Partida Rol por web

El más pequeño de los atacantes cae al suelo, profundamente dormido, mientras que los otros dos se disponen a combatir, uno a distancia, con su pequeña ballesta, y el otro acercándose con una espada de tal tamaño que parece imposible que un hombre tan delgado sea capaz de blandirla. Zenda carga la ballesta con energía mágica, la sujeta la ballesta con ambas manos y aprieta el gatillo.

Sin comprobar el efecto del disparo, suelta el arma y desenvaina la cimitarra. Tiene más puntería que pericia en el combate cuerpo a cuerpo, pero una vez tiene a un oponente cerca, el deseo de combatir frente a frente, espada contra espada, es casi imposible de resistir para la joven keleshita.

Con una sonrisa y las mejillas coloradas por la emoción, Zenda se adelanta un paso, la mano izquiera retrasada y la derecha blandiendo la extraña cimitarra con la hoja paralela al suelo, tal y como le enseñó su madre diez años atrás. Todavía no lo tengo, madre, pero cada pelea estoy un poco más cerca.

Otro proyectil se ha desperdiciado con el ataque de Zenda. Se viene el contraataque del sujeto con el arma enorme de dos pasos y con un golpe ascendente se posiciona junto a Zenda y la ataca pero gracias a la protección de Marcus está puede esquivar el violento ataque.

MAPA

Todo pasó demasiado rápido, claramente eran Drows y algo más que parecía un enano, esas criaturas de la Infraoscuridad -¿Que demonios hacen tan cerca de la superficie? - Me preguntaba ve a la vez que veía como se desenvolvía el combate... La situación no me favorecía para hacer uso de mi pergamino, aún no... Con horror veo como el sujeto blande el enorme espadon hacia Zenda, por suerte  no logra impactarla, cosa que me alivia de momento...

-Zenda! retrocede atrás de Kosj, intentaré detenerlo, pero estas en mi camino...- Exclamé a la vez que desenvolvía el pergamino y esperaba a la mujer.

Una vez el peloblancucho este descarga su enorme espadón contra Zenda y veo fallar el golpe por lo que me envalentono lanzándome hacia delante con una voltereta con encima de mi hombro intentando esquivar al aparentemente hábil elfomoreno para abalanzarme sobre el que porta la ballesta a la velocidad del rayo, mientras una pequeña daga vuelve a aparecer en mi mano como si de un prestidigitador se tratase., buscando un punto débil entre sus ingles. 

Se me vuelve a resbalar la flecha. - ¡Joder! - se restriega el sudor de las manos en su pantalón y empieza a hablar en voz baja para si - no te pongas nervioso, eso lo hará peor. Pero es que son drows, los elfos oscuros son unos cabronazos... respira, respira - dice mientras lo hace, profundamente, intentando calmarse a pesar de los goterones de sudor que le caen de la frente.

El kóbold avanza valeroso o ingenuo contra quién está disparando y logra hacer algo de daño con sus cuchillos. Marcus no logra acertar un buen disparo, la frustración crece en él.

El ballestero hace un ágil movimiento hacia atrás, carga su ballesta y dispara contra el pequeño Kosj, quién con un rápido movimiento puede esquivar la flecha que casi lo atraviesa de lado a lado.

Nunca ha luchado contra alguien portando un arma de ese calibre. No es un arma ágil, y no se puede modificar su trayectoria una vez está en movimiento, por lo que no resulta difícil predecir por dónde va a pasar. Pero esquivar algo de ese tamaño no es fácil, y no se atreve a cruzar aceros, teme que el suyo salga volando por la fuerza del impacto.

tras esquivar un mandoble, Zenda vuelve a descargar su poder mágico en su arma. Ha agotado más de la mitad, pero debería ser suficiente para esta pelea. Mientras baila con el oscuro atacante, escucha la voz de Shade pidiéndole que retroceda y le deje paso libre para lanzar un hechizo. La mujer chasquea la lengua, disgustada, pero decide hacerle caso. Te estás exponiendo al espadón, espero que sepas lo que haces. Lanza un tajo demasiado amplio, que el oponente parece esquiva echándose hacia atrás, y retrocede de un salto para permitir que el mago haga su trabajo.

