Partida Rol por web

Calmantes montes alicantes pintos pájaros cantantes.  -dijo Tolomeo a la señorita de la espada. 

Vayamos a deliberar. 

Se giró a sus nuevos compañeros de fortunio.   Para empezar, mi nombre es Tolomeo Tolomei, hombre de montaña, del vecino reino de Hendell.  He recorrido los picos de los Yermos Gélidos más de una vez.  No es empresa fácil pero podré servirles de guía pues conozco los mapas estelares como la palma de mi mano.  Siempre y cuando podamos ver el cielo, sabremos donde estamos. 

Sobre la oferta de dinero, creo que es lo mejor que conseguiremos del señor anticuario.  Por mi, podemos aceptarla ya.  Sólo añadiría la cláusula de que, de probar ser algo maléfico, nos reservamos el derecho a destruir los huesos.

Cuando el pasante intenta alejarse, empezó a hablar. Además, no le dejó al tipejo esperpéntico acercarse a recuperar su bolsa. Su espada era un buen acicate hacia ello.

- Nosotros cuidamos de su bolsa, mientras discutimos ...

Con la espada sobre la mano del Jacques, impidiendo que este la levante para guardar su bolsa, la situación se tensa. Varios de los maleantes presentes en el local se muestran muy interesados en la escena. Las llamas del hogar se ven reflejadas en varios aceros que han salido de sus vainas, emocionado más de uno por la perspectiva de sangre.

El enorme matón se levanta de taburete amarrando el mazo como sin ganas y arrastrándolo por el suelo de tierra compactada del local dejando un buen surco. Mientras se arrima a la mesa donde se encuentra su maestro deja la jarra en el primer lugar que le queda a mano y se coloca tras el mercader. La expresión de su cara es completamente ausente, casi aburrida, sin mostrar ningún temor ni emoción, como si fuera una escena que ha visto ya demasiadas veces como para que le excite o siquiera le importe.

Un ligero brillo de peligro en los ojos de Renier y este cambia el semblante a una sonrisa un tanto maliciosa:

- Me alegra ver que sois de sangre caliente, mi señora, pero este dinero es mío hasta que no se haya firmado el contrato del trabajo -dice sin hacer ademan de apartarse ni de soltar la saca del dinero- Podéis hablar conmigo aquí, sujetando el dinero, o podéis dejar que me tome algo con mi amigo con la saca al cinto. Si decidís aceptar la propuesta la saca volverá a la mesa para que os la repartáis. En cualquier caso -dice de nuevo con su sonrisa macabra- ruego que quitéis la espada de sobre mi la mía mano. No quisiera acabar con un corte.

- Si no es capaz de fiarse de la bolsa y de que cuidaremos de ella es que no confía lo suficiente como para permitirnos cuidar de ella, y sólo los que no se fían, no son de fiar. Sin cejar en su postura.

Señorita, por favor. -le dice su compañero de mesa que apenas se había presentado.  Aquí o allá la bolsa, es lo mismo.  Si regresa es que era nuestra, si se va es que nunca lo fué. 

Los dichos de cantina siempre aplican.

Enarqué la ceja en cuanto vi como se estaban comportando en sí. Hice un suspiro claro, pero insonoro, viendo como estaba todo discutiendo sobre un pago que debería haber sido claro desde el principio. Estaba claro que el dinero para adquirir el equipo era importante, pero quizás hasta excesivo en mi opinión; aunque había que admitir que no tenía demasiado conocimiento sobre ello. Igualmente, tenía que intentar hacer algo para hacer que se calmara todo, así que con los dedos hice algo de ruido para llamar la atención, para luego con las manos, extendidas, pasé a bajarlas lentamente, en un claro gesto de tranquilizar la situación.

Luego, pasé a señalar a Tolomeo, para luego hacer un gesto con el pulgar hacia arriba, indicando que era una buena idea la que él había dicho. Luego, simplemente me cruce de brazos, haciendo sin querer que destacara la musculatura que poseía, mientras pensaba bien que hacer. El mandoble dudaba que surtiera demasiado efecto a la hora de buscar algo, pero al menos podría llegar a cargar bastantes cosas conmigo gracias a mi gran tamaño. Y siempre podía confiar en que mis capacidades curativas fueran lo suficientemente buenas como para mantenerme bien... Aunque parte de ese dinero para equipamiento iba a ir a ser para aguantar el frío.

Que pudiera estar bien no significaba que me gustara el frío.

Ante perspectiva de la dantesca escena que esta tomando forma mente de Hari, se levanta lentamente, y se dirige con suavidad hacia el lado de la mujer de la armadura. Ahí, se dirige a ella hablando en alto:

- Creo que deberíamos tener fe, y confianza, en el hombre que intenta darnos trabajo. Esa bolsa de dinero de momento no es nuestra, y a este paso nunca lo será. Permitamos al anticuario retire su dinero un momento, mientras consideramos como grupo su propuesta.

