Partida Rol por web

    ¿ listos? ¿ listas ? - mientras miraba a los del grupo si estos ya se habían decididos en abandonar la mesa - entonces, ¡en movimiento! - y sin mas, pase a tomar distancia para llegar lo mas rápido que se pudiera hasta el mercado para empezar cuanto antes el abastecerme para nuestro viaje ... ojala pueda dar con todas esas prendas...

 Falanda fue en su día el mayor puerto de guerra de su época. El gran Rey Supremo por derecho de héroe, Holst, mando construir aquí los astilleros y embarcaderos para la gran flota que atacaría toda la costa norte para hacerse con riquezas y gloria. Sin embargo, la gran fuerza y unión de los Haufmarsormen murió con el propio Holst. Nadie sabe a ciencia cierta como murió el gran héroe. Algunos dicen que fue herido de muerte durante una partida de caza por Bragii, su mejor amigo, quien había sido engatusado por la diosa Helion cuando se percató de que el destino del Rey era haber muerto años atrás en el vientre de su madre, pero la verdad de lo que ocurrió se ha perdido en las arenas del tiempo. Lo que si es cierto es que la muerte de su gran Rey marcó el final de los Haufmarsormen y las guerras internas entre los distintos clanes fragmentaron el país que Holst había fundado.

Hoy día Falanda sigue teniendo un gran puerto y no falto de barcoluengos preparados para la guerra. Pero su fin, a diferencia de siglos atrás, es defender el puerto para que barcos mercantes puedan entrar y salir libres de peligro. En las plazas y calles que dan al puerto se encuentran una miríada de puestos, grandes y pequeños, que venden una gran cantidad y variedad de artículos. Comerciantes de todos los lugares se encuentran entre estas calles vendiendo sus mercancías y comprando pieles, minerales, grano, hierro, acero, animales, mantecas, artesanía, madera y otro ciento de artículos que ofrecen los Yermos Gélidos a sus explotadores.

Con sus cortas piernas, Calista prácticamente debía ir al trote para mantener el ritmo del grupo.

En cuanto se sumergieron en el río de gente del mercado, se resguardó tras Tolomeo para no desaparecer entre la gente.

-Bueno... ¿alguien me dice qué habéis planeado comprar? -insistió- Me gustaría poder dar mi opinión, ya que cada moneda gastada ahora, es una menor recompensa después.

¿Hay binoculares o catalejos?   Para que no te nos pierdas de vista, muchacha. 

Calista suspiró y puso los ojos en blanco.

-¡Qué gracioooso! -dijo en tono irónico- Mejor átame con una cuerda para que no me arrastren. -agregó después con una media sonrisa- Pero antes responde a mi pregunta anterior.

Tolomeo le enseña su lista, riendo bajo el bigote y barba. Decía en serio lo del catalejos , así que pregunto a los comerciantes de espejos, llevándose unos dos espejos de paso. 

Tras una larga tarde de mercado los puestos comienzan a recogerse y la luz primaveral empieza a agotarse con el sol escondiéndose tras la costa oeste para quienes miran desde el puerto. Es momento de que el grupo decida cual va a ser su próximo movimiento. ¿Partirán de noche para evitar miradas indiscretas y enfrentarse a los vientos gélidos de la tundra de Goldar? ¿Gastarán el resto de las monedas en alcohol y buenas compañías en varios días seguidos de fiestas y jolgorios? 

... solo las tejedoras del destino lo conocen...

Cuando Calista puso los ojos en la lista, frunció el ceño.

-¿Una mula? ¿Para qué coño queréis una mula? Necesitamos cargar unos huesos, no minerales. -expuso, tras lo que señaló a Karsein- Él debería poder cargar con lo que el resto no podamos.

Tras eso, pasó el dedo por el pergamino y un fino hilo de humo se levantó. Al terminar, una fina línea negra tachaba la palabra mula.

-¿Linternas? ¿Antorchas? Eso no os hace falta conmigo. -repitió el gesto de antes varias veces y cada vez tachaba uno de los elementos de la lista mientras murmuraba para sí misma- Del mapa ya me encargo yo... la pesca ya me encargo... ¿triángulo? Esto fuera...

Cuando terminó, la lista era mucho más corta que al principio.

Tolomeo ignoró los tachones de Calista y fue a comprar lo suyo.  Para los espejos, no pidió aquellas cosas caras, como las para vestir nobles, sino un par de pedacerías* del taller.   

Los quiero para poder hacernos señales a lo lejos, de un lado de la montaña a otra, por si nos separamos y no tenemos "otros medios" para comunicarnos. -explicó.   No por vanidades, ja-jja, aunque siempre ayudan a arreglarse barba y bigote. 

