Partida Rol por web

Viste en la lejanía más allá del cañón, un punto de luz totalmente minúsculo, a unos cien metros andando por el borde del cañón. Allí había una antorcha, y por ende alguien debía haber allí (con la oscuridad no lo veías bien). El caso es que la antorcha iluminaba un pequeño puentecillo de madera y cuerdas, que salvaba un trozo de cañón transversal al que tu estabas mirando.

Drake había divisado aquel minúsculo punto de luz a unos cien metros de donde se encontraba, lo que implicaba que debía de haber alguien cerca. No estaba muy seguro de que se tratase de Henry, puesto que no recordaba si el muchacho llevaba una antorcha cuando se había alejado, aunque quizá hubiera conseguido encender una al verse solo y perdido en medio de la selva.

Aun así, al explorador le extrañaba que Henry hubiese logrado llevar solo hasta allí. ¿Qué habría sido del joven? Con no muchas esperanzas de encontrarlo, decidió agacharse y caminar sigilosamente en dirección a la luz de la antorcha para cerciorarse de quién se hallaba tan cerca del puente.

Spaulding se detuvo en seco una vez entraron en el claro. Los pantalones bombachos le daban un ridículo aspecto aventurero. Mientras Daniel examinaba las pinturas no podía dejar de tener la sensación de sentirse observado. ¿Era aquello una trampa? ¿Dónde estaba todo el mundo?

-No os separéis, estos deben ser los peligrosos Awás -mordisqueaba su puro apagado con nerviosismo- quien sabe si acaso son caníbales -miró sus compañeros de hito en hito enarcando las pobladas cejas.

Las sombras de las casas se le antojaban fantasmagóricas, como barcos fantasma en un mar de siniestra vegetación, varados en el claro. Apretó al escopeta entre sus dedos y tragó saliva, tratando de disimular el pavor que le producía la situación.

Colleman miraba a su alrededor intentando mantener la calma y permaneciendo cerca de su esposa, -no deberíamos separarnos, hay algo extraño aquí. Esas hogueras no aguantarían mucho tempo encendidas sin atención, en cambio todo parece abandonado, es como si… es como si hubiéramos caído en una trampa para ratones- dijo esto último sin pensar y se arrepintió al instante, no quería causar alarma, ya había bastante tensión, pero él mismo empezaba a estar asustado.

Sr. Woodstock, tiene que calmarse, se oyeron ruidos justo en la otra dirección cuando usted salió corriendo, Drake ha ido hacía allí en busca de Henry, quizás deberíamos esperar aquí antes de separarnos más para que puedan encontrarnos- mientras decía esto observaba a Daniel, por alguna razón aquel no le parecía un buen momento para estudiar lo que fuera que buscara en esas pinturas, pero no dijo nada. El miedo estaba pensando por él.

Spaulding se acercó a Woodstock para examinar la expresión de su rostro.

-Deberíamos movernos, aquí en medio del claro somos presa fácil las afiladas lanzas de los Awás. ¿Qué lugar es este? ¿Se había topado antes con esto? ¡Reaccione hombre! -zarandeó al Dr. Woodstock tratando de no parecer el más aterrado del grupo antes de volver su atención al joven estudiante- joven Daniel no es momento de entretenerse, esos salvajes podrían volver en cualquier momento.

El sudor se agolpaba en sus pobladas cejas. Un sudor frío y tenaz.

Mientras te acercabas con cierto sigilo, las ramas de la selva tocaban tu cuerpo, y poco a poco podías ver una figura junto al fuego de una antorcha, al principio del puente. Se tratata, ahora más claramente, de un nativo Awás (su pintura en el cuerpo y ausencia casi total de vestimenta lo decía todo). Parecía estar haciendo guardia en ese lugar, en solitario.

Aunque no fue el primero en maravillarse de ver aquella ciudad iluminada por antorchas, sí que fue el primero en adentrarse hacia a ella. Daniel tenía su rifle a la espalda, y tras andar una decena de metros se acercó a uno de los edificios y comenzó a escudriñarlos. Sus conocimientos en historia americana no sólo englobaban las culturas de América del Sur, pero el joven algo sabía de esta zona.