Inomagata retiró el arma con paciente y exagerada lentitud. No haría gesto alguno, y ya había expresado su manifiesta intención de ir a recuperar huesos. Tenía la esperanza que fueran a recuperar los restos de un familiar y que les quisieran dar digna sepultura.

- Por mi, vamos. Además, ya me aburre este sitio. Tenía ganas de moverse, de viajar, como peregrina que era para la hermandad que la había acogido, e incluso esperaba poder visitarles y dejarles unas monedas...y si se prestaba, hacerse cargo de algún novicio y enseñarle lo que era la vida, durante un año, fuera de aquellos muros.

El mercader realiza una ligera reverencia hacia la muchacha y se retira con su saca a la barra del establecimiento. El matón, por supuesto, le acompaña, recuperando la jarra que había dejado en una mesa cercana para tener las manos libres para su maza.

  Ver como el ambiente se comenzaba a salir de control solo por unas cuantas monedas mas no me dejaba de emocionar, pues, mostraba la experiencia que ellos tenían en este tipo de situaciones  ... si tan enserio se toman un simple regateo... no me quiero imaginar la seriedad con la que se deben de tomar un buen combate...

  Al ver como el mercante se retiraba y nos dejaba un tiempo como grupo me quedo mirando al mas viejo del grupo - Abuelo Tolomei, pues siendo el que mas parece conocer para donde vamos y viendo que el anticuario no me respondió a mi duda... ¿ tienes idea de como para cuantos días es mejor que nos preparemos...? - a la vez que volvía a jugar con mi jarra - ademas es raro... nos dijo para donde era y que teníamos que buscar... pero no nos dijo nada de cuanto nos podíamos demorar, digo... imagino que igual el hombre del imperio que anda buscando los resto se pueda empezar a inquietar con el pasar de los días... digo no mas- encogiéndome de hombro no sabiendo si esto era normal o no.

Si, serán varios días.  Al menos una semana, estimo.  No se donde en particular será la búsqueda, pero la zona ocupa varias leguas de este a oeste, además de que la orografía y el clima hacen a algunos pases y trayectos muy complicados.  Deberá avisar en casa que estará ausente por una luna al menos, seño... -Reparó en que no había dicho aún su nombre.-  ¿Cómo hemos de llamarlo?  -dijo a su joven interlocutor.   Esperando que los demás lo hicieran también. 

Al no-humano, dándose cuenta de que no hablaba, le hizo señas con las manos, pensando que sería una forma no-verbal de comunicación.  ¿Será naturalmente mudo, había sufrido algún accidente o hecho alguna promesa de silencio?  ¿O sólo es muuy calladito? 

  Llámenme Fo Gao - mientras levantaba la mano y agitaba mi mano para saludar a toda la mesa de manera rápida -  y una semana parece ser un buen numero para iniciar, ¿ seria lo bueno entonces prepararnos para tanto la ida como la vuelta...? aunque la comida puede que no aguante para el viaje de retorno... 

  Hasta que caigo en la cuenta que el hombre mayor hacia mención de mi familia - ¡ah!, sobre eso... estoy en un viaje de entrenamiento... así que técnicamente no le debo avisar a nadie hacia donde me quiera dirigir - inflando el pecho orgulloso de mi independencia, aunque al instante bajo la cara - lo malo... me e quedado bastante corto en dinero con respecto a mi dinero inicial... _{creo que debería haber aprendido a controlar mejor el dinero antes de salir por el mundo...-}

Bien, aceptemos entonces.  -dijo el sabio Tolomeo. 

Hizo las señas correspondientes para que el silencioso compañero de mesa entendiera que estarían de acuerdo con la oferta. 

Le pediré además una reliquia curativa.  Eso nos servirá dados los peligros que la zona tiene. 

Tolomeo Tolomei, Fo Gao, todo un placer - dice Hari, mientras mira respectivamente a cada uno de ellos - mi nombre es Pritcher, Hari Pritcher - hace una pausa, para sopesar la situación, mientras observa al anticuario, apoyado en la barra - en la eventualidad de que el tal Jacques guarde intenciones ocultas, deberemos improvisar como creamos más conveniente, pero falta un tiempo hasta que podamos vernos en dicha situación, y la oferta que nos hace no es mala. No creo que sea necesario establecer cláusulas - comenta a Tolomeo -, ya que, en caso de peligro, sabremos cómo actuar, y si tratáramos de establecer más condicionantes, nuestro contratante podría comenzar a desconfiar de nuestras intenciones.

Así que estoy de acuerdo contigo Tolomeo, ¡Aceptemos! Yo también comenzaba a aburrirme de este lugar - añade, dirigiéndose hacia la reservada mujer - Y entiendo que nuestra silenciosa y enorme compañía aquí presente - continúa, hablando al hombre con cuernos - nos acompañará, ¿me equivoco? Nos vendría bien alguien de su talla. Por otro lado, - volviéndose hacia Tolomeo - siempre es bueno tener en el grupo alguien cultivado en el saber de los astros: me alegra saber que contamos contigo.

