Partida Rol por web

La cara de decepción de Lili al no encontrar mucho es evidente. Mientras escucha como Rilwen explica algunas cosas, ella se pone a revisar las huellas para ver cual es la ruta de subida y de bajada de los vigilantes. Cuando Rilwen termina de hablar se acerca al grupo - Bueno, no estoy de acuerdo contigo amiga en un tema, y aquí expongo mi plan o lo que creo que podríamos hacer. Escondernos en la cueva, sin saber si nos han visto o no y asumiendo que solo van a venir 2 es un riesgo, pues nos podrían apresar fácilmente. - Mientras se sienta en el suelo continua - yo creo que lo mejor es que aprovechemos la noche he intentemos determinar que ruta usan para subir, pues no creo que sea línea recta por los caballos. Así podríamos trazar un plan, un par los esperan en la cueva y otros en los matorrales cerrándoles el paso por cualquier vía de escape. Así los agarraríamos como unas pinzas al carbón ardiente. ¿Qué les parece? O creen que podríamos hacer de otra manera. 

Luego de terminar se levanta y se estira un poco quitándose el entumecimiento de las piernas. 

-Amiga Lily cuando hable de escondernos en la cueva, estaba claro que no todos, alguien se tiene que quedar fuera, para verles venir, o al menos yo lo había dado por sentado. Y supongo que alguien que sea bueno en el sigilo, que pueda verles venir, pero no ser visto por ellos. Y tendrá que avisar al resto, o tal vez dos fuera como dices, pero la mayoría en la cueva, precisamente para no ser vistos. Y en el caso de que nadie venga, supongo que podría tratar de rastrear sus huellas, y con un poco de suerte encontrar su campamento. Pero si aquí podemos quitarnos a dos de ellos, mucho mejor, así luego tendremos que enfrentarnos a menos. Y si por el contrario vienen muchos o todos, tendremos que pensar en huir, o en hacerles frente desde una posición elevada y ventajosa, pero no creo que esto último vaya a pasar.-

Pero si pasa - dijo Gallind interrumpiendo y continuando con el discurso de su amiga. - Y dos de nosotros están dentro de esa cueva tendrán las horas contadas. No sabemos si el hueco ese tiene alguna otra salida, y con lo que huele, prefiero buscar otra alternativa. - Hizo una pausa, se elevó sobre el terreno y miró los alrededores para establecer una panorámica. - Si conozco bien este mundo, y creo que lo hago, no me sorprendería terminar con los pies embarrados en precisamente algo que no será fango. Háganme caso, mejor no entrar en la cueva. 

Luego se apartó del grupo, dió un rodeo, y sacó algunas conclusiones de las huellas y los caminos. - No soy un rastreador, ni se moverme por el campo, si les soy sincero. Pero si pidiesen mi opinión yo intentaría seguirles el rastro. - Se volteó a ver a su buena amiga Rilwen. - ¿Crees que eso sería posible? - Y sabiendo que la respuesta probablemente fuera que no debido a las condiciones, la hora y el terreno continuó diciendo. - Otra opción es buscar buenos escondites como ha dicho Lily, por aquí, por los matorrales. Les recuerdo que mi ofrecimiento que hice anteriormente sigue en pie. - Levantó su bastón dibujando un arco en el aire sobre sus cabezas. - No creo que los pocos vigías que manden hasta aquí, esos truanes, puedan evitar caer redondos con mi magia. Además puedo contar con el apoyo de Lily, tanto en el subterfugio como en el asalto de los sueños. -Se acercó hasta Lily. - ¿Aún tienes contigo la daga que te obsequie? Sabes muy bien que al menor corte aquellos injustos que han segado a buenas personas caerán en profundo sueño. Solo hace falta el más mínimo raspón. - Miró al grupo nuevamente. - Ella y yo podemos escondernos cerca de donde desciende la colina, y el resto buscar otro flanco. Si fracasamos en la operación morfeo contamos con su apoyo. - luego hizo una pausa más contemplando otras posibilidades. - Y si vemos que no vienen solos, les haremos señas para que se preparen y trataremos de escabullirnos para poder reagruparnos. Aunque no sabría que hacer si el grupo es muy grande. Lo mejor sería ver regresar solamente a los vigías. - Se quedó contemplativo pensando posibles soluciones al dilema de encontrarse con el grupo completo de los bandidos al amanecer. 

