Partida Rol por web

Alzo mi copa junto con la princesa que se encuentra a mi lado, apenas sí mojo mis labios con el dulce vino. Y prosigo mi conversación en privado con la joven dama. Pues no creo que mi conversación sea adecuada para el rey y no quiero ofenderle imponiendole mi presencia. 

Jarre se había mostrado algo retraido durante el banquete. Estaba sentado junto a Edmund y Artai en la mesa destinada a aquellos que no tenían el rango necesario como para ser considerados parte del banquetem aunque estuvieran allí en la misma sala como una muestra de cortesía y gentileza de los reyes.

No sabía que había hecho al Maestre llegar tarde al banquete, seguramente habría olvidado algo de su despacho, aunque le extrañaba que no lo hubiera enviado a él a buscarlo. Escuchó el relato y la canción de Enzo y aplaudió como todos, al igual que brindó junto al resto tras el cotro discurso del Rey Uthor. Se inclinó un poco sobre la mesa para que solo pudieran oírlo sus compañeros de fatigas, ya que los tres eran sirvientes de un respectivo amo.

- Hacía tiempo que no tenía lugar una celeberación como esta, no me importaría que nos dieran tanta comida con más frecuencia - aunque no fuera de tanta calidad o variedad como la de los nobles y reyes, seguía teniendo ese toque que le daba la cocinera Maudette a todo, y estaba exquisito - Eh, Artai, estás muy distraído. ¿Otra vez el capellán te ha hecho quedarte hasta tarde con tus tareas?

Al igual que todos los presentes, Eleanor levantó su copa, imitando el gesto de la monarca. Para terminar el brindis, dedicó una sonrisa helada a la princesa y a la dama que la acompañaba. De algún modo, aquella mujer se le antojaba terriblemente hostil. La muchacha se levantó de su silla y se acercó a Kurr, el capitán de la Guardia. Sentía cierto aprecio por aquel hombre: siempre serio y centrado en su trabajo. En cierta parte, le recordaba a ella misma. 

Allí estaba ya el comerciante, Ivan O'Conell. No podía decir que sintiera la misma admiración por su profesión. Sin embargo, Eleanor sabía dónde se encontraba, y cuál era el papel que le había tocado representar como hija de unos nobles. Dibujó en su rostro una sonrisa e inició con el hombre una conversación cordial.

-Mucho gusto. Mi nombre es Eleanor -se presentó. -Me han hablado maravillas de vuestros productos -mintió. Se cazan más moscas con miel que con vinagre, y siempre era de agrado contar con el favor de un comerciante. Tras aquel breve intercambio de presentación, la chica se acercó a O'Conell para continuar su conversación. 

-Mi señor -continuó Eleanor, en susurros- el Gran Maestre me ha comunicado su voluntad de reunirse con vos en sus aposentos. Si no os es inconveniente, creo que le encantaría que acudierais cuando os fuera posible. 

Sonrío ante sus palabras, ¿amor?, difícil...

- Mis padres... creo que se amaron sí, pero ahora no lo sé, mi padre no es el que era, pero creo que se tienen respeto y admiración, son una buena pareja, en cuanto a mi... no sé que es el amor ni si alguna vez lo sentiré, pero mi posición exige a alguien de alta alcurnia y con alguien así me casaré. En cuanto a vos, puedo ayudaros en eso, elegid sabiamente y yo misma os recomendaré.- bajo aún más la voz - ¿os lleváis mal con mi dama de compañía?, me ha parecido verla enfadada conmigo por hablaros y eso es algo que no voy a tolerar...

Entro en la sala del banquete y ocupo el lugar que por protocolo me corresponde, sentándose a mi lado una bella dama, Lady Katherine, que no tarda en dirigirse a mi.

-Si, mi lady, había venido en ocasiones anteriores acompañando a mi difunto padre. ¿Y vos? ¿Acaso es vuestra primera visita? Supongo que la reina y la princesa no os invitan por temor a que vuestra belleza eclipse la suya, pero yo creo que cuantas más bellezas se junten en un lugar, con más intensidad brilláis.

Hago un gesto con la cabeza, sonriente. Empiezo a degustar la comida, conversando animadamente.

Veo los movimientos de la gente, la actuación del fastidioso bufón, observo al Rey. Parece enfadado, pero claro, siempre parece enfadado.

Cuando el comerciante ofrece un brindis por nuestro bienamado rey, no dudo en alzar la copa y brindar por él.

Tras la historia, una canción de Enzo animó la fiesta, y bien que lo logró, pues hasta el Rey pareció por unos momentos más cercano a todos, y ofreció una ocasión difícil de hallar de otro modo. Podría presentarle sus respetos y agradecerle sus desvelos en persona, así que Edmund se unió, esta vez silencioso y humilde, al brindis por el monarca, alzando su copa.

Jarre el aprendiz pareció despertar de su hosco silencio durante toda la comida y Edmund solo pudo estar de acuerdo: tenía su panza bien llena y con gusto echaría una buena siesta en alguna fresca sombra del patio. Aunque seguramente pronto debería volver a sus establos.

Cuando el Príncipe se aproximó por las mesas, Edmund aprovechó para agradecerle su ayuda en el pequeño incidente de la recepción. Lo saludó con amabilidad y una vez puesto en pie, aprovechó para acercarse a Kurr, esperando su turno para lograr él también un hueco en la lista del Rey Uthor. Seguramente, se dijo, tras aquel trámite todos quedarían libres para abandonar el salón.

