Partida Rol por web

Antes de que Ibb pueda partir en busca de la otra criada, esta aparece al lado de la Reina, ya que solo se alejaba de ella cuando tenía que cumplir con los encargos que le mandaba - Aquí estoy, Majestad, ¿Que necesitáis?

- Rita: harás saber a la dama Eleanor que Su Alteza la Reina ha dispuesto que, en adelante, la dama Eleanor formará parte de Su séquito, y no lo hará más del séquito de la Princesa Elizabeth. Ve, y haz lo que tu Reina te manda - dice la Reina en tono de indiferencia.

- Y cuando termines, haz saber al Maestre que continuaremos nuestra partida de ajedrez en cuanto la fiesta acabe. Su Alteza la Reina arde en deseos de culminar su último movimiento - añade, aún dirigiéndose a Rita pero contemplando a Ibb con sus grandes ojos castaños.

- Interrogaré al viejo sobre Eleanor. Tiene edad para ser su abuelo, y ni siquiera creo que su hombría aún funcione; pero si ha intentado tratarla carnalmente, le obligaré a beber ricino.

- Después, empezaré a convencerle de que Uthor ha enloquecido y está paranoico. Lo cual no dista mucho de la verdad.

- ¿Tendrá venenos el viejo? Debería enterarme...

- Así lo haré, Majestad - responde Rita, tan diligente como siempre, antes de separarse del grupo para ir a cumplir la tarea.

Una de las criadas de la Reina, Rita, se acerca a lady Eleanor y la aparta un poco del barullo principal para hablarle en privado. Una vez concluye con la joven dama, repite el mismo procedimiento con el Gran Maestre.

Rita, la criada de la Reina, te aparta unos instantes de aquellos con los que hablas - Mi señora. Su Majestad la Reina Anne me ha indicado que os comunique que a partir de ahora formaréis parte de su séquito, y no del de la princesa - te informa antes de despedirse con una leve reverencia.

Rita, la criada de la Reina, se te vuelve a acercar y te aparta un poco de aquelos con los que hablas para decirte algo en privado - Su Majestad la Reina quiere que os informe de que quierecontinuar con vuestra partida de ajedrez en cuanto la fiesta acabe. Su Alteza arde en deseos de culminar su último movimiento - te informa antes de despedirse con una leve reverencia.

El mozo, pillado por sorpresa, apenas tuvo tiempo de ver cómo Kurr se fijaba en él y ya tenía puesta su fuerte mano como una tenaza que lo apresaba con firmeza.

Así, Edmund no tuvo más opción que seguirlo y, aunque por un instante miró por encima del hombro buscando una ayuda que no llegaría, agachar la vista en gesto apesadumbrado y esperar que la fiesta no terminara para él peor de lo que había empezado.

Cuando escuchó las palabras del capitán su gesto se torció en una mezcla de risa y tensión acumulada.

- Por las barbas de mi abuela, Kurr, creí de veras que el rey iba a pagar conmigo su acidez de estómago. - Suspiró y ya más relajado se dio cuenta de la importancia de lo que el capitán le decía. No solo vería a Uthor, ¡sino que sería el primero en ser recibido en audiencia!

Ciertamente aquello podía no gustar demasiado a algunos nobles, y haría bien en no mostrar más alegría de lo debido. Pero aquello llegaría por la mañana, en ese momento el mozo de cuadras estaba dispuesto a disfrutar de la fiesta y de su suerte.

- Bien os lo agradezco, me hacéis un gran honor. - Pensó en el modo de compensarlo, pero no se le ocurrió qué podría ofrecer a cambio de aquel gesto al guardia. - Espero que eso no irrite a Uthor contra vos. Yo por mi parte prometo comportarme como es debido - acompañó su promesa con un gesto decidido de sus dedos - Disfrutad vos también, siempre a vuestra disposición para lo que necesitéis...

Tras su breve charla con Kurr, el mozo de cuadras se acercó a la mesa más próxima caminando sin rumbo entre los invitados y buscó una copa de vino que llevarse a la boca. El Príncipe parecía disupuesto a tocar su violín y eso sin duda animaría a la gente. Quien sabe, tal vez incluso pudiera bailar con una dama y la noche no terminara del todo mal, después de todo.

