Partida Rol por web

Cuando llegaron al restaurante, el propio Scarpato les saludó mientras llevaba un café a una de las mesas cercanas a la puerta. Les informó que Charlie no se encontraba en el despacho, ya que tenía una reunión importante con el Jefe a primera hora, refiriéndose obviamente a Masseria.

-¡Eh, muchachos! - Dijo la voz de Frank Costello desde una de las mesas del fondo. -Venire qui. - Frank, sin levantarse de su silla, les hizo un gesto con su mano que acompañaba la invitación.

Frank estaba desayunando un café en el que mojaba un trozo de zucotto que tenía pinchado en un pequeño tenedor. Cuando se acercaron a él, empujó una silla con el pie y señaló un par más de la mesa contigua para que las tomaran y se sentaran alrededor de su mesa.

-¡Qué madrugadores! Luciano dice que sois trabajadores, pero no imaginaba que tanto. ¿Queréis desayunar? ¡Eh, Gerardo! Servi il caffè ai ragazzi. ¿Qué os trae por aquí?

Después de la bronca, que sin duda había levantado miradas curiosas entre los demás clientes del Gino´s, Enzó, Sal y Filippo abandonaron el local y salieron a la calle, dispuestos a hablar con Luciano, tal y como habían dicho. Luigi, se quedó solo, todavía cabreado con el resto y con la lupara en la bolsa.

La calle iba cogiendo vida mientras, en la otra acera, la frutería de los Schilliamini tomaba su ajetreo habitual. Se formaba una cola de clientes que esperaban su turno, y las frutas ya colocadas frente al escaparate daban colorido al local y a toda la calle. Era un día frío, pero a pesar de estar nublado no había llovido ni se esperaba que así fuera.

Achinó los ojos al oír que Charlie no estaba, mirando melancólicamente por la cristalera. Pero la solución estaba alli mismo. Respondió al vozarrón con una mano levantada, y trayendo una silla. La figura alargada de Gerardo al otro lado de la barra los miraba esperando instrucciones. - Grazie la Faccina asintió amablemente al ofrecimiento de Frank, y se limitó a hacer un gesto con el índice y el pulgar a Gerardo. Así de pequeñito quería un espresso. Se sentó, y al oír la pregunta se peinó con las manos, mirando a un lado y enarcando las cejas.

Sal puso cara de circunstancias ante la ausencia de Charlie, pero al girar la cabeza y ver a Frank quedó visiblemente aliviado. Si alguien debía decirles "no le toquéis los cojones a Lucky con estas cosas", mejor Costello que Genovese, que le ponía los pelos de punta.

-Hola, Frank. No, mejor un vaso de agua con sifón para mí, Gerardo, grazie...

Cuando Scarpato desapareció carraspeó un poco, y su habitual expresión de disculpa se acentuó.

-Verás Frank, hay un pequeño problema... Luigi está bastante alterado con todo esto. Ha habido roces... No conseguimos que se avenga a razones si no se hacen las cosas a su gusto. Los tres pensamos -bajó la mirada al decir esto- que no podemos hacer el trabajo con él. Dice cosas como que alguien va a salir muerto, y no creemos que eso sea lo que quiere Lucky. Ni nosotros, claro. En fin, que la situacion se ha vuelto insostenible, creemos que no vale para esto...

Gesticulaba bastante, y miró de reojo a Filippo al decir esto último, recordando las palabras del chico. Se llevó una mano a la boca para limpiarse las comisuras de los labios.

-Queríamos explicárselo a Lucky, pero como no está, y tú sí... -carraspeó de nuevo- en fin, no sabemos si consideráis que debe venir un cuarto hombre; si no, nos encargaremos nosotros tres.

Dejó de hablar, miró a los demás como dándoles pie a añadir lo que fuera y luego directamente a Costello a los ojos, abriendo las manos en gesto de disculpa. Era lo que había.

Filippo se sintió tentado a decir algo, pero lo cierto es que las palabras de Marrone le habían parecido más que correctas, así que asintió y esperó a ver el efecto que surtían.