¿Eleanor decís? Desconozco que pudiera tener en mi contra, apenas hoy es la primera vez que la veo y no he intercambiado casi palabras con ella. Pero mi señora no os disgustéis por mi causa, no soy tan importante. 

Voy a hablar con la reina si queréis, a ver si ahora nos permiten salir. 

- Muchas gracias querida Katherine, no le digáis a mi madre que váis de mi parte, pero sería de agradecer la información, yo también tengo que hablar con ella, quiero pedirle consejo acerca de lo que os he comentado de Eleanor. Me habéis caído muy bien, volveremos a conversar pronto, es más te invito a que cuando quieras me acompañes en mis labores de costura.

Te guiño un ojo y me levanto.

Termino mi conversación con Lady Katherine, aún afligida por la presión en mi pecho, y me acerco a mi madre para susurrarle algo...

- Madre, necesito de vuestros consejos, hay algo que no puedo dejar pasar y no sé muy bien como actuar, sabéis que admiro como actuáis siempre, nunca erráis, por ello... ¿puedo contaros en un momento lo que me ocurre?.

Mi cara es sincera.

- Si nunca me equivocase, niña, no estaría casada con vuestro padre y vos ni siquiera existiríais se dijo Anne para sí.

- Por supuesto, Liz, querida. Hablemos dice la Reina, mientras conduce a la Princesa hasta un rincón más discreto, tomándola delicadamente por el codo.

Mientras lo hace, no deja de mirar a Eleanor.

- Decidme, pues, ¿qué os aflige? ¿Qué ocurre? susurra Anne, mirando a los ojos de su hija.

-Madre, algo le sucede a Eleanor, ¿habéis visto como me ha mirado en el brindis? Es como si le hubiese sentado mal que mantuviese una conversación privada con Lady Katherine, no me parece un comportamiento para nada tolerable, además creo que me ha mentido, os cuento, antes, cuando estábamos en el Salón del Trono no se si habéis notado que recibía órdenes del Gran Maestre, yo por curiosidad le he preguntado por ello. Pues bien, su respuesta ha sido que buscaba algo para oler mejor, ¿del Gran Maestre? ¿acaso me toma por tonta?, no sé madre, estoy bastante afligida, después de lo bien que la he tratado, de todo lo que he hecho por ella...

Su tono de voz es bastante bajo, le preocupa que alguien la oiga.

Permanecí sentado en la misma de la familia real, en silencio, y únicamente alcé mi copa tras el discurso del rey Uther y el brindis de Ivan O'Conell en favor de una larga salud para el monarca. No dejaba de ser algo que desearía cualquier leal al rey, aunque por experiencia sabía que, la mayoría de las veces, las lisonjerías solo eran un intento por ganarse el favor de los superiores. Esperaba que los deseos de lord O'Conell fueran sinceros.

O'Conell se me acercó para solicitarme una audiencia con el rey, pero en ese instante se aproximó Lady Eleanor y, tras el intercambio de unas cuantas palabras, el comerciante se alejó junto a la doncella, sin que yo pudiera concretarle nada sobre su cita con el rey. Me incorporé para ir tras de él, cuando vi que Edmund también se me había acercado.

-Mozo, voy a hablar con lord O'Conell. Si tú también quieres una audiencia con el rey, ven conmigo y concretaremos el orden de visita.

Sin más, me alejo de la mesa para dirigirme hasta O'Conell y Eleanor.

Me acerqué a Ivan O'Conell, quien se había apartado junto a Lady Eleanor. Mi mano estaba cerca de la espada, siempre presto a desenvainarla si viera en el salón una situación de peligro.

-Lady Eleanor, esta noche estáis muy hermosa -declaré, con mi perpetua expresión de seriedad, haciendo una leve reverencia a la muchacha-. Sin duda, tenéis el porte de una gran dama. -Me volví hacia O'Conell-. Lord O'Conell, me temo que no hemos concretado cuál sería su turno. ¿Qué le parecería ser el segundo en reunirse con el monarca en las audiencias de mañana?

Brindo por nuestro Rey junto a todos los presentes. Me da qué pensar la oferta de su Majestad, no suele ser tan abierto y ya es difícil conseguir una audiencia siendo de alta cuna, ésta es una ocasión que no deben desperdiciar los presentes. Aún así hay algo que no termina de convencerme, debe tener algo en mente. Sea lo que sea intentaré estar a la altura en caso de que necesite mi consejo.

Cuando la Reina se levanta, deja su sillón libre, y veo directamente al Rey. Su Majestad la Reina se va sin terminar nuestra conversación, dejándome con algunas dudas, que espero resolver más tarde. El Rey mira a sus súbditos, y respira con dificultad. Creo que hay algo que le aflige. Me inclino sobre el asiento de la Reina, vacío, y dirijo unas palabras a Su Majestad el Rey.

- Majestad, ¿os encontráis bien? Espero que el peso de esa corona y esas voluptuosas ropas no os supongan un problema. Si necesitáis de mi consejo o ayuda en estos momentos bien sabéis que podéis contar con mis años de experiencia en la Corte.