Shade estaba preparado, esperaba que Zenda respondiera a su petición, tenía su pergamino listo para ser lanzado.
Murmura unas palabras y apunta sus manos hacia los enemigos, como si los quisiera alcanzar y de sus manos brotan luces de todos los colores que alcanzan al sujeto con la Greatsword. Al cesar las luces el sujeto yace en el piso tumbado.

Intentando no dejarle escapatoría a ese sucio tirador me adelanto e intento darle otro certero golpe en la herida que le abrí antes entre las piernas. 

Avanzo para tener un tiro limpio mientras murmuro una pequeña plegaria - Erastil guía mi brazo - cargo la flecha e ignoro el sudor que cae de mi frente haciendo que mis ojos escuezan.

La flecha vuela certera, con todo mi odio y rabia por aquel ser depravado. Drows, ha oido historias ya desde crio para hacer que se acostara pronto. Duermete o vendrá el drow y te llevará. Solo el nombre de los de esa raza provoca temor y repulsión. Pero hoy y aquí va a haber uno menos de que preocuparse.

La flecha se entierra en el pecho del ser de aspecto élfico, el asta se entierra profundamente en la zona que debería estar el corazón.

Kosj vuelve a herir al ballestero con un rápido movimiento de su daga pero antes de que este pueda maldecir o contraatacar una flecha de Marcus lo impacta. La flecha entra por la cavidad ocular y de la fuerza que tiene logra penetrar la mitad del astil en el cráneo del adversario, el pequeño kóbold se tiene que cubrir rápidamente con su capa para evitar ser salpicado por la sangre.

Zenda maldice interiormente cuando el conjuro de Shade hace caer al luchador al suelo, inconsciente. Apenas habían intercambiado un par de espadazos, pero estaba completamente sumergida en el combate. Esa pelea era mía. El ballestero sigue enzarzado con Kosj, que lo ha herido varias veces con sus pequeños cuchillos, sin recibir daño. Zenda se prepara para cargar al combate cuando ve a Marcus pasar junto a ella con el arco tensado. El hombre deja volar una flecha que atraviesa el cráneo del último oponente en pie.

—¡Buen tiro! —felicita al clérigo, palmoteando.

El drow y el enano estarán fuera de combate durante unos cuantos segundos, pero no es conveniente perder tiempo.

—El pequeño no tardará en despertar —indica, señalando al enano, que sigue presa del sueño mágico, durmiendo como un tronco a pesar de lo ocurrido a su alrededor.

Se arrodilla junto al elfo, agarra el espadón y se lo pasa al compañero más cercano. No dispone de cuerda, y no les quedan grilletes de los esclavistas, por lo que decide improvisar con lo que tiene a mano. Le suelta el cinturón y le baja las calzas hasta debajo de las rodillas, impidiendo movimientos amplios de las piernas. Da la vuelta al cuerpo inconsciente y le sujeta las manos a la espalda con el cinturón. Una vez está suficientemente inmovilizado, registra el cuerpo, con especial atención en cualquier tipo de arma que pueda llevar oculta.

Recibí el espadon de manos de Zenda y lo arrastré como pude hasta apoyarlo contra la pared cavernosa...

- Aseguren pronto al enano, quedan pocos segundos de luz -

Agregué mientras me acercaba a Kosj para decirle...- Llevemos el cadaver hasta la salida de la caverna, dejemos que Zenda y Marcus se encarguen cada uno de los otros...-

Observé con algo de repulsión al Drow con la flecha incrustada en su ojo y lo tomé de los pies mientras me apuraba a arrastrarlo hasta la entrada de la caverna, recogiendo a mi paso la colosal arma que había dejado apoyada en la pared, descargándola sobre el cuerpo para arrastrarla también.

Cuando retiro mi capa y veo al ensangrentado ballestero en el suelo rápidamente me giro hacia el enano dormido poniendo una daga en su cuello con una maliciosa y feroz sonrisa en mis afilados dientes, hasta que oigo la voz de Shade, al cual miro con una mezcla de repulsión y odio al sacarme de mi estado casi de embriaguez...