No podía disimular su nervisismo, dada la situación.

Frank tuvo una reacción que ninguno de ellos esperaba. En lugar de mostrarse comprensivo con la situación, o enfadarse con ellos. Simplemente, se echó a reír a carcajadas. Unas carcajadas tan estruendosas que provocaron que los demás clientes de Scarpato´s se giraran hacia su mesa preguntándose a qué venía tanto escándalo. Por supuesto, quienes se giraban eran aquellos clientes que sabían poco o nada de lo que ocurría en la trastienda de aquel restaurante. Los demás ni se inmutaron.

-No sé si sois los tíos con más cojones que he conocido, - dijo Costello entre carcajadas, - o una auténtica panda de idiotas. - Frank tuvo incluso que secarse las lágrimas con una servilleta. -¡Madonna!

Poco a poco fue recuperando la compostura, mojando otro trozo de zucotto en el café y soltando alguna risotada suelta mientras repetía algunas de las palabras de Sal que más gracia le habían causado.

-Un cuarto hombre... Mirad, chavales. - Dijo con la boca llena. -Si le llegáis a venir con estas a Charlie... - Soltó otra risotada. -Vamos a ver. Charlie os ha dicho que hagáis un trabajo. ¿Lo habéis hecho? A Charlie le suda los cojones que lo hagáis con Luigi o con su jodido padre. ¿Capisci? - Frank señaló a Sal con el tenedor. - Imagínate que contratas a una cuadrilla de albañiles para que te arreglen el baño de tu casa, pero tres de esos tarugos se llevan mal con el cuarto. ¿Te importaría a ti una mierda eso? No, jodido capullo, tú lo que querrías es que tuvieran el puto baño acabado. que hicieran un buen trabajo y que lo hicieran rápido. ¿Verdad? - Se giró hacia Enzo. -Joder, muchacho, tu tienes una banda, ¿no?. ¿Y qué pasa cuando el trompetista anda tocando los huevos? ¿Le vas a llorar al dueño del local que os ha contratado para tocar o lo arregláis entre vosotros y le dais al público el espectáculo que quiere escuchar y de paso llenáis el bolsillo del tipo del local? Un cuarto hombre... Por la Santa Madonna. ¿Quién coño despacha la clientela en esa frutería, el jodido ejército? ¿No podéis vosotros tres con ese tarugo gordo de Schilliamini? Vamos, hombre, os creía mejores.

-Discúlpeme, pues está claro que nos falta experiencia en este trabajo-se atrevió a decir Filippo-pero tanto en el caso de los albañiles como en el del trompetista, intentaría sustituír al sujeto por uno de confianza. Y en este caso también. Existen motivos para que creamos que Alesandro, el sobrino de Schimilliani podría estarnos esperando y que contará con ayuda extra. 

Filippo mostraba una actitud humilde, pero a la vez, le costaba ocultar su enojo por la condescendencia y el desprecio que Frank Costello mostraba hacia ellos. Entendía que incluso con lo que había dicho, se estaba pasando de la raya, pero le estaba costando aguantarse. Al fin y al cabo, estaban allí por haberle salvado la vida a Maseria, no porque éste les hubiese hecho ningún favor.
 

Sal enrojeció hasta las orejas oyendo a Costello. Tenía toda la razón; no era el tipo de cuestión que se le planteaba al jefe. No en aquel negocio, desde luego. Enzo callaba, pero Filippo todavía tuvo arrestos para replicar. Sal lo miró de reojo con expresión contenida, aunque la mirada lo decía todo; lo estaba arreglando...

-Tienes razón, Frank, está claro. Veremos cómo nos apañamos con Luigi. De todas formas, está bien que sepáis que ha habido un problema con él, por lo que pueda pasar.

Pareció que iba a decir algo más, pero finalmente optó por callarse; los otros dos seguramente adivinarían que se trataba de aclarar la difusa cuestión de "limpiar el local", pero aumentar su imagen de patanes no les haría ningún favor. Habría que aprender a tomar decisiones, y a asumir las consecuencias.

