Partida Rol por web

La chica rodó a un lado y miró a Jesse preocupada. -¿Estás bien? Lo siento, no deberías haberte puesto debajo.  Aunque ha sido muy... caballeroso.

Miro en todas direcciones y se levantó. -Tengo que alejarme de aquí, antes de que me echen en falta... ¿Eh? Sí, el eclipse es importante. Marca un antes y un después.

Dio unos pasos alejándose y respondió a la pregunta de Arthur. -Mi padre me trajo hasta la costa de la isla, pero a ese sitio iba a ir yo sola a pie. Pero esa gente apareció en cuanto había dado un par de pasos hacia el interior, me metieron por la fuerza en una furgoneta y me trajeron a este templo.- Dijo, refiriéndose con templo a la nave industrial. -Si me hubiesen encerrado en una casa, me habría escapado de una casa, claro.- A ambos les quedó claro que la chica no iba a esperarles. Se pusó en marcha, cojeando por la calle.

En ese momento empezó a sonar una sirena en la nave de Pescasana.

La respuesta de la chica no hacía más que confundirme, pero con todo lo que investigamos y la paranoia, me dejaba claro de que esta chica no era normal, en lo absoluto. Miré a Jesse y en ese momento sonaron las sirenas, algo alarmado miré a todos lados y luego hasta el chico, para así decir. -Mierda Jesse, ¡En que cosas nos acabas de meter!- Y así le di dos palmadas en el brazo a la vez que tomaba carrera para correr en dirección de mi auto, donde me subí y encendí el auto. Aunque mis instintos decían "corre", no podía dejar allí a mi amigo.

Rápidamente aceleré el auto hasta dejarlo frente a él, para así abrirle la puerta trasera que le quedara frente. -¡Maldita sea sube! ¡Si nos ven estamos jodidos, deja a la chica!-

Jesse dudó por un instante. Lo que decía Arthur tenía cierto sentido. No conocían de nada a aquella chica y no tenían porqué ayudarle, pero también era cierto que no parecía haber hecho nada malo y si su padre o quien carajo fuera, la mantenía encerrada en la nave de Pescasana, tenían que trata de ayudarla. Además estaba herida y lo más importante, había hablado del eclipse de forma muy enigmática y se había referido a la nave como "templo". Aquella joven sabía más de lo que parecía.

Jesse se acercó al coche de Arthur. Abrió la puerta pero no entró más que la cabeza. Entonces le miró directamente a los ojos demostrando cierta incredulidad ante lo que escuchaba. ¿Cómo no se había dado cuenta también de que estaban ante una de las claves sobre lo que estaba sucediendo? Desde luego que no podían dejarla marchar así como así. Debían ayudar a esa chica y ella les ayudaría a entender que diablos estaba sucediendo.

- ¡Arthur, no! - Le dijo en un susurro casi imperceptible. - La chica es la clave. Sabe algo, estoy seguro. Te comprometiste conmigo a averiguar lo que estaba pasando y ahora que lo tienes delante, no lo puedes dejar pasar. - Jesse sonó muy convincente, al menos sonó así en su propia cabeza. Esperaba que también lo hubiera hecho en la de Arthur. - ¡Voy a buscarla! Espérame aquí o acércate con el coche, lo que quieras. ¡Pero viene con nosotros!

Jesse salió corriendo las los cojeantes pasos de la chica. Se había alejado bastante pese a su cojera. No se podía decir de ella que no fuera alguien tenaz y con las ideas claras. Lo cierto fue que Jesse tuvo que correr unos pasos para alcanzarla, pero una vez se puso a su lado, le tocó el hombro con la intención de reclamar su atención.

- Si quieres te llevamos. - Le ofreció. - Irás más rápido en el coche y quien quiera que te esté siguiendo, te perderá la pista. ¿Qué me dices? - Le preguntó esperanzado en una respuesta afirmativa.

Cuando Jesse asomó su cabeza y empezó a hablar por dentro estaba gritando "¿¡Por qué mierda no se sube!?", pero a medida que hablaba su discurso sonaba convincente, pero allí me quedé paralizado, mirando como iba corriendo detrás de la chica hasta que entonces apreté con fuerza el volante, antes de arrancar con el auto hasta donde estaban, colocando el auto por delante de los dos antes de sacar la cabeza por la ventana y voltear hacia atrás. -¡Rápido, en cualquier momento verán hacia afuera y nos encontrarán!- Dije lo suficientemente alto pero sin gritar, frunciendo el ceño en una expresión de enojo y miedo mientras esperaba a que se subieran.

Entonces metí la cabeza dentro del auto, mirando el retrovisor por si acaso veía algún sujeto asomándose por la ventana donde saltó la chica, o incluso saliendo de la nave de Pescasana hasta vernos.

