Partida Rol por web

Uk-47 se dirigió un tanto malhumorado y refunfuñando al hangar, parece que cuando el androide dio la idea, el grupo de sacos de carne se la debió pasar por dónde los seres orgánicos se pasan todo, en cambio cuando uno de esos despreciables sugería lo mismo, a él si se le prestaba atención.

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Uk-47 se marchó hacia el lugar en donde se encontraba la nave, en sigilo y callejeando por las sombras que pudiera encontrar. el objetivo era no llamar la atención de gamorreanos u otros esbirros de Teemo.

Kaled había visto a Teemo el Hutt en una ocasión introducir una combinación determinada en una puerta similar que memorizó por si se daba la ocasión. El humano probó sin mucha fe a marcar aquella combinación memorizada en el teclado, esperando que alguna alarma empezara a sonar y en cuestión de segundos les rodearan una veintena de gamorreanos, pero en lugar de eso la puerta emitió un zumbido y pudieron abrirla sin problemas. Entonces Kaled instó a Coldo y UK-47 a dar media vuelta y regresar al hangar. Antes de que se quisieran dar cuenta, los tres ya se habían marchado dejándoles allí con todo el trabajo por delante. Aquello sería un buen inconveniente si tenían problemas allí dentro, o si necesitaban de las habilidades del mecánico Coldo.

La puerta que Kaled había abierto daba a una pequeña sala de reuniones junto a la cámara principal. Por fortuna se encontraba vacía en aquellos momentos y pudieron colarse sin ser vistos ni levantar sospechas. Accedieron a la cámara principal, decorada con muy buen gusto y provista de grandes asientos rojos para los visitantes y unos cuantos maceteros con plantas que llevaban más tiempo del debido sin ser regadas. No era habitual ver plantas en aquel planeta, pero las pocas que había siempre aparentaban necesitar más agua, especialmente cuando no eran autóctonas. De aquella cámara salían dos corredores paralelos que se dirigían a la sala de control.

El grupo atravesó el umbral y se encontró en una gran estancia abarrotada de computadoras dispuestas en torno a un holoproyector central en el que se mostraba un plano del espacio aéreo local. Frente al holoproyector había una mujer humana con los brazos cruzados a la espalda. Dedujeron que debía ser la encargada de la sala de control cuando la escucharon dirigirse a alguien con tono imperioso a través de sus auriculares.

—Lanzadera imperial Lambda 11238, al habla la supervisora Brynn de la torre de control del puerto espacial. Tienen permiso para aterrizar. Bienvenidos a Mos Shuuta.

Media docena de técnicos de distintas especies operaban las consolas, y dos droides de seguridad que por fortuna aún no habían reparado en su presencia montaban guardia junto a la entrada. Las paredes de transpariacero del otro extremo de la sala captaron la atención del grupo, desde allí podían ver una hermosa vista del paisaje desértico de Tatooine y la lanzadera imperial que se aproximaba para tomar tierra. Por si no tenían suficientes problemas ya con Teemo y los gamorreanos, ahora los imperiales se dejaban caer en el planeta.

Kaled había visto a Teemo el Hutt en una ocasión introducir una combinación determinada en una puerta similar que memorizó por si se daba la ocasión. El humano probó sin mucha fe a marcar aquella combinación memorizada en el teclado, esperando que alguna alarma empezara a sonar y en cuestión de segundos les rodearan una veintena de gamorreanos, pero en lugar de eso la puerta emitió un zumbido y pudieron abrirla sin problemas. Entonces Kaled instó a Coldo y UK-47 a dar media vuelta y regresar al hangar, lo cual podía ser un buen inconveniente si la woockiee y los demás tenían problemas allí dentro, o si necesitaban de las habilidades del mecánico Coldo.

El grupo se dirigió de vuelta al hangar. Liberar los amarres magnéticos de forma manual era prácticamente imposible, pero intentarían ir montando el módulo de arranque del reactor de hipermateria de la nave mientras los otros llegaban. Solo había un pequeño inconveniente, tendrían que enfrentarse ellos solos a los droides que custodiaban la nave y al propio Trex, si es que estaba rondando por allí, de lo cual había bastantes papeletas.

La puerta se abrió haciendo que Coldo expulsara todo el aire que se estaba aguantando hasta ese segundo, un obstáculo menos, pero ahora al grupo le dio por dividirse, algo que el mecánico quería desde el principio y ahora no parecía tener sentido, pero al fin y al cabo, las tareas tenían que hacerse y no quedaba otra.

- Vamos con cuidado, si hay una posibilidad de colarnos en la nave sin tener que pelear mejor, hay mucho riesgo de que le pase algo a la pieza y nos quedemos en tierra.

Entremos en silencio y con buena letra, instalemos el módulo y esperemos a los demás en el menor tiempo posible. En caso de que nos pillen intentaremos convencerlos de que somos los enviados para instalar el módulo a la nave, lo cual no debería ser muy difícil de hacer creer si enseñamos el aparato en cuestión.

