Partida Rol por web

- Compañeros, pensandolo mejor, esto no parece para mi -dice mientras deja las 10 monedas de oro sobre la mesa del bar- os sugiero que busquéis a otro para ocupar mi lugar.

Dilo lo cual se retira de la mesa y sale de la taberna.

En una mesa contigua se encuentra una muchacha menuda y de apariencia muy joven, que sin dar tiempo a que otros puedan tomar su lugar, con asombroso desparpajo, se acerca a vuestra mesa.

Ino, ante la sensación de interés y de falta de vergüenza, sin cesar en su rezo ni abrir los ojos pregunta la recién llegda: - ¿Necesitas trabajo?

La joven se acercó con paso decidido y al llegar junto a la mesa colocó la palma sobre ella con fuerza, con la clara intención de llamar la atención sobre ella, pese a que era algo completamente innecesario.

Sus rojas eran de un llamativo rojo y blanco, con una gruesa capa bajo la que se veía una gruesa gabardina reforzada. Una falda del mismo rojo chillón y unas botas altas y oscuras remataban el conjunto. No se veía ninguna arma en ella, aunque con tantos pliegues y ropaje podían perfectamente estar ocultas bajo la tela.

Medía claramente menos de un metro y medio de altura, y por su aspecto físico parecía una niña de unos doce o trece años. Sin embargo sus ojos azules eran tan fríos como su color. Pasó la mirada por todo el grupo, analizando a cada uno de ellos, y abrió la boca para hablar.

-No... - cuando intervino Inomagata.

Calista cerró los labios y le dirigió una mirada dura a la mujer. ¡Qué inoportuna y maleducada! ¿Se hacía la interesante yendo con los ojos cerrados o es que era ciega? Volvió a girarse hacia el grupo.

-En efecto. No he podido evitar escuchar al anticuario. -retomó el discurso- Una aburrida misión de recuperar unos huesos normalmente no merecería mi atención, sin embargo he notado que habéis exprimido bien el dinero del viejo, por lo que es dinero fácil. Así que viendo que el cobarde de vuestro amigo abandona, vengo a vosotros a ofrecer mis servicios y reemplazarle. -dijo poniendo los brazos en jarras e hinchándose con una sonrisa de suficiencia- Mi nombre es Calista Hardford. Y veréis que soy mucho más eficiente de lo que él hubiese podido ser. -agregó, y se quedó callada a la espera de las típicas quejas que solía encontrarse. Que si era muy joven. Que si se fuese a jugar a casa... Sin embargo, a aquellas alturas Calista lo tomaba ya como parte del ritual de pedir trabajo, así que le daba lo mismo.

Mucho gusto Calista.  ¿Sabes tocar el triángulo? 

Calista miró con sorpresa al anciano.

-¿Qué?

   hummmm bueno... si  así lo quieres, un placer señor Pritcher - decía desde la mesa mientras lo veía alejarse del sitio para perderse entre los borrachos del lugar ... algún día tengo que preguntarle por sus trucos para llamar la atención... , pero antes de siquiera plantearnos el como buscaríamos a alguien para ocupar el puesto libre, una muchacha un tanto mas joven que yo se acercaba con aparentes ganas de participar en la búsqueda.

    Luego de que el Abuelo soltara su pregunta de los triangulo - jajjaja vamos~vamos abuelo Tolomei, que la chica tiene pintas de manejarse en instrumentos mas avanzados , ¿ tal vez un violín o un piano ? - voy diciendo desde mi puesto - ¡un gusto nueva!, soy Fo Gao... por cierto abuelo... ¿no sera mejor irnos moviendo ya...?, con tantos aventureros por la zona no faltaran los que intenten quedarse con la misión para ellos. - a la vez que tiraba un poco la silla hacia atrás y me paraba en un solo movimiento - ademas que ya me empieza a doler las piernas de tanto estar sentado - a la vez que dejaba el pago por lo que había bebido durante todo este rato.

Calista miró a Fo Gao con el ceño fruncido.

-¿Violín? ¿Piano? -repitió a su vez. No comprendía de lo que hablaban, así que lo clasificó mentalmente como lo más probable- ¿Os burláis de mí?

Pero no solo era eso, el joven la aceptaba sin más en el grupo. Habían regateado como expertos, pero ahora empezaban a parecer un grupo de novatos a ojos de Calista.

No entendía la pregunta del monje, y no por ello abriría los ojos, pero parecía que la recién llegada no se lo había tomado bien. Esperaba que fuera una chanza o broma, pero no tenía porque tomársela a bien Calista, así que esperó en su misma posición, rezando, y con los ojos empezando a abrirse léntamente.

Tenían que ponerse en marcha, ya fuera para ultimar equipo o para descansar y salir pronto. Estar allí era perder tiempo, y perder el tiempo significaba perder dinero. - ¿Vamos por lo que falta y coordinados partida?

-¿Violín? ¿Piano? -...¿Os burláis de mí?

Nuncamente señorita.  Sólo que... lo musical es importante, ya sabe usted, para los viajes. 