Está claro que lo que ves son símbolos incas. Es extraño que haya asentamientos de tal tipo hoy en día y tan claros, y sobre todo en esta zona del amazonas, pero el caso es que es así. Tal vez, estudiado con más detenimiento, podría considerarse que habríais hecho con este descubrimiento una gran proeza.

Woodstock hizo lo mismo, siguió tras de Daniel, pero se separó un poco, llegando hasta otro edificio (una casa normal, en concreto), y comenzó a vislumbrar también sus paredes. Por otro lado Jeffrey fue más precavido. No había nadie en los alrededores (sólo las antorchas perfectamente dispuestas allí, a modo de iluminación, y eso le picaba, al menos, la curiosidad. Tenía el explorador su escopeta en alto, por lo que pudiera pasar, mientras sus compañeros miraban aquí y allá. 

Lejos de lo que pudiera parecer, el antropólogo no se ensimismó con aquel poblado ni con sus construcciones, aunque su oficio era desentrañar la cultura en lugares propicios y desconocidos como aquellos. Estaba pendiente más bien de guardar la precaución igual que Spaulding. Se acercó, junto con su mujer, hasta Woodstock para hablarle.

Es extraño, sí -decía sin dejar de mirar las paredes-, que no haya nadie no dejad e inquietarme. ¿Una trampa? -le preguntó a Leonard retóricamente-. No sé, espero que no, aunque bien es cierto que no es común que una comunidad deje así su hábitat. Además... Esto no es Aj Wakahu, la ciudad que buscamos... -confirmó-. ¿Qué opinas tú, Daniel?

Si no es Aj Wakahu, no sé por qué apostaría a que tampoco puede decirnos con exactitud que es, ¿me equivoco? señor Woodstock. -Leonard apretaba entre sus manos la lanza tribal, más que nada para ganar algo de seguridad ya que no disponía de ningún otro arma, se mantenía en grupo junto a su esposa y el prudente Spaulding sin dejar de escudriñar entre la maleza en busca de cualquier movimiento. Si definitivamente todo estaba en calma estaría encantado de poder echar un vistazo a esas pinturas y construcciones, le llamaba especialmente la atención lo que parecía a primer avista un espacio ritual, pero eso sería cuando se sintiese seguro y ni la situación, ni las mentiras de Woodstock le hacían sentir para nada a salvo.

Por más que miraba no lograba ver nada, así que empezo a caminar lentamente hacia el conjunto de piedras situado más al norte.

Drake observó a aquel indígena, quien por las pinturas de su cuerpo y la casi total ausencia de vestimenta sólo podía ser un Awá. El explorador no sabía por qué se encontraba aquel hombre haciendo guardia en ese puente y mucho menos por qué lo hacía en solitario, quedando tan vulnerable a posibles ataques si alguien le atacaba por la espalda.

El explorador no sabía si considerar a aquel Awá un enemigo o simplemente uno de tantos nativos de la zona que se hallaban molestos por la presencia del hombre blanco en sus tierras. Si bien era cierto que Woodstock les había indicado que los Awás eran el principal problema por el que ellos llevaban armas en la expedición, no olvidaba que habían sido los Awás quienes habían acabado salvando a Dunham del caimán.

Con aquel detalle en mente, Drake decidió avanzar sigilosamente en dirección al indígena, intentando mantenerse oculto entre los arbustos para observarle con detenimiento antes de saber cómo proceder. No pretendía atacarlo si comprobaba que no era hostil.

—No sé por qué demonios esto me recuerda a un poblado inca...—dijo el estudiante mientras acariciaba la culata de su rifle, ensimismado en todo lo que le rodeaba. —Los incas desaparecieron, pero entonces, ¿por qué todo parece que está habitado? O al menos lo estaba hasta hace muy poco tiempo. 

Guardó silencio, mirando al resto de sus compañeros...

Spaulding alcanzó al resto del grupo junto a los muros de las casas abandonadas, sin dejar de prestar atención al entorno, visiblemente nervioso.