-Pues a lo mejor es hacer trampas... Pero que le follen a las reglas.- Dijo metiéndose en el coche como alma que lleva el diablo

En cuanto Arthur arrancó pudo ver por el retrovisor que había gente en la explanada de la nave. Por suerte, esperaba haber puesto suficiente distancia entre ellos para que no pudiesen relacionar el coche que se alejaba con la chica desaparecida. O eso esperaba.

La joven, sola en los asientos de atrás, plegó la rodilla para acercar el tobillo a sus manos. Agarró su pie con fuerza y con un brusco movimiento lo recolocó en su sitio con un chasquido seco. -Bendita osteopatia.- Murmuró. -Y yo que pensé que era un conocimiento que no necesitaba.

Miró a uno y a otro alternativamente con curiosidad. -¿Vosotros vais tambien a celebrar el cambio de ciclo? ¿O estáis haciendo una peregrinación hasta el Árbol?

- ¿Cambio de ciclo? - Preguntó Jesse extrañado. O aquella chica era una lunática, una mística o realmente sabía de lo que hablaba. - ¿El eclipse? ¿Te refieres a eso? ¿Qué árbol, de que hablas? - Le preguntó realmente extrañado.

Jesse empezaba a sospechar que aquella joven era más bien una alienígena o algo por el estilo. Había llamado templo a la nave de Pescasana, una "gente" le había traído a la fuerza en una furgoneta, ¿men in black? y ahora hablaba de cambios de ciclo y árboles a los que se debía peregrinar. Sin duda alguna era una extraterrestre o bien una fugada del psiquiátrico. También podía ser que los hombres de negro que decía que la habían raptado, fueran simplemente técnicos de ambulancia que la habían internado a la fuerza en un manicomio.

- Mira chica, no sabemos de que hablas. -Afirmó finalmente Jesse. - Sólo sé que ayer sucedió algo muy extraño en el centro comercial. Algo que tiene que ver con el eclipse y con seres de otro planeta u otra dimensión. - Tomó aire. Aquella chica sin duda podía ser la clave para entender muchas cosas. - Pero somos todo oídos para lo que tengas que contarnos... - Le invitó a que les iluminara con su sabiduría, mientras se giraba en el asiento delantero para verle la cara.

Una vez la chica se montó y comencé a conducir pude ver por el retrovisor a aquella gente que no pude reconocer. Sentí un miedo repentino, pero simplemente miraba hacia el frente esperando de que ese miedo no se reflejara en mi rostro, aunque tal vez por la distancia no podrían ver por el retrovisor y ver mi rostro... ¿O si?

Ya todo el asunto me estaba poniendo casi o más paranoico que Jesse, y eso no me gustaba, uno de los dos tendría que guardar la calma, mantener todo en orden, y creo que ese debería ser yo. Así que solo solté un leve suspiro, comenzando a desaparecer todos esos nervios, hasta que vi por el retrovisor a la chica, en el momento exacto que acomodó su pie. En eso di un pequeño sobresalto, frunciendo y contorsionando todo los músculos en mi rostro en una expresión de disgusto al ver aquello, al mismo tiempo que decía. -¡Ooooh mierda!- Luego sacudí la cabeza, tomando un bocado de aire nuevamente para conservar la calma mientras ella hacía aquella pregunta.

-Ah si Jesse, sobre eso...- Quise entrar un poco en la conversación, queriendo aclarar algo sobre los cambios de ciclo que hablaba. -No sé que tiene que ver, pero la dueña de las Brumas de Avalon creo que habló algo de eso cuando estaba, y tal vez mi mamá y sus amigas estén haciendo algo así. Cada Luna Llena o Nueva ellas hacen una oración o petición, para la buena fortuna, salud y esas cosas y según para eliminar Magia Blanca y Magia Negra que estén vinculadas a ellas. Pero eso de los ciclos trata sobre un planeta dando una vuelta por todos los signos zodiacales hasta llegar a su posición natal, por eso la Luna tarda un mes, el Sol un año y así con cada planeta... ¿O acaso me equivoco?- Pregunté, con un tono algo inseguro al final de mis palabras ya que era algo que acababa de recordar.

-¿De verdad hay un cambio de ciclo hoy?- Pregunté con curiosidad antes de voltear a verla rápidamente por encima de mi hombro a la chica, pero al escuchar la bocina de un auto desde lejos al frente mío rápidamente volteé para ver al frente, aferrándome al volante y volviendo al carril que correspondía, al parecer me había desviado un poco hacia el otro. -¡Perdón perdón! Ya estamos bien...-

La chca se rió divertida. -Estais tan confundidos,... como niños jugando al escondite.- Su risa era especialmente contagiosa. -Yo creo  que vuestro problema es que sabeis mucho... y eso no os deja sentir.

