Partida Rol por web

Estáis escondidos, vigilantes, debatiendo qué hacer después cuando vengan los otros dos. Tolman parece algo nervioso y mira hacia todos los lados, esperando ver salir bandidos hasta de debajo de las piedras. En cambio, Lily está algo cabreada y observa la cima de la colina constantemente. Gláin parece algo complacido con la disculpa de la semielfa y rebaja su enfado. Rilwen, precavida, no deja de mirar alrededor y de preocuparse por su amigo Gallind.

Han pasado unos pocos minutos, cuando los cuatro escucháis claramente el sonido amortiguado del rebuzno de Orejas en el pinar. Miráis hacia la espesura... El sonido no ha sido muy fuerte y solo ha durado un instante, pero... nunca se sabe quién lo ha podido oír y qué ha provocado que Orejas rebuznara.

Tatharina avanza sigilosa pero veloz hacia el oeste, esperando llegar a un punto donde se encuentre con Gallind. Más o menos ha calculado cuando girar y no cree haberse equivocado. El sonido del riachuelo la va orientando, dado que por allí habían dejado a Orejas atado. De repente, un rebuzno resuena por el pinar. No muy fuerte, pero sí lo suficiente como para que se escuche en los alrededores. Ha sido solo un instante, pero sales corriendo hacia el origen.

Gallind ya ha girado al este y dentro de poco llegara al punto que se ha marcado. Cerca resuena el riachuelo. Su excelente vista no logra ver a ningún bandido. ¿Le habrá engañado el odioso enano para reírse de él? Sigue avanzando con cuidado, pero de repente... ¡Pluf! Tropieza con unas raíces ocultas en el terreno por las hojas caídas. Cae de bruces y se apoya ágilmente con las manos. Aunque no se ha hecho daño, ha caído encima de algunas ramas, que han crujido sonoramente. Eso ha hecho que muy cerca, un animal rebuzne durante unos instantes, asustado. Se trata de Orejas. Te levantas y ves que ha faltado muy poco para que te llevases una boñiga de animal grande, quizás de jabalí. Te viene a la mente un callejón de Bree. Corres hasta el animal.

El pobre Orejas está algo inquieto cuando llegáis, uno por cada lado. Os mira y os huele y se va tranquilizando. A vuestro alrededor no veis a nadie ni escucháis nada, salvo el cantar de los pájaros y el correr del agua. Aunque el rebuzno no ha durado más que un instante y no ha sido muy potente, seguramente alguien más, aparte de vosotros, lo ha escuchado.

- Claro que lo estoy muchacho. Un enano sabe cuando ve un metal pulido y afilado, por muy tosco o de mala manufactura que lo hubiera producido.

El enano estaba empezando a estar hasta las barbas de que dudaran de su palabra. De todas maneras, tampoco dudaba de que les hubieran visto, porque el gesto que hizo, al esconderse, es que, seguro también se percató de algo. Igual no sabe cuantos somos, pero, sabe que alguien está donde pisamos. Tal vez fuera por la mula, tal vez por sus propias pisadas, o incluso por las voces, pero, no estaría aquí mucho tiempo de esta manera, a la espectativa.

- Voy a ponerme a la vista, así, mientras me miran, tal vez piensen en que hacer conmigo y el resto tenga más oportunidades de hacer lo que estén haciendo, para que se centren en mi, y tengan más posibilidades de éxito. Lo hizo despacio, tirando de la mula, y si alguien le detenía, discutirían si era buena idea o no.

¿Estás bien? - Dice levantándose y aproximándose hacia el pobre borrico. Luego se sacude algunas hojas del traje. -  Acabo de tropezar, pero no he visto a nadie. - Se queda observando a Tatharina un momento, luego se gira para echar otro vistazo a los alrededores. - ¡Qué silencio! - Suspira a la vez que habla. Cierra los ojos y escucha con atención todos los sonidos del bosque. - Se me hace que aquí no hay nada. - Logra comentarle tras escuchar los sonidos del ambiente por unos segundos a la joven beornida. Poco tiempo después acaricia al pobre orejas para terminar de calmarlo. - Vaya susto le hemos dado. Espero no hayamos alertado a los bandidos. 

El rebuzno de "orejas" no dejo indiferente a Rilwen, había que ver de que se trataba. Estaba pensando en esto, cuando Glain hablo de ponerse a la vista.-Glain no creo que sea buena idea ponerse a la vista de quien pueda estar vigilando estas tierras. Y además algo ha incomodado a Orejas, creo que voy a ir y ver de que se trata.-Habían dejado al burro atado cerca de un arroyo a unos centenares de metros. Pensando en el caos que estaban teniendo, le dio reparo separarse ella sola, a saber como acababan todos dispersos por el bosque. Menudo desastre de grupo que estaban hechos.-Pensándolo mejor, para no separarnos en mas grupos, creo que lo mejor es que vayamos los cuatro a ver que le ocurre al burro. Seguramente será alguno de nuestros compañeros, pero mejor asegurarnos de que esta bien.-

El enano, cuando se disponía a tomar al burro de las riendas y salir a la vista, se percató de que no estaba con ellos por los rebuznos del mismo. Con esas, y sin esperar a nadie, sacó sus armas mientras emprendía una carga de combate, para defender al animal de quien hiciera daño al mismo.