Y como dice Fo Gao - prosigue, mirando alternativamente a cada uno de sus nuevos compañeros -, deberemos prepararnos de forma adecuada, y cautelosa, para una travesía de esta magnitud: víveres, equipamiento, provisiones y demás, no deberá faltar. Ya que contaremos con 60 piezas de oro, y seremos cinco en el grupo, propongo repartir 10 piezas por cabeza. Estas, según nuestro criterio y conocimientos compartidos, podemos emplearlas para equiparnos para el viaje - ya que entiendo que no todos tendremos las mismas prioridades en cuanto al material de viaje, aunque sí necesidades comunes. Las diez piezas de oro restantes podríamos reservarlas como fondos para gastos comunes durante el viaje - terminó - ¿Qué os parece? Por supuesto, no es necesario - ni sería sabio - gastarnos todo el oro ahora mismo.

Asentí ante la parte de aceptar el trato, junto con la idea de obtener una reliquia curativa, o algo parecido que nos pudiera servir por si alguno recibía daños. Vale que yo podía aguantar bastante, pero no quería depender totalmente de mis capacidades para sanarme por mi mismo. Podía ver las señas que hacía Tolomeo, indicando también como hacía el esfuerzo para traducir lo que ya andaba escuchando. Sonreí igualmente, haciendo un gesto con la mano, simplemente mostrando la palma hacia el frente, el signo claro de pausa para que pudiera empezar a intentar dialogar.

Primero pasé a señalar mi oído, y levanté el pulgar hacia arriba, esperando que entendieran que podía escuchar perfectamente. Luego, pasé a señalar mis labios, y coloqué un dedo ahí, indicando el silencio, esperando que entendieran que yo no podía hablar, que era mudo precisamente. Pasé entonces a señalar a cada uno de nosotros, esperando que entendieran que indicaba al grupo, luego me pasé a indicar a mi mismo y levanté el pulgar hacia arriba, esperando que entendieran que iba a ir con ellos en sí.

Pasé a señalar también el dinero, y luego a mi mismo pero en especial las ropas. Podían notarse que eran raídas y apenas la calidad era suficiente como para indicar que aguantaban. Aparte, la ausencia de armadura era clara, haciendo claro que cualquier daño podía acabar yendo hacia mí sin problemas, dado que no gozaba de nada que pudiera cubrirme en un principio. Seguramente pudieran adivinar a donde iba a ir mi dinero, en las protecciones entre otros que pudiera alcanzar. Luego señalé mi mandoble, que seguramente fuera demasiado fácil para mí usarlo, contento de poder al menos aportar de esa manera mi fuerza.

Listo pues, aceptaremos. Parece haber consenso entre nosotros.  Dijo el sabio Tolomei volteando a ver a todos y cada uno de ellos.   Cualquiera se puede retractar en cualquier momento, queda dicho. 

Llamó con un gesto de manos amable a aquel anticuario y su guardaespaldas. 

Al ver el gesto, Jacques, con calma y apurando el último trago, se levanta del taburete y se aproxima a vuestra mesa.

- Veo que habéis llegado a un acuerdo -dice sonriente- espero que esta aventura sea beneficiosa para todos. -comienza a decir mientras pone la bolsa de oro de nuevo sobre la mesa, pero esta vez también saca un pergamino enrollado que desenrosca sobre la mesa. De su saca coge un pequeño tintero de cristal cerrado con un tapón de corcho y de su sombrero recupera la pluma que a un lado lleva a la moda. Después de escribir algo sobre el texto que ya se encontraba en él, prosigue- Esto es un contrato. Establece que yo os doy este dinero a cambio de que emprendáis la búsqueda de los restos fúnebres encontrados en la Garganta de la Niebla. Da de plazo máximo un año: Esto por supuesto es más tiempo del que necesitaréis, pero mejor más que menos en estos casos. El plazo comienza a la firma del contrato. Indica también la cantidad que se os asigna a la firma del contrato, 60 monedas Arkesas de oro, y la cantidad que se os pagará al traer de vuelta dichos restos, 300 monedas Arkesas de oro. Los que sepáis escribir poned aquí -dice señalando la parte baja del documento- vuestro nombre y firma. Si alguno no sabéis hacer una equis y escribiré yo vuestro nombre.

Aunque tus conocimientos de la ley son limitados consigues descifrar la mayor parte del documento. Todo lo que dice Jacques es cierto y está así estipulado en el documento. Un par de cosas que aparecen en el documento y sin embargo no ha mencionado son: Que si a la finalización del plazo establecido no se han devuelto los huesos habrá de devolverse la cantidad que se adelanto más los intereses establecidos por el Imperio (que suele ser el 5 por ciento); que los huesos son propiedad de Jacques Renier y a tal efecto firman los interesados, siendo considerado como robo con agravantes el comerciar con estos sin la aprobación del citado.