-No tengo nada que deciros, no tengo especiales conocimientos sobre todo lo que acontece. Solo una determinación.- Hizo una pequeña pausa mientras ordenaba sus pensamientos. Al fin y al cabo ellos le habían ayudado, así que ella podía permitirse revelar algo. -Si cerráis los ojos y sentís, os será evidente que hay un cambio de ciclo ¿No notáis que toda la naturaleza está conteniendo la respiración a la espera de los acontecimientos?- La chica cerro los ojos e inspiro ceremoniosamente.

-¡Mierda¡ ¡están siguiendonos!

Habían salido de la ciudad y estaban entrando en la zona de bosque anterior a  empezar el ascenso a la montaña. Unos segundos despues de las palabras de la chica, Arthur pudo ver por el retrovisor una furgoneta de reparto de la empresa aparecer por el camino a todo gas. Empezaba el camino de tierra que subía la montaña.

Por un momento Jesse cerró los ojos siguiendo las indicaciones de aquella chica. Quería sentir aquello de lo que hablaba, el cambio de ciclo como decía. Se concentró y empezó a buscar aquello de lo que hablaba. La naturaleza cambiando... Pero nada. O bien no era tan místico como aquella chica, o bien aquella chica simplemente estaba como un cencerro. También podía ser que no supiera sentir lo que tenía que sentir, o que lo sintiera sin saberlo o darse cuenta. Eran tantas las posibilidades y él estaba tan perdido...

- Me llamo Jesse. - Se presentó al fin. No recordaba haberlo hecho. - ¿Y tú eres...? - Dejó caer la pregunta.

Fue entonces cuando recibió un grito, una advertencia como respuesta. ¡Les estaban siguiendo! ¿Pero quienes? ¿Y por qué?

- ¡Oye! ¿Quién nos sigue? ¿Quién te busca? ¿Por qué? - Empezó a lanzar preguntas al aire. - ¿Qué coño pasa? ¡Joder! ¡Puedes confiar en nosotros!

Al principio me parecía un disparate, ¿Cerrar mis ojos? Ni loco, terminaría chocando o algo así... Ya empezaba a dudar si fue buena idea hacerle caso a Jesse cuando en realidad debí tomarlo del brazo y hacer que entrara al auto contra su voluntad. Pero apenas la chica dio esa advertencia, fue obvio que hice un gigantesco error al no hacerlo. -¡¿Qué?!- Grité mientras me comencé a alarmar, mirando por el retrovisor para así ver aquellas camionetas. -¡Mierda, no puede ser! ¡Ya estamos camino a la montaña, ¿En que mierda nos metiste Jesse?! ¡Nos acabamos de meter en un maldito lío al estilo de Hombres de Negro, pero en vez de quitarnos la memoria con un flash, lo harán con una bala!-

Ya empezaba a alterarme un poco, más de lo debido quizás, pero al menos era justificado. Sin saber exactamente que hacer solo aceleré, rezando por que hubiera algún camino para volver a la ciudad además de por el que ya íbamos. -¡Mierda mierda mierda!- Maldiciendo una y otra vez conducía por aquel camino de tierra, apretando el volante con todas mis fuerzas, viendo si acaso había alguna forma de perder los de vista.

-Esos cabrones no quieren que llegue a la cima a realizar el ritual. Solo puedo hacerlo hoy. Durante el eclipse. No sabía quienes eran ni porque me atraparon en cuanto llegué a la isla, pero en cuanto me metieron en su templo... puaj... ese edificio huele al pútrido dios del fondo. Aun siento arcadas. Creo que no me mataron porque esperaban que me uniera a su bando.- Lo dijo en un tono que dejaba bien claro que no iba a hacer tal cosa.

La chica se giró y miró hacia atrás con la energía de un niño pequeño. -¿Una bala? Mientras no suelten la bestia que llevan allí metida. Por los dioses, puedo oler su odio y la energía del pútrido desde aquí. Al menos será rápido, creo. Pero preferiría la bala.

Ofreció su mano a Jesse. -Me llamo Démeter Seed, encantada. Pero podéis llamarme Demmy.- dijo con un tono y sonrisa encantadores e infantiles, ajenos hasta la oposición con la forma de expresar que había mantenido hasta el segundo anterior.

La furgoneta empezó a acelerar sin importarle que el camino era ya una pista de tierra lleno de piedras.

Los dos chicos podían ver en el costado del vehículo a "pecezín" la mascota de la empresa, dibujada sosteniendo dos platos con sus aletas. Una de palitos de pescado y una fuente de gambas. Sus ojos antropoformizados les miraron con la fría indiferencia propia de un dibujo.

A diferencia de la chica que sentía terror al ver el dibujo (o lo que percibia al otro lado del costado de la furgoneta), los dos chicos se impresionaron más al ver al conductor y al copiloto. Esa era la anatomía propia de dos porteros de discoteca, no de dos repartidores.