-Vale, pues nos escondemos, vigilamos su llegada y tratamos de dormirles. Tal vez yo os pueda acompañar a Lily y Gallind, soy sigilosa y si las cosas se ponen serias, mi arco y mi espada podrán defenderos hasta que lleguen el resto. Ahora lo mejor es buscar con cuidado esos escondites y descansar mientras esperamos el regreso de los dos ladrones.-Y Rilwen se pone a buscar cuales puedan ser los mejores lugares para esperar escondidos y poder sorprender a los ladrones. En el caso de que no vengan, tendría que rastrear sus huellas hasta su guarida, y eso podría ser complicado, pero lo tendría que intentar.

Parecía que el miedo les aturullaba.

Un gesto de que guardaran silencio precedió a ver como el enano, preparado ya para el combate, se acercaba discreto hacia ese ... "corral equino".

El mismo Gláin, sin miedo a ensuciarse las botas entró en el sitio, con las armas preparadas. - Esto será un corral para los guardias. No le parecía mala idea eso de asegurarse de que era aquello realmente, y así dejarían de inventar planes para salvar el mundo a base de conjeturas. Tenían que estar seguros antes de decir más sandeces. Pasaba con cuidado, porque se imaginaba que alguno podría estar allí escondido o pasando la noche, pero, también podría ser un acceso.

- Si huele así de mal es que es bastante utilizado.

Al final decidís esconderos por la ladera de la colina, ocultos tras peñascos y matorrales; algunos dentro de la cueva, que no habéis investigado. El plan es esperar a la madrugada y ver si regresan los bandidos, para cogerlos por sorpresa e intentar dormirles con el conjuro de Gallind. Para esa tarea se han ofrecido Lily, Rilwen y el propio elfo; en la cueva esperará el resto. Si la cosa no funciona, el plan B es atacarles desde varios frentes y reducirles, dado que les tendréis rodeados.

Como habíais visto al subir, el puesto de guardia de los bandidos es una ligera hendidura en lo alto de la colina. La cima está rodeada de peñascos, que ayudan a los bandidos a esconderse de los viajeros. El puesto de vigilancia no es más que una pequeña depresión rala, con un montón de troncos y un círculo de carbón y cenizas, en el que los bandidos encienden una fogata de vez en cuando.

Los minutos pasan despacio y el frío empieza a hacer mella en vuestros menudos cuerpos. Los que están dentro de la cueva están más protegidos, así que decidís esperar todos juntos dentro de la caverna hasta poco antes de que amanezca. Si no, corréis el riesgo de congelaros durante la espera. Encendéis una pequeña hoguera en el interior.

La boca de la cueva está parcialmente escondida por los arbustos que crecen ante su entrada. La abertura es de un metro ochenta de ancho por tres metros de alto, con el suelo de granito. Junto a la entrada, el suelo está muy liso, erosionado por la lluvia. A partir de la entrada, la cueva se hace más grande: tiene casi quince metros de profundidad, nueve metros de ancho y seis metros de alto. El suelo interior de la caverna está lleno de paja y estiércol, que tenéis cuidado de no pisar. Uno de los muros está cubierto de forraje y por toda la cueva veis unos grandes anillos de metal que han sido clavados en las paredes.

Dormitáis muy poco, dada la tensión de esperar el desenlace de la emboscada, y cuando se aproxima el despertar de un nuevo día, salís de la cueva y tomáis posiciones sobre la ladera de la colina. El rastro que veis que sale de la cueva se dirige al norte, así que por allí suponéis que deben de venir los bandidos. En cuanto os escondéis, la ladera de la colina queda en silencio. Pero después de unos cuantos minutos, poco después de la salida del sol, la tranquilidad se rompe de nuevo, esta vez por el sonido de un caballo. Más de un caballo está galopando a lo lejos, aparentemente en la ladera noroeste. Pero por mucho que forcéis la vista no podéis ver nada.

