella, magia no fluye. Magia extingue. Mejor volver entoncez. Puede que en pueblo alguien reconozca eza botella y noz pueda decir quién uza de ellaz.

Finalmente el grupo decide regresar a Rybalka por el mismo camino por el que habían llegado. El camino rio abajo es mucho más rápido, por un lado porque es evidentemente cuesta abajo, pero por otro lado las aguas claras del rio no pesan en el espíritu como lo hacían las negras.

Cuando estan a menos de un kilometro del pueblo se topan con un grupo de tres soldados imperiales que corren hacia ellos. Kai los recuerda de Rybalka. Forman parte de la pequeña guardia del pueblo. Tras unos momentos de sorpresa uno reacciona y dice.

- Los Vilkmordere!!! - grita - Están atacando Rybalka.

- Hemos venido a avisaros - añade otro rápidamente.

-¿Vikmorede?-dijo Flogdegnurt somprendido-Vamoz. 

el goblin sacó su arco y corrió hasta la zona intentando comprobar si como habían dicho los milicianos, eran Vikmordere los que atacaban la aldea. 

Grandalin caminó preocupado todo el viaje de vuelta. Estaba bastante contrariado con el hecho de que la botella fuese de manufactura élfica, y esperaba en verdad que ninguno de su raza fuera el causante de aquello. Con esos pensamientos se le pasó más rápido el retorno al pueblo, o quizás fuesen las ganas de llegar y examinar el objeto mágico. Por eso le sorprendió encontrar a unos guardias de Rybalka alí tan lejos y diciendo que les atacaban.

Mmmm. ¿Vikmorede? ¿Seguro? ¿Y por qué no estáis defendiendo el pueblo en lugar de estar aquí lejos?

No es que fuese desconfiado, que también lo era un poco, pero veía raro que alguien no quisiera proteger su hogar.

Norm no vio nada raro en que los tres soldados estuvieran acudiendo a buscarles. Si alguien atacaba la aldea, buscar refuerzos era necesario.

O una oportunidad de huir, pro supuesto. 

—Vamos, llevadnos a donde están atacando. Tratemos de pillar alguno vivo para que nos explique qué está pasando. 

cuando veo los soldados con una informacion tan desagradable ... - como sean los barbaros del norte me voy a enfadar ... - y si fueran los que vimos antes y no acabamos con el ... alquien se llevbaria un rapapolvo ... - VAMOS JODER, vayamos rapidos, hay que salvar a los que podamos lo antes posible ... - acelero paso o rapido sin minimizar mi ataque al menos al final ...

Cuantos son? - preguntó el orco preparando el hacha y el escudo mientras iban hacia alli. 

Bastia preparó las espadas tan pronto vio a los soldados corriendo y se tensó cuando escuchó sus palabras.

Ragnar y yo nos adelantaremos*. - se posicionó junto al cachorro, más con intención de evitar que hiciera una locura en cuanto llegaran que por otra cosa.

Esperó a que los soldados respondieran a las preguntas de sus compañeros y les sonrió.

Ahora que nos habéis encontrado, podéis regresar al combate con nosotros. - desertores...

¿En serio? Una semana en ese pueblo de mierda y lo más interesante que había pasado era ver como una anciana se cagaba en la dotación de un guarda por no darle la ración de comida. Ahora había un ataque en toda regla contra el poblado.

La suerte era una amante caprichosa.

— Mierda. Vamos. Musitó el reservado korindio con congoja en la voz, como le ocurría siempre que pensaba entrar en combate. Sacó el palo de su cinturón y se pasó el escudo al brazo izquierdo, al tiempo que corría con el grupo en dirección al pueblo.

Cuantos son?

Los soldados se miran entre ellos, finamente uno se decide a hablar:

- Muchos. Decenas. - el resto asiente - Demasiados, es mejor buscar ayuda - dice otro, con lo que el resto se muestra de acuerdo.

Ahora que nos habéis encontrado, podéis regresar al combate con nosotros.

Todos los soldados vuelven a mirarse entre ellos, el mismo que la otra vez se atreve a hablar.

- Es inútil: son demasiados - comenta - Será mejor que nos acompañéis. Esperaremos a que se vayan y luego ayudaremos en lo que sea posible. Hay que ser realistas...

El grupo avanza lo más deprisa posible hacia el pueblo esperando verlo ardiendo o algo peor. Sin embargo todo parece tranquilo. Demasiado tranquilo.