-Está claro, ¿verdad, muchachos? -repitió, ahora de cara a sus compañeros. -Vamos a cobrar esa deuda o dar un escarmiento a Schiallamini. Volveremos con el trabajo hecho.

Se ajustó la corbata e hizo un gesto de despedida al capo que pretendía transmitir aplomo. Miró a Filippo y a Enzo y luego a la puerta; estaba listo para irse.

Asentía cortitamente apretando los labios mientras Frank se partía la caja. Un gesto escéptico decía. Ya, me lo temía. Al ver como le interpelaba Frank, sabía que no le quedaría más remedio que intervenir. Lo miró tranquilamente, escuchando, esperando. Al ver la respuesta de los otros los miró en silencio. Menudo par ¿para esto querías hacerme venir? Filippo intentó replicar, pero se veía superado por la situación. Sal, encogido, miraba la puerta con fervor. Barruntó temblorosamente una disculpa arreglándose para salir pitando. Filippo miraba de uno a otro, con indecision. Enzo miró a Sal desde la mesa. - Claro Sal, eso esta claro. No se puede ir al burdel, meter la puntita y pillar la clap a medias. Se giró hacía Frank.

- Frank, también estaría bien que no me echara a arder la casa... por arreglar el baño. Lo miraba sonriendo.“Si hay alguna cosa rara venís a informar” parafraseaba su ultima conversación con Costello. No entiendes que hacemos aquí. Crees que hablamos de que si nos llevamos bien... lo tomas a broma. Normal, dijo mirándolo con una sonrisa amable, incluyendo a los otros dos con sus gestos. - No tiene que ver. Si fuera cosa mía, estaría arreglado. Pero Luigi no es mi problema. Es el vuestro, le soltó a Frank, que empezaba a cambiar el gesto - ¿es un tipo de la calle? preguntó al aire. No trabaja para mi... aseguró de forma ¿burlona? no ¿no? eee se señalaba a si mismo lentamente, marcando los tiempos. Hasta en mi banda… un destello de orgullo… si un desgraciado intenta vendernos, le partimos la crisma. Cambio el gesto, fijando sus ojos norteños en los del jefe. Lo miraba con frialdad, como una estatua. - El trabajo lo despachamos. Faltaba más. Si apartas a Bacoli o no, es cosa tuya, le dijo con respeto. No están aquí para hablar del trabajo, señaló a sus compañeros, ni de otro hombre, ni de diez. ¿Crees que somos gilipollas? Te están diciendo que pasa algo con Luigi y que, si no le mandáis a su taller, acabará mal. Se hará daño, y os hará daño. No lo quieres oír, aunque te lo diga su propio primo, sin problema. Acompañó la conclusión con una mueca y un gesto que decía vale, allá tú.

- Pero esto es lo que digo iO lo remarcó señalándose el pecho con el pulgar. - Que un tipo que trabaja pa-ra ti, lo señaló con el índice en dos tiempos, desvaríe en publico y amenacé de muerte a otros que trabajan pa-ra ti, para evitar mancharse las manos, debería hacerte pensar. Es… se preguntaba de forma dramática… raro. Y créeme, Luigi se encargará de que sea tu problema, acabó serio, pero una sonrisa lobuna empezó a dibujarse lentamente en su cara, dientes nacarados y perfectamente colocados. Tiene solución, claro… dijo ...pero Frank ¿por qué crees que yo estoy aquí explicándotelo? ¿y Luigi en su casa, tomándose un chocolate, en vez de en el rio con el puto cuello abierto? ¿porque era amigo mío… miró a Filippo un momento…  o su primo... o porque trabaja para ti? acentuó. Su sonrisa resultaba incómoda, hostil pero a la vez atractiva, como una mascara veneciana a juego con sus facciones duces y un par de ojos del color del mar.

-¿Acaso hay aquí algún cartel de la oficina de empleo? - Le contestó en tono divertido a Filippo, como si le hiciera gracia que el más pequeño de los tres se defendiera de esa manera.

