Partida Rol por web

Después de la sorpresa inicial, tanto unos como otros os reunís y os sonreís, contentos de volver a estar juntos. Tal vez haya información que tengáis que daros, pero no tenéis tiempo. Un grito, dentro de la fortaleza principal os saca de la alegre reunión.

-"¡Alerta, intrusos! ¡Nos atacan!" Oís débilmente.

Tras una espera que se le hizo eterna, la trampilla se abrió y por allí salieron Tolman y Gallind. Tras unos instantes de pura alegría de encontrar a sus compañeros, ocurrió lo que estaban temiendo que pasará en cualquier momento, les descubrieron. El enano y la beornida habían ido hacia el edificio principal, y estaba claro que les habían descubierto.-¡Vamos rápido! El sigilo ha fracasado, Tatharina y Glaín han sido descubiertos y sus vidas estarán en peligro.-

Y a continuación, partió hacia la fortaleza, si habían cogido a sus amigos, estarían en desventaja y en poco tiempo podrían estar en una situación muy delicada. No había tiempo que perder. ¿Por qué habían ido ellos solos al edificio principal, la curandera y un enano sin ningún sigilo? Sabiendo que podrían descubrirles. 

- Hermanita!!! - Tom se tiró a sus brazos. - ¿Estás lista para la acción?

Tom que todavía tenía la honda de la mano, se sentía prepadado.

- Claro Rilwen, ¿sabéis de fijo que están allí? Si es así ¡Vamos!

Tolman se ofreció rápidamente a continuar con la misión, y más si sus amigos podrían estar en peligro. Ya se había olvidado de cuantos bandidos quedaba, pero por mucho que el enano combatiese como tres humanos... allí habría alguno más esperando.

Luego de alegrarse por ver nuevamente a su amiga de toda la vida y a la pequeña Lily, sanas y a salvo, fue interrumpido al igual que el grupo por los gritos que venían de la fortaleza principal. - Pero por qué habéis mandado a ese enano gruñón sin un ápice de sigilo a la boca del lobo. - Rebuznó mientras se unía a las correrías. - Me hubiera encantado tener un momento para explicaros lo que hemos estado haciendo y hemos visto. - Decía a la vez que seguía al grupo. - Del vigía ya nos encargamos. - Fue lo último que alcanzó a decir cuando el silencio fue necesariamente convocado por los propios ardides del sigilo. 

- Tontin - le dice a su hermano y cuando le va a hacer un gesto de broma se escucha el grito lejano - Maldición - logra soltar sus labios - No lo mandamos - empieza a decir mientras empieza a correr y preparar su honda - Me gustaría saberlo Gallind, juro que vi  formas voluminosas, con grandes orejas alargadas y pelajes azabache, pero la charla para después, a por ellos - 

-No Gallind, nosotras no les dijimos que fueran, ellos vieron algo y salieron corriendo hacia allí. Y ahora les han descubierto.-

Pero serán tontos. - Dice el elfo entre pasos apresurados. - Esperemos llegar antes de que sea demasiado tarde. - Miraba hacia todos lados, no quería el mismo caer en una trampa o emboscada con las prisas. - A este paso, como tengamos que rescatar una vez más a Gláin, tendremos que ponerle un mote acorde a sus correrías. - Sin embargo sabía que el enano era buen luchador, la beornida era quién más le preocupaba. 

- Esperaba no tener que llegar a esto. Pensaba la beórnida mientras alzaba su brazo derecho en dirección al bandido. - Mae l'ovannen! Sus palabras reverberaron en la estancia y sin duda llegaron a su sorprendido enemigo. Sus facciones empezaron a calmarse al darse cuenta de que no suponíamos una amenaza para él. Ahora tocaba calmar al enano que sin duda tenía ganas de usar el hacha. - No le ataques Gláin, he conseguido hechizarlo. Será mejor que lo atemos y amordacemos. Se acercó al borde del balcón y miró a la cuadra de abajo. - Seguro que aquí podremos encontrar cuerdas y correas de sobra. Luego podemos esconderlo en este mismo balcón hasta que hayamos acabado con su líder.

El enano quedó estupefacto ante los comentarios de la beornida, pero no tenía intención alguna de conmutar una pena de muerte por bandolerismo por una extraña tortura de amordazamiento. Más aún, teniendo en cuenta que el hechizo se pasaría y podría desatarse, escapar o incluso dar la alarma. - ¿Entonces? Agarró al tipo y se posicionó para poder sacudirle y descantillarlo de un solo porrazo.