Esperaba Tolomeo dos cosas: la primera, que entendiera el eufemismo.  En estos reinos la presencia de la inquisición era menor, pero no nula, así que, si les decía que sabía música, sabrían que tenía alguna habilidad sobrenatural.  ¿Maga, conjuradora?  Obvio eran claves que tenían que cambiar con relativa frecuencia, pues, una vez que la captaban las autoridades, la utilizaban para ir detrás de la gente con magia.   Usarla en este momento era apropiada.  

Lo segundo que esperaba es que, si, al menos alguien más supiera utilizar el triángulo que iba a comprar.  No sólo aquel joven que seguramente con música expresaba sus sentimientos. 

Cuando Tolomeo respondió, Calista se giró repentinamente hacia él y le miró con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados.

Tras un segundo pensando, la joven contestó.

-Si estáis intentando decirme que solamente me dejaréis unirme al grupo si acepto tener sexo con vosotros durante el viaje, creo que vamos a tener un problema. -dijo en un tono muy serio.

Considero Sra. Calista que el sexo es una actividad íntima y voluntariamente decidida, así que no, no es eso lo que le pediríamos.  Pero bueno, si no sabe tocar ningún instrumento, por favor, mejor no continúe perdiendo su tiempo con nosotros. 

Reflexionó antes de voltearle la espalda.  O tocar música, o saber medicina, u saberse orientar en las montañas, serían las habilidades que necesitamos.  ¿Alguna de esas usted posee? 

Calista no acababa de comprender de qué hablaba aquel viejo. ¿Tenía alguna clase de fetiche con la música? Sin embargo, saber que no le estaban proponiendo cosas extrañas ni que la estaban insultando, de algún modo la relajó y volvió a su calma anterior.

Especialmente cuando el hombre comenzó a detallar qué cualidades buscaban para el nuevo miembro del grupo, aquello ya se parecía más a lo que la gente solía preguntar normalmente, por lo que Calista sonrió con suficiencia.

-Mi mejor cualidad es matar a gente a gran velocidad. -dijo con una sonrisa burlona- Pero también soy buena en tareas de reconocimiento. -explicó sin ningún tipo de modestia- Sin embargo, os ofrezco algo más. Si queréis orientaros por los Picos del Mundo, necesitaréis de un mapa. -señaló con un aspaviento la bolsa sobre la mesa- Pero os gastaríais todo el oro para poder pagaros un mapa, y éso con suerte. -se señaló a sí misma apoyando el pulgar contra su pecho- Yo podría encontraros uno por solo quince oros. Llevo un tiempo viviendo por aquí y conozco algunos lugares... -respondió misteriosa mientras sonreía con orgullo.

¿Y de donde sale esa diferencia entre "todo el oro" y "sólo quince", jovencita?   Digo, sólo para saber. - Tolomeo no quería meterse en problemas por un mapa robado.  

Calista miró un momento a Tolomeo, antes de volver a levantar la barbilla y agitar la mano como quitándole importancia. Su gesto podría haber resultado convincente de no ser tan sobreactuado.

-Pues como cualquier persona honrada que lleva unos años en ésta profesión. Puedo tirar de contactos y algunos favores. -miró de nuevo al hombre y se inclinó sobre él, apoyando sus manos en la mesa- Tan segura estoy de poder conseguirlo a ése precio, que si no lo lograse yo misma me encargaría de acodar con el vendedor el abonarle la diferencia a la vuelta. Pero eso ya sería mi problema. -se apartó de nuevo y se cruzó de brazos mientras dirigía una mirada al grupo- ¿Y bien? ¿Qué decís?

Ah bueno.  Sus ojillos azules parecían convincentes.  Claro, quizá eso sea su ventaja.  

Pues falta hablar de eso, la paga.  ¿La alcanzaste a oír?  -Eso hablaría bien de ella, y mal de ellos.  Peligroso que las orejas vecinas oigan lo de recibir de pago 50 oros cada uno. 

Calista sonrió como un tiburón.

-Sin duda, sería una pena que se pensaran que vamos a cobrar 50 oros en lugar de los 60 prometidos. -respondió mirando a Tolomeo fijamente. Ya le caía mejor aquel hombre.

Le negociación estaba siendo dura y extraña, pero a Inomagata no le sorprendía lo más mínimo. Sabía como acabaría esta discursión, o sea, Cediendo Tolomeo y aceptando a la recién llegada, que no era un desperdicio un par de manos más que pudieran soltar un par de mamporros a quienes nos pusieran demasiadas trabas en la misión.

Azuzó: - ¿Vamos ya? Ya aburrida de este insulso debate que todos sabían, al menos ella, donde llegaría.

Jeje,  eso cuenta como "prueba de oído".  Bien bien doña Calista la lista.  Vayamos de compras, que será el último mercado grande que veremos en muuchos días. 

-Se levantó, ágil para su edad.   Pasó con la cantinera y le dejó lo de su cerveza y la de su bigote, más una buena propina por la discresión de siempre.  

Hasta la vuelta. -le dijo, sonriendo.   Era de buena suerte decir eso. 

A la puerta salió a esperar a todos, escauteando la salida, como era su costumbre. 

-Jejejee -Calista soltó una risita propia de una niña traviesa cuando finalmente Tolomeo la aceptó en el grupo- ¡Genial! ¿Qué tenéis pensado comprar? -preguntó mientras seguía al hombre.