Los hobbits, al ver que tanto la semielfa como el enano salían corriendo hacia el interior del pinar para ayudar a Orejas, se miraron uno al otro. Volvieron a mirar a sus amigos y salieron también corriendo detrás de ellos. No querían quedarse solos allí, sabiendo que los demás estarían combatiendo contra los bandidos. Seguramente Gallind y Tatharina también fueran al encuentro de la mula y se reencontrarían todos. ¿Estarían los bandidos atacando a Orejas?

La mula dejó de relinchar al ver que erais vosotros los que se acercaban. Agachó las orejas más calmada y volvió a comer hierba tierna de los alrededores. Movía la cola de un lado para otro para espantar a las moscas que pululaban alrededor de unas cuantas boñigas que había dejado caer instantes antes.

Al menos parecía que los cuatro irían en la misma dirección, hacía el lugar donde habían dejado atado al burro. Eso evitaría que se dispersasen aun más, lo cual les podría causar serios aprietos. Rilwen pensaba que podría tratarse de uno de los compañeros que habían salido corriendo, ya que el burro no había hecho demasiado ruido, parecía como que se había sorprendido, pero pronto paró de rebuznar. Pero iba preparada, porque no sabía que podía encontrarse. Y alerta, ya que no sabía quien mas podría estar andando por allí, pero sabían de buena tinta, que por aquel lugar andaban los ladrones.

No se había parado a pensar en  si los demás le seguían o no. Por lealtad, o por miedo a quedarse solos, iría tras él, a ayudar al animal que tanto peso estaba soportando, para que ellos pudieran ir más cómodos. Más atentos a las cosas y menos al dolor de la carga sobre sus huesos.

Arma izada, buscó a ver qué o quién era que perturbaba a Orejas. - Si es por estar solo me lo traigo.

El elfo sintió de súbito algo en los alrededores, una sensación incómoda lo abordó, y por lo mismo, fijó su mirada en esa dirección. Atento a aquello que pudieran percibir sus instintos ancestrales, que ahora se manifestaban lucidos como siempre.

Instantes antes de salir a la orilla del rio donde pastaba el pobre Orejas, se escuchó un resvalón y piedras rodando, seguido del rebuzno asustado del asno. Tatharina se dirigió presta hacia la escena, con el bastón en ristre y dispuesta a ayudar al pobre animal. Fue grata la sorpresa de encontrarse con su amigo elfo que, pese a tener las rodillas magulladas la saludó con una sonrisa. - ¿Que si estoy bien? Eso debería preguntarte yo a ti. En las antiguas canciones que nos cantabas el otro día nunca se mencionaba que un elfo se tropezara. Soltó una leve carcajada que le permitió aliviar la tensión de los últimos minutos.

Cuando Gallind comentó lo silencioso del bosque, la beornida comenzó a mirar a los alrededores. - Es cierto, que silencio. Hay DEMASIADO silencio. Que ha sido de todas las alimañas y aves que venía escuchando de camino hacia aquí. Lo único que se escucha es el río. Rápidamente la joven se agazapó cerca de unos pedruscos. - Agáchate Gallind, esto no es normal. Al final va a resultar que los viejos ojos de Gláin no le han jugado una mala pasada.

-"Hiaaa, hiaaa."

Gallind, Tatharina, os agazapáis tras unas rocas y unos arbustos que hay a un lado, mientras os preparáis para lo que pueda pasar. Algo habéis notado, pequeños movimientos en la espesura, crujidos de ramas al romperse. El bosque parece que contuviera la respiración, ya que solo se oye el danzar del agua del riachuelo y vuestros latidos. Orejas rumia por el lugar, pero también levanta la cabeza en dirección norte, con las orejas enhiestas.

Los cuatro amigos corren rápidamente hacia el sur, hacia el punto donde dejaron a Orejas atado. Rilwen sabe orientarse muy bien y rápidamente es la que marcha en cabeza, guiando sabiamente a los demás. El sigilo ya no es necesario, dado que es imposible no oír los jadeos y tintineos metálicos del enano. Los hobbits apenas hacen ruido, al igual que la semielfa. Poco a poco van ganando terreno y acercándose al riachuelo.