Os ponéis tensos y hacéis señales para avisar al resto del grupo, ahora todos estáis sobre aviso. A lo lejos se les ve, dos bandidos cabalgan hacia la colina, avanzando con precaución. Vienen sin hacer mucho ruido, con las armas a mano y vigilando el terreno mientras avanzan. No parecen haberos visto por el momento.

Uno de los tipos tiene la cara redonda, los ojos grandes y la nariz chata. Lleva su cabello color castaño recogido con una cinta de cuero. Su túnica y sus calzones marrones le van un poco cortos y lleva sandalias en vez de botas. El otro tiene el cabello de un tono castaño pálido y sus ojos son de color almendra. Su nariz larga y puntiaguda y su rostro de facciones agudas hacen que parezca una rata. Hablan entre ellos en voz baja. Portan ballestas y espadas afiladas.

Tatharina pasó las primeras horas de la noche tensa, pensando si al alba se encontraría con dos bandidos o con su muerte. Poco a poco, casi sin darse cuenta, el cansancio fue haciendo mella hasta dejarla sumida en un profundo sopor. Horas más tarde, la pesada mano del enano en su hombro la despertó, se había acostumbrado al hedor de la cueva así que lo primero que sus sentidos percibieron fue el lejano sonido de los cascos de caballo.

Se levantó y notó sus piernas entumecidas del frío y de dormir sobre la roca. Asomó la cabeza fuera de la entrada de la roca, en busca de sus compañeros escondidos por los alrededores. En cuanto encontró a Rilwen escondida en un matojo le hizo señas: - ''De cuanto tiempo disponemos'' - quiso hacerle entender.

Debido a lo frío de la noche, y a la necesidad de descansar un rato, decidieron meterse en la cueva y vigilando por turnos, para no ser sorprendidos, trataron de descansar un rato. Rilwen se sentó, lo más cómoda que pudo y se dedico a meditar y descansar cuerpo y mente. De forma que en un par de horas estaba lista para la acción. Pero decidió seguir reposando hasta el amanecer. Al poco escucharon los cascos de dos caballos, bien, los ladrones se dirigían hacia su puesto de guardia. Al parecer de momento, no les habían visto, eso les daría la oportunidad de atacarles por sorpresa. 

Rilwen, Gallind y Lily estaban bien escondidos tras unos arbustos, a un lado del camino que conducía a la cueva, por el que deberían pasar ambos ladrones. A la pregunta de Tatharina, respondió en un susurro.-Hay que guardar silencio, están muy cerca.- Y en otro susurro se dirigió a Gallind.-Esperaremos ha que hagas tu conjuro, a ver i se duermen los dos, pero tranquilo que ya estoy preparada con mi arco, y tengo la espada a mano, por si hubiese algún problema.-Y con el arco listo, apunta a los larones, si falla la magia, usaran las armas. 

Revisó sus notas y se percató de un desliz en su memoria - El problema, Rilwen, es que deberé dormirlos de uno en uno. - Dijo a la vez que mecía su poco poblada barba. - Aún así no veo por qué no arriesgarnos. - se adelanta un paso en el arbusto y toma una posición de aproximación, más optima. 

Antes de moverse hacia delante se acercó hasta sus dos compañeras y les dijo - Lily, Rilwen. Estense preparadas. Lanzaré el hechizo cuando estemos cerca. No sé cual será la primer reacción del bandido que no ataque. - Las observó a ambas nuevamente con la agudeza en sus ojos. - Y es posible que se quede pasmado al ver dormitar a su compañero. Si me da el tiempo suficiente a lanzar el segundo hechizo no habrá ocasión de pelear, sino espero contar con vuestro apoyo. - Y también esperó de parte de ellas un gesto de aprobación o conformidad antes de continuar viaje.

Una vez al borde de los arbustos se mantuvo atento hasta que ambos bandidos estuvieran a la distancia oportuna para encantarles. Como buenamente pudo recitó con sutileza las palabras - Alassië nar i hendu i cenantet - Y de un soplo de somnoliento halo sumió en un profundo sueño al hombre de redondo rostro. 