- Que te ayude Marcus yo me ocuparé de este despreciable sssserrrr...- digo mientras paso mi bifida lengua por mi labios escamosos y la acerco al enano repugnante que ronca contra la fría losa del suelo. Del costado derecho de mi mochila cuelga una fina pero resistente cuerda perfectamente anudada, la deslio con presteza y comienzo a atar al pesado enano - No!- digo en voz alta- !!Marcus ayudame a mover a esssto!! ¡Pronto despertará!- digo con un tonto exigente, con ira desmesurada, concentrado en enlazar las manos correctamente y con fuerza, despues paso un nudo corredizo de las manos al cuello del enano aprentando a apenas unos grados de cortar la circulación, y luego a las piernas, concentrandome en anudar a la perfeccion y esperando que Marcus me eche una mano a mover al enano para atarlo correctamente o por si se despierta. Tras esto echo una ojeada por si lleva algún arma, u objeto extraño, arrevatarselo y ponerlo en un lugar más seguro.

Marcus también piensa en que atar a los enemigos es la prioridad, así que ayuda de buena gana a Kos. - Yo lo cacheo por si lleva armas y tu ve preparando con que atarlo - Cuando acaban piensa que todavía no saben que su compañero está muerto o desangrandose. Y o bien es otra posible fuente de información o bien pueden usarlo como farol, si les ven degollarle sin que sepan que es un cadaver seguramente les tomarán más en serio.

Así que tras examinar al ballestero repite la operación de atarlo con su cinturon ropas o lo que tenga a mano tanto sus pies como sus manos.

El furor del combate cae rápidamente cuando Marcus aniquila al ballestero que quedaba en pie. Luego todo se vuelve caótico cuando se ponen a atar e inspeccionar las posesiones de los enemigos. A los pocos segundos como bien predijo Zenda el enano comienza a moverse y a lanzar maldiciones que sólo Kosj entiende mientras se sacude hasta que se da cuenta que es inútil intentar escapar de los nudos del pequeño kóbold. El enano se ha calmado y no realiza movimientos ni habla, está muy sereno.

Ahora sigue todo más narrativo. Piensen que en unos pocos minutos empieza de a poco a tomar consciencia el otro drow.

—¿Quién lo diría? —comenta Zenda, tras enredar al drow con sus propias prendas—. Parece que eshto no se nos da del todo mal.

Tras mantener a raya y herir al ballestero hasta que la certera flecha de Marcus acabó con el combate, Kosj ha hecho un más que aceptable trabajo atando al enano. Zenda se acerca al hombre y comprueba que ha despertado, pero se mantiene estoicamente tranquilo. No espera que ninguno de los dos supervivientes puede contarles mucho sobre los esclavistas. No deben ser más que clientes, o quizás intermediarios que se arriesgan a viajar cerca de la superficie para obtener beneficios vendiendo en sus ciudades, poblados, o el tipo de asentamientos que sea normal en esas Tierras Oscuras. Por otro lado, los gnolls que huyeron de la caravana y, de acuerdo a lo comunicado por el kóbold, cayeron a manos de esos tres, podrían conservar algún indicio sobre la organización de los esclavistas en sus cadáveres. Tras lo que le ha revelado el registro, no puede permitirse dejar atrás ningún resquicio de información.

Conoce el conjuro utilizado por Shade, y sus luces no deberían tardar en apagarse,  a menos que el gnomo sea capaz de darles más potencia que ella, lo que debe reconocer que no sería una proeza. Ella no es todavía más que una diletante de la ciencia arcana. Antes de que se apaguen, extrae su segunda antorcha de la mochila y, con la ayuda del pedernal y un poco de yesca, la prende.

—Kosj diho que los había vishto matar a  unos gnolls —dice a sus compañeros—. No eshpero encontrar nada, pero puede que se llevaran algo que nosh sea de utilidad en la inveshtigación. Ya que hemos llegado hashta aquí, me gustaría comprobarlo. Voy a echar un vishtazo, será un momento. Tened cuidado con el drow, atadlo mehor si podéis.

Cuando se disponía a internarse más profundamente en la cueva, se fija en los ojos de KosjOthDaraxtrix, entrecerrados para protegerse de la luz. 

—Kosj —llama al kóbold—, tú ves en la oshcuridad, ¿puedes echarme una mano?