Antes de que entrasen al muelle Aurek donde estaba la nave de Trex, tuvieron que atravesar las enrevesadas calles de Mos Shuuta, intentando pasar todo lo desapercibidos que les era posibles, pues los lacayos de Teemo el Hutt todavía estaban detrás de ellos y uno nunca sabía quién le podía delatar.

Justo doblaron la última esquina para tomar la calle que daba al muelle cuando vieron que en la entrada había seis gamorreanos como los que habían derrotado en la cantina junto al granuja del chatarrero, quien parecía estar contándoles a los secuaces de Teemo por dónde había ido el grupo.  

Parecía claro que el objetivo principal sería reducir a la humana que tenía toda la pinta de ser la que dirigía aquello. Con ella y los droides fuera de circulación, los técnicos no se arriesgarían a enfrentarnos.

Miré a mis dos compañeros en aquella misión y les hice señales para que se encargaran de los droides. Yo noquearía a la humana y amenazaría a los técnicos para que desbloquearan los amarres de la nave. No teníamos muchas más opciones y menos con una lanzadera imperial aterrizando.

Había que salir de aquel planeta cuanto antes.

"De mal en peor" era una expresión que no le gustaba demasiado a Klee. Opinaba que se usaba con demasiada ligereza y así, alguien optimista por nauraleza, esquivaba como podía la situación de que las cosas pudiesen ir cuesta abajo. Quizá es que esa tendencia había marcado su vida de tal forma que ya ni siquiera apreciaba el carácter descendente de los hados que regían su destino y, aún así, no solía ser proclive al desánimo. Pero aquello era otro cantar... si había algo peor que estar en una bola de polvo como Tatooine, controlada por un asqueroso Hutt que le tenía una manía persecutoria patológica, era que esa bola de polvo de pronto llamase la atención de los agentes imperiales. Aquella lanzadera aterrizando era un absoluto e ineludible "de mal en peor".

El twi'lek pareció leerle la mente. El momento de las sutilezas había pasado. Era tiempo de dar caña. Klee sacó su blaster y apuntó con calma a uno de esos cabeza de lata. Si le daba lo suficientemente bien lo dejaría incapacitado y a buen seguro que la belleza peluda haría lo propio con el suyo. Así, los demás seguro que se arrugarían como testículos de bantha.

—A tomar por culo... ¡manos arriba todos ya!

Klee se levantó sin previo aviso disparando a los droides de seguridad. Salté de mi lugar en seguida con el blaster en la mano para golpear a la humana en la cabeza con él y dejarla inconsciente.

Los demás no tendrían tiempo a reaccionar.

¡¡¡¡¡Quietos todos!!!!!

Nadie había reparado en el grupo de recién llegados, todo el mundo estaba centrado en sus obligaciones y posiblemente preocupados por la llegada de la lanzadera imperial. Incluso para ellos era un engorro que los imperiales se presentaran por allí, y dado que nadie quería tener problemas con ellos, nada podía fallar. Con lo que no contaban era con lo que ocurriría a continuación. 

Klee se cansó de esperar. Sacó el blaster y lo disparó contra uno de los droides cercanos pero el disparo rebotó en su gruesa armadura metálica dejando un quemazón negro. El droide se desestabilizó ligeramente, así que algo debía haberle afectado el disparo. Sin embargo, Klee sintió que su bláster se había atascado. Le pasaba a veces, tenía que golpearlo ligeramente para que volviera a la normalidad. 

Todos los que estaban en la sala se tiraron bajo sus mesas y escritorios para cubrirse, a excepción de la supervisora Brynn que se cubrió tras una mesa pero sacó su bláster para enfrentarse a los intrusos. No iba a permitir que la dejaran en evidencia justo cuando llegaba una patrulla imperial. 

Fayyn empezaba a plantearse su alianza con aquel grupo tan dispar. Pese a ser una wookie, la experiencia le había enseñado a ser precavida y a atacar cuando el enemigo era una presa fácil, como los gamorreanos de la cantina.

Lanzarse de aquella forma contra los que protegía el complejo y a punto de llegar una patrulla imperial le resultaba el colmo de la imprudencia, pero tampoco podía huir ni dejar que les matasen. Si quería salir de aquella bola de polvo dejada de la mano de la Fuerza debía colaborar para confiscar la nave del maldito trandoshano.

Resignada pero decidida, la wookie apuntó directamente a la supervisora.

El jodido peor momento de toda la existencia para que se encasquillase el blaster era ese y precisamente ese. Pues nada... ahí tenías al pobre rodiano como iba perdiendo color por momentos al ver que la dichosa pistolita se quedaba encallada justo en ese instante dónde la rapidez, la extrema violencia y la destrucción injustificada, eran su mejor baza. Golpea rápido y sal corriendo... aquello era casi un mantra para Klee.

Afortunadamente la suerte no se le iba a poner del todo en contra... la agudeza del piloto le permitiría volver a intentar derribar a ese dichoso droide antes de que tuviesen tiempo de reaccionar y reagruparse. De lo contrario probablemente las cosas se pusiesen crudas para aquel dispar grupo.