Tras escuchar las palabras de Gallind sobre la magia, Rilwen le dice:-No te preocupes amigo, en ese caso trata de dormir a uno, y al otro le amenazamos con matarle sino se rinde. Pero al ser hechizos de dormir, no tendrás que esperar a que baje del caballo, ya que si se duerme en el caballo, si se cae de el al suelo, no se despertará.-Ella no conocía bien como funcionaba lo de dormir, de todas formas eran 6 para atrapar a dos, muy mal tendrían que hacerlo para tener problemas. O eso esperaba la semielfa.

Gallind espera paciente a que los dos tipos se vayan acercando. Sus amigas están preparadas por si algo sale mal y tienen sus armas apuntando a los bandidos. En la cueva, el resto de compañeros espera la señal de salir, para apoyar en lo que sea menester. Si todo sale según lo planeado, no habrá derramamiento de sangre, ni siquiera un toma y daca de acero contra acero.

Los caballos van uno al lado del otro, siguiendo una especie de camino que vosotros no distinguís. Van haciendo zig-zag según suben por la pendiente de la colina. Los dos bandidos hablan entre ellos en voz baja, pero están atentos a los alrededores. Aunque deben de recorrer este camino todas las mañanas, no parecen fiarse de su entorno. A los lados les cuelgan sendas espadas y en la grupa de los caballos llevan una ballesta cada uno. Los caballos son morenos, con largas crines azabache. Parecen buenos caballos y están alimentados bien.

Gallind se pone a entonar su nuevo hechizo, oculto entre unos matorrales, cuando ve que la pareja está a la distancia que cree que es la mejor para lanzarlo. Rilwen tensa su arco y Lily ha cargado una piedra en su honda. Los tres estáis bien escondidos y no sois vistos por los ojos escrutadores de los malandrines. En la entrada de la cueva, ocultos también por esa tupida maleza que oculta parte de la entrada, los demás se preparan para la acción. Todos veis que uno de los bandidos empieza a dar cabezazos y de repente cae dormido hacia delante. Poco a poco se va deslizando hasta que cae al suelo y queda allí tendido. El otro tipo, al ver que a su compañero le ha pasado algo, tira de las riendas y frena a su caballo. Se gira y le habla más fuerte al dormido ladrón, preguntándole qué le pasa. Al no contestarle éste, mira alrededor y coge presto la ballesta, cargándola con un virote. Escudriña los alrededores, bastante nervioso.

Mira a su compañero Damah y le ve caer al suelo. Allí tendido, no se mueve, por más que le habla.

-"¡Damah! ¿Qué te pasa? Dime algo, maldito holgazán, no es momento para hacer el imbécil. ¿Damah?" Le casi grita al dormido.

Deja de hablarle y coge su ballesta rápidamente. Gira el caballo y se pone a mirar los alrededores. Carga la ballesta.

Ni lento ni perezoso continuó gesticulando con sus manos - Nira dile di tela. - Dijo tras expulsar desde sus labios una nana mágica que dormiría con solo acariciar hasta el más atento de los enemigos.

Observó a ambos lados, paró las orejas por si podría escuchar algo más y luego se volteó a sus compañeras para decirles algo. - Creo que está hecho. Sin embargo, no estarán dormidos por mucho tiempo. Hay que actuar rápido. - Empezó a rebuscar entre sus pertenencias algo que pudiera ayudarle a apresar a los bandidos. - Tened cuidado con sus armas, creo que lo primero será quitárselas. Luego hay que buscar una manera de amordazarles. - Y se quedó en el arbusto con sus compañeras esperando las respuestas de éstas. 

El enano, viendo como funcionaba lo de dormir al primero, ya se dio cuenta de como era eso, y esperó a que el segundo cayera rendido, para tirar por ambos, y desmontarlos con poca sutileza, para no perder el tiempo...y en cuanto ambos quedaran en el suelo, desarmarlos... para que la amenaza que pudieran ser, se minimizara lo máximo posible.

