Partida Rol por web

-En ese caso, deberéis hacer penitencias, jovencita.-

Piensa levemente.

-Rezar, por supuesto, pero también venir a la catedral, a ayudar en lo posible.-

-Estáis de acuerdo?-

-¿En la Catedral? Por Dios, si se ha hablado de excomulgarme... a alguien le va a dar algo- pienso mientras jugueteo con mis manos.

-Claro, pero no me pidais mucho esfuerzo, porque no podré hacerlo. ¿Qué tipo de ayuda esperais que preste?. Ultimamente tengo demasiado tiempo libre, y los bordados, bailes y libros ya no son suficientes para llenarlo. Me vendrá bien ocuparme en algo- digo.

-Digamos...ayudante del obispo. Tranquila, no requerirá mucho esfuerzo, normalmente.-

El tono divertido es patente.

-Bien hija, hemos terminado.-

-Ayudante del Obispo es un título poco preciso- respondo - ye veremos en qué consiste, pero os aviso de que no pienso limpiar- bromeo saliendo del confesionario.

Por primera vez salgo de él con una sonrisa. Desde luego el obispo será mi nuevo confesor. Con él es mucho más divertido.

-Me retiro a mis aposentos, debo descansar. Tened un buen día, Obispo-me despido de él.

Si bien al principio me dirijo hacia mis estancias, de camino cambio de opinión. Ya que tengo que hablar con el Rey, lo haré ahora mismo. Ante la puerta de su despacho, peto suavemente la puerta.

El ayuda de cámara, de guardia junto a la puerta, detiene tu mano justo antes de que golpees.

-Lady Eileen...El rey no está..visible me temo.-

Te separa de la puerta con delicadeza.

-Tengo órden de no dejar pasar a nadie, lo siento.-

¿Se escuchan risas de mujer desde dentro?

-Muchas gracias por avisar. Me gustaría que avisases a Su Majestad de que tengo que hablar con él. Es... bastante urgente- digo al amable ayuda de cámara.

Salgo hacia mi cuarto mordiéndome el labio. 

-Si que ha sido breve. Años de entrenamientos, lecturas, clases, cuidados... para unos pocos meses de romance. Tal vez sólo sean imaginaciones mías y simplemente no desee ser molestado- pienso mientras regreso.

Pero una vez más cambio de opinión. Se acerca la hora de la cena, y debería cambiarme. Pero en cambio salgo a dar un solitario paseo por los jardines de palacio. Paso por las cocinas para coger un poco de pan seco y voy a dar de comer a los patos, intentando librarme de la melancolía.

-¿Lady Eileen?- te llama la bella joven.

-El rey me envía, desea hablar con vos.-

¿Qué clase de bromas es esa? Mandar a su puta a llamar a su amante....

Ella te mira con una sonrisa perfecta y ¿Malicia en los ojos?

Tal vez lo imagines...

Le sonrío a la que supongo que será la nueva amante del Rey. Al menos es bella, eso hace que las cosas sean menos humillantes.

-Gracias Lady Gywana, sois muy amable- digo devolviéndole la sonrisa- si me disculpais...-

Me levanto y me retiro. Cortés y correcta, como siempre. Pero si, los celos están ahí, sin duda. Me encamino hacia los aposentos del Rey. Debería pasar a cambiarme de ropa antes, pero estoy inquieta. Además, este vestido deja claro el aumento de mis pechos. Eso siempre es un punto a mi favor. Me pieno por el camino, el viento me ha sonrojado las mejillas y revuelto los rizos. Tras petar en la puerta, entro en los aposentos de Rey. Saludo con una suave genuflexión.

-Buenas tardes, mi señor-

-Eileen, cariño, ven aquí.- se palmea la pierna.

-Hoy no he tenido tiempo para casi nada...dichosas reuniones. ¿Cómo estás?-

Muerde juguetonamente la parte visible de tus pechos.

Sonrío en cuanto lo veo, como siempre. Tan seductor, tan atractivo.... Me siento en sus rodillas, rodeando su cuello con mis finos brazos. Gimo cuando muerde la parte de mi pecho que está al descubierto. Me da igual lo que pase, lo que digan los rumores, con quien se acueste... mientras no me repudie, seré suya.

-Estoy bien, siento que esteis tan atareado. Os extraño- admito enrojeciendo un poco.

Los días y noches no son lo mismo sin él. Extraño los paseos, las cenas, el sexo... lo extraño a él. Lo beso, un beso largo, húmedo... cuando separo sus labios de los míos, noto sus necesidades tanto como las mías. Pero hoy eso tendrá que esperar.

-Estoy encinta- susurro un poco nerviosa.

Sus ojos se abren por la sorpresa...y sus "necesidades" desaparecen al momento, lo notas. O más bien dejas de notar.

-Vaya..no me lo esperaba. ¿Te encuentras bien? ¿Qué vas a hacer?-

Está bastante nervioso.