Asintió con la cabeza a las palabras de Sal, esperando que el resto del grupo fuera igual de inteligente y entendiera que debían solucionar primero el encargo que tenían. Frank mantenía su habitual tono distendido y bromista, sin embargo, las palabras de Enzo provocaron que la sonrisa de su rostro mutara en una mueca desagradable que por algún extraño motivo provocaba que el pulso se acelerara.

-Mira, stronzo. Vamos a dejar las cosas claras. Aquí vosotros no sois nadie. Sí, le salvasteis la vida al sobrino del Jefe y se os está agradecido por ello. Se os ha dado la oportunidad de hacer trabajos para la familia e incluso se os ha dado la responsabilidad de haceros cargo de esto. Pero no creáis por eso que sois de los nuestros. Joder, si salgo ahí fuera y doy una patada a una piedra salen quince como vosotros. ¿Queréis que lo haga? Porque si esta vida no es para vosotros lo hago sin problemas. Toda esta mierda que estáis lloriqueando aquí no es mi problema, tampoco el de Charlie, joder. Es vuestro jodido problema. Si queréis prosperar en este negocio tendréis que encargaros de esto, hacerlo bien y demostrar que sois dignos de que se os hagan más encargos y quizá, algún día, entrar en la familia. Entonces sí sería mi problema vuestras riñas de colegialas. Pero si en vuestra banda de boy scouts hay uno que desentona... joder, pues le dais una puta paliza para que entre en razón. O lo mandáis a casa a hacer lo que coño haga. 

El rostro de Frank volvió a suavizarse. Les habló en un tono más cordial.

-Mirad, chavales, a fin de cuentas a mí ni me va ni me viene, pero trato de ser amable con vosotros y enseñaros algo. ¿Qué pensaría Charlie si os escucha con estas tonterías? ¿Tenéis un problema con uno de los vuestros y vais corriendo a chivaros al jefe? Esa es una actitud que aquí no gusta. No da confianza. - Se inclinó ligeramente sobre la mesa y habló en un tono más suave y bajo, pero igual de amenazante. -La ropa se lava en casa.

Alzó una ceja y los miró directamente a los ojos, esperando que entendieran lo que quería indicarles con aquella última frase. Después hizo un gesto con la mano para que se retiraran. Bastante frío y carente de la cordialidad anterior. Antes de que se alejaran mucho se dirigió a Enzo y le habló en voz baja.

-Eh. Y como me vuelvas a señalar con esos dedos de mierda te los hago tragar. ¿De acuerdo?

Enzo recibió la primera oleada todo lo impertérrito que pudo, asintiendo y negando, corroborando todo lo que decía aunque fuera un insulto. Y cuando Frank se dejo llevar explicando que le importaba un bledo lo que le pasara a Bacoli, Enzo se recostó nuevamente en la silla, sonriendo de par en par de forma mucho mas afable - ¡Mucho más claro! no parecía reparar lo más mínimo en el tono de Costello. Esperaba un chaparrón, y si se le había apretado el culo, no lo parecía*. Negó de lado a lado benevolentemente al oír hablar de chivarse. Tonterías - Respeto... explicó con un gesto tendiendo la mano derecha hacia Frank …no solucionar asuntos por las bravas sin permiso.

-La ropa se lava en casa.

En ese caso… remarcó sonriendo otra vez ¡nessun problema! toc toc, dos toquecitos en la mesa de lo contento que estaba. Hablaba como si acabaran de tomarse un vermut con los amigos. Se levantó al ver como Frank los despachaba con gesto frio y de hartazgo. Si Enzo tuviera la capacidad de empatizar, habría empatizado con él, pero no era su fuerte. Había tensado las cosas hasta el limite de lo razonable con Costello, y al recoger sus cosas le dejo claro que la próxima vez tendría consecuencias más severas. Enzo asintió con reconocimiento, sonriendo de forma inocente. En el mismo tono dijo - entendido, me hacen falta para tocar, así que tendré cuidado. Era complicado decir si hablaba en serio.