Tras observar como uno quedaba dormido y caía al suelo, y que tras el segundo hechizo de Gallind caía el segundo. Se levanto y comento en voz alta para avisar también a los que estaban en la cueva.-Bíen hecho Gallind. Rápido ahora que están los dos dormidos, mientras que yo y Glaín les desarmamos, traed cuerda para atarles pies y manos.-Si se daban prisa, les tendrían atados en un momento, y luego podrían interrogarles. De momento parecía que las cosas les estaban saliendo bastante bien, a ver si no se torcían.

Observó a Lyli con una mueca en el rostro. - No tengo cuerda entre mis cosas. ¿Tienes algo para atarlos? - Se quedó esperando algún comentario de la pequeña hobbit y continuó diciendo. - Quizás si hacemos bien las cosas incluso podamos evitar tener que hacerles daño a estos dos y llevarlos hasta alguna prisión. Aunque estamos muy lejos de todo poblado. ¿Qué haremos con ellos una vez nos digan lo que queremos saber? - cerró su mochila y la puso en su espalda. - No me gustaría tener que atacar a alguien que no puede defenderse, sería sacar sucia ventaja. - luego continuó su discurso como si le hubieran interpelado. - Si, ciertamente no son trigo limpio, pero de caer en esas vilezas y triquiñuelas nada nos privaría caer también en la sombra. Debemos pensar en algo. 

La espera desespera como dicen y a la hobbit se le ve impaciente mientras espera que los dos hechizos actúen. 

Sin embargo al final de lanzar el último, corre en dirección a donde se encuentran los bandidos e intenta coger las riendas de los caballos y tranquilizarlos para que no huyan corriendo y regresen a la base. 

- Tranquilos preciosos, unos bellos ejemplares como ustedes se van a portar bien no? - Pregunta un poco asustada.

- Nop Gallind, no tengo cuerda - responde cuando escucha la pregunta de su compañero, por lo que mira a ver si ellos o en los caballos hay cuerda para atarlos.  

Rilwen estaba terminado de desarmar a los dos ladrones, cuando escucha que Lily tampoco tiene cuerda. Sería posible que ninguno de ellos tendría unos metros de cuerda en la mochila, todo apuntaba a que era muy probable.-Lily tal vez en sus caballos tengan alguna cuerda que podamos utilizar.-Y luego con voz más añta volvió a animar a los que se habían quedado en la cueva:-Si no tiene nadie cuerda, mirad en el burro, si por un casual tenemos algún trozo.-Les había salido todo muy bien, gracias al magnífico trabajo de Gallind, y ahora se encontraban con un fallo tremendo, nadie había traído cuerda, o eso parecía. Tal vez los ladrones habían sido más previsores y tenían algo de cuerda en sus bolsas o en los caballos. Tal vez....

No tardó en intervenir. - Los atalajes de las sillas son buenos, fuertes y duros. Pueden servir de cierre y no los podrán romper fácilmente. Propuso, mientras los sacaba de las monturas todo los rápido que podía, estando dispuestos a darles un golpe de gracia si se descantillaban, pero más atento a desarmarles, para que cualquier intento quedara en fútil .

Tatharina se acercó sigilosamente a los bandidos, justo detrás de Gláin, con miedo a romper el hechizo de Gallind. Poco después el enano los lanzaba al suelo como si fuesen fardos de paja. - Bueno... si eso no los ha despertado... creo que puedo relajarme. Empezó a rebuscar entre sus pertenencias en busca de cuerda, pero tampoco encontró nada de utilidad. - A Orejas lo hemos dejado junto al río, dudo mucho que estos rufianes duerman el tiempo suficiente como para ir y volver. Contestó a Rilwen. - Considero que la mejor opción es usar las correas de las sillas, como bien propone Gláin. O a unas malas, su propia ropa...

Se quedó parada delante de uno de los bandidos. - ¿Cómo ha dicho que se llama este? ¿Damah? Se inclinó sobre el pues tenía una buena mancha de sangre en la frente. - Menudo golpe se ha dado este, capaz ya no recuerda nada cuando se despierte. Supongo que voy a tener que ir preparando una cataplasma, si no dudo que llegue a Bree para que puedan hacer justicia con él. Se dirigió al grupo. - Chicos, tenemos un herido.