Partida Rol por web

Sepultada bajo unos escombros, veis una trampilla muy bien disimulada en el suelo, que parece llevar a una estancia bajo la torre. Antes de subir las escalerillas para ir al piso superior, os acercáis y veis que se abre con facilidad, revelando una escalera muy empinada. Aunque es muy vieja, parece que está en buen estado. Lo que Tolman ve allá abajo es oscuridad, mientras que Gallind ve que la escalera termina en una sala de piedra. Está claro que la vista del elfo en la oscuridad es mucho mejor que la del hobbit.

Tatharina seguía tumbada en el suelo, había decidido que ese iba a ser su lugar de espera hasta que el grupo decidiera ponerse en marcha. Escuchaba atentamente los comentarios de sus compañeros sobre la misteriosa desaparición del guardia y sobre cómo proceder. - A mi me parece bien aguardar un rato más entre el follaje, en el peor de los casos, los estarán interrogando para saber quienes son. No creo que corran peligro... Aún. 

Mientras tanto, la joven se llevó a los labios un puñado de hojas de planta de lobo, en parte para calmar la ansiedad, en parte para recuperarse de sus esfuerzos mágicos.

El enano parece decidido a salir al descubierto, mientras que las tres mujeres, más precavidas, que para eso son mujeres, insisten en esperar un poco más. Gláin, viéndose apabullado por las féminas, decide darles unos momentos más, para ver si aparecen sus amigos en las almenas. La tensión os pone de los nervios y los segundos parecen horas, pero cuando el enano no puede más y sale al descubierto, aparece la melena rubia de Gallind en lo alto de la torre, algo escondido. Levanta una mano y os hace señas de que vayáis a su encuentro. Después de unos instantes, vuelve a desaparecer tras las almenas. Os miráis unas a otras, pensando qué hacer. ¿Es el momento de avanzar? ¿Por dónde entraréis? ¿Iréis deprisa y haciendo ruido o despacio y en sigilo? Estas cuestiones no las habíais hablado hasta este momento... Sabéis que el hechizo de Gallind no dura mucho tiempo, así que debéis de pensar y actuar rápido... o no...

Suele pasar que cuando necesitas algo no lo has conversado, penso Lily cuando vio la señal.

- Vamos, todos siganme e intenten no hacer tanto ruido - susurra, pues ella ya conocia el camino.

Tras notar la trampilla y comunicarse mutuamente la información, Gallind le dice a Tolman. - Muy bien, otro camino. Pero sea como sea, hemos venido a encargarnos del guardia y avisar al resto. No creo que lo mejor sea ahora ir a curiosear por ahí. - Volvió a echar un vistazo hacia el interior de la trampilla. - Me sentiré mejor de explorar húmedos subterráneos cuando estemos los seis aquí. - Y tras Tolman comenzó a subir. 

Allí estaba la señal que esperaban, no había que ser tan impacientes.-Esa era nuestra señal. Vayamos, pero si, mejor nos guías Lily, que ya has hecho antes el trayecto. El resto a tratar de no hacer demasiado ruido.-Ya casi estaban, pero no estaría tranquila hasta volver a reunirse todos. Y a ver que tal les iba con estos ladrones, al menos el jefe, no parecía que fuera a ser una presa fácil.

Ante el comentario de Rilwen, Lily toma la delantera y empieza a avanzar caminando agazapada y lo más rápido que pueda sin hacer ruido. Va cruzando entre los matorrales para estar cubierta de otras posible miradas. Cuando llega a uno mira atras para ver que sus tres compañeros esten todo bien y así sigue avanzando. 

Cuando van casi a 3/4 partes del camino - Vamos vamos ya casi llegamos amigos - les dice casi en un susurro mientras en su mano alista su honda por si es necesario usarla. 

- Vena niña, te sigo. Vamos a ayudar, ... y date prisa que se va a liar de un momento a otro.

Al enano la ya le "quemaba" el arma en las manos, pero, sobre todo se vio sorprendido porque no vio al centinela hacer .... "de pájaro". Era una decepción, pero, sin prisión ni justicia, estos bandoleros, antes de después, serían bandoleros, asaltantes, asesinos y todo eso otra vez. Sólo había una forma de proceder, y si no lo hacían ellos, morirían inocentes por su inacción.

Tom subió las escaleras sigilosamente por delante de Gallind. No hizo ruido alguno como se esperaba de él a si que en poco tiempo llegó arriba del todo.

Hizo unas señas para que éste le siguiera. El de ahí arriba estaba distraído.

Tom observaba como el el sindar subía a traspiés, haciendo cierto ruido... "al final me toca atizar a éste" pensó el hobbit haciendo unos pequeños aspavientos con las manos como indicándolo que despacio... despaaacio.

Finalmente Gallind llegó junto al hobbit y a pesar de todo parecía que aquel ser no se había inmutado lo más mínimo... "debía de tener oído duro" se dijo a sí mismo.

- "Haz de tu magia Gallind." - susurró al elfo mientras observaba lo que hacía éste.