Miró fugazmente a Sal y Filippo, medio esperando que el primero se hubiera convertido en una estatua de sal, y el segundo tuviera las manos a la cabeza. Sonrió mentalmente. En realidad, podría haber sido peor. A Filippo, le habían dicho cien veces que no decidía él. Pero decidían ellos. Se dirigió a la calle donde esperaba poner las cosas en claro. 

Luigi, estaba harto de aquello. Decidió acercarse discretamente al callejón donde daba la puerta de atrás de la tienda. Quedaba tiempo aun para que llegara la hora de entrar, al finalizar la jornada, pero quería presionar, en buena lid, cosa que sabía que no le iban a agradecer en absoluto, para no quedarse con la sensación de no haberlo intentado... Si había consecuencias para los Schilliamin que fuera por culpa suya. 

En algún momento saldría alguien de la tienda a dejar cajas de fruta vacías, o a tirar fruta golpeada, podrida, o en mal estado. Su intención era abordarlo entonces y decirle:

Las horas pasan y el tiempo se acaba. Si no pagan los 210$, la deuda subirá, y las consecuencias serán peor que ayer... Puede salir perjudicado alguien más que el pobre Don Genaro. Si hacen alguna cosa indebida, las represalias aun serán peores. Están siendo vigilados, discretamente.

Puede que desde ayer no le caiga bien, eso ya me da igual, pero me conocen, y saben que no miento. Lo que les pase, no me remorderá la conciencia. Yo he hecho lo que estaba en mi mano y me rechazaron... Quien tiene tanto orgullo, ha de hacerse responsable de las consecuencias. 

Yo no dejaría tanta basura cerca, es muy fácil que una colilla prenda fuego y hay mucha gente que fuma, por ejemplo. Esta gente no bromea. Yo tampoco... No le robo más tiempo, van faltos de el.

Tras estas palabras, si no se complica la cosa, la idea es salir a la calle y dirigirse otra vez al bar, salvo que haya otro garito cerca que sirva para hacer lo mismo. Tanto da que sea una lavandería pública como un bar...El caso es poder vigilar y esperar la hora de actuar.

Luigi fue a la parte trasera de la tienda, decidido a dar un último aviso a los fruteros. Incluso se preparó un discurso y lo estuvo ensayando mentalmente mientras esperaba a que Genaro o Alessandro salieran a tirar las cajas, la fruta mala o simplemente a fumarse un cigarrillo. Luigi sabía que aquellas salidas debían producirse cada cierto tiempo, pero que era probable que entre salida y salida pudiera trascurrir largo rato. Finalmente, tras más de media hora, don Genaro apareció cargando unas cajas y se asustó al verle allí.

El frutero escuchó sus palabras, sumido en un temeroso silencio. Cuando finalmente Luigi se despidió, el frutero volvió a la tienda y pasó el cerrojo de la puerta trasera. Algo que Luigi pudo escuchar desde fuera. Ya poco más le quedaba por hacer, salvo esperar a que Enzo, Sal y Filippo regresaran. Fue hasta una lavandería desde la que podía observar la frutería.

Tras dar el último aviso al dueño de la tienda, Luigi se fue a una lavandería cercana desde la que podía controlar la tienda.

Vió a Don Genaro miedoso y con temor. Y quien no lo estaría... No le envidiaba, pero así eran las cosas. En esta jungla, o comes o te comen... Deseaba  en lo más hondo de su ser, que el hombre tomara a bien su advertencia, aunque oyendo como cerraba el cerrojo de la puerta de atrás por la parte de dentro, más pensó en que se iba a fortificar, y recibirlos con alguna escopeta o similar... Algo que no sería inteligente. Cierto es que podría llevarse a alguno de la banda por delante, pero eso le sentenciaría a muerte, cuando volvieran los pesos pesados.

Compró un periódico e hizo como que esperaba a que acabara de lavarse la colada, mientras aparentemente leía, aunque en realidad vigilaba la tienda. No quería sorpresas, i si alguien salía de allí tendría que seguirlo...