Rybalka esta prácticamente vació, y no tardan mucho en descubrir que todo el mundo esta concentrado alrededor de la catedral. La gente del pueblo se mantiene a una distancia prudencial de los ocho soldados Vikmordere que guardan la puerta armados con lanzas. En cuanto alguien se acercan lo pinchan levemente con ellas.

En cuanto el alcalde ve al grupo se acerca a ellos.

- Menos mal que habéis llegado. - comenta - Esos salvajes han atacado a la guardia y herido a dos de ellos. El resto ha huido. Se han encerrado en la catedral. - mira especialmente a Kai y añade - Haced (1) algo!!!

Los guerreros no son Vikmordere. Es algún tipo de ilusión bastante poderosa, pero todos vosotros veis claramente a través de ella. Los guerreros son elfos para la mayoría de vosotros, y Alakar ("sangre nueva") para Grendalin.

-No zentido ¿Hace daño y luego encierra en iglezia? Elloz parece que quieren zer cogidoz. Vamoz a ver. 

Flogdegnurt se adelantó con idea de ir a echar un vistazo. Acercándose disimuladamente quizá pudiera ver algo a través de las vidrieras. 

Norm se había cabreado con los soldados. Y sabía dar rapapolvos cual sargento.

—Se nota que sois del Norte, como decía el alguimista ese. Hombres recios y valientes —dijo despectivamente— si no tenéis demonios al lado no valéis un cagao. —Les miró a los ojos y escupió —¡Todos firmes ahora mismo, vamos a ir y a luchar por vuestro pueblo, joder, que son vuestras familias las que están ahí!. 

Una vez llegó al lugar, vió como los vikmordere... no... esos no eran vikmordere. No eran igual que los que habían visto, eran otra cosa...

—No, alcalde, no son Vikmordere. Hemos hablado con los que sí están ahí fuera y han visto extrañas patrulla de otros parecidos a ellos pero que no son, y hemos encontrado la causa de la contaminación del agua... y todo nos lleva a... ¡Elfos!

Llamó la atención de los que estaban delante de la iglesia para distraerles y que Flog pudiera echar un vistazo sin que le vieran. Esas pequeñas sinergias les salían solas. ¿Sinergias? Estaba pasando demasiado tiempo con el escriba. Maldito miserable. 

—¡Vosotros! ¡No sois Vikmordere! está claro que sois elfos. ¡Somos inmunes a vuestras magias! ¡Salid y hablemos! Todavía no ha muerto nadie... ni tiene que morir. 

A Grendalin le parecía extraño que unos soldados profesionales huyesen de un combate por su gente, pero afortunadamente el capitán Alman los recondujo bien.
Lo que le preocupó más fue ver a quienes estaban allí impidiendo que la gente entrase en la catedral, desde luego no eran vikmordere, pero al escriba le dolió más ver lo que eran en realidad. No había querido creerlo al ver la botella, pero no había duda alguna.
Sacudió la cabeza apenado.

Esperaba no tener que pelear, pero como sabía que la violencia suele incitar a la violencia se preparó para lanzar un conjuro de protección sobre sí mismo para el caso de que finalmente hiciera falta.

Por favor. Haced lo que dice el capitán. Seguro que hay una explicación a lo que ha pasado. Hablemos y arreglemoslo.

Echemos un vistazo alrededor. - indicó Bastia mirando la catedral desde lejos. - Quizá haya una segunda entrada o podamos echar un ojo por un ventanal a ver lo que están haciendo dentro bien protegidos de miradas.

Flog, ¿tú por la derecha y yo por la izquierda? - señaló las direcciones ante la duda de que el goblin no distinguiera las señas en lengua común y terminaran yendo junto. - Nos encontramos en la trasera o quizá haya algún tejado desde el que ver el interior...

Los soldados se ponen firmes inmediatamente ante las ordenes de Norm. Quizá sea por su educación militar, quizá porque tiene más miedo al arquero que a los Vikmordere, pero en cualquier caso se unen al grupo y le siguen de vuelta a Rybalka.

...

Cuando Flog se acerca a mirar la catedral los elfos lo pinchan (1) con sus lanzas para que aleje. No dicen nada hasta que oyen a Grendalin, en ese momento uno de ellos responde en elfico.

- El protector de la hoja se encuentra en el templo. Nadie puede entrar. No queremos dañar a nadie pero usaremos una fuerza letal si nos obligan a ello. - contesta sin mostrar la más mínima emoción.

Bastia aprovecha la distracción para moverse hacia la parte de atrás de la catedral sin que le vean los guardianes. Dentro puede ver a un grupo de elfos romper el suelo del templo y levantar las planchas. En una esquina yace Juriendor aparentemente herido.