Llegó la hora del final del mercado, y, con las bonitas mulas cargadas (en su caso, finalmente se decantó por un burrito sabanero), les sugirió salir de una vez, al cobijo de las sombras.

Calista estaba satisfecha por haber evitado que el grupo se gastase unas valiosas monedas innecesariamente. Tras decirles lo que no era necesario comprar y decidir un lugar de reencuentro, recogió las 15 monedas de oro y se dirigió a realizar la única compra que debía hacer, el mapa.

Eligió un cartógrafo al azar y se dirigió a él. Por supuesto, no tenía pensado robar... a los muertos no se les roba. Sin embargo, cuando escuchó sorprendida que el mapa tan solo valía 5 monedas de oro, decidió que no valía la pena las molestias... una pena, pero al menos podría quedar mejor con el grupo diciendo que había logrado una rebaja aún mayor a la esperada.

Por supuesto, terminó mucho antes que los demás, así que tuvo que esperarles un largo rato en el punto de encuentro.

Se quedó ahí de pie, mirando al infinito como una muñeca rota, hasta que percibió que los miembros del grupo volvían, momento en el que esbozó de nuevo una sonrisa y se dirigió a ellos agitando el mapa por encima de su cabeza.

-¡Buenas noticias! ¡Lo he conseguido por tan solo...! -se quedó muda al ver a los animales, y rápidamente su fría sonrisa se volvió en una expresión de puro enfado- ¡Había dicho que nada de mulas ni burros ni animales! ¡Los taché de la lista por un buen motivo! -exclamó enfurecida.

  hummmm... ya veo~ya veo - respondía a lo que iba diciendo la chica - pero Dulcinea ya estaba en los planes... y no sabemos que podemos encontrar en ese sitio ademas de los restos que vamos a buscar, así que... la mula se queda - digo a la vez que seguía con mi trayecto con el mercado a las cosas que ya tenia planeado comprar, aunque me quedo mirando a la chica antes de seguir - ¡AH!, Y la lampara de aceite... también- para volver a lo mio.

  ...............

   ya seguro y habiéndome gastado una buena tajada de mi parte de oro en cobijo contra el frío, me dispongo a volver con el resto para ver como les fue y saber o no, si el contacto de la muchacha era tan bueno como lo había echo sonar ... aunque siendo un mapa barato... no seria raro que fueran garabatos...

   Por suerte o desgracia... mi atención no se fue en comprobar la eficiencia de mi compañera, si no que se fue directamente hasta donde se encontraban las tres mulas descansando junto a nuestras cosas ... aunque una era un tanto distinta a las otras dos ... - ¿eh...? ¿eh...? ¿ g-gente...P ¿ que no solo era dulcinea y tal ves una mas...? ¿ para que la otra...? - pregunto un tanto perdido sin entender el propósito de la tercera ... tal vez sea por si uno se aburre de caminar... ¿ o es comida de emergencia...? ¿ es rica la carne de mula ? ...

El mapa que ha conseguido Calista es bastante rudimentario. Muestra una imagen de parte de los Yermos Gélidos dibujada sobre una piel de cordero que tiene bastante más de arte que de cartografía. Aunque el camino a Annar no está reflejado en el mapa, el pueblo si que aparece en él. Alguien con suficientes conocimientos de orientación podría sin duda usar este mapa para llegar hasta dicho pueblo. La tal Garganta de la Nieva, por supuesto, no aparece en el mapa.

Después de ver como un miembro del grupo pasaba a irse, pasó a entrar otra que era más pequeña, pero igualmente animada... Y madre mía el empeño por el instrumento... ¡QUE NO QUERÍA! Menos mal que ella ya andaba descartando ese instrumento, porque si no iba a lanzarlo bien fuerte hacia donde no pudiera verlo. ¡No era alguien que tocara música! Al menos, no una buena música. 

Asentí ante toda la lista, exceptuando la parte de retirar las mulas y demás. Vale que yo tuviera bastante fuerte, pero no era una mula de carga en sí, por lo que pasé a irme directamente a comprar mis cosas, como la parte de la armadura que vendría bien. Confiaba en mis capacidades, pero cuantas menos heridas tuviera que lidiar mejor. Igualmente, también compré unas buenas botas de viaje, entre otras cosas necesarias que consideraba. 

Sin embargo, no esperaba ver no una, ni dos... tres mulas. ¿Tanto íbamos a necesitar para llevarlo todo? No lo sabía, pero mejor era evitar... No sabía el qué. Pase a señalar las mulas, para luego mantener abiertos tres dedos, indicando el número, para luego hacer un giro de muñeca indicando mi negativa, para luego poner solo dos dedos, esperando que solo fuera necesario dos mulas, no tres.