La humana vio a Kallia'star antes de que pudiera aturdirla y se puso a cubierto. Los droides no habían sido neutralizados. En resumen, el ataque había resultado en una especie de medio fracaso que habría que compensar.

Kallia'star esperaba que nadie diera la alarma antes de poder desactivar los amarres de la nave. Apunté el blaster a Brynn y se unió a sus compañeros en hostigar a la humana para que no pudiera hacer nada más

El caos se había desatado tras el disparo de Klee y los gritos de los intrusos. Los operarios técnicos se cubrían pero la supervisora de torre de control no iba a permitir un sabotaje como aquel precisamente cuando llegaban los imperiales. Eran tres para tres, podían repelerlos con algo de fortuna. Por ello Brynn disparó asomándose lo justo desde el escritorio en el que se cubría. Su disparo acertó en el pecho de Kallia'star, hiriéndole bastante seriamente y obligándole a retroceder, el twi'lek quedó dolorido, sintiendo que no resistiría otro golpe como aquel. 

Los dos droides también reaccionaron de inmediato descubriendo sus peligrosos blásters integrados y alzando sus brazos para atacar contra Klee y Fayyn. El primero erró su disparo, impactando contra la pared que había a la espalda del rodiano. Alguna rutina del código de programación del droide pareció ofuscarse y sus ojos parpadearon mientras se recuperaba. El otro tuvo la misma fortuna al atacar a la woockiee, aunque ante los disparos la woockie tuvo que retroceder. 

Fayyn disparó a Brynn, cubierta tras los grandes muebles de aparatos electrónicos, pero el disparo impactó en el escritorio y la supervisora quedó intacta; aunque no por mucho tiempo, el disparo de Kallia'star acertó en el hombro de la supervisora y le hizo soltar un quejido antes de que llegara a cubrirse de nuevo. Klee por su parte insistió con el mismo droide y el disparo de su bláter dejó un agujero humeante en el centro de la cabeza de aquel dichoso trasto cuando todavía no se había recuperado de su momento de confusión y sus ojos seguían parpadeando. El droide permaneció unos segundos en pie y cayó de espaldas a peso de plomo. 

Al darse cuenta de la situación Kaled se frenó en seco. 

—¿Qué diantres?—acaso había alguien que les tenía manía? Habían hecho algo demasiado malo? Kaled no lo sabía, pero solo quería salir de ahí.... pero en realidad no tenía ni idea de qué hacer.—Nos van a ver, tenemos que prepararnos, tal vez esperar a que se vayan los gamorreanos e intentar colarnos.—comentó pero no tenía muchas esperanzas ya que todo indicaba que les iban a ver allí.

—Busquemos otra entrada.—les dijo en un susurro a sus compañeros. No consideraba que tuvieran que acercarse demasiado para poder esquivarles, pero no sabía si les iban a ver... o si conseguirían colarse.

La supervisora Brynn volvió a disparar contra Kallia'star en cuanto se recuperó del dolor del brazo. Su tiro fue certero, e impactó al twi'lek en el centro del pecho y lo lanzó de espaldas contra la pared. Kallia'star se golpeó en la cabeza y sintió un fuerte pitido en los oídos mientras todo se volvía borroso y sentía como la cabeza se le aligeraba y todo a su alrededor se desvanecía. 

A pocos pasos de allí, uno de los droides caía al suelo completamente fundido mientras el otro apuntaba a Fayynchawlienga y herida a la woockiee en uno de sus grandes hombros. Apenas unos rasguños para ella, hacia falta mucho más para eliminar a una de su especie, pero era lo suficiente para cabrearla enormemente.  

Que los gamorreanos ya estuvieran buscándolos, era señal que Teemo estaba muy enfadado, si los pillaban no les esperaba nada bueno, pero meterse en pelea no les beneficiaba.

- Es mejor buscar otro camino, si nos liamos a pelear, llamaremos mucho al atención y nos pillaran. Tiene que haber otra manera...

Me parece correcto. Busquemos una alternativa a la entrada principal

Fayyn recibió el golpe con dignidad wookie, lo que para cualquier otra especie inteligente de la galaxia se traduciría como reaccionar con una retahíla de improperios que harían sonrojar a un lord sith.

Tras la invectiva, la fiera wookie apuntó su blaster al droide que acababa de herirla y disparó sin compasión.

Klee se alegró al ver cómo el droide había caído bajo el poder de su blaster. Al final, aquello de ser pistolero no le estaba yendo demasiado mal y, pese a que el blaster no solía ser de sus herramientas habituales, sí era verdad que la huida preventiva que otrora le granjeó inmediatos éxitos, allí en aquellas circunstancias, no resultaba una opción a considerar. Había que echarle narices y tirar a matar. Y punto.

Y, hablando de matar... el cabeza colas había caído en el primer embate. Estos twi'lek solo sirven para bailar y poco más.

El rodiano apuntó a la señora supervisora que manejaba el cotarro en la sala de control y que ahora se escondía como una rata wombat, para dar cuenta de ella tal y como lo había hecho aquella maravillosa y sensual monstruosidad peluda con su correspondiente droide.

—Muere, ¡perra! —voceó presa de la histeria combativa.