Luigi observaba la tienda desde la lavandería, se había hecho con un periódico y aparentaba estar leyendo aunque su atención estaba lejos de la tinta escrita en aquellas hojas. La cosa aparentaba estar tranquila. Demasiado tranquila incluso. Pronto se dio cuenta de que había algo que no marchaba bien. Había algo extraño, pero no sabía decir qué era. Hasta que finalmente cayó en la cuenta. Hacía ya demasiado rato que nadie entraba ni salia de la frutería. La habitual fila de clientes que se formaba en la puerta de la frutería de los Schilliamini no estaba allí, y aquellos que llegaban hasta la puerta de la tienda, se detenían un segundo y después continuaban su camino por la acerca, o algunos incluso daban la vuelta.

Luigi se incorporó en el asiento y dobló el periódico tratando de entender lo que aquello podía significar. Vio entonces a Enzo, Sal y Filippo pasar frente al escaparate de la lavandería sin percatarse de su presencia en el interior, con intención de volver a Gino´s probablemente y esperar al cierre de mediodía para poner en marcha el plan.

El grupo salió de Scarpato´s y se dirigió de vuelta a Neptune Avenue para cumplir el trabajo. Desconocían que podía haber hecho Luigi, si había seguido en Gino´s o si se había ido de allí, tal vez hubiera emprendido la tarea por su cuenta, pero todo parecía tranquilo en la frutería de los Schilliamini.

Se iba acercando la hora de intervenir. Caminaron por la acera contraria a la de la frutería buscando algo de perspectiva, pasaron junto a la carnicería de Al, la lavandería del señor Renzo y la panadería de Costanza antes de llegar al Gino´s, que se encontraba justo enfrente de la frutería. Todavía iban dándole vueltas a lo que Frank Costello les había dicho. Esperaban que no se hubiera enfadado mucho con ellos, Frank parecía el más amigable de los jefes aunque fuera un calabrés, algo que a Charlie no parecía importarle, pero que a Don Joe no le hacía mucha gracia.

-Bueno, pues sí que estamos bien-dijo Filippo-Será mejor andarse con cuidado y echar un vistazo a la tienda antes de entrar. Estoy convencido de que nos estarán esperando. Y ya que no podemos contar con Luigi, nos las tendremos que arreglar solos. Empiezo a pensar que Lucky quiere perder ese dinero y que nos lleven por delante.

Estaba cabreado con el resultado de la reunión con Costello. 

-Sea como sea, andiamo.

Se quedó mirando para la frutería. Todo parecía tranquilo. 

-¿Vamos por la parte de atrás, a ver si vemos algo sospechoso?

Salvatore no había abierto la boca en el trayecto de vuelta. Bueno, en realidad cuchicheaba por lo bajo las frases de la agria discusión en Gino's y del posterior encuentro con Costello, "no quiero trabajar contigo", "alguien va a salir muerto", imitando a sus compañeros en falsete y haciendo muecas; y no lo hacía mal, hubiera sido incluso cómico en otras circunstancias. Había sabido desde el principio que la visita a los jefes sería contraproducente, y tuvo que contenerse para no echárselo en cara a los otros dos, aunque se le notaba mohíno. El hecho de haber abandonado la vigilancia tras toda la noche en vela lo ponía de peor humor todavía.

Discretamente apostados en la esquina más próxima a la frutería, echó un vistazo al interior de Gino's, por si Luigi se encontrara allí. Era improbable; ¿quién sabe lo que podría haber hecho el impredecible mecánico? Luego oteó la entrada a la frutería, comprobando si estaba allí el coche de Genaro, si asomaban el tendero o su sobrino, si había mucho tráfico de clientes o si se intuía cualquier movimiento extraño, como un grupo de matones chasqueando los nudillos a la entrada...

-¿Entrar por detrás? Si queréis. Pero alguien debería hacerlo por delante para cubrir las dos salidas. Si os parece, podéis entrar por detrás, os doy un minuto y entro por delante. Si Genaro está en la trastienda, me quedo dando conversación a Alessandro; si ocurre algo lo oiréis. Si el tío está delante, intentaré que pase a la trastienda, no sé, pidiéndole que vaya a buscar el dinero que tenga, diciéndole que me conformaré, así, de buenas maneras. ¿Qué tal?