La furgoneta llego tras ellos y se preparó para intentar adelantarles. ¿Pretendía cruzarseles delante o empujarles desde el costado? Solo "Pecezín" podría saberlo.

- ¿Qué ritual? - Exclamó nervioso. - ¿Qué bandos? - Alzó la voz nervioso. - ¿Qué pútrido? - Gritó todavía más fuerte. - ¿Quienes te raptaron? ¿De qué rayos hablas?

Estaba muy nervioso. Nunca antes había estado en una situación tan peligrosa. No al menos hasta la tarde del día anterior cuando aquellos zarcillos espaciales trataron de meterse en su cuerpo. No haría nada diferente a lo que hizo la tarde anterior. Escapar, huir, esconderse,  pero ahora no dependía de él, sino de la habilidad de Arthur para esquivar a aquellos psicópatas. Aunque difícil lo harían en la carretera de la montaña. 
 

- ¡Arthur, por tu madre, acelera!  - Le gritó entonces a su colega. Estaba a punto de entrar en pánico.  

-¡No metas a mi madre en esto Jesse! ¡No es momento!- Grité mientras volteaba a verlo por un momento. Tal vez no se refería a eso, pero igual los nervios me ganaban. -Y nada de puto acelerar, es hora de poner en práctica lo que aprendí de Grand Theft Auto.-

Entonces apreté el volante con todas las fuerzas. -¡Sujétense!- Grité, y al ver la furgoneta acercarse ya cerca de las llantas traseras presioné con fuerza el freno, para así ir disminuyendo rápidamente la velocidad y ver como la furgoneta ya nos empezó a rebasar. Entonces de un cambio rápido de palanca ahora apretaba el acelerador, comenzando a tomar velocidad, pero antes de que los de la furgoneta respondieran ya giré el volante contra ellos, para así chocarlos por la parte de las llantas de atrás, para ver si acaso lograba que se fueran hacia el otro lado lejos del camino o y chocaran, o con mucha suerte, se volcaran. -¡Tomen esto hijos de puta! ¡Aaaaaah!-

A bordo de la furgoneta el conductor daba por sentada su superioridad. La "enviada" a la que sus superiores tanto temían no parecía ser más que una niñata sin recursos y se había buscado como aliados dos críos de high school. ¿Que iban a hacer? ¿Afearle la conducta? ¿Llamar al jefe de estudios? Aquello era pan comido. Cuando él tenía la edad de aquellos tres ya sabia montar un fusil en un tiempo record y tenia varios muertos a su espalda, pero era otro país. Los estadounidenses, al menos los del norte, se le hacían muy blanditos y fáciles de matar. Sus dedos aferraron el arma de fuego mientras conducía con una sola mano. -No hará falta soltar... al bicho- Le dijo a su copiloto con tono de alivio. La criatura que llevaban atrás si que era capaz de hacer que dos mercenarios curtidos como ellos en toda clase de crímenes y atrocidades tuviesen pesadillas. Sus actuales patrones pagaban muy bien, pero les ponían los pelos de punta con toda su mierda ocultista.

Alcanzaron al turismo y empezaron a adelantarlo. -En cuanto les saque ventaja, me cruzo y los cosemos a tiros.- Anunció sin esperar la opinión ajena. Tampoco es que la esperase, en los dos años que trabajaba con el otro tipo no le había escuchado más de cinco palabras seguidas. Esta ocasión no fue una excepción a su mutismo. El otro simplemente asintió y agarró su propia arma.

Entonces el coche desapareció de su vista y sufrieron un empentón por detrás que podría haberles sacado del camino. Para desgracia de los dos jóvenes, aquel tipo estaba ducho en aquellas maniobras al volante. Rápidamente recuperó el control del vehículo mientras pronunciaba unas palabras malsonantes en su idioma natal. Volvió a adelantar al coche de la Señora Whitaker y accionó el freno de mano. Su acompañante negó con la cabeza. La sangre caliente nunca era una buena consejera.

Ambos vehículos chocaron. El coche embistió a la furgoneta por detrás haciendo que el parachoques y el radiador soltaran un quejido metálico. Los airbags de Jesse y Arthur se activaron mientras perdían el control del curso. La furgoneta dio un giro de 90 grados en el que estuvo a punto de volcar y se clavó en el suelo.

El conductor alzó el arma y disparó a través de la ventanilla. Un agujero circular apareció en la ventanilla de la furgoneta y en el parabrisas del coche. Pasó todo tan deprisa que los chicos apenas percibieron el dispar Tenían los oídos inundados con el sonido de la colisión y la vista bloqueada por el airbag.

-¡¡Aaahhhhhhh!!-La chica gritó en el asiento de atrás al sentir un latigazo de dolor.