Calista miro muy intensamente al muchacho, aguantando las ganas que tenía de matar en aquel momento a los animales.

Tan molesto le resultaba que fuesen tan estúpidos como para gastar el oro de todos en caprichos personales, como que no hubiesen seguido sus instrucciones. Sin embargo, debía contenerse, no le serviría para sus planes a largo plazo... al fin y al cabo seguía habiendo una recompensa mayor esperando tras ése viaje. Simplemente decidió que se callaría el sobrante del oro necesario para comprar el mapa. Si lo devolvía sin duda encontrarían maneras de malgastarlo, así que se lo quedaría en compensación por los costes innecesarios que se estaban tomando.

Finalmente resopló.

-Ésos animales son tozudos y caprichosos. -explicó con tono de hartazgo- En cualquier momento pueden negarse a avanzar y no obedecerán a personas recién conocidas como vosotros. -agregó- Tampoco les gustan los lugares oscuros, así que rezad para que no debamos cruzar una cueva o paso estrecho. El carro que habéis comprado se quedará atascado en los caminos de montaña. Y buena suerte si debéis usar vuestros equipos de escalada sin dejar atrás a vuestras estúpidas mascotas. -añadió apretando los dientes- Por eso os dije que lo que había que hacer era aligerar peso y cargarlo en la espalda. Solo os aviso de que en cuánto ésos animales comiencen a dar problemas, yo tomaré las medidas que crea necesarias igual que vosotros habéis tomado las vuestras sin consultar. -concluyó mientras entrecerraba los ojos.

Inomagata seguía al resto en silencio. Era la reserva moral del grupo, ya que parecían bastante perdidos. No se lo podía creer, pero esos dos … se terminarán enamorando de tanto pelear.

Empezó a reírse levemente de su propio chiste. Incluso le hacía gracia el nombre de la mula.

- Acabas de conocer unos animales como nosotros, y aún así avanzas.

El abuelo Tolomeo se subió a su borrico.  Lo hacía porque le podía ser pesada la caminata, a pesar de ser un buen y robusto escalador.  La verdad es que si tenía 37 años, y eso en Falanda a veces significaba que se podía ser un abuelo hecho y derecho, en su caso de un par de escuincles viviendo con sus muy modestos y concienzudos padres en una ciudad con menos frío y mejores escuelas; demasiado lejos de un abuelo viudo que había decidido tomar el camino monacal en cuanto vio que, por el duelo del amor de su vida, se le habían empezado a manifestaban inesperados poderes mágicos de conjuración e invocación saliendo de sus callosas manos. 

Listo jóvenes.  Vámonos, que en cuanto la mañana llegue es mejor estar ya en campo abierto. 

De los varios y múltiples equinos no te preocupes, lista Calista; se los daremos como encargo o como pago a nuestro guía local cuando haya que irnos por caminos donde estos no puedan.  Nuestro "campamento base" le llamamos los montañistas. 

Calista dirigió una mirada asesina a Inomagata.

-Y reza para que siga siendo así. -respondió con un tono de voz cruel que en nada se parecía a cualquiera de los que había usado anteriormente.

Se ciñó adecuadamente las bolsas e, ignorando a Tolomeo, se dispuso a seguir al grupo.

    Escucho con atención el porque de mi compañera del por que llevar mulas a tal ambiente, aunque me sonaban igual a situaciones o momentos muy específicos, ademas eso, lo de aligerar nuestros cargamento simplemente niego con la cabeza pues para MI, que ya conocía lo que podía provocar una verdadera helada, no era una opción no asegurarme con todas las precauciones correspondientes para defenderme de aquel ambiente.

  Pufffff,jaja- intento disimular, pero no puedo evitar reír ante la frase de Ikegar, la cual termina alborotando lo suficiente a la chica Hardford como para que esta termine mascullando un par de palabras a la primera ... y eso que significa... ¿ que nos amenaza con abandonarnos ? o  ¿ irse con el mapa ? ...

   Ya para el final el Abuelo ya nos explicaba el por que de tanto animal, aunque ya para este rato le había perdió un poco el interés y solo me interesaba el comenzar con nuestro viaje - entonces... ¿ partimos ya ? - digo a la vez que comenzaba a caminar al lado del Abuelo Tolomei y su montura, mientras en mi espalda cargaba con lo mio y en la mano llevaba las riendas de dulcinea para guiar el camino de esta.

El abuelo Tolomei, antes de partir, pasó por una tienda para llevarse una baraja de tarot, y otra de naipes normales.   

Para estudiar y para tener algo para pasar el rato, respectivamente.  -Les dijo, y avanzó a buen trote con su burrito sabanero, cantando una tonada por lo bajo.