Se acercaba el mediodía,* el cielo estaba despejado pero corría un frío viento del norte que agitaba los toldos y despeinaba el cuidado peinado del jugador. Se lo recolocó como pudo y palpó el revólver, comprobando que todo estaba donde debía estar.

*Cuando salieron sus compañeros, estaban bastante callados, aunque claramente muy cabreados por diferentes razones. Mientras desandaban el camino, Enzo paró a comprar un helado, tomando la oportunidad de poner las cosas en claro. Bueno… ahí dentro han quedado claras dos cosas. Nos van a seguir asociando a Luigi mientras todo vaya bien, y les importa tres cojones lo que le pase a él. Sal, se que querías haber evitado todo esto y hablarlo después del trabajo. Pero sinceramente, Bacoli te va a mandar a tomar por culo. Lo siento por el jaleo, pero si veníamos hasta aquí no era para pedir perdón y hacer el panoli. Por lo menos yo tenía que saber hasta qué punto puedo llegar con Luigi. Y ya lo sé. Si Luigi demuestra que es un peligro, y se empeña y empeña, pues os podéis imaginar cómo va acabar todo esto. Va a haber que tomar una decisión porque yo pretendo seguir vivo, coleando y trabajando para ellos. No hay que hablarlo ahora… dijo haciendo un gesto de cansancio pero hay que hablarlo... dando carpetazo y un buen mordisco a su tarrina de stracciatella dijo ¿Acabamos con esto cuanto antes? Vamos pronto, si no Bacoli aparecerá a tocar los huevos o partirme la espalda. Si es que no se ha entretenido ya. Pasamos por la pensión un segundo...**

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Hablaban agrupados en la esquina, frente a Gino’s, Filippo y Sal observaban la situación discutiendo el plan. Enzo echo un vistazo al entorno*, y se quedo mirando a Gino's mientras hablaba. - Como hablamos antes era tú por la entrada Sal, con el revolver y con Alex. Nosotros al despacho, en teoría por la entrada también, pero podemos ir por la puerta trasera Filippo, vale. Si no, también puedes ir a echar un vistazo a ver si ves algo, y si esta tranquilo entramos todos con Sal. Como quieras. Pareció decidirse. Un segundo, ahora vuelvo... les dijo… dio una carrerita corta cruzando la calle, y entró en la cafetería. Desde fuera se le podía ver hablar animadamente con dos camareras, una tras la barra y otra recogiendo.

Echó un vistazo a la parroquia del Gino’s buscando cualquier señal de Luigi, caras conocidas o caras desconocidas fuera de lugar en una pastelería a esas horas de la mañana. Se acercó a la barra con una sonrisa y se puso a hablar con Matilde que seguía ahí desde por la mañana, y con Rosie que está descargando una bandeja. Parece que acababa de entrar a hace al turno de tarde. 

Le hizo un gesto a la rubia para que se acercara, y al llegar saludó a ambas - Hola Rosie, le puso la mano en el hombro - otra vez aquí eh ¡cuantos trabajas para lo pequeña que eres! Oye, chicas, Matilde, has estado de turno la mañana ¿verdad? ¿habéis visto al mecánico?… les puso una sonrisa de complicidad, mirándolas alternativamente, como si hablara con sus mejores amigas. Jugaba a dar pie a un par de chiquillas del barrio. - Ya sabes, le dijo a Matilde, Bacoli, el del numerito de esta mañana… no sabréis decirme por donde se fue… ¿o a lo mejor ha pasado por la frutería el tipo?... hizo tiempo cogiendo un azucarillo de una taza de café e inspeccionándolo concienzudamente, quitándole el papel y empezando a chuparlo tranquilamente mientras les sonreía. - Me encanta… se disculpó con una sonrisa que quería que fuera arrebatadora*. - Por cierto, mucho movimiento por allí ¿hmm? dijo con un gesto hacia el establecimiento de los Schilliamini - me decían que gente con trajes y cosas de esas dejo el signo de interrogación inocentemente en el aire.