Lo miro completamente perdida.

-¿Cómo que no te lo esperabas?. Llevamos meses haciendo el amor varias veces al día, el milagro es que no sucediese antes. ¿Qué es esto?- pienso asustada.

-Si, estoy bien. Gracias por preguntar- digo mientras me levanto con suavidad de sus rodillas.

Esperaba muchas reacciones, pero no un "¿qué vas a hacer?". Al incorporarme, pongo las manos tras la espalda, para que no se note lo nerviosa que estoy. Algo que sin duda realza mis hinchados pecho, algo de lo que nisiquiera soy consciente.

-Haré... haré lo que digas- contesto ante su pregunta, mirando hacia el suelo preocupada.

-Claro que si, de eso no hay duda. Pero me gustaría saber que querrías hacer tú.-

Los nervios han ido desapareciendo ahora sus ojos son...frios. Duros y frios.

No me gusta como me mira, nunca lo había hecho así. Llevo tanto tiempo sin pensar en lo que deseo, que me cuesta un poco contestar.

-¿De veras quiero tener este bebé?- reflexiono. Desde las primeras sospechas, siempre tuve claro que nacería, nunca pensé en otra cosa. He pensado en como sería, como lo llamaría, sus ojos. Si claro que quiero tener.

Miro a los ojos a mi amante, a pesar de su frialdad, y contesto con firmeza.

-Quiero a este niño, quiero tenerlo- digo con decisión.

Suspira.

-Eso me pone en un aprieto Eileen. No puedo permitirme un hijo bastardo. Las relaciones con la iglesia no son buenas ahora me temo.-

Te mira largamente.

-Pero has sido amable y obediente. Debo recompensarte.-

Tal y como lo ha dicho...parece como el que premia a un perro por tumbarse bocarriba...

-Si quereis tener al niño, deberá ser en secreto. Lejos de la corte. A la cual él jamás podrá venir. Puedo arreglar eso.-

Suspiro.

 -No, lo que no puedes permitirte es uno más, querido. Bien, Paul, al menos los dos somos sinceros- pienso deseando que esta conversación acabe de una vez. Asiento a sus palabras.

-Me parece bien. Me iré de la Corte. Gracias- contesto con brevedad.

No tengo muchas más opciones, y él parece má que dispuesto a que las cosas sean así. Sin embargo, por mucho que lo intento, no puedo disimular lo triste que me siento. No quiero dejarlo, ni que me deje. Podría perder al niño y quedarme a su lado, pero se que poco a poco me dejará atrás. Porque eso es lo que hacen los reyes. Parpadeo para contener las lágrimas.

-Me parece bien, perder a un niño no suele ser bueno para la madre.-

Se ha levantado y tiene la palma de su mano en tu mejilla...de alguna manera estais apoyados contra la estantería del lateral, junto a la ventana....sus dedos tiran de los cordones de tu vestido mientras sus labios recorren tu busto y tu cuello.

-Claro que te parece bien... Maldito seas- pienso mientras meto mis manos debajo de su camisa, arañándolo suavemente. Gimo con cada una de sus caricias.

Dejo caer una única y estúpida lágrima. El triste lamento de una niña tonta enamorada de alguien para la que no es más que un juguete. Posiblemente esta sea la última vez que nos acostemos, asique la disfruto y la alargo todo lo que puedo usando los trucos que he aprendido en esa misma cama. Besos, caricias, movimientos y posturas... una digna despedida.

Cuando terminamos, le doy un largo beso. Uno que sabe a despedida.

Tras la larga sesión, acabais como empezais, apoyados junto a la ventana.

-Mi hermana...que bella es ¿verdad?-

Por la ventana se la ve en el jardín, paseando sola.

-Voy a prometerla con el zar Nicholai. Ella aún no lo sabe...se le acaba la vida de libertinaje que lleva.-

El zar es famoso por ser muy estricto, sus dos esposas anteriores murieron. Los rumores insinuan que le ponian los cuernos...

Al levantarme de la cama rodeo el cuerpo  con una sábana y me acerco al Rey. La Princesa pasea por los jardines con rostro apacible.

Escucho las palabras de Paul mientras jugueteo con uno de mis rizos. Hablar de política con él siempre ha sido un arma de doble filo, sobre todo porque no esperaba encontrarse con una amante capacitada para argumentar sobre esos temas.

-Seguramente esperaba que sonriese, bailase, tocase uno o dos instrumentos y que esan fuesen todas mis habilidades. Tal vez ese haya sido mi punto débil-

-Si, es una mujer realmente bella. ¿La vas a casar con el Zar?. No recordaba que una alianza con él fuese especialmente provechosa. ¿Han cambiado las cosas o sólo buscas castigar a tu hermana por algo?- respongo.

-¿Vida de libertinaje?. Querido, seguro que no es ni la mitad de libertina que tú-