Los dos que están escondidos ven llegar a los cuatro compañeros y se levantan de donde están ocultos. Gláin y compañía también los habían divisado ya desde hace unos metros y disminuyen la carrera hasta llegar por fin al lado de ellos. Volvéis a estar juntos de nuevo y Orejas rebuzna contento. Alrededor no hay nadie más que vosotros, ni rastro de los bandidos. Por lo que dijeron Gláin y Lily, algo vieron en lo alto de la colina, pero por el pinar no se ve a nadie. El tiempo ha ido pasando y quedan un par de horas para que anochezca. Estáis los seis en medio de la espesura, ¿qué vais a hacer?

Al final, se trataba de lo que Rilwen había pensado. Gallind y Tatharina habían pasado cerca del burro y este había rebuznado. Por fin estaban todos juntos de nuevo.-¡Hola amigos! Os estábamos esperando, pero al oír a Orejas venimos a ver de que se trataba, y así nos hemos vuelto a reunir. Podríamos esperar a la caída de la noche y tratar de subir ese acantilado por el oeste, y acercarnos a esa colina en la que os pareció ver a alguien. Esa es desde luego una buena posición para vigilar toda la zona, y el mejor lugar para que los ladrones establezcan su puesto de vigilancia.-Una vez expuesta su opinión, tocaba esperar a ver que decía el resto y hacer lo que la mayoría creyese lo más adecuado. A ver si al menos, lograban organizarse un poco, y actuar coordinados, fuera cual fuese el plan.

Asintiendo mientras Rilwen hablaba, Gallind no tardó en dar su opinión. - Me parece una buena idea esperar al cobijo de la noche para subir la colina. Así, si están aún ahí no se lo esperarán. Creo que ahora que lo dices, me queda todo un poco más claro. - Y sonriendo jocosamente. - Al parecer no había ningún bandido tras nuestros pasos, por suerte. 

Tatharina suspiró aliviada al ver a Rilwen. El bosque magnificaba sus preocupaciones y su corazón se había desbocado al agacharse junto al río. - Como dices ha sido una suerte. La verdad es que no hemos sido nada cuidadosos al llegar aquí. Con lo bien planeado que lo teníamos todo... La joven se agachó junto al riachuelo y mojó su cara, intentando relajarse y despejar la mente, sin dejar de escuchar los comentarios del grupo. Con el rostro empapado añadió: - Creo que si hay una mínima posibilidad de que los bandidos hayan visto algo raro o hayan escuchado a orejas, lo mejor sería dejar pasar tiempo y que vuelvan a confiarse en su guarida. El plan nocturno de Rilwen tiene todo el sentido del mundo, como es habitual en ella.

- ¿Una falsa alarma?¿Era una falsa alarma? Mira a Orejas, con ganas de darle un mordisco en una de ellas....bajando el arma y relajándose aliviado. - Por lo menos no era nada. Que el nene no quiere estar solo.

- Los enanos vemos bien de cerca en la noche, así que, se pueden quedar lo hobbits con Orejas, para que no lie otra... al menos uno de ellos, y podemos acercarnos a ... "desmontar su guarida". Estaba parco en palabras. La verdad, podría ser por el estilo enanil, o porque aún respiraba profundo, para recuperar el resuello, tras la carrera de "rescate fallido".

Estabais todos de acuerdo en dejar pasar el tiempo y que cayera la noche. En ese momento, amparados por la oscuridad, os acercaríais de nuevo al punto de encuentro y de ahí subiríais a la colina. Supuestamente era donde montaban guardia los bandidos, así lo aseguraban Gláin y Lily. También Rilwen lo creía firmemente, dado que era el mejor sitio para vigilar toda la zona. Así que os preparasteis para la salida nocturna y comisteis algo de las raciones que portaba Orejas, también bebisteis agua del riachuelo cercano. El tiempo pasó rápido, casi en un instante. El sol se ocultó y dio paso a una noche estrellada, donde la luna alumbraba desde lo alto. En todo el tiempo que estuvisteis junto a Orejas, en el pinar, no oísteis ni visteis a ningún bandido. Cuando todos estuvisteis preparados, dejásteis a Orejas solo y avanzasteis de nuevo hasta el sitio del peñasco. La luz de la luna os iluminaba el camino lo suficiente como para no encender una antorcha. Una vez allí, en la linde, ocultos tras los árboles, divisando el prado, el risco y la colina, debíais de decidir qué íbais a hacer.

No había discursión. Alguien tenía que quedarse con Orejas, y que si era un hobbit, que pudiera además usar la mula como montura para aumentar su velocidad ... sería mucho mejor, pero está claro que el pobre no podía quedarse solo, o era capaz de liarla o algo.

- ¿Quiénes vamos? Daba por sentado que sería uno de los que formarían parte de la incursión, para apalear enemigos....y los bandoleros estos lo eran. - ¿Y quién se queda? También entendía que con uno aquí, con orejas, valía y sobraba.