Tras resbalar un par de veces y verter al vació alguna piedresilla ambos ganaron la parte alta de la torre. Por suerte el guardia aún no se había percatado de su presencia. - No podemos esperarnos más. - Le respondió entre jaleos el joven elfo. - Nira dile di tela. - Pronunció duramente  una fracción de segundo a la vez que mantenía con vehemencia su bastón. Un halo de brisas oníricas partieron del antiguo cayado en dirección del hombre que ciertamente no esperaba el abrazo de la magia. 

Empezasteis a subir por la escalera haca el piso de arriba, con mucho cuidado y sigilo. Por lo menos eso es lo que hacía el hobbit, dado que el pobre elfo iba ascendiendo algo distraído al estar pensando en la correcta formulación del hechizo que dormiría al guardia. Eso hizo que tropezara un par de veces y tirara escaleras abajo alguna piedrecilla suelta que por allí había. Al llegar arriba, asomáis la cabeza y... ¡os encontráis de frente con el tipo que allí estaba vigilando los alrededores! Al parecer había escuchado los ruidos que había hecho Gallin al subir y se había acercado a mirar. De la sorpresa, da un par de pasos hacia atrás. Tiene una ballesta en la mano, que se la lleva al pecho velozmente; pero son las manos y la lengua de Gallind la que imprime más velocidad y logra formular el conjuro antes de que el tipo dispare su arma. Éste cae al suelo, totalmente dormido. Lo que más destaca de él es su pelo rubio, el cual le cae suelto sobre los hombros. ¿Qué haréis ahora?

Avanzáis rápidamente hacia la torre de entrada de la fortaleza. Desde el punto más cercano a la fortaleza, podéis ver una torre circular (el torreón de entrada) que sobresale del muro. A ambos lados del torreón, el muro está intacto; la torre también parece en buen estado de conservación. No tiene ventanas, mide seis metros de altura y sostiene un tejado almenado. El camino que va a la fortaleza entra por un arco en el muro sur. El umbral mide tres metros de ancho y dos metros y medio de alto, colgando de sus costados grandes goznes de hierro, pero las puertas ya no están.

Al norte del torreón de entrada, la muralla está intacta durante seis metros. Más allá de esta distancia, el muro está en ruinas. En algunos lugares, todo lo que queda de él son montones de piedra.

Sin embargo, la sección de más al norte se aguanta firme todavía. Es recta y más alta que las demás estructuras, y parece tratarse de una pared de un edificio mayor (la fortaleza). Aunque su corona tiene profundas grietas, la parte inferior del edificio es sólida. El muro se levanta, liso y sin fisuras, hasta más de tres metros. Sobre la marca de los tres metros, está abierto en ventanucos para las flechas. Estas aberturas en forma de cruz están a metro y medio de distancia, una de la otra; sus cortes horizontales y verticales miden sesenta centímetros de altura por cinco centímetros de ancho. El muro del edificio sigue intacto hasta dos metros por encima de los agujeros para las flechas. Algunas secciones del muro se elevan hasta más allá de los siete metros de altura, pero la mayoría de sus bordes superiores están en ruinas y tienen hondas fisuras.

Avanzáis con mucha cautela hasta la torre de piedra de la entrada, donde termina el camino que va hacia la fortaleza. No se ve a nadie, ni tampoco se escucha movimiento. Alcanzáis la pared de piedra y os apoyáis con la espalda, echando miradas alrededor. El diámetro del edificio es de siete metros. Tiene dos entradas, una en el muro sudeste que lleva al exterior y otra al norte que conduce al patio. Ambos umbrales no tienen puertas, aunque sí los goznes. La mayor parte del tejado ha desaparecido. El suelo es la única parte de la torre que aún se aguanta, está hecho de losas y libre de ruinas.

Pensáis que el torreón debió de ser una de las defensas del castillo. Originariamente era una estructura de dos plantas, aunque en la actualidad no queda ni rastro del segundo piso. Se llegaba a él desde unas escaleras que daban a una trampilla. Antiguamente, el torreón tenía unas enormes puertas dobles, además de tener un rastrillo de hierro en ambas entradas. Cada rastrillo descendía detrás de las puertas e impedían que las puertas se abriesen. Dicho mecanismo para subir y bajar las rejas estaba en la segunda planta.

Os introducís en la torre y desde allí observáis el patio de armas.

Observáis que la muralla de la fortaleza tiene una forma ligeramente ahuevada. Circunda un terreno que mide setenta y ocho metros por setenta y dos metros en su parte más ancha. El terreno del interior de los muros está lleno de malas hierbas y escombros. Las zarzas y los cardos compiten por el espacio en el antiguo jardín amurallado. La hierba se abre paso entre las piedras que antaño pavimentaban el camino al edificio principal. Sobre una fuente en ruinas, un cuervo se arregla las plumas.