Tras acabar la conversación con maese O' conell y alzar mi copa secundando el brindis a la salud del monarca, decido levantarme y acercarme tambien al capitán de la guardia.

Rita me dice algo y asiento con la cabeza. Miro hacia la mesa real y vuelvo a asentir, pero esta vez con solemnidad. Tras esto me dirijo hacia Jarre, que se encuentra en una de las mesas más alejadas.

Cuando el príncipe se colocó en el centro de la sala con su violín, Eleanor se apresuró en abrirse hueco entre la multitud para escucharlo. Su advertencia había sido sincera, la música sonaba extraña y casi incoherente en sus oídos. Pero, claro, qué sabría ella de música. Eleanor se decantaba por otras artes, como la pintura.

Una vez terminada la canción, la muchacha comenzó a dirigirse hacia Dionisyos para felicitarle por su actuación cuando Rita, la criada, reclamó su atención. -Muchas gracias, Rita -despidió a la mujer. Se acercó entonces a la reina Anne, dedicándole una reverencia. -Alteza -la saludó. -¿Hay algo en lo que pueda seros de ayuda? 

-Majestad -me despido de la reina, con una reverencia, viendo que la tal Eleanor se ha acercado al fin, y que mis servicios no son requeridos.

Una vez cumplidos todos mis mandatos, no sé muy bien qué hacer, así que decido aproximarme al maestre, quien está hablando con Jarre. Le hago una breve reverencia, y, con la cabeza gacha, le murmuro.

-¿Podemos hablar un momento en privado, maestre?

Enzo alzó la copa y brindó por su majestar el Rey Uthor, aunque apenas sí bebió un sorbo de vino. Seguía sin gustarle el sabor de aquella bebida que a todo el mundo le encantaba, ¡vaya usted a saber por qué!

Y con el brindis finalizado y la gente organizándose para reservar una audiencia con el rey, el bufón pensó en ponerse en marcha para realizar una actuación más con el objetivo de entretener a los invitados durante el tiempo que restara de banquete. Sin embargo, el Príncipe se le adelantó, pues Ibb había regresado trayendo su amadísimo violín. Y todos los habitantes del castillo sabían que sólo había una cosa que Dyonisos amase más que las mujeres: más mujeres. Bueno, y tocar el violín.

Enzo se sentó en su sitio mientras observaba la interpretación del príncipe. Desde luego, muy imbécil había que ser para negar el evidente talento que mostraba el joven. Acariciaba las cuerdas del instrumento con tanta delicadeza y precisión que casi parecía estar haciéndole el amor más que tocando música con él. Y el resultado no podía sonar mejor.

Cuando terminó, el bufón se levantó para aplaudir ruidosamente.

 -¡Bravo alteza! ¡Bravo! Habéis conseguido que mi corazón lata tan desbocadamente como el de una muchacha a punto de ser desflorada. Oh, ¿queréis que os arroje mis calzas como símbolo de mi admiración? Os aseguro que están perfectamente limpias de esta mañana.

Y nada más decir aquello, Enzo comenzó a reír a carcajada limpia.

Llamar "bella amante" a un instrumento me enternece el corazón. Seguro que si mi tutora hubiera estado aquí, se hubiera emocionado. Pero el tocar una pieza musical tan osada aún llama más mi atención, no obstante como todos se han arremolinado alrededor me siento en una esquina simplemente a observar las reacciones a la música en los distintos rostros. 

Al cesar la música me acercaré a la reina. a realizar una petición. 

Jarre había quedado tan absorto escuchando la actuación del príncipe que tarda unos momentos en reaccionar a tu llamada - ¿Si, Maestre? ¿Necesitáis algo?

Aplaudí ante la actuación de mi querido hermano, siempre lograba sorprenderme, esta vez por medio de la canción con la que nos deleitó, por un momento me dejé llevar por la melodía, fuera de aquel Castillo, lejos de mis obligaciones y fue realmente maravilloso.

Cuando ví que había terminado decidí acercarme a él para susurrarle algo...

- Me has dejado maravillada con tu música, como siempre, pero esta vez, me has vuelto a impresionar, te felicito hermano.

Te sonrío sinceramente.

- Por cierto, ¿recuerdas lo que estuvimos hablando con respecto a Eleanor? Ya he zanjado el tema, más o menos...