-¿Así que Incas, mmm? ¿Sí, lo que pensaba? -enarcó las cejas mirando a Daniel- salvajes proclives a sacrificios humanos. Quizá se encuentren fuera a la caza de algún incauto. Espero que el Sr. Drake y ese joven estén bien.

Con mucho cuidado, se acercó a uno de los hogares parcialmente apagado y removió los restos de los rescoldos. Trataba de ver a ver si aun estaban calientes, como había hecho en su último libro Aventuras en el Congo con los restos de una hoguera ritual de los peligrosos Hitsies reductores de cabezas.

Si no es Aj Wakahu, no sé por qué apostaría a que tampoco puede decirnos con exactitud que es, ¿me equivoco? señor Woodstock.

¿Y usted? -replicó sorprendentemente Woodstock, girándose bastante ofuscado y hablando a Leonard-. ¿Puede acaso usted decirnos dónde estamos? Usted es el antropólogo, usted sabrá si es una ciudad sagrada o profana, una urbe de culto o un simple poblado... Ya me disculpé dias atrás por omitir la peligrosidad del viaje, no creo que deban todos -ahora mirando a todos- seguir fustigándome.

El profesor y aventurero se paró en seco, resopló y miró alrededor.

Perdona, Leonard -dijo ahora como abatido-. Perdona de veras; no quise... decir todo eso. Estoy nervioso por Henry, ¡lo habrán raptado!, y tampoco quiero creer que este lugar sea Aj Wahaku, pues los informes y los relatos detallan el lugar de majestuosidad... y esto parece sólo un poblado.

Leonard, entonces camino hacia la parte del poblado más al norte, donde había una especie de círculo de dólmenes que rodeaban una estructura a cierta altura, no mucha: un altar de sacrificios. Acto seguido, Daniel apuntó algo sobre los incas.

¿Los Incas?, ¿estás seguro? -Woodstock trató de encajar esa afirmación. Aquí, en medio de la selva... uhm... -sopesaba-. Exacto, todo está habitado, tal vez los pobladores actuales sean remanentes de la civilizacion inca, pero, ¿un lugar de tal cultura tan bien conservado lejos de su epicentro geográfico? Es extraño.

Cuando Jeffrey hizo el apunte de la caza, un terror sobrecogió a Woodstock.

Espero que no sea así, no podemos permitirnos ninguna baja -dijo el mecenas-. Entonces Spaulding comprobó, efectivamente, que los rescoldos de algunas chimeneas a las que se acercó estaban encendidos desde hacía poco (había brasas aún candentes). Estaba seguro que éstos había estado encendidos desde hacía menos de media hora.

Y cuando Leonard llegó al altar de sacrificio, antes de que pudiera estudiar con la mirada y escudriñar su descripción, oísteis todos un sonido gutural y profundo, y muy rítmico:

  ¡BOOM! Boom, ¡Boom!

¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
   ¡BOOM! Boom, ¡Boom!
          ¡BOOM! Boom, ¡Boom!        ¡BOOM! Boom, ¡Boom!                ¡BOOM! Boom, ¡Boom!
                                      ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
               ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
¡BOOM! Boom, ¡Boom!
        ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!

Tambores. Tambores procedente del sur, lejos del pueblo. Era como si la población se estuviera alejando del poblado, como si hubiera salido hacía poco y ahora tocaban tambores, y cada vez se oían menos. Tal vez llegaría un momento en que dejárais de oirlos.

Llegaste pues, agazapado como un jaguar en plena noche y jornada de caza, detrás de unos arbustos, justo detrás del tipo junto al puente. Sorprendentemente no te había oído, y estaba ensimismado, o eso parecía, en prestar atención a algo más allá del puente. Sólo con mirarle desde tu oculta posición (pocos metros detrás de él, tras la frondosidad de la selva), no podías saber si era hostil o no. Lo que sí percibiste, y éste lo percibió también, fue un sonido grave y gutural, que procedía de alguna parte del fondo del cañón:

 ¡BOOM! Boom, ¡Boom!

¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
   ¡BOOM! Boom, ¡Boom!
          ¡BOOM! Boom, ¡Boom!        ¡BOOM! Boom, ¡Boom!                ¡BOOM! Boom, ¡Boom!
                                      ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
               ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!
¡BOOM! Boom, ¡Boom!
        ¡BOOM! Boom, ¡Boom!¡BOOM! Boom, ¡Boom!

Tambores. Tambores no muy lejanos. El rítmico sonido hizo levantarse justamente al Awá, y éste, antorcha en mano, cruzó corriendo el puente. Desde tu posición veías la estela de iluminación que dejaba su antorcha a su paso: al cruzar el puente el terreno bajaba por el cañón por una rampa natura, bordeada de arbustos y más selva, y parecía un paso seguro para descender al lugar. En pocos segundos perderías al tipo de vista, tragado por la oscuridad de la noche, si permanecías allí.

El sonido de los tambores tomó por sorpresa a Drake, quien nunca hubiera esperado escuchar ese sonido a semejante proximidad. A juzgar por la reacción del Awá, todo apuntaba a que se trataba de los tambores de su poblado. Por lo que el explorador sabía de los indígenas, normalmente utilizaban los tambores para llamar a todos los posibles integrantes del poblado que estuvieran por la zona. Por lo general se hacía para convocar reuniones o rituales.

Eso hizo que Drake se temiera lo peor. ¿Y si en efecto habían sido los Awás quienes habían capturado a Daniel y ahora iban a deshacerse de él? Tenía que averiguar a qué se debía ese toque de tambores.

El explorador, tomando el rifle entre sus manos y agachándose ligeramente, decidió echar a correr tras el Awá y atravesar el puente, tras sus pasos.

Los primeros golpes de tambor paralizaron a Leonard por completo, su cara quedó pálida y no recuperó el aliento hasta que pudo comprobar que el sonido se alejaba. Solo entonces se sintió cómodo y se dispuso a estudiar detenidamente la formación de dólmenes, si cómo parecía era un altar de sacrificios, sería un motivo más de preocupación. Pero antes de eso intento calmar los ánimos de Woodstock, al fin y al cabo, ya no servía de nada seguir culpándole, ahora todos estaban metidos en esto y lo más razonable era dejar a un lado las diferencias y mantenerse unidos, sin duda de lo contrario los problemas no harían más que empeorar. -No se preocupe Woodstock, todos estamos bastante nerviosos, intentemos averiguar todo lo que podamos de este lugar mientras podamos. Si Drake no regresa pronto con su amigo habrá que tomar una decisión al respecto. - Entonces si empezó a estudiar con todo detenimiento la estructura mientras realizaba algunos bocetos y tomaba algunas notas, quizás estaban ante un descubrimiento de suma importancia, si demostraban la supervivencia de los incas más allá de lo que estaba aceptado por todos los círculos académicos el viaje ya habría merecido a pena. Y si se trataba de alguna tribu desconocida hasta entonces más aún.

Señor Daniel, ¿ha observado algo interesante en esas pinturas? - pregunto al joven cuando termino mi estudio.

Leonard se puso entonces a estudiar uno de los dólmenes, acercándose mucho a él, y examinándolo como sólo el podía hacerlo.

En uno de los dólmenes, una bestia se alzaba sobre un altar, todo dibujado sobre la piedra, y marcado como en cincel de hueso (muy tosco), y aquello te sorprendió; si bien es cierto que las culturas mesoamericanas hacía sacrificios, nunca osaban dibujar, a menos que fuera necesario o excepcional, la deidad a quien iba dirigida (y menos en fuera de un templo). Aquello te sorprendió, por lo que te fijaste sobremanera en la figura a la que parecían estar dedicando tres figuras un sacrificio: era un ser con alas cortas, cuello largo y manos pequeñas, pero con garras. Jamás habías visto tal descripción gráficas en culturas mesoamericanas. Ni tan siquiera la serpiente emplumada de los Aztecas, el dios Quetzalcoatl, se asemejaba a tal ser. Aquello era extraño. También viste, justo detrás de ese dólmen, otro grabado, una pequeña montaña, o tal vez un cañón geográfico, con la entrada de una cueva.