En el lado este del patio está la torre donde estáis y al sudoeste está la pequeña torre cuadrada donde vigila el bandido. Desde aquí no le veis. Ambos edificios son de piedra y están en muy mal estado. En la esquina noreste yace una enorme estructura cuadrada, que es la fortaleza propiamente dicha. Está hecha de piedra y cada uno de sus muros mide unos veinticinco metros de largo. Su muro oeste es sólido en su base, pero la parte superior se está derrumbando. Su muro sur presenta una gran entrada, pero sin puerta. En lo alto del umbral, la abertura ha sido agrandada por el tiempo. Un agujero atraviesa el muro hasta el tejado.

Pinchale con la daga Tolman, para prolongar su sueño. - empezó a avanzar en cuclillas sobre la torre hasta alcanzar las almenas. - Intentaré dar la señal a los nuestros - y cogió un paño para amarrarlo a la punta de su bastón. - Mientras tanto intenta atarle. - Y una vez con el paño atado asomó el bastón junto a la muralla apuntando la cabeza del mismo hacia el suelo y como si fuera una especie de parabrisas o transportador comenzó a moverlo lateralmente. - Espero logren ver la señal. 

"¿La daga?" pensó Tolman mientras observaba al centinela caer.

- ¡Ooohh! La daga de Lily... ¿se la tengo que pasar por encima? o quizás... ¿hacer un cortecito? - preguntó a Gallind.

Tom no había visto usar la daga a Lily y no sabía cómo funcionaba esa habilidad mágica que tenía.

Se acercó al centinela y sacó un poco de cuerda. Se dispuso a atar las manos a la espalda... los pies juntitos... y después, para acabar, unió las manos con los pies y se los ató entre sí.

- Y así es como atamos a las ovejas en La Comarca. No se nos escapa ni una... ni aunque venga un troll corriendo a comérsela se movería.

Después de esta demostración de nudos, y ataos sacó la navaja de Lily y pinchó en un dedo al centinela (pincha porque se lo dijo Gallind).

- Oyes Gallind - le llamó la atención mientras éste estaba dando la señal a sus compañeros - Si atas la cabellera del bandido seguro que te ven mejor. - señaló a la rubia y larga cabellera.

Para terminar, sacó un trapo y se lo metió en la boca. Después otra vueltecita con la cuerda alrededor de la comisura de los labios y apretó lo suficiente para que no pudiera escupir el andrajo que le acababa de meter en la boca.

- Éste - dijo señalándolo - ni se escapa, ni grita. ¡Un trabajo bien hecho!

El enano paró en seco, y recobró el aliento tras ese primer "salto" de una posición a otra. Estaban asaltando, como si fuera un comando de esos que combaten por la noche, como ratas o incluso como ladrones, pero, esta táctica, a pensar de los deshonrosa que pudiera ser, era la adecuada para gente que usaría precisamente esos mismos "modos". Intentó escuchar en cualquier dirección, esperando tener una pista de por donde continuar.

El pinchazo de la daga mágica no sabíais si había funcionado, solo cabía esperar un poco a que pasara el efecto del conjuro de Gallind y ver si seguía dormido. Mientras esperabais para comprobarlo, el elfo hizo la señal a sus amigos, esperando que la vieran y se acercaran. Mientras, Tolman sacaba una pequeña cuerda que había llevado en su mochila y se puso a atar afanosamente al bandido. Estaba claro que se le daban bien los nudos, ya que en unos momentos el ladrón estaba atado de pies y manos. Os quedasteis esperando a que se despertara, pero no fue así, por lo que el puñal mágico había hecho su efecto. Ahora ya no teníais que preocuparos por el bandido en un buen tiempo. Gallind se asomó cuidadosamente por las almenas, para ver si sus amigos habían visto la señal y vio que avanzaban a toda prisa, y en línea recta, hacia la entrada del torreón de entrada.

Tras haber esperado un poco y comprobar que seguía dormido, Tom dedujo que había usado bien la daga,  a si que le pinchó un par de veces más por si acaso. Después se giró hacia el sindar.

- Gallind ¿Han recibido la señal? ¿Te han visto?- Tom se acercó un poco al quicio haber si veía algo... pero entre que estaba el elfo en medio y era un poco alto continuaba sin ver. A si que decidió continuar con sus consejos y preguntas. - Cuidado que te ven los bandidos - Tom agobiaba un poco a Gallind, para acabar diciendo - ¿Qué ven tus ojos de elfo?

Rilwen tenía la esperanza de encontrar pronto a sus compañeros, pero de momento no había señales de donde podían estar. Así que trato de ver o escuchar algo que les sirviese para tratar de localizarlos.

En un susurro comento a sus compañeros: - Veis donde puedan estar?-​​​​​​Y volvió a buscar por donde creía que podrían haber ido a por el centinela.

Mis ojos de elfo ven que el mensaje ha sido recibido. - Dijo mientras volteaba para ver a su amigo. - Quizás nuestro lugar ya no es esté de aquí, deberíamos bajar. - Observó al hombre amordazado y dormido antes de regresar hasta la escalinata. - ¿Y bien, Tolman, a poco no conservas esa curiosidad tuya por el hueco que hay en la parte de abajo? Ese hombre que ves ahí no despertará hasta pasadas unas cuantas horas, tendremos tiempo suficiente para venir luego por él. - Comenzó a bajar con sumo cuidado.