Dejáis atrás la torre sudoeste y corréis a toda prisa hacia el edificio principal. No veis a ningún bandido, pero cuando estáis llegando a la grieta que hay desde el suelo hasta el techo de la construcción, donde antiguamente estaba la puerta de entrada, observáis formas que se mueven en su interior. Son grandes y tienen orejas grandes y pelo largo color azabache. ¡Son caballos!

OS APOSTÁIS A AMBOS LADOS DE LA GRIETA PARA MIRAR ADENTRO. Sobre la entrada, una parte del techo de la fortaleza ha desaparecido. El agujero en el tejado que veis, mide seis metros de largo y quince de ancho en su punto mayor. A ambos lados de la entrada, el muro está parcialmente derrumbado, así que tenéis que tener cuidado de por donde vais. Ya no hay puerta, solo queda la parte inferior del marco, ya que la superior se ha podrido.

Al otro lado del umbral, veis una gran sala, posiblemente sea el salón. Aparentemente, el salón es tan amplio como el edificio. El techo es alto, mide más de cinco metros. Ahora mismo sirve de establo para los caballos. Podéis ver seis, pero es posible que haya más. Los ojos se os van acostumbrando a la penumbra y podéis ver más allá.

OS ADENTRÁIS CON CUIDADO EN LA ESTANCIA, apoyando la espalda en la pared, agazapados. Las miradas inquietas de los seis caballos que allí dentro hay os reciben con miedo y nerviosismo. Los caballos son monturas aceptables, pero no de un rango excepcional. Relinchan y pifian en el suelo debido a vuestra presencia.

El gran salón de la vieja fortaleza mide veinticinco metros de ancho y dieciocho metros de largo. El techo, en los lugares en que está intacto, está a cinco metros de altura. Ahora, el salón alberga a los caballos de los bandidos, bajo el balcón que se ve al fondo. La estancia no tiene ventanas, pero tiene tres puertas. La más grande está en el centro del muro sur, POR DONDE HABÉIS ENTRADO, y que lleva al patio. Las otras dos están en el muro noroeste y nordeste.

Unas escaleras situadas en el muro nordeste llevan al balcón. Las escaleras, como el suelo y las paredes de la fortaleza, son de piedra. El balcón también está hecho de piedra y está a dos metros y medio por encima del suelo. ALLÍ JUSTAMENTE VEIS A Tatharina y a Gláin, que han atado y amordazado a un robusto bandido.

...Al llegar su cabeza a la altura del suelo del balcón se percata de vuestra presencia y se queda sorprendido. Solo logra articular unas breves palabras...

-"¡Alerta, intrusos! ¡Nos atacan!" Logra gritar.**

Rápidamente, Gláin se lanza a por el tipejo, pero Tatharina es más rápida con su conjuro y LOGRA HECHIZAR AL BANDIDO. Ésta, sabiendo que ahora el tipo es más dócil que un cachorrito, avisa al enano de que no le golpeé, ya que esto haría que el conjuro se disipara y el bandido volvería en sí. Broc está tranquilo, mirándoos calmadamente a uno y a otro.

Gláin SE MUEVE RÁPIDO Y ATA AL TIPEJO BIEN FUERTE, para que no se escape. Además, LE METE UN CALCETÍN SUDADO EN LA BOCA, para que no grite. Mientras, Tatharina LE AYUDA CON LAS ATADURAS y echa fugaces miradas al salón, para ver si aparece alguien más. El grito de Broc ha podido ser escuchado por sus compinches. De repente, dos pares de cabezas aparecen por la ENTRADA SUR del edificio, que es por donde vosotros entrasteis. Los caballos empiezan a relinchar de nuevo más fuerte y a pifiar. Esas cuatro cabezas son las de vuestros amigos y amigas, QUE ESTÁN ENTRANDO EN EL SALÓN. Os han visto y vuestras miradas se cruzan intensamente.

- Si,... si, lo tenías hechizado. Pues un buen mazazo para volarle la cabezota. - Ya veo lo hechizado que estaba. 

La miró con desdén por una magia que no había servido de gran cosa. - Pues ahora a luchar. Toda cabeza que surja por aquí se corta y punto. Sentenció, y eso era para la beornida, y que se dejase de fatigar con esas "cosas" de la magia. Entonces se dio cuenta. Los que estaban llegando eran los compañeros y por tanto ejecutó la orden que se esperaba. - Que no escape, que no escape. Ya no había que seguir intentando pasar desapercibidos. La alerta había sido dada y los compañeros estaba cerca. La hora de los porrazos había llegado.

- Tengo que decirles que hemos encontrado una trampilla.... que no se me olvide.

¿Qué diablos estáis haciendo? - Dice el elfo mientras va entrando en la sala, siempre acompañando la pared y sin dejar de mirar la grieta y el techo. - Van a hacer que nos maten a todos, por los mil demonios y los bosques malditos. Es que acaso no pensáis. - Y da un rodeo acompañando las pétreas paredes para alcanzar las escaleras noreste y ganar altura al llegar hasta el balcón. Luego observa a todos los lados, señala las puertas e indica con señas que guarden silencio. En el fondo se alegra de que ambos estén bien, y verlos con vida y sin correr mayores riesgos le devuelve un alivio que los últimos metros de correrías le habían quitado. - Por lo que más quieran hagan silencio, seguro han alertado a alguien más. Traten de parar orejas. Escuchen... quizás ahí vienen. 

Lily sonrie y suspira aliviada cuando entra y solo ve a sus amigos con alguien ya amordazado. Cuenta rapidamente los caballos y ve que hay 6, la información era real, eran 8 en total. 

- Shhhhhh - dice a todos - aun quedan 4 enemigos libres - mientras que se mueve pegada por la pared hacia la derecha. Con su dulce voz empieza a cantar en voz no tan alta una canción para que los caballos se tranquilicen. - Todos para arriba - les dice señalando al balcon - tenemos que conversar y preparanos por favor - Mientras que intenta ver por la puerta noreste si veo movimiento 

Bueno, pues allí estaban el enano y la beornida, y estaba claro que alguno de los ladrones les había escuchado y había dado la alarma. Y efectivamente, parece que los números cuadraban, había 6 caballos y ya tenían a dos ladrones noqueados. Pero todavía quedaban 4 y entre ellos el jefe, que podría ser muy peligroso. En voz muy baja, comento mientras se acercaba a la posición de Glain.-El daño ya esta hecho, la alerta ha sido dada. Pero es mejor que nos movamos en silencio, tal vez podamos dejar fuera de combate a alguno de ellos, antes de que se reúnan. Y andémonos con mucho cuidado, que no conocemos el lugar, y ellos sí.-Y se acerco, andando con cuidado y tratando de escuchar posibles movimientos o ruidos que ocasionasen los ladrones. Teniendo preparado el arco, y una flecha. Aunque sabía que en cuanto comenzase el enfrentamiento, era muy posible que tuviese que usar la espada, para ayudar a Glain en la primera fila. 

Tom se acercó a Lily antes de que pudiese irse hacia las escaleras y tiró de su capa.

- Chist, esto es tuyo. - dijo mientras la devolvía subdaga mágica.

Se adentró por la estancia y rápidamente se dirigió a las escaleras para subir con Gláin y Thatarina.

- ¡Dale Gláin! Dale duro, déjale inconsciente. - animó Tom - Después seguro que canta mejor.

Tras un breve momento de incertidumbre, Tatharina confirmó que eran sus amigos los primeros en acudir a la llamada de auxilio del bandido. Se concentró en mantener firme el hechizo sobre Broc para que continuara siendo dócil como un cachorrito pese a la llegada de nuevos peligros. Comprobó que sus ataduras fueran firmes y lo dirigió al fondo del balcón para que esperara allí en lo que sus amigos conversaban.

Cuando lo hubo hecho, se dirigió al grupo. - Lo siento compañeros, nos ofuscamos persiguiendo un sospechoso y al final casi nos dan caza. Seguro que vosotros habéis tenido más cabeza que nosotros. Se paró a escuchar los detalles de sus otras infiltraciones, sonriendo. -Me alegro mucho de que estéis bien. Nosotros descubrimos una trampilla oculta en el torreón de la entrada, pero decidimos que perseguir al bandido era más urgente.

Los cuatro compañeros fueron avanzando por el salón, pegados a la pared sur y luego a la pared este, para llegar a las escaleras que había en la parte noreste. Iban en silencio, o por lo menos todo lo que podían, porque empezaron a intercambiar información con la pareja que se encontraba arriba, en el balcón. También fueron calmando a los caballos, para que no relincharan mucho, aunque éstos, al ver a tanta gente de repente, se pusieron más nerviosos. Gallind, como era habitual en él, pisó una gran boñiga de caballo sin darse cuenta. En el balcón, que se encontraba a unos dos metros y medio de altura, se veía a Gláin y a Tatharina llevando al bandido maniatado hacia el fondo, lejos de vuestra vista, que no alcanzaba a ver el final de dicho balcón. Por donde estabais yendo, tampoco se veía qué había detrás de las dos puertas que había en la pared norte del salón, en vuestra misma planta; para ellos deberíais de acercaros y ojear dentro.

Cuando enfilasteis las escaleras, pudisteis ver cómo el enano le daba con el hacha en la cabeza al tipo, haciendo que este cayera al suelo noqueado y sangrando por una brecha. El tipo se quedó allí tirado, sin moverse, ante la atenta mirada de la beórnida y los jaleos de aprobación de Tolman. El enano entonces se acercó a la escalera para daros la bienvenida, presto para la lucha. Un brillo extraño irradiaba de sus pupilas...

Cuando llegasteis arriba, pudisteis ver cómo era el balcón por este lado, ya que los hobbits ya lo habían descubierto por fuera, cuando dieron la vuelta al perímetro de la fortaleza. La escalera que subís es de piedra y no tiene barandilla ni ningún otro tipo de barrera en el borde; pero tanto a su inicio como a su fin, hay unos postes de piedra. El balcón es igual de ancho que el salón, veinticinco metros, y tiene seis metros de profundidad. Está a poco más de dos metros y medio por encima del suelo. Por todo su alrededor, los muros están perforados por una hendiduras para saetera a intervalos de metro y medio. Las hendiduras en forma de cruz miran al norte, al este y al oeste. Unas escaleras en la esquina suroeste del balcón llevan al segundo piso de la fortaleza. De nuevo, hay postes de piedra pero han desaparecido las barandillas. Las escaleras son resistentes, pero están parcialmente tapiadas por los escombros. Aunque creéis que un hobbit puede pasar por encima de las piedras sin mucha dificultad, las gentes de mayor tamaño encontrarían las escaleras demasiado estrechas.

Os comentáis un par de cosas al estar juntos de nuevo, como lo de esa trampilla en la torre sudeste. Por encima de los relinchos, todos oís voces que gritan órdenes en oestrón, la lengua común de los humanos. Provienen de una de las puertas de la planta baja y parece que saben que estáis aquí; han debido de escuchar el grito de su compañero. No parece que se acerquen, por lo que pensáis que deben de estar haciéndose fuertes allá abajo... o estén preparando alguna trampa. Así que, ¿cuál va a ser vuestro próximo paso?

Gláin miró a la beornida disculpándose, y no entendía la razón. Lo que habían hecho estaba bien hecho, y correspondía hacerlo. Que se nos hubiera escapado o se hubiera escondido era "Harina de otro Costal"; pero que lo habían hecho bien, seguro. Ya con lo de la trampilla se miró la bota, y al ver donde se había enganchado buscó daños en sus prendas. - Solo falta que la puñetera tapa esa me hubiera roto algo. Entonces deja los problemas de la moda y señala a las troneras que dan al exterior. - Veamos por donde vienen y que traman esos bandoleros. Para el enano no había más pena que la capital para este tipo de gente, pero ahora mismo el chillón que se había comido el porrazo estaba bien por .... ahora. Sabía que la lucha se aproximaba y que no había otra solución que la victoria. El resto de posibilidades no le interesaban. Al haber mirado hacia abajo pensó en las monturas....

Entre dientes ... o más bien bajo la barba musitó: - Mira, si tenemos monturas para ir a Rivendel. 

Para Rilwen el combate era inminente, estaba preparada y en tensión, lista para hacer lo que fuese necesario. No era momento de hablar, mejor escuchar y tratar de ver por donde podrían llegar los enemigos.

Se escuchaban voces del piso inferior, de una de aquellas puertas salían aquellas palabras. Estaban organizándose y aquello no era bueno para sus intereses. Hizo un gesto de silencio a sus compañeros, tenían que no hacer ruido y tratar de escuchar sino las palabras, si los posibles movimientos de los enemigos. Y a continuación, trato de escuchar con atención y ver desde cual de aquellas puertas procedían las voces, aunque era posible que bajo sus pies hubiese una gran estancia conectada, tan ancha y larga como el balcón en el que estaban. 

Y además había un nivel superior, tal vez alguno de ellos estuviese allí, pero parecía que la mayoría se encontraban bajo sus pies. Preparo su arco, por si alguno de aquellos ladrones salía por cualquiera de las dos puertas, no